Herri sigue con paciencia Revolucionaria.

El número de ERI dedicado a Pasionaria era uno de los más esperados por la redacción de nuestra publicación.

Programado con la idea de salir a la calle cuando ya la revista se hubiera asentado y tuviera un poso, una vida propia. Creemos que así es y aquí está este número dedicado a la figura más destacada del comunismo vasco en toda nuestra prolija historia. Sin embargo, nadie imaginaba la situación excepcional, y por momentos kafkiana, en la que este número finalmente ha visto la luz y a la que no puede ser indiferente nuestra editorial de este mes.

La pandemia que sufrimos ha impactado en la vida de la gente y nos ha llevado a asumir con naturalidad expresiones como “nueva normalidad” en un entorno donde las mascarillas, que antes solo veíamos en hospitales y en la visita al dentista, han pasado a ser parte del paisaje cotidiano. O donde apelamos a la distancia física entre las personas como medida preventiva ante el contagio de un virus de fácil propagación que se ha convertido en protagonista absoluto de la actualidad, incluso política.

Desde la óptica de ERI cobra particular relevancia el impacto de la pandemia en el mundo de la cultura y en concreto de las publicaciones escritas, que sin duda están sufriendo un duro golpe por más que pueda parecer una cuestión secundaria si tenemos en cuenta el impacto en la salud pública, el empleo o la carestía de la vida. Sin embargo no podemos evitar poner el foco en este editorial precisamente en el ámbito al que pertenece esta publicación y recordar la situación límite que vive el mundo de la cultura en estos momentos. En el ámbito económico es uno de los sectores más afectados y en cambio ha sido uno de los sectores menos atendidos por las medidas excepcionales adoptadas, especialmente por un Gobierno Vasco que básicamente ha utilizado los recursos que ya estaban contemplados en los presupuestos para ayudar al sector cultural a través de una partida por cierto introducida en los mismos por la coalición Elkarrekin Podemos. A partir de ahí poco más.

ERI es una publicación por el momento modesta que no está tan sujeta a la dependencia del mercado como otras publicaciones, puesto que son las y los militantes del Partido Comunista y nuestros suscriptores los que sostienen la base económica que nos permite editar nuestros números, siendo nuestra presencia en quioscos y librerías más una necesidad ideológica que económica, como ya hemos explicado en alguna ocasión. Queremos que ERI se venda en todos los quioscos y librerías de Navarra y la CAV para que esté al alcance de todo el mundo, para que nuestros contenidos sean conocidos y leídos. Nuestras ventas no influyen en una cuenta de resultados sino en la capacidad que tengamos de cumplir nuestro objetivo de convertir a ERI en una publicación relevante y esperada cada mes en los quioscos.

La redacción y las plumas colaboradoras de nuestra revista no dependen tampoco de las ventas de ERI puesto que nadie cobra de estas tareas, somos todas y todos voluntarios. Pero son muchas las personas cuyos salarios e ingresos están en juego en el mundo de la cultura en estos momentos y a ERI le preocupa sobremanera esta cuestión y con ellas y ellos queremos solidarizarnos en esta ocasión. Nuestra tarea será seguir escribiendo, seguir publicando y seguir aportando desde ERI a la vida de la cultura y el pensamiento en nuestro país.

Seguiremos en los quioscos y esperaremos con paciencia revolucionaria el día que no sea necesaria la precaución de no pasarse ERI de mano en mano por riesgo al contagio. Es una característica fundamental de publicaciones como la nuestra, que adquiridas por un comprador o un suscriptor pasan de mano en mano entre las amistades, en lugares de trabajo, en la universidad, en un colectivo social o entre familiares. Porque ERI también quiere pasar de mano en mano, no se conforma con estar en los escaparates de los quioscos sino que quiere ser una revista viva, compartida, colectiva frente a lo individual.

Capearemos las contradicciones de un tiempo en el que los comunistas también pedimos y fomentamos la distancia física entre las personas como medida de salud pública mientras seguimos diciendo “agrupémonos todos en la lucha final” o apelamos al “uníos hermanos proletarios”. Porque también ahí ha impactado esta pandemia, algo que no puede pasar desapercibido para quienes defendemos lo común, lo colectivo frente a lo individual.

Así lo hemos visto en la reciente campaña electoral, donde si algo ha sido diferente para las y los comunistas ha sido la falta del contacto directo con la gente, el ausente reparto de propaganda en mano en los barrios, fabricas y pueblos, en la escasez y tamaño de los mítines donde se encuentran los militantes más activos y los simpatizantes más esporádicos y en la falta del boca a boca con mascarilla por medio. No habrá sido determinante para el mal resultado electoral que ha cosechado Elkarrekin Podemos-IU, pero ha sido desde luego la principal diferencia para las y los comunistas. Y de la misma manera ERI, como la ideología de las y los comunistas, necesita de lo común, del contacto directo entre las personas y de lo colectivo.

Mientras tanto, os dejamos con el número dedicado a nuestra querida Dolores. La más querida por la militancia comunista. La mujer cuya voz sigue poniendo los pelos de punta si escuchamos la grabación de sus intervenciones en público. La que levantaba masas cada vez que se dirigía a ellas. La flor del siglo XX.

JON HERNÁNDEZ

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi