El primer grupo guerrillero vasco.
“El Comandante Barroso fue detenido. El resto de los guerrilleros han pasado largos años en las prisiones franquistas”.”
El mes de Octubre de 1944 no es sino el comienzo de las incursiones en España de las guerrillas, que pasarían por dos tácticas diferentes. La improvisada, anárquica y frustrada tentativa del Bidasoa, y la lenta más meditada, más preparada llegada de pequeños grupos guerrilleros camino de distintas zonas del país. Siguiendo el minucioso plan establecido después de pasar por un curso político y de táctica de la guerra de guerrillas en la famosa escuela de Toulouse, al igual que otros muchos jefes guerrilleros, crucé la frontera clandestinamente por la provincia de Gerona para llegar a Madrid vía Barcelona.
En Madrid, tras una breve entrevista con Agustín Soroa, responsable del Partido Comunista de España en esta época de clandestinidad, me dirigí a la zona que se me asignó: Bizkaia-Gipuzkoa-Santander-Picos de Europa. Han transcurrido muchos años. Hay casos en la vida que el tiempo no los borra. Cuando fijo mi memoria en aquellos hechos de los que fui organizador y protagonista, se me forma un nudo en la garganta al recordar a los camaradas que compartíamos las responsabilidades del movimiento guerrillero, y que cayeron en combate o ante los piquetes de ejecución del franquismo: MANUEL SANCHEZ, JUAN ROS, CRISTINO GARCIA, MANUEL CASTRO, JOSE VITINI, JESUS CARRERA, LUIS WALTER, ENRIQUE ALEGRE, EUSTASIO MADROÑO, RAMON VIA, ANTONIO MEDINA, JOSE MALLO, ALGEL CARRE-RO, AGUSTIN SOROA, FERMIN ISASA, JOAQUIN PUIG, SANCHEZ VIENA, ROZA, GAYOSO, SEOANE, VILLAVOY, MUÑO, PELAYO, PICHON, MESTRE, VALVERDE, ORTIZ, ORTUÑO, NAVA, PEREGRIN, MATEO OBRA, SATURNINO LOPEZ, MIÑON, y de tantos y tantos otros que hacen interminable la larga lista de los caídos en las guerrillas y en el trabajo político, testimonian la lucha enconada de los combatientes comunistas contra la dictadura franquista por los ideales de libertad y de democracia.
Me establecí en Bilbao en casa de una admirable familia de antifranquistas en espera de la llegada de los grupos guerrilleros, los “Maquis”, como aquí se les llamó, procedentes de Francia y destinados a la zona bajo mi responsabilidad. El primero de estos grupos lo componían 10 hombres y una mujer. La mayoría de ellos habían participado en la lucha contra los alemanes en Francia, salvo Chopitea, Lapeira y Marcelo Usabiaga que habían llegado fugados recientemente de España.
Durante el mes de octubre, miembros de este grupo efectuaron varias incursiones de exploración en la zona comprendida entre Yanci y Endarlaza, al objeto de buscar las mejores vías de penetración para grupos y también para que los combatientes que habían actuado sólo en Francia, se fueran habituando a recorrer España y se fueran compenetrando con los pasos de frontera para servir posteriormente de guías. En el periodo de preparación y organización del grupo hubo discusiones que reflejaban el estado de ánimo que reinaba en aquella época en algunos jefes guerrilleros que habían actuado en Francia. Sin duda alguna, éstos vivían con el espíritu un tanto triunfalista de la lucha victoriosa contra los alemanes en Francia y minimizaban los tremendos inconvenientes que planteaba la lucha contra la dictadura franquista en España. Por ejemplo, se afirmaba que los recién llegados de España no habían vivido la lucha contra los alemanes, y que estaban influenciados por las dificultades del interior de España, que no eran tantas. Que veían poco menos que fantasmas. Uno de aquellos días fue presentado un vasco que resultó ser Lecumberri. Venía de Eibar. Anteriormente había estado en el “Maquis” en Francia. Según explicaba éste había sido enviado a España no hacía mucho tiempo, y volvía con el fin de acelerar al máximo el envío de armas de todo tipo a Eibar, afirmando que en España había tal ambiente que miles de hombres esperaban la llegada de las armas para iniciar la lucha. Entre los recién llegados de España estaba Marcelo Usabiaga, que había llegado en septiembre de 1944 fugado de un destacamento penal situado en Arrona a unos 25 km de Eibar, y mostraba su escepticismo ante tales afirmaciones, agregando que tuvo que escaparse junto con otros tres camaradas porque les llegó la noticia de que la policía venía a por ellos, a causa de unos sabotajes que se efectuaron en la fábrica de cementos donde trabajaban los presos. Esta fábrica suministraba cemento a los alemanes para la construcción de su famoso muro del Atlántico.
A pesar de las discusiones, el espíritu de lucha antifascista se impuso y se llevaron adelante la preparación y la organización de la marcha. Se dedicaron unos días al aprendizaje del manejo de los explosivos, y a la acumulación de datos y contactos en el interior de España. El objetivo principal era situar una base de guerrillas en una de las zonas montañosas de Euskadi, y si esto no fuera posible, desplazarse hacia Asturias apoyándose en el destacamento guerrillero de los Picos de Europa. La organización quedó ultimada. El jefe del grupo sería Barroso, Lapeira se encargaría de los problemas de organización, y Marcelo de la agitación y de la propaganda.
Se quedó en que nada más cruzar la frontera se establecería contacto con el responsable de las guerrillas de Irún. En Hendaya se ultimaron todos los detalles del paso con el Sr. Benac, especialista en pasos de frontera en este sector. Hubo que esperar unos días a que pasase la luna para poder desembarcar en las espaldas del monte Jaizkibel, haciendo el viaje en lancha y teniendo que cruzar la barra de Fuenterrabia. La mar estaba muy mala y no parecía probable un cambio próximo. Se decidió entonces con el Sr. Benac realizar el paso por la playa de los Frailes, en la punta de la ría de Fuenterrabia. Era muy difícil la ascensión por el acantilado que existe allí. Sin esperar más tiempo se fijó el día de la partida que se efectuó en dos grupos. Se embarcó de noche. El paso, aunque difícil, se hizo sin novedad. Pero hubo una y grave, y que a la larga fue decisiva. Consistió en haberse extraviado al escalar las rocas del acantilado un cargador de metralleta Sten. Una vez en Irún el Sr. Benac dejó al grupo en un caserío a la espera de la noche siguiente. El caserío estaba situado en el barrio de Mendelu. El grupo estableció contacto con el responsable de las guerrillas de Irún quien decidió buscar un punto de apoyo en San Sebastián. Este punto de apoyo resultó insuficiente porque no se podía pasar la noche en él. Y provocó muchos inconvenientes. Esta circunstancia obligó al grupo a separarse. Tres se fueron a Bilbao y dos se quedaron en San Sebastián, en casa de la familia de unos de los guerrilleros, Regino, a la espera de las mochilas con el armamento, y también a la espera de la llegada del segundo grupo. Estando en casa de la familia de Regino, llegó el segundo grupo, y se le envió directamente a Eibar con Lecumberri a la cabeza. También se presentó el Sr. Benac para informar que el armamento estaba depositado en lugar seguro. Al día siguiente volvió el Sr. Benac para informar que la policía andaba detrás de él en Fuenterrabia y que era preciso darse mucha prisa. Que él, como medida de precaución, se volvía rápidamente a Francia y que no volvería a España en un largo periodo. Al grupo le pareció la información muy peligrosa, pero decidió no marcharse en el momento para poder esperar a Lapeira que debía de volver de Bilbao para decidir el destino de las mochilas con las armas. Volvió Lapeira a las cuatro de la tarde, y volvió a salir para realizar algunas gestiones estableciendo nueva cita a las nueve de la noche para tomar decisiones ante las noticias dadas por el Sr. Benac en relación con los pasos de la policía. Pero a las ocho de la noche, Marcelo y Regino, los dos que quedaban en casa de los familiares de Regino en San Sebastián fueron detenidos por un grupo de policías, encabezado por Melitón Manzanas. A pesar de todo lo que hicieron para abreviar los trámites, con el fin de ganar tiempo y salvar a Lapeira que tenía que llegar a las nueve de la noche, no lo pudieron evitar. Entre el cacheo, declaraciones, golpes a granel, pasó el tiempo, y poco antes de las nueve enviaron a un agente con el coche de la policía en busca de un taxi ya que todos no cabían en un sólo coche. La fatalidad fue que Lapeira fue puntualísimo. Llegó a las nueve, no viendo nada anormal en la calle subió al piso y allí lo detuvieron junto a los otros.
Más tarde el resto de los grupos fueron cayendo uno a uno. En plena calle, en Bilbao, fue localizado el jefe del grupo el Comandante Barroso con otro guerrillero. Barroso se lanzó contra los policías, para que el que iba con él consiguiera escapar, cosa que hizo, y más adelante pudo cruzar la frontera para refugiarse en Francia. El Comandante Barroso fue detenido. Un Consejo de Guerra le condenó a muerte y fue ejecutado. El resto de los guerrilleros han pasado largos años en las prisiones franquistas.
“Combates por la libertad”
Victoriano Vicuña, alias “Julio Oria”.
Comandante de guerrilleros