PEQUEÑO VALS EN LA VIENA ROJA

PEQUEÑO VALS EN LA VIENA ROJA

PEQUEÑO VALS EN LA VIENA ROJA

Toma este vals con la boca cerrada”.

“En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada”.

“Pequeño vals vienés” (Federico G. Lorca)

En junio de 1997, una mujer de 100 años baila un vals en el mismo salón del Museo de las Artes aplicadas de Viena donde, tres años antes, se había celebrado una exposición-homenaje a su trayectoria como arquitecta. Se llama Margaret Schütte-Lihotzky, aunque siempre firmó con su diminutivo de Grete,

y había sido la primera arquitecta austriaca. Esta mujer, desde su compromiso político, era participe y testigo de primera fila de la historia de la Viena, y de la Europa del siglo XX.

En el año 1919, tras la I Guerra Mundial, se produce la caída del imperio austrohúngaro y se proclama la primera república austriaca. Accediendo al poder el partido socialdemócrata, siendo elegido como ministro de exteriores, Otto Bauer, principal exponente del llamado austromarxismo, que en un primer momento propone la unión de Austria con la republica alemana de Weimar; una aspiración que las potencias vencedoras bloquean. La política de la nueva republica se centra en la realidad de la política social, en la actuación sanitaria, educativa y de vivienda. El nuevo ordenamiento jurídico, entre otras conquistas sociales, como el voto universal, permite a las mujeres integrarse como profesionales en la sociedad, y en el caso de Grete estudiar arquitectura.

La Viena de posguerra se convierte en lugar de inmigración de mucha gente en busca de trabajo. Su población aumenta exponencialmente llegando a los dos millones de personas, y generando en la periferia de la ciudad, bolsas de pobreza y miseria, siendo foco de epidemias, recordemos que a la tuberculosis, se la denominó la “enfermedad de Viena”, como reflejo de la situación sanitaria del momento. La vivienda era escasa en número, circunstancia agravada ante la nueva avalancha demográfica. La promoción privada entre 1900 y 1914, había ejecutado viviendas de alquiler, que eran infrahumanas, de mala calidad constructiva, con espacios entre 5 y 10 m2 donde se desarrollaba la vida de familias completa de 8 o 9 personas, sirviendo de dormitorio, cocina, etc.; estando muy lejos de una calidad de vida digna.

Se daba el caso de que la proporción de superficie exigida por recluso en las cárceles, era mayor que la que tenían esas viviendas. Estudios de 1910, señalaban que el 58% de los vieneses no disponía de una cama para uso individual, y que el 71% de las viviendas de Viena eran este tipo de apartamentos infames. Esta situación social límite, había generado la necesidad de reforma social latente, ejemplo de esa inquietud es la fundación del partido comunista austriaco, KPO, en 1919, uno de los primeros de Europa.

Este contexto social y el mencionado voto universal, produce la victoria del Partido Socialdemócrata Obrero Austriaco, en las elecciones del municipio de Viena. Comienza un periodo conocido como la “Viena Roja”, que finalizará en 1933 con la instauración en Austria de una dictadura de corte fascista.

Una de las prioridades del gobierno vienés fue resolver el grave problema de la vivienda, para lo cual desarrolló un ambicioso Plan de Vivienda Pública. La Ley federal en la que se apoyaba esta intervención, comprendía un conjunto de actuaciones de variada perspectiva. Por un lado se limitaba el precio del alquiler, que pasaba del habitual 30% del sueldo de un trabajador, a limitarlo a un máximo de un 4% de sus ingresos; por otro lado posibilitaba aplazar dicho pago en el caso de enfermedad o desempleo.

También se propició la ocupación de viviendas desocupadas, llegando a prohibir los desahucios. Estas medidas fueron desfavorablemente aceptadas por parte de la sociedad propietaria vienesa, generándose protestas importantes. Complementariamente, el gobierno municipal materializó un programa de intervención pública para la construcción de numerosas viviendas sociales para alquiler. Así en 1923, el gobierno vienés, con autonomía propia en muchos aspectos, financió la construcción de viviendas sociales a través de impuestos especiales.

Estos impuestos eran variados, como el relativo a la propiedad de viviendas, pero sobre todo fue el gravamen al “lujo” lo que generó recaudaciones importantes; se gravó el champagne, la buena mesa, las carreras de caballos, el número de criados en las residencias, e incluso algunos espectáculos, así hasta unos 18 conceptos. El municipio no necesitó endeudarse, ya que los nuevos impuestos permitieron la financiación de todo el programa de construcción, y por otro lado esta actividad constructiva favoreció la generación de empleo. Entre 1923 y 1933, se construyen más de 65.000 viviendas para alquiler.

Los apartamentos contaban con los adelantos técnicos de la época (cocina, cuarto de baño y agua corriente), incidiendo en que las viviendas estuviesen bien aisladas, bien ventiladas, y que tuvieran accesos a elementos comunitarios como gimnasios, piscinas y guarderías. El modelo tipológico seleccionado fue el de los grandes complejos multifamiliares en bloque, aunque con promociones también de viviendas unifamiliares o adosadas. Los complejos residenciales en bloque conforman interiormente los “Hof”, patios de grandes dimensiones que además de jardines interiores, incluyen los servicios comunes señalados. El buque insignia fue la Karl Marx-Hof, construida entre 1927 y 1930 con unas 1.300 viviendas de entre 30 y 60 metros cuadrados. A pesar de su magnitud, la ocupación de parcela es muy baja, en torno a un 18%.

Esta política de creación de vivienda de alquiler pública, materializó unas 6.000 al año durante 11 años; paralizándose con la toma del poder del canciller nacional socialista que modificó la constitución y disolvió el parlamento.

Esa política se retomó tras la II Guerra Mundial y persiste hasta hoy. Actualmente en torno al 30% de la población vienesa vive en viviendas sociales, unas 220.000 viviendas son de propiedad municipal y otras 240.000 son gestionadas por cooperativas vinculadas a sindicatos y partidos políticos.

La población actual vienesa es de 1,6 millones de personas, y aunque existe un mercado de vivienda de alquiler libre con precios desorbitados, éste está mediatizado por el mercado público, al que puede acceder cualquier vienes. La comparativa con estos lares no es optimista, la Comunidad Autónoma de Andalucía aquí es la primera, con 50.000 viviendas de alquiler para 8,5 millones de habitantes, seguida por Euskadi con 24.000 viviendas para 2,187 millones.

Cuando la nueva republica austriaca inicia su andadura, Grete comienza su senda profesional. En 1919, con 22 años, viaja a Holanda acompañando durante 7 meses a hijos de trabajadores austriacos como terapia frente al horror vivido en la guerra. Su estancia en Holanda, país puntero en la creación de vivienda social en ese momento, le sirve para aprender planificación y soluciones constructivas novedosas que le servirán para su labor profesional posterior.

En Viena es invitada a participar en un concurso de arquitectura para la construcción de un nuevo barrio obrero. La preparación para su propuesta, no es solo técnica, sino fruto reflexivo de la observación de la realidad social de los futuros usuarios, sumergiéndose en la situación miserable de parte de la sociedad vienesa, Posteriormente señalaría: “No conocía entonces el gran dicho de Heinrich Zillens “a un ser humano se le puede matar de la misma forma que con un hacha, con un piso”.

El jurado del concurso, sabiendo que había una mujer arquitecta entre los presentados, presupone que será la autora de un proyecto dibujado a acuarelas, bucólico, alejado de la realidad; apostando por una propuesta en la que se valoraba tanto la interesante racionalidad de los espacios, como las referencias novedosas constructivas. Esa propuesta era la de Grete, que siempre recordaba sonriente el chasco del jurado al descubrir que era ella. Este concurso, no ejecutado, le permite trabajar desde 1921 en la oficina de vivienda de Viena, con Adolf Loos como arquitecto jefe.
Ahí desarrolla viviendas, principalmente unif amiliares, estudiando la posibilidad de crecimiento de las mismas según variaban las necesidades, proponiendo hasta 24 variantes:
Y también diseñando bloques de viviendas en los que introduce una solución para ventilación cruzada para mejorar las condiciones higiénicas. En 1924 contrae la tuberculosis debiendo recluirse en un hospital temporalmente.

En 1925 el arquitecto Ernst May, jefe del Departamento de Desarrollo Urbano de Frankfurt, que está desarrollando un programa de 15.000 viviendas, en barrios de baja densidad, en torno a un gran cinturón verde que envolverá a la ciudad vieja; le ofrece a Grete un puesto en su oficina técnica. Grete lo acepta y va a Alemania.

El equipo que reunía dicha oficina contaba con unos 20 arquitectos, entre ellos Walter Gropius, posterior fundador y director de la Bauhaus. Era un ambiente técnico sobresaliente, de investigación y aplicación práctica, a todos los niveles, desde lo constructivo, pasando por el diseño, hasta lo urbano. Cada técnico tenía una responsabilidad, Grete desarrolla la posteriormente llamada “cocina de Frankfurt”, en la que diseña la cocina óptima para las viviendas modernas. La cocina es analizada desde un punto de vista nuevo. Se estudian los recorridos para hacerlos más cortos, se propone el color azul verdoso porque ese color no atrae a las moscas, se diseñan cajoneras metálicas ya que en este material no anidan insectos como en la madera, se dota de agua fría y caliente a la fregadera, se optimiza el almacenaje. Su diseño de cocina se industrializa a la manera tayloriana. Su trascendencia no es solo a nivel de Frankfurt o Alemania, el gobierno francés la instaló en cerca de 100.000 viviendas en esa época.

Reflexiona sobre las necesidades derivadas de diferentes experiencias vitales, la de mujeres solas o las parejas jóvenes, abogando por viviendas con programas específicos para esos casos.

Defendiendo que eran los ingresos de las personas, y no los ideales formales los que determinaban los proyectos; la racionalización y fabricación en serie eran necesarias para obtener alquileres más bajos; la racionalización de la organización doméstica debía servir especialmente para tener más tiempo para la educación de hijos, la cultura, el tiempo libre y el deporte. Grete se sorprende de que en esa oficina no se tenga más perspectiva que la profesional, y que socialmente no se comprometan. Grete se convence de que la arquitectura sola no puede ayudar a la sociedad a mejorar, sino que debe de acompañarse de un compromiso ético político, como palanca real de cambio.

En octubre de 1930 se traslada a Moscú. Participa en el primer plan quinquenal (1928-1933), con otros 17 arquitectos del equipo de Ernst May, él incluido, y su marido, Wilheim Schutte, A la llamada soviética de mano de obra altamente cualificada habían acudido cientos de arquitectos, formando parte de las denominadas “brigadas”, en las que participaron arquitectos de talla mundial: Erich Mendelshon, Bruno Taut Hannes Meyer, Le Corbusier, o Frank Lloyd Whrigt entre otros.

La brigada de Grete se encargó de la construcción de barrios y ciudades para la industria pesada, siendo ella la responsable de las construcciones para jóvenes y niños (escuelas, guarderías, clubs). Durante su estancia en la URSS, de 1930 a 1937, realiza viajes a China y Japón. Es en ese periodo cuando Austria pasa a tener un gobierno marcadamente nazi, que disuelve el parlamento en 1933 e ilegaliza los partidos; siendo anexionada por el Reich en 1938. Grete asume su condición antifascista, y viaja a Londres con su marido, para trabajar en la resistencia contra el nazismo, pero no consiguen ganarse la vida profesionalmente.

El arquitecto exiliado alemán Bruno Taut, que había recalado en Estambul, les propone trabajar para el gobierno turco, oferta que aceptan realizando diferentes trabajos de carácter educacional.

Estambul es un hervidero de exiliados europeos y un centro de espionaje internacional. Grete y su marido ingresan en el Partido Comunista Austriaco (KPO) en el que ella militará hasta el fin de sus días. Lo que aumenta su compromiso antifascista, pasando a la acción clandestina en Austria, tras un corto curso de espía, donde se formó en cuestiones de seguridad, para evitar seguimientos y utilización de códigos. Grete recuerda en una entrevista, cómo, teniendo un mensaje en clave, debía de ir a la otra punta de Viena para decodificarlo mediante las claves que estaban allí, en un libro, en lugar seguro. Para hacerlo, transcribe el mensaje en un papel de fumar y, oculto en el oído, lo lleva hasta ese lugar.

El grupo resistente ene la que actúa Grete, formado por unas 300 personas, militantes y simpatizantes del KPO, cae a manos de la Gestapo, siendo condenada a muerte por alta traición, permutándose posteriormente esa pena por 15 años de prisión. Entre los condenados a muerte y ejecutados está su contacto en Viena, el arquitecto Erwin Pushman. Grete, en la cárcel, consigue descubrir quién es el traidor, y para poder comunicar su nombre a los otros presos, todos en régimen de aislamiento, lo escribe en el fondo de la tinaja donde todos beben en el patio. Permanece en prisión durante 4 años, hasta la liberación de Viena, y, aunque ella no fue torturada, vio como otros compañeros de partido si lo fueron, algunos hasta la muerte. Esa memoria le acompañará siempre; presidiendo su lucha diaria antifascista.

Tras salir de la cárcel, viaja en 1946 hasta Sofía, donde realiza proyectos de escuelas. Al regreso, en Viena, funda con la actriz Lina Loos, también militante comunista, la Unión de las Mujeres Democráticas de Austria, para reivindicar los derechos de las mujeres. Fue nombrada presidenta en 1948, y desde 1969 presidenta honoraria. Es una organización de mujeres progresistas, vinculada al KPO.
En Austria, la nueva clase política utiliza en las elecciones el miedo al comunismo como estrategia, y, paralelamente, intenta borrar el peso de los comunistas en cualquier organismo. Entre 1945 y 1950, con la tutoría de los aliados vencedores de la guerra, y con el plan Marshall en marcha, cualquier atisbo comunista va desapareciendo de las instituciones.
La Asociación Nacional de Resistentes y Victimas del fascismo es disuelta por el Ministro del Interior, por haber sido influenciada por los comunistas. Las presidencias de los clubes deportivos, en los que los comunistas habían llegado a cubrir más de un tercio de las presidencias, se ven reducidas a cero; se llega incluso a expulsar al sindicato comunista de la federación austriaca de sindicatos. En ese clima, numerosos científicos y artistas vinculados al KPO, optan por emigrar a la Alemania Democrática ante la falta de perspectivas y rechazo institucional.

La estrategia de reconstrucción austriaca era “integrar a la derecha, y marginar a la izquierda”. Con esta filosofía se recupera a ciudadanos con pasado colaboracionista nazi y se excluye a los resistentes; actitud muy lejos del lema inicial de mantener el “espíritu de los campos de concentración”, de carácter unitario y antifascista.

Grete no trabaja para la administración pública, por su militancia. En este aislamiento, que abarca casi 20 años, Grete contempla como otros arquitectos, con pasado nazi, reciben encargos importantes. Grete es apartada de la primera línea profesional y publica, realizando en ese periodo sólo dos guarderías públicas. Grete continua con su militancia, trabajando para el KPO, y para la Unión de Mujeres. Visita Cuba en 1961 y 1963 como asesora en edificios para la infancia. En mayo de 1968, los jóvenes recuperan su memoria, y acuden a Grete que participa activamente en asambleas y manifestaciones.

Empieza a recibir menciones tardías, como la del mérito por la liberación de Austria en 1978; pero no es hasta 1981 cuando se realiza la primera exposición de su obra, a raíz de la concesión del premio de Arquitectura de la ciudad de Viena. En 1988 se le concede la Mención de honor de las Ciencias y las Artes, de gran importancia en Austria, pero Grete la rechaza al saber que iba a ser impuesta por el presidente de Austria, Kurt Walheim, que había sido oficial de las SS.

En 1993, se convocó un concurso en Viena para una construcción llamada en su honor “Margarete Schütte-Lihotzky-Hof”. El proyecto debía ser realizado íntegramente por arquitectas, y se centraba en cómo desde un programa de vivienda, se podía facilitar la incorporación en igualdad de oportunidades de las mujeres en el mundo público
.
La casa de 55 m2 en la que vivió sus últimos 30 años, es un museo, un espacio para la información, la investigación de las arquitectas austriacas, equipada con una cocina “Frankfurt”, y una sala de exposiciones. Murió en el año 2000 con 103 años.

En 1993 celebró su centenario bailando un vals. El vals es un baile de origen popular en el que por primera vez el hombre y la mujer están uno en brazos de otro, y en el que se gira en torno a un centro virtual, que se desplaza con los bailarines. Una metáfora de la vida de Grete, que adoraba el baile, y que se desplazó a lo largo de la sala del mundo, sin perder el centro de sus convicciones que se desplazaron con ella, sin cambiarlos , pero sobre todo un baile como su actitud ante la vida y la adversidad: alegre.

 

Lorenzo Goikoetxea

Arquitecto

Entrevista a Walter Baier

Entrevista a Walter Baier

Entrevista a Walter Baier

Presidente del Partido de la Izquierda Europea, European Left
La izquierda real europea

Javier Moreno, profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla y coordinador de la comisión política del PCE. Participa activamente en la red “transform! europe” en representación de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM), ha entrevistado para la revista Herri al presidente del Partido de la Izquierda Europea, el comunista austriaco Walter Baier.

S i en 2021 fue una sorpresa que el Partido Comunista de Austria (KPÖ) se hiciera con la alcaldía de Graz, segunda ciudad del país, el meritorio resultado cosechado en las elecciones al parlamento regional de Salzburgo el pasado mes de abril, con un 11,7% de apoyos (un 21,5% en la misma ciudad de Salzburgo), supuso la consolidación de una tendencia que ha hecho que muchos partidos de la izquierda europea posen su mirada en sus camaradas austríacos.

El KPÖ tiene una historia marcada por la lucha contra el fascismo y por la independencia nacional, siendo por ello ilegalizado desde el año 1933 hasta 1945. Sin embargo, no siempre ha conseguido el respaldo popular suficiente para estar presente en las instituciones austríacas. Desde 1959 no sienta a ningún representante en el parlamento federal, y su presencia municipal y regional ha sido anecdótica hasta hace bien poco.

Conversamos con Walter Baier, quien fuera presidente del KPÖ desde 1994 hasta 2006, año en que ocupara la coordinación de la red europea de fundaciones de partidos de izquierda transform! europe. Desde el año pasado, Baier abandonó la coordinación de esta red de think tanks para liderar el Partido de la Izquierda Europea.

El punto de vista de este hijo de supervivientes de Auschwitz y Dachau y experto en austro-marxismo, que combina perspectiva histórica y una mirada internacional de la izquierda, seguro que puede destacar algunos elementos claves para entender este auge de la izquierda austríaca.

J.M. En primer lugar, una primera cuestión que inspira el tema central de este número de la revista Herri ¿cómo valoras la situación actual de la izquierda en Austria tras los últimos resultados cosechados por el KPÖ? ¿Cuál dirías que son las claves de este éxito?

A pesar de su marginación política durante la Guerra Fría, el KPÖ nunca fue un partido sectario. A mediados de los años sesenta desarrolló la idea de una “vía austriaca independiente al socialismo” y anticipó elementos del eurocomunismo. Con la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia a la República Socialista Checoslovaca, este experimento se canceló y le siguió una fase de repliegue dogmático. No obstante, pudieron mantenerse muchas de sus posiciones en los sindicatos, las universidades y los movimientos sociales. A principios de los años noventa, el partido logró reformarse contra la resistencia interna.

Un segundo elemento es que el KPÖ fue capaz de ampliar sus alianzas locales mediante políticas inteligentes e innovadoras y personas de referencia con credibilidad, lo que culminó en sensacionales victorias electorales en Graz y Salzburgo. Además, en 2019 los Jóvenes Verdes se separaron de su partido matriz y encontraron un nuevo hogar político en el KPÖ. En su último congreso, el KPÖ eligió a sus principales representantes para dirigir el Partido, lo que se demostró un movimiento inteligente y valiente, ya que dio al KPÖ una nueva dinámica y permitió superar las divisiones existentes dentro del propio Partido.

J.M. ¿Es esta subida algo coyuntural o se puede afirmar que hay una tendencia consolidada que seguirá dando sus frutos en las próximas citas electorales?

Eso esperamos. En el ámbito local hay posibilidades de lograr un éxito similar al de Graz en las elecciones municipales de la ciudad de Salzburgo el próximo mes de marzo. A nivel nacional, las cosas son más difíciles. El panorama político es cambiante y las encuestas dan al neofascista FPÖ un 30%. Esto le convertiría en el partido más fuerte del Parlamento. Además, dentro del conservador Partido Popular existe la tendencia a formar un gobierno conjunto con los neofascistas. Por otro lado, las guerras de Ucrania y Oriente Próximo han desplazado el clima político general hacia la derecha.

Por otra parte, el Partido Comunista de Austria ha logrado una buena posición de partida gracias a su defensa consecuente de los derechos de los trabajadores y de todas las personas socialmente desfavorecidas. Es posible, aunque en modo alguno seguro, que triunfe en las elecciones al Parlamento Europeo y en las elecciones al Consejo Nacional, previstas como tarde para otoño. Pero, independientemente de ello, el KPÖ ha logrado renovar su afiliación y su liderazgo en los últimos años. En mi opinión, la tarea más importante es consolidar y continuar este progreso.

J.M. El KPÖ presume de ser uno de los partidos comunistas más antiguos del mundo (1918) y su historia es la historia de la lucha por la democracia y la paz. Ahora se presenta a las elecciones como KPÖ+, donde el añadido “+” simboliza la incorporación de otros partidos y gente independiente en sus candidaturas ¿cómo se ha vivido esta evolución y qué papel puede tener en los recientes resultados?

A pesar de sus éxitos actuales, el KPÖ no es la única fuerza política a la izquierda de la socialdemocracia y los Verdes. La política de apertura a otros movimientos de izquierda ha demostrado su eficacia en la entrada masiva de jóvenes verdes en el KPÖ y debe continuar. Por otro lado, las condiciones en las distintas partes de Austria son diferentes. En Graz, el KPÖ tiene éxito con unos candidatos fiables y consolidados, pero tradicionalmente compite exclusivamente bajo su nombre de partido; en Salzburgo ha simbolizado su crecimiento con el añadido del “+”; y en Viena fue capaz de más que cuadruplicar sus resultados en los consejos de distrito en las últimas elecciones municipales de 2020 mediante una alianza con un partido de izquierdas de reciente creación.

J.M. La historia del movimiento comunista austríaco ha estado marcada por los debates teóricos inaugurados por la revolución rusa y que tienen el original itinerario desarrollado por los autores del denominado austro-marxismo. Sin ánimo de abrir un debate que se nos escaparía a los límites físicos de nuestro número ¿se pueden encontrar influencias teóricas del austromarxismo en la práctica política actual de los comunistas austríacos?

El austromarxismo constituyó la base ideológica de la socialdemocracia austriaca en el periodo de entreguerras. El tema central era encontrar una vía hacia el socialismo en el marco de la democracia por la que luchaba el movimiento obrero. El austromarxismo ocupó así una posición intermedia entre el revisionismo socialdemócrata y el bolchevismo. Emblemática de este experimento es la política social y comunal de la Viena Roja. Esta inspira aún hoy la política local, incluida la del Partido Comunista.

También se pueden identificar influencias teóricas. Describir esto en detalle iría más allá del alcance de esta entrevista. Sin embargo, la idea del desarrollo de una nación austriaca -independiente de Alemania- que dio identidad al KPÖ estuvo influida por la teoría austromarxista sobre la cuestión nacional, en particular por la de Otto Bauer. El concepto de un socialismo integral que trascendiera las corrientes tradicionales del movimiento obrero, así como las teorías sobre el Estado y su transformación, se incorporaron a la renovación programática del KPÖ.

J.M. Aprovechando tu posición privilegiada para analizar la evolución de la izquierda europea en las últimas dos décadas, por su papel primero en transform! europe y ahora en el PIE ¿cuál es la aportación de la mirada austríaca a los problemas y retos que afronta la izquierda en Europa?

La apertura del austromarxismo a la izquierda europea, incluso mediante la traducción de obras clave[1] como las producidas por transform! europe, es sin duda una “contribución austriaca”. Estas obras, como las de Otto Bauer y Karl Renner sobre la cuestión nacional, son interesantes no sólo por las cualidades intelectuales de sus autores, sino también porque se basan en las experiencias de un movimiento de masas y fueron escritas para un movimiento de masas que representaba al 90% de la clase obrera en los años veinte.

J.M. Conversábamos hace poco sobre las relaciones entre España y Austria en la historia del movimiento comunista, y tomábamos como ejemplo la participación de Joseph Orlistch, que llegó a ser conocido en el patio de la prisión de Burgos como el “alcalde de Floridsdorf”. La historia de Orlistch, antiguo concejal de la ciudad de Klagenfurt, brigadista internacional y miembro de la resistencia tras la IIGM, ha quedado registrada en la historia ficcionada “El Alcalde de Floridsdorf” de Miguel Usabiaga, director de nuestra revista ¿cómo valoras esta relación y que hitos podríamos destacar en la misma?
La conexión más importante entre los movimientos comunistas de nuestros países, que sigue viva hoy en día, es la participación de 1.400 austriacos en las Brigadas Internacionales y la formación del Batallón 12 de Febrero, compuesto principalmente por austriacos. 250 austriacos perdieron la vida en suelo español.

Para muchos socialistas y comunistas austriacos que vinieron a España como voluntarios, se trataba de la continuación de la lucha tras la derrota de la clase obrera austriaca en febrero de 1934 y la erradicación de la condición de Estado de Austria mediante la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi (conocido como Anschluss) en marzo de 1938.

Tras la derrota de la República, muchos de ellos continuaron la lucha en la Resistencia francesa, con los partisanos yugoslavos o en los campos de concentración. Tal vez sea esta también una característica especial del comunismo austriaco, excepcionalmente internacionalista y europeísta para un partido pequeño de un país pequeño.

J.M. Finalmente, para concluir, te invitamos a que de manera abierta nos dejes un mensaje sobre las perspectivas futuras de los comunistas en un mundo que actualmente vuelve a confrontar el horror de la guerra y la violación de los derechos humanos.

La creciente brecha entre ricos y pobres, incluso a escala mundial, las catástrofes naturales derivadas de la relación rota entre la sociedad capitalista y la naturaleza y las guerras son síntomas del difícil periodo de transición en que ha entrado la humanidad. Lo viejo no quiere morir y lo nuevo aún no termina de nacer.

Me parece que lo más importante en este periodo es asegurar la posibilidad de lo nuevo evitando el peligro de una guerra mundial sigilosa. Un nuevo frente de guerra fría atraviesa Europa. Debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para evitar que se convierta en una guerra caliente. El objetivo más importante es, por tanto, poner fin a las guerras actuales y mantener la paz.

 

Javier Moreno

 

ELKE KAHR, ALCALDESA  COMUNISTA DE GRAZ

ELKE KAHR, ALCALDESA COMUNISTA DE GRAZ

ELKE KAHR, ALCALDESA COMUNISTA DE GRAZ

Elke Kahr ha sido nombrada Alcalde Mundial del Año 2023 por la Fundación de Alcaldes de Ciudades, reunida en la ciudad de Londres.

Hemos tenido el privilegio de charlar con Elke Kahr, flamante alcaldesa comunista de la ciudad de Graz, que con sus casi 300.000 habitantes, es la segunda más poblada de Austria, después de Viena. En Herri teníamos mucho interés en dialogar con ella, para conocer sus puntos de vista, especialmente relevantes en estos momentos para nosotros. Porque Graz es uno de esos lugares donde la victoria comunista parecía un sueño, por formar parte de un partido pequeño, que no tenía tras de sí en toda Austria grandes éxitos electorales, siempre eclipsado por al aplastante socialdemocracia austriaca. Una victoria inesperada, aunque tras hablar con ella, y analizar su vida, su trabajo bien hecho durante tres décadas en Graz, tampoco lo podemos considerar una sorpresa.

Elke Kahr recoge una tradición de su partido que los comunistas españoles conocemos bien y apreciamos. A finales de los setenta, cuando en España se abría camino la democracia, el PCE y los partidos comunistas de Francia e Italia, habían culminado un profundo proceso de reflexión y debate, que arrancaba de la primavera de Praga de 1968; en el que, criticando las realidades del socialismo real, buscaba vías propias, democráticas, para el socialismo en sus países, acordes a sus propias tradiciones, y a determinados valores universales. Un socialismo construido por la mayoría, un socialismo en libertad, era el lema. Y en ese viaje junto al PCE, al PCF, al PCI, grandes partidos comunistas con arraigo entre las masas, estuvieron en un plano más modesto el KPO, el Partido Comunista Austriaco, y también el japonés, compartiendo sus puntos de vista y sus objetivos.

Ella Kahr nació en 1961, creció en circunstancias modestas en las afueras de Triestersiedlung, una zona obrera, una parte de la ciudad de Graz que todavía hoy tiene mala reputación. “en una época en la que tus antecedentes todavía determinaban si podías ir a la escuela secundaria o no”, como dice Elke. Y no se lo permitieron, sólo más tarde, ya de adulta, se puso al día en la escuela nocturna.
Una antesala, cocina, más una pequeña habitación, y en lugar de agua corriente, un pozo en el patio. Así vivió Elke hasta los 18 años. Hija biológica de un estudiante iraní, fue adoptada a los tres años. Sus padres adoptivos le dieron una “infancia muy feliz”, a pesar de la pobreza, y de sus circunstancias deprimentes. “En casa era muy querida, pero fuera, la llamada buena gente, siempre me hizo sentir de dónde vengo y, por lo tanto, a dónde pertenezco”.

Elke ingresó en el KPÖ, Partido Comunista Austriaco, en 1983, a los 22 años, cuando el partido tenía en toda Austria apenas un 1,7 % de respaldo electoral. Desde entonces ha pasado mucho tiempo en la “Graz Volkshaus”, la Casa del Pueblo de Graz, sede del KPÖ local. En la biblioteca de la sede, una pequeña figura del Che Guevara luce junto a las obras escogidas de Lenin. Más arriba, en otra de las estanterías, observando estoicamente toda la escena, se sienta y mira a Elke un Karl Marx serio, como siempre, de plástico, de color bronce. Elke se describe como marxista. “Sí, soy marxista”, dice apretando el puño como un proletario. “Porque el marxismo me ha enseñado a entender por qué hay un arriba y un abajo, un pobre y un rico en nuestro mundo”. Marx también le enseñó a entender la política, incluida la que ella dirige en Graz desde la alcaldía, como una “lucha de clases” constante. “Quiero que los artesanos y trabajadores puedan volver a estar orgullosos de lo que hacen” –reivindica como una consigna revolucionaria, la de los trabajadores que tienen conciencia y toman en el destino en sus manos, que no se resignan a ser apartados de la historia.

Uno de los éxitos de Elke, que ya compartía el anterior líder de los concejales comunistas en Graz, Ernest Kaltenegger, y que es un ejemplo inaudito en estos tiempos, es que Elke dona dos tercios de su salario neto mensual, desde el año 2006 en que se convirtió en miembro del Senado (ayuntamiento) de la ciudad. Dos tercios de los 4.000 € que eran antes, y ahora 6.000 €, los destina a la caridad. Elke sólo se queda con 1.950 €, siempre, desde hace muchos años, Y todo el mundo lo sabe. “Los 1.950 € restantes son absolutamente suficientes para vivir. Siempre me he quedado con 1.950 € y he dado el resto a gente necesitada. Cuando alguien asume un cargo político y de repente gana mucho más que antes, es fácil perder el contacto con aquellos que no ganan tanto” – dice Elke.
Y añade: “Hay muchas personas que no saben cómo van a pagar sus cuentas: personas cuyas finanzas se han visto muy afectadas por problemas de salud, o inmigrantes que no pueden pagar las clases de alemán. Muchos trabajadores sociales de la ciudad se alegran de poder recurrir a mí. El fondo social básicamente funciona así: cuando viene una jubilada que no puede permitirse un audífono, le transfiero 300 € de copago. O cuando a una mujer le cortan la electricidad, llamo a la compañía de energía y les pido que por favor vuelvan a conectar la electricidad de la mujer, les digo que les transferiré la cantidad de dinero que sea, y luego se hace. Nadie más hace esas cosas por mí; Yo misma las hago. De esta forma ya he podido regalar casi 900.000 € a otras personas.

Para esas demandas, cuestiones, cualquier ciudadano de Graz puede contactar directamente con Elke, su número está en la guía telefónica pública, y en el panel de anuncios del ayuntamiento; y Elke siempre toma su viejo teléfono móvil de marca Nokia, que es cualquier cosa menos inteligente, y atiende la llamada. “Incluso las personas que me llaman enojadas se calman muy rápido cuando se dan cuenta de que en realidad estoy allí personalmente, que soy yo. Se sorprenden al principio, porque no están acostumbrados a esa transparencia y cercanía de la casta exclusiva y aislada de los políticos de hoy”.

Se unió al KPÖ porque estaba buscando un hogar político y una comunidad que se pareciera a cómo se imaginaba una sociedad justa e igualitaria. A lo largo de las décadas, y en todos sus diversos roles, primero como empleada del KPÖ, luego como miembro del consejo de la ciudad, más tarde como líder del partido en Graz, y ahora como alcaldesa, lo único que quería era servir a la gente. “He hecho todo lo posible para asegurarme de que el partido trabaje con las personas para promover las causas que son importantes para sus vidas” –dice-. “Los títulos y posiciones no me interesan. Y ser elegida alcaldesa no me ha convertido en una persona diferente. Mi política sigue siendo la misma. Todo lo que ha cambiado es que ahora comparto la responsabilidad de la totalidad de las tareas administrativas de la ciudad de Graz, de todos sus departamentos gubernamentales y de su sector público. Y aquí es donde ahora tengo que tratar no solo de estar a la altura de los objetivos del nuevo gobierno de coalición, sino también de mis propios estándares como ser humano”.

Fue la autenticidad de las personas en el Partido Comunista de Graz: el antifascismo, el internacionalismo y la solidaridad, las que la llevaron a él. “Puede parecer que esas ideas expresan tradiciones cercanas a las de la socialdemocracia –dice Elke-, pero en el KPÖ vi que las palabras estaban respaldadas por acciones. Nadie debería quedarse atrás y todos deberían tener las mismas oportunidades en la vida: en el KPÖ, la gente simplemente actuaba como si fuera en serio, de verdad”.
Cuenta Elke que desde su adhesión al partido, no paró de leer. No dejó de reflexionar sobre el gran objetivo a largo plazo, pero, sobre todo, fue la generosidad de los militantes, en el aquí y el ahora; la idea de que el compromiso político no debería consistir en hacer una carrera y luego abandonar todos los principios, lo que centró su actividad. Ésa es una de las razones por las que la socialdemocracia ha perdido mucho terreno político. “Lo que pertenece a todas las personas, es decir, la propiedad pública, debe ser protegido. Pero la socialdemocracia ha vendido viviendas públicas y ha permitido que los servicios públicos sean absorbidos por empresas privadas. Creo que todo lo que necesita toda la gente —vivienda, educación, atención médica y todas las áreas de provisión general, como la energía— , debería ser de dominio público. Renunciar a este terreno ha debilitado a los trabajadores y al movimiento obrero” –añade.

En los años 80 el KPO tuvo que luchar a fondo contra el anticomunismo imperante en Austria. Estaban extremadamente marginados y existían muchos prejuicios contra ellos. El mayor problema, sin embargo, era que el partido no estaba arraigado entre la población. No había nada objetable en su programa: defendía los mismos objetivos que hoy. Pero aún no habían entendido que no podían simplemente consolar a la gente con la esperanza de un mundo mejor. Pensaban que tenían que explicar el mundo entero a todos ¿Por qué hay tantos conflictos? ¿Cómo comienzan las guerras? Poco a poco se dieron cuenta de que para ser útiles para la gente, sobre todo, tenían que estar en contacto con ellos, conocer bien cómo viven y trabajan. Que tenían que adquirir las habilidades para ayudar a las personas con sus pequeños problemas cotidianos. Durante muchos años, aprendieron cómo hacer eso paso a paso, primero en el tema de la vivienda, con la línea directa de emergencia para inquilinos, pero luego también en otros asuntos. Y que no podían cambiar, deshacerse de esa forma de hacer política una vez que habían asumido los cargos y empezaban a cobrar un salario como políticos. Es por eso que los políticos de KPÖ donan la mayoría de sus salarios para las personas necesitadas. Forma parte de su ideario político, de su identidad.

El éxito de Elke radica en su marxismo de verdad, pie a tierra. Pero Elke no rehúye ningún debate, ningún tema, y no sólo se preocupa por Graz, a la que dedica cuerpo y alma. Estudio marxismo y leninismo en el Instituto de Ciencias de la Educación del PCUS en Moscú en 1989, durante 8 meses, enviada por el KPO. “Por supuesto, no besé el suelo en Moscú cuando aterricé en Moscú –precisa Elke-. Eran los días en los que la Glasnost y la Perestroika estaban en su apogeo, y Elke dice que disfrutó de ese tiempo de aprendizaje, que fue productivo y relajado, sin tener que preocuparse tanto por cuestiones organizativas como lo hacía en Graz. Aprendió, pero los comunistas austriacos tenían su propia visión. En una entrevista realizada en 2021 en la revista “Jacobin”, afirmaba que el Partido Comunista de Graz “Nunca ha tenido una relación dogmática con el socialismo realmente existente. Somos comunistas… por supuesto. Se han cometido crímenes en la historia del movimiento comunista que necesitan ser discutidos abiertamente… Entre las muchas vidas humanas en la conciencia de Stalin había un número no pequeño de grandes comunistas”.

Durante la asamblea constitutiva del ayuntamiento, en la que fue nombrada alcaldesa, un miembro de la extrema derecha, el FPÖ dijo: “Claro, Frau Kahr es muy amigable, es una mujer empática, pero cuando rascas debajo de la superficie, ves el comunismo”. Elke le contestó: “Eso es una tontería, porque soy completamente, abiertamente comunista”. En sus declaraciones de los años que sucedieron a la caída del socialismo real, Elke señalaba: “Nosotros, como KPÖ, hemos decidido conscientemente no cambiarnos de nombre, ya que cualquier otra cosa sería publicidad engañosa. Pero es importante no endulzar cosas que simplemente no pueden endulzarse. Un ejemplo de la iniciativa, ingeniosa y sin complejos, del KPO en Graz fue la creación de la Yugo-Festa, que se celebra anualmente en julio en una plaza frente a la sede del partido. Nació con la idea de reunir en un festival a la gente de Graz con una conexión con Yugoslavia, ya fueran raíces, recuerdos de vacaciones o preferencias culinarias y culturales. Hay que tener en cuenta que en Estiria, la región de Graz, viven unas 25.000 personas que llegaron desde alguna de las repúblicas de la antigua Yugoslavia. Elke formó parte del equipo organizador de la Yugo-Festa desde el principio. Algunos medios intentaron aprovecharse de esto para atacarla, diciendo que tenía un retrato de Tito en su despacho.
Elke lo aclaró: “No tengo la foto de Tito en mi escritorio. Pero es cierto que una vez recibí una como regalo de un trabajador invitado”. Y no quiso dejarlo ahí, a la defensiva, sino que añadió: “Pero es cierto que Yugoslavia era, por encima de todos los países de esa parte de Europa, el más cercano a mis ideales. No es que fuera un modelo a seguir, pero tenía el sistema más duradero de todos los estados socialistas”. Elke también elogia el impulso que la Yugoslavia de Tito dio a una política mundial de paz, al movimiento de los no alineados, que reunió a más de cien países de todo el mundo, haciendo campaña por el desarme, ayudando a prevenir y contener una escalada de la Guerra Fría. Yugoslavia para Elke también está ligada a los buenos recuerdos de sus visitas: “Muchas familias austriacas pasaban sus vacaciones de verano allí, incluidos mis padres. Más tarde viajé con amigos. Estuve en todas las repúblicas de la ex Yugoslavia y llegué a todas partes, y fui bienvenida, tratada con mucha amabilidad, en todos los sitios donde estuve”.

El marxismo, para Elke, no es una custodia que uno exhibe. Más bien es un instrumento que te ayuda a entender el mundo. La cuestión de la propiedad es de suma importancia: importa si la tierra pertenece al público en general o a propietarios privados. Actualmente estamos viendo esto con el frenesí de la construcción impulsado por los inversores que están experimentando muchas ciudades europeas. Si quiero una infraestructura que beneficie a la gente, entonces tengo que asegurarme de que la mayor cantidad posible de tierra permanezca en manos públicas y que recuperemos parte de la tierra que ha sido privatizada. De lo contrario, no podré construir infraestructuras para el bien público, o si quiero hacerlo, tendré que pagar una prima a los privados.

Elke describe sus prioridades políticas como la construcción de nuevas viviendas públicas, el aumento del fondo de depósito de alquiler de la ciudad, la derogación de la prohibición de que los ciudadanos no pertenecientes a la UE soliciten viviendas públicas instituidas por el ayuntamiento en 2017, la reducción de las tarifas de los jardines de infancia públicos, y la congelación de las tarifas de alcantarillado y recolección de basuras. Apoya la nacionalización de “negocios e instalaciones clave que son necesarios para todos”, El KPÖ –dice Elke-, lucha sobre todo por la gente, no por los grandes terratenientes o las corporaciones. Mi partido viene de la tradición del movimiento obrero, del movimiento de mujeres, de los movimientos por la paz y del medio ambiente. Se ha logrado mucho aquí, y en eso se basa nuestro trabajo. No daremos ningún apoyo adicional a los especuladores inmobiliarios.

Nos preocupamos por los intereses de los inquilinos y también de las pequeñas y medianas empresas. Además, algunas grandes empresas de la ciudad son importantes empleadores, por lo que debemos asegurarnos de que Graz siga siendo un centro de comercio mientras persigue el objetivo de una economía respetuosa con el clima. Sin embargo, sobre todo, debemos asegurarnos de que los empleados tengan buenas condiciones de trabajo y que nuestras puertas estén siempre abiertas para ellos.

ENTREVISTA A ELKE KAHR

Tras una larga charla, hemos sometido a Elke a un cuestionario breve, con la idea de que sus respuestas ante cuestiones acuciantes, precisas y concretas, quizá nos sirvan de faro en el camino.

Herri.- Vivimos con mucha alegría su éxito y el del KPÖ+, Partido Comunista Austriaco, en las elecciones municipales en la ciudad de Graz, su elección como alcaldesa, ¿Qué hicieron muy bien los comunistas de Graz? ¿Cuál es su secreto?

Elke.- No hay secreto. Llevamos más de tres décadas trabajando para la gente de nuestra ciudad mientras acumulamos experiencia y conocimiento sobre cómo se toman las decisiones y cuáles son las preocupaciones más urgentes de la gente de Graz. Como alcaldesa, sigo manteniendo mi enfoque personal, que es muy importante para mí. Cada ciudadano puede hablar conmigo personalmente y con mis colegas del Partido Comunista y yo ayudo directa y personalmente si es necesario. No existen barreras invisibles entre nuestros concejales y el pueblo.

Herri.- ¿Cuáles cree que deben ser las prioridades de una alcaldía comunista?

Elke.- Nuestras prioridades políticas son los problemas sociales de la vida cotidiana en una época de rápido aumento de los precios de los alimentos y de la energía; mientras se mejoran los servicios públicos, el transporte público, la educación y las finanzas públicas. Intentamos hacer frente a la crisis climática y crear un ambiente más amigable y solidario en nuestra ciudad.

Herri.- ¿Cuánto hay de local y de universal en el éxito del KPO en Graz?

Elke.- Hay un elemento de anhelo por una sociedad que ofrezca más justicia y menos exclusión, pero la razón principal del éxito del Partido Comunista en Graz es sin duda la preocupación y la competencia por los asuntos locales que hemos construido continuamente.

Herri.- ¿Cómo es su relación con la ciudadanía?

Elke:- Creo que soy muy accesible, todos pueden darme su opinión, pueden darme sugerencias, preguntarme por los asuntos que le preocupan, o pedirme apoyo en situaciones económicas o personales difíciles. Hablo con decenas de personas cada semana, ésa es una de mis prioridades. Es importante estar a la altura de los ojos de todas las personas con las que hables y no hacer promesas que no puedas cumplir.

Herri.- ¿Cuáles piensa que debe ser las ideas motrices del comunismo futuro en el siglo XXI, en Europa y el mundo?

Elke.- Nuestra perspectiva principal es la de un desarrollo social impulsado por las necesidades de todas las personas, no por el lucro; para crear una forma de economía sostenible que no destruya la base de nuestra existencia.

Todo el mundo debe tener un lugar en la sociedad, independientemente de su origen étnico, su biología, su creencia. Y necesitamos crear un entorno en el que los conflictos armados sean tan arcaicos como la armadura de un caballero. Por eso es muy importante dar a todos los niños la mejor educación posible y una buena perspectiva. Con nuestras políticas sociales y de vivienda tratamos de contribuir con nuestra parte a ese objetivo.

Herri.- Si usted fuera presidenta del gobierno más poderoso del mundo, ¿cuáles serían sus 3 primeras medidas de gobierno?

Elke.- Intentaría prohibir todas las armas de destrucción masiva, hacer que la educación y la atención médica sean accesibles y asequibles para todos y nacionalizar la infraestructura básica que todos necesitan, como la energía, el agua y las telecomunicaciones, para hacer retroceder las políticas impulsadas por intereses de lucro privado.

Herri.- Hemos visto el éxito de los jóvenes comunistas austriacos en las elecciones estudiantiles, y los buenos resultados recientes del KPÖ+ en las elecciones en la ciudad de Salzburgo: ¿Por qué es atractivo el KPÖ+ entre los jóvenes?

Elke.- Después de décadas de ideología y políticas neoliberales impuestas a la sociedad, mucha gente ya no confía en las promesas de los llamados mercados libres. A medida que muchas sociedades se fracturan cada vez más y el entorno natural se deteriora, existe un deseo creciente de solidaridad, paz y sostenibilidad.

Herri.- Elija un acontecimiento histórico y diga por qué.

Elke.- Además de ser alcaldesa de Graz, también soy responsable de vivienda pública, asuntos sociales y de la mujer. Quizás por eso uno de los grandes hechos históricos que me viene a la mente es el derecho de las mujeres a votar en las elecciones. En la mayoría de los países europeos eso sucedió hace sólo unos 100 años. Es un hermoso ejemplo de un cambio exitoso en la sociedad, independientemente de la desigualdad que aún existe.

Herri.- ¿Con qué personaje histórico le gustaría tomar un café, y qué le diría?

Elke.- Me tomaría un café con John Lennon y le diría que sus canciones siguen siendo una inspiración importante para muchas personas de mi generación.

Herri.- Denos un consejo.

Elke.- Piensen siempre con su propia cabeza y hablen siempre, personalmente, con tantas personas como sea posible que quieran representar en política, en lugar de hablar de ellas. La gente rica suele saber cómo hacer valer sus intereses. Como comunista, es mi responsabilidad estar allí para las personas que no tienen a nadie más que defienda sus necesidades.

 

Vamos a defender  todo lo que quieren robar

Vamos a defender todo lo que quieren robar

Vamos a defender
todo lo que quieren robar

Hay una canción de La Otra que refleja lo que sentimos cada vez más en Donostia. La canción dice “hoy vamos a dejar de acelerar, callar el ruido pa’ volver a imaginar, vamos a defender todo lo que quieren robar…quieren robar la vida, quieren robarlo todo”.

Los últimos ocho años hemos vivido en Donostia una carrera sin control por parte de quienes gobiernan esta ciudad, una carrera por la turistificación de la ciudad, carrera para la que no han dudado en ponerse al servicio de especuladores mientras daban la espalda a la mayoría social. Y si han metido el turbo en estos años, con una pandemia en medio incluida, ha sido porque era la única manera de conseguir arrasar con todo, para evitar las resistencias que pudieran surgir. Mientras estábamos centradas en cuidarnos, ellos seguían a lo suyo, al negocio.

Poner en bandeja de grandes empresas y fondos buitres la ciudad se ha traducido en proyectos faraónicos que nada tienen que ver con las necesidades de la ciudadanía, una ciudadanía que ve cómo es expulsada de la ciudad ante el incremento desorbitado de los precios de la vivienda, siendo ésta, la vivienda, el elemento determinante para tener unas condiciones de vida digna.

La derecha nacionalista, el PNV, de la mano de su socio, un socio servil y dispuesto a aceptar lo que sea para aguantar en la poltrona, el PSE, han hecho todo lo necesario para contentar a esos poderosos que hacen de la vida, de la ciudad, su negocio sin importar lo que arrasen a su paso.

Es ahí donde radica la necesidad de compromiso, de negar que el fin del mundo esté escrito. Ese compromiso, que se transforma en resistencia, es la base que me ha movido, junto con otras compañeras, a actuar desde lo local. Una actividad que muchas veces pasa inadvertida pero que se hace imprescindible para unir personas y colectivos, unir, en definitiva, sueños que permitan tejer una red de solidaridad y resistencia. Frente a quienes lo destruyen todo, frente a quienes nos roban la vida, destruyen el territorio y el medio ambiente, acaban con el comercio local impulsando centros comerciales, desalojan a vecinas de sus viviendas para dedicarlo al negocio del turismo y la especulación, hemos plantado la semilla de la resistencia, de la defensa de la vida y del medio natural.

Si hemos aprendido algo es que no tenemos que aguantar que arrasen con todo, hemos alzado la voz gracias, en gran medida, a la fuerza y el empuje del tejido social, el movimiento asociativo, plataformas ciudadanas, ecologistas,… Son muchas las que se movilizan en la ciudad que han posibilitado generar una voz unida y plural que grita, que no se esconde.

Frente a las dinámicas institucionales, en las calles hay un trabajo fundamental que está marcando un camino para recuperar derechos básicos y servicios públicos, para denunciar los desmanes en el medio natural que pretenden imponer. La fuerza de la unidad popular, del trabajo colectivo y su articulación es una tarea fundamental entre las comunistas, lo debe seguir siendo. En estos años hemos trabajado por defender los derechos de la mayoría social frente a quienes nos lo querían arrebatar todo. A los que nos lo han querido robar todo, no les vamos a regalar nada. Debemos de seguir, como el junco, en pie. Resistir construyendo alternativa, unidad para imaginar un mundo nuevo, una ciudad nueva que garantice una vida digna para todos y todas.

Haizea Garay

Ex-concejal de Ezker Anitza-IU
en el ayuntamiento de Donostia.

Trabajadores del mar

Trabajadores del mar

Trabajadores del mar

Reflexiones antropo-étnicas sobre una foto de impacto

Fuente: Misma calle que atraviesa viejo edificio que la que caminan los arrantzales de la foto
El número 18 de la nueva etapa de “Herri” publica en portada una foto de impacto, aunque aparentemente sea banal: en primer plano tres hombres cubiertos con txapelas caminan dejando atrás la Casa Puente de la calle única del casco antiguo de Pasai Donibane que corre entre la ladera del monte Jaizkibel y la Bahía de Pasaia. El hombre en primer plano tiene la fisonomía que el pintor Jose Arrue atribuye a la etnia vasca: rostro alargado, nariz recta, orejas grandes y mentón prominente. ¿Pero tendrán este hombre entre sus antepasados lejanos algún gascón que pobló la aldea desde la Baja Edad Media dándole el nombre de “Passage”, hoy Pasajes en castellano y Pasaia en euskara?
Se protege con un anorak y porta una cesta de mimbre usada para cargar pescado. El viento marino ha endurecido las facciones de su rostro. Tal vez el francés Víctor Hugo, autor de la novela “Los Miserables”, se tropezó con un antepasado cercano suyo durante su estancia en Donibane en 1843. Detrás otro personaje esboza una tenue sonrisa.
En tercera posición otro miembro del grupo está medio cubierto con la capucha de su anorak. El clima está lluvioso. También suponemos que son proletarios arrantzales sin que sepamos si enrolados en barcos de pesca de altura o de bajura. En la misma foto se ven otros arrantzales sin la misma claridad que los tres que ocupan el primer plano. La foto en blanco y negro conlleva una carga poderosa: es representativa de un grupo social no numeroso, pero, como dice el investigador Emilio López Adán “Beltza” “altamente significativo como depósito del vascuence y conservador de formas de vida muy ligadas a la cultura tradicional” (Nacionalismo vasco y clases sociales, 1976. P. 18). En 1933 la flota de pesca de altura de Pasaia agrupaba a 1.500 maquinistas, marineros y patronos. Eran, según el Banco de Bilbao, 8.115 trabajadores de la pesca en Gipuzkoa en 1975.

La estrecha calle de Pasai Donibane de entre monte y bahía.
¿Cuántos son en 2024? ¿Cómo son las relaciones sociales y de clase en el mundo arrantzale y naval? Porque es evidente que el capitalismo industrial no redujo, sino que aumentó las distancias sociales entre, por ejemplo, un gran armador bilbaíno como Sir Ramón de la Sota, prohombre del nacionalismo vasco o el armador pasaitarra Andonaegui y los modestos arrantzales a lo largo del siglo XX ¿y hoy? En los años 20 y 30 toda la bahía de Pasaia conoció un despegue industrial capitalista del que Donibane por su limitado territorio disponible quedó rezagado. Aun así, en 1931 se instaló en ese distrito la empresa Muelles e Instalaciones para la Pesca e Industria (MEIPI). El Partido Comunista de Euskadi se implantó entonces en “La Unión Marítima. Sindicato de Obreros Pesqueros de Pasajes” que en la zona de San Pedro llegó a tener 1.235 afiliados según datos municipales
Esta foto curiosa y fascinante nos conduce a realidades algo misteriosas o al menos desconocidas, algunas de nuestra época (¿Cuánto seguimos necesitando tener barcos pesqueros si el liberalismo económico abre fronteras sin aranceles a la importación de pescado congelado proveniente de cualquier mar del mundo? ¿Hemos resuelto nuestra relación como sociedad con un mar que por tenerlo delante ya ni lo pensamos, aunque tal vez tenga soluciones a nuestros desafíos vitales?), y otras del pasado (¿Somos conscientes de la lucha esforzada y casi suicida de los arrantzales de las dos provincias vascas costeras por siglos frente a un Mar Cantábrico indómito y feroz por sus vientos y tormentas una gran parte del año? ¿Las historias de grandiosos viajes mundiales de marinos osados que abrían rutas de navegación para el expansivo reino español en los siglos XV y XVI ocultan la dura vida de generaciones de arrantzales modestos y anónimos?). Sin duda el desarrollo ingente de los servicios, la apertura de fronteras, la integración europea, la productividad industrial y otros factores han minimizado la importancia social y económica del mundo arrantzale. Es evidente que el grupo social que representan los esforzados arrantzales y marinos pasaitarras, guipuzcoanos y vascos, están llamados a construir la sociedad de trabajadores y trabajadoras que queremos.

José Antonio Egido

Sociólogo