«La salida de la crisis»

Se trata de que esta vez no la paguen los de siempre.

Ante esta crisis que estamos viviendo, la sociedad precisa dos tipos de respuestas políticas. Respuestas en el ámbito sanitario, para controlar la pandemia y salvar el máximo de vidas posibles en el corto plazo, pero también para estar realmente preparados para la protección de las personas en el medio plazo. Y respuestas de ámbito económico y social para frenar el impacto de la crisis en la economía, pero sobre todo para evitar que el impacto recaiga como siempre sobre las capas más vulnerables de la sociedad y sobre el conjunto de la clase trabajadora.

En el ámbito sanitario, si algo nos ha dejado claro esta crisis, es la importancia de tener sistemas de salud públicos potentes y autosuficientes capaces de dar respuesta a las necesidades sanitarias de una sociedad que tiene que recurrir al ámbito privado en no pocas ocasiones para la atención de cuestiones que podría atender un modelo público diseñado sin miedo a dejar sin clientes a las empresas particulares del ámbito sanitario y auxiliares del mismo.

Y eso pasa por una sanidad donde no se extenalicen servicios, ni sanitarios, ni auxiliares, como pasa actualmente en Euskadi. Y pasa por una plantilla que no tenga que soportar una inaceptable tasa de temporalidad superior al 30%, y también pasa por unas buenas condiciones laborales, incluidas las salariales. Y decimos esto último porque parece que algunos ya empiezan a deslizar el mantra con el que nos bombardearon en el inicio de la anterior crisis sobre los supuestos privilegios de los funcionarios para justificar luego recortes, extenalizaciones y privatizaciones.

Durante esta crisis ha existido el riesgo real de un colapso en el sistema sanitario, riesgo mayor donde mayores recortes y privatizaciones ha sufrido la sanidad pública. Y eso debería mostrarnos el camino a seguir cuando la sanidad privada representa ya el 30% del gasto total sanitario tanto en el País Vasco como en Navarra. Y también debería suponer un cambio en el modelo de residencias con el que contamos, que ha demostrado ser uno de los puntos débiles del modelo socio sanitario en ambas comunidades, estando precisamente caracterizado por su alta privatización y sobre la base de la precariedad laboral.

En el ámbito económico la crisis nos está mostrando que es posible adoptar medidas para evitar que los efectos negativos de una crisis recaigan básicamente sobre la espalda de los y las trabajadoras. Medidas de choque aprobadas bajo el paraguas del Estado de alarma del gobierno de coalición existente en Madrid, que aunque insuficientes caminan en la buena dirección, y sobre todo en la dirección contraria a las medidas tomadas en la anterior crisis, las cuales aunque ya nos hayamos olvidado, se nos presentaron como las únicas posibles.

Medidas que aunque podamos y debamos señalar como insuficientes ante lo que tenemos por delante, están siendo muy potentes y acertadas. Están evitando despidos masivos, están garantizando prestaciones a quienes no las tenían y cobertura económica pública a millones de personas que lo necesitan. Y sobre todo están suponiendo una ruptura con el dogma de salida de la anterior crisis, el famoso dogma neoliberal. Y eso debe suponer un cambio de rumbo en las políticas que venimos padeciendo durante años que ha de mantenerse y acentuarse tras finalizar el Estado de alarma.

En Euskadi de momento no parece calar ese cambio de rumbo. El Gobierno Vasco se ha mantenido a rebufo en las medidas de protección económica y social, limitándose a hacer básicamente lo de siempre y poner algo de dinero para no quedar en evidencia ante la oleada de medidas aprobadas en Madrid y de las que se está beneficiando mucha gente que lo necesita en Euskadi. Por no hablar de algunas chapuzas como los juegos del hambre practicados con las ayudas a los autónomos por parte del ejecutivo Urkullu.

El lehendakari habla de tres años para recuperar tasas de empleo mientras dice que la creación del mismo es la mejor política social, pero la gente no va a disponer de ese tiempo. Esta vez no va ser suficiente con planes de empleo porque esta vez no vale con superar la crisis con el esfuerzo de la clase trabajadora. Si la respuesta del Gobierno Vasco va a ser esa, lo más probable es que signifique que la crisis la vuelvan a pagar los de siempre.

Esta vez se trata de que la crisis no la paguen los de siempre y eso pasa porque la paguen otros. Para lo cual tenemos algunas competencias nada desdeñables tanto en el País Vasco como en la Comunidad Navarra. Se llama fiscalidad. Esta vez hay que responder a la crisis repartiendo los recursos utilizando una herramienta valiosa como es la fiscalidad. Un fiscalidad que para empezar no permita que se aporte menos por la obtención de beneficios empresariales que por la obtención de salarios.

Las medidas urgentes que viene aprobando el Gobierno de España bajo el Estado de alarma para detener el impacto de la crisis en la clase trabajadora y en la mayoría social, están suponiendo un enorme esfuerzo del Estado para con los de abajo y no como habitualmente para con la banca y el capital. Superada la pandemia, el objetivo debe ser que ese esfuerzo lo pague quién puede y debe, precisamente banca y capital.