Amparitxu, también poeta.

Amparo era poeta antes de la anunciación de Gabriel. También poeta,además de una mujer brava, inteligente y solidaria.

En 1955 la Colección Doña Endrina publica en Guadalajara el poemario Coser y cantar de Amparo Gastón y Gabriel Celaya.
Burla, burlando,
como el amor,
multiplicamos
más que por dos.

En 1958 Amparo Gastón consiguió con su libro “A flor de labio” el segundo premio, la Orquídea de Oro, entre los 180 participantes en el concurso internacional de poesía convocado en Venezuela por la revista Lírica Hispana.

He ido por el mundo con un ansia vivísima
de agrupar en ramilletes sus bellezas
y de preguntar a las violetas
por qué son tan pequeñas y tan tristes.
He deseado saber por qué las magnolias
están formadas de besos olvidados en los parques
y las camelias son novias que no han existido
y han amado.

El poemario, dedicado ‘a Gabriel, el de mi anunciación’, lo publicó en 1972 Fuendetodos, la formidable colección que reunió a Gabriel Celaya, Blas de Otero, Miguel y José Antonio Labordeta, Vicente Aleixandre, Leopoldo de Luis y Ramón de Garciasol. El libro de Amparitxu está ilustrado por Eduardo Chillida.
Quiero huir como sea de este silencio helado,
de este Dios que me manda sin que yo lo comprenda,
envuelto en sus designios, cada vez más eterno,
ignorando mi vida, mi dolor y mi muerte.

Amparo era poeta antes de la anunciación de Gabriel. También poeta, además de una mujer brava, inteligente y solidaria.
Era una tarde silenciosa,
una tarde de siega de silencios,
una tarde de sombreros de paja,
con aliento de trigo,
de calor y de tierra.
Era una tarde rota y muerta,
con un polvo en los ojos
de niebla húmeda y caliente,
tristísima ceniza
de sueño y de venganza.
Era allí, sobre las piedras blancas,
destrozadas y muertas,
sin aristas,
redondas, pálidas y grises,
era allí por donde pasaron
tres señores hablando,
con botas de charol y barbas negras.

Además de quererla, hay que leer a Amparo Gastón. Sus poemas se hacen de todos, incluso cuando solo se los dedica a su compañero.

Eres toda mi vida,
todo mi destino,
pero cuando te veo
invadido de sol y de palomas blancas
me pareces
una criatura pequeñita:
algo que no tiene origen.
Y por eso me pareces divino:
tan bello como un niño.

José Manuel Martín Medem: Director de Mundo Obrero