Gramsci aquí, con nosotros
“De una manera política, emocional, poética, militar, Antonio Gramsci fue una bandera que estuvo muy presente en nuestra Guerra Civil, entre los más de cuatro mil italianos antifascistas”.
Si recorremos la biografía de Antonio Gramsci, podemos comprobar que nunca estuvo físicamente en España, en Euskadi. Sin embargo, de una manera política, emocional, poética, militar, Antonio Gramsci fue una bandera que estuvo muy presente en nuestra Guerra Civil, entre los más de cuatro mil italianos antifascistas (4.122) que vinieron a combatir a Franco en las filas de las Brigadas Internacionales, y que se dejaron aquí más de seiscientos muertos. Y, además, dentro de la XIII Brigada Internacional se encuadró una batería de cañones a la que se bautizó como “Batería Antonio Gramsci”, una unidad de artillería equipada por dos cañones de 110, y cañones Vickers Armstrong del 75. Esta batería entró en combate en los frentes de Teruel, Porcuna, Huesca, y en las batallas de la zona Centro-Sur.
Las Brigadas Internacionales como tales, no estuvieron en Euskadi. Porque tras su formación, en octubre de 1936, su cuartel de instrucción se ubica en Albacete, que es donde acuden todos los internacionalistas para recibir formación militar y de armas, de la que carecían por completo. Entran por los Pirineos y Catalunya; porque para entonces Euskadi y el norte están aislados del resto de la zona republicana, por Navarra y Castilla, en manos franquistas.
Por esa razón no pudieron venir las unidades militares de los internacionalistas. Pero sí vinieron algunos jefes, que tuvieron presencia en el Ejército vasco. En este HERRI, dedicado a la figura de Antonio Gramsci, queremos homenajear la memoria de tantos antifascistas italianos, la mayoría del Partido Comunista Italiano que fundara Antonio Gramsci, que acudieron a ayudar a la República desde el primer momento. Como aquel contingente de italianos de la primera hora, que llegó a Irún en los primeros días del golpe militar, contándose en la ciudad fronteriza al menos 24 italianos, de los que 7 se dejaron la vida defendiendo la libertad en Irún: Bertoni, Diviach, Donati, Gojak, Gorizia, Martini y Zustovich. Y entre los jefes militares, el más relevante fue Nino Nanetti, comunista italiano, perseguido como Gramsci por Mussolini, por lo que había tenido que escapar a Francia, desde donde llegó.
Nino Nanetti nació en Bolonia en 1906. Era obrero meta-lúrgico de profesión. En 1923, tras haberse producido la llamada «marcha sobre Roma», Nanetti comenzó a militar en el movimiento socialista, manteniendo una gran actividad en la clandestinidad. En 1924 es herido con una grave conmoción cerebral, en un enfrentamiento con los fascistas en Bolonia. En 1925, es herido en un brazo en un nuevo enfrentamiento con los fascistas en su ciudad. En ese clima de persecución de la dictadura fascista ya instalada en Italia, evoluciona hacia el comunismo, siendo uno de los dirigentes de la juventud comunista italiana. En junio de 1927 es detenido por las autoridades fascistas.
Pasa un tiempo en prisión y luego es confinado en la isla de Lipari, donde está hasta febrero de 1930. Ante el riesgo de ser arrestado de nuevo, en otoño de 1931 decide escapar a Francia, instalándose en Toulouse y trabajando como obrero mecánico. Cuando se produce el llamamiento a formar las Brigadas Internacionales para ayudar a la República española, Nino acude de inmediato. Tras instruirse en el cuartel de Albacete y ya formando parte de las Brigadas, participa en la defensa de Madrid, y en la exitosa batalla de Guadalajara. En el combate se destacan sus cualidades militares y organizativas, por los que es puesto al mando de varias unidades, la 35 Brigada mixta, y luego la 12 División, que está compuesta de 3 Brigadas con 12 batallones cada una, más un regimiento de caballería, dos trenes blindados y un batallón de ingenieros. En total más de 10.000 soldados a sus órdenes.
En la primavera de 1937 solicita ser enviado a Bizkaia, donde la situación es muy grave; tras aceptarse su petición es enviado por la República para reforzar la dirección del ejército en Euskadi. Colabora con el irunés Manuel Cristóbal Errandonea, que tras la formación del ejército vasco comanda la VI Brigada mixta, formada por 4 Batallones: el “Rosa Luxemburgo”, el “UGT nº13”,; el Amuategui; y el “Rebelión de la Sal”. Cuando Cristóbal Errandonea es herido en junio de 1937 en las posiciones del Cinturón de Hierro de Bilbao, se le da a Nino Nanetti el mando de los cuatro batallones de la VI Brigada. Participa en los combates en el Cinturón de Hierro, y en la defensa de Bilbao. Tras la caída de la capital, se reestructuran las unidades en retirada y le es confiado el mando de la 2ª División Vasca, siendo herido el 16 de junio por la metralla de un bombardeo franquista sobre el cuartel general republicano en Zalla. Es sustituido al mando de sus tropas de la 2ª División Vasca, tras su herida, por otro irunés, por el último general del alarde de San Marcial y juez de Irún, Nicolás Guerendiain. Evacuado al hospital de Santander, Nino Nanetti muere el 21 de julio de 1937, a la edad de 31 años.
Así describe en sus memorias la vida y muerte de Nino Nanetti la célebre revolucionaria italiana Teresa Noce.
La muerte de Nino Nanetti
No recuerdo la fecha en que llegaron las noticias de la muerte de Nino Nanetti, que cayó en el frente de Bilbao. Sólo recuerdo mi llanto desesperado boca abajo en la cama. Porque Nanetti, además de ser un compañero, era un amigo querido al que quería como a un hermano. Y como había sucedido muchos años antes con la muerte de mi hermano, repetí que Nino no debía ni podía morir. Era demasiado joven, demasiado bueno, demasiado bello.
Nino tenía 31 años, pero la suya había sido la vida de un luchador proletario, un comunista. Si esa corta vida tuvo el encanto cautivador de las vidas aventureras y heroicas fue porque había sabido en un corto período de tiempo, transformarse de un trabajador mecánico en un líder comunista, en un comandante militar, yendo de la fábrica a la academia, cruzando ilegalmente las fronteras de media Europa, de Italia a la Unión Soviética, de Francia a España.
A los 16 años de edad, el joven trabajador boloñés, desafiando a las escuadras fascistas, a las porras y al aceite de ricino, se había unido a la juventud socialista de su ciudad. En su fábrica además de los jóvenes socialistas, eran activos los comunistas, y aún más numerosos los jóvenes sin partido, o los católicos. Con éstos, Nino discutía todos los días para unirlos, para defender los restos de libertad que el fascismo aún no había logrado reprimir. En las luchas y discusiones surgió un problema con particular claridad en la conciencia de Nino, “la necesidad de unir a las fuerzas antifascistas”, de modo que él fue el organizador del frente unificado juvenil comunista-socialista-católico de Bolonia. Desde ese primer embrión de la unidad de los trabajadores, se le delegó para viajar a la Unión Soviética junto con otros jóvenes italianos de diversas corrientes antifascistas.
Regresó de la URSS fortalecido políticamente e ideológicamente, pero para evitar el arresto debió abandonar Bolonia. Se fue a Génova, donde fue detenido y confinado a Lipari. Después de los años de confinamiento, reanudó su actividad antifascista pero era demasiado conocido y debió exiliarse, pasando al trabajo clandestino.
El 18 de julio de 1936, la fecha del comienzo de la guerra civil española, Nanetti estaba en Toulouse. Y Toulouse estaba demasiado cerca de España para que Nino pudiera resistir la llamada de la lucha abierta contra el fascismo. Pocas horas después, el 19 de julio, Nino cruzó la frontera. El primero de un gran contingente de voluntarios antifascistas para combatir junto al pueblo español. Inmediatamente corrió al frente como un simple miliciano. Luego, la Juventud española le encargó formar el primer “Batallón de la juventud”. En ese momento Nanetti ya había combatido en Tardienta organizando lo que los falangistas llamaron a la “Batería fantasma” y que en realidad estaba compuesta por un cañón montado sobre un camión y operado por dos hombres: Nino y un compañero español.
Combatió en Huesca y volvió nuevamente a Tardienta. Organizó el “Batallón de la juventud” (unos 500 hombres), lo instruyó, se convirtió en su comisario político y lo condujo al frente, donde la batalla era más intensa, en el Madrid asediado por el enemigo. Combatió en todas partes y terminó tomando el mando militar de la unidad. Así adquirió la capacidad de un verdadero comandante de un ejército popular. Organizó la defensa de la Sierra y fue nombrado teniente coronel, al mando de seis batallones. De batalla en batalla se convierte en comandante de brigada y en Guadalajara en comandante de división. Una “División” que en realidad todavía no existía y que Nino tuvo que organizar en pleno fragor del combate. Después de haber tomado al enemigo cinco ciudades, Nanetti se encuentra a la cabeza de diez mil hombres, todos españoles, excepto el comandante de brigada, Zanoni, un socialista italiano. Fue esa División la que, bajo la dirección de Nanetti, organizó la primera academia militar para la formación de cuadros de trabajadores.
Cuando en Bizkaia y en el frente de Bilbao la situación empeoró, Nino solicitó ser enviado con urgencia a esa región. Durante largos meses, los mineros de Asturias y Galicia, junto con los católicos de Bizkaia y Euskadi, habían defendido firmemente las últimas posiciones alrededor del puerto de Bilbao. Conservar la ciudad era de capital importancia para la suerte de la republica. La petición de Nanetti fue aceptada y el joven comandante comparte partió para la que sería su última misión. Como proletario y como comunista estaba listo para la lucha y para la muerte. Para la lucha que lo esperaba cruel y mortal, para la muerte que iba a golpearlo a los 31 años, después de un mes de terrible sufrimiento.
Teresa Noce
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