La Internacional Comunista y su contexto histórico en España

“En cortijos y ciudades, aparecieron pintadas y pancartas que decían “¡Viva Rusia!”, “¡Viva Lenin!” “¡Vivan los soviets!”

LOS EFECTOS DE LA 1ª GUERRA MUNDIAL
La llegada de la Gran Guerra fue acogida con cierta incertidumbre en la población española. La neutralidad del país fue aprovechada por los capitalistas, que navegaron en las aguas de la especulación.
El resultado fue el de una auténtica vorágine de beneficios para los bancos y las grandes empresas, mientras por el otro lado hubo un estancamiento en el nivel de vida de la inmensa mayoría de la sociedad.
Los precios de los bienes de consumo, principalmente los más básicos, se incrementaron notablemente durante estos años, pero sin embargo los salarios crecían muy poco, lo cual provocó una fuerte pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. Mientras tanto, las ganancias de las élites económicas y empresariales se multiplicaban, siendo en muchos casos desorbitantes. Esta situación provocó que la lucha de clases se destapara definitivamente en buena parte del territorio y se mostrara en su forma más cruda y descarnada.
Extensas capas populares se sumaron al movimiento obrero, trabajadores industriales y del campo se politizaron y tomaron cada vez más conciencia política y se adhirieron a las movilizaciones y a la lucha en las organizaciones obreras, políticas y sindicales, aumentando notablemente la politización y participación de las masas. Los principales epicentros de la movilización obrera fueron en aquel momento Bilbao y Barcelona.
Por otro lado, la violencia estatal y la represión para proteger a patronos y propietarios se elevaron hasta límites insospechados.
En resumen, la coyuntura internacional provocada por la guerra imperialista, agravó de forma obscena la desigualdad, poniendo a un lado a los grandes beneficiarios, las oligarquías, y al otro a la inmensa mayoría de la población. Por supuesto, los distintos gobiernos nada hicieron por transferir o distribuir parte de esas ganancias a la colectividad nacional.

1917 año de huelgas. La gran huelga de agosto.
En 1917 las huelgas y conflictos laborales se sucedían y multiplicaban por todo el país. Son destacables las huelgas en Bilbao de 27.000 metalúrgicos, y la de los ferroviarios en Valencia que se convirtió en general.
A raíz de la huelga de los ferroviarios de Valencia en el mes de julio, acabó estallando un gran conflicto social. Se pedía la readmisión de los trabajadores despedidos y una serie de mejoras laborales. Debido a la intransigencia de la patronal, los sindicatos acabaron convocando una huelga para el 13 de agosto.
Entre el 13 y 14 de agosto en muchas ciudades el paro fue total. Hubo movilizaciones muy fuertes en Madrid, Bilbao (en Vizcaya hubo más de 100.000 obreros en huelga), en Asturias donde los mineros se hicieron dueños de la situación, y también en Cataluña con Barcelona a la cabeza.
El gobierno sacó al ejército a las calles desde el día 13, hubo constantes ráfagas de ametralladoras y balazos para acallar las protestas. El resultado de la feroz represión se estima en más de 100 obreros asesinados, y más de 2.000 encarcelados.
En los meses siguientes hubo grandes movilizaciones pidiendo la amnistía de los cientos de encarcelados, fue en estos mítines y manifestaciones a comienzos de noviembre de 1917 donde empezaron a llegar las primeras noticias de la revolución proletaria en Rusia, y se escucharon los primeros gritos de ¡Viva Rusia! y ¡Vivan los Soviets!

LOS ECOS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

La toma del poder por parte de la clase obrera en Rusia fue como un inmenso relámpago en mitad de una noche oscura. Un auténtico estruendo y terremoto revolucionario de proporciones jamás vistas hasta entonces, que se propagó en poco tiempo por la inmensa mayoría de países del planeta.
La España de 1917 como hemos visto, era un auténtico hervidero de luchas sociales. El ejemplo de los bolcheviques con su triunfante revolución corrió rápido como la pólvora a lo largo y ancho del territorio, y fue un verdadero catalizador revolucionario, especialmente en el campo.
Trienio bolchevique (1918-1920)
El campesinado español tomó el relevo del movimiento obrero y emprendió una impresionante movilización de masas. Miles de campesinos pobres y jornaleros de las grandes fincas de los caciques andaluces se lanzaron a la lucha con sucesivas huelgas generales, ocupaciones de fincas improductivas y la proliferación de sociedades y organizaciones obreras en los pueblos y aldeas. Se pasó de 1’8 millones de jornadas perdidas en huelgas en el campo en 1917, con 71.400 huelguistas, a 7,3 millones de jornadas y 244.700 huelguistas en 1920.
En cortijos y ciudades, aparecieron pintadas y pancartas que decían “¡Viva Rusia!”, “¡Viva Lenin!” “¡Vivan los soviets!” Se ocuparon fincas y se expulsaron a terratenientes que se apoyaban en la Guardia Civil y el ejército para masacrar a los campesinos. Por primera vez en la historia del campo andaluz, los señoritos y caciques eran los que salían despavoridos huyendo ante el empuje revolucionario de braceros y jornaleros. La respuesta no se hizo esperar y hubo una durísima represión, con fusilamientos, detenciones en masa, y fuertes condenas de prisión.
Este periodo de intensas luchas y movilizaciones al calor de la ola revolucionaria procedente de Rusia, se denominará “Trienio Bolchevique”.

LA HUELGA DE “LA CANADIENSE”

Entre febrero y marzo de 1919 tuvo lugar la huelga de “La Canadiense”. Que es recordada como una de las mayores y más importantes huelgas de la historia del movimiento obrero español, la cual supuso una gran victoria de los trabajadores consiguiendo entre otras conquistas, la jornada de ocho horas.
El conflicto se inició el día 5 de febrero en la empresa Riegos y Fuerzas del Ebro, filial de la compañía de capital más conocida como “La Canadiense” que era la principal productora y suministradora de energía eléctrica de Cataluña.
La huelga se extendió a otros sectores y se llegó a paralizar el 70% de la actividad industrial de Cataluña durante más de un mes. La patronal intentó reventar la huelga, respondiendo con cierres patronales de fábricas, pero ni eso, ni los tres mil encarcelados en Montjuïc, ni el estado de guerra decretado en la provincia, fueron suficientes. Tras 44 días de conflicto, se alcanzó un acuerdo: readmisión de todos los despedidos, liberación de los encarcelados, el pago de los salarios por los días de huelga y el aumento de los jornales. En el mes de abril el gobierno firmó el decreto de la jornada de ocho horas, en definitiva una gran victoria de los trabajadores.
Para muchos significa la huelga más importante de la historia sindical española, por su enorme magnitud en todos los sentidos, siendo recordada con pavor entre la burguesía, y como un hito y orgullo para la clase obrera.

LA TERCERA INTERNACIONAL Y SUS CONSECUENCIAS

A iniciativa de Lenin nació la Tercera Internacional, también denominada Internacional Comunista (Komintern en su abreviatura en ruso), cuyo I congreso se celebró en Moscú del 2 al 6 de marzo de 1919.
Este hecho tuvo una rápida acogida en el movimiento obrero español. Se crearon numerosos grupos de apoyo y se fundó un Comité Nacional de Partidarios de la III Internacional, que llegó a tener un periódico, “La Internacional”.
Debate y escisiones en el PSOE
En el seno del PSOE se generó un amplio debate en torno a la adhesión a la Internacional Comunista. El 15 de abril de 1920 en Madrid se reunió el Comité Nacional de la Federación de Juventudes Socialistas y decidió transformarse en el Partido Comunista Español. Entre sus fundadores estaban Merino Gracia, Dolores Ibárruri y Juan Andrade entre otros jóvenes, y tuvo como órgano de prensa “El Comunista”.
El 19 de junio de ese mismo año, se reunía el Congreso extraordinario del PSOE para tratar la adhesión a la Tercera Internacional. En un principio la mayoría estaba en favor de la adhesión. El congreso decidió por 8.269 votos a favor contra 5.016 y 1.615 abstenciones separarse de la II Internacional e ingresar en la III. Pero dicho acuerdo se aplazaba y estaba sujeto a las condiciones de la adhesión, y para este objetivo fueron designados dos delegados, uno de cada tendencia, para viajar a Moscú, que fueron Daniel Anguiano partidario de la adhesión y Fernando de los Ríos, contrario y muy crítico. Dentro de la propia dirección del PSOE se observaban claramente dos tendencias muy enfrentadas, la reformista y la revolucionaria.

Del 19 de julio al 7 de agosto de 1920 se celebró en Moscú el II Congreso de la Internacional Comunista, cuyos objetivos principales eran marcar los principios ideológicos y formas organizativas de los partidos que iban a integrarse en esta nueva Internacional. Para ello, se aprobaron las 21 condiciones que se exigían para adherirse, encaminadas a buscar la unificación ideológica de los partidos comunistas que habían surgido e iban apareciendo en cada país.

La CNT por su parte, partidaria de la revolución soviética en un primer momento tras el triunfo bolchevique, envió a Ángel Pestaña que era reacio a los 21 puntos en base al “apoliticismo” de su organización, poco después tomarían distancia y se separarían del apoyo al modelo bolchevique.
El recién creado Partido Comunista Español envió como delegado a Merino Gracia, que fue recibido por Lenin, quien mostró un gran interés por la situación en España, especialmente por los problemas del campesinado.
En marzo de 1921 tuvo su I Congreso el joven Partido Comunista Español, que eligió a su Comité Central (Rafael Millá, Merino Gracia y Juan Andrade entre otros).
Un mes después en el Congreso del PSOE, se debatieron las tesis de Daniel Anguiano partidario de ingresar en la Internacional Comunista, y las de Fernando de los Ríos, contrario a la adhesión y en favor de recuperar una nueva II Internacional. Resultaron vencedoras las del segundo, (8.808 votos contra 6.025), por lo que se rechazaban las 21 condiciones, y decidían ingresar en la Comunidad del Trabajo con sede en Viena, denominada “Segunda Internacional y Media”.
Tras la votación, Antonio García Quejido se levantó para anunciar que los partidarios de la Tercera Internacional abandonaban el PSOE para constituir un nuevo partido comunista. Por tanto, tras la derrota de las tesis lideradas por Anguiano, los delegados partidarios de esta postura, abandonaron el Congreso, firmaron una declaración y constituyeron el Partido Comunista Obrero Español. Nacía así el segundo partido comunista en España, adherido a la III Internacional. El Comité Nacional provisional quedó integrado por Antonio García Quejido, Manuel Núñez de Arenas, Daniel Anguiano, Virginia González, y Facundo Perezagua.
La fusión de los dos partidos comunistas y el nacimiento del PCE
Desde la Tercera Internacional se apostaba por la unificación de los partidos comunistas, para conseguir la existencia de un solo partido comunista en cada país. Esto facilitó la fusión de los dos partidos comunistas existentes en España.

Del 7 al 14 de noviembre de 1921 se celebró en Madrid una Conferencia común para la fusión de ambos partidos, el Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español, surgiendo así el Partido Comunista de España (PCE).
El primer Congreso del PCE tuvo lugar el 15 de Marzo de 1922 en Madrid, y se eligió un Comité Central compuesto entre otros militantes, por Antonio García Quejido (Secretario General); Ramón Lamoneda (Secretario del Interior); Virginia González (Secretaria Femenina); Antonio Malillos (Secretario Sindical). El órgano de prensa central del Partido fue “La Antorcha”.

Al mismo tiempo que el Partido, se fusionaron las dos Juventudes Comunistas, quedando constituida la Federación de Juventudes Comunistas de España. Su órgano de prensa fue «El Joven Comunista».

REACCIÓN Y DICTADURA

Tras la Revolución rusa, el miedo de las oligarquías y burguesía de todos los países era más que evidente y en España no lo fue menos. A partir de 1918 la confrontación fue en aumento llegando hasta cotas realmente virulentas y feroces, aunque en clara desigualdad de condiciones.

Finalmente acabó imponiéndose la vía reaccionaria, y llegó la dictadura en septiembre de 1923 con el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, inaugurando un periodo represivo y dictatorial de siete años.

En la decisión de la oligarquía de imponer una dictadura estaba de fondo el impulso democratizador que se apreciaba en el conjunto de España, ya que el caciquismo, sistema que sustentaba el bipartidismo desde el inicio de la restauración (1874) se estaba resquebrajando. El golpe de 1923, (como el de 1936) se oponía fundamentalmente al proceso democratizador y a la presencia en gobiernos de la clase obrera organizada.

Debido a la sistemática persecución y represión, la dictadura provocó una enorme merma en el movimiento obrero que costó muchísimo tiempo recuperar. Cierre de sedes y prensa obrera, ilegalización de organizaciones políticas obreras y sindicatos, miles de detenciones y encarcelamientos masivos, y por supuesto torturas y ejecuciones, además miles de personas tuvieron que marchar al exilio. Los golpes más duros de esta dictadura fueron principalmente para la CNT y el PCE, quienes se llevaron la peor parte. Por el contrario, UGT y PSOE navegaron por otras aguas y tomaron la vía del colaboracionismo con el régimen.

David Armendariz  Graduado en Geografía e Historia.
Militante del PCE-EPK