Nunca quise ser clandestino …

Nunca quise ser clandestino …

Nunca quise ser clandestino…

“¿A quién? ¿Dónde podrán oírle? ¿Entenderle?”.

El sonido, el habla, hubo un principio que fue el silencio; Cuando el ser humano necesita comunicarse, romper el silencio, surge el aullido dolorido, el gruñido sonoro, hablado, los golpes en la piedra, la madera, el hierro… todo aquello próximo a la persona, al ser; Llamar comunicar al aire, al espacio, hacer llegar su mensaje, su aliento, su dolor, su conocimiento, su vivir,… TODO….

¿A quién? ¿Dónde podrán oírle? ¿Entenderle?

Hasta las montañas, hasta las llanuras, los valles, en las proximidades de las aguas dulces o saladas, cada ser tenía, sentía la necesidad de propagar su presencia.
Al mismo tiempo oía sonidos que auguraban presencias, existencias como la suya,

Desde paredes cerradas en pequeños talleres, profundas e insondables minas, aulas, fábricas insaciables, procelosos mares, latifundios agrícolas; en espacios tan amplios que hasta la muerte, la más cercana o la más distante tenían cabida.

Al mismo tiempo también silencios grandes, pequeños, apagados, dolorosos, cuchicheados, vigilados, ojos, ojos malvados, aviesos, ojos que eran oídos, ojos que eran pasos, ojos oídos y pasos que estaban en las paredes de las viviendas, de las fábricas, de los talleres, de las minas, de las aguas saladas y dulces de las montañas y los valles, del falso amigo, pasos – oídos – ojos que eran la llamada al orden establecido, al dictado único, a la única acera, al camino recto, a lo bien dicho, a esto es lo derecho, y todo ello por la gracia de dios (Joder que chiste la gracia de dios y de su majestad)

Y aquellas personas, que lanzaron, las que oyeron las llamadas, las mismas, las diferentes que estaban en el aire, sonaban, rebotaban en las paredes de las minas de las fábricas de los talleres de los campos de las minas de las aulas TODAS ellas comprendieron que tenían el mismo grito, la misma necesidad.

Iniciaron un fluir que al poco creció, y vieron que todos aquellos anhelos gritados en diferentes lugares relataban las mismas inquietudes,

Diferentes sonidos ocultaban realidades iguales, los que no conocían las palabras usaron las de sus nuevos compañeros,

Un pálpito Una Angustia Una necesidad.
Organización Complicidad Lucha….
detención ausencia desnudez silencio

Pedro M. Fernández Sandino

Mateo Obra, jefe de la guerrilla en Bilbao.

Mateo Obra, jefe de la guerrilla en Bilbao.

Mateo Obra, jefe de la guerrilla en Bilbao.

“Cuando fue detenido en la comisaría le arrancaron la piel a tiras, pero se mantuvo digno y no reveló ninguno de los secretos que conocía”.

Mateo Obra era originario de la región
castellana de Guadalajara, apenas tenía 16 años cuando se incorporó voluntario al ejército de la república durante la guerra civil. En el exilio en Francia se incorporó desde el primer momento de la Resistencia y terminó siendo uno de los más destacados jefes de guerrillas.
Pasó por una escuela de cuadros, y volvió a España clandestinamente en el periodo de los “Maquis” en 1945. Fue el jefe de uno de los destacamentos guerrilleros de Santander. Fue el organizador y jefe del llamado grupo de guerrilleros “Malumbre”. Se desplaza con una guerrilla a la zona minera de Vizcaya. Capturado por las fuerzas de la guardia civil en la operación de Lujua, fue condenado a muerte por un tribunal militar y ejecutado el mes de Junio de 1949 en la cárcel Larringa de Bilbao. Era un muchacho tranquilo nacido en el año 1921 en una familia de modestos campesinos que se vieron obligados a abandonar su casa de labranza a causa de la guerra en 1936. Mateo, que siempre deseaba aprender sin cesar, se puso a su vez a enseñar a los destacamentos guerrilleros, a aportar sus experiencias de la lucha armada antifascista y su agudo sentido de la guerrilla. Era muy apreciado y querido. Sus camaradas decían de él que era un verdadero brujo en el manejo de los explosivos, detonadores, trampas y emboscadas, etc. El combate a la granada, el conocimiento de las armas clásicas, la táctica del uso de la sorpresa, el tirar y desaparecer, no eran ningún secreto para los hombres de su destacamento. Sin embargo, la preocupación fundamental de Mateo no era la de formar técnicos, sino la de formar cuadros. Es decir, gentes capaces de comprender a los hombres, a ayudarles a organizar de manera satisfecha la vida de la pequeña sociedad que era una unidad guerrillera. Personalmente mantenía contactos frecuentes con Mateo. Unas veces en Bilbao, otras veces en Santander y también en plena montaña. Circulaba sin ningún nerviosismo, con mucha serenidad, en estas ciudades donde pululaban fuertes contingentes de la policía.

La última vez que nos vimos fue en la cueva que hay a la altura de Basurto que era una de las bases de la guerrilla bilbaína. Cuando fue detenido en la comisaría le arrancaron la piel a tiras, pero se mantuvo digno y no reveló ninguno de los secretos que conocía. Al contrario, se hizo responsable de todas las acciones de su destacamento. Este coraje y sus ideas de progreso pesaron mucho en los días inmediatos. Los nombres de Mateo y de su camarada Fari estaban señalados con una cruz roja por el Sr. Riestra, gobernador civil en la época quien manifestó que se imponía un castigo ejemplar. Mateo no se hacía ninguna ilusión sobre su suerte. Sentía preocupación por sus ancianos padres. Cuando éstos llegaron a Bilbao lo irreparable se había consumado. No obtuvieron la autorización para poder abrazar a su hijo. Les entregaron los últimos objetos que poseía Mateo. Un abrigo azul, y una cajita negra con agujas e hilo de coser. Cuando fue fusilado en junio de 1949 tenía 28 años.

Del libro “Combates por la libertad”
Victoriano Vicuña, alias “Julio Oria”.
Comandante de guerrilleros

 

Recuerdos de mi enésima detención.

Recuerdos de mi enésima detención.

Recuerdos de mi enésima detención.

“Del libro “Los ecos del silencio”
Luis Mari Ormazabal”

En diciembre de 1970, se desarrolló el proceso
1001, que enjuició a Camacho y sus compañeros, donde también se encontraba mi paisano y camarada Pedro Santisteban, adelante siempre, sin desmayar en lo que se cree.
En este mes, tuvo lugar el llamado Proceso de Burgos: Sumarísimo 31/69, en el cual se pedían seis penas de muerte para los reos: José María Dorronsoro Zeberio, Joaquín Gorostidi Artola, Francisco Javier Larena Martínez, Francisco Javier Izco de la Iglesia, Mario Onaindía Nachiondo, Eduardo Uriarte Romero.

El trabajo que realizó el Partido, fue ingente, lanzando panfletos y octavillas por las fábricas, en la calle, en concentraciones; en barricadas espontáneas volcando coches y bancos, como en Zabalburu soportando de inmediato las cargas de la policía. Hubieron bastantes huelgas, destacando la Naval de Sestao y Astilleros del Cadagua; en Eibar mataron a un joven, inmediatamente surgió una manifestación de dos mil obreros. Las manifestaciones de obreros y estudiantes surgieron por toda la geografía nacional con ímpetu, con rabia. En el extranjero la presión fue de una envergadura incontenible. Este juicio duró todo el mes fue de una tensión apasionante, todos volcados en inclinar la balanza hacia la razón de la libertad, consiguiendo que levantasen la pena capital con un indulto el día 30 de diciembre, ya in extremis. Fue un triunfo del pueblo, con la ayuda de todas las fuerzas Progresistas locales, nacionales y extranjeras. Esta vez sí vencimos al tirano sediento de sangre, se le quedó la úvula temblando, tocando a rebato amargo.
Desbordados por los acontecimientos declararon el estado de excepción, con todas las fuerzas represivas en la calle; comienza la cacería de comunistas: la bestia negra del franquismo. A mí me detuvieron el día 19 de enero de 1971, en mi domicilio por la noche, según costumbre; me llevaron esposado con las manos detrás a la comisaría de Indautxu, celda n° 1. Desde el primer momento me declaré en huelga de hambre, pues me dije que no me iban a tener 40 días como antaño, antes me tendrían que llevar al hospital.

Cuando el interrogatorio, me convencieron palpablemente de que yo era el responsable del Agit-Pro, poco me quedaba para pensar; la suerte estaba echada, me ha tocado el gordo, claro, que llevaba todas las papeletas. Inmediatamente cerré todos los circuitos y me hice cargo de todo el embolado de la propaganda, yo, era el que la recibía y el que la distribuía, se acabó el carbón. Quién es el que te la entrega. No sé, no le conocía; les di las señas imaginarias, lo que se me ocurrió, les dije que no era alto y además delgado, me traían siempre la fotografía de un tal Luis, al que conocía en el trabajo clandestino; a este hombre cuando llegó la democracia no le he vuelto a ver. Así que como no le conocía estaba la mar de tranquilo. Yo no recibía propaganda, ese trabajo lo hacía Isabel Ibarra, nunca lo supieron.

Se iban sucediendo los interrogatorios, subir las escaleras hacia la cámara de tortura me costaba, pues me encontraba débil. Llamé para que me mandaran un médico, pues les dije que me dolía la úlcera de duodeno. Llegó el doctor, con una cara de patibulario que parecía maquillada ex profeso, me auscultó y sin decirme nada me recetó unas pastillas, que me daban a su hora, las tiraba por el retrete, pues no me dolía nada: lo hice para que le contase a la policía como se desarrollaban los efectos de la huelga de hambre. Hay que luchar con todos los medios, inclusive la mentira, no se puede dejar nada al azar, la lucha, la resistencia; entonces la meta era la cárcel, cuanto antes mejor.

Más tarde metieron en la celda a algunos políticos y también comunes. Uno de los comunes tenía en otra celda a la mujer con un hijo, el niño lloraba; con el guardia de turno de la policía armada le mandamos un termo de leche y algunos bocadillos para la madre, santo remedio, el niño no volvió a llorar. Resultó, ya en prisión que este hombre practicaba la profesión de barbero, por lo tanto, no me quería cobrar el afeitado, por lo visto se sentía muy agradecido.

Los interrogatorios todos se parecen, son calcados, siempre emplean los mismos métodos; recurren a veces a movimientos tácticos, me llevaron a la celda n° 9 donde se encontraba un individuo que luego en el “trullo” resultó ser político; a la mañana siguiente me devuelven a la celda anterior. Me decían que me podían tener todo el tiempo que les diese la gana, pues estábamos en estado de excepción. Si no se dan prisa, yo, ya les tenía preparado el siguiente paso, el pedir el ingreso en le hospital, negándome a subir las escaleras por falta de fuerzas.

A los quince días me llevan al anochecer a interrogatorio, el guardia tiene que ayudarme a subir las escaleras, con una mano que me echó el teatro, de todas formas estaba muy fastidiado. Me presentan el expediente, lo leo y acto seguido lo firmo, el comisario Ballesteros me espeta sin florituras: no te creas que nos has engañado. Para mis adentros, eso está muy bien, pero mañana me voy para la “trena”, aquella velada cené con apetito. El día 3 de febrero ingreso en la Prisión de Basauri, en el departamento celular. Ya se encontraban dentro todos los detenidos por pedir la conmutación de las penas durante el Proceso de Burgos; nos juntamos unos 50 procesados.

A finales de Enero

A finales de Enero

A finales de Enero.

“ Entrevista a Javier Padilla, autor del libro.”

Herri: La historía que cuentas en tu libro es fascinante, 3 personas conectadas, Enrique, Lola, Javier, que comparten amor, compromiso y un destino trágico. ¿Cómo conociste esos hechos?
Javier: Todo comenzó con una conversación con Sergio Suárez, editor de Pre-Textos, en el Colegio Mayor Chaminade de Madrid. Sergio me habló por primera vez de Dolores (Lola) González Ruiz en enero de 2016. Lola había muerto un año antes. El obituario que escribió sobre ella Cristina Almeida me impresionó profundamente.

Herri: ¿Qué es lo más signficativo que has descubierto en la investigación para tu libro?
Javier: Hay muchas cosas que he ido descubriendo, gracias por un lado a las entrevistas que he realizado, como a los archivos consultados. Sobre todo, tuve acceso privilegiado al sumario del caso Enrique Ruano, así como a parte de su familia y su abogado. Creo que en “A finales de enero” se cuentan muchos detalles nuevos sobre el caso Enrique Ruano. Por ejemplo, cuál fue la reacción de Torcuato Luca de Tena, del que pude acceder a su archivo personal. Torcuato Luca de Tena era el de ABC, periódico que publicó un insidioso editorial sobre Enrique Ruano. En su archivo, pude ver las numerosas cartas quejándose por la cobertura de ABC. También cuál fue la arrogante respuesta de Torcuato.

Herri: ¿Ha sido muy difícil reconstruir un hecho sucedido en 1969, como el asesinato de Enrique? ¿Has encontrado facilidades o dificultades en los archivos policiales?
Javier: Ha sido muy complicado, pero sobre todo porque la policía del franquismo oscureció todo lo posible lo que ocurrió con Enrique Ruano. Tampoco ayuda que en muchas ocasiones es muy complicado acceder a los archivos públicos en España. Sin embargo, la ayuda de Margot Ruano y de José Manuel Gómez Benítez facilitó mucho mi labor. José Manuel Gómez Benítez, que fue el abogado de la familia Ruano tras la reapertura del juicio, me ayudó en la entrevista que tuvimos que aclarar muchos datos sobre el caso. Le estoy muy agradecido.

Herri: ¿Cuál fue el papel de Manuel Fraga en ese crimen?
Javier: Manuel Fraga tuvo un papel muy oscuro al participar activamente en las tergiversaciones que rodearon a la muerte de Enrique. En ese sentido, sorprende ver los honores que se le hacen en la democracia española a un hombre que se encargaba de tapar las miserias del régimen franquista. Además del caso Ruano, el papel de Fraga en tapar las otras defenestraciones del franquismo resulta lamentable.

Herri: Hubo una revisión judicial del caso Ruano, ¿Crees que se llegó a la verdad, que novedades reveló?
Javier: La reapertura del caso Ruano, veinte años después de su muerte, fue clave para que se supiera qué ocurrió. Gracias a esta revisión, se pudieron saber las numerosas irregularidades que cometieron las autoridades franquistas. Sin embargo, hubo cosas que quedaron sin poder esclarecerse del todo debido a la acción de la policía franquista.

Herri: Lola fue el amor de Enrique, y, tras su muerte, compañera de Javier. Háblanos de esas relaciones. Cómo eran esas 3 personas.
Javier: Enrique y Javier eran como la noche y el día. Eran muy diferentes en muchos aspectos de su personalidad. Javier era mucho más intelectual, mientras que Enrique era una persona más cercana y agradable. Lola era una mujer comprometida que tuvo una vida muy infeliz. Fue muy difícil reescribir las vidas de los tres. El recuerdo de las desgracias que pasaron dificultó el esfuerzo memorístico de mis entrevistados. Lola fue novia de Enrique y, unos años después de su muerte, esposa de Javier. Enrique y Javier eran buenos amigos, pero tenían una relación compleja. Enrique tenía celos de Javier en ocasiones.

Herri: ¿Cómo recibió la sociedad tu libro? ¿Crees que la transición y sus miedos taparon mucho hechos de esa zona de la historia que aborda tu libro?
Javier: El libro, gracias a la Editorial Tusquets y a haber recibido el Premio Comillas, ha sido un éxito. Sólo puedo estar agradecido. Y sí, es evidente que durante la Transición hubo episodios que siguen siendo muy incómodos. Recordar lo que ocurrió debería servirnos para poner más matices a la historia de España. No cabe duda de que la Transición tuvo muchas cosas buenas, pero también estuvo plagada de momentos oscuros que luego no se han debatido lo suficiente en la sociedad española.

Apuntes sobre la historia de la EGK

Apuntes sobre la historia de la EGK

Apuntes sobre la historia de la EGK.

“ (EGK – Juventud Comunista de Euskadi)”

En los comienzos de 1971, empezamos a constituir EGK en Bizkaia a partir de grupos de jóvenes procedentes de barrios de Bilbao: Rekalde, Otxarkoaga, Uribarri, Deusto,San Francisco. De pueblos de la margen izquierda: Baracaldo, Sestao, Portugalete, Ortuella, Trapagaran. De la margen derecha: Erandio, Getxo. Y del interior, Durango y Ermua.
En donde había cierta presencia del EPK. Procedíamos de núcleos que no compartían ni la estrategia ni la táctica de la izquierda abertzale en la lucha contra la dictadura franquista.

Manolo Otaño, guipuzcoano, persona heterodoxa con ideas renovadoras, muy dinámico e innovador para la época, fue encargado por la dirección del EPK, para coordinar los distintos grupos y darle una estructura mínima organizativa, que originaría la creación de EGK como organización juvenil. La mayor parte participábamos en asociaciones de vecinos, clubs juveniles de barrio, y grupos estudiantiles de instituto.

Las acciones contra el Proceso 1001 de CCOO de 1972 fueron el inicio de un activismo comprometido, charlas, panfletos, manifestaciones por Bilbao y alrededores.

La estructura organizativa era muy sencilla y sin apenas cabezas visibles. Desde el principio EGK se caracterizó por una sensibilidad euskaltzale, en el sentido de potenciar en lo posible la cultura euskaldun. El euskera se hizo presente en todos los panfletos. La incorporación de Josu Cepeda, uno de los pocos en aquellos días con título D de Euskaltzaindia, reafirmó el carácter euskaltzale de EGK.

A la par que en Bizkaia, se iban formando otros grupos en Gipuzkoa y Araba. Sin medios pero con mucho voluntarismo y poniendo a escote para autofinanciarnos. Nos reunimos en bares, en locales sociales, en iglesias, en el monte. Eran reuniones políticas y en las que la amistad estaba presente.

En 1974 se celebra el II Congreso del EPK en los alrededores de París, donde participamos ya como organización constituida.

En enero de 1975 convocamos una asamblea de jóvenes con participación de unos 120, en Menoio (Araba), con la intención de crear una plataforma con mínimos con otras organizaciones juveniles. Fue un acto lúdico que terminó con intervención de la guardia civil, debido a una denuncia de algún vecino por la presencia inusual de tantos jóvenes.
Enterado el Servicio de Información y tras indagar, fuimos detenidos un grupo de la izquierda abertzale de Laudio (al cual exculpamos), más los nuestros Josu Cepeda, Ángel Zorrilla y yo. Ellos quedaron libres y nosotros detenidos, interrogados, duramente torturados con el potro, el balde de agua, golpes, esposados al límite… Procesados y encarcelados.
Recuerdo la conversación en euskera, con el teniente euskaldun al mando, y los comentarios sobre la Revolución de los Claveles, en abril de 1974 en Portugal, y consecuencia de ello la persecución de la policía política, semejanza que podría suceder en España con la caída de la dictadura franquista, él se justificaba diciendo que cumplía con el código penal vigente, y que nosotros éramos elementos subversivos.

Nos sentenciaron con dos años de prisión y 10.000 pesetas de multa por asociación ilícita y reunión ilegal. Cumplimos un año y salimos con el indulto del recién estrenado Juan Carlos I.

El año 1975 no sólo marcó nuestras vidas, también marcó las de todo el país, la dictadura estaba herida de muerte y golpeaba por todos los sitios. Fue el año de la muerte del dictador Franco en la cama, del estado de excepción, manifestaciones, represión y muchas detenciones, en la cárcel de Basauri llegamos a estar el doble de presos políticos que de comunes, en algunos momentos seis presos por celda, y no los dos estipulados. También fue el año de los últimos fusilamientos de la dictadura: Baena, Sánchez Bravo, Ramón García, Txiki y Otaegi.
Pasamos varias huelgas de hambre y por las celdas de castigo.

Vivimos con entusiasmo la entrada del Vietcong en la embajada de Saigón, la galería de políticos, de la cárcel de Basauri, acogió con una ovación la noticia y dio un sonoro aplauso. Algunos militantes que fueron al II Congreso del EPK fueron detenidos.
En 1976 EGK publicó unos números de la revista AURRIDE (hermanos, sin distinción de género), siendo Josu Cepeda la cabeza visible.

Durante ese año se fueron consolidando los taldes de EGK.

En 1977 se legalizó el PC, las primeras elecciones de la llamada transición democrática resultaron frustrantes ya que el EPK no llegó al 5% de los votos y no obtuvo ningún diputado en Madrid, fue un duro mazazo para los viejos militantes y desilusionante para los jóvenes.

Los desaparecidos durante la larga lucha antifranquista recogieron los frutos y los comprometidos con la lucha se convirtieron en casi testimoniales, todo ello creó una crisis generalizada en EGK. Con las libertades democráticas surgieron los movimientos sociales, los ecologistas, el movimiento feminista, el LGTI, y muchos de nosotros, por intereses ideológicos y personales participamos en ellos.

En los siguientes años EGK queda estancada como organización. En 1981 con el Congreso del EPK, el sector mayoritario decide crear con EIA Euskadiko Ezkerra, ello precipita el final de EGK, queda un pequeño núcleo que se une al sector que sigue como EPK.

Los que nos comprometimos en ese pequeño proyecto, creo que en general aprendimos a ser solidarios y mejores personas. Esa mezcla de militancia política y a la vez amistad personal sólo se puede dar en organizaciones jóvenes y con poca estructura, donde no hay cabezas muy visibles y no existen “gurús” que manejen.

Koldo Balanzategi