La mujer del cuadro.

La mujer del cuadro.

La mujer del cuadro

 “Sola y desarmada, arengaba a la gente en las plazas de los pueblos, palabras que me salían del alma”.

ANTE UN LIENZO DE PARRAGA

(Blas de Otero)

Las manos de la mujer amortiguan el rostro desolado, abatido.
El dios de la victoria se cierne sobre sus cabellos aleando tras la
garganta
y una blusa blanca recorre sus brazos pesarosos.
Perdimos Ia guerra, el tiempo, los alfileres, la puerta grande de la
casa.
Mirad la carta, el sobre asombrado, el pliego escrito a firmes trazos.
Todo es inútil, la muchacha corrió de provincia a provincia
huyendo de la victoria.
No hay atardecer, no hay fiesta, no hay pan ni lágrimas que valgan.

Estoy junto a Párraga en una callejuela del barrio latino de París,
pinta despacio, habla despacio, nuestro Velázquez encendido.
Al fondo de la puerta, una cortina cae como la desesperación
sobre la espalda de un ciego.
Una ligera, acaso brillante luz se ahoga en sí misma, la muchacha mira absortamente,
se presiente el techo sobre sus parpados.

Perdure Ia mano lenta de Párraga, empuñando el pincel que cincela el aire,
La ladera de Santa Marina vertida en agua verde,
puertos de Bermeo, caseríos entre mar y veredas,
Mundaca, rincón de Orozco, todo se perdió en la niebla,
las manos de la mujer apoyan el rostro desolado, abatido,
dorado de juventud y esperanza.

Blas de Otero, era amigo del pintor Ciriaco Párraga, y sentía una gran admiración por su obra, que manifiesta en ese poema. Un poema dedicado al cuadro “Perdimos la guerra”, en el que se retrata a una mujer melancólica. Pero, ¿quién es esa mujer? Ella y su amigo Párraga, tienen una interesante historia que contar.
La mujer es Palmira Julia Tello Landeta, y fue una imagen icónica de la participación de las mujeres de la República en la vida pública. El 31 octubre de 1936, el popular semanario “Estampa”, llevaba a su portada la imagen de una joven de pelo corto que habla con nervio, gesticulando con sus manos. Hacía apenas cuatro meses que había comenzado la Guerra Civil en España tras el alzamiento contra la II República y la revista dedicaba un número a la figura de una mujer arengando a la población. “¡Todos los hombres y mujeres en servicios de guerra y retaguardia!”, es la voz que ha sonado por barrios, mercados y fábricas de Madrid”, recogía el semanario en su primera página. Palmira Julia Tello Landeta, era un miliciana comunista de 16 años que recorrió los pueblos movilizando a la población para defender la República, que guió a las Brigadas Internacionales, que logró escapar de una muerte más que probable del Madrid de la posguerra, que pasó los casi 40 años de dictadura escondida tras un nombre que no era el suyo y luchando contra un régimen que arrinconó a las mujeres al interior de sus casas, y que ya en la democracia jamás dejó de pelear por la igualdad y la justicia. Palmira Julia se afilió a la Juventud Comunista apenas cumplió 14 años. Y pasó a la nueva organización de la JSU, Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), cuando en ella se unificaron los jóvenes socialistas y comunistas. En la JSU pasó toda la guerra, formando parte del aparato de afiliación y propaganda. “Sola y desarmada, arengaba a la gente en las plazas de los pueblos, palabras que me salían del alma. Las madres me oían pedir que dejaran a sus hijos alistarse para el frente. Podían lanzarse contra mí, iba indefensa. Y nunca, en ninguno de los pueblos por los que pasé me hicieron nada. ¡Cuando yo, a lo que iba, era a llevarme a sus hijos a la batalla!”, contaba ella.

Sus camaradas la empezaron a conocer por “Tellito” y la joven hacía de todo, lo mismo enseñaba a manejar un fusil, que se dedicaba a movilizar a la población, o guiaba a la Brigada internacional Thaelmann –formada por austríacos y alemanes–, hasta la batalla de Guadalajara. “Ella no sabía alemán pero debía haberse aprendido alguna palabra y cuando pidieron voluntarios para guiar a los internacionales, levantó la mano”.
Se casó con Ernesto Niño, un miliciano que apenas diez días después cayó en el frente de Guadalajara. Su hermano, Paco, también había muerto en 1936, nada más comenzar la guerra. Cuando la contienda parecía ya perdida para el bando republicano, “Tellito” huyó a Alicante para tratar de alcanzar alguno de los barcos que salían de España, pero se quedó a las puertas.

En abril de 1939, apenas terminada la guerra, pudo volver a Madrid, y empezó a trabajar de “sastra”. No se resignaba en la derrota, y contactó con otros compañeros para tejer redes de lucha, hasta que un día, cuando regresaba del trabajo, en la calle, una amiga le dijo que huyera. Le contó que la habían detenido y preguntado mucho por ella en comisaría, que estaba segura de que la estaban buscando. La habían soltado esa misma mañana, pero estaba segura de que la vigilaban, para usarla de anzuelo. Le urgió a que huyera de inmediato.
Quince horas después la policía se presentó en su casa y al no encontrarla se llevaron detenidas a sus dos tías, Margarita y Carmen. Su madre, Julia, llevaba varios meses presa en la madrileña cárcel de Ventas. Corría el mes de junio y la policía llevaba tiempo deteniendo a todas las mujeres que formaban parte o habían participado en la JSU. El 5 de agosto fusilaron a 13 de ellas –las conocidas como “13 Rosas”–, muchas, menores de 21 años, junto a 43 hombres.
Tellito, haciendo caso del consejo de su amiga, había escapado a Zaragoza, donde se presentó con un nombre nuevo, vasco: Amaya, en homenaje a su abuelo Lázaro Landeta, natural de un caserío de Buia, y a la hija de Dolores Ibárruri, de la que se consideraba “hija política y moral”. Como Amaya, en Zaragoza, conoció al pintor Ciriaco Párraga, comunista también, que se convirtió en su compañero el resto de su vida. Ella es la modelo del cuadro “Perdimos la guerra”, que pintó un año después de terminada la contienda.

Párraga, también tiene una historia ejemplar. Nacido en Torrelavega, emigró a Bilbao, a la que sintió siempre como su ciudad. Allí desarrolla la mayor parte de su obra artística. También fue en Bilbao donde se afilió al Partido Comunista, deslumbrado por los logros iniciales de la revolución rusa, y tras una crisis artística que le había hecho abandonar la pintura. En 1934 participa directamente en la Revolución de Octubre y es detenido por primera vez. Durante la guerra civil, pone su arte al servicio de la defensa de la república, realizando numerosos carteles políticos que poblarán las paredes y publicaciones de Bilbao hasta que la ciudad caiga en manos de los militares franquistas.

Tras la derrota republicana, es encerrado en los penales de Santoña y Castellón y al salir en libertad, Párraga se traslada a Zaragoza, donde conocerá a Tellito. Lo hace para buscar trabajo, porque un alférez al que ha retratado en la cárcel de Castellón le da una carta de presentación para Ángel García Jalón, fotógrafo oficial de Franco. Al fotógrafo le gustan mucho los dibujos y óleos de Párraga y le cede un hueco en su estudio para que le ayude a retocar e iluminar retratos. En semejante entorno, Párraga recibe un encargo estrambótico de la Academia Militar: retratar al exdirector de la misma, a Franco, al Caudillo.

Párraga, aturdido por la propuesta, no sabe qué hacer. Y lo pone en conocimiento de su mujer, Tellito, y del Partido. Ambos coinciden en que debe aceptarlo. La negativa sería motivo de sospecha y de indagaciones sobre su pasado y el de su compañera. Pero Párraga no se ve pintando al dictador durante semanas sin abalanzarse sobre él para retorcerle el cuello. Es García Jalón, con el que ha hecho amistad pese a sus diferencias ideológicas, quien le da la solución. No es necesario que le retrate en vivo, mediante tediosas y odiosas sesiones de posado. Él elegirá las fotografías en las que debe basarse para pintar al “Caudillo de verde y fajín”. Párraga pintó cuatro óleos distintos y dos carbones de Franco, dos de los cuales se mantuvieron expuestos, incluso después de la aprobación de la Constitución democrática, en la sala de banderas y el despacho del director de la Academia Militar.

En 1942 Amaya y Párraga se trasladan a Bilbao, que el pintor añoraba mucho, y donde siguió con su obra pictórica. Allí conoce a Blas de Otero, del que se hace gran amigo, con quien comparte tertulias, y al que le une, además de sus intereses artísticos, su militancia comunista. En 1958 Párraga fue encarcelado de nuevo, durante un año y medio. En la década de 1960, en su casa del barrio de Begoña bilbaíno, se celebraban reuniones clandestinas del Partido Comunista de Euskadi y se imprimían “Mundo Obrero” y “Euskadi Roja”, que se camuflaban tras los bártulos y caballetes del artista.

Redacción de Herri.

Tremenda Amparitxu

Tremenda Amparitxu

Tremenda Amparitxu

Flores amarillas porque ardían con la ternura de su novio y enemigo, su bronca y su compañero: el caballerito del que destiló al mejor poeta de la solidaridad.

Cuando compres flores amarillas en la Prospe, acuérdate de Amparitxu Gastón.
Cincuenta años resistió en el barrio: en la calle contra la dictadura del franquismo y en su casa contra el olvido de los que después se desprendieron del poeta y mucho más de la viuda. Con flores amarillas celebrábamos el cariño y el respeto de los amigos de Casa Emilio y del Balboa, buscando por los buenos bares de la vecindad el oleaje de San Sebastián que tanto necesitaban.

Flores amarillas porque ardían con la ternura de su novio y enemigo, su bronca y su compañero: el caballerito del que destiló al mejor poeta de la solidaridad.
Se tiraban las flores a la cabeza y se tiraban de cabeza a las flores cargadas de futuro.

No es fácil ser la pelea de un combatiente. No se puede olvidar que lo que se quiere no siempre se disfruta.
Es mejor que en la foto sólo la veamos a ella aunque siempre estén juntos. Es mejor porque hasta en su última hospitalización sólo se emocionó cuando el médico de guardia le dijo que compartían al poeta. Y no es justo que la recuerdes por ser su viuda cuando en realidad Gabriel es un poeta cargado de Amparitxu.

Al poeta lo enturbiaron por escribir tan humanamente: escribiría un poema perfecto si no fuera indecente hacerlo en estos tiempos. A ella por vivir con él para que él pudiera vivir de esa manera. Habría vivido con un poeta perfecto si no hubiera sido indecente hacerlo en aquellos tiempos. Por dentro no todo eran flores.
Por fuera pocas flores les regalaban. No es fácil vivir entre todos siendo imperfectos. Pero vale la pena si anunciamos algo nuevo.
Con todo me identifico/ y respiro por la herida/
y digo que mis poemas/ son un vivir otras vidas/
y un recrecerme en lo vasco/ de Amparitxu y su delicia./
Cuando lean estos versos/ no piensen en quién los firma/
sino en mi Euzkadi y mi Amparo.
Abierta y complicada, vasca y madrileña, enorme y encogida, con tantas vueltas y avenidas, Amparo Gastón Echeverría fue con su hermano a la cárcel, con el poeta a la gloria y a la envidia, en la vida como pudo y al final entre muy pocos.
Me cuesta mucho escribir lo que me duele y lo estoy haciendo a tropezones para que no se les olvide a los que lo saben, no lo oculten los que quieren ignorarlo y puedan saberlo los que tendrán pocas oportunidades de volver a oir hablar de ella. Muy cerca de dónde se empezó a escribir este periódico hay una placa popular dedicada a un poeta que en su boina lleva como en un velero a la mujer que le empujó a atreverse cuando se tropezaron sobre el peligroso escaparate de una librería. Al pasar por delante de su portal, fijate si tienen flores amarillas: es la señal de que puedes contar con ellos para no resignarte y vivir humanamente, de que puedes cantar como le gusta a Amparitxu para que en la Prospe sepan todos que, cuando buscaban a la viuda de un gran poeta, encontraron a una mujer de tremenda encarnadura.

Celaya le regaló a Gastón un poema titulado Las flores amarillas. Que lo lean como castigo los canallas sin amor. Ahora Gabriel sigue escribiendo para los dos:

“mientras en mis ojos azules de mar muerto
pasa como en un témpano lentísimo el silencio.”

José Manuel Martín Medem, Director de Mundo Obrero

Gabriel Celaya y el manifiesto de los 33

Gabriel Celaya y el manifiesto de los 33

Gabriel Celaya y el manifiesto de los 33

Intelectuales y artistas vascos contra ETA

El 27 de mayo de 1980 Gabriel Celaya publicó, junto a otros miembros destacados de la cultura vasca, un histórico manifiesto contra la violencia. En aquel año ETA mató a 93 personas y el terrorismo ‘tardo franquista’ (BVE, GAE…) causó otras 20 víctimas.

Según la prensa de la época, los firmantes pertenecían a diversas ideologías (PNV, PCE-EPK, ESEI, DCV, independientes). Consta la militancia comunista del propio Celaya (candidato por Gipuzkoa en las elecciones de 1977) y del escultor Agustín Ibarrola.
En el grupo se encontraron personajes singulares, miembros de Euskaltzaindia, Koldo Mitxelena y Juan San Martin; antropólogos, Barandiaran y Caro Baroja; escultores, Chillida y Basterretxea; cantautores, escritores, Xabier Lete y Martin Ugalde (posteriormente primer presidente de Egunkaria).

Eugenio Ibarzabal (revista Muga), e Idoia Estornes (editorial Auñamendi), han destacado el tremendo clima en el que intentaron recabar firmas. Bastantes rehusaron la invitación, “se escurrieron, y no por falta de ganas; el miedo era general” (¿Cómo pudo pasarnos esto?, Idoia Estornes). Por su lado, Ibarzabal ha recordado recientemente el temor de Xabier Lete por la campaña de pasquines contra él con la que reaccionó HB.

Ayuda a imaginar el ambiente de la época leer las descalificaciones que a los pocos días el dramaturgo Alfonso Sastre (paradójicamente 28 años después expulsado con su interesantísima editorial Hiru de la Feria del libro y disco vasco de Durango, por “no ser vasca”), lanzó contra ellos desde el diario Egin: “documento indigno”, “escrito en la repugnante estraza del oportunismo”, “punto de vista mentiroso y ridículo”.

Se constata que los firmantes fueron lúcidamente pre-visores, cuando apuntaban la importancia de la proclama “pese a los peligros y a la posibilidad de ser vilipendiados de forma sistemática”.

Denunciaron en el escrito la pretensión de ETA de imponer la violencia contra los “deseos de su propio pueblo”. Así conviene recordar que en 1977 se había aprobado la Ley de Amnistía general, en 1979 el Estatuto de Autonomía de Gernika, y que en las primeras elecciones al Parlamento vasco, un par de meses anteriores al manifiesto, HB sólo había contado con el apoyo del 16,55% del voto (9,75% del censo electoral total).

Retumban hoy las apelaciones a evitar “el juego de la ambigüedad, tan cómodo personalmente como funesto para la colectividad” y declaraciones como la de que “la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles”. “Aún estamos a tiempo”, redondeaban con optimismo.

En fin, un valioso documento para cultivar la memoria democrática vasca y la del PCE-EPK. Un partido con una ejemplar trayectoria de lucha tanto contra la dictadura franquista, como contra la persecución mediante el terrorismo de ETA. Se ha calificado este texto como el primer manifiesto vasco contra la banda (1980). Pues bien, fue este Partido quien convocó la primera manifestación contra ETA (Portugalete, 1978). Pero ésa ya es otra historia.

Sabin Zubiri
Afiliado de Ezker Anitza – IU
Militante en el movimiento pacifista vasco.

AÚN ESTAMOS A TIEMPO. GARAIZ GABILTZ (Manifiesto de los 33 contra ETA, 27/05/1980)

Los abajo firmantes, que no poseen otra cualificación que la de su inquietud por la suerte de este pueblo vasco del que se consideran miembros, se sienten obligados a levantar su voz ante propios y extraños, llenos de alarma ante los peligros que de forma cada vez más amenazadora se ciernen sobre la suerte colectiva de nuestro país. No creemos, sin embargo, que estas líneas encierren ninguna novedad— pues somos conscientes de que no expresamos sino algo que, por ser más claro que la luz, constituye en la actualidad motivo de angustia para la inmensa mayoría de nuestro pueblo.

Para no entrar una vez más en el juego de la ambi-güedad, tan cómodo personalmente como funesto para la colectividad, empezaremos por decir que el objeto primero de nuestra inquietud es la violencia de todo género que ha echado raíces entre nosotros, como la más penosa consecuencia de una guerra civil que destruyó las instituciones legítimas y se prolongó en 40 años de dictadura; raíces que siguen extendiéndose sin medida y amenazan toda vida que no sea la suya de parásito que se alimenta de la ruina de los demás. Sabemos muy bien -porque no hemos dejado de padecerla- que ha habido y hay una violencia dirigida desde fuera contra la comunidad vasca, así como una incomprensión que raya en ocasiones en la demencia.

Pero no tenemos el menor reparo en afirmar que la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles.
Al mismo tiempo, no podemos olvidar que, muy al contrario de la consideración que parece merecer a sus promotores, esta violencia, relanzada al amparo de las facilidades que ofrece un frágil Estado de derecho, no tendría otra consecuencia final que la de servir de elemento provocador de enemigos que volverían gustosos a aplastarnos durante decenios.
Observamos con asombro que hechos que preocuparon a criminalistas, sociólogos y penalistas de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, se dan ahora en nuestro país, en 1980, de modo tan semejante como bárbaro: asociaciones más o menos secretas, muertes crueles y brutal encarnizamiento en atentados contra personas, todo ello protegido por la ley del silencio y la complacencia. Exacciones, amenazas utilizando símbolos primitivos y castigos corporales, como el innoble tiro a la pierna, procedimiento del que no se sabe qué destacar más: el hecho físico o la insufrible pedantería que lo reivindica. Lo que para algunos puede parecer novedoso, resulta no ser más que un vulgar anacronismo.

No debemos, pues, engañarnos. Con el final de nuestro siglo hemos visto esfumarse muchas de las ilusiones que, hace 100 años, podrían tener un sentido teórico. No podemos creer hoy en “los amaneceres que cantan”, ya que es preciso decir, bien alto y claro, que cualquier paso regresivo en el actual camino hacia la libertad y la democracia generaría una indiscriminada represión contra nuestro pueblo. Y, por lo que sabemos en la actualidad acerca de modernas técnicas de represión, esta situación no sería el comienzo de una hipotética espiral “acción-represión”, sino el inicio de un nuevo y largo proceso político que pondría en serio peligro de extinción la cultura, lengua e identidad vascas.
Pero hay algo más. No se trata únicamente de meditar sobre las consecuencias de una posible involución política, sino que nuestra angustia nace principalmente del convencimiento de que nuestra única salida radica en la participación, creciente y consciente, de los más amplios sectores de la sociedad vasca; participación a la que el voluntarismo, el atentado individual y el mesianismo impuesto por salvadores profesionales, constituye un freno tal vez insalvable y definitivo.

Hemos de expresar sin ambages a los que están en el poder, así como a los representantes de los partidos políticos, de que nos hallamos ante verdaderos casos de patología social, a los que hay que buscar remedio, no sólo por vía política o gubernamental, sino también en el dominio de la medicina y el de la sanidad pública. Hay gentes que de continuo están demostrando insensibilidad moral y perversión, unidas a necedad, características todas ellas que nos hacen sospechar puedan haberse convertido en víctimas de ciertas plagas psico-sociales. De todo ello se deduce que deben realizarse campañas eficaces, no sólo contra drogas de mayor o menor efecto, sino una mayor contra el alcoholismo, que produce individuos violentos y desequilibrados, anula el espíritu crítico y favorece la adopción de automatismos gregarios e irracionales. Asimismo, creemos oportuno efectuar una firme campaña contra la ola de insensateces, multiplicada merced a la incidencia de los modernos medios de comunicación, que se oyen de boca en boca y donde menos podría sospecharse. No sólo en calles y plazuelas, sino incluso en Ayuntamientos y Parlamentos.

Parece como si el derecho a expresar libremente una opinión estuviera supeditado a que ésta sea lo más amorfa y bestial posible, y no se piensa jamás en la posibilidad de una réplica libre, legítima e inteligente. Se alaba y celebra como gracia la zafiedad de ciertos slogans macabros, así como la insultante verborrea desplegada con ocasión de actos colectivos. La réplica no surge como debiera, ya sea por abulia o debilidad, cuando no, y esto es lo más grave, por miedo.

Es hora pues de proclamar que, pese a los peligros y a la posibilidad de ser vilipendiados de forma sistemática, debemos estar dispuestos a defendernos de la ruina y el aniquilamiento a los que nos van llevando, de modo rápido, gentes que dicen amar al País como nadie, pero que sin duda confunden el amor con la muerte. Porque seamos claros. El tiempo ha corrido igual para todos, y no vemos que los partidarios de la violencia como alternativa “eficaz” contra la pretendida esterilidad de las vías pacíficas hayan conseguido hasta el día de hoy otro logro que no sea el incremento de la represión policial y parapolicial.
El rechazo de la violencia no debe limitarse por tanto a invocaciones platónicas. Significa, en la práctica, negarse a afirmar o asumir cualquier texto o acto en el que se justifique o se haga apología de hechos en los que la utilización de la violencia física sea preferida a cualquier otro método, racional y pacífico, de búsqueda de soluciones a los problemas. En este sentido, nos rebelamos a aceptar que los procesos históricos necesiten, forzosamente, ser acelerados o enderezados por métodos cruentos. En consecuencia, es preciso decir que la amnistía es una medida bella y deseable, pero que amnistía significa ante todo reciprocidad; es decir, poner final definitivo a la escalada de muertes. De lo contrario, hablar de amnistía no sería sino algo más que una broma macabra.

Por último, es necesario indicar que nuestro pueblo, en cuatro ocasiones y libremente, ha optado por las vías pacíficas para la solución de sus problemas. Aquellos que pretendan imponer sus propias y violentas maneras no se oponen, muy a pesar de sus afirmaciones, a ninguna violencia institucional, sino lisa y llanamente a lo que no son sino los deseos de su propio pueblo. Nadie tiene derecho a erigirse, al igual que los antiguos sindicatos verticales y el extinguido Movimiento, en representantes de un pueblo que ya tiene sus organizaciones políticas y sindicales, a las que sostiene con su afiliación, militancia y votos.

Aunque resulte paradójico, no podemos menos de afirmar que, a la hora de encaminarnos por las sendas de la libertad y la democracia, los vascos nos encontramos en la necesidad de denunciar una situación de la que no saldremos si no nos protegemos de nuestros “salvadores” y no logramos salvarnos de nuestros “protectores”. Aún estamos a tiempo.

Firmantes:
José Miguel Barandiarán, Koldo Mitxelena, Julio Caro Baroja, Eduardo Chillida, José Antonio Ayestarán, Idoia Estornés, Pío Montoya, Juan Churruca, Juan San Martín, Xabier Lete, Edorta Kortadi, Eugenio Ibarzábal, José Ramón Scheifler, Gregorio Monreal, Julián Ajuriaguerra, José Ramón Recalde, Jesús Altuna, Ignacio Tellechea Idígoras, Gabriel Celaya, Agustín Ibarrola, Juan Mari Lecuona, Amelia Baldeón, Mikel Atxaga, Manuel Lecuona, José María Satrústegui, Martín Ugalde, Néstor Basterretxea, Iñaki Barriola, Antton Artamendi, Miguel Castells Adriassens, José María Ibarrondo Aguirregaviria, José María Lacarra y Bernardo Estornés Lasa.

El Poeta toma partido.

El Poeta toma partido.

El Poeta toma partido.

“Se acostó, cerró los ojos, y es lo que hizo, pensar en Simón, en todo lo que le estarían haciendo, en las torturas más salvajes, pero Simón no hablaría”.

Jorge Semprún y Gabriel Celaya se conocieron en Donostia, en junio de 1953, en un rincón de la Parte Vieja, en el tercer piso del número 4 de la calle Juan de Bilbao, donde Amparitxu Gastón y el poeta tenían la oficina de la editorial Norte, que ambos habían fundado con el propósito de publicar una ambiciosa colección de poesía. Semprún lo visitó allí en una de sus numerosos viajes clandestinos desde Paris al interior. Celaya le cayó bien a Semprún. Quizá encontró en él una disposición favorable, simpática, ancestral, hacia lo vasco, un país que él recordaba de los veranos familiares pasados en su infancia en Lekeitio, donde le halló el golpe militar de Franco y desde donde marchó toda la familia al exilio, a Holanda. Se tejió de inmediato la red para una buena amistad. Fue fácil: ambos amaban la poesía, la literatura, ambos deseaban acabar con la tiranía franquista, y ambos eran comunistas.

Cuando Semprún hilvanaba sus delicados hilos en Madrid, buscando pisos seguros donde poder dormir, lugares donde esconderse, espacios para reunirse, para refugiar a algún camarada, no dudó en pedir a Celaya su apoyo. Y el poeta puso su piso de la calle Nieremberg 23, en el barrio de Prosperidad, a disposición de Semprún, del partido. Y en ese domicilio se escondió provisionalmente Simón. Simón Sánchez Montero, alias “Ángel” en la vida clandestina, junto a Semprún, y a Francisco Romero Marín, alias “Aurelio”, eran los tres miembros de la dirección clandestina del Partido Comunista en Madrid, y los tres eran miembros del buró político, la más alta instancia de dirección del partido. Tres personas que llevaban una vida secreta, dedicada por entero a la subversión, a encontrar las fuerzas, las alianzas, para socavar al régimen. Era tal la entrega de la organización para la lucha, en su esfuerzo para derribar a Franco, que no dudaba en exponer a sus dirigentes a los mayores riesgos. Como fue el caso anterior de Larrañaga, o el posterior de Julián Grimau, ambos fusilados. Simón vivía desde hacía varias semanas con Amparitxu y Celaya en el piso de Nieremberg. A veces, y eso desobedecía las normas de seguridad para la vida clandestina, se acercaba Semprún al piso de Celaya y tomaban un aperitivo, una cerveza, comían, o cenaban. La vida dura, secreta, durante años, donde apenas se tenía más contacto que con algunos camaradas seleccionados, unía mucho. Y en ese clima se desarrollaba un fino instinto para percibir el peligro, o la fraternidad.

En la víspera de la HNP, la hachenepe, la Huelga Nacional Pacifica prevista para el 18 de junio de 1959, Semprún tenía una cita con Simón. Tenía que encontrarse con él en la calle, en un punto de la ciudad, para, mientras caminaban, pulsar los preparativos de la HNP, saber los contactos que cada uno había hecho, para estimar las fuerzas con las que contaban, e imaginar las acciones previsibles. Era una fecha muy especial, se jugaban mucho, pues era la piedra angular de toda la táctica del partido en el último ciclo para derribar a Franco. Pero Simón no apareció. Mala señal. Las normas indicaban en esos casos que había que irse y volver a pasar al cabo de media hora por el mismo sitio, pero observando y vigilando la escena del lugar desde lejos, con sumo cuidado, por si había polis. Es lo que hizo Semprún, pero Simón tampoco apareció. Le habían detenido, ya estaba seguro. Semprún se puso nervioso, pero, dominando el pánico, no alteró el plan previsto y acudió al encuentro con Aurelio, la siguiente cita para pulsar las perspectivas huelguistas del día siguiente. Le confesó a Aurelio sus temores por la detención de Simón. No tenían duda de que había caído. Simón había desaparecido entre las cinco de la tarde, cuando se había visto con Aurelio, y las nueve de la noche, hora de la cita fallida con Semprún. Aurelio le recomendó irse a otro piso, porque el suyo ya estaba quemado. Si habían detenido a Simón, y Simón conocía su domicilio, era muy imprudente seguir allí, debía irse cuanto antes, no volverlo a pisar más.

Semprún llamó a casa de Celaya, como última oportu-nidad, por si acaso estuviera allí Simón. Amparitxu le dijo que le estaban esperando, pero que aún no había llegado. Semprún le preguntó a Amparitxu si podía pasar por casa. Ella le contestó que por supuesto, que sí, que le recibirían con sumo agrado, como siempre. Y tomarían unos vinos, mientras esperaban juntos a Simón para cenar –añadió Amparitxu–. Semprún se acercó. Quería prevenirlos, de eso se trataba. Porque también podía caer aquel piso, y resultar todos detenidos, ella y Celaya. Tomaron unos vasos de vino tinto, pero Simón no apareció. ¿Qué hacer? –le preguntó Amparitxu–. Semprún les recomendó que se fueran a dormir a otra casa. Era lo conveniente, lo que había que hacer. Aunque Simón no hablaría –añadió–. Que él no pensaba moverse de su casa. Lo dijo sin haberlo pensado antes, le salió espontáneamente, lo sintió como un destello. Simón no hablaría –zanjó–. Abrazó a Amparitxu, a Gabriel y se fue.

De pronto sintió una fuerza interior descomunal, y supo que, aunque Simón hubiera sido detenido, aunque le torturaran, y lo harían de la peor manera, Simón no hablaría. Jamás. Simón no. Y en lugar de buscar un piso seguro, otro piso que no conocieran Simón, ni Celaya, ni Amparitxu, decidió hacer lo que acababa de decirle a Amparitxu, ir a dormir a su domicilio. Desatendiendo las más elementales normas de la clandestinidad. Pensó que de esa manera le daría fuerza a Simón, para resistir las torturas. Que si él no huía, Simón aguantaba. Que si se metía en la misma cama de cada noche, Simón no se sentiría solo en manos de la policía. Se acostó, cerró los ojos, y es lo que hizo, pensar en Simón, en todo lo que le estarían haciendo, en las torturas más salvajes, pero Simón no hablaría. Simón no.

Eso fue lo que ocurrió. Semprún acostado en su cama, en el piso donde había estado Simón muchas veces, veló sin dormir la resistencia de su camarada, y no ocurrió nada. Tampoco les pasó nada a Celaya y Amparitxu, porque como el pensamiento mágico de Semprún había imaginado, Simón no habló. Y el piso de Nieremberg 23, donde vivía Celaya en Madrid, siguió siendo un piso a salvo, un oasis seguro, un piso libre. Años después, Celaya escribió su famoso poema:
“Maldigo la poesía de quien no toma partido/ partido hasta mancharse”.
Y en su caso no se trataba sólo de bellas e imaginadas palabras, sino que nacían de su propia experiencia, de su vida terrenal, de carne y hueso.

Miguel Usabiaga: Arquitecto – Escritor
Director de Herri

La jarra de leche.

La jarra de leche.

La jarra de leche.

“La puerta de la calle siempre quedaba abierta. Por si
llegaba algún militante en fuga, con sueño y con hambre”.

Soy de los que dan mucha importancia a la trayec-toria, a la coherencia en la vida de una persona. Me importa la fidelidad a los principios. Destaco al que se mueve por lealtad a sus ideas, sacrificándose por ellas sin pedir nada a cambio. Sé que ése no es un camino fácil, que a lo largo de la vida, las dificultades, el cansancio, el trabajo tenaz de los adversarios, los cantos seductores de las sirenas, esos seres mitológicos y siempre falsos, fantásticos, nos incitan pera alejarnos de nuestra elección, para dejar de caminar, para sentarnos, detenernos, abandonar. Por eso me interesa conocer esa intrahistoria de las dificultades, la que forja el carácter, en la que las grandes personas, las grandes de verdad, salen fortalecidas, convirtiéndose en un ejemplo. Y esas pruebas del camino igualan al militante y al líder, a quien es merecedor de tal honor en nuestro movimiento, los someten con el mismo rigor.

Por eso me gusta mirar a Lenin bajo ese prisma, como lo hice con Gramsci, otro superviviente, intacto a pesar de cárceles, exilio, y penalidades, igual que lo podemos hacer con tantos y tantas camaradas que se dejaron la juventud en la lucha, por la República, en nuestra Guerra Civil, en las prisiones, camaradas anónimos que superaron todos los exámenes y las pruebas de lealtad, de coherencia, y que, con toda seguridad, murieron en paz, sin nada, pero con la satisfacción del deber cumplido para aportar su granito de arena en construcción del socialismo, esa sociedad nueva, más libre, más igualitaria. Y aquellos bolcheviques, con Lenin a la cabeza, mostraron un espíritu de sacrificio que probablemente no haya sido igualado por ningún grupo de hombres y mujeres nunca, en ningún lugar. Pasaron calamidades inimaginables, largos destierros en Siberia, exilios durante décadas, cárceles, ejecuciones, y todo eso, lejos de amilanarlos, los forjó. Nunca dejaron de estudiar, de escribir, de organizarse, a pesar de estar separados por miles de kilómetros. Y la consecuencia de la constancia de aquellos revolucionarios rusos, fueron una inteligencia y un valor desconocidos, únicos, de los que todavía tenemos mucho que aprender. Por eso me parece interesante ilustrar alguno de esos pasajes de la vida, de la vida terrenal, difícil, sencilla, la de cada día, de Lenin y de sus camaradas, donde se muestra esa capacidad para superar las adversidades, los riesgos.
Tras la derrotada revolución rusa, en diciembre de 1905, una intensa y cruel represión se cernió sobre todo el imperio zarista. Muchos revolucionarios fueron detenidos, otros desterrados a Siberia, y otra parte huyó al extranjero. Lenin escapó a Finlandia, y se instaló en una vieja casa de campo, llamada Vasa, en Kuokkala, cerca de Petersburgo, propiedad de otros bolcheviques, los Leiteizen. En aquel momento la policía no se entrometía mucho en Finlandia, no quería meter la nariz allí, para no molestar el frágil equilibrio que se tenía con los fineses, porque entonces el Gran Ducado de Finlandia formaba parte del imperio ruso. Esa casa, la Vasa, incómoda, descuidada, servía desde hacía tiempo como refugio para los revolucionarios, aprovechándose de la laxitud de la policía. Lenin fue alojado en un cuarto de la planta baja donde montó de inmediato su oficina política. Allí escribía sus artículos para la prensa, y allí se entrevistaba con otros miembros del Comité Central, y con los diputados bolcheviques en la II Duma, que llegaban para cambiar impresiones, para recibir sus consejos. Porque desde Kuokkala Lenin dirigía la actividad de los bolcheviques, de los que aún operaban en la legalidad, escribiendo en los periódicos permitidos, y de los que lo hacían en la clandestinidad. Con Lenin se instaló su compañera, Nadezhda Krupskaia, y poco después su hermana María Ilichna y la madre de Nadezhda. Más tarde llegaron los Bogdanov, que se acomodaron en el piso superior, e Innokenti.

Cada día llegaba de Petersburgo un compañero que traía a Lenin periódicos, libros, cartas, que éste analizaba con fruición, a veces con alegría porque comprobaba su buen rumbo, otras con exasperación pues veía cómo se perdían en minucias y se alejaban de lo necesario. Lenin daba mucha importancia a este aspecto, el de la prensa, el de ser capaces de llegar a la gente con las ideas, para conquistar su deseo, su corazón, para la causa de la emancipación obrera. Y después de ese rápido examen de lo recibido, Lenin le entregaba a ese compañero su artículo, para que lo llevara a Petersburgo. Para el periódico legal “Dielo”, o para el ilegal “Proletario”, que editaban en el suburbio petersburguense de Viborg, desde donde era distribuido clandestinamente por los barrios obreros. Por la noche regresaba a la Vasa Nadezhda, que se pasaba el día en Piter, como popularmente llamaban a Petersburgo, también en labores militantes. Se reunía con los contactos en el comedor del Instituto Tecnológico, para pasar inadvertidos entre la multitud de comensales. De regreso, por la noche en la Vasa, llevaba a Lenin noticias varias de sus encuentros, además de sus percepciones sobre lo que había visto y oído en la ciudad, y algunos encargos. Muchas noches lo encontraba preocupado por el curso de los acontecimientos, agobiado por estar alejado del foco. Porque Lenin, a pesar del estrecho contacto que tenía con los compañeros en Kuokkala, ardía en deseos de ir a Petersburgo, y con frecuencia caía en un estado de ánimo cercano al abatimiento. En esos momentos necesitaba una distracción. Lo mismo les pasaba a sus compañeros de casa, Bogdanov, Leiteizen, Nadezhda; en esos momentos se ponían a jugar a las cartas con pasión, donde descargaban su impotencia. Cuando en esas ocasiones se presentaba algún compañero de Petersburgo para entregar o recibir algún encargo, se sentía confundido y perplejo al ver allí a destacados miembros del Comité Central, entregados con pasión al juego de los naipes.

En Kuokkala, en la Vasa, llevaban una vida austera, una vida de trabajo, de estudio. La casa, la Vasa, era un verdadero hogar de acogida. Cualquier proscrito, cualquier militante bolchevique que se viera impelido a huir de Piter, de Viborg, de esa zona de la Rusia del norte, perseguido por la policía, escapaba hacia Finlandia, y sabía que allí tenía su casa. Cada día, después de estudiar, de escribir, de cenar, Lenin y Nadhezha ponían sobre la mesa del comedor una jarra de leche, pan, y con unas sábanas preparaban una cama sobre el sofá. Y la puerta de la calle siempre quedaba abierta. Por si llegaba algún militante en fuga, con sueño y con hambre. Muy a menudo, cuando Lenin se levantaba por la mañana se encontraba en el comedor a compañeros que habían llegado por la noche.

Poco a poco, la represión, tras el reflujo revolucionario, fue acentuándose, la policía zarista buscaba incesantemente a Lenin, y Kuokkala, tan cerca de Piter, dejó de ser un lugar seguro. Así que se alejó de allí, marchando primero a la también finlandesa Stirsuden, donde con menos presión política, Lenin y Nadezha disfrutaron durante una temporada de largos paseos por el bosque, junto al mar, incluso de paseos en bicicleta, que gustaban mucho a Lenin. Pero el cerco sobre Lenin se estrechaba, y tampoco Stirsuden era un lugar seguro; así que los compañeros mandaron a Lenin, esta vez en soledad, a la Finlandia más alejada de Rusia, a una aldea llamada Ogliú, cerca de Helsinki, refugiándole en casa de dos hermanas. Buscado por la policía por todos los sitios, pensaron que allí seguía sin estar a salvo y que debía escapar fuera del imperio, a Suecia. Como la vigilancia en su búsqueda era extrema, la salida no podía realizarse por la vía habitual, tomando un barco de vapor hasta el país vecino. Lenin debía ir caminando hasta una isla, ya fuera de Finlandia y del alcance de la policía rusa, donde tomar el vapor a Estocolmo. Hasta la isla había que recorrer más de tres kilómetros a pie por un lago helado, que, aunque era diciembre, no ofrecía plenas garantías para caminar sobre él. Nadie quería acompañar a Lenin. Finalmente dos campesinos fineses, que habían bebido más de la cuenta, se atrevieron y lo acompañaron. La travesía estuvo al borde de acabar en tragedia, con la muerte de Lenin y de sus dos compañeros. Mientras caminaban, el hielo comenzó a resquebrajarse y ceder bajo sus pies. El azar salvó a Lenin ese día, que, viéndose ante la fatalidad exclamó:

“¡Qué modo tan estúpido de morir!”

herri15

Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor
Director de Herri

El Joven Lenin

El Joven Lenin

El Joven Lenin

“En diciembre de 1895 es detenido y pasa algo más de un año en prisión, y es condenado a tres años de destierro en Siberia (1897-1900)”.

Vladimir Ilich Uliánov nació el 22 de abril de 1870 en la ciudad de Simbirsk (actual Uliánovsk), sobre el curso medio del Volga, en el corazón de la gigantesca Rusia. Creció en el seno de una familia de clase media acomodada de la Rusia de la época. Su padre era profesor de física y matemáticas y fue ascendiendo en la administración hasta llegar a ser inspector de escuelas de la provincia, y posteriormente ascendiendo a director de educación. Su madre fue maestra. Ambos fueron personas muy cultas e ilustradas y gracias a ello Lenin, desde muy pequeño, adoptó la costumbre y el gusto por el estudio y la lectura. El encargado de sus estudios en el instituto de Simbirsk fue el padre de Alexander Kerenski, cuyo gobierno derribaron los bolcheviques en 1917.

Su infancia y adolescencia habían transcurrido felizmente, cuando sucedieron dos acontecimientos que le marcarían profundamente. En 1886, cuando tenía 16 años, falleció su padre. Apenas un año después, en mayo de 1887, fue ejecutado su hermano mayor Alexander con sólo 21 años, por haber participado en un complot para asesinar al zar Alejandro III.

Alexander abrazó ideas revolucionarias siendo muy joven y se unió a los Narodniki (la corriente revolucionaria preponderante entre los 60 y los 80 del siglo XIX) quienes defendían las acciones terroristas. Cuando murió su hermano, Lenin afirmó “No, no es así como tenemos que hacer las cosas”. Una característica de su personalidad era sacar conclusiones políticas incluso de sus tragedias personales. La ejecución de su hermano dejó una huella imborrable en aquel joven de 17 años, ya que admiraba y quería profundamente a su hermano mayor. El primer tomo del El Capital, que Lenin leyó a los 18 años, era de su hermano mayor.
En agosto de 1887 ingresó en la Facultad de Derecho de la universidad de Kazán. Sin embargo, cuatro meses después, fue expulsado junto con varios compañeros por participar en unos disturbios estudiantiles. Desde esa expulsión, siempre estuvo bajo la atenta vigilancia de la policía zarista. No se le permitió acceder a ninguna otra universidad, y hasta casi cuatro años después no tuvo la autorización para inscribirse como alumno externo a distancia, en la universidad de San Petersburgo. En 1891 se examinó, obteniendo la máxima calificación en todas las asignaturas y quedando el primero de todo el grupo de alumnos externos. Poco después, el joven Ulianov trabajó un tiempo en el despacho de un abogado liberal, llevando la defensa de campesinos acusados de haber cometido pequeños robos y delitos, originados por la terrible miseria que padecían.
En otoño de 1893 su familia se traslada a Moscú, y él se instala en San Petersburgo, donde conocerá, en la primavera de 1894, a Nadezhda Kruspskaya. Juntos pasarían toda clase de penalidades en la vida revolucionaria que les unió para siempre (la condena y el destierro a Siberia, la amargura del exilio, la continua persecución policial, los intensos combates políticos, las derrotas y las victorias, etc.)
En San Petersburgo, Lenin comenzó a trabajar como abogado, pero la mayor parte del tiempo la dedicaba a la actividad revolucionaria. Se unió a un grupo de intelectuales marxistas quienes establecían contacto con agrupaciones de obreros de fábricas de la ciudad, y escribe. En 1894 publicó de forma clandestina la que se considera como su primera obra de importancia, ¿Quiénes son los “amigos del pueblo”?. En este escrito, Lenin hace una feroz crítica a los Narodniki y plantea la creación de un partido político socialdemócrata ruso. En 1895 escribió el folleto La ley sobre las multas. En este folleto daba un brillante ejemplo de cómo aproximarse a los trabajadores de grado intermedio de la época, y sobre la base de sus necesidades, conducirlos paso a paso a la cuestión de la exigencia de la lucha política.
En el verano de 1895 viaja a Suiza para conocer a varios intelectuales y revolucionarios rusos exiliados, los padres del marxismo ruso, Plejánov y Axelrod. Su idea era que facilitasen literatura marxista para introducirla en Rusia de forma ilegal. A su vuelta a San Petersburgo funda la “Unión de lucha para la emancipación de la clase obrera”, en donde se fusionaron todos los círculos obreros marxistas de la ciudad. Comienza también una intensa actividad propagandística de elaboración y distribución de panfletos y octavillas con textos y proclamas revolucionarias. En palabras de Krupskaya “…fue precisamente durante este período de trabajo en San Petersburgo cuando Vladimir Ilich se fogueó como conductor de las masas trabajadoras”.
En diciembre de 1895 es detenido y pasa algo más de un año en prisión, y es condenado a tres años de destierro en Siberia (1897-1900).
En Siberia, Lenin se dedicó casi por entero al estudio y la escritura. Fue allí donde terminó la ingente obra que había iniciado durante el año que estuvo en la cárcel, El desarrollo del capitalismo en Rusia, que fue publicado en 1899.
En mayo de 1898, Krupskaya también es condenada al destierro en Siberia, al mismo lugar donde se encontraba Lenin. Conviven juntos el resto del destierro, y aprovechan para casarse. Una vez liberado de su destierro, Lenin marcha ilegalmente al exilio, primero a Alemania, y luego a Suiza. Funda el periódico Iskra (La Chispa) cuyo primer número se editó en diciembre de 1900. Un medio para difundir las ideas y teorías revolucionarias del marxismo combativo que ellos defendían, distribuyendo cada número en Rusia de forma clandestina.

Durante su exilio, Lenin combate el auge de los llamados “economistas”, “oportunistas” o “marxismo legal”. Derrotado el populismo del movimiento narodniki, habían surgido en el marxismo corrientes influenciadas por el alemán Bernstein. Estas corrientes defendían propuestas reformistas en las que lo único que se perseguía era luchar por mejoras económicas y salariales, ir mejorando las condiciones de los obreros poco a poco a través de vías parlamentarias de la democracia burguesa, renunciando para ello a la lucha revolucionaria y a la conquista del poder por el proletariado.

En diciembre de 1901, en un artículo de la revista Zaria comenzó a firmar con el seudónimo “Lenin”. Entre finales de 1901 y comienzos de 1902, escribe una de sus obras más importantes, Qué hacer. Entre abril de 1902 y abril de 1903 Krupskaya y Lenin viven en Londres, desplegando una enorme actividad política entre numerosos revolucionarios rusos exiliados. Veían la diferencia entre los barrios del proletariado y las zonas burguesas. Cuenta Krupskaya: “Observando estos estridentes contrastes, entre la riqueza y la pobreza, Ilich solía murmurar con los dientes apretados, y en inglés: “¡Two nations!”.
En abril de 1903 dejaron Londres para asentarse en Ginebra, hasta 1905, desde donde regresaron a San Petersburgo ante la llegada de la revolución de 1905.

Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR)

En marzo de 1898 tiene lugar en Minsk la fundación del Partido Socialdemócrata Ruso (POSDR), celebrándose su I Congreso. Aunque apenas pudieron asistir delegados, porque los jóvenes líderes del marxismo ruso, Lenin, Martov, como muchos de sus camaradas, se encontraban presos en Siberia.
Este I Congreso no logró promulgar unos estatutos ni un programa. La falta de resultados del Congreso condujo a la necesidad de convocar uno nuevo en el que se aprobase un programa y se decidiese la organización del partido.
Cinco años más tarde se convocó el II Congreso del POSDR en julio de 1903 en Londres.
“iCuánto había deseado este congreso Vladimir Ilich! Durante toda su vida asignó un significado excepcionalmente grande a los congresos del partido. Consideraba que el congreso del partido era la autoridad suprema. Ante él todas las personalidades debían ser descartadas; nada debía ser ocultado y todo ser dicho abiertamente. Para los congresos del partido Ilich siempre realizaba una completa preparación y meditaba cuidadosamente sus discursos”. Cuenta Krupskaya.

El objetivo de este II Congreso era unificar el programa de partido, sin embargo ocurrirá casi lo contrario y pasará a la historia porque surgirán las dos facciones del marxismo ruso, y donde emergió Lenin como gran líder político. Los postulados de Lenin obtendrán la mayoría, y las tesis lideradas por Martov fueron minoritarias. En ruso, bolchevique siginifica “miembro de la mayoría” y menchevique, “miembro de la minoría”. Los bolcheviques apostaban por un partido de cuadros formados comprometidos y disciplinados con pocos miembros, pero bien preparados, mientras que la facción liderada por Martov, Axelrod y Plejanov defendía un partido más abierto, de simplemente simpatizantes. La principal cuestión fue la toma de poder y la dictadura del proletariado, los leninistas defendían la dictadura del proletariado. Los mencheviques se oponían, apostando por fórmulas de alianzas con la burguesía y vías parlamentarias dentro de las democracias burguesas, para desde esta vía ir avanzando hacia el socialismo por fórmulas democráticas. Sin embargo, a pesar de esta división, aunque bolcheviques y mencheviques tuvieron sus propios órganos de dirección y sus puntos de programa, el POSDR siguió existiendo como único partido. No fue hasta 1912 cuando se separaron definitivamente en dos organizaciones.

Al finalizar el II Congreso, Lenin cuenta con 33 años, una persona relativamente joven en cuanto a edad, pero sin duda con un amplio e intenso recorrido político y revolucionario y sobre todo una gigantesca experiencia como activista y agitador revolucionario, y ya convertido en líder político de los bolcheviques, el ala izquierda del POSDR en aquel momento.

David Armendáriz Núñez (Graduado en Geografía e Historia y militante del PCE-EPK)

herri8

El derecho a la verdad.

El derecho a la verdad.

El derecho a la verdad.

“La «conspiración» está ya en la organización «visible» como tal, en el sistema capitalista.”

En qué punto estamos entonces hoy, de acuerdo con los criterios de Lenin?

En la era de lo que Habermas designó como “die neue Undurchsichtlichkeit”* [«la nueva opacidad»], nuestra experiencia cotidiana es más mistificadora que nunca: la propia modernización genera nuevos oscurantismos, la reducción de la libertad se nos presenta como la llegada de nuevas libertades.

La percepción de que vivimos en una sociedad de elecciones libres, en la que tenemos que elegir hasta nuestros rasgos más «naturales» (la identidad étnica o sexual), es la forma de aparición de su exacto contrario, de la AUSENCIA de verdaderas opciones**. La última moda de películas de «realidad alterna», que presentan la realidad existente como uno de los múltiples resultados posibles, señala una sociedad en la que las elecciones ya no importan realmente, quedan trivializadas.

En estas circunstancias, habría que poner especial cuidado en no confundir la ideología dominante con la ideología que PARECE imperar. Más que nunca, habría que tener en cuenta la advertencia de Walter Benjamin de que no basta con preguntar cómo una teoría (o arte) determinado declara situarse con respecto a las luchas sociales; habría que preguntar también cómo funciona efectivamente EN estas propias luchas. En el sexo, la actitud de hecho hegemónica no es la represión patriarcal, sino la promiscuidad libre; en el arte, las provocaciones en la línea de las célebres exposiciones «Sensación» SON la norma, el ejemplo de un arte integrado por completo en el establishment. Ayn Rand llevó esta lógica a su consumación, complementándola con una especie de giro hegeliano, es decir, reafirmando la propia ideología oficial como su propia y mayor transgresión, como en el título de uno de sus últimos libros de no ficción, “El capitalismo, ese ideal desconocido”, o en su lema «altos directivos, la última especie estadounidense en peligro de extinción».

A decir verdad, en la medida en que el funcionamiento «normal» del capitalismo supone cierto tipo de abjuración de su principio básico de funcionamiento (el modelo del capitalista actual es alguien que, después de haber generado beneficio de manera despiadada, comparte a continuación una porción de este mismo beneficio con generosidad, haciendo grandes donaciones a iglesias, a víctimas de abusos sexuales o étnicos, etc., y haciéndose pasar así por alguien humanitario), el acto máximo de transgresión consiste en afirmar este principio, privándolo de su baño humanitarista. Uno se ve tentado, por lo tanto, a darle la vuelta a la undécima tesis de Marx: la primera tarea hoy en día consiste precisamente en NO sucumbir a la tentación de actuar, de intervenir de manera directa para cambiar las cosas (que a continuación acaba inevitablemente en un callejón sin salida de imposibilidad debilitante. «¿Qué puede uno hacer contra el capital global?»), y en dedicarse, en cambio, a cuestionar las coordenadas ideológicas hegemónicas. En suma, nuestro momento histórico es todavía el de Adorno:

A la pregunta de «qué habría que hacer?», en la mayoría de los casos no puedo en verdad sino contestar con un «no lo sé». No puedo sino intentar analizar con rigor lo que hay. En esto hay quien me reprocha: cuando ejerces la crítica, estás a tu vez obligado a decir cómo habría que hacerlo mejor. Esto es lo que considero, sin lugar a dudas, un prejuicio burgués. Ha sucedido muchas veces en la historia que las mismas obras que perseguían objetivos puramente teóricos transformaron la conciencia y, por lo tanto, la realidad social.

En la actualidad, si uno sigue una llamada directa a actuar, esta acción no se realizará en un espacio vacío, será una acción INSCRITA en las coordenadas ideológicas hegemónicas: los que «realmente quieren hacer algo para ayudar a la gente» se meten en aventuras (sin duda honorables) como Médicos sin Fronteras, Greenpeace, campañas feministas y antirracistas, que no sólo se toleran sin excepción, sino que incluso reciben el apoyo de los medios de comunicación de masas, aun cuando entren aparentemente en territorio económico (por ejemplo, denunciando y boicoteando empresas que no respetan las condiciones ecológicas o que utilizan mano de obra infantil): se las tolera y apoya siempre que no se acerquen demasiado a determinado límite. Este tipo de actividad proporciona el ejemplo perfecto de interpasividad: de las cosas que se hacen no para conseguir algo, sino para IMPEDIR que suceda realmente algo, que cambie realmente algo. Toda la actividad humanitaria frenética, políticamente correcta, etc., encaja con la fórmula de «¡sigamos cambiando algo todo el tiempo para que, globalmente, las cosas permanezcan igual!». Si los Estudios Culturales predominantes critican el capitalismo, lo hacen de la forma codificada ejemplar de la paranoia liberal de Hollywood: el enemigo es «el sistema», la «organización» oculta, la «conspiración» antidemocrática, NO simplemente el capitalismo y los aparatos estatales.

herri20

El problema de esta postura crítica no sólo estriba en que sustituye el análisis social concreto por la lucha contra fantasías paranoicas abstractas, sino también en que —en un gesto paranoico típico—, redobla innecesariamente la realidad social, como si hubiera una Organización secreta DETRÁS de los órganos capitalistas y estatales «visibles». Lo que habría que aceptar es que no hace falta una «organización (secreta) dentro de la organización»: la «conspiración» está ya en la organización «visible» como tal, en el sistema capitalista, en el modo en que funcionan el espacio político y los aparatos del Estado.

Slavoj Zizej.
Filósofo
Extracto de su libro: “Repetir Lenin”

*Véase Jürgen HABERMAS, Die Neue Unübersichtlichkeit, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1985.
** Me baso aquí en Anna KORNBLUH, «The Family Man», manuscrito inédito, UCLA, marzo de 2001.

La asombrosa vigencia de la teoría  leninista del imperialismo

La asombrosa vigencia de la teoría leninista del imperialismo

La asombrosa vigencia de la teoría
leninista del imperialismo

Los hechos objetivos ratifican la vigencia de las tesis conte-nidas en la obra de Lenin redactada en 1916 “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. Mientras que las categorías “líquidas”, es decir bañadas en ideología burguesa impuesta a la sociedad para definir el mundo en que vivimos, llámense “sistema-mundo moderno”, “mundialización neoliberal”, “comunidad internacional”, “mundo libre”, “imperio, pero no imperialismo” …son incapaces de explicar lo que en verdad pasa en el plano internacional.

¿Cuáles son estos hechos que confirman la vigencia de la teoría leninista del imperialismo?
La misma se fundamenta en 5 puntos que vamos a contrastar con la realidad:

1.- El gran desarrollo del capitalismo conduce al monopolio: Como dice el economista Henri Houben, si en 1916 había muy pocos monopolios, sobre todo en materias primas y petróleo, con las empresas Royal Dutch/Shell, seguida por la Anglo Iranian Oil Company (AIOC), hoy BP, y después por la Standard Oil, hoy convertida en Exxon Mobile y en parte en Chevron Texaco, hoy la situación es a la inversa. No hay sectores que no estén controlados por gigantes mundiales. En tecnología Microsoft es la primera empresa en 2018, según la revista Forbes, por capitalización bursátil con 686.898 millones de euros seguida por otras 4 igualmente norteamericanas: Apple, Amazon, Alphabet y Facebook. La construcción de aviones comerciales está controlada por Airbus y Boeing. Las multinacionales constructoras de automóviles se han concentrado en 10 encabezadas por Volkswagen que en 2018 construyó 10,9 millones de unidades. Las principales petroleras son Exxon, BP y Exxon Mobil seguidas por otras tres que tienen la mitad de su tamaño: Total, Chevron Texaco y Phillips Conoco. Las industrias farmacéuticas antes dispersas según las distintas producciones se han agrupado en 10 principales empezando por la suiza Rocher valorada en 6.914 millones de dólares. La norteamericana Pfizer es la tercera de la lista y la 15 empresa más grande del mundo por su capitalización bursátil de 220.778 millones de euros. El gobierno español le ha comprado las vacunas contra el coronavirus a pesar de ser más dudosa que las vacunas rusa y china. Y podríamos seguir enumerando sectores industriales y empresariales: inversiones, comercio, química, metalurgia, finanzas, agroindustria, textil, …

2.- El nuevo papel de los bancos y la fusión de estos con el capital financiero conduce a la formación del capital financiero y al poder de la oligarquía financiera. Por un lado, el capital financiero se ha expandido como nunca creando una economía parasitaria basada en los fondos especulativos, fondos de pensiones, compañías de seguros y paraísos fiscales. Por el otro, ha creado el inmenso poder de una reducida oligarquía financiera que controla no solamente la economía, las finanzas y las bolsas de valores sino la política, la guerra, las instituciones, el derecho, la cultura y el sistema mediático. Según la ONG Oxfam 2.153 milmillonarios acumulan hoy más riqueza que 4.600 millones de personas, el 60 % de la población mundial. Jamás hubo mayor desigualdad que en la actualidad gracias al sistema imperialista.

3.- La exportación de capitales adquiere una gran importancia con respecto a la exportación de mercancías, característica de la fase precedente. La exportación de capitales ha crecido considerablemente. Si en 1980 las inversiones representaban el 4,4% del PIB mundial, en 2004 son el 23,9%. Un fenómeno nuevo es la deslocalización de la producción industrial a países con mano de obra barata. Si en 1966 las multinacionales de EEUU empleaban a 1.750 obreros industriales en Malasia, en 1987 empleaban a 54.000.

4.- La formación de asociaciones de capitalistas que se reparten el mundo: los imperialistas han construido fuertes asociaciones de influencia mundial como la Unión Europea (UE) y el G-20 respaldados militarmente por la alianza OTAN de 29 países, centros clandestinos de detención, empresas militares privadas, red mundial de bases militares, grupos terroristas “proxys” y la alianza anglo sajona de servicios de espionaje llamada “Five Eyes”, capitaneados por los EEUU que amenazan la paz y seguridad en todo el mundo. Imponen su dominio financiero a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, apoyan asociaciones de países aliados como el Consejo de Cooperación del Golfo, Liga Árabe, Grupo de Lima, Alianza de países del Pacifico, Grupo de Visegrado, coalición militar creada por Arabia Saudí para intervenir en Yemen, red diplomática mercenaria creada por Taiwán, poderosa red de lobbies creada por Israel y otros sin contar con la poderosa industrial cultural que permite al imperialismo norteamericano/occidental imponer su hegemonía ideológica sobre gran parte de la Humanidad.

5.- El reparto del mundo entre las potencias capitalistas más importantes: Los EE.UU. han rehabilitado la “doctrina Monroe” del siglo XIX para reivindicar su derecho a derrocar gobiernos independientes en América Latina y el Caribe, entorpecer el acceso a la región a otros aliados imperialistas como Francia, Holanda, Reino Unido, Alemania o Japón y frenar la influencia de países no imperialistas como Rusia, China e Irán. A través de la OTAN y de su alianza con estados y territorios subalternos, como España, Kosovo, Colombia, Chile, Ucrania, Polonia, Georgia, Israel, Etiopía, Arabia Saudí, India, Filipinas, Taiwán y Corea del Sur, mantiene influencia en diversas partes del Mundo reivindicando su “Destino Manifiesto” de dominar el Mundo. Francia mantiene su control político, militar, económico y cultural sobre sus ex colonias subsaharianas en la asociación llamada “France-Afrique” y otros enclaves coloniales y bases militares distintas partes (Alemania, Sudamérica, Caribe, Estrecho de Ormuz, Mar Rojo, Océano Pacifico). Reino Unido mantiene su influencia neocolonial sobre los países de la llamada “Commonwealth” y bases en Gibraltar, Chipre, Alemania, Malvinas y Caribe en estrecha colaboración militar con los EE.UU. Alemania mantiene su influencia neocolonial a través de la U.E., ONGs. e inversiones en los países del Este europeo que han sufrido la contrarrevolución capitalista: Eslovenia, Croacia, Eslovaquia, Polonia, Chequia, Bulgaria, Rumanía, países bálticos… Turquía intenta crear una red de países dependientes suyos, al igual que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que Israel construye una amplia red de influencia geopolítica en alianza con los EEUU.
España desde los gobiernos de Felipe González ha operado la transformación de su economía en 2 sentidos: privatización acelerada (en 1985 tenía 130 empresas públicas y 800 empresas participadas por el Estado para pasar a tener sólo 16 y 100, respectivamente, en 2019, según Eduardo Garzón) y exportación de capital por sus recién creadas multinacionales. Es decir, a la luz de la teoría leninista, España ha pasado de ser un país subimperialista, industrial y agroexportador a ser un país plenamente imperialista asociado a los EEUU y UE dotado de multinacionales privadas resultado de la privatización de empresas públicas, diferentes fusiones y entrada de capital extranjero activas en la inversión en el Tercer Mundo en energía, medios de transporte, finanzas, hotelería, material militar, seguros y otros sectores, compra de empresas extranjeras, búsqueda de materias primas baratas y con plantas industriales deslocalizadas. Todo ello bajo cobertura política y militar de los EE.UU. y la OTAN. Telefónica pública ha pasado a ser Movistar privada. El banco público Argentaria fusionado por BBV. Gas Natural absorbido por Endesa. Endesa pública comprada por la italiana Enel. Campsa pública convertida en Repsol. Santa Bárbara adquirida por General Dynamics. Expal por el grupo productor de explosivos Maxam Corp, etc.
Orienta su negocio principalmente hacia América Latina. En los 90 los 2 tercios de los flujos de capitales españoles se dirigen hacia esta región donde empiezan a obtener la mayor parte de sus beneficios, según investigación de Ángeles Maestro. El Banco Santander en 2015 obtuvo allí el 54 % de sus beneficios. En 2016 el grupo Inditex, que produce en talleres subcontratados en países del Tercer Mundo acumulando denuncias por abusos laborales, trabajo infantil y semi esclavo, tenía 665 tiendas en América Latina abriendo otras nuevas en Colombia y México y cerrando 2 en Venezuela, después de haber obtenido amplios beneficios por años en este país. El Corte Inglés y Cortefiel también son denunciadas por explotar mano de obra infantil en el Tercer Mundo. El Grupo PRISA no sólo obtiene beneficios de sus negocios en América Latina, sino que apoya todas las agresiones contra la Revolución Bolivariana desde el golpe de Estado de 2002.

También busca otros mercados. En 2015 empresas españolas comerciaron por valor de 30.000 millones de euros con Arabia Saudí de los que 546 millones fueron en venta de equipo militar por un grupo militar industrial cada vez más fuerte. En 2016 y 2017 España ocupó el sexto lugar en venta de armas al régimen saudí, conocido por ser una tiranía violadora de derechos humanos, patrocinadora de un islam agresivo y deformado e implicada en varias guerras.

Este cambio económico ha provocado el nacimiento de una nueva oligarquía financiera que fusiona en su seno políticos nacionalistas burgueses como Josu Jon Imaz, convertido en consejero delegado de Repsol, y antiguos dirigentes políticos del régimen pasados a los consejos de administración de empresas privatizadas como Endesa, Gas Natural y Enagás, con el capital financiero tradicional. También, como preveía Lenin en su texto “El imperialismo y la escisión del socialismo”, las superganancias permiten a la burguesía sobornar a una parte del proletariado.
La política internacional actual no se entiende sin la obra mencionada de Lenin. Pero sería un error limitarse a su lectura. La dinámica capitalista genera incesantemente, como ya previeron Marx y Engels en el “Manifiesto Comunista”, nuevas realidades financieras, económicas y sociales a la búsqueda de superbeneficios que deben ser analizadas en sus hechos concretos. ¿China y Rusia disponen de multinacionales imperialistas? Tema polémico que no es objeto de este artículo.

José Antonio Egido, Sociólogo

 

Berlinguer habla de Lenin.

Berlinguer habla de Lenin.

Berlinguer habla de Lenin.

“Extracto de la entrevista en el diario italiano. “La República”. 2 de agosto de 1978”.

P.—Señor Berlinguer, ¿qué es para vosotros, comunistas italianos, el leninismo?
R.—No es fácil resumirlo en una entrevista. Diría que es la compleja herencia que nos ha dejado un gran revolucionario ruso y europeo a lo largo de treinta años de lucha política e ideológica llevada a cabo por él como intelectual y dirigente de partido, como periodista y pensador marxista, como combatiente y organizador, como hombre de gobierno y líder internacional. No se puede considerar ni fijar por separado los diferentes lados de la personalidad de Lenin ni los diferentes momentos, cada uno de los aspectos y los sucesivos desarrollos de su elaboración teórica y de su (conducta) práctica. El suyo es un patrimonio muy rico y complejo, del que nos sentirnos continuadores, pero también críticos e intérpretes, justamente porque valoramos el período y las circunstancias históricas en que se expresaron y se fueron desarrollando su pensamiento y su acción.

P.–¿Usted es leninista? ¿El PCI es leninista?
R.—Si por el término leninismo (o con la expresión «marxismo-leninismo») se quiere entender una especie de manual de reglas doctrinales concebidas de modo estático, un bloque de tesis petrificadas en fórmulas escolásticas que se tendrían que aplicar acríticamente en cualquier circunstancia de tiempo y de lugar, entonces se cometería la máxima injusticia contra el mismo Lenin (no digamos contra Marx), se deformaría la sustancia de sus enseñanzas políticas, no se lograría comprender ni verificar en nuestro tiempo, por lo que respecta a lo que se puede verificar, la lección que nos ha dado. Nosotros no somos leninistas de esta manera, aunque me doy cuenta que hoy muchos querrían que lo fuésemos o consideran que lo somos justamente de esa manera conformista.
P.—Entonces, ¿de qué manera lo sois?
R.—El Partido Comunista Italiano ha nacido sobre la ola de la revolución proletaria de los soviets y por impulso de Lenin, para reaccionar y para poner fin a una confusión de ideas y un vacío político en que habían acabado, bajo la dirección del partido socialista, la clase obrera y las masas trabajadoras italianas, sobre todo apenas terminada la primera guerra mundial. Un partido que sabe colocarse en las condiciones necesarias para poder medir y verificar paso a paso la validez de sus orientaciones teóricas y prácticas, y, por tanto, poder poner al día continuamente las formulaciones en las que están presentes los principios y los ideales que ha tomado de sus maestros revolucionarios, esos principios e ideales que lo caracterizan como partido comunista. Y un partido que también sabe llevar a la clase obrera a abrirse y a construir para sí un sistema de relaciones y de alianzas políticas y sociales y de confrontaciones de ideas lo más amplio posible. Mantiene, por consiguiente, su propia identidad de partido, pero busca siempre una unidad con fuerzas diferentes por un deber de transformación. También Lenin desarrolló críticamente y renovó cualitativamente a Marx. Así lo hicieron Gramsci y Togliatti con Lenin y así hoy nos esforzamos por seguir haciéndolo nosotros.

P.—Pero, en suma, ¿sois leninistas o no lo sois? No se trata de una curiosidad personal, es un problema con el que tenéis que enfrentaros en la actualidad.
R.—¿Está usted seguro? ¿Está usted realmente seguro que actualmente, en 1978, después de todo lo que ha sucedido y sucede en Italia, en Europa, en el mundo, el problema con el que tenemos que enfrentarnos nosotros, los comunistas, sea justamente el de contestar a la pregunta de si somos leninistas o no? Y no me refiero a usted, sino a todos aquellos que nos hacen esa pregunta. ¿Conocen ellos verdaderamente a Lenin y al leninismo? ¿Saben realmente en qué consiste cuando hablan sobre ello? Me permito ponerlo en duda. De todas formas, a mí me parece completamente viva y válida la lección que nos ha dado Lenin al elaborar una verdadera teoría revolucionaria; es decir, yendo más allá de la «ortodoxia» del evolucionismo reformista, exaltando el momento subjetivo de la iniciativa autónoma del partido, luchando contra el positivismo, el materialismo vulgar, la expectativa mesiánica, vicios propios de la socialdemocracia, dando paso, en cambio, a las fuerzas proletarias de la renovación y de la liberación que luchaban en Rusia y en todo el mundo. Es válida la lección de Lenin, que ha logrado romper el dominio y la unidad mundial del sistema capitalista, imperialista y colonial, del Lenin que luchó en cada rincón de Europa por la paz y contra la guerra, del Lenin que descubrió lo decisivo de la alianza del proletariado industrial con los campesinos pobres y que, aún pocos meses antes del octubre de 1917, «en aquella situación tan enardecida, no excluía la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución socialista y el mantenimiento de una pluralidad de partidos» (son palabras de Togliatti del año 56), del Lenin que concebía el socialismo como la sociedad que debía realizar la democracia en toda su acabada plenitud.

P.—Por consiguiente, usted no reniega de Lenin…
R.—;Por favor!… Nosotros, los comunistas italianos, tenemos unas peculiaridades propias, una elaboración teórica nuestra, una historia propia. Desde que hemos nacido, en nuestra experiencia, en nuestros análisis y búsquedas, en nuestras batallas, Lenin ocupa un lugar muy importante, pero de ningún modo exclusivo ni dogmático. Quien nos pide que emitamos condenas o que abjuremos de la historia y, en concreto, de nuestra historia, nos pide algo que es al mismo tiempo imposible y una tontería. No se reniega de la historia: ni de la propia, ni de la de los demás. Se intenta comprenderla, superarla, crecer, renovarse en la continuidad.
Los pasos hacia adelante en la adecuación y puesta al día de nuestra línea y conducta política los hemos llevado a cabo sin romper con nuestro pasado peculiar, sin separarnos de nuestros orígenes, sin cortar nuestras raíces, sin hacer el vacío a nuestras espaldas; por el contrario, desarrollando nuestro gran e irrenunciable patrimonio teórico e ideológico, acumulado a lo largo de ciento treinta años de luchas de los movimientos revolucionarios nacidos con el Manifiesto Comunista, esforzándose por no despegarnos de la realidad italiana, por comprender y trasmitir el sentido y la dirección de nuestra historia nacional, por expresar, en los nuevos tiempos, lo mejor de nuestras tradiciones culturales y conquistas civiles. Decía Macchiavelli: «Si las repúblicas y las sectas (es decir, los actuales partidos) no se renuevan, no duran. Y la manera de renovarlos es reconducirlos hacia sus principios.»

EL PCI NO NECESITA EXÁMENES

P.—Usted está describiendo una historia de autonomía que, por el contrario, también ha sufrido, largas interrupciones.
R. —Usted tal vez alude a la que va desde la creación del Kominform y desde la condena de Tito, en 1948, hasta nuestro VIII Congreso, en 1956. Efectivamente, en ese período hubo un cierto debilitamiento en la afirmación de nuestra autonomía y originalidad —es decir, en la teorización explícita de la vía italiana al socialismo— en relación al movimiento comunista internacional. Pero no olvidemos que era la época de la guerra fría. Aún así, también durante aquellos años, la conducta política del PCI ha sido siempre coherente con la defensa de los intereses nacionales, de la democracia y de la unidad de las masas populares y de las fuerzas democráticas, y ha llevado a la elaboración de importantes posiciones nuevas, como las formuladas y apoyadas por Togliatti en la defensa de la paz contra la amenaza atómica, por el encuentro entre el movimiento comunista y el mundo católico…

P. —Usted ha dicho hace poco, que la pregunta sobre su leninismo es un pretexto…
R. —Personalmente, considero que es una provocación…
P. —¿Por qué?
R. —La verdad es que se teme que la presencia de este Partido Comunista Italiano modifique los viejos equilibrios de poder de nuestra sociedad y en nuestro Estado, que la entrada de la clase obrera en las instituciones (y hasta los máximos niveles), de las que se la ha mantenido siempre alejada con todo tipo de violencias legales e ilegales, liquide privilegios antiguos y nuevos. Para impedir que se cumpla este proceso, que a pesar de todo está muy avanzado, se recurre al intento de exorcizar al partido comunista. Se le quiere hacer un examen de democracia. De ahí vienen las preguntas sobre el leninismo. En realidad, nuestros examinadores quieren oírnos decir que nuestro partido, en cuanto partido comunista no es legítimo en Italia. En otros países, el partido comunista ha sido puesto fuera de la ley; se desea que aquí sea puesto fuera de la ley por nosotros mismos. Querrían oírnos decir: nos hemos equivocado al nacer; viva la socialdemocracia, única forma de progreso político y social. Entonces nuestros examinadores nos dirían muy satisfechos: “la respuesta es exacta, disolved el partido y volved a casa”. Es un pretexto. Podría añadir que cincuenta años de la historia del PCI, de antifascismo, de lucha democrática, son pruebas de examen superadas con todos los votos a favor, sobre las cuales no se puede discutir.

herri2

Tres héroes de nuestra juventud.

Tres héroes de nuestra juventud.

Tres héroes de nuestra juventud.

 BILBAO, 18 —Ayer celebraba reunión, en el local de la Federación de Juventudes Socialistas Unificadas, el Comité nacional de Euskadi.

Había sido convocado por los camaradas Trifón Medrano y Luis Rodríguez Cuesta, delegados de la Comisión ejecutiva nacional de Ias Juventudes Socialistas Unificadas para informar a los jóvenes de Euzkadi del desarrollo y tareas que a la organización juvenil del País Vasco planteaba la Conferencia nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas de Valencia.

En la habitación donde se hallaba reunido el Comité hizo explosión un obús del 15,5. ocasionando la muerte de Trifón Medrano, segundo secretario nacional de la Federación de la Juventudes Socialistas Unificadas de España y miembro del Comité Central del Partido Comunista; de Luís Rodríguez Cuesta, miembro de la Comisión ejecutiva de la Federación de Juventudes Socialistas Unificadas de España y comisario de guerra de brigada; y de Agustín Zapiráin, secretario de organización del Comité ejecutivo nacional de Euzkadi de las Juventudes Socialistas Unificadas, miembro también del Comité Central del Partido Comunista.
Resultaron heridos por la explosión los camaradas Pedro Felipe, secretario general de las Juventudes Socialistas de Euzkadi; Antonio Bueno, Leoncio Peña, Balazón, Lazcano y la compañera Astréa Barrio, todos ellos miembros del Comité nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas de Euzkadi.

La noticia corrió rápidamente por todo Bilbao e inmediatamente comenzaron a afluir al domicilillo de las Juventudes los militantes de la organización y Ios dirigentes de las otras organizaciones juveniles del País Vasco. Millares de jóvenes de todas las tendencias llenaron los pliegos dispuestos en los locales de las Juventudes Socialistas Unificadas. Ya avanzada la noche los jóvenes seguían desfilando para hacer patente su dolor por la muerte de tres de sus más queridos dirigentes.

En el local de las Juventudes Socialistas Unificadas fue instalada la capilla ardiente. Daban guardia de honor a los cuerpos de los dirigentes muertos, milicianos de las columnas juveniles. Durante toda la mañana hubo un desfile impresionante por su magnitud y su dolor reconcentrado. Por la tarde se verificó el entierro, que ha constituido una imponente manifestación.

Han enviado representación el Gobierno del País Vasco y todos los partidos y organizaciones antifascistas, siendo especialmente nutridas las de las organizaciones juveniles. El camarada Astigarrabía, consejero de Transportes, pronunció en el cementerio unas breves y emocionadas palabras, haciendo patente el dolor y la solidaridad del Partido Comunista y las Juventudes Socialistas Unificadas de España por la pérdida dolorosa de tres de los valores más positivos de la nueva generación.

Todo el pueblo de Bilbao se agolpó en el trayecto seguido por la comitiva, presenciando con emoción y firmeza indescriptible el paso de los cuerpos de los tres jóvenes, representantes del coraje, la disciplina y el entusiasmo de la juventud española, muertos cuando su trabajo tenaz había dado ya tantos frutos y cuando se abrían a su decisión y a su esfuerzo los horizontes más amplios que jamás concibió la juventud española.

Medrano un ejemplo.

Santiago Carrillo. AHORA. Viernes 19 de febrero de 1937

Conocí a Medrano tres años atrás. Entonces él era el dirigente de la Unión de Juventudes Comunistas. Fue una relación breve. Las horas que duraron los primeros contactos, mediado el año 1934, entre jóvenes socialistas y comunistas. En tan breve espacio no tuve ocasión de conocerle bien. Medrano no era muy pródigo en palabras.

En el transcurso de aquellas entrevistas permanecía sentado en su sitio y sólo intervenía en su turno, breve y serenamente. Sin embargo, pude ver ya en él al hombre firme, sereno, que buscaba siempre con ahínco aquello que podía reunirnos. A dichas reuniones vino también Zapiráin, el dirigente de las Juventudes Vascas, cuya figura de gigante encerraba el corazón de un niño.
Entonces no llegamos a resultados prácticos inmediatos, pero al finalizar las reuniones habíamos roto el hielo y hasta las hostilidades que habían venido separando a los jóvenes socialistas y comunistas a través de catorce años.

La segunda vez nos vimos en la cárcel. Fue después de abortado el movimiento de Octubre. Estábamos en la primera galería de la prisión de Madrid. Medrano era uno de los camaradas más animosos; participaba activamente en las charlas y discusiones que se organizaban en cualquiera c de las celdas, de las que todos íbamos extrayendo las experiencias de la abortada sublevación.

En dichas charlas, jóvenes socialistas y comunistas, y también, a veces, veteranos, participábamos apasionadamen-te. Fueron muy eficaces a nuestro acercamiento. El toque de fajina, y aun el de silencio, vinieron a ponerlas fin más de una vez.

También en los juegos era Medrano de los más entusiastas. Allí donde había jóvenes estaba nuestro camarada animándoles y haciéndonos más soportable la prisión con sus consejos y su actividad. Los jueces no pudieron hallar ninguna prueba contra Medrano, y éste salió a la calle.

Aquí reanudó su trabajo clandestino, siempre en favor de la unidad y siempre con el afán de elevar lo que nos unía, dando de lado lo que pudiera separarnos. Entonces perdí el contacto con él durante unos meses. Estuvo en el VI Congreso del. K.I.M., y fue a la vuelta cuando tomamos de nuevo contacto. Nunca olvidaré aquellas entrevistas entre rejas, en las cuales Medrano y yo discutimos sobre las cuestiones de la unidad y donde comenzamos a forjar los lazos de una amistad que ha venido a interrumpir su muerte.

Después vino lo que todos conocemos: fusión, desarrollo impetuoso de la Federación Unificada, guerra civil, Conferencia Nacional de Valencia…
A través de todos estos acontecimientos Medrano acentuó y elevó su clase de gran dirigente de la Juventud y, al mismo tiempo, como comandante del Batallón Aida Lafuente, su categoría de buen jefe militar. Por su trabajo, por su abnegación, por su heroísmo, Medrano había llegado a ser un verdadero símbolo para la juventud; símbolo de la unidad y de la abnegación que la nueva generación española está poniendo en la lucha por la libertad.

Con Medrano se nos ha ido uno de los pilares más firmes de la Federación y del movimiento de unidad de la juventud española. Su muerte causará una emoción profunda en las filas de nuestro movimiento, que le idolatraba; una emoción y un gran dolor nos embarga hoy a todos nosotros, a los que hemos forjado la gran Federación de la unidad. El hueco no se llena poniendo simplemente a otro; es un gran esfuerzo colectivo el que se precisa para sustituirle; un esfuerzo redoblado para fortalecer nuestra unidad. El mismo desinterés y la misma honestidad que él puso siempre al servicio de nuestra causa.

Medrano ‘ha muerto al lado de Cuesta, cuando iban al Norte a explicar la línea de la unidad. Ha muerto al servicio de la unidad juvenil. Al inclinar ante su cadáver nuestra bandera, abatida por el dolor, nosotros hacemos la promesa de seguir firmes y fieles a la causa por la que Medrano ha sacrificado su vida.

Con motivo de los heridos y muertos provocados por de la explosión del obús en la sede de la JSU en la plaza del Arenal nº 3 de Bilbao, además de los necesidades de la guerra, quedó recompuesta la dirección de la JSU de Euskadi, tal y como informa
AHORA, el órgano de expresión de la JSU, que reproducimos.

AHORA.
14 de abril de 1937

Dirigentes de la Juventud Socialista Unificada de Bilbao.
Son designados comisarios políticos

BILBAO 13. Por haber sido designados algunos camaradas de la dirección de la Juventud Socialista Unificada comisarios políticos de batallones y brigadas, ha habido necesidad de realizar un reajuste, quedando constituido el Comité por los camaradas siguientes:
Secretario general: Iván Zárate.
Secretario de organización: Pedro Felipe
Sindical: Francisco Zalacáin.
Agit-prop: Marcelo Usabiaga
Prensa. Gregorio Velasco.
Finanzas: Leoncio Peña.
Femenina: Astrea Barrios.
Pioneros. Felipe Larena.