Gramsci en Ses Fonts Ufanes*

“El agua es agua pura y libre cuando corre entre las dos orillas de una corriente o río”.

Ahora que dicen que vuelve a haber jóvenes, cabe recomendar la lectura de tres escritos de Gramsci publicados en febrero de 1917 en La Cittá Futura, la revista de las Juventudes Socialistas turinesas. Son los titulados «Indiferentes», «La disciplina» y «Disciplina y libertad». El primero es una exhortación a la participación, a tomar partido, y en contra de los indiferentes, de los que no ven diferencias y dicen «Todos son iguales». «Odio a los indiferentes», empieza diciendo Gramsci, que se califica a sí mismo de partigiano, es decir, de alguien que se coloca en un bando y no en otro, alguien que participa, que es de un partido.

Lo que sucede, el mal que nos cae encima, (…) no se debe tanto a la iniciativa de los pocos que actúan como a la indiferencia, al absentismo de los muchos. (…) Parece que sea la fatalidad lo que lo destroza todo y a todos; parece que la historia no sea sino un enorme fenómeno natural, una erupción, un terremoto, del que todo el mundo es víctima. (…) Los indiferentes (…) prefieren hablar de ideales fracasados, de programas definitivamente caducos y de otras placideces similares. Así vuelven incidir en su ausencia de toda responsabilidad.

En el segundo artículo, «La disciplina», Gramsci describe con imágenes de Kipling la disciplina burguesa, mecánica y autoritaria, de la cual emana una corriente interminable de obediencia y sumisión, y contrapone la disciplina libre, autónoma y espontánea de los trabajadores organizados. «Quien es socialista, o quiere llegar a serlo, no obedece, sino que se manda a sí mismo.»

En el último artículo, «Disciplina y libertad», Gramsci aporta una imagen imborrable. Se pregunta a qué denominar agua libre, agua viva. Y contesta: «El agua es agua pura y libre cuando corre entre las dos orillas de una corriente o río, no cuando está esparcida de manera caótica por el suelo, o cuando se expande y disuelve en la atmósfera».
Por un lado, agua esparcida y vapor sutil. Por otro, agua limitada por las orillas pero que nada detiene, porque ve de dónde viene y sabe adónde va. Para Gramsci, la imagen de la rebelión. es análoga a la del torrente o el río recogido sobre sí mismo, fortalecido y orientado por las orillas, que avanza y derriba cuanto se le opone, y no se detiene, y cada nuevo obstáculo supone un salto hacia un nuevo impulso.

No puedo dejar de pensar en agua esparcida cuando veo a grupos de gente sentada en el suelo, en la plaza de España**, en Palma, hablando de manera pretenciosa. Da igual que sean dos o mil: no es la cantidad lo que dota de libertad al agua. El agua esparcida atrae mosquitos (moscards en mallorquín; sea casualidad o no, mouchard es la palabra francesa para los confidentes policiales)

Claudio Magris se preguntaba (El Danubio, 1988) cuál era la fuente del Danubio. En una excursión río arriba para encontrar la fuente de la que brota el río, viaje ritual hacia el origen y hacia el final de la cultura centroeuropea (Karl Kraus: «El origen es la meta»), dejando atrás riachuelos cada vez más estrechos, el viajero llega por fin a una finca rústica, en lo alto de la montaña, donde, desde un abrevadero, se derrama el agua que forma el primer hilo, que llegará al mar Negro convertido en un río inmenso, tras haber atravesado ciudades, países, siglos y culturas.

¿De dónde viene esta agua que llena el abrevadero y se derrama? El viajero mira y descubre un grifo: ¡un grifo, el origen del Danubio! Nada más vienés que esta imagen del artificio y la arbitrariedad como productor y causa de la «Naturaleza». No obstante, la rebelión, el agua viva y libre que busca Gramsci, no puede proceder de un grifo.
Hay movimientos sociales que sí salen de un grifo. Son procesos artificiales, fruto de cálculos contables, de aritmética parlamentaria, dicen que para sumar más, y que esconden el grifo que los ha creado y los alimenta.
El agua viva de Gramsci tiene otro origen. Torrentera libre, de orillas sólidas elegidas por ella misma, que embiste los obstáculos y arrastra al viejo mundo que se le opone.

Veo Ses Fonts Ufanes de Campanet cuando leo estas páginas de Gramsci. ¿Habéis ido alguna vez? Os encontráis dentro de un encinar. Oís un rugido sordo. De manera repentina, difusa, potente, empieza a brotar agua directamente de la tierra, por todas partes, delante de vosotros, detrás, al lado. No se detiene, cada vez hay más. Agua en movimiento, que no se contempla a sí misma como Narciso, sino que avanza decidida, corriente abajo, que se agrupa, choca, se abre camino, atropella, salta por encima de los obstáculos, se abre paso.
Pienso en Gramsci y en Ses Fonts Ufanes cuando veo que aquí y allí brotan gritos, pregones, revueltas, mareas: aguas vivas salidas de mil manantiales, de toda fuente, capaces de transformar la movilización en organización, la rebeldía en alternativa, la alternativa en poder.

*. Ses Fonts Ufanes, dentro del municipio mallorquín de Campanet, es un sistema de fuentes intermitente, que brotan directamente del suelo en un área de cierta extensión, según el régimen pluvial producido días antes en las montañas cercanas, y que puede oscilar entre los tres y los 100 metros cúbicos de agua por segundo. Fueron declaradas Monumento Natural por el Gobierno de las Islas Baleares en el año 2005.

**. La plaza de España de Palma fue el escenario donde se representó el 15-M.

Josep Quetglas
Arquitecto