PEQUEÑO VALS EN LA VIENA ROJA

Toma este vals con la boca cerrada”.

“En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada”.

“Pequeño vals vienés” (Federico G. Lorca)

En junio de 1997, una mujer de 100 años baila un vals en el mismo salón del Museo de las Artes aplicadas de Viena donde, tres años antes, se había celebrado una exposición-homenaje a su trayectoria como arquitecta. Se llama Margaret Schütte-Lihotzky, aunque siempre firmó con su diminutivo de Grete,

y había sido la primera arquitecta austriaca. Esta mujer, desde su compromiso político, era participe y testigo de primera fila de la historia de la Viena, y de la Europa del siglo XX.

En el año 1919, tras la I Guerra Mundial, se produce la caída del imperio austrohúngaro y se proclama la primera república austriaca. Accediendo al poder el partido socialdemócrata, siendo elegido como ministro de exteriores, Otto Bauer, principal exponente del llamado austromarxismo, que en un primer momento propone la unión de Austria con la republica alemana de Weimar; una aspiración que las potencias vencedoras bloquean. La política de la nueva republica se centra en la realidad de la política social, en la actuación sanitaria, educativa y de vivienda. El nuevo ordenamiento jurídico, entre otras conquistas sociales, como el voto universal, permite a las mujeres integrarse como profesionales en la sociedad, y en el caso de Grete estudiar arquitectura.

La Viena de posguerra se convierte en lugar de inmigración de mucha gente en busca de trabajo. Su población aumenta exponencialmente llegando a los dos millones de personas, y generando en la periferia de la ciudad, bolsas de pobreza y miseria, siendo foco de epidemias, recordemos que a la tuberculosis, se la denominó la “enfermedad de Viena”, como reflejo de la situación sanitaria del momento. La vivienda era escasa en número, circunstancia agravada ante la nueva avalancha demográfica. La promoción privada entre 1900 y 1914, había ejecutado viviendas de alquiler, que eran infrahumanas, de mala calidad constructiva, con espacios entre 5 y 10 m2 donde se desarrollaba la vida de familias completa de 8 o 9 personas, sirviendo de dormitorio, cocina, etc.; estando muy lejos de una calidad de vida digna.

Se daba el caso de que la proporción de superficie exigida por recluso en las cárceles, era mayor que la que tenían esas viviendas. Estudios de 1910, señalaban que el 58% de los vieneses no disponía de una cama para uso individual, y que el 71% de las viviendas de Viena eran este tipo de apartamentos infames. Esta situación social límite, había generado la necesidad de reforma social latente, ejemplo de esa inquietud es la fundación del partido comunista austriaco, KPO, en 1919, uno de los primeros de Europa.

Este contexto social y el mencionado voto universal, produce la victoria del Partido Socialdemócrata Obrero Austriaco, en las elecciones del municipio de Viena. Comienza un periodo conocido como la “Viena Roja”, que finalizará en 1933 con la instauración en Austria de una dictadura de corte fascista.

Una de las prioridades del gobierno vienés fue resolver el grave problema de la vivienda, para lo cual desarrolló un ambicioso Plan de Vivienda Pública. La Ley federal en la que se apoyaba esta intervención, comprendía un conjunto de actuaciones de variada perspectiva. Por un lado se limitaba el precio del alquiler, que pasaba del habitual 30% del sueldo de un trabajador, a limitarlo a un máximo de un 4% de sus ingresos; por otro lado posibilitaba aplazar dicho pago en el caso de enfermedad o desempleo.

También se propició la ocupación de viviendas desocupadas, llegando a prohibir los desahucios. Estas medidas fueron desfavorablemente aceptadas por parte de la sociedad propietaria vienesa, generándose protestas importantes. Complementariamente, el gobierno municipal materializó un programa de intervención pública para la construcción de numerosas viviendas sociales para alquiler. Así en 1923, el gobierno vienés, con autonomía propia en muchos aspectos, financió la construcción de viviendas sociales a través de impuestos especiales.

Estos impuestos eran variados, como el relativo a la propiedad de viviendas, pero sobre todo fue el gravamen al “lujo” lo que generó recaudaciones importantes; se gravó el champagne, la buena mesa, las carreras de caballos, el número de criados en las residencias, e incluso algunos espectáculos, así hasta unos 18 conceptos. El municipio no necesitó endeudarse, ya que los nuevos impuestos permitieron la financiación de todo el programa de construcción, y por otro lado esta actividad constructiva favoreció la generación de empleo. Entre 1923 y 1933, se construyen más de 65.000 viviendas para alquiler.

Los apartamentos contaban con los adelantos técnicos de la época (cocina, cuarto de baño y agua corriente), incidiendo en que las viviendas estuviesen bien aisladas, bien ventiladas, y que tuvieran accesos a elementos comunitarios como gimnasios, piscinas y guarderías. El modelo tipológico seleccionado fue el de los grandes complejos multifamiliares en bloque, aunque con promociones también de viviendas unifamiliares o adosadas. Los complejos residenciales en bloque conforman interiormente los “Hof”, patios de grandes dimensiones que además de jardines interiores, incluyen los servicios comunes señalados. El buque insignia fue la Karl Marx-Hof, construida entre 1927 y 1930 con unas 1.300 viviendas de entre 30 y 60 metros cuadrados. A pesar de su magnitud, la ocupación de parcela es muy baja, en torno a un 18%.

Esta política de creación de vivienda de alquiler pública, materializó unas 6.000 al año durante 11 años; paralizándose con la toma del poder del canciller nacional socialista que modificó la constitución y disolvió el parlamento.

Esa política se retomó tras la II Guerra Mundial y persiste hasta hoy. Actualmente en torno al 30% de la población vienesa vive en viviendas sociales, unas 220.000 viviendas son de propiedad municipal y otras 240.000 son gestionadas por cooperativas vinculadas a sindicatos y partidos políticos.

La población actual vienesa es de 1,6 millones de personas, y aunque existe un mercado de vivienda de alquiler libre con precios desorbitados, éste está mediatizado por el mercado público, al que puede acceder cualquier vienes. La comparativa con estos lares no es optimista, la Comunidad Autónoma de Andalucía aquí es la primera, con 50.000 viviendas de alquiler para 8,5 millones de habitantes, seguida por Euskadi con 24.000 viviendas para 2,187 millones.

Cuando la nueva republica austriaca inicia su andadura, Grete comienza su senda profesional. En 1919, con 22 años, viaja a Holanda acompañando durante 7 meses a hijos de trabajadores austriacos como terapia frente al horror vivido en la guerra. Su estancia en Holanda, país puntero en la creación de vivienda social en ese momento, le sirve para aprender planificación y soluciones constructivas novedosas que le servirán para su labor profesional posterior.

En Viena es invitada a participar en un concurso de arquitectura para la construcción de un nuevo barrio obrero. La preparación para su propuesta, no es solo técnica, sino fruto reflexivo de la observación de la realidad social de los futuros usuarios, sumergiéndose en la situación miserable de parte de la sociedad vienesa, Posteriormente señalaría: “No conocía entonces el gran dicho de Heinrich Zillens “a un ser humano se le puede matar de la misma forma que con un hacha, con un piso”.

El jurado del concurso, sabiendo que había una mujer arquitecta entre los presentados, presupone que será la autora de un proyecto dibujado a acuarelas, bucólico, alejado de la realidad; apostando por una propuesta en la que se valoraba tanto la interesante racionalidad de los espacios, como las referencias novedosas constructivas. Esa propuesta era la de Grete, que siempre recordaba sonriente el chasco del jurado al descubrir que era ella. Este concurso, no ejecutado, le permite trabajar desde 1921 en la oficina de vivienda de Viena, con Adolf Loos como arquitecto jefe.
Ahí desarrolla viviendas, principalmente unif amiliares, estudiando la posibilidad de crecimiento de las mismas según variaban las necesidades, proponiendo hasta 24 variantes:
Y también diseñando bloques de viviendas en los que introduce una solución para ventilación cruzada para mejorar las condiciones higiénicas. En 1924 contrae la tuberculosis debiendo recluirse en un hospital temporalmente.

En 1925 el arquitecto Ernst May, jefe del Departamento de Desarrollo Urbano de Frankfurt, que está desarrollando un programa de 15.000 viviendas, en barrios de baja densidad, en torno a un gran cinturón verde que envolverá a la ciudad vieja; le ofrece a Grete un puesto en su oficina técnica. Grete lo acepta y va a Alemania.

El equipo que reunía dicha oficina contaba con unos 20 arquitectos, entre ellos Walter Gropius, posterior fundador y director de la Bauhaus. Era un ambiente técnico sobresaliente, de investigación y aplicación práctica, a todos los niveles, desde lo constructivo, pasando por el diseño, hasta lo urbano. Cada técnico tenía una responsabilidad, Grete desarrolla la posteriormente llamada “cocina de Frankfurt”, en la que diseña la cocina óptima para las viviendas modernas. La cocina es analizada desde un punto de vista nuevo. Se estudian los recorridos para hacerlos más cortos, se propone el color azul verdoso porque ese color no atrae a las moscas, se diseñan cajoneras metálicas ya que en este material no anidan insectos como en la madera, se dota de agua fría y caliente a la fregadera, se optimiza el almacenaje. Su diseño de cocina se industrializa a la manera tayloriana. Su trascendencia no es solo a nivel de Frankfurt o Alemania, el gobierno francés la instaló en cerca de 100.000 viviendas en esa época.

Reflexiona sobre las necesidades derivadas de diferentes experiencias vitales, la de mujeres solas o las parejas jóvenes, abogando por viviendas con programas específicos para esos casos.

Defendiendo que eran los ingresos de las personas, y no los ideales formales los que determinaban los proyectos; la racionalización y fabricación en serie eran necesarias para obtener alquileres más bajos; la racionalización de la organización doméstica debía servir especialmente para tener más tiempo para la educación de hijos, la cultura, el tiempo libre y el deporte. Grete se sorprende de que en esa oficina no se tenga más perspectiva que la profesional, y que socialmente no se comprometan. Grete se convence de que la arquitectura sola no puede ayudar a la sociedad a mejorar, sino que debe de acompañarse de un compromiso ético político, como palanca real de cambio.

En octubre de 1930 se traslada a Moscú. Participa en el primer plan quinquenal (1928-1933), con otros 17 arquitectos del equipo de Ernst May, él incluido, y su marido, Wilheim Schutte, A la llamada soviética de mano de obra altamente cualificada habían acudido cientos de arquitectos, formando parte de las denominadas “brigadas”, en las que participaron arquitectos de talla mundial: Erich Mendelshon, Bruno Taut Hannes Meyer, Le Corbusier, o Frank Lloyd Whrigt entre otros.

La brigada de Grete se encargó de la construcción de barrios y ciudades para la industria pesada, siendo ella la responsable de las construcciones para jóvenes y niños (escuelas, guarderías, clubs). Durante su estancia en la URSS, de 1930 a 1937, realiza viajes a China y Japón. Es en ese periodo cuando Austria pasa a tener un gobierno marcadamente nazi, que disuelve el parlamento en 1933 e ilegaliza los partidos; siendo anexionada por el Reich en 1938. Grete asume su condición antifascista, y viaja a Londres con su marido, para trabajar en la resistencia contra el nazismo, pero no consiguen ganarse la vida profesionalmente.

El arquitecto exiliado alemán Bruno Taut, que había recalado en Estambul, les propone trabajar para el gobierno turco, oferta que aceptan realizando diferentes trabajos de carácter educacional.

Estambul es un hervidero de exiliados europeos y un centro de espionaje internacional. Grete y su marido ingresan en el Partido Comunista Austriaco (KPO) en el que ella militará hasta el fin de sus días. Lo que aumenta su compromiso antifascista, pasando a la acción clandestina en Austria, tras un corto curso de espía, donde se formó en cuestiones de seguridad, para evitar seguimientos y utilización de códigos. Grete recuerda en una entrevista, cómo, teniendo un mensaje en clave, debía de ir a la otra punta de Viena para decodificarlo mediante las claves que estaban allí, en un libro, en lugar seguro. Para hacerlo, transcribe el mensaje en un papel de fumar y, oculto en el oído, lo lleva hasta ese lugar.

El grupo resistente ene la que actúa Grete, formado por unas 300 personas, militantes y simpatizantes del KPO, cae a manos de la Gestapo, siendo condenada a muerte por alta traición, permutándose posteriormente esa pena por 15 años de prisión. Entre los condenados a muerte y ejecutados está su contacto en Viena, el arquitecto Erwin Pushman. Grete, en la cárcel, consigue descubrir quién es el traidor, y para poder comunicar su nombre a los otros presos, todos en régimen de aislamiento, lo escribe en el fondo de la tinaja donde todos beben en el patio. Permanece en prisión durante 4 años, hasta la liberación de Viena, y, aunque ella no fue torturada, vio como otros compañeros de partido si lo fueron, algunos hasta la muerte. Esa memoria le acompañará siempre; presidiendo su lucha diaria antifascista.

Tras salir de la cárcel, viaja en 1946 hasta Sofía, donde realiza proyectos de escuelas. Al regreso, en Viena, funda con la actriz Lina Loos, también militante comunista, la Unión de las Mujeres Democráticas de Austria, para reivindicar los derechos de las mujeres. Fue nombrada presidenta en 1948, y desde 1969 presidenta honoraria. Es una organización de mujeres progresistas, vinculada al KPO.
En Austria, la nueva clase política utiliza en las elecciones el miedo al comunismo como estrategia, y, paralelamente, intenta borrar el peso de los comunistas en cualquier organismo. Entre 1945 y 1950, con la tutoría de los aliados vencedores de la guerra, y con el plan Marshall en marcha, cualquier atisbo comunista va desapareciendo de las instituciones.
La Asociación Nacional de Resistentes y Victimas del fascismo es disuelta por el Ministro del Interior, por haber sido influenciada por los comunistas. Las presidencias de los clubes deportivos, en los que los comunistas habían llegado a cubrir más de un tercio de las presidencias, se ven reducidas a cero; se llega incluso a expulsar al sindicato comunista de la federación austriaca de sindicatos. En ese clima, numerosos científicos y artistas vinculados al KPO, optan por emigrar a la Alemania Democrática ante la falta de perspectivas y rechazo institucional.

La estrategia de reconstrucción austriaca era “integrar a la derecha, y marginar a la izquierda”. Con esta filosofía se recupera a ciudadanos con pasado colaboracionista nazi y se excluye a los resistentes; actitud muy lejos del lema inicial de mantener el “espíritu de los campos de concentración”, de carácter unitario y antifascista.

Grete no trabaja para la administración pública, por su militancia. En este aislamiento, que abarca casi 20 años, Grete contempla como otros arquitectos, con pasado nazi, reciben encargos importantes. Grete es apartada de la primera línea profesional y publica, realizando en ese periodo sólo dos guarderías públicas. Grete continua con su militancia, trabajando para el KPO, y para la Unión de Mujeres. Visita Cuba en 1961 y 1963 como asesora en edificios para la infancia. En mayo de 1968, los jóvenes recuperan su memoria, y acuden a Grete que participa activamente en asambleas y manifestaciones.

Empieza a recibir menciones tardías, como la del mérito por la liberación de Austria en 1978; pero no es hasta 1981 cuando se realiza la primera exposición de su obra, a raíz de la concesión del premio de Arquitectura de la ciudad de Viena. En 1988 se le concede la Mención de honor de las Ciencias y las Artes, de gran importancia en Austria, pero Grete la rechaza al saber que iba a ser impuesta por el presidente de Austria, Kurt Walheim, que había sido oficial de las SS.

En 1993, se convocó un concurso en Viena para una construcción llamada en su honor “Margarete Schütte-Lihotzky-Hof”. El proyecto debía ser realizado íntegramente por arquitectas, y se centraba en cómo desde un programa de vivienda, se podía facilitar la incorporación en igualdad de oportunidades de las mujeres en el mundo público
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La casa de 55 m2 en la que vivió sus últimos 30 años, es un museo, un espacio para la información, la investigación de las arquitectas austriacas, equipada con una cocina “Frankfurt”, y una sala de exposiciones. Murió en el año 2000 con 103 años.

En 1993 celebró su centenario bailando un vals. El vals es un baile de origen popular en el que por primera vez el hombre y la mujer están uno en brazos de otro, y en el que se gira en torno a un centro virtual, que se desplaza con los bailarines. Una metáfora de la vida de Grete, que adoraba el baile, y que se desplazó a lo largo de la sala del mundo, sin perder el centro de sus convicciones que se desplazaron con ella, sin cambiarlos , pero sobre todo un baile como su actitud ante la vida y la adversidad: alegre.

 

Lorenzo Goikoetxea

Arquitecto