ELKE KAHR, ALCALDESA COMUNISTA DE GRAZ
Elke Kahr ha sido nombrada Alcalde Mundial del Año 2023 por la Fundación de Alcaldes de Ciudades, reunida en la ciudad de Londres.
Hemos tenido el privilegio de charlar con Elke Kahr, flamante alcaldesa comunista de la ciudad de Graz, que con sus casi 300.000 habitantes, es la segunda más poblada de Austria, después de Viena. En Herri teníamos mucho interés en dialogar con ella, para conocer sus puntos de vista, especialmente relevantes en estos momentos para nosotros. Porque Graz es uno de esos lugares donde la victoria comunista parecía un sueño, por formar parte de un partido pequeño, que no tenía tras de sí en toda Austria grandes éxitos electorales, siempre eclipsado por al aplastante socialdemocracia austriaca. Una victoria inesperada, aunque tras hablar con ella, y analizar su vida, su trabajo bien hecho durante tres décadas en Graz, tampoco lo podemos considerar una sorpresa.
Elke Kahr recoge una tradición de su partido que los comunistas españoles conocemos bien y apreciamos. A finales de los setenta, cuando en España se abría camino la democracia, el PCE y los partidos comunistas de Francia e Italia, habían culminado un profundo proceso de reflexión y debate, que arrancaba de la primavera de Praga de 1968; en el que, criticando las realidades del socialismo real, buscaba vías propias, democráticas, para el socialismo en sus países, acordes a sus propias tradiciones, y a determinados valores universales. Un socialismo construido por la mayoría, un socialismo en libertad, era el lema. Y en ese viaje junto al PCE, al PCF, al PCI, grandes partidos comunistas con arraigo entre las masas, estuvieron en un plano más modesto el KPO, el Partido Comunista Austriaco, y también el japonés, compartiendo sus puntos de vista y sus objetivos.
Ella Kahr nació en 1961, creció en circunstancias modestas en las afueras de Triestersiedlung, una zona obrera, una parte de la ciudad de Graz que todavía hoy tiene mala reputación. “en una época en la que tus antecedentes todavía determinaban si podías ir a la escuela secundaria o no”, como dice Elke. Y no se lo permitieron, sólo más tarde, ya de adulta, se puso al día en la escuela nocturna.
Una antesala, cocina, más una pequeña habitación, y en lugar de agua corriente, un pozo en el patio. Así vivió Elke hasta los 18 años. Hija biológica de un estudiante iraní, fue adoptada a los tres años. Sus padres adoptivos le dieron una “infancia muy feliz”, a pesar de la pobreza, y de sus circunstancias deprimentes. “En casa era muy querida, pero fuera, la llamada buena gente, siempre me hizo sentir de dónde vengo y, por lo tanto, a dónde pertenezco”.
Elke ingresó en el KPÖ, Partido Comunista Austriaco, en 1983, a los 22 años, cuando el partido tenía en toda Austria apenas un 1,7 % de respaldo electoral. Desde entonces ha pasado mucho tiempo en la “Graz Volkshaus”, la Casa del Pueblo de Graz, sede del KPÖ local. En la biblioteca de la sede, una pequeña figura del Che Guevara luce junto a las obras escogidas de Lenin. Más arriba, en otra de las estanterías, observando estoicamente toda la escena, se sienta y mira a Elke un Karl Marx serio, como siempre, de plástico, de color bronce. Elke se describe como marxista. “Sí, soy marxista”, dice apretando el puño como un proletario. “Porque el marxismo me ha enseñado a entender por qué hay un arriba y un abajo, un pobre y un rico en nuestro mundo”. Marx también le enseñó a entender la política, incluida la que ella dirige en Graz desde la alcaldía, como una “lucha de clases” constante. “Quiero que los artesanos y trabajadores puedan volver a estar orgullosos de lo que hacen” –reivindica como una consigna revolucionaria, la de los trabajadores que tienen conciencia y toman en el destino en sus manos, que no se resignan a ser apartados de la historia.
Uno de los éxitos de Elke, que ya compartía el anterior líder de los concejales comunistas en Graz, Ernest Kaltenegger, y que es un ejemplo inaudito en estos tiempos, es que Elke dona dos tercios de su salario neto mensual, desde el año 2006 en que se convirtió en miembro del Senado (ayuntamiento) de la ciudad. Dos tercios de los 4.000 € que eran antes, y ahora 6.000 €, los destina a la caridad. Elke sólo se queda con 1.950 €, siempre, desde hace muchos años, Y todo el mundo lo sabe. “Los 1.950 € restantes son absolutamente suficientes para vivir. Siempre me he quedado con 1.950 € y he dado el resto a gente necesitada. Cuando alguien asume un cargo político y de repente gana mucho más que antes, es fácil perder el contacto con aquellos que no ganan tanto” – dice Elke.
Y añade: “Hay muchas personas que no saben cómo van a pagar sus cuentas: personas cuyas finanzas se han visto muy afectadas por problemas de salud, o inmigrantes que no pueden pagar las clases de alemán. Muchos trabajadores sociales de la ciudad se alegran de poder recurrir a mí. El fondo social básicamente funciona así: cuando viene una jubilada que no puede permitirse un audífono, le transfiero 300 € de copago. O cuando a una mujer le cortan la electricidad, llamo a la compañía de energía y les pido que por favor vuelvan a conectar la electricidad de la mujer, les digo que les transferiré la cantidad de dinero que sea, y luego se hace. Nadie más hace esas cosas por mí; Yo misma las hago. De esta forma ya he podido regalar casi 900.000 € a otras personas.
Para esas demandas, cuestiones, cualquier ciudadano de Graz puede contactar directamente con Elke, su número está en la guía telefónica pública, y en el panel de anuncios del ayuntamiento; y Elke siempre toma su viejo teléfono móvil de marca Nokia, que es cualquier cosa menos inteligente, y atiende la llamada. “Incluso las personas que me llaman enojadas se calman muy rápido cuando se dan cuenta de que en realidad estoy allí personalmente, que soy yo. Se sorprenden al principio, porque no están acostumbrados a esa transparencia y cercanía de la casta exclusiva y aislada de los políticos de hoy”.
Se unió al KPÖ porque estaba buscando un hogar político y una comunidad que se pareciera a cómo se imaginaba una sociedad justa e igualitaria. A lo largo de las décadas, y en todos sus diversos roles, primero como empleada del KPÖ, luego como miembro del consejo de la ciudad, más tarde como líder del partido en Graz, y ahora como alcaldesa, lo único que quería era servir a la gente. “He hecho todo lo posible para asegurarme de que el partido trabaje con las personas para promover las causas que son importantes para sus vidas” –dice-. “Los títulos y posiciones no me interesan. Y ser elegida alcaldesa no me ha convertido en una persona diferente. Mi política sigue siendo la misma. Todo lo que ha cambiado es que ahora comparto la responsabilidad de la totalidad de las tareas administrativas de la ciudad de Graz, de todos sus departamentos gubernamentales y de su sector público. Y aquí es donde ahora tengo que tratar no solo de estar a la altura de los objetivos del nuevo gobierno de coalición, sino también de mis propios estándares como ser humano”.
Fue la autenticidad de las personas en el Partido Comunista de Graz: el antifascismo, el internacionalismo y la solidaridad, las que la llevaron a él. “Puede parecer que esas ideas expresan tradiciones cercanas a las de la socialdemocracia –dice Elke-, pero en el KPÖ vi que las palabras estaban respaldadas por acciones. Nadie debería quedarse atrás y todos deberían tener las mismas oportunidades en la vida: en el KPÖ, la gente simplemente actuaba como si fuera en serio, de verdad”.
Cuenta Elke que desde su adhesión al partido, no paró de leer. No dejó de reflexionar sobre el gran objetivo a largo plazo, pero, sobre todo, fue la generosidad de los militantes, en el aquí y el ahora; la idea de que el compromiso político no debería consistir en hacer una carrera y luego abandonar todos los principios, lo que centró su actividad. Ésa es una de las razones por las que la socialdemocracia ha perdido mucho terreno político. “Lo que pertenece a todas las personas, es decir, la propiedad pública, debe ser protegido. Pero la socialdemocracia ha vendido viviendas públicas y ha permitido que los servicios públicos sean absorbidos por empresas privadas. Creo que todo lo que necesita toda la gente —vivienda, educación, atención médica y todas las áreas de provisión general, como la energía— , debería ser de dominio público. Renunciar a este terreno ha debilitado a los trabajadores y al movimiento obrero” –añade.
En los años 80 el KPO tuvo que luchar a fondo contra el anticomunismo imperante en Austria. Estaban extremadamente marginados y existían muchos prejuicios contra ellos. El mayor problema, sin embargo, era que el partido no estaba arraigado entre la población. No había nada objetable en su programa: defendía los mismos objetivos que hoy. Pero aún no habían entendido que no podían simplemente consolar a la gente con la esperanza de un mundo mejor. Pensaban que tenían que explicar el mundo entero a todos ¿Por qué hay tantos conflictos? ¿Cómo comienzan las guerras? Poco a poco se dieron cuenta de que para ser útiles para la gente, sobre todo, tenían que estar en contacto con ellos, conocer bien cómo viven y trabajan. Que tenían que adquirir las habilidades para ayudar a las personas con sus pequeños problemas cotidianos. Durante muchos años, aprendieron cómo hacer eso paso a paso, primero en el tema de la vivienda, con la línea directa de emergencia para inquilinos, pero luego también en otros asuntos. Y que no podían cambiar, deshacerse de esa forma de hacer política una vez que habían asumido los cargos y empezaban a cobrar un salario como políticos. Es por eso que los políticos de KPÖ donan la mayoría de sus salarios para las personas necesitadas. Forma parte de su ideario político, de su identidad.
El éxito de Elke radica en su marxismo de verdad, pie a tierra. Pero Elke no rehúye ningún debate, ningún tema, y no sólo se preocupa por Graz, a la que dedica cuerpo y alma. Estudio marxismo y leninismo en el Instituto de Ciencias de la Educación del PCUS en Moscú en 1989, durante 8 meses, enviada por el KPO. “Por supuesto, no besé el suelo en Moscú cuando aterricé en Moscú –precisa Elke-. Eran los días en los que la Glasnost y la Perestroika estaban en su apogeo, y Elke dice que disfrutó de ese tiempo de aprendizaje, que fue productivo y relajado, sin tener que preocuparse tanto por cuestiones organizativas como lo hacía en Graz. Aprendió, pero los comunistas austriacos tenían su propia visión. En una entrevista realizada en 2021 en la revista “Jacobin”, afirmaba que el Partido Comunista de Graz “Nunca ha tenido una relación dogmática con el socialismo realmente existente. Somos comunistas… por supuesto. Se han cometido crímenes en la historia del movimiento comunista que necesitan ser discutidos abiertamente… Entre las muchas vidas humanas en la conciencia de Stalin había un número no pequeño de grandes comunistas”.
Durante la asamblea constitutiva del ayuntamiento, en la que fue nombrada alcaldesa, un miembro de la extrema derecha, el FPÖ dijo: “Claro, Frau Kahr es muy amigable, es una mujer empática, pero cuando rascas debajo de la superficie, ves el comunismo”. Elke le contestó: “Eso es una tontería, porque soy completamente, abiertamente comunista”. En sus declaraciones de los años que sucedieron a la caída del socialismo real, Elke señalaba: “Nosotros, como KPÖ, hemos decidido conscientemente no cambiarnos de nombre, ya que cualquier otra cosa sería publicidad engañosa. Pero es importante no endulzar cosas que simplemente no pueden endulzarse. Un ejemplo de la iniciativa, ingeniosa y sin complejos, del KPO en Graz fue la creación de la Yugo-Festa, que se celebra anualmente en julio en una plaza frente a la sede del partido. Nació con la idea de reunir en un festival a la gente de Graz con una conexión con Yugoslavia, ya fueran raíces, recuerdos de vacaciones o preferencias culinarias y culturales. Hay que tener en cuenta que en Estiria, la región de Graz, viven unas 25.000 personas que llegaron desde alguna de las repúblicas de la antigua Yugoslavia. Elke formó parte del equipo organizador de la Yugo-Festa desde el principio. Algunos medios intentaron aprovecharse de esto para atacarla, diciendo que tenía un retrato de Tito en su despacho.
Elke lo aclaró: “No tengo la foto de Tito en mi escritorio. Pero es cierto que una vez recibí una como regalo de un trabajador invitado”. Y no quiso dejarlo ahí, a la defensiva, sino que añadió: “Pero es cierto que Yugoslavia era, por encima de todos los países de esa parte de Europa, el más cercano a mis ideales. No es que fuera un modelo a seguir, pero tenía el sistema más duradero de todos los estados socialistas”. Elke también elogia el impulso que la Yugoslavia de Tito dio a una política mundial de paz, al movimiento de los no alineados, que reunió a más de cien países de todo el mundo, haciendo campaña por el desarme, ayudando a prevenir y contener una escalada de la Guerra Fría. Yugoslavia para Elke también está ligada a los buenos recuerdos de sus visitas: “Muchas familias austriacas pasaban sus vacaciones de verano allí, incluidos mis padres. Más tarde viajé con amigos. Estuve en todas las repúblicas de la ex Yugoslavia y llegué a todas partes, y fui bienvenida, tratada con mucha amabilidad, en todos los sitios donde estuve”.
El marxismo, para Elke, no es una custodia que uno exhibe. Más bien es un instrumento que te ayuda a entender el mundo. La cuestión de la propiedad es de suma importancia: importa si la tierra pertenece al público en general o a propietarios privados. Actualmente estamos viendo esto con el frenesí de la construcción impulsado por los inversores que están experimentando muchas ciudades europeas. Si quiero una infraestructura que beneficie a la gente, entonces tengo que asegurarme de que la mayor cantidad posible de tierra permanezca en manos públicas y que recuperemos parte de la tierra que ha sido privatizada. De lo contrario, no podré construir infraestructuras para el bien público, o si quiero hacerlo, tendré que pagar una prima a los privados.
Elke describe sus prioridades políticas como la construcción de nuevas viviendas públicas, el aumento del fondo de depósito de alquiler de la ciudad, la derogación de la prohibición de que los ciudadanos no pertenecientes a la UE soliciten viviendas públicas instituidas por el ayuntamiento en 2017, la reducción de las tarifas de los jardines de infancia públicos, y la congelación de las tarifas de alcantarillado y recolección de basuras. Apoya la nacionalización de “negocios e instalaciones clave que son necesarios para todos”, El KPÖ –dice Elke-, lucha sobre todo por la gente, no por los grandes terratenientes o las corporaciones. Mi partido viene de la tradición del movimiento obrero, del movimiento de mujeres, de los movimientos por la paz y del medio ambiente. Se ha logrado mucho aquí, y en eso se basa nuestro trabajo. No daremos ningún apoyo adicional a los especuladores inmobiliarios.
Nos preocupamos por los intereses de los inquilinos y también de las pequeñas y medianas empresas. Además, algunas grandes empresas de la ciudad son importantes empleadores, por lo que debemos asegurarnos de que Graz siga siendo un centro de comercio mientras persigue el objetivo de una economía respetuosa con el clima. Sin embargo, sobre todo, debemos asegurarnos de que los empleados tengan buenas condiciones de trabajo y que nuestras puertas estén siempre abiertas para ellos.
ENTREVISTA A ELKE KAHR
Tras una larga charla, hemos sometido a Elke a un cuestionario breve, con la idea de que sus respuestas ante cuestiones acuciantes, precisas y concretas, quizá nos sirvan de faro en el camino.
Herri.- Vivimos con mucha alegría su éxito y el del KPÖ+, Partido Comunista Austriaco, en las elecciones municipales en la ciudad de Graz, su elección como alcaldesa, ¿Qué hicieron muy bien los comunistas de Graz? ¿Cuál es su secreto?
Elke.- No hay secreto. Llevamos más de tres décadas trabajando para la gente de nuestra ciudad mientras acumulamos experiencia y conocimiento sobre cómo se toman las decisiones y cuáles son las preocupaciones más urgentes de la gente de Graz. Como alcaldesa, sigo manteniendo mi enfoque personal, que es muy importante para mí. Cada ciudadano puede hablar conmigo personalmente y con mis colegas del Partido Comunista y yo ayudo directa y personalmente si es necesario. No existen barreras invisibles entre nuestros concejales y el pueblo.
Herri.- ¿Cuáles cree que deben ser las prioridades de una alcaldía comunista?
Elke.- Nuestras prioridades políticas son los problemas sociales de la vida cotidiana en una época de rápido aumento de los precios de los alimentos y de la energía; mientras se mejoran los servicios públicos, el transporte público, la educación y las finanzas públicas. Intentamos hacer frente a la crisis climática y crear un ambiente más amigable y solidario en nuestra ciudad.
Herri.- ¿Cuánto hay de local y de universal en el éxito del KPO en Graz?
Elke.- Hay un elemento de anhelo por una sociedad que ofrezca más justicia y menos exclusión, pero la razón principal del éxito del Partido Comunista en Graz es sin duda la preocupación y la competencia por los asuntos locales que hemos construido continuamente.
Herri.- ¿Cómo es su relación con la ciudadanía?
Elke:- Creo que soy muy accesible, todos pueden darme su opinión, pueden darme sugerencias, preguntarme por los asuntos que le preocupan, o pedirme apoyo en situaciones económicas o personales difíciles. Hablo con decenas de personas cada semana, ésa es una de mis prioridades. Es importante estar a la altura de los ojos de todas las personas con las que hables y no hacer promesas que no puedas cumplir.
Herri.- ¿Cuáles piensa que debe ser las ideas motrices del comunismo futuro en el siglo XXI, en Europa y el mundo?
Elke.- Nuestra perspectiva principal es la de un desarrollo social impulsado por las necesidades de todas las personas, no por el lucro; para crear una forma de economía sostenible que no destruya la base de nuestra existencia.
Todo el mundo debe tener un lugar en la sociedad, independientemente de su origen étnico, su biología, su creencia. Y necesitamos crear un entorno en el que los conflictos armados sean tan arcaicos como la armadura de un caballero. Por eso es muy importante dar a todos los niños la mejor educación posible y una buena perspectiva. Con nuestras políticas sociales y de vivienda tratamos de contribuir con nuestra parte a ese objetivo.
Herri.- Si usted fuera presidenta del gobierno más poderoso del mundo, ¿cuáles serían sus 3 primeras medidas de gobierno?
Elke.- Intentaría prohibir todas las armas de destrucción masiva, hacer que la educación y la atención médica sean accesibles y asequibles para todos y nacionalizar la infraestructura básica que todos necesitan, como la energía, el agua y las telecomunicaciones, para hacer retroceder las políticas impulsadas por intereses de lucro privado.
Herri.- Hemos visto el éxito de los jóvenes comunistas austriacos en las elecciones estudiantiles, y los buenos resultados recientes del KPÖ+ en las elecciones en la ciudad de Salzburgo: ¿Por qué es atractivo el KPÖ+ entre los jóvenes?
Elke.- Después de décadas de ideología y políticas neoliberales impuestas a la sociedad, mucha gente ya no confía en las promesas de los llamados mercados libres. A medida que muchas sociedades se fracturan cada vez más y el entorno natural se deteriora, existe un deseo creciente de solidaridad, paz y sostenibilidad.
Herri.- Elija un acontecimiento histórico y diga por qué.
Elke.- Además de ser alcaldesa de Graz, también soy responsable de vivienda pública, asuntos sociales y de la mujer. Quizás por eso uno de los grandes hechos históricos que me viene a la mente es el derecho de las mujeres a votar en las elecciones. En la mayoría de los países europeos eso sucedió hace sólo unos 100 años. Es un hermoso ejemplo de un cambio exitoso en la sociedad, independientemente de la desigualdad que aún existe.
Herri.- ¿Con qué personaje histórico le gustaría tomar un café, y qué le diría?
Elke.- Me tomaría un café con John Lennon y le diría que sus canciones siguen siendo una inspiración importante para muchas personas de mi generación.
Herri.- Denos un consejo.
Elke.- Piensen siempre con su propia cabeza y hablen siempre, personalmente, con tantas personas como sea posible que quieran representar en política, en lugar de hablar de ellas. La gente rica suele saber cómo hacer valer sus intereses. Como comunista, es mi responsabilidad estar allí para las personas que no tienen a nadie más que defienda sus necesidades.