Experiencias de unidad popular

“No se busca la competición en forma extrema, sino el espíritu de superación”.

Este número de la revista aborda de manera mo-nográfica el tema de las Olimpiadas Populares de Barcelona, y acierta al hacerlo, por ser muy necesario divulgar aquel acontecimiento aún tan desconocido, entre la población en general, e incluso entre nuestra gente, entre la gente de izquierdas. Y es necesario volver a visitarlo, darlo a conocer, por su relevancia y porque ese asunto del deporte popular y obrero, tan alejado de ese otro deporte de la “vedettes”, como dice el mismo Manifiesto de las Olimpiadas barcelonesas frustradas, fue un germen del gran movimiento político que alumbró al Frente Popular. La gran operación política de unidad de las izquierdas, que permitió el acceso de las clases subalternas al poder político, aunque fuera por el breve periodo entre febrero y julio de 1936, tuvo como campo de pruebas dos momentos estelares necesarios para la unidad popular, sin los que, me atrevo a decir, que no se hubiera conformado el Frente Popular.

Uno es la JSU, la unidad con la que se dotaron los jóvenes comunistas y socialistas, haciendo converger sus organizaciones, para caminar juntos por un nuevo camino revolucionario. Esa unidad de la JSU no se produjo al instante, ni en un laboratorio, sino que estuvo precedida de varios años de trabajo en común, mediante comités de enlace en la base, en los pueblos, actuando y ensayando su unidad de criterio ante los problemas reales de la vida de la clase trabajadora.

Esa unidad en la JSU disparó la adhesión hacia el cambio político y social, atrajo a sus filas a muchísimos jóvenes, llenó de nueva savia, de una desconocida alegría revolucionaria la actividad política juvenil. Transformar la vida para cambiar el mundo cobraba un sentido verdadero, entusiasta.

El otro germen imprescindible fue el del deporte obrero y popular, que culminó en la formación de la F.C.D.O, la Federación Cultual Deportiva Obrera. Ésta nació en 1931, recién instaurada la República, desde una indicación dada a los jóvenes comunistas españoles por la Internacional Deportiva Roja, un organismo con el que la Internacional Comunista pretendía llevar a las masas trabajadoras la idea de una vida sana, y ganar adeptos para la revolución socialista. En algunos países se pretendía contrarrestar la influencia reformista que hasta entonces tenía en la clase obrera la tendencia socialdemócrata, que también había creado sus organizaciones deportivas. No tanto en España, donde éstas eran prácticamente inexistentes.

El despegue de la FCDO en la sociedad española, su tremenda popularidad e influencia en la vida social, vino precedido, como en el caso de la JSU, por un trabajo común entre la clase obrera, en los clubs deportivos, sin sectarismo.

A eso ayudó sobremanera el cambio en el seno de la Internacional Comunista, cuando se pasó de la táctica de la oposición frontal, de “clase contra clase”, a la estrategia unitaria de los Frentes Populares. Eso creo una escuela de unidad que se propagó a todas las células comunistas. Del izquierdismo con el que se recibió a la República, en el que los comunistas en la Puerta del Sol gritaban el 14 de abril de 1931, ¡Abajo la Republica burguesa! ¡Vivan los Soviets!; se pasaba a ensanchar alianzas, a seducir, no sólo a los hermanos socialistas, sino a las fuerzas progresistas y avanzadas en la pequeña burguesía. El militante tipo cambió. Ya no obedecía al perfil del revolucionario profesional de identidad secreta, forjado en la clandestinidad y la persecución, escondido tras un sinfín de alias y seudónimos de guerra.

Ahora llegaban jóvenes a cara descubierta, normales, con su nombre, alegres, dichosos de emprender la lucha. Eran los primeros en defender a la Republica, antes burguesa, ahora un paso necesario para la transformación social.

El historiador marxista Eric Hobsbaw, hablando del tiempo de los Frentes Populares, que fue cuando él se adhirió al partido comunista británico, decía que aquellos que se habían incorporado a la lucha en ese momento álgido de la unidad popular, de apertura, de avance, de ofensiva de nuestras ideas, tenían una naturaleza especial.

Yo también lo creo. He conocido a muchos veteranos, que vivieron esos tiempos aquí, los tiempos de la unidad en la JSU, en la FCDO, en el Frente Popular, y todos tenían una mezcla de firmeza y ductilidad que los hacía muy fuertes, todos eran hombres llenos de luz en los momentos más sombríos, de sonrisa invulnerable, a pesar de las derrotas, de las torturas, gentes de mirada limpia, entregada al pueblo, llena de la unidad verdadera, cercanos al hombre nuevo que tantas veces hemos proclamado buscar.

Esa FCDO obtuvo un empujón enorme también cuando el Comité Olímpico Internacional, COI, designó como sede oficial para las Olimpiadas de 1936 a Berlín, en lugar de a Barcelona, que se postulaba y que era la candidata favorita. Al parecer, la burguesía hegemónica en ese órgano del COI, incluso la catalana presente en él, tuvo miedo ante una situación de revolución que ya preveían en el horizonte próximo para España.

La indignidad de celebrar unas Olimpiadas en el Berlín nazi, contraviniendo todos los principios del olimpismo, como bien subraya el Manifiestito de la Olimpiada Popular, provocó un gran movimiento para organizar los Juegos alternativos en Barcelona, como desagravio por la decisión del COI, y como expresión del auténtico olimpismo. Por eso se llamaron populares, porque extendían su alcance a toda la población antifascista, antirracista, antixenófoba, y no sólo obreras, como se habían llamado otros Juegos que ya se habían celebrado en Praga-1921, Francfort-1925, Viena-1931 y Berlín-1931 (Spartakiada), Moscú-1928 (Spartakiada), Y como se llamarían las que tendrían lugar después en Amberes-1937.

La FCDO fue el motor de ese movimiento. Se extendió por todas las ciudades y pueblos, instaurando comités pro-olimpiada de Barcelona. Otra estrategia de crecimiento fue la de la captación de clubs deportivos; los militantes de la FCDO que participaban en distintos clubs, intentaban que éstos se adhirieran a la FCDO, plateándolo en sus asambleas de socios.

Es lo que contaba Marcelo Usabiaga, que como miembro del Boxing Club de Irún propuso a éste su incorporación a la FCDO, cosa que el Boxing aceptó. Así fue creando una potente red social. Además de la labor de conseguir apoyos para Barcelona, las FCDO convocaron campeonatos y competiciones en las distintas modalidades deportivas. Propugnaban un deporte distinto, como decían en sus principios: “No se busca la competición en forma extrema, sino el espíritu de superación”.

La izquierda ha abandonado ese terreno, un espacio de fuerte alienación actual, paradigmática, donde se enajena al individuo en lugar de hacerlo crecer, empoderarse, superarse; convirtiéndolo en un consumidor, un ser pasivo, un adorador de las “vedettes” en un espacio mercantilista, donde se manejan cantidades estratosféricas de dinero, tan elevadas que se sitúan en otra realidad, que son repugnantes. La izquierda, que tuvo aquella osadía de inventar, ha abandonado el campo de batalla, no hay nada, nada de sus de valores en el deporte, ninguna influencia de nuestros ideales, del otro mundo que soñamos. Es su asignatura suspendida; y sin embargo, se ve todo tan claro…

«Hay que transformar la vida para cambiar el mundo»

Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor, Director de Herri