3 de Marzo, la dignidad de una lucha obrera.

José Luis Martínez Ocio
Presidente de “Martxoak 3 Elkartea”.

La historia nos demuestra que la única forma de conseguir objetivos ya sean sociales, laborales, sindicales, políticos o de cualquier índole es la lucha y la movilización popular.

El movimiento huelguístico llevado a cabo por la Clase Trabajadora en Vitoria-Gasteiz en marzo de 1976 es un buen ejemplo de ello.

Contexto
Recién muerto Franco, el régimen dictatorial implantado tras el golpe militar de 1936 seguía intacto en el Estado español. No existían derechos ni libertades, los derechos humanos eran vulnerados de forma continuada, los políticos que gobernaban con Franco seguían en sus tareas en el nuevo gobierno instaurado, ni el ejército ni los cuerpos represivos habían sido depurados, más de lo mismo pasó con la judicatura, la jerarquía eclesiástica seguía colaborando activamente con el régimen, el sindicato Vertical continuaba intacto, etc. etc. etc. En definitiva, el periodo abierto llamado de Transición no era otra cosa en la realidad que una continuidad del franquismo.

En aquellos años se dio una importante industrializa-ción en Álava y especialmente en su capital Vitoria-Gasteiz. Empresas multinacionales como Mercedes Benz, Michelín eran una muestra, también había otras importantes como Forjas Alavesas a las que había que añadir otras más provenientes de Gipuzkoa y Bizkaia. La capital alavesa triplicó su población en apenas 25 años, entre 1950 y 1975, pasó de 52.000 a superar los 150.000 habitantes. Miles de personas llegaron en busca de trabajo y oportunidades, muchas venían desde otras regiones del Estado, como Castilla, Andalucía, Galicia o Extremadura. También es de resaltar la gente proveniente de los pueblos de la provincia desplazados a la capital para trabajar.

Las condiciones laborales eran precarias con salarios míseros por lo cual era necesario meter muchas horas para así poder hacer frente a la carestía de la vida agravada por la alta inflación reinante. A ello había que unir una patronal intransigente que no admitía ninguna reivindicación social o laboral.
La revolución demográfica producida por la industrialización había transformado la ciudad y creó condiciones muy interesantes en un momento histórico apropiado. En un contexto de crisis económica, con el conflicto político entre ruptura y reforma con la dictadura planeando, miles de trabajadores iban a protagonizar un proceso obrero que puso en jaque el guion establecido por las élites franquistas.
El movimiento huelguístico
En ese contexto político y sociolaboral se fue gestando en Vitoria-Gasteiz una inquietud y la necesidad de alcanzar unas condiciones laborales y sociales dignas; en definitiva, la consecución de derechos y libertades de los que se carecían.
Aunque algunas fábricas ya habían iniciado paros desde finales de 1975, puede decirse que el auge del movimiento huelguístico comenzó con la salida a la huelga de Forjas Alavesas el 9 de enero de 1976. Tras esta fábrica, fueron varias las empresas que se sumaron y en total más de 6.000 trabajadores y trabajadoras los que al final se agruparon en el movimiento huelguístico.

Lo primero que se hizo fue no reconocer a los jurados y enlaces de empresa pertenecientes al Sindicato Vertical y cada fábrica, reunida en asamblea, eligió a sus propios representantes. La asamblea fue el elemento principal de la lucha pues en ella se tomaban las decisiones contando con la participación, opinión y consideración de todos y todas las participantes. Los y las representantes elegidos en ellas eran meros transmisores ante los empresarios de las demandas planteadas, pero en ningún caso podían decidir nada, era la asamblea la que tomaba las decisiones. Se formó la Coordinadora de empresas en lucha que agrupaba a los representantes de cada una de ellas.

La tabla reivindicativa era prácticamente común para todas las empresas y abordaba:
A nivel salarial se pedían 5.000 o 6.000 pesetas de aumento lineal para todos, se rechazaba el aumento porcentual pues agrandaba las diferencias entre categorías. Se pedían 40 o 42 horas semanales, además de un mes de vacaciones, puentes, media hora para bocadillo, etc.
También se incluían en las demandas; Jubilación a los 60 años, 100% en caso de accidente y enfermedad, reducción de escalones, etc.
En un primer momento las asambleas se celebraban en los propios centros de trabajo, pero al persistir la huelga y cerrar los empresarios las fábricas, se trasladaron a las iglesias de los diferentes barrios con la permisibilidad de los párrocos de las mismas. Cada fábrica tenía su templo y las asambleas conjuntas se celebraban en la iglesia de San Francisco de Zaramaga.
El proceso tuvo un punto de inflexión cuando se dieron los primeros despedidos y detenidos durante el conflicto, entonces se dejó de lado toda reivindicación sociolaboral y se priorizó la reivindicación “ningún despedido, ningún detenido”.
Debemos resaltar también el papel fundamental que tuvieron las mujeres, tanto las que secundaron la huelgas como las compañeras de los obreros en huelga que les animaban a seguir con la lucha. Las manifestaciones que protagonizaron dieron visibilidad de forma especial al conflicto.

Día 3 de marzo
El 3 de marzo era el tercer día de huelga general convocada en Gasteiz en apoyo y solidaridad con los y las afectadas por el conflicto. A diferencia de las otras dos convocadas semanas antes, la respuesta de este día triunfó plenamente. A la gente que ya estaba en huelga se unió la de otras empresas, los estudiantes, el comercio, las amas de casa, en definitiva, la ciudad se paralizó y salió a la calle en protesta por la intransigencia de la patronal y la represión ante las movilizaciones que se venían dando.

 

El movimiento generado en la capital alavesa molestaba de manera especial tanto a los empresarios como al gobierno pues rompía los esquemas y planes establecidos y podía ser secundado en otros lugares. Por eso, ese día la represión fue brutal desde primeras horas. Las iglesias, hasta ese momento respetadas, fueron invadidas por una actuación policial fue salvaje y se dieron los primeros heridos por disparos de fuego real.
A la tarde, y tras una tensa calma en la ciudad en las horas de la comida, había convocada una asamblea a las 17:00 h en la iglesia de San Francisco para valorar la jornada de movilización. De esa asamblea tenían todos conocimiento, también la autoridad gubernativa. Lejos de impedir el acceso a la gente a la celebración de la asamblea en la iglesia, la policía apostada en los alrededores permitió su entrada. La iglesia se llenó con entre 4.000 y 5000 personas y fue en ese momento cuando la rodeó y sitió.
La policía trasladó al párroco que debían desalojar el templo porque era “una reunión no autorizada”. Su respuesta fue que era pacífica sin alteración alguna del orden y que no lo iban a hacer ante la amenazante actitud policial en el exterior. Hay que decir que en el exterior se encontraban unas 10.000 personas que no habían podido acceder al templo.
Ante la negativa a salir de la iglesia, la policía gaseó el recinto religioso con botes de humo y gases lacrimógenos produciéndose un infierno con la gente aterrorizada y asfixiándose. Se rompieron las ventanas para poder escapar, pero la policía estaba apostada golpeando a quien lo intentaba. Al ver la situación, la gente que se encontraba en el exterior empezó a insultar y lanzar objetos a la policía para atraer su atención para así dejar franca la salida. La policía entonces empezó a disparar fuego real indiscriminadamente tanto a los que huían del templo como a los que estaban fuera de él. 3 jóvenes obreros, Pedro Mº Martínez Ocio de 27 años, Francisco Aznar Clemente de 17 años y Romualdo Barroso Chaparro de 19 años fueron asesinados en ese primer momento y más de 150, unos 50 por disparos, resultaron heridos de diversa consideración que requirieron ingresos hospitalarios. El día 7 de marzo moriría José Castillo García de 32 años y el 5 de abril lo haría Bienvenido Pereda Moral a consecuencia de las heridas de bala producidas.
Los días siguientes prosiguió la represión y se produjeron nuevas personas heridas, algunas de extrema gravedad. Igualmente, todas las expresiones de solidaridad mostradas en diferentes lugares del Estado español fueron brutalmente reprimidas produciéndose dos nuevos asesinatos, Juan Gabriel Rodrigo Knafo de 19 años el 6 de marzo en Tarragona y Vicente Antón Ferrero de 18 años en Basauri.
De la intencionalidad y premeditación con la que se actuó dan muestra estas conversaciones grabadas a la policía a través de la FM (Frecuencia Modulada) de la radio:
… “V-1 a Charlie. Cerca de la iglesia de San Francisco es donde más grupos se ven.”
“Bien, enterado…” Charlie a J-1. Al parecer en la iglesia de San Francisco es donde más gente hay. ¿Qué hacemos?”
“Si hay gente… ¡a por ellos!”
“¡Vamos a por ellos!”
“J-1 a Charlie. Charlie, a ver si necesitas ahí a J-2”
“Envíalo para aquí para que cubra la espalda de la iglesia.”
“J-3 a J-1 Estamos en la iglesia. “¿Entramos o qué hacemos? Cambio.
….Entonces lo que te interesa es que los cojan por detrás.”
“Exacto”.
“J-1 a J-2 Haga lo que le había dicho (acudir en ayuda de Charlie a Zaramaga)”.
“Si me marcho de aquí, se me van a escapar de la iglesia.”
“Charlie a J-1. Oye, no interesa que se vayan de ahí, porque se nos escapan de la iglesia.”
….Mándennos refuerzos, si no, no hacemos nada; si no, nos marchamos de aquí…si no, vamos a tener que emplear las armas de fuego.”
“Vamos a ver, ya envío para allí un Charlie. Entonces el Charlie que está, J-2 y J-3, desalojen la iglesia como sea. Cambio.”
“No…podemos desalojar, porque entonces, entonces… ¡Está repleta de tíos! Repleta de tíos. Entonces por las afueras tenemos…Rodeados de personal ¡Vamos a tener que emplear las armas! Cambio.”
“Gasead la iglesia. Cambio.”
“Interesa que vengan los Charlies, porque estamos rodeados de gente y al salir de la iglesia aquí va a ser un pataleo. Vamos a utilizar las armas. Seguro, además….¿eh?
“Charlie a J-1. ¿Ha llegado ya la orden de desalojo a la iglesia?
“Si, si la tiene J-3 y ya han procedido a desalojar porque tú no estabas allí.”
“Muy bien, enterado. Y lástima que no estaba yo allí.”
“Intento comunicar, pero nadie contesta. Deben estar en la iglesia peleándose como leones.”
“¡J-3 para J-1! ¡J-3 para J-1! Manden fuerza para aquí Ya hemos disparado más de dos mil tiros.”
…. “¿Cómo está por ahí el asunto?”
“Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco. Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo.”
“¡Muchas gracias, eh! ¡Buen servicio!
“Dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia.”
“….aquí ha habido una masacre. Cambio”
“De acuerdo, de acuerdo.”
“Pero de verdad una masacre”

Fraga Iribarne, entonces Ministro de la Gobernación, lo dejó bien claro en su visita a Gasteiz el día 6 de marzo, cuando sentenció: “No se van a tolerar planteamientos anarquistas o utópicos. Que este triste ejemplo sirva de gran lección a todos los españoles en los próximos meses”.

Han pasado más de 46 años y la impunidad sigue latente. Más allá de juzgar a los responsables de la criminal actuación cometida contra la Clase Trabajadora, el Estado da cobijo y amparo a los políticos que la planificaron y a los que la ejecutaron. La Justicia, palabra escrita con la sangre de Pedro Mari Martínez Ocio en el lugar donde fue abatido sigue sin ver la luz. El modelo español de impunidad sigue imperando en pleno siglo XXI, hasta tal punto que Fraga Iribarne y Martín Villa, máximos responsables de la masacre, actualmente cuentan con bustos de reconocimiento en el Senado el primero y medallas por su contribución a la democracia el segundo. Algo inaceptable en un país que se dice democrático.
El Estado no reconoce su responsabilidad y es incapaz de aplicar los derechos de Verdad, Justicia, reparación y Garantías de No Repetición que la legislación internacional recoge para las víctimas de graves vulneraciones de derechos humanos.
Los únicos logros que se van consiguiendo en el ámbito institucional son sobre todo para cambiar la versión oficial de lo ocurrido. es Gracias a la labor de Martxoak 3 Elkartea se han impulsado inicativas como el Dictamen realizado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda o el Memorando elaborado por la Comisión creada para establecer responsabilidades políticas por los hechos acaecidos el 3 de marzo en el seno del Parlamento Vasco y ratificado en pleno.
La gran movilización popular en torno a la Memoria del 3 de Marzo en Gasteiz es también un aspecto a destacar respecto a la lucha contra el olvido y la impunidad de la masacre obrera de 1976; posiblemente es el más satisfactorio, hasta cierto punto sorprendente, porque ha superado todas las barreras diseñadas por una estrategia de Estado que ha pretendido imponer siempre el silencio sobre estos hechos.
Desde el primer aniversario de la matanza, a pesar de todos los obstáculos y muchas veces haciendo frente a la represión policial, año tras año miles de personas se movilizan cada 3 de marzo. Se hace además actualizando la movilización con las reivindicaciones latentes en cada momento, sin olvidar la memoria de los obreros asesinados ni la denuncia de la impunidad del crimen perpetrado por la policía en Zaramaga. El 3 de Marzo se ha convertido en nuestro Primero de Mayo, en una jornada de lucha. De tal manera que, un repaso a las 45 jornadas de movilización celebradas en Gasteiz los 3 de marzo de 1977 a 2022, nos dan una crónica política, una fotografía reivindicativa de las últimas décadas en nuestro país:

El no a la OTAN, la lucha de los insumisos al servicio militar obligatorio, la solidaridad con los presos políticos, la oposición a las reformas laborales, la denuncia de la tortura, la pelea contra recortes sociales, la nueva ola feminista, la defensa de unas pensiones dignas… son algunos de los elementos que han ido acompañando a lo largo de todos estos años el recuerdo y la denuncia de aquel invierno de 1976 en el que el Estado ahogó en sangre tantas ansias de libertad. Eso significa que los valores del 3 de Marzo, siguen vivos en todas esas causas actuales.
Por eso, Martxoak 3 Elkartea va a seguir exigiendo el reconocimiento de la dignidad de aquella lucha y los valores que perseguían las personas asesinadas, heridas y encarceladas en su intento por conseguirlos.
Es una obligación y el mejor homenaje que podemos hacer: Seguir trabajando, aquí y ahora, por la Justicia Social.