El nuevo escenario político

El nuevo escenario político

El nuevo escenario político

“Es urgente cohesionar a todas las fuerzas objetivamente de oposición al sistema.”

Tras el final del régimen franquista en España se produjo una pugna entre las fuerzas democráticas y las autoritarias para poner en marcha un nuevo sistema político. Esa pugna finalmente fue ganada por sectores no rupturistas que desde entonces se han alternado en los sucesivos gobiernos, en sus versiones conservadora y reformista, pero siempre sin cuestionar el sistema, y más recientemente, desde la constitucionalización del neoliberalismo a través del Tratado de Maastricht y la reforma del artículo 135 de la CE, admitiendo el capitalismo en su versión financiera neoliberal, -modelo opuesto no ya al socialismo, sino simplemente a un Estado Social- como la única alternativa política posible

Esta alianza de las fuerzas no rupturistas consolidó el sistema de monarquía parlamentaria bajo la hegemonía política de los EEUU, lo que implicó tanto el ingreso en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) como en la OTAN. El PCE, atendiendo a la correlación de fuerzas realmente existente que hacía imposible la ruptura, aceptó la salida reformista a la dictadura, garantizando al menos un sistema formalmente democrático que permitiera continuar luchando para conseguir las conquistas sociales y políticas necesarias que desde siempre demanda la clase trabajadora en España.

El compromiso constitucional de construir un Estado social y plenamente democrático que garantizara todos los derechos fundamentales a todas las personas fue truncado por la consolidación de un entramado institucional y social heredado del franquismo -fuerzas armadas, policía y burocracia del Estado- y de un mapa de partidos basado en un bipartidismo imperfecto en el que las fuerzas nacionalistas conservadoras (PNV y CiU) completaban las mayorías parlamentarias. La monarquía hace tiempo que dejó de jugar un papel de equilibrio y actualmente Felipe VI se ha alineado desde el primer día de su reinado con las fuerzas más conservadoras del régimen, tanto en cuestiones políticas como sociales y económicas.

La crisis económica que estalla a partir de 2008 provoca a su vez una crisis de régimen político, contexto que exige a la izquierda un esfuerzo para avanzar en un nuevo pacto político y constitucional que obligue al Estado a garantizar los derechos sociales, económicos, civiles y políticos de los que no han disfrutado las mayorías sociales, la clase trabajadora, como ha puesto de evidente la profunda crisis social padecida en la última década. Síntomas de esa crisis del régimen también es la generalización de prácticas corruptas o la ruptura del pacto constitucional sobre el modelo territorial por la derecha centralista españolista y los partidos nacionalistas catalanes ahora abiertamente independentistas. La negociación colectiva, uno de los pilares económicos del pacto de la transición, ha sido anulada mediante la concesión de un derecho de veto en la práctica a las organizaciones empresariales, tanto por los gobiernos conservadores como por la socialdemocracia liberal que representa el PSOE. La desafección al sistema de sectores cada vez más amplios de trabajadores -incluso trabajadores especializados, técnicos y profesionales, las llamadas capas medias de la sociedad- es palpable, tras comprobar que por primera vez desde 1978 la generación más joven va a vivir peor que la de sus padres. Todo ello obliga a la izquierda trasformadora a convertirse en la alternativa política ante la falta de credibilidad de los partidos pilares del régimen, el PSOE y el PP.

La izquierda trasformadora hoy día se organiza en torno a la incipiente alianza política electoral de Unidas Podemos, que aspiramos a consolidar como proyecto de bloque histórico capaz de lograr las transformaciones necesarias que España necesita para abandonar el injusto modelo capitalista neoliberal incompatible con el disfrute por las mayorías sociales de los derechos fundamentales y con la propia sostenibilidad de la vida en el planeta.

Para el PCE es urgente cohesionar a todas las fuerzas objetivamente de oposición al sistema, para organizar la construcción de ese bloque histórico que primero garantice y expanda el contenido de los derechos sociales, económicos y laborales, y que finalmente permita una democracia plena mediante la construcción de espacios democráticos más participativos. A ese proceso lo hemos definido como proceso constituyente y requiere una amplia participación sustentada en un proceso de movilización popular que tenga como referencias el 15-M, las marchas de la dignidad, las mareas ciudadanas en defensa de los servicios públicos, las movilizaciones contra el fraude hipotecario, las huelgas generales, las protestas laborales contra la precariedad, etc.
Los poderes económicos del régimen tienen su propia estrategia, que viene siendo implementada sin pausa para consolidar los cambios institucionales, sociales y políticos que han implantado mediante las políticas neoliberales hasta convertir los derechos sociales en elementos poco más que decorativos, sin contenidos ni mecanismos de exigibilidad reales. Su único objetivo es mantener e incrementar sus privilegios, a través de políticas de liberalización extrema de la economía que implican la privatización de los bienes y servicios públicos, organizando inmensas transferencias de riqueza publica a manos privadas. La construcción de este nuevo modelo requiere de un nuevo mapa de partidos políticos que renueve la imagen de una derecha esencialmente vista como corrupta y saqueadora de lo público.

Las luchas populares y la puesta en marcha del proceso político de construcción de unidad popular ha impedido cerrar la crisis de régimen mediante la consolidación del nuevo modelo neoliberal, gracias en buena medida a que existe una fuerza política antineoliberal y defensora de una democracia política que garantice todos los derechos humanos a todas las personas, Unidas Podemos. La presencia de una fuerza alternativa que ha oscilado entre los 70 y los 40 escaños en el Parlamento es un escenario de fortaleza de la izquierda nunca visto desde la muerte del dictador, por muy imperfecto que aun sea el resultado y a pesar de todas las contradicciones que arrastramos en un proceso que todavía no ha sabido consolidar organizativamente el nuevo bloque político. El compromiso de Unidas Podemos en combatir los gobiernos no comprometidos en la defensa de los derechos sociales colectivos y los servicios públicos de calidad, permitió desalojar al gobierno del Partido Popular a través de la moción de censura que convirtió en presidente a Pedro Sánchez. En 2019 no ha existido una mayoría de las tres fuerzas de derecha que les permitiera formar gobierno y los poderes económicos y políticos no han conseguido forzar una alianza neoliberal reformista entre el PSOE y Ciudadanos.

Las elecciones de 2019 se producen tras haber alcanzado el PSOE y UP un acuerdo para la aprobación de los PGE de 2019 junto a otras medidas que suponían un cambio de 180 grados en las políticas neoliberales que se habían venido haciendo por los gobiernos de Rajoy: subidas de impuestos a bancos y grandes empresas; garantía de actualización de pensiones de jubilación por ley; derogación de las reformas laborales que precarizaron el empleo; derogación de las reformas liberticidas de la ley de seguridad ciudadana y del Código Penal; medidas de control de los precios de los arrendamientos de viviendas; subida del SMI; etc. El gobierno de Pedro Sánchez únicamente puso en práctica el 15% de las medidas reflejadas en el Acuerdo, que finalmente no fue refrendado en el Congreso por la oposición del independentismo catalán. El resultado electoral trae como resultado una disminución del espacio electoral rupturista representado por UP respecto al conseguido en las elecciones de 2016, fruto en buena medida de la perdida de tensión social y de capacidad movilizadora de las fuerzas del cambio, pero al mismo tiempo es un resultado electoral que permite mantener abierta la política de confrontación de bloques izquierda/derecha, dificultando un pacto del PSOE con las fuerzas de la derecha y abocando a Sánchez a alcanzar acuerdos con Unidas Podemos si quiere mantenerse en la Presidencia del Gobierno.

La izquierda debe evitar que el PSOE pueda justificar un acuerdo con las fuerzas a su derecha, para lo que es necesario volver a articular la mayoría de gobierno que sacó adelante la moción de censura. Ese objetivo puede conseguirse si se alcanza un acuerdo de legislatura o si alcanzamos acuerdo de gobierno de coalición, ambos entre Unidas Podemos y el PSOE.

Pero ahora tenemos la obligación de valorar si tras el incumplimiento por el PSOE del acuerdo de PGE 2019 se puede esperar que un gobierno de estos en solitario cumpla los contenidos de un acuerdo programático de investidura.

No cabe duda de que para garantizar el cumplimiento de cualquier acuerdo es más eficaz que se conforme un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, sabiendo que este último escenario también va a ser un escenario de confrontación y contradicción permanente entre las políticas antineoliberales que presiden cualquier acuerdo programático UP-PSOE y la tendencia natural del PSOE a aplicar medidas económicas neoliberales.

 

Enrique Santiago Romero: Abogado. Secretrario general del PCE
Parlamentario por Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados

 

 

“Guernica, Gernikara?”

“Guernica, Gernikara?”

«Guernica, Gernikara?»

La voluntad de Picasso era clara: El “Guernica” debería ir a Madrid con la República. Y así lo dejó expresado también su mujer por escrito ante diferentes requerimientos.

Abordar el debate sobre la ubicación oportuna para exponer el “Guernica” de Picasso requiere de una reflexión y un análisis que tienen que ver más con el “cómo” que con el “dónde” por la trascendencia significativa que tiene esta obra universal y que intentaré abordar en este artículo.

El “Guernica” es mucho más que la denuncia universal de la guerra y la violación de los derechos humanos y es mucho más que la representación del terrible bombardeo sobre la localidad de Bizkaia. No se trata ni de la denuncia de la guerra en abstracto, ni simplemente de la denuncia del bombardeo de nuestra querida Gernika en concreto.

Ambas interpretaciones son utilizadas hoy en día por algunos actores políticos para defender sin rigor la preferencia de ubicación del cuadro, reduciendo el debate a una cuestión casi chovinista: el Guernica en España, el Guernica en Euskadi. Seguramente quienes se quedan en la superficie para defender cualquiera de estas dos posiciones sin más análisis, lo hacen para ganar adeptos a su causa convirtiendo una obra de profundo significado en una simple bandera nacional –de uno u otro signo-, vacía de contenido.

Si el Guernica no puede ser entendido sin la población que le dio nombre, lo cual es cierto, menos aún puede ser entendido sin el contexto histórico en el que es creado, puesto que la propia obra es producto directo de ese contexto.

El “Guernica” fue un encargo que realizó en enero de 1937 el gobierno de la República a iniciativa del artista Josep Renau, militante del PCE y director de Bellas Artes de aquel Gobierno legítimo asediado por un golpe militar, que se apoyaba en dos importantes potencias bélicas del momento, como eran la Alemania Nazi y la Italia fascista. 

La iniciativa, anterior al bombardeo de Gernika, tenía como objetivo que la obra que Picasso realizase se expusiera en representación de España en la Exposición Internacional de 1937 en Paris como denuncia de los horrores que estaban cometiendo contra la población civil quienes con la ayuda de potencias extranjeras habían comenzado una agresión al gobierno democrático y contra la población española en todo el Estado.

Pablo Picasso, también militante comunista, se identificaba en el gobierno republicano del Frente Popular y realizó con esta obra esa gran aportación a aquel gobierno asediado. 

La obra fue expuesta en aquella excepcional Exposición Internacional de Paris de 1937 como denuncia de la barbaridad que se estaba cometiendo contra la democracia y la paz en España. En tiempos de propaganda, el cometido de la obra como el de todo el pabellón de la República Española era informar y dar a conocer al mundo lo que pasaba en nuestro país, dar a conocer como la democracia republicana estaba siendo violentada por las armas pasando por encima de los DDHH de la población.

El bombardeo de Gernika que da lugar al nombre de la obra, fue una acción terrible que los fascistas lanzaron contra la población civil para doblegar a la República y a las fuerzas democráticas. Bombardeos que se realizaron en diferentes ciudades en Euskadi y en España y que en el caso de Gernika y de otros lugares, tuvieron resultados especialmente devastadores.

El malagueño Pablo Picasso, inmerso en el encargo del Gobierno Republicano, plasmó en ese momento toda la barbarie de la guerra y toda la atrocidad desplegada en Gernika, en una obra que colocaba el bombardeo de Gernika como símbolo de la denuncia de lo que estaba sucediendo en España. La obra fue, por lo tanto, concebida como una denuncia de aquella agresión bélica que estaba sufriendo el pueblo en aquella guerra.

El “Guernica” es propiedad de la población del conjunto de todos los pueblos de España agredidos por aquel levantamiento fascista y golpista, y no puede ser entendida sólo como una recreación del terrible bombardeo sobre nuestra Gernika. Es eso, pero es mucho más que eso, y de ahí su valor universal.

Debemos entender el valor simbólico que tiene el “Guernica” de Picasso para todas las ciudadanas vascas, en especial para las de Gernika, de la misma manera que debemos entender su valor universal como denuncia de las atrocidades de las guerras y las vulneraciones de los derechos humanos. Pero sobretodo, debemos entender que el “Guernica” es una creación artística surgida de la necesidad política de denunciar y dar a conocer al mundo lo que pasaba en aquella guerra, lo cual sigue siendo necesario hoy en día en un Estado donde las victimas de aquel levantamiento siguen enterradas en cunetas y fosas comunes, y los responsables yacen en lugares de culto público.

El “Guernica” debe seguir cumpliendo en 2019 aquella función que tenía en 1937: Denunciar la bárbara e ilegítima agresión fascista que se emprendió contra los pueblos para derribar un gobierno democrático y popular, violando los DDHH más elementales como en el caso del bombardeo de Gernika.

Por tanto, la obra podría estar perfectamente expuesta en Gernika, desde luego que si, como lo puede estar en Madrid, pero lo importante no es tanto “el dónde” sino el “cómo”, puesto que lo fundamental es que la obra y su historia sean conocidas y entendidas. De lo contrario estaremos vaciando de contenido una obra fundamentalmente política creada con una finalidad política clara.

Desde un punto de vista historiográfico, la obra es inseparable del pabellón de España de la Expo de 1937 en París, es difícilmente discutible que el pabellón es el máximo referente espacial en esa materia. Lo más importante del “dónde” debe estar el “Guernica” es precisamente el “cómo” debe ser expuesto el cuadro, contextualizado con un pabellón que era un grito al mundo sobre la agresión fascista a los pueblos de España y contra el legítimo y democrático gobierno de la II República.

Una segunda consideración que debemos valorar está relacionada con la voluntad del autor de la obra. Que si bien no es el argumento más importante, puesto que la obra nos pertenece a todas y todos, si es una cuestión a tener en cuenta cuando hablamos de una obra producida por alguien que se comprometió políticamente en la defensa de su pueblo y de la democracia, pagándolo con el exilio como tantos otros.

Es habitual encontrarse con la versión “oficial” de este asunto basada en que la voluntad de Pablo Picasso era que la obra volviese a España cuando llegasen la democracia y las libertades. Esto es cierto pero sólo parcialmente, puesto que la intención del autor era que el lienzo formara parte de la memoria visual y artística de la guerra civil y que no lo quería en cualquier España.

Volvemos por lo tanto de nuevo al “cómo” a la hora de abordar el “dónde” también cuando ponemos el foco en la voluntad del autor.

Picasso se opuso a las intenciones de Carrero Blanco de llevarlo a Madrid en 1968 haciéndose públicas unas célebres declaraciones del autor: «El Guernica solamente volverá a España con la República». La voluntad de Picasso era clara: El “Guernica” debería ir a Madrid con la República. Y así lo dejó expresado también su mujer por escrito ante diferentes requerimientos.

Es cierto que existe cierto debate en torno a una vieja reivindicación resumida en una consigna bastante popular en Euskadi: “Guernica Gernikara”. Una propuesta en torno al lugar donde se debería exponer el cuadro que surgió de las propias filas del PCE-EPK en el año 1980 en un contexto muy diferente al actual, cuando lo verdaderamente importante era que el cuadro tornase a España.

La primera propuesta aprobada por el Parlamento Vasco solicitando el traslado del cuadro a Gernika la realizó el entonces parlamentario y Secretario General del PCE-EPK Roberto Lertxundi en 1980, cuando la obra todavía estaba en el museo MOMA de Nueva York, y ante la evidencia de que una vez finalizada la dictadura todo indicaba el ansiado retorno de la obra después de décadas de exilio.

La obra de Picasso finalmente regreso a España aunque desgraciadamente y contra la voluntad de Picasso, no lo hizo ni a la República ni al museo del Prado como a él le hubiera gustado. Pero lo fundamental debe ser el “cómo” se ubica el cuadro para que siga siendo la denuncia del terrible y sanguinario golpe fascista de 1936, tal y como nació la obra. Sin ese entorno, dará igual que el cuadro esté en Madrid, en Gernika o en Málaga –por poner tres lugares que han sido reivindicados por diferentes actores como lugares oportunos para su exposición-, porque la obra vaciada de contenido no tiene lugar adecuado, su lugar es precisamente su contenido.

El Guernica debería estar expuesto por lo tanto en la III República en un entorno didáctico basado en el pabellón de España en la Exposición Universal de 1937 en Paris, para la comprensión de qué sucedió con el alzamiento militar de 1936 contra el gobierno del Frente Popular, la democracia de la II República y contra las mujeres y hombres de los pueblos de España, víctimas de la barbarie fascista.

Ésta y no otra, es la respuesta a la pregunta ¿Dónde debería estar el “Guernica”? Mientras tanto, la excelente Pinacoteca en la que se encuentra actualmente el “Guernica” en vez de llevar el nombre de una Señora Griega que no ha hecho nada por la cultura, podría llevar perfectamente el nombre de “Museo Público de Arte Contemporáneo Josep Renau”.

Jon Hérnandez

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi
Parlamentario de Elkarrekin Podemos
en el Parlamento Vasco

 

 

Restauración

Restauración

Restauración

Es duro, pero hay que elegir entre ser bisagra
o ser proyecto de poder popular.

Ahora, con independencia de los ciclos electorales, pero sin olvidar el sesgo que marcan, sería el momento de caracterizar la coyuntura que se abre. Coyuntura en sentido marxista, no como sinónimo de actualidad y, mucho menos, de rabiosa actualidad. ¿Cuáles serán sus líneas de fuerza fundamentales? ¿Cuál sería el papel de la izquierda?

La crisis de régimen no está suturada todavía. Es decir, se siguen dando los factores que hablaban de la tensión crítica entre restauración y ruptura, si bien, y eso lo demuestran también las elecciones, están ganando la hegemonía las fuerzas que representan una versión moderada de la restauración, frente a las fuerzas rupturistas y frente a las que representan una restauración abrupta. Y en el centro de esa capacidad política se ha situado el PSOE, mientras Unidos Podemos ha perdido gran parte de su fuerza determinante.

El sistema, para mantener en sus términos esenciales la Constitución del 78 y su forma de Estado, regida por una monarquía parlamentaria, necesita restaurar el fin de ciclo del bipartidismo y, en el mismo sentido, necesita normalizar las condiciones sociales y económicas que han surgido tras la larga crisis, iniciada en 2008. La “restauración amable”, a la que va a proceder el PSOE, eso sí, retocaría en algunos casos, quizás sin demasiada profundidad, los efectos de normas tan brutales como las dos reformas laborales o la ley mordaza, sin derogarlas, según parece. Y lo haría, con la ayuda de las estrategias de blanqueamiento al uso, en las que también estamos cayendo nosotros, en nombre de la izquierda y del progresismo, no en nombre del neoliberalismo de rostro humano. Lo haría en nombre de lo sensatamente posible teniendo en cuenta la pulsión inevitable de los mercados financieros y la Europa del euro.

¿Cuál sería en este contexto el papel de la llamada izquierda transformadora? Quizás, lo mismo que antes empezó a perder el marbete de “revolucionaria”, ahora empezaría a perder el de “transformadora” si no se sitúa adecuadamente. Se trata, por tanto, de elegir entre ser una parte (eso sí, crítica), del bloque restaurador, o, de contrario, no aceptar los términos de la segunda transición, que nos va a dar a elegir entre ultraderecha y capitalismo sensato; oferta que se nos va a hacer desde el republicanismo monárquico del PSOE y desde la sensatez del capitatalismo amable y moderno, con las instituciones
convertidas en puertas giratorias de los que no se presentan a las elecciones.

Es duro, pero hay que elegir entre ser bisagra o ser proyecto de poder popular.

Felipe Alcaraz Masats, Escritor

Exdiputado en el Parlamento Andaluz
y en el Congreso de los diputados por Izquierda Unida
Exsecretario general del Partido Comunista Andaluz

La revolución de Eugen Leviné

La revolución de Eugen Leviné

La revolución de Eugen Leviné

 

Todos los comunistas somos cadáveres “de permiso”. De esto tengo plena conciencia. No sé si se extenderá “mi permiso” o si tendré que unirme a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg.

 

Coincidiendo con el primer aniversario de la revolución rusa, contagiado por la revuelta de los marinos de Kiel, que se amotinaron, se negaron a zarpar en una maniobra de guerra encubierta, en los albores del armisticio, e izaron las banderas rojas en los navíos; y por la revuelta que tenía lugar en Berlín obligando a abdicar al káiser Guillermo II; el 7 de noviembre de 1918, el Consejo de obreros y soldados de Munich, declaraba abolida la monarquía bávara y proclamaba la República de Baviera. Alemania era una monarquía imperial formada a su vez por las monarquías de sus antiguas reinos, Prusia, Sajonia o Baviera. Se declaraba un estado libre dentro de la revolución que tenía su curso en toda Alemania. El Consejo de obreros y soldados de Munich eligió como presidente de la República a Kurt Eisner, un veterano socialdemócrata del ala izquierda del partido. Un respetado periodista, editor de Worwarts! (¡Adelante!). Se volvió pacifista durante la guerra, lo que le valió la cárcel por traición, y su posterior abandono del partido para unirse al partido socialdemócrata independiente, cercano a los spartaquistas. El asesinato de Kurt Eisner, a finales de febrero, tiroteado por un ultraderechista de la nobleza, el conde Von Arco, fue seguido por la decisión del Consejo de Obreros y Soldados (llevado a cabo por 234 a 70 votos, con oposición comunista) de proclamar una república socialista independiente. Fue formado un gobierno de socialdemócratas, y socialdemócratas independientes, como Ernst Toller, y anarquistas, entre ellos el reputado intelectual Gustav Landauer que se encarga de Cultura y Educación. El 7 de abril de 1919 Baviera fue proclamada una republica soviética. El 13 de abril, después de la revuelta de la guarnición de Munich, los comunistas se unieron al Gobierno, que iba a ser derrocado casi un mes después, por la acción militar del 3 de mayo, cuando las tropas enviadas por Noske, quien también estuvo detrás del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, entraron en Munich a sangre y fuego. 9.000 soldados a los que se sumaron 3.000 Freikorps, paramilitares ultranacionalistas y derechistas, causando cientos de muertos, entre ellos Gustav Landauer, asesinado brutalmente a culatazos el 2 de mayo, abandonando su cadáver desnudo. El dirigente que tomó las riendas en ese segundo periodo real de gobierno soviético en Baviera, entre el 13 de abril y el 3 de mayo, fue Eugen Leviné, un revolucionario profesional, una sacrificado para la causa, con una vida de leyenda.

Nacido en una rica familia judía rusa el 19 de mayo de 1883, en San Petersburgo, se trasladó a Wiesbaden con su madre tras la muerte de su padre, cuando tenía tres años. Preparado por su madre para ser un joven distinguido de la alta sociedad, como correspondía a su posición, muy pronto rompió con ella, y renunció a un porvenir sin preocupaciones por su adhesión revolucionaria, a pesar de todas las presiones de su familia. Su futura mujer Rosa, lo conoció en 1910 en Heidelberg, una ciudad entonces rebosante de revolucionarios rusos exiliados. Rosa cuenta cómo fue. “En su círculo estaba Alexandre Steinberg, futuro ministro de justicia en el gobierno de Lenin; estaba Kamkov, un célebre dirigente de los socialistas revolucionarios rusos, pero la figura legendaria era él, Eugen Leviné”. Participante en la revolución rusa de 1905, es detenido y tras 6 meses de cárcel, se marcha de la ciudad para no comprometer a sus camaradas. Gracias a sus dotes como orador se dedica a la propaganda por las ciudades de provincias, Vítebsk, Smolensk, Briansk y Minsk. Es una tarea dura, tenaz, en la que contrae la malaria, viajando sin cesar de un sitio a otro, a veces de andando, sin descansar en camas confortables, muchas días sin comer apenas, todo ese sacrificio con el fin de sacar de la apatía a la gente, aclarar sus ideas, sembrar las semillas del socialismo. En 1907 es detenido de nuevo, en Minsk, torturado, y tras varios meses en la cárcel sin proceso, es puesto en libertad. Viaja a Alemania, a Heidelberg, donde estudia Derecho. Había pasado de sus simpatías por los socialistas revolucionarios rusos, los eseristas, al partido socialdemócrata bolchevique, el partido de Lenin. Cada vez más comprometido con la causa revolucionaria, se dedica a divulgar estas ideas por toda Alemania. Su debut como revolucionario profesional, por el Rhur y Renania, fue coronado por un éxito que le granjeó un enorme prestigio entre los obreros. Se lo contaba así a su esposa: “No venían a familiarizarse con las ideas comunistas. En el mejor de los casos, lo hacían impulsados ​​por la curiosidad característica del momento de las revueltas revolucionarias. A veces era recibido con silbidos y otras con arrebatos, pero nunca dejé de calmar la tormenta. A menudo tenía que hacer el papel de domador de leones”.

Forma parte del núcleo de la Liga Spartacus, con Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht, Max Levien, Leo Jogiches, Paul Levi, Wilhelm Pieck, Julian Marchlewski, Hermann Duncker, Hugo Eberlein, Paul Frölich, Wilhelm Pieck, Ernest Meyer, Franz Mehring y Clara Zetkin, que en diciembre de 1918 se transforman en el Partido Comunista Alemán (KPD). Cuando el 4 de enero de 1919 el canciller alemán socialdemócrata, Ebert, destituye al jefe de la policía de Berlín, Emil Eichhorn, estalla la revuelta. Eichhorn era un socialista independiente, que tenía una gran popularidad entre los trabajadores revolucionarios de todos los ámbitos y filiaciones, por su integridad personal y su genuina devoción a la clase trabajadora. Su nombramiento en noviembre fue considerado como un baluarte contra la conspiración contrarrevolucionaria y una espina en la carne de las fuerzas reaccionarias. Los trabajadores de Berlín recibieron la noticia de que Eichhorn había sido destituido con un enorme enfado. Sentían que se lo quitaban de en medio por estar a su lado, defendiéndolos, frente a los ataques de derecha. Eichhorn respondió negándose a desocupar la sede de la policía. Insistió en que había sido designado por la clase obrera berlinesa y sólo podía ser removido por ella. Aceptaría la decisión sólo si venía del Consejo Ejecutivo de Trabajadores y Soldados de Berlín.

Los trabajadores salieron en masa a las calles, llamados por el partido comunista, los socialistas independientes, e incluso algunos socialdemócratas indignados con el gobierno de Ebert-Scheidemann. Acudieron armados a la central de policía para defender a Eichhorn, y ocuparon la sede del periódico Worwarts socialdemócrata, hartos de sus mentiras sobre la violencia de los spartaquistas. Eugen Leviné fue el encargado de dirigir el nuevo diario Worwarts, que se llamó Worwarts Rote ( Adelante Rojo!) Leviné es el responsable del diario, y también del edificio, convertido en refugio y hospital, pues los heridos no podían ser llevados a los hospitales, donde eran detenidos o rematados. Las reivindicaciones no quieren en ese momento la caída del gobierno, sino la restitución de Eichhorn. Pero Ebert llama al ejército, a los Freikorps, paramilitares derechistas, para sofocar la rebelión. El 13 de enero la revuelta había sido aplastada, y casi todos sus líderes detenidos o muertos, como Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.

Leviné que era, después de Rosa y Karl el dirigente más odiado por la policía, consiguió escapar y llegar a Brunswick, donde se esconde con el nombre de Berg, y desde allí, camuflado, va a Rusia, a comienzos de marzo, para participar en la fundación de la III Internacional. Al regresar de Moscú, la dirección berlinesa del partido le envía a Múnich para constituir y ordenar el partido comunista bávaro. Es un joven formado, enérgico, dotado de gran astucia política, el que según el historiador Sebastián Haffner “podría ser considerado, pues tenía las cualidades para serlo, el Lenin o el Trotski alemán”. El joven sensible, idealista, y educado, es capaz de presentarse en Múnich como un revolucionario radical, autoritario, no como un soñador romántico. Ello es porque quiere desactivar el primer intento de República soviética, ya que entiende que aún no se dan las condiciones. Su análisis, en un escrito del 4 de abril de 1919, es un anuncio exacto de todo lo que va a ocurrir:

“Acabo de enterarme de sus planes. Nosotros, los comunistas, tenemos una profunda sospecha sobre una república soviética iniciada por el ministro socialdemócrata Schneppenhorst y hombres como Durr, que hasta ahora han combatido el sistema soviético con todo su poder y fuerza. En el mejor de los casos, podemos interpretar su actitud como el intento de los líderes en bancarrota de congraciarse con las masas mediante una acción aparentemente revolucionaria, o peor, como una provocación deliberada.

Sabemos por nuestra experiencia en el norte de Alemania que los socialdemócratas a menudo intentaron provocar acciones prematuras que son las más fáciles de aplastar.

Una república soviética no puede ser proclamada en una mesa de conferencias. Se funda después de una lucha de un proletariado victorioso. El proletariado de Múnich aún no ha entrado en la lucha por el poder.
Después de la primera intoxicación, los socialdemócratas aprovecharán el primer pretexto para retirarse y así traicionar deliberadamente a los trabajadores. Los (socialistas) independientes colaborarán, luego dudarán, luego comenzarán a vacilar, a negociar con el enemigo y, sin darse cuenta, a convertirse en traidores. Y nosotros, como comunistas, tendremos que pagar por vuestra empresa con sangre.”

Leviné sabe que la victoria no es posible, pero asume su sacrificio, por los triunfos futuros, porque el proletariado sólo aprende a través de sus derrotas. Cuando asume el poder, sabe que se está inmolando, pero también conoce que es posible la revolución en la cercana Austria, y en Hungría, donde ya se ha iniciado. Baviera debe resistir aguantar, para ver si llega el momento encadenado de la revolución en todo Centroeuropa.
El historiador marxista, Eric Hobsbawm, dice de él: “Leviné, un profesional de la revolución lúcido, escéptico y eficiente entre los amateurs nobles que viven el sueño de la liberación, y los militantes confundidos, sabía que estaba perdido, pero también que tenía que luchar. Leviné, en el momento de asumir la dirección del Consejo bávaro, a pesar de las reticencias iniciales del Partido Comunista Alemán sobre la proclamación de la República Soviética de Baviera, advierte que desde ese momento el partido estaría en “la vanguardia de la lucha”, contra cualquier intento contrarrevolucionario, e insta a los trabajadores a elegir “delegados sindicales revolucionarios” para defender la revolución; deben -dirá Levliné a los trabajadores-, “elegir a los hombres consumidos por el fuego de la revolución, llenos de energía y agresividad, capaces de una rápida toma de decisiones, mientras que al mismo tiempo posean una visión clara de las verdaderas relaciones de poder, por lo tanto capaces de elegir sobriamente y con serenidad el momento de la acción”

Leviné, a pesar de la declaración triunfalista de su compañero Max Levien, observa que, aunque gobiernan, poco ha cambiado en los primeros días:

“En el tercer día de la República Soviética, en las fábricas, los trabajadores se esfuerzan y se emborrachan como nunca antes con los capitalistas. En las oficinas están los mismos funcionarios reales. En las calles, los viejos guardianes armados del mundo capitalista mantienen el orden. Las tijeras de los especuladores de la guerra y los cazadores de dividendos aún no desaparecen. Las presiones rotativas de la prensa capitalista todavía resuenan, arrojando veneno y hiel, mentiras y calumnias a la gente que anhela la claridad revolucionaria. Ni una sola institución de la burguesía ha sido desarmada, ni un solo trabajador ha sido armado”
Se pone manos a la obra de inmediato, y ordena la expropiación de pisos de lujo para entregarlos a las personas sin hogar. Se reparten miles de armas a los obreros. Se dictan las órdenes para que las fábricas sean administradas por consejos conjuntos de trabajadores y propietarios, y para que el control de la industria sea realizado por parte de los trabajadores. Leviné, como los bolcheviques habían hecho en Rusia, establece unidades de la Guardia Roja para defender la revolución. “Debemos acelerar la construcción de organizaciones de trabajadores revolucionarias. Debemos crear consejos de trabajadores a partir de los comités de fábrica y el vasto ejército de desempleados”.
Las posiciones de ambos dirigentes de la comuna bávara parecen tener eco en los dos saludos, tan dustintos, que enviaron Zinoviev y Lenin. El primero cargado de retórica.

Al Comisario del Pueblo para Asuntos Extranjeros, Múnich.
En nombre del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, envió mi caluroso saludo a través de ustedes al proletariado de Baviera, quienes han fundado la Republica Soviética. Estamos profundamente convencidos de que no está lejano el tiempo en que Alemania sea enteramente una República Soviética. La Internacional Comunista es consciente de que en Alemania están combatiendo en los puestos más responsables, donde el destino inmediato de la revolución proletaria en todas las partes de Europa será decidido.
¡Viva el proletariado alemán y su Partido Comunista! ¡Viva la revolución comunista mundial!
Presidente del Consejo Ejecutivo de la Internacional Comunista, G. Zinoviev.

Mientras que el de Lenin, lleno de preguntas concretas, parece cargado de las mismas preocupaciones que asolaban a Leviné. Sabe que una revolución triunfante debe tomar medidas revolucionarias desde el primer día, si no lo hace está perdida, ante el adversario y frente a las masas. Ésta es una enseñanza de plena vigencia y actualidad ante el auge de movimientos populistas que al llegar al poder disuelven todas sus propuestas para que nada cambie.

Saludo a la República Soviética de Baviera.
Agradecemos su mensaje y, por nuestra parte, saludamos de todo corazón a la República Soviética de Baviera. Les pedimos encarecidamente que nos den información más frecuente y más concreta sobre qué medidas han adoptado para luchar contra los verdugos burgueses, los Scheidemann y Cía.; si han creado soviets de obreros y empleados en los distintos barrios de la ciudad (Munich, ndr.); si han armado a los obreros y desarmado a la burguesía; si han aprovechado los depósitos de ropas y otros artículos para prestar una inmediata y amplia ayuda a los obreros, y sobre todo a los peones agrícolas y a los pequeños campesinos; si han expropiado las fábricas y los bienes de los capitalistas de Munich, así como también las haciendas capitalistas en sus alrededores; si han cancelado las hipotecas y los pagos de arriendos de los pequeños campesinos; si han duplicado o triplicado el salario de los peones agrícolas y los obreros no cualificados; si han confiscado todas las existencias de papel y todas las imprentas a fin de poder imprimir volantes y periódicos populares para las masas; si han implantado la jornada de 6 horas, con dos o tres horas diarias de instrucción sobre cómo administrar el Estado; si han hecho entregar a la burguesía de Munich sus viviendas sobrantes para instalar inmediatamente a los obreros en cómodos apartamentos; si han tomado en sus manos todos los bancos; si han tomado rehenes de las filas de la burguesía; si han implantado raciones más elevadas para los obreros que para la burguesía; si han movilizado a todos los obreros, tanto para la defensa como para la propaganda ideológica en las aldeas vecinas. La más rápida y amplia aplicación de estas medidas y otras análogas, acompañadas de la iniciativa de los soviets de obreros, de peones agrícolas y, aparte, de los pequeños campesinos, contribuirá a fortalecer la situación de ustedes. Es necesario gravar a la burguesía con un impuesto extraordinario y asegurar enseguida y a cualquier precio un mejoramiento efectivo en la situación de los obreros, los peones agrícolas y los pequeños campesinos.
Con los mejores saludos y deseos de éxito.
Lenin.

Leviné consiguió escapar a la entrada de las tropas en Múnich entre el 1 y el 3 de mayo. Se escondió. El 12 de mayo le escribió a Rosa Leviné: “Por fin puedo enviarte algunas palabras, mi amor, querida. Estuviste todo el tiempo a mi lado y mi corazón se regocijó cuando pensé en el último período de nuestra vida. Durante todo el tiempo, en esas horas desesperadas, horas de terror, estaba lleno de esos recuerdos. Recordé nuestras conversaciones, las palabras, los besos y caricias. No estés triste, Oslishechko*. Estoy alegre y lleno de energía. A pesar de toda la angustia, estoy mirando al futuro con confianza. En cuanto a nosotros, espero firmemente que estemos juntos muy pronto. Y junto con el niño antes de mi partida”
Ese mismo día, Leviné fue arrestado. La celda de Leviné se dejó abierta con la esperanza de que los guardias lo mataran a golpes. Según su esposa: “Los soldados patrullaban constantemente los pasillos, entraban a su celda y lo mantenían en un estado de terror y gran suspense”. Un guardia le dijo a su esposa: “nos dijeron que su marido ordenó la ejecución de 10.000 guardias de prisión y policías”. Era la misma táctica del embuste que usaron contra los spartaquistas berlineses.

En el juicio, Leviné dio ejemplo de su temple revo-lucionario, prescindió de su abogado y se defendió el mismo con gallardía y lucidez ante cada acusación, Leviné defendió su actuación con orgullo:

“La revolución proletaria no tiene necesidad de terror para sus fines; detesta y aborrece el asesinato. No necesita estos medios de lucha, ya que no lucha contra individuos sino contra instituciones. ¿Cómo surge la lucha? “¿Por qué, habiendo ganado el poder, construimos un Ejército Rojo? Porque la historia nos enseña que cada clase privilegiada hasta ahora se ha defendido por la fuerza cuando sus privilegios han estado en peligro. Y porque lo sabemos, porque no vivimos en las nubes. Porque no podemos creer que las condiciones en Baviera sean diferentes, que la burguesía bávara y los capitalistas se permitirían ser expropiados sin lucha, nos vimos obligados a armar a los trabajadores para defendernos contra la embestida de los capitalistas desposeídos”.

Y aceptó su sentencia una sentencia que no era jurídica, como él indicó, sino política, y que ya estaba dictada de antemano.

“Todos los comunistas somos cadáveres “de permiso”. De esto tengo plena conciencia. No sé si se extenderá “mi permiso” o si tendré que unirme a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg. En cualquier caso, espero su veredicto con serenidad y paz interior. Porque sé que, sea cual sea su veredicto, los eventos no pueden detenerse … Pronuncie su veredicto si lo considera oportuno. Sólo me esfuerzo por frustrar su intento de manchar mi política. La actividad, el nombre de la República Soviética con la que me siento estrechamente vinculado y el buen nombre de los trabajadores de Múnich. Ellos, y yo junto con ellos, todos hemos tratado de hacer lo mejor que podemos saber y entender. Para cumplir con nuestro deber hacia la Internacional, la Revolución Mundial Comunista”.

Condenado a muerte, el gobierno socialdemócrata rehusó su indulto, querían acabar con él, como con Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, acabar con el ejemplo de los que no se rinden, doblegan, de los líderes de la revolución alemana. Leviné fue fusilado en la prisión de Stadelheim el 5 de julio de 1919.
Ese revolucionario abnegado, que había ocultado por la causa su fibra más romántica, era el mismo que escribió a Rosa en una de sus primeras cartas:

“Hemos alcanzado un grado de felicidad que nunca se superará. Todo parece alcanzar sentido y significado. Me despierto contigo, camino contigo todo el día, me acuesto y mi brazo derecho te espera con alegría y ternura … Gracias. Por hacerme joven de nuevo, por enseñarme a amar tan profundamente, a brillar y a amar, y por amarme, por el regalo de tu amor tierno, delicado, apasionado”.

Y quien, en el último encuentro con su esposa, antes de morir, le dirá: “Pronto terminará todo. Eres tú quien sufrirá más. Pero no lo olvides: no debes vivir una vida sin alegría. Debes pensar en nuestro hijo. No debe cargar con una madre infeliz.”

 

“El asesinato de Rosa Luxemburg”

“El asesinato de Rosa Luxemburg”

“El asesinato de Rosa Luxemburg”

Tragedia y farsa por“Lara Fiegel” .

Lara Fiegel, relevante historiadora cultural britá-nica, reseña el libro de Klaus Gietinger, The Murder of Rosa Luxemburg (Un cadáver en el canal Landwehr) Verso Books, Londres, 2018), recién traducido al inglés del original alemán aparecido en 1993.

“He aquí un mundo en desorden”, canta el coro en una obra inacabada que comenzó Bertolt Brecht en 1926, “¿Quién está dispuesto entonces/ A ponerlo en orden?”. Rosa Luxemburg era la respuesta, pero no tuvo oportunidad de ponerse manos a la obra. Ella y su compañero espartaquista, el dirigente Karl Liebknecht, fueron brutalmente asesinados en enero de 1919, justo cuando parecía haber llegado su momento.

Alemania se había rendido, 40.000 marineros alemanes se habían amotinado en Kiel y había huido el káiser, dejando que el Partido Socialdemócrata (SPD) se hiciera con el control en lo que bautizaron como una revolución. Pero para la Liga Espartaquista (comunistas escindidos del SPD) esto no era suficiente. Alemania tenía que seguir a Rusia en una transformación a gran escala. El SPD había traicionado a los trabajadores al votar en favor de la guerra en 1914 (Liebknecht fue el único miembro del Reichstag en votar en contra), quedando paralizado por las combinaciones de conservadurismo,  indecisión y rotundo pánico. El 4 de enero, el gobierno destituyó al jefe de policía, de simpatías comunistas, desatando una extendida huelga general, que se convirtió en violenta cuando el gobierno dio instrucciones al GKSD (una unidad paramilitar de élite [la Garde-Kavallerie-Schütze-Division]) de eliminar a los comunistas, provocando que los espartaquistas apremiaran a una revuelta armada. El 15 de enero, el GKSD capturó a Luxemburg y Liebknecht en Berlin; a las pocas horas estaban muertos.

¿Quién los asesinó? En la época, el GKSD afirmó que había sido una multitud iracunda. Quedó claro enseguida que fue el GKSD el que había llevado a cabo los asesinatos, pero la identidad de los asesinos siguió siendo incierta. En 1993 Klaus Gietinger publicó en Alemania un libro [Eine Leiche im Landwehrkanal. Die Ermordung Rosa Luxemburgs (Un cadáver en el canal Landwehr. El asesinato de Rosa luxemburg)] que identificaba a los militares concretos responsables de dar las órdenes y apretar el gatillo. Se publica ahora en inglés coincidiendo con el centenario de los asesinatos, en traducción de Loren Balhorn.
El asesino de Luxemberg fue identificado como Hermann Souchon, un oficial del GKSD. Al entrar Luxemburg en el coche que la transportaba a la cárcel, Otto Runge le golpeó en la cabeza con la culata del rifle y Souchon le puso una pistola en la sien izquierda y disparó. Murió al instante y su cuerpo fue arrojado a un canal por el oficial de transportes Kurt Vogel. El asesinato lo había ordenado Waldemar Pabst, primer oficial de Estado Mayor del GKSD, que se adjudicó la responsabilidad de los asesinatos en una serie de entrevistas tristemente célebres en los años 60, declarando que “los tiempos de guerra civil tienen sus propias leyes” y que los alemanes deberían agradecérselo tanto a él como a Gustav Noske, ministro de Defensa del SPD, “¡y puestos de rodillas, levantarnos monumentos, y bautizar con nuestros nombres calles y plazas!”.

La Historia se repite “primero como tragedia y luego como farsa”, como decía Marx, y Gietinger es bueno a la hora de mostrar el absurdo de la farsa que siguió al asesinato. Se celebraron una serie de juicios en los que los dirigentes del SPD se confabularon con los asesinos, nombrando como jueces a sus colaboradores. En mayo de 1919, el tribunal decidió que Runge había tratado de matar a Luxemburg y Vogel le había pegado un tiro, pero les condenó a una pena de dos años, dado que no lograron averiguar quién les había dado muerte. Cuando Vogel huyó a Holanda, las autoridades no pidieron su extradición, aterrados de que pudiera revelar la identidad de sus cómplices. De manera escandalosa, hasta en la Alemania Occidental de los años 60, cuando Pabst reveló que el asesinato lo había ordenado él, el gobierno emitió un comunicado en el que calificaba el doble homicidio de “legítima ejecución”. En ese momento, Pabst divulgó que Souchon había sido el asesino, pero Souchon recurrió a la audaz medida de querellarse por difamación. El tribunal asignado para juzgar el caso se atuvo a los registros totalmente imprecisos del juicio de 1919, de modo que ganó el caso. Este libro proporciona, así pues, un sello importante a estos años, al demostrar, con la ayuda de diagramas y documentos, que el culpable fue Souchon.

Gietinger está menos versado en la exploración del significado de los asesinatos, que parece pensar podemos tomar como algo sabido. Aunque hay un nuevo prólogo, la editorial Verso no ha pensado en cómo hacer pertinente el libro para los lectores británicos o para 2019, dejando a un lado las cuestiones importantes de lo que pudiera significar hoy su muerte para nosotros. Gietinger nos dice que estos asesinatos constituyeron “una de las grandes tragedias del siglo XX”. Pero ¿por qué? ¿Qué podrían haber logrado Luxemburg y Liebknecht si se les hubiera dejado vivir?

En 1919, la revolución con la que soñaban no parece que fuera tan inminente como temía el SPD. En primer lugar, los líderes espartaquistas estaban divididos respecto a cómo provocarla. Luxemburg seguía estando a favor de la democracia parlamentaria, y deseaba participar en las elecciones y lograr un respaldo mayoritario, mientras que Liebknecht estaba a favor de la acción directa y deseaba lanzarse a la calle. No tenían un modelo claro a seguir. Ella pensaba que la revolución había resultado fallida en Rusia debido a la centralización del poder llevada a cabo por Lenin y la eliminación de la oposición. “La libertad para los que apoyan al gobierno solamente, para los miembros de un partido solo (…) no es libertad en absoluto”, escribió en La revolución rusa en 1918. Consideraba que Lenin y Trotski estaban equivocados al pensar que la transformación socialista podía seguir una “fórmula prefabricada”, cuando de hecho la fórmula del cambio económico, social y jurídico yacía “oculta en las nieblas del futuro”. Si iba Alemania a emular a Rusia, si el comunismo iba a ser el fenómeno internacional que ella creía que tenía que ser, eso iba a llevar a su tiempo, y la huelga general en Alemania no podía ser más que un primer paso tentativo.

¿Le habrían concedido este tiempo los espartaquistas, aunque el SPD hubierse estado preparado para ello? Parece improbable. No obstante, tiene razón Gietinger al calificar de tragedia sus muertes. Fue este un momento en el que lo “Sozial” del nombre del SPD significaba algo, en un sentido en que no lo significaba “sozialismus” en el nacionalsocialismo. Muchos de los protagonistas clave del asesinato de Luxemburg terminaron convirtiéndose en aliados de Hitler, que describió a Noske como “un roble entre estas plantas socialdemócratas”. Pero en un entorno político más mezclado, sus tendencias nacionalistas y autoritarias podrían haberse visto sofrenadas, y sus tendencias socialistas podrían haber alcanzado mayor ascendiente. ¿Y si Alemania se hubiera fragmentado en sus antiguos estados, permitiendo que una selección de sistemas políticos se dieran unos contra otros? ¿Y si los aliados hubieran sido menos severos en las condiciones de paz? ¿Y si la visión de un mundo internacionalista que había dado lugar al nacimiento de la Liga de Naciones hubiese resultado más convincente? ¿Y si  hubiera regresado Luxemburg a Rusia, su tierra natal, y hubiese tratado de influir en los acontecimientos?

Resulta fácil todavía sentir la presencia de Luxemburg como un fantasma que obsesiona a Europa. Hay muchos mundos alternativos en los que habría podido marcar la diferencia, con su combinación de carisma, capacidad expresiva y lógica, su voluntad de aprender del pasado y seguir siendo optimista acerca del futuro, su compromiso dual con lo local y lo internacional. Gietinger escribe que cuando el SPD hundió el cuerpo de Luxemburg en el canal de Landwehr, “hundió con ella a la República de Weimar”. No explica por qué es este el caso, pero es uno de los diversos momentos de duelo en este libro, intrusiones que son bienvenidas entre la escrupulosidad forense. Y desde luego, junto a Luxemburg podemos llorar un mundo en el que la izquierda radical tenía un papel que desempeñar en el gobierno democrático y en el que los principios internacionalistas y pacifistas seguían siendo más importantes que la autodeterminación nacional.

The Guardian, 9 de enero de 2018

 

“El verdadero enemigo de las masas está en nuestros sótanos”

“El verdadero enemigo de las masas está en nuestros sótanos”

“El verdadero enemigo de las masas
está en nuestros sótanos”

 

Entrevista a “Klaus Gietinger” por Loren Balhorn.

 

Reproducimos aquí una entrevista que, aunque no representa la línea editorial en cuanto al análisis de la realidad soviética, es de sumo interés pues esclarece asuntos aún velados sobre los asesinatos de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, certificando por fin, con su investigación, los nombres de los culpables concretos; y también porque nos hace pensar en la hipótesis de qué hubiera sido Europa si no hubieran sido derrotadas las revoluciones de Alemania, Italia, Hungría. Un movimiento comunista multifocal, no dependiente de la exportación del modelo único bolchevique; desarrollado también en la realización del socialismo por capacidades y personalidades como las de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, las de Antonio Gramsci, Giorgy Lukács, o Bela Kun.

Entrevista a Klaus Gietinger
por Loren Balhorn

Enero de 2019 marca el centenario del asesinato de dos figuras del socialismo alemán, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht. Como parte de un conjunto más amplio de medidas represivas contra la Revolución Alemana ocurridas en ese invierno y primavera, esa violenta respuesta desde arriba selló el destino de la Revolución y acabó con el experimento socialista democrático del país sólo unos meses después de su comienzo. Quién había sido exactamente el responsable de los asesinatos del 15 de enero de 1919 es algo que siguió envuelto en el misterio durante casi ocho décadas, hasta que el cineasta y guionista Klaus Gietinger comenzó a rastrear los archivos y descubrió una enormidad de pruebas que implicaban al capitán Waldemar Pabst y a varias personalidades destacadas del Partido Socialdemócrata (SPD). Loren Balhorn, miembro de la Fundación Rosa Luxemburg, y traductora de su libro al inglés, charló con él acerca de la Historia, de la socialdemocracia y sobre lo que pueden enseñarnos hoy ambas cosas.

Su libro acerca del asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, Eine Leiche im Landwehrkanal – [Un cadáver en el canal Landwehr], apareció recientemente en una segunda edición revisada, y la traducción inglesa la publica en enero de 2019 Verso Books con el título de The Murder of Rosa Luxemburg [El asesinato de Rosa Luxemburg]. ¿Está satisfecho con el éxito que ha tenido hasta el momento?
Sí, es mi libro de no ficción de mayor éxito. Si se cuentan todas las reimpresiones, va ya por la cuarta edición.

¿Cómo llegó a interesarse por la historia de la Revolución de Noviembre? Al fin y al cabo, usted es en realidad guionista y cineasta.

En 1989 vi una película hecha en 1969 para televisión, sobre el asesinato, realizada por Dieter Ertel y Theo Mezger, que sigue todavía oficialmente prohibida, y me di cuenta de que había aún un montón de preguntas por responder. Efectué algunas investigaciones, descubrí información nueva y quise en un principio realizar una película con todo ello. Pero ningún canal de televisión se mostró interesado, de modo que seguí investigando y acabé, en cambio, escribiendo un libro.

¿Ve algún paralelismo entre su profesión y la del historiador?

Sí, cuando se trabaja en documentales o películas históricas, tienes también que llevar a cabo una ingente investigación y resumir mucho.

¿Puede contarnos algo de lo que fue la investigación como tal? ¿Cuáles fueron los hallazgos más apasionantes?

Bueno, lo primero es que conseguí acceder a los papeles del hombre que dio la orden del asesinato, el capitán Waldemar Pabst, que seguían siendo inaccesibles en aquel momento, y demostré quién de los oficiales del Freikorps había sido el que en realidad apretó el gatillo. También identifiqué las complicidades de la dirección del Partido Socialdemócrata (SPD) de la época, lo que constituía y constituye un descubrimiento sensacional.

La izquierda sabía desde hace ya tiempo que los social-demócratas y el Freikorps [los “cuerpos voluntarios”] habían sido responsables de los asesinatos. ¿Qué descubrimientos nuevos contiene su libro? ¿Cambia algo de la anterior comprensión historiográfica?

Que la dirección del SPD estuviera implicada no era hasta entonces más que un rumor. Sin embargo, aporté pruebas que demostraban este extremo.

En el libro describe los asesinatos de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht como “una de las mayores tragedias políticas” del siglo XX. ¿Qué le mueve a afirmar esto? ¿No sucedieron acontecimientos significativamente más trágicos de la historia alemana sólo 20 años después?

Luxemburg y Liebknecht eran figuras míticas de la auténtica izquierda. La cúpula directiva del SPD se había movido desde hacía mucho tiempo a la derecha merced a su pacto con los viejos poderes y las fuerzas armadas, pero muchos partidarios del SPD veneraban a ambos líderes espartaquistas. Ellos dos nunca hubieran permitido la estalinización del KPD. Luxemburg se mostró contraria a ingresar en la Comintern y criticó el terror de Lenin y Radek. Hasta Liebknecht se habría mostrado remiso a aceptar una mera vanguardia de la clase obrera.

Ambos trataron de ayudar a las masas a tomar conciencia y no intentaron subestimarlas. La izquierda de Alemania y de Europa habría seguido un camino más independiente. Habría existido la oportunidad de denunciar a los dirigentes derechistas del SPD. No se habría cimentado la división de la izquierda. Que eso hubiera evitado el fascismo y el estalinismo ya es otro cantar, pero habrían sido mayores las posibilidades de que así sucediera.

¿Cree que Rosa y Karl representaban verdaderamente la clase de amenaza que temía Pabst? Al fin y al cabo, muchos trabajadores se mostraron en última instancia satisfechos con el retorno a la paz y la tranquilidad en cuanto abdicó el káiser y se introdujo la democracia parlamentaria. ¿Había realmente alguna posibilidad de revolución en Alemania en 1918–19?

Creo que está usted formulando la pregunta de modo incorrecto. Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht (no me gusta abreviar sus nombres usando sólo el de pila) eran una amenaza para el capitalismo, y los asesinaron por esta razón. No porque fueran una amenaza a la democracia: nunca lo fueron. No eran bolcheviques en el sentido de Lenin y Trotski, ni ordenó el capitán Pabst que los mataran porque fuesen presuntamente una amenaza a la democracia. Hizo que los mataran porque eran una amenaza para el sistema del que era  servidor, el del imperialismo prusiano-germano, el de la guerra y la dominación mundial, que la dirección del SPD había apoyado activamente desde 1914.

Escribió usted no hace mucho en  -WOZ – [Die Wochenzeitung] que el SPD debería de una vez por todas “aceptar la responsabilidad” del asesinato de ambos y de haber extinguido la Revolución de Noviembre. ¿Lo entiende como una exigencia política real, o más como un arma polémica contra un partido político neoliberal y decrépito?
El SPD es un partido en declive que dentro de diez años ya no existirá. Está despuntando un nuevo fascismo que tendrá un aspecto distinto del que hemos conocido con anterioridad, más oculto y sutil, pero capaz de seducir  de nuevo a las masas. Con la misma fuerza con la que creo en que el SPD no puede echarle la culpa a nadie más que a sí mismo, lamento profundamente, sin embargo, que le estén reemplazando la Alternative für Deutschland (AfD) y los Verdes neoliberales.

Los Verdes son un partido hipócrita de gente de elevados ingresos que tiene dos coches, gente que siempre traiciona sus ideales cuando entra en el gobierno. Los Verdes cumplieron en quince años lo que le llevó al SPD 150. Robert Habeck, uno de sus nuevos dirigentes y autor oficial, escribió hace unos diez años una mala obra de teatro sobre el levantamiento de los marineros en la que legitimaba a figuras proto-fascistas como Gustav Noske (SPD), que fue directo responsable del asesinato de Luxemburg y Liebknecht.

No hay que desperdiciar saliva con la AfD. Esta gente va a tomar el poder en la mitad oriental de Alemania. Lo que falta es un partido antifascista de masas. El SPD representaba ese partido al menos desde la II Guerra Mundial, pero perdió este elemento últimamente en su fase neoliberal (en coalición con los Verdes), que se inició en 1998.

¿Qué puede aprender la gente joven de esta trágica historia? ¿Quizás hace ya demasiado tiempo como para que sea hoy pertinente?

Es buena cosa que la Revolución de Noviembre haya regresado al menos parcialmente a la atención pública en 2018. Todavía hay quien no ha cejado en esta democracia y critica el capitalismo. Lo que pueden aprender los jóvenes es eso que dijo una vez Elias Canetti acerca de las masas: el verdadero enemigo de las masas no está a las puertas, sino en nuestro propio sótano. Tenemos que trabajar mejor a la hora de luchar contra él.

Rosa Luxemburg Stiftung, 2 de enero de 2019

Klaus Gietinger  guionista, director cinematográfico e historiador radicado en Frankfurt, ha publicado varios libros sobre el fascismo alemán y el movimiento comunista, así como una historia de los accidentes de automóvil. Su película más célebre es un clásico de 1985, Daheim sterben die Leut [La gente muere en casa].

Loren Balhorn: traductora al inglés de su libro,
“Un cadáver en el canal Landwehr” , en Verso Books.

 

La batalla de la cultura

La batalla de la cultura

La batalla de la cultura

¡En esto es en lo que hay que soñar! –escribe Lenin, y después
aparenta titubear, mordaz, por el peligro de estas palabras.

En torno al título de este artículo se gestó precisamente la iniciativa para poner en pie esta nueva revista, una revista de ideas, de debate, de pensamiento; una revista, una plataforma, para pensar, contrastar, crear, que trascendiera más allá de la urgencia que la vida y la actualidad impone inexorablemente, también al Partido Comunista. Una revista oasis, que permitiera la calma del análisis sereno, y al mismo tiempo una revista como herramienta precisa en la batalla ideológica. Porque entendemos que esa batalla en el terreno de la cultura es esencial para la transformación social, para construir esa sociedad más justa y sin clases a la que llamamos socialismo. Así nacemos, con voluntad de durar, de perseverar, de prestar un servicio en esa lucha, para hacer más corto ese camino del cambio social.

LA CULTURA
FRENTE AL ADVERSARIO

El más grande revolucionario, Lenin, era clarividente respecto a la importancia de la cultura para la lucha revolucionaria. Y no siempre se analiza bien esto. Recordaré dos avatares de su dilatada vida de lucha.

El primero sucede en su relación con el escritor Máximo Gorki, cercano a las ideas socialdemócratas del movimiento, incluso al partido. Gorki y Lenin se habían conocido en el exilio, en Londres, y se había creado entre ellos un cauce de sincera simpatía y admiración. Gorki, a pesar de adhesión a la causa, era reticente a la militancia, era un poco díscolo y un celoso guardián de su individualidad creativa. Lenin, mientras estuvo en el exilio suizo, viajó en varias ocasiones a Capri para visitar a Gorki, en su exilio italiano. Cuando Lenin lo visitaba, Gorki se mostraba encantado, porque ya sentía una profunda admiración por el líder político, pero al mismo tiempo se mostraba receloso en su papel de escritor, pensando que Lenin lo iba a incitar a escribir panfletos, o proclamas doctrinarias para el movimiento. Pero Lenin siempre lo tranquilizaba, y le decía que no era eso lo que quería de él, en absoluto, que debía seguir escribiendo como lo hacía, desde su independencia estricta, libre, porque así le necesitaban. Justamente así y no de otro modo eres más útil para la causa –le decía Lenin.

El gran invento de la Revolución Rusa, los SOVIETS, como alternativos a la democracia burguesa, fue precedido por décadas de un intenso trabajo cultural para lograr la hegemonía ideológica entre la clase trabajadora. Desde la llegada de Lenin a Petrógrado en 1893 su labor principal fue la de participar en las charlas de los círculos obreros, dinamizando con este hecho “cultural” a los grupos marxistas de Petrógrado, y alejándolos de un marxismo mecanicista anclado en el esquema muerto de las fases evolutivas. Todo gracias al debate cultural amplio, abierto. Y es este ambiente de los círculos obreros que, ampliándose a las fábricas, va a desembocar en los SOVIETS años después. El propio Lenin, cuando vuelve a Petrógrado en 1917, tras largos años de exilio en Suiza, lo primero que le interesa nada más llegar, al bajar del tren, es saber cómo está su periódico, el periódico del Partido, pide un ejemplar con urgencia, necesita tomar su pulso, ver si sirve bien a las ideas y al momento revolucionario.

Seguramente es Gramsci quien hereda mejor que nadie este espíritu leninista de la Hegemonía. Aunque no siempre se establezca esta ligazón entre Gramsci y Lenin. Pero es Gramsci quien acuña la expresión de la necesidad de alcanzar la Hegemonía en el terreno de la cultura, como paso previo al cambio social. Porque sin esta Hegemonía no se va a producir la mayoría necesaria para la transformación. Gramsci, tras la derrota del movimiento de los Consejos obreros turineses e italianos del año 1920, percibe cómo es imprescindible la Hegemonía para la nueva fase que ve abrirse en Occidente, distinta a la rusa, una fase donde va a tener más importancia la lucha electoral, desde una perspectiva inequívocamente revolucionaria, hacia el socialismo.

Si para Lenin la Hegemonía es cultura para conquistar, alumbrar los SOVIETS; para Gramsci es dotar al proletariado de una nueva cultura, filosofía, lenguaje, que determinan una concepción del mundo que debe oponerse a la de la burguesía; que habitualmente disfraza la suya bajo la idea del “sentido común”, que no es sino la concepción del mundo burguesa existente; aunque la sociedad, la gente, la clase trabajadora, opere engañada, alienada bajo ella, bajo ese paraguas ideológico del “sentido común”. Gramsci postula la Hegemonía como necesaria para destruir ese “sentido común” paralizante.

Ambos dos ejemplos nos deben alentar sobre la necesidad de esa Hegemonía para conseguir la mayoría para el cambio. Porque el cambio para nosotros sigue siendo el cambio revolucionario; no se trata, en nuestra perspectiva, de cuestiones menores o de maquillaje del capitalismo, sino de abatirlo, abriendo el camino a socialismo. Y ese camino necesita la adhesión de la mayoría. Para caminar por él, y para resistir, sabiendo que se encontrarán obstáculos, que los pondrá, y muchos, el adversario. Sólo si se tiene una elevada conciencia y conocimiento de lo que se hace, de hacia dónde se va, se podrá resistir. La Historia nos enseña que en los casos en los que esa Hegemonía se había conquistado, fue en los que más alcance tuvieron nuestras ideas.

-Así ocurrió en la Revolución Rusa, como hemos visto. Y seguramente su deterioro, declive, y derrota, tienen que ver con una incapacidad para sostener en el tiempo esta Hegemonía de la utopía comunista que había sido conquistada. Quizá debido al anquilosamiento y la falta de tensión política, del libre debate de las ideas en el propio campo comunista, debate sin el que es imposible una Hegemonía natural, cultural, conquistada y no impuesta. Aquí reproduzco unos párrafos de un libro, “El sueño de Nicolás Colberg”, donde se ve cómo se tratan estos temas en la literatura, y donde se muestra cómo se manifiesta esta idea dialéctica de la Hegemonía, dialéctica porque debe estar viva siempre, disputándose siempre, porque si se afloja, se pierde el terreno ganado, y vuelven la viejas ideas. En la novela, un brigadista internacional, que ha estado ayudando a la España republicana, está preso en la Polonia popular, no lo comprende y recuerda a España, que está llena de enseñanzas:

El prisionero Colberg seguía con sus vueltas y vueltas al patio, él solo. Soledad acompañada por la nieve, los pájaros, el sol, las nubes y sus sueños. Vueltas que rondaban la incomprensión y la rabia, en la que desfilaban los impostores, Warta, los compañeros caídos, y el enigma de Stalin, el gran jefe; vueltas en las que casi siempre vencía un optimismo que, con sus sueños como bandera, terminaba en España, donde aún no se perdía, a pesar de la derrota, donde aún todo era puro, donde quizá fue posible otra cosa que ésta. Perdieron. Allí perdieron pero también triunfaron, sí. Triunfaron sobre todo donde perdieron, él encerrado aquí era la prueba —y Colberg recordó aquella carta de su amigo Gene Wollman, el brigadista americano, que le impresionó tanto porque resumía muy bien esa verdad.

“Por primera vez en la historia —recordaba con precisión como comenzaba aquella carta para su madre que le enseñó Gene—, por primera vez desde que el fascismo empezó a asfixiar y a hacer trizas todo aquello por lo que sentimos cariño, tenemos la oportunidad de defendernos. Mussolini marchó sin oposición sobre Roma. Hitler se pavonea desde que tomó el poder sin derramamiento de sangre. En Etiopía, la maquinaria fascista otra vez ha sido capaz de imponer su voluntad sin una oposición unida. Hasta en los democráticos EE.UU. la mayoría ha tenido que sufrir toda clase de opresión sin tener la posibilidad de defenderse. Aquí, por fin, los oprimidos de la tierra estamos unidos, aquí, por fin tenemos armas, aquí podemos defendernos. Aquí, incluso aunque salgamos derrotados, por el hecho mismo de haber luchado por el debilitamiento del fascismo, habremos triunfado”.

Gene escribía cuando él se acercó —recordaba la escena—, y ante su curiosidad le leyó aquello que acababa de escribir. Porque ésa es otra de las lecciones: la camaradería. Comida, ideales, palabras compartidas con verdad. No como ahora, no como estos impostores —y el rostro de Colberg se enturbió al recordar a Warta—. Aquellas palabras de la carta las recordaba exactas, contenían el lirismo, la emoción, la seguridad de hacer lo justo, de cumplir el deber que todo oprimido del mundo sintió ante España. Y por eso, porque esa carta contenía esa verdad pura, le conmovió, por eso se ancló en su memoria. Sí, eso era, allí donde perdieron ganaron, y se guardó la semilla, y aquí donde creyeron ganar perdieron, porque no se dieron las condiciones, porque todo llegó impuesto, porque así no hubo deseo, lucha, que es la luz donde la libertad descubre al impostor. Aquí ganaron ellos, todos los Wartas. El pensamiento, entre vuelta y vuelta, sobre el surco de la nieve sucia que seguía cansinamente Colberg, regresaba al momento primero, el de su llegada a España.

-En la República española. Aunque fue derrotada por las armas, venció en las ideas, y todo el progresismo del mundo vio a la República con enorme simpatía, y todos los intelectuales la apoyaron como suya propia. Fue la República del Frente Popular quien consiguió eso, no fue la República derechista del bienio negro, que masacró a los mineros de Asturias, que encarceló a miles de militantes izquierdistas. Fue la del Frente Popular porque tuvo la claridad revolucionaria para realizar las transformaciones necesarias y deseadas por el pueblo, ganó así su Hegemonía, y se ganó la adhesión de los poetas, Alberti, Miguel Hernández, de los escritores, García Lorca, Machado, de los intelectuales de todo el mundo.
-El Chile de Allende fue acompañado por un vigoroso movimiento de poetas y cantautores, Neruda, Violeta Parra, Víctor Jara, Ini-Illimani, Quilapayun, con el tren popular de la cultura que se dirigió a los lugares más remotos del país para llevar instrucción, poesía, canciones, conciencia. Derrotado por las armas, victorioso en las ideas, como la República española.
-La Revolución cubana. El movimiento guerrillero de Sierra Maestra fue capaz de conquistar la Hegemonía en las ideas para el socialismo. Hay que recordar que el barco Granma se dirigió el 25 de noviembre de 1956 a la costa de Cuba con 82 guerrilleros a bordo, de los cuales sólo 21 sobrevivieron al desembarco. Hay que hacerse idea del monumental trabajo que hicieron ese puñado de guerrilleros para conquistar el corazón y las ideas del pueblo cubano en tres años de lucha. Cuenta el novelista Jesús Díaz, en su libro “Las iniciales de la tierra”, la gran efervescencia política que llegó tras la Revolución, la multitud de organizaciones que proliferaron, y que gracias a la síntesis adecuada del proceso revolucionario, a la Hegemonía ganada, pudieron converger tiempo después, de forma natural, en el Partido Comunista de Cuba. Algo similar podríamos decir sobre Vietnam, o China.

Dicho de otro modo, como ya lo subrayó Gramsci, la importancia de las condiciones subjetivas en la revolución es decisiva; no basta con que se den las condiciones materiales u objetivas, se precisa también la madurez de las condiciones subjetivas, que no es otra cosa que la conquista de la Hegemonía en la batalla cultural contra la cultura dominante o llamada vulgarmente “sentido común”, que no es sino su concepción del mundo.

LA BATALLA DE LA CULTURA
EN LA VIDA INTERIOR

Recuerdo que hace mucho tiempo, el que entonces fuera responsable del Partido Comunista en Irún, Txanan Álvarez Dorronsoro, me decía: “nosotros no nos hemos sumado a la lucha, a la militancia, para ver el triunfo del socialismo”. Lo decía por la adversidad para nuestras ideas que presentaba el escenario de la transición, incluso el escenario de Occidente en general. Eran los tiempos de equilibrios, de pactos difíciles y extraños, y de la Guerra fría. Y añadió: ”nos hemos incorporado para empujar ese triunfo en el futuro, y, sobre todo, para vivir con esos ideales, para vivir dentro de nosotros ya en el socialismo”. Esto es muy importante, y es un valor a defender en la sociedad actual, altamente alienante, con su ofensiva de estímulos de recompensa inmediata. Significa defender la paciencia revolucionaria, que no cree rápidos desencantados tras el primer fracaso electoral. Y esto se hace consiguiendo una vida interna en la organización que resulte satisfactoria y atractiva para el militante, en la que se sientan importantes, realizados, vivos, con independencia de los triunfos o derrotas. Significa construir en el interior del Partido Comunista una contra-sociedad, en la que ya se vayan eliminando aquellos valores negativos que no deseamos y propios del capitalismo: el egoísmo, la desigualdad, la imposición. El Partido Comunista debe ser el espejo de la sociedad que postulamos, de esa manera los militantes se encontrarán en su casa, en un fortín del que no huirán con la primera derrota. Eso, más o menos, lo consiguieron los partidos de masas, el francés, el italiano, desde la posguerra hasta el ocaso de los noventa.

LA CULTURA COMO
PROVEEDORA DE LA UTOPIA

Nuestros maestros, Marx, Engels, diagnosticaron con precisión y certeza al capitalismo; pero, sin embargo, no dibujaron ningún modelo de cómo debía ser la sociedad socialista. Apenas algún titular, como que será “una asociación libre de productores”, al analizar la Comuna de París. Eso implica que los que postulamos esa sociedad que sucederá a la capitalista, nos debemos esforzar por pensarla, imaginarla, para nosotros y para hacerla atractiva para la gente.
Saint-Exupery, autor famoso por su obra “El principito”, pero que también estuvo como aviador en España, ayudando a la República, decía: “Si quieres construir un buen barco, antes de poner a trabajar con los planos y la madera a los mejores ingenieros y artesanos, tienes que suscitar en ellos el deseo del mar”. Es lo que debemos hacer los que trabajamos en el campo de la cultura y creemos en el socialismo, suscitar el deseo de socialismo en la gente, como paso previo. Imaginarlo, dibujarlo, diseñarlo, hacerlo atractivo, hablar de su valor, de la igualdad de los hombres y mujeres, hablar de ellos en cada acto cultural, artístico, e intentar así prefigurar esa sociedad nueva. Y llevar todo ese anhelo a la gente. Porque la gente, la clase trabajadora, tiene sus experiencias negativas de este sistema capitalista, lo sufre, lo vive, lo conoce bien. Sin embargo, carece de un norte claro de estímulos precisos que le aliente hacia esa otra sociedad misteriosa que es el socialismo, que no existe, más allá de algunas realizaciones que tampoco son plenas o extrapolables, ni le sirven como ejemplo. Esa labor de crear la fantasía positiva, el deseo de socialismo, sólo lo pueden hacer los creedores desde la cultura.
Nadie mejor que el propio Lenin, el genio de lo concreto, en la obra “¿Qué hacer?”, para recodarnos la importancia del sueño, para sembrar los deseos.

¡En esto es en lo que hay que soñar! –escribe Lenin, y después aparenta titubear, mordaz, por el peligro de estas palabras.
“¡Hay que soñar!” He escrito estas palabras y me he asustado. Me he imaginado sentado en el “Congreso de unificación” frente a los redactores y colaboradores de “Rabócheie Dielo”. Y he aquí que se pone en pie el camarada Martínov y se encara a mí con tono amenazador: “Permítame que les pregunte: ¿tiene aún la redacción autónoma derecho a soñar sin consultar antes a los comités del partido?” Tras él se yergue el camarada Krichevski (profundizando filosóficamente al camarada Martínov, quien hace mucho tiempo había profundizado ya al camarada Plejánov) y prosigue en tono más amenazador aún: “Yo voy más lejos, si no olvida que, según Marx, la humanidad siempre se plantea tareas realizables, que la táctica es un proceso de crecimiento de las tareas, las cuales crecen con el partido”.
Sólo de pensar en estas preguntas amenazadoras me dan escalofríos y miro dónde podría esconderme. Intentaré hacerlo tras Písarev.
“Hay disparidades y disparidades –escribía Písarev a propósito de la existente entre los sueños y la realidad-. Mis sueños pueden adelantarse al curso natural de los acontecimientos o bien desviarse hacia donde el curso natural de los acontecimientos no pueden llegar jamás. En el primer caso, los sueños no producen ningún daño, incluso pueden sostener y reforzar las energías del trabajador… En sueños de esta índole no hay nada que deforme o paralice la fuerza de trabajo. Todo lo contrario. Si el hombre estuviese privado por completo de la capacidad de soñar así, si no pudiese adelantarse alguna que otra vez y contemplar con su imaginación el cuadro enteramente acabado de la obra que empieza a perfilarse por su mano, no podría figurarme de ningún modo qué móviles lo obligarían a emprender y llevar a cabo vastas y penosas empresas en el terreno de las artes, de las ciencias y de la vida práctica… La disparidad entre los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que el soñador crea seriamente en un sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, en general, trabaje a conciencia por que se cumplan sus fantasías. Cuando existe algún contacto entre los sueños y la vida, todo va bien”.
Pues bien, los sueños de esta naturaleza, por desgracia, son rarísimos en nuestro movimiento. Y la culpa la tienen, sobre todo, los representantes de la crítica legal y del “seguidismo” ilegal que presumen de su sensatez, de sus “proximidad” a lo “concreto”.

LA CULTURA Y LA ORGANIZACIÓN

Gramsci influyó mucho en el Partido Comunista en los años 70-80, después del 68. Se incorporó su idea de la Hegemonía, y la importancia para ella de la batalla en el terreno de la cultura, tanto es así que en la definición del bloque histórico para el socialismo, es decir de aquellas fuerzas motrices para apoyar la transformación, no se mencionaba sólo a la clase trabajadora, sino que se definía el nuevo bloque como la “alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura”. Y ello no sólo en atención a la creciente proletarización de los creadores en el mercado; sino a su papel determinante en la construcción de Hegemonía, es decir de fantasía positiva o utopía, como se le quiera llamar. Ese término tuvo mucho éxito y facilitó una importante presencia del Partido Comunista en el mundo de la cultura y del arte; la flor y nata de los artistas, actores, escritores, eran miembros, amigos, o compañeros de viaje del Partido. Eso se perdió, una pérdida para la que concurrieron muchas razones, errores y derrotas, pero es necesario recuperar ese espacio si aspiramos a la Hegemonía. ¿Cómo? Sin caer en recetas fáciles, pero amparado por la iniciativa que supone al alumbramiento de esta nueva revista, me atrevo a decir que, sobre todo, teniendo más cuidado para la cultura. Más cuidado que significa dotar de más espacio a la cultura en la actividad y vida del Partido Comunista; un espacio más amplio y con plena autonomía para los actores y sujetos, para que sientan que pueden vivir en el Partido sin tener el corsé de la vida política cotidiana; significa acercarse a los agentes de la cultura con sinceridad y permitirles que estén con nosotros, que se reúnan, piensen, creen, con libertad y soberanía. Que sientan que aquí tienen más libertad real que en ningún otro sitio. En los años de la clandestinidad, las organizaciones partidarias no eran territoriales, sino sectoriales, así los intelectuales, los artistas, que estaban juntos en sus células de militancia, se sentían más cómodos y útiles, porque hablaban e intercambiaban sobre lo que les interesaba e inquietaba; y eso, después, tenía un retorno inmenso de utopía, de ideas, para el Partido Comunista, para hacerlo vivo, atractivo, creador. Esta iniciativa, esta revista, pretende ser ese espacio de libertad, para imaginar, para crear la utopía, que no es sino el deseo de socialismo, su diseño y proyecto en construcción permanente.

Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor

Director de Herri

La actualidad de la visión nacional vasca de Jesús Larrañaga en 2019

La actualidad de la visión nacional vasca de Jesús Larrañaga en 2019

 La actualidad de la visión nacional vasca de Jesús Larrañaga en 2019

Me resulta grato reflexionar sobre lo que a fecha de 2019 sigue vigente del pensamiento y acción del dirigente comunista Jesús Larrañaga, fusilado por el franquismo en 1942. A tal fin he repasado la biografía que realicé en 1992 y que me gustaría volver a publicar revisando algunos elementos.

Jesús nació en Urretxu el 17 de abril de 1901 en el seno de una familia trabajadora que tuvo a su madre Margarita Churruca como espina dorsal. Jesús está marcado por el acendrado carácter euskaldún, laborioso y religioso de su madre.

Recibió su primera formación política en la corriente llamada “aberriana” del nacionalismo vasco dirigida por Elías Gallastegui. Corriente opuesta al nacionalismo burgués y que defendía a los pueblos oprimidos por el imperialismo como el irlandés reprimido por Londres y el rifeño marroquí que se levantó contra la invasión española de Alfonso XIII. El mismo Larrañaga escribió en 1923 que los comunistas empezaban a contar grandes simpatías entre nosotros por haberse declarado partidarios del derecho de Vasconia a su independencia y que presentaban la revolución rusa resolviendo el problema de las nacionalidades1.

La solución comunista de la cuestión nacional junto al elemento general de la revolución social será uno de los ejes de la vida de Jesús. Su exilio de 1923 a 1927 en la población francesa de Boucau le convenció de que la mejor opción era el comunismo. Su hermana María Josefa me señaló que al regresar estaba completamente cambiado, aun sin perder su condición de vasco2. Es uno de los 15 primeros militantes de la sección donostiarra de la “Federación Vasco-Navarra” del Partido Comunista de España. Es el único euskaldún y proveniente del nacionalismo vasco. Sus camaradas Rafael Marín, Félix Cuenca, Juan Astigarrabía, Ricardo Urondo, los hermanos Zapirain y otros provienen del PSOE en su mayoría.

El Partido Comunista de Euskadi llegó a tener real implantación en Donostia

Jesús pertenece a las masas vascas y quiere ir a esas masas en las que se siente bien. Reflexiona desde el marxismo sobre la necesidad de enlazar la cuestión nacional y la revolución social. El profesor Elorza le atribuye la autoría de un documento sin firma llamado “Del movimiento vasco”: “Sólo con una política inteligente de acercamiento y de organización podremos aprovechar la radicalización” de las masas para “transformar el movimiento nacionalista vasco de una fuerza de reserva de la contrarrevolución en un movimiento de masas que dirigido por el proletariado sea un factor verdaderamente impulsivo de la revolución española3.

Jesús sabe del profundo arraigo del hecho nacional vasco. Sabe también, como dice el dirigente comunista catalán Joan Comorera, que la clase obrera tiene una concepción propia de la cuestión nacional4. Combina su solución democrática con la causa general revolucionaria de toda la clase obrera española e internacional. Su camarada Sebastián Zapirain me señaló en 1992: el bien que quería para el pueblo vasco no era en detrimento de otro ni negando su españolidad. Su amigo anarquista Manuel Chiapuso redunda en la misma idea: era abertzale con la otra ideología conjunta, sin romper con España…Se veía vasquista como yo. Si los vascos quieren hacer la revolución, entonces vasquista. Aceptaba la revolución a condición de que se hiciese algo socialmente. Chiapuso entiende bien ese carácter ambivalente de la cuestión nacional. O sirve para construir una sociedad socialista de trabajadores o para una sociedad injusta de explotadores privilegiados y explotados. Carece del “esencialismo” que le atribuyen los nacionalistas por encima de los intereses clasistas y las circunstancias concretas en función de una pretendida y permanente “unidad nacional”.

Las circunstancias son hoy diferentes. Un sector significativo del pueblo vasco niega la españolidad que la derecha más “patriotera” como decía Jesús, convierte en su patrimonio particular. El odio incurable de esa derecha heredera de la tradición de la Inquisición5, como la llamaba el secretario general del PCE José Díaz, hacia la identidad nacional vasca; la incomprensión de la izquierda española por las libertades y aspiraciones de los pueblos como decía también José Díaz, el debilitamiento de la conciencia de clase y la acción de un nacionalismo pequeño burgués que ha impuesto el independentismo como un eficaz mecanismo de control político e ideológico abertzale nacionalista6 han roto las relaciones amistosas con toda la España popular que José Díaz llamaba reforzar. Hoy lamentablemente abundan lo que Díaz quería superar: los rencores, las animosidades, las incomprensiones” que separan “unos pueblos de otros7. 40 años de régimen capitalista liberal han alejado a los pueblos. La derecha se frota las manos enfrentando a unos con otros y sacando votos de la histeria nacionalista alimentada por la represión, como se ha visto en Cataluña.

La editorial del primer número del periódico de los comunistas vascos Euskadi Roja el 25 de marzo de 1933 plantea la misma unidad dialéctica que defendió siempre Jesús: Euskadi Roja será el más bravo defensor de los derechos nacionales de los obreros y campesinos vascos contra el imperialismo español…Euskadi Roja discutirá fraternalmente con los obreros y campesinos de ANV cuantos problemas afecten a la lucha por la conquista de los derechos nacionales vascos de Euskadi…Euskadi Roja despertará la conciencia de los obreros y campesinos vascos, los ligará estrechamente al resto de los obreros y campesinos de España para que fuertemente abrazados en la lucha revolucionaria aplasten la hidra reaccionaria.

Las circunstancias políticas actuales son distintas. El capitalismo neoliberal se ha desarrollado. El euskara se ha normalizado. La conciencia de clase en la posmodernidad ha sido reemplazada por identidades compartimentadas y aisladas unas de otras que son funcionales para el poder de la clase dominante.

El respeto a las libertades nacionales no pasa por defender privilegios de ninguna clase como decía Comorera, ni crear mini países que EE.UU., la OTAN o la Unión Europea manipularían a su antojo. Es lo que ha pasado lamentablemente en las repúblicas ex socialistas europeas reducidas hoy a la condición de semi colonias8. El independentismo es una vía cerrada, un mero recurso para amparar puro y simple nacionalismo y seguir gestionando la institucionalidad del régimen del 78” como señalan los camaradas del colectivo Herri Gorri9.

En diciembre de 1935 en un mitin del Frontón Urumea de Donostia propone una convivencia fraternal de los pueblos españoles siguiendo el modelo soviético: “Una España roja, es decir una Federación, una Unión Ibérica de Repúblicas socialistas soviéticas. Ni más ni menos que la Rusia roja, la Rusia soviética que hoy es la Unión de Repúblicas socialistas…La España trabajadora, victoriosa, roja, es precisamente la España imperialista rota. Y Euzkadi libre, y Cataluña libre y Galicia libre10. Larrañaga termina su discurso en otro mitin en Bilbao en 1936 afirmando que “nosotros, vascos, unidos a los españoles honrados, seremos capaces de levantar el edificio de la libertad del País Vasco y de toda la Península ibérica11. En marzo de 1937 en un mitin en Valencia mientras arrecia la guerra a muerte contra el fascismo Larrañaga funde en una misma causa política la de los patriotas vascos y la del pueblo español:Llegamos a esta conclusión de que el Gora Euzkadi Azkatuta, el ¡Viva nuestra patria libre! tiene la misma significación, entraña los mismos anhelos y los mismos deseos que vosotros, camaradas de Valencia y de España abrigáis con el grito de ¡Viva España libre¡ de tal suerte que el ¡Gora Euzkadi Azkatuta! y el ¡Viva España libre! son una y la misma cosa. Con ellos expresamos nuestro deseo implacable de aplastar al enemigo de España, al enemigo de nuestra patria, al enemigo de Cataluña, al enemigo de todos los pueblos ibéricos12.

Jesús como principal líder político y militar de los comunistas vascos defendió la tierra vasca de la acometida fascista y carlista. Pero a diferencia de la concepción estrecha del PNV que se negó a defender la República democrática española y se rindió en Santoña, siguió el combate por la causa común de los pueblos hispánicos, la democracia y los trabajadores. Tanto es así que fue capturado con otros camaradas del Comité Central del PCE cuando se disponía a luchar desde el interior contra la dictadura de Franco y fusilado el 21 de enero de 1941 en las tapias del Cementerio de la Almudena. Para Jesús la palabra “España” era una patrimonio de las clases populares, los revolucionarios y los pueblos y no de las oligarquías reaccionarias que afirman, como escribió Comorera que de los Reyes Católicos hasta hoy, España es una e indivisible13.

Jesús adapta los principios de lo que Comorera llama la teoría nacional staliniana a la solución al hecho nacional. Triunfó el fascismo y se impuso la más férrea opresión sobre las culturas nacionales. La aspiración a la independencia entendida como creación de un Estado separado surgió entre un sector de la juventud vasca bajo los regímenes franquista y monárquico como alternativa radical a la opresión nacional. Pero hoy es una formula vacía.

Se impone el ejercicio de pensar como vería hoy este problema un patriota vasco tan profundo y a la vez un comunista español tan leal como Larrañaga. Quien reivindicaba los propios cimientos en que se fundamenta la raza vasca, el caserío vasco14 y a la vez la causa de la revolución española. Como escribió el catalán Comorera la separación por la separación es una idea reaccionaria, ya que en nuestro caso concreto, Cataluña, constituyéndose en un Estado independiente saldría de una órbita de explotación nacional para caer dentro de otra o peor…La separación por la separación no resuelve el problema nacional15 ¿Es posible en la época del capitalismo de los monopolios activos a la búsqueda de la plusvalía internacional con una clase dominante interrelacionada con el capital transnacional una Euskadi “independiente”? ¿Sería posible la construcción de un Estado pequeño bajo la influencia del capital alemán, británico, francés o norteamericano que, por cierto, ya ejerce una influencia considerable en la economía y sociedad vascas? ¿El hecho que la experiencia federal socialista de la Unión Soviética que inspiraba a Jesús fuese derrotada en 1991 por la contrarrevolución capitalista la invalida como un modelo exitoso que permite combinar derechos nacionales, unidad de los trabajadores y unidad estatal? ¿Estamos por tanto condenados o a romper todo Estado multinacional y crear mini entidades o a que los pueblos débiles deben dejarse absorber por los más fuertes como decía con desaprobación Comorera? ¿Y los trabajadores están condenados a separarse por identidad nacional mientras que los capitalistas vascos, catalanes, españoles y occidentales fusionan sus intereses financieros y empresariales en contra de esos mismos trabajadores?

Una Euskadi indisolublemente unida a lasnacionalidades hispánicas…”16 y en una España republicana, democrática, independiente y federal, sería un espacio de bienestar social y disfrute de los derechos nacionales contribuyendo a un mundo más pacífico que el actual en la reaccionaria fase del capitalismo imperialista.

La clave de la actualidad del pensamiento nacional de Larrañaga para 2019 es detectar las causas comunes de los trabajadores vascos y españoles que construyan relaciones amistosas. Que unifique una lucha común por los derechos sociales, un cambio democrático y un país avanzado que tenga el socialismo y la Paz como objetivos colectivos. Toda forma de ideología nacionalista, la españolista de los Aznar, Casado, Rivera y Abascal y la vasquista derechista, es contraria a los ideales de progreso social, de justicia y de humanismo. Imponer el propio chovinismo a los demás es una expresión de atraso incompatible con la elevada carga de compromiso y generosidad que nos legaron Larrañaga y sus camaradas del Partido Comunista de Euskadi y España, fundidos en una misma organización fraterna.

Las ideas y acciones de Jesús se incorporan al acervo de la propuesta marxista sobre la cuestión nacional en el continente europeo. Y no es un debate academicista sino sobre todo político. Hoy el vacío ideológico posmoderno y decadente exige una propuesta tan audaz como la de Jesús y sus camaradas de 1935 para resolver la cuestión nacional y social.

José Antonio Egido

1 Antonio Elorza, “Cuestión nacional y clase obrera en Euskadi”, IPES, Cuaderno de formación número 1., Bilbao, mayo-junio 1980.

 2 Cita de mi propio libro Jesús Larrañaga, comunista y abertzale, Ediciones VOSA, 1994, Madrid, p. 32. El resto de las citas tienen el mismo origen.

3 “La fundación del Partido Comunista de Euskadi”, Hemen eta Orain, 13, noviembre 1980.

4 Joan Comorera, “Carta abierta a Reyes Bertal, 1948”.

5 Discurso en el Salón María Guerrero de Madrid el 9 de febrero de 1936.

6 Expresión que considero acertada que tomo de los camaradas de Herri Gorri en su artículo “Sobre Gazte Koordinadora Sozialista. Contextualización y perspectivas”, 2019, https://herrigorri.com/2019/03/11/sobre-gazte-koordinadora-sozialista-contextualizacion-y-perspectivas/

7 Joan Comorera en su artículo “José Díaz y el problema nacional”, Nuestra Bandera, año III, número extraordinario, julio 1942.

8 Es lo que dice el sociólogo esloveno Rastko Mocnik con respecto a su país: Eslovenia hoy no es más que una colonia alemana. “Slovénie: mieux valait la Yougoslavie que l’Union Européenne”, https://www.silviacattori.net/spip.php?article4271 Pasa lo mismo en Croacia, Bosnia fragmentada, Kosovo/base OTAN, Eslovaquia capitalista, Estonia controlada por la CIA, Letonia antirrusa, Lituania, …

9 Articulo ya citado “Sobre Gazte Koordinadora …”.

10 Euskadi Roja, segunda época, nº 2, 7 diciembre 1939.

1 1Publico en mi libro el discurso completo. Páginas 126 a 129.

12 Jesús Larrañaga…, óp. cit., p. 94.

13 Articulo ya citado “José Díaz y el problema nacional”

14 Discurso en el Frontón Euskalduna de Bilbao el 19 de enero de 1936 reproducido integro en mi libro.

15 Carta abierta a Reyes Bertol, óp. cit.

16 El mismo artículo “José Díaz y el problema nacional”.