«La promesa de la Izquierda Belga»

Entrevista con Peter Mertens, presidente del Partido del Trabajo Belga.

Conversación con Mario Cuenda García, y Tommaso Segantini. Publicada en Jacobin Magazine. 2 de febrero 2017.

¿Qué ha influido en tu evolución como militante político?

Di mi primer paso como activista político en las campañas antifascistas de los 80. En aquellos años, el Vlaams Blok, un partido secesionista de extrema derecha bien organizado, estaba ganando terreno en el norte de Bélgica. Mucha gente que estaba enfadada y desilusionada con los partidos políticos tradicionales gravitaba hacia la derecha. Ante esos acontecimientos, hubo un extenso movimiento antifascista y antirracista, en el cual empecé mi militancia política. Fue en 1991, durante las manifestaciones contra la Primera Guerra del Golfo, cuando di con el Partido del Trabajo de Bélgica, al que me uní poco después.
Respecto a los autores y personalidades que han influido en mí, había tenido la oportunidad, durante mis años en la universidad de Amberes, de tener tres profesores marxistas, de filosofía, economía e historia. Por ejemplo, mi asignatura de economía se centró en El Capital de Karl Marx, y fue durante ese periodo cuando me interesé por la economía política de Marx. ¡Hoy en día, estudiar a Karl Marx con tanta profundidad en la universidad parece completamente imposible!

El PTB entró en el parlamento federal de Bélgica por primera vez en 2014 con dos diputados de un total de 150. Desde entonces, ha trabajado desde la oposición, y está creciendo bastante en las encuestas, especialmente en la región de Valonia. ¿Cuál es tu evaluación de los dos primeros años del PTB en el parlamento federal, y cuáles son tus expectativas de cara al futuro?

El PTB no tiene historia parlamentaria. Durante los últimos dos años hemos constatado que no es en el parlamento donde se elaboran las decisiones más importantes. Más bien, parece que son mucho más importantes al respecto las reuniones informales con lobistas en los restaurantes de los alrededores.
Gracias a nuestra entrada en el parlamento en 2014 nuestro partido ha accedido a una suma de dinero público disponible para partidos políticos, aún cuando otros partidos tratan de hacer más complicado nuestro acceso a esos fondos. El PTB es el único partido en Bélgica que está mayoritariamente financiado por sus afiliados: 3/4 de nuestra financiación viene de ellos. Para nosotros es muy importante porque nos mantiene independientes de los poderosos grupos de presión y las multinacionales. Por supuesto, no tenemos muchos recursos financieros. El funcionamiento de nuestro partido se apoya, en gran medida, en el trabajo de voluntarios. Queremos mantener nuestra identidad marxista, pero aún así es importante que profesionalicemos el partido y modernicemos nuestro enfoque. Aparte de estas cuestiones, creo que está reconocido que el PTB hace un buen trabajo. Incluso los medios de derechas escriben que siempre estamos presentes y activos y que somos una fuerza efectiva de oposición.
Respecto a nuestro enfoque de trabajo en el parlamento, nuestro lema es “calle-parlamento-calle”. Para nosotros, el parlamento no es un fin en sí mismo. No es la fase final de nuestra lucha política. Es extremadamente importante para nosotros que nuestras secciones locales sobre el terreno, en municipios y en el interior de las empresas, prioricen sus problemas y propuestas de modo que podamos traer su voz a las instituciones políticas. También tenemos nuestro propio centro de investigación, que coordina nuestra investigación en varios ámbitos. Combinamos, por tanto, una presencia sobre el terreno con una investigación académica profunda para hacer propuestas a través de las instituciones. Si nuestras propuestas son rechazadas, empezamos de nuevo desde las calles y la gente. En términos generales, nos oponemos a la visión “parlamentarista” de la política según la cual todo el trabajo y el movimiento social depende de lo que pase dentro del parlamento. Para nosotros, las iniciativas extraparlamentarias y el trabajo sobre el terreno sigue siendo la prioridad y el grueso de nuestra lucha.

El sistema político y el marco institucional de Bélgica es muy peculiar. El país se caracteriza por un sistema federal muy fragmentado, en el que los partidos políticos tienen que negociar y formar coaliciones continuamente para gobernar o conseguir que sus medidas se aprueben. En este contesto, ¿qué puede hacer un partido de izquierda radical como el PTB para avanzar e implementar sus propuestas?

Hay dos partes en esta pregunta. Primero, sobre el sistema político belga: el PTB es el único partido nacional en el país, lo que es absurdo. En Suiza, Alemania y otros países con un sistema federal los partidos políticos están organizados a nivel nacional. En Bélgica, los partidos están atados a su región geográfica o lingüística, mientras que el gobierno es federal por naturaleza; este sistema complica realmente el funcionamiento de las instituciones políticas del país.

La posición del PTB es que es necesario re-federalizar, es decir volver a poner bajo control federal, muchos ámbitos de la política. Eso tiene mucho más sentido. Un ejemplo es la cuestión medioambiental. Para nosotros, ésta y otras cuestiones deberían ser tratadas a nivel federal. Somos el único partido en el país que mantiene esta posición.

La segunda parte de la pregunta es sobre hasta qué punto el PTB podría potencialmente ser parte del gobierno en el futuro. Nuestra posición es que en el contexto de hoy en día, no tenemos las condiciones necesarias para gobernar. Déjame que explique por qué. La cuestión crucial para nosotros es que, si gobernáramos, necesitamos condiciones políticas para romper con la política europea actual. Si el necesario equilibrio de fuerzas en Europa no está ahí, si no tenemos compañeros sólidos y determinados que se opongan radicalmente a la austeridad europea, creo que seríamos aplastados por las instituciones europeas.

No nos oponemos a la participación en el poder y la toma de decisiones como una cuestión de principios. A nivel local somos parte de coaliciones gobernantes, pero si somos gobierno a nivel federal, queremos tener el panel completo de instrumentos y opciones disponibles. Si las decisiones más importantes son tomadas, como ocurre hoy en día, por la Comisión Europea y la “lobbycracia” europea, nuestro rango de acción sería muy limitado.

El caso de Grecia puede ser una lección útil. Se libró una guerra económica total contra Alexis Tsipras y Syriza. Las instituciones europeas incluso cortaron los suministros monetarios al país. Respeto a Tsipras, y entiendo que la situación en Grecia era muy difícil. Sin embargo, también creo que la capitulación de Syriza, que está actualmente implementando un tercer memorando impuesto por la troika, ha sido un gran golpe para la izquierda en Europa. Es también una cuestión de responsabilidad. Si la izquierda accede al poder y aplica políticas neoliberales, allanaría el camino para la extrema derecha. Esto es exactamente lo que ocurrió en Francia. Françóis Hollande y sus políticas son los principales causantes del ascenso del Frente Nacional.

La campaña del referéndum en el Reino Unido ilustró la dificultad de la izquierda radical a la hora de proponer soluciones al estado actual de la Unión Europea. Por un lado, los partidos euroescépticos de extrema derecha, a través de calumnias xenófobas y ultranacionalistas, esencialmente quieren reventarla y destruirla; por otro lado, los partidos liberales y socialdemócratas defienden radicalmente el statu quo. ¿Cuál es la posición del PTB respecto a la Unión Europea? ¿Es posible, en tu opinión, alterar el equilibrio de poder en Europa y presionar hacia una reforma radical?

En 2011 escribí un libro titulado “Comment osent-t-ils?” (¿Cómo se atreven?). Fue un gran éxito aquí en Bélgica. En el libro contemplaba tres opciones respecto al futuro de Europa. El primer escenario era una Europa más dictatorial, con más políticas similares al Partido de Estabilidad o el Six-Pack determinados por Berlín y Frankfurt.

El segundo escenario era un peligroso ascenso de las fuerzas nacionalistas, que haría implosionar a Europa. La izquierda no debe caer en ninguna de esas dos trampas. Como marxista, y viniendo de una tradición auténtica de izquierdas, creo que tenemos que intentar cambiar radicalmente Europa desde dentro. No debemos dinamitar la idea de Europa por completo, sino, como un ingeniero que trabaja en la construcción de un puente, dinamitar las columnas malas. Defender una posición de salida de la Unión Europea en Bélgica, el corazón de Europa, no va a elevar mucho la conciencia del público, pienso yo. La situación es obviamente diferente en países de la periferia del continente y entiendo que para ellos la posibilidad de salir de la eurozona puede ser un tema de debate.

Tenemos que cambiar Europa en sus mismos principios; hacer reformas pequeñas o simbólicas no es suficiente. Un cambio radical implica considerar los papeles del BCE y de la Comisión, eliminar el Pacto de Estabilidad y hacer otras muchas cosas. Necesitamos una Europa construida sobre la solidaridad entre los países europeos.

¿La izquierda europea debería elaborar una estrategia unitaria y coordinada a nivel europeo para avanzar en una visión común y en propuestas concretas? ¿El futuro pasa por un movimiento pan-europeo que pueda presionar por reformas radicales en los diferentes países?

Sí, creo que debemos llegar a un punto semejante en el futuro. En el Parlamento Europeo, ya está la Izquierda Unida Europea-Grupo de Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL), que está compuesto por diferentes partidos de izquierdas en Europa. Ahora tenemos un colaborador parlamentario que colabora con el GUE/NGL en el Parlamento Europeo, aún cuando no tenemos eurodiputados todavía. Además, algún tipo de intercambio existe ya a este nivel.

Están teniendo lugar discusiones en el seno de la izquierda en Europa respecto a qué estrategias adoptar de cara a producir un cambio. Personalmente, creo que vivimos en un periodo intermedio de cambio. Esto significa que en los próximos años habrá otros intentos honestos, pero más bien limitados, de cambio, como hizo Tsipras, que serán aplastados, en mi opinión. Por ejemplo, apoyamos a Jeremy Corbyn en el Reino Unido, porque ha traído un soplo de aire fresco al Partido Laborista, pero su rango de acción permanece bastante constreñido por su propio partido y el sistema político británico.

Ésas son el tipo de experiencias intermedias que todavía necesitamos en Europa para poder definir una estrategia propia. Pero en general, respecto a tu pregunta, estoy de acuerdo en que necesitamos mayor coordinación. La izquierda europea tiene que trabajar unida, aprender de las experiencias pasadas negativas y avanzar.

Los partidos de extrema derecha están en auge en Europa e incluso aquí en Bélgica ellos están creciendo en las encuestas. Estos partidos a menudo parecen monopolizar el discurso acerca de temas como la seguridad, la inmigración o los asuntos exteriores, presionando el tablero político hacia la derecha. ¿Cómo contrarrestar esta hegemonía cultural de derechas?

Construyendo nuestra propia hegemonía. En 1991 el Vlaams Blok ganó el 33% del voto en Amberes. Nuestra estrategia con el frente antifascista por entonces fue movilizar constantemente contra el Vlaams Blok. Gracias a nuestras iniciativas, se instaló un cordón sanitario contra ellos en muchos espacios públicos, como las universidades. Conseguimos resultados, pero no derrotamos al racismo. Algunos años después nos preguntábamos “¿dónde está nuestra hegemonía?”. No se encontraba por ningún lado porque perdimos a los votantes socialdemócratas, que se movieron hacia la extrema derecha. Hoy en día los votantes están disgustados con las élites dominantes que gobiernan Europa y son fácilmente atraídos por fuerzas políticas que usan a los grupos más marginados de la sociedad, como los refugiados y los inmigrantes, a modo de chivos expiatorios. En la izquierda no solo hemos rechazado firmemente este tipo de discurso, sino que es crucial que avancemos en nuestro propio discurso y lo apoyemos con hechos. Un fuerte discurso antiestablisment es necesario desde la izquierda.

Tenemos que ser más ambiciosos y explicar a la gente que el verdadero enemigo está por encima de ellos, no por debajo. Por supuesto, es difícil hacer entender este mensaje porque el inmigrante es visible, mientras que los capitalistas están ocultos en Panamá o en oficinas que no están a la vista. Su trabajo es ser invisibles. La gente está de acuerdo en que la acumulación de capital por parte del uno por cierto más rico es injusta, esa especulación financiera de los bancos continúa y enriquece a una élite minúscula, mientras las condiciones de vida de la gran mayoría se deterioran o no mejoran. La gente entiende que el sistema actual no funciona. Creo que esta conciencia existe, pero a menudo se expresa de una forma poco clara o contradictoria. Es nuestro trabajo elevar la conciencia y redirigir la ira de la gente en la dirección correcta. De lo contrario, será gente como Marine Le Pen quien explote el sufrimiento de la gente. Por último, en la izquierda, también tenemos que dar ejemplo. Todos los líderes representativos de nuestro partido viven con 1.600 o 1.900 euros al mes. Hemos establecido un programa llamado “médicos para el pueblo” que consiste en once pequeños centros médicos donde nuestros médicos atienden gratis a pacientes en barrios desfavorecidos.

Gracias a este tipo de iniciativas, gente que potencialmente podría ser atraída por la extrema derecha ve que el PTB no sólo parlotea, sino que también se compromete en acciones concretas. Estamos en proceso de construir nuestra propia fuerza, nuestra propia originalidad, y por tanto nuestra propia hegemonía.

Una de las razones por las que el PTB está creciendo en las encuestas en Valonia es porque creo que estamos, lento pero seguro, construyendo nuestra hegemonía cultural y la gente es atraída por ello. Somos un partido auténtico y dinámico y que da esperanza a la gente.