Praga 1959 Bilbao 2020

«Las mujeres sostienen la mitad del cielo”.

Intervención de Luis Mari Ormazabal, camarada Zabala en la clandestinidad, delegado de Euskadi en el VI Congreso del PCE celebrado en Praga en diciembre de 1959 y enero de 1960.

Camaradas: Yo también quiero informar al Congreso de la actividad de nuestras mujeres, ya que ninguna de ellas se encuentra presente para poder hacerlo. En la campaña por la amnistı́a un grupo de mujeres de presos ha realizado una labor infatigable. Visitaron a los directores de la prensa local, a los cónsules extranjeros, organizaciones católicas, párrocos y al obispo. Es interesante que os exponga brevemente cómo se desarrollaron algunas de estas visitas.

El cónsul americano dijo que estaba dispuesto a ayudarlas pero que le dijeran con franqueza, qué eran ellas.”Comunistas”- respondió una-, aunque en realidad las que la acompañaban no eran del Partido. Sorprendido el cónsul exclamó: “¡Y cómo se atreven Vds. a venir aquı́!”. “¿No es América el paı́s de la libertad?”. “Sı́, pero nosotros no podemos inmiscuirnos en los asuntos de España. Sus maridos han sido condenados de acuerdo con las leyes españolas”.

Cuando llegaron al Consulado inglés, el cónsul ya estaba prevenido por su colega americano. Pero contrariamente a éste, las recibió con amabilidad, tomando nota del relato que le hicieron sobre los castigos impuestos a los presos de Burgos el 18 de junio, y al terminar les dijo: “Esto será dado a conocer por la BBC la próxima semana. Si Vds. la escuchan, podrán comprobarlo”. Efectivamente ası́ fue. Al despedirlas les recomendó: “Siempre que tengan algo de interés que comunicarme encontrarán abiertas las puertas del Consulado. No es preciso que vengan tan numerosas. A mı́ me gusta conocer lo que sucede en España, no sólo por lo que se dice oficialmente, y dirigiéndose a un armario, les mostró “MUNDO OBRERO”, °METAL” de Vizcaya y otros materiales del Partido. (aplausos)

Al Obispado fueron acompañadas de dos sacerdotes. El obispo dijo, que según sus informaciones no habı́a presos políticos en España, pero que se daban cuenta de que esto no era cierto, ya que ellas aseguraban tener sus maridos presos. Que sentı́a no poder autorizar a los sacerdotes como le pedı́an, ya que los sacerdotes no podı́an mezclarse en cuestiones polı́ticas. No obstante si ellas les proporcionaban la relación de los presos polı́ticos de Vizcaya, él escribirı́a al ministro de Justicia Sr. Iturmendi, aunque añadió, que esas cartas irı́an a parar sin duda a cesto de los papeles.

Sin embargo, uno de los sacerdotes que las acompañaban les prometió recoger firmas en su parroquia, cosa que efectivamente hizo. Este mismo sacerdote cuando la madre del camarada José Marı́a Laso se lamentaba de que su hijo, que era un santo, estaba condenado al infierno por ser comunista respondió: “Si como Vd. dice su hijo es un santo y por todo lo que de él me ha contado veo que es un hombre generoso y admirable, Ias puertas del cielo se abrirán para él mejor que para otros que se dicen muy cristianos. Verdaderamente me agradarı́a conocerle aun siendo comunista. Dicho sacerdote les aconsejó la recogida de firmas en un Convento de Franciscanos, donde se encuentran algunos eclesiástı́cos, represaliados desde la toma de Bilbao, con huellas en sus cuerpos a causa de las torturas a que fueren sometidos por los franquistas.

Cuando visitaron al párroco de San Antón, éste les dijo que no podı́a hacer lo que le pedı́an… Una de las mujeres exclamó: “¿Cómo dice Vd. que no pueden hacer nada? ¿No son los curas los que mandan en España?”. “¡Ay hija mı́a, qué equivocada estás! Y bajando la voz añadió: “Pero si esto es una dictadura. Nosotros tenemos que hacer como todo el mundo: oı́r, ver y callar.”

¿Quiénes son estas camaradas? La organizadora del grupo es un mujer que lleva 14 años separada de su marido por las rejas de la cárcel. Para ayudarle ingresó en una fábrica transformándose en una obrera. Cuando hace unos meses se le propuso su ingreso en el Partido, dijo sorprendida: “Pero, ¿es que yo puedo ser comunista? Voy a dar a mi marido la mejor alegrı́a de su vida”. En la primera visita que hizo a la cárcel, se lo comunicó y efectivamente este camarada, aunque tampoco a él se le habı́a ocurrido nunca proponérselo, le dijo: “Te felicito, estudia mucho para que cuando yo salga en libertad, puedas enseñarme, después de tantos años de aislamiento me será muy necesaria tu ayuda”. Esta misma camarada, el 17 de junio, vı́spera de la Huelga Nacional se levantó a las 5 de la mañana y regó de octavillas el camino de la fábrica que se encuentra precisamente en una zona muy industrial. (aplausos)

Cuando llegó la Guardia Civil ya no quedaban octavillas, habı́an sido recogidas por los obreros que pasaban camino del trabajo. Mujeres como éstas son un verdadero tesoro para el Partido. Pero justo es reconocer que aún no damos toda la importancia que merece la labor del Partido entre las mujeres, a la organización y desarrollo de los grupos de mujeres comunistas. Nadie mejor que ellas puede movilizar a las mujeres trabajadoras contra las consecuencias del Plan de Estabilización, por la solidaridad con los presos y por el éxito de la campaña por la amnistı́a. Para todo comunista debe ser un orgullo que su compañera sea también una camarada. (aplausos).

Procedencia: “VI Congreso del PCE. Transcripción de las intervenciones. Archivo Histórico del PCE.

Bilbao 2020

Fui elegido delegado para representar a Euskadi en el VI Congreso del Partido Comunista de España, celebrado en Praga, año de 1959. Llegado el momento de mi intervención, diserté sobre los Sindicatos Verticales, donde estábamos inmersos a raı́z de la consigna recibida del Partido.

Asimismo, también esbocé la necesidad perentoria de incorporar en la lucha, toda la fuerza potencial de las mujeres, pues ellas representan la inmensa mayorı́a. “Las mujeres sostienen la mitad del cielo”. Ellas tienen la facultad de poseer, además de la maternidad; los valores intrı́nsecos e inefables, tales como el amor, la ternura, el afecto, la consideración, la abnegación, el sacrificio, la resiliencia hasta cotas inimaginables. Lo he visto, lo he vivido.

Después de valorar todos estos alicientes supremos, les expuse la solución inexcusable de que sin las mujeres no lograrı́amos conseguir la tan deseada Revolución. No nos engañemos. O hacemos la Revolución junto a las mujeres o no habrá Revolución. “Recapacitad sobre estas palabras en este dı́a tan especial”. Ası́ de claro. Hubo muchos aplausos, incluso en algún momento tuve que parar mi intervención. Pero, no se hizo nada. Pasaron los años…. y el tiempo está de mi parte (triste consuelo) Ahora todos andan corriendo tras la estela que dejan las mujeres en este mar de las posibilidades. Vanguardia permanente a encauzar, en el torbellino que se vislumbra en los prometedores horizontes que acompañan los vientos de una utopı́a inmarcesible.

La guerra: delirio de sangre
las mujeres no se amilanaron
levantaron la moral
de los supervivientes,
con lo mucho que poseı́an,
con lo que no tenı́an:
eran unas valientes.
Surgieron de la tierra
con el alba desnuda,
nos enseñaron
a recordar el futuro,
que en las tinieblas ilumina la soledad ultrajada,
bajo el silencio de la Dictadura
cual vomitivo de amargura;
auspiciaron el porvenir,
de la batalla callada
con los gritos del alma,
surgió de la nada
un dosel de esperanza.
La barbarie fue mucha,
que lo digan los tiempos
que marcaron los tempos,
de las mujeres en lucha.

Luis Mari Ormazabal