La asombrosa vigencia de la teoría  leninista del imperialismo

La asombrosa vigencia de la teoría leninista del imperialismo

La asombrosa vigencia de la teoría
leninista del imperialismo

Los hechos objetivos ratifican la vigencia de las tesis conte-nidas en la obra de Lenin redactada en 1916 “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. Mientras que las categorías “líquidas”, es decir bañadas en ideología burguesa impuesta a la sociedad para definir el mundo en que vivimos, llámense “sistema-mundo moderno”, “mundialización neoliberal”, “comunidad internacional”, “mundo libre”, “imperio, pero no imperialismo” …son incapaces de explicar lo que en verdad pasa en el plano internacional.

¿Cuáles son estos hechos que confirman la vigencia de la teoría leninista del imperialismo?
La misma se fundamenta en 5 puntos que vamos a contrastar con la realidad:

1.- El gran desarrollo del capitalismo conduce al monopolio: Como dice el economista Henri Houben, si en 1916 había muy pocos monopolios, sobre todo en materias primas y petróleo, con las empresas Royal Dutch/Shell, seguida por la Anglo Iranian Oil Company (AIOC), hoy BP, y después por la Standard Oil, hoy convertida en Exxon Mobile y en parte en Chevron Texaco, hoy la situación es a la inversa. No hay sectores que no estén controlados por gigantes mundiales. En tecnología Microsoft es la primera empresa en 2018, según la revista Forbes, por capitalización bursátil con 686.898 millones de euros seguida por otras 4 igualmente norteamericanas: Apple, Amazon, Alphabet y Facebook. La construcción de aviones comerciales está controlada por Airbus y Boeing. Las multinacionales constructoras de automóviles se han concentrado en 10 encabezadas por Volkswagen que en 2018 construyó 10,9 millones de unidades. Las principales petroleras son Exxon, BP y Exxon Mobil seguidas por otras tres que tienen la mitad de su tamaño: Total, Chevron Texaco y Phillips Conoco. Las industrias farmacéuticas antes dispersas según las distintas producciones se han agrupado en 10 principales empezando por la suiza Rocher valorada en 6.914 millones de dólares. La norteamericana Pfizer es la tercera de la lista y la 15 empresa más grande del mundo por su capitalización bursátil de 220.778 millones de euros. El gobierno español le ha comprado las vacunas contra el coronavirus a pesar de ser más dudosa que las vacunas rusa y china. Y podríamos seguir enumerando sectores industriales y empresariales: inversiones, comercio, química, metalurgia, finanzas, agroindustria, textil, …

2.- El nuevo papel de los bancos y la fusión de estos con el capital financiero conduce a la formación del capital financiero y al poder de la oligarquía financiera. Por un lado, el capital financiero se ha expandido como nunca creando una economía parasitaria basada en los fondos especulativos, fondos de pensiones, compañías de seguros y paraísos fiscales. Por el otro, ha creado el inmenso poder de una reducida oligarquía financiera que controla no solamente la economía, las finanzas y las bolsas de valores sino la política, la guerra, las instituciones, el derecho, la cultura y el sistema mediático. Según la ONG Oxfam 2.153 milmillonarios acumulan hoy más riqueza que 4.600 millones de personas, el 60 % de la población mundial. Jamás hubo mayor desigualdad que en la actualidad gracias al sistema imperialista.

3.- La exportación de capitales adquiere una gran importancia con respecto a la exportación de mercancías, característica de la fase precedente. La exportación de capitales ha crecido considerablemente. Si en 1980 las inversiones representaban el 4,4% del PIB mundial, en 2004 son el 23,9%. Un fenómeno nuevo es la deslocalización de la producción industrial a países con mano de obra barata. Si en 1966 las multinacionales de EEUU empleaban a 1.750 obreros industriales en Malasia, en 1987 empleaban a 54.000.

4.- La formación de asociaciones de capitalistas que se reparten el mundo: los imperialistas han construido fuertes asociaciones de influencia mundial como la Unión Europea (UE) y el G-20 respaldados militarmente por la alianza OTAN de 29 países, centros clandestinos de detención, empresas militares privadas, red mundial de bases militares, grupos terroristas “proxys” y la alianza anglo sajona de servicios de espionaje llamada “Five Eyes”, capitaneados por los EEUU que amenazan la paz y seguridad en todo el mundo. Imponen su dominio financiero a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, apoyan asociaciones de países aliados como el Consejo de Cooperación del Golfo, Liga Árabe, Grupo de Lima, Alianza de países del Pacifico, Grupo de Visegrado, coalición militar creada por Arabia Saudí para intervenir en Yemen, red diplomática mercenaria creada por Taiwán, poderosa red de lobbies creada por Israel y otros sin contar con la poderosa industrial cultural que permite al imperialismo norteamericano/occidental imponer su hegemonía ideológica sobre gran parte de la Humanidad.

5.- El reparto del mundo entre las potencias capitalistas más importantes: Los EE.UU. han rehabilitado la “doctrina Monroe” del siglo XIX para reivindicar su derecho a derrocar gobiernos independientes en América Latina y el Caribe, entorpecer el acceso a la región a otros aliados imperialistas como Francia, Holanda, Reino Unido, Alemania o Japón y frenar la influencia de países no imperialistas como Rusia, China e Irán. A través de la OTAN y de su alianza con estados y territorios subalternos, como España, Kosovo, Colombia, Chile, Ucrania, Polonia, Georgia, Israel, Etiopía, Arabia Saudí, India, Filipinas, Taiwán y Corea del Sur, mantiene influencia en diversas partes del Mundo reivindicando su “Destino Manifiesto” de dominar el Mundo. Francia mantiene su control político, militar, económico y cultural sobre sus ex colonias subsaharianas en la asociación llamada “France-Afrique” y otros enclaves coloniales y bases militares distintas partes (Alemania, Sudamérica, Caribe, Estrecho de Ormuz, Mar Rojo, Océano Pacifico). Reino Unido mantiene su influencia neocolonial sobre los países de la llamada “Commonwealth” y bases en Gibraltar, Chipre, Alemania, Malvinas y Caribe en estrecha colaboración militar con los EE.UU. Alemania mantiene su influencia neocolonial a través de la U.E., ONGs. e inversiones en los países del Este europeo que han sufrido la contrarrevolución capitalista: Eslovenia, Croacia, Eslovaquia, Polonia, Chequia, Bulgaria, Rumanía, países bálticos… Turquía intenta crear una red de países dependientes suyos, al igual que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que Israel construye una amplia red de influencia geopolítica en alianza con los EEUU.
España desde los gobiernos de Felipe González ha operado la transformación de su economía en 2 sentidos: privatización acelerada (en 1985 tenía 130 empresas públicas y 800 empresas participadas por el Estado para pasar a tener sólo 16 y 100, respectivamente, en 2019, según Eduardo Garzón) y exportación de capital por sus recién creadas multinacionales. Es decir, a la luz de la teoría leninista, España ha pasado de ser un país subimperialista, industrial y agroexportador a ser un país plenamente imperialista asociado a los EEUU y UE dotado de multinacionales privadas resultado de la privatización de empresas públicas, diferentes fusiones y entrada de capital extranjero activas en la inversión en el Tercer Mundo en energía, medios de transporte, finanzas, hotelería, material militar, seguros y otros sectores, compra de empresas extranjeras, búsqueda de materias primas baratas y con plantas industriales deslocalizadas. Todo ello bajo cobertura política y militar de los EE.UU. y la OTAN. Telefónica pública ha pasado a ser Movistar privada. El banco público Argentaria fusionado por BBV. Gas Natural absorbido por Endesa. Endesa pública comprada por la italiana Enel. Campsa pública convertida en Repsol. Santa Bárbara adquirida por General Dynamics. Expal por el grupo productor de explosivos Maxam Corp, etc.
Orienta su negocio principalmente hacia América Latina. En los 90 los 2 tercios de los flujos de capitales españoles se dirigen hacia esta región donde empiezan a obtener la mayor parte de sus beneficios, según investigación de Ángeles Maestro. El Banco Santander en 2015 obtuvo allí el 54 % de sus beneficios. En 2016 el grupo Inditex, que produce en talleres subcontratados en países del Tercer Mundo acumulando denuncias por abusos laborales, trabajo infantil y semi esclavo, tenía 665 tiendas en América Latina abriendo otras nuevas en Colombia y México y cerrando 2 en Venezuela, después de haber obtenido amplios beneficios por años en este país. El Corte Inglés y Cortefiel también son denunciadas por explotar mano de obra infantil en el Tercer Mundo. El Grupo PRISA no sólo obtiene beneficios de sus negocios en América Latina, sino que apoya todas las agresiones contra la Revolución Bolivariana desde el golpe de Estado de 2002.

También busca otros mercados. En 2015 empresas españolas comerciaron por valor de 30.000 millones de euros con Arabia Saudí de los que 546 millones fueron en venta de equipo militar por un grupo militar industrial cada vez más fuerte. En 2016 y 2017 España ocupó el sexto lugar en venta de armas al régimen saudí, conocido por ser una tiranía violadora de derechos humanos, patrocinadora de un islam agresivo y deformado e implicada en varias guerras.

Este cambio económico ha provocado el nacimiento de una nueva oligarquía financiera que fusiona en su seno políticos nacionalistas burgueses como Josu Jon Imaz, convertido en consejero delegado de Repsol, y antiguos dirigentes políticos del régimen pasados a los consejos de administración de empresas privatizadas como Endesa, Gas Natural y Enagás, con el capital financiero tradicional. También, como preveía Lenin en su texto “El imperialismo y la escisión del socialismo”, las superganancias permiten a la burguesía sobornar a una parte del proletariado.
La política internacional actual no se entiende sin la obra mencionada de Lenin. Pero sería un error limitarse a su lectura. La dinámica capitalista genera incesantemente, como ya previeron Marx y Engels en el “Manifiesto Comunista”, nuevas realidades financieras, económicas y sociales a la búsqueda de superbeneficios que deben ser analizadas en sus hechos concretos. ¿China y Rusia disponen de multinacionales imperialistas? Tema polémico que no es objeto de este artículo.

José Antonio Egido, Sociólogo

 

Berlinguer habla de Lenin.

Berlinguer habla de Lenin.

Berlinguer habla de Lenin.

“Extracto de la entrevista en el diario italiano. “La República”. 2 de agosto de 1978”.

P.—Señor Berlinguer, ¿qué es para vosotros, comunistas italianos, el leninismo?
R.—No es fácil resumirlo en una entrevista. Diría que es la compleja herencia que nos ha dejado un gran revolucionario ruso y europeo a lo largo de treinta años de lucha política e ideológica llevada a cabo por él como intelectual y dirigente de partido, como periodista y pensador marxista, como combatiente y organizador, como hombre de gobierno y líder internacional. No se puede considerar ni fijar por separado los diferentes lados de la personalidad de Lenin ni los diferentes momentos, cada uno de los aspectos y los sucesivos desarrollos de su elaboración teórica y de su (conducta) práctica. El suyo es un patrimonio muy rico y complejo, del que nos sentirnos continuadores, pero también críticos e intérpretes, justamente porque valoramos el período y las circunstancias históricas en que se expresaron y se fueron desarrollando su pensamiento y su acción.

P.–¿Usted es leninista? ¿El PCI es leninista?
R.—Si por el término leninismo (o con la expresión «marxismo-leninismo») se quiere entender una especie de manual de reglas doctrinales concebidas de modo estático, un bloque de tesis petrificadas en fórmulas escolásticas que se tendrían que aplicar acríticamente en cualquier circunstancia de tiempo y de lugar, entonces se cometería la máxima injusticia contra el mismo Lenin (no digamos contra Marx), se deformaría la sustancia de sus enseñanzas políticas, no se lograría comprender ni verificar en nuestro tiempo, por lo que respecta a lo que se puede verificar, la lección que nos ha dado. Nosotros no somos leninistas de esta manera, aunque me doy cuenta que hoy muchos querrían que lo fuésemos o consideran que lo somos justamente de esa manera conformista.
P.—Entonces, ¿de qué manera lo sois?
R.—El Partido Comunista Italiano ha nacido sobre la ola de la revolución proletaria de los soviets y por impulso de Lenin, para reaccionar y para poner fin a una confusión de ideas y un vacío político en que habían acabado, bajo la dirección del partido socialista, la clase obrera y las masas trabajadoras italianas, sobre todo apenas terminada la primera guerra mundial. Un partido que sabe colocarse en las condiciones necesarias para poder medir y verificar paso a paso la validez de sus orientaciones teóricas y prácticas, y, por tanto, poder poner al día continuamente las formulaciones en las que están presentes los principios y los ideales que ha tomado de sus maestros revolucionarios, esos principios e ideales que lo caracterizan como partido comunista. Y un partido que también sabe llevar a la clase obrera a abrirse y a construir para sí un sistema de relaciones y de alianzas políticas y sociales y de confrontaciones de ideas lo más amplio posible. Mantiene, por consiguiente, su propia identidad de partido, pero busca siempre una unidad con fuerzas diferentes por un deber de transformación. También Lenin desarrolló críticamente y renovó cualitativamente a Marx. Así lo hicieron Gramsci y Togliatti con Lenin y así hoy nos esforzamos por seguir haciéndolo nosotros.

P.—Pero, en suma, ¿sois leninistas o no lo sois? No se trata de una curiosidad personal, es un problema con el que tenéis que enfrentaros en la actualidad.
R.—¿Está usted seguro? ¿Está usted realmente seguro que actualmente, en 1978, después de todo lo que ha sucedido y sucede en Italia, en Europa, en el mundo, el problema con el que tenemos que enfrentarnos nosotros, los comunistas, sea justamente el de contestar a la pregunta de si somos leninistas o no? Y no me refiero a usted, sino a todos aquellos que nos hacen esa pregunta. ¿Conocen ellos verdaderamente a Lenin y al leninismo? ¿Saben realmente en qué consiste cuando hablan sobre ello? Me permito ponerlo en duda. De todas formas, a mí me parece completamente viva y válida la lección que nos ha dado Lenin al elaborar una verdadera teoría revolucionaria; es decir, yendo más allá de la «ortodoxia» del evolucionismo reformista, exaltando el momento subjetivo de la iniciativa autónoma del partido, luchando contra el positivismo, el materialismo vulgar, la expectativa mesiánica, vicios propios de la socialdemocracia, dando paso, en cambio, a las fuerzas proletarias de la renovación y de la liberación que luchaban en Rusia y en todo el mundo. Es válida la lección de Lenin, que ha logrado romper el dominio y la unidad mundial del sistema capitalista, imperialista y colonial, del Lenin que luchó en cada rincón de Europa por la paz y contra la guerra, del Lenin que descubrió lo decisivo de la alianza del proletariado industrial con los campesinos pobres y que, aún pocos meses antes del octubre de 1917, «en aquella situación tan enardecida, no excluía la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución socialista y el mantenimiento de una pluralidad de partidos» (son palabras de Togliatti del año 56), del Lenin que concebía el socialismo como la sociedad que debía realizar la democracia en toda su acabada plenitud.

P.—Por consiguiente, usted no reniega de Lenin…
R.—;Por favor!… Nosotros, los comunistas italianos, tenemos unas peculiaridades propias, una elaboración teórica nuestra, una historia propia. Desde que hemos nacido, en nuestra experiencia, en nuestros análisis y búsquedas, en nuestras batallas, Lenin ocupa un lugar muy importante, pero de ningún modo exclusivo ni dogmático. Quien nos pide que emitamos condenas o que abjuremos de la historia y, en concreto, de nuestra historia, nos pide algo que es al mismo tiempo imposible y una tontería. No se reniega de la historia: ni de la propia, ni de la de los demás. Se intenta comprenderla, superarla, crecer, renovarse en la continuidad.
Los pasos hacia adelante en la adecuación y puesta al día de nuestra línea y conducta política los hemos llevado a cabo sin romper con nuestro pasado peculiar, sin separarnos de nuestros orígenes, sin cortar nuestras raíces, sin hacer el vacío a nuestras espaldas; por el contrario, desarrollando nuestro gran e irrenunciable patrimonio teórico e ideológico, acumulado a lo largo de ciento treinta años de luchas de los movimientos revolucionarios nacidos con el Manifiesto Comunista, esforzándose por no despegarnos de la realidad italiana, por comprender y trasmitir el sentido y la dirección de nuestra historia nacional, por expresar, en los nuevos tiempos, lo mejor de nuestras tradiciones culturales y conquistas civiles. Decía Macchiavelli: «Si las repúblicas y las sectas (es decir, los actuales partidos) no se renuevan, no duran. Y la manera de renovarlos es reconducirlos hacia sus principios.»

EL PCI NO NECESITA EXÁMENES

P.—Usted está describiendo una historia de autonomía que, por el contrario, también ha sufrido, largas interrupciones.
R. —Usted tal vez alude a la que va desde la creación del Kominform y desde la condena de Tito, en 1948, hasta nuestro VIII Congreso, en 1956. Efectivamente, en ese período hubo un cierto debilitamiento en la afirmación de nuestra autonomía y originalidad —es decir, en la teorización explícita de la vía italiana al socialismo— en relación al movimiento comunista internacional. Pero no olvidemos que era la época de la guerra fría. Aún así, también durante aquellos años, la conducta política del PCI ha sido siempre coherente con la defensa de los intereses nacionales, de la democracia y de la unidad de las masas populares y de las fuerzas democráticas, y ha llevado a la elaboración de importantes posiciones nuevas, como las formuladas y apoyadas por Togliatti en la defensa de la paz contra la amenaza atómica, por el encuentro entre el movimiento comunista y el mundo católico…

P. —Usted ha dicho hace poco, que la pregunta sobre su leninismo es un pretexto…
R. —Personalmente, considero que es una provocación…
P. —¿Por qué?
R. —La verdad es que se teme que la presencia de este Partido Comunista Italiano modifique los viejos equilibrios de poder de nuestra sociedad y en nuestro Estado, que la entrada de la clase obrera en las instituciones (y hasta los máximos niveles), de las que se la ha mantenido siempre alejada con todo tipo de violencias legales e ilegales, liquide privilegios antiguos y nuevos. Para impedir que se cumpla este proceso, que a pesar de todo está muy avanzado, se recurre al intento de exorcizar al partido comunista. Se le quiere hacer un examen de democracia. De ahí vienen las preguntas sobre el leninismo. En realidad, nuestros examinadores quieren oírnos decir que nuestro partido, en cuanto partido comunista no es legítimo en Italia. En otros países, el partido comunista ha sido puesto fuera de la ley; se desea que aquí sea puesto fuera de la ley por nosotros mismos. Querrían oírnos decir: nos hemos equivocado al nacer; viva la socialdemocracia, única forma de progreso político y social. Entonces nuestros examinadores nos dirían muy satisfechos: “la respuesta es exacta, disolved el partido y volved a casa”. Es un pretexto. Podría añadir que cincuenta años de la historia del PCI, de antifascismo, de lucha democrática, son pruebas de examen superadas con todos los votos a favor, sobre las cuales no se puede discutir.

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La tribuna de Lenin de El Lissitzky

La tribuna de Lenin de El Lissitzky

La tribuna de Lenin
de El Lissitzky

Una de las imágenes más relacionadas con la iconografía de Lenin es la de estar en la calle, en una tribuna elevada hablando al público ante una concentración numerosa de personas. Con la llegada del nuevo estado social tras la revolución de octubre y la posterior guerra civil, el nuevo orden debía transmitir su ideario a una población mayoritariamente analfabeta, circunstancia a la que su unía la extensión del país, con los medios de comunicación mínimos propios de la época.

Esto obliga a replantearse las nuevas formas comunicación y de expresión que debían guiar y responder a las necesidades políticas. Una de estas nuevas formas fueron los trenes de “agitprop”. Hubo barcos, pero los trenes fueron el principal vehículo utilizado, una infraestructura que ya se había utilizado durante la guerra civil. Estos trenes se desplazaban a través del país dotados con una biblioteca, un aula, una cantina, una sala para el partido, una sala de proyecciones, y una imprenta. Su llegada a los remotos lugares suponía un desembarco deslumbrante: los vagones iban totalmente decorados exteriormente con imágenes de una propaganda política colorida, se proyectaba cine (por primera vez en muchos sitios), y se realizaban mítines con oradores. Además, la pequeña imprenta, permitía la generación y duplicación de carteles propagandísticos, que eran arrojados por las ventanas, a medida que el tren pasaba por pueblos y aldeas.

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Junto a las necesidades de llevar el ideario, la cultura, a la población, se formula una nueva estética para todas las acciones, como reflejo del nuevo orden. La vanguardia artística entiende que el artista puede ser un agente más del cambio social en esa revolución, y se compromete a fondo. La cartelería se concibe con una utilización nueva de la imagen, en pintura, fotografía, o combinadas ambas en fotomontajes. Y no sólo la que contiene un fin político, sino que abarca a todos los ámbitos sociales y sus necesidades; traduciéndose en anuncios de películas, portadas de libros, anuncios de comidas, tabaco, etc.

Uno de los aspectos centrales de la nueva comunicación era la realización de mítines, para los que se utilizaban tribunas de madera provisionales, llamadas arengarios. La novedad principal es que en estos actos se unían la voz y el cine; con el planteamiento de primar los sentidos de la vista y el oído, para llegar al máximo número de asistentes. Para ello se investiga en varias líneas: Alexander Rodchenko proyecta kioscos de prensa en los que su cubierta servía como tribuna para oradores y con mástiles para la colocación de carteles. Gustav Klutsis, fotógrafo, diseña tribunas de cine-foto, y radio oradores, elementos urbanos en los que se ubicaban aparatos de radio con distintos altavoces para lograr mayor alcance.

Estas labores las desarrollan multitud de artistas en muchos campos, englobados en lo que se denomina “constructivismo”. Uno de ellos es El Lissitzky (1890-1941): arquitecto, fotógrafo, diseñador de carteles, escenógrafo, comisario de exposiciones, etc. Un artista total, que plantea claramente la cultura de la imagen como vehículo del mensaje.

El Lissitzky, ruso de origen judío, se había formado como arquitecto en la Alemania de Weimar, y era profesor de la Vhujtemas (talleres de enseñanza superior de Arte y técnica). Sus investigaciones formales, experimentales, nunca perderán de vista el contexto político y social, y tanto en las exposiciones que organiza, como en la literatura que escribe, argumenta que son las necesidades sociales nuevas, nacidas del régimen socialista, las que originan la nueva arquitectura tanto en formas, como en necesidades: clubs obreros, nueva vivienda comunitaria, fábricas, etc. Su trabajo de organizador de la parte rusa de la Exposición de la Prensa de Colonia (Pressa) en 1928, es considerado un punto de inflexión para otras exposiciones soviéticas en occidente, por su innovadora pantalla justo en la entrada, las imágenes crudamente realistas de la vida soviética y por sus audaces consignas políticas.

“La tribuna de Lenin” de El Lissitzky es seguramente una de las imágenes más icónicas de la arquitectura constructivista soviética de este periodo, junto a la Torre de la III Internacional de Tatlin, y al pabellón de la URSS de Melnikov para la Exposición de París de 1925.

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El proyecto de “La tribuna de Lenin” se redacta en 1929, y propone un arengario para oradores de carácter universal. No está proyectada para ningún sitio en concreto, y aunque está reflejado el propio Lenin en los dibujos de la obra, deberíamos recordar la simbología que dicha imagen representa, tal como apunta el poeta Maiakovsky, “cuando hablamos de Lenin nos referimos al partido”. Se ha señalado que El Lissitzky contribuyó sobremanera a la utilización de la imagen de Lenin como parte de la mitología soviética, casi al mismo nivel que la hoz y el martillo.
“La tribuna Lenin” es una construcción de unos 25 metros de alto –altura similar a un edificio de 6 plantas–, formada por una estructura inclinada de barras, en apariencia metálicas, apoyada sobre un dado macizo de hormigón. Toda la construcción está coronada por un gran plano vertical blanco de unos 5 metros de alto, sobre en el que se ha escrito “PROLETARIN” (Proletarios), plano con una triple función: por un lado el panfletario, sirviendo de apoyo de la cartelería política; como pantalla sobre la que proyectar textos, imágenes o cine; y por último para funcionar como amplificador de la voz del orador hacia los asistentes. En un nivel inferior al panel pero en la parte alta de la estructura, se sitúa una plataforma cerrada con paneles de fibrocemento sobre la que se situaba el orador, en la imagen original, el propio Lenin. Completando la instalación otra plataforma móvil, un ascensor, dotada también de un mecanismo de elevación y recogida del gran plano superior, según se desprende de las secciones dibujadas.

La importancia de este objeto arquitectónico, radica en el nuevo sistema de referencias arquitectónicas utilizadas. La nueva arquitectura soviética toma unos referentes nuevos: los de las estructuras industriales. La tribuna se perfila casi como una grúa industrial. Así lo expresa Ginzburg, arquitecto ruso de gran peso en la arquitectura de esa época, refiriéndose a la arquitectura residencial: “la arquitectura industrial, al estar más próxima a las fuentes del entendimiento moderno de la forma, debe ejercer su influencia sobre la arquitectura doméstica, que es la más tradicional y estancada de todas. Es de la arquitectura industrial, más que de cualquier otra cosa, de la que podemos esperar unas indicaciones realistas, sobre cómo pueden encontrarse estos caminos. De lo que estamos hablando aquí es de añadir al paisaje ya existente de la modernidad (la maquina y las construcciones ingenieriles e industriales) el último eslabón de la cadena arquitectónica: unos edificios residenciales y públicos que estén a la altura de esas construcciones”

La nueva arquitectura soviética ejerció una clara influencia en Europa. En un periódico francés, con motivo de una exposición de arquitectura soviética, se señala su fascinación de ésta por conceptos nuevos y diferentes, como el hecho de “oponer el hierro y la madera, materiales proletarios, a la aristocracia de la piedra”. La arquitectura moderna europea también estaba seducida por el vidrio y el acero, pero su utilización venía determinada por su posibilidad de construir espacios diáfanos y muros ligeros, no como una valoración del material en sí mismo, como postulan los constructivistas, para los que el material es mensaje con voz propia.
El interés de una obra, no construida, como “La tribuna de Lenin”, está en su carácter de manifiesto, en el que se aúnan las nuevas técnicas con la poética de lo productivo, y también como símbolo de la ideología como elemento de producción artística.

Lorenzo Goikoetxea: Arquitecto 

Como redactó Lenin  el Decreto sobre la tierra.

Como redactó Lenin el Decreto sobre la tierra.

Como redactó Lenin
el Decreto sobre la tierra.

“Monté los revólveres, pensando que podían irrumpir en la vivienda
y detener o matar a Vladimir Ilich”.

Cuando el Palacio de Invierno fue tomado por las tropas revolucionarias, bolcheviques,Vladimir Ilich, que estaba muy inquieto por la lentitud de acción de nuestros jefes militares, respiró al fin aliviado y, rodeado de sus viejos amigos políticos, se presentó en la sesión del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, que esperaba la culminación de los acontecimientos.

No se puede comparar con un trueno, fue algo más grande, verdaderamente impresionante: una tromba de sentimientos humanos agitó la sala cuando Vladimir Ilich apareció en la tribuna. Se abrió la sesión. Y resonaron de nuevo los vivas, las aclamaciones, los gritos de júbilo… Así, impetuosa, rebosante de fogoso entusiasmo, transcurrió la histórica y famosa sesión.
Se terminaron por fin todos los asuntos y, a altas horas de la noche, nos dirigimos hacia mi vivienda, para pernoctar allí. Cenamos un poco; después de cenar, procuré facilitar todo lo necesario para el descanso de Vladimir Ilich, que estaba excitado, pero evidentemente rendido de cansancio. A duras penas, se consiguió convencerle de que aceptase mi lecho, en una pequeña habitación independiente, donde tenía a su disposición una mesa escritorio, papel, tinta y libros.

Yo me acosté en la habitación contigua, en el diván, y decidí no dormirme hasta que no estuviera completamente seguro de que Vladimir Ilich dormía ya. Para mayor seguridad, cerré bien, con todas las llaves, cadenas y cerrojos las puertas de entrada y monté los revólveres, pensando que podían irrumpir en la vivienda y detener o matar a Vladimir Ilich, pues era aquélla nuestra primera noche, y podía esperarse cualquier cosa. Como prevención, anoté inmediatamente en un papel los números que yo conocía de los teléfonos de los camaradas, del Smolny, de los comités distritales obreros y de los sindicatos, no fuera a ser que se me olvidasen con las prisas.

…Vladimir Ilich, en su habitación, ha apagado ya la luz eléctrica. Presto atención para comprobar si duerme. No se oye nada. Empiezo a conciliar el sueño y estoy a punto de quedarme dormido, cuando, de pronto, se enciende la luz en la habitación en que se encuentra Vladimir Ilich. Oigo que se levanta casi sin hacer ruido; entreabre silencioso la puerta de mi cuarto y, cerciorado de que yo “duermo” (huelga decir que yo estaba en vela), se acerca cauteloso, de puntillas, para no despertar a nadie, a la mesa escritorio; se sienta frente a ella, abre el tintero y, después de extender unos papeles, se abisma en el trabajo…
Escribía, tachaba, leía, hacía acotaciones, se ponía de nuevo a escribir, y, por último, empezó, al parecer, a pasar en limpio. Alboreaba ya, se percibían los grises clarores de la tardía alba otoñal petrogradense, cuando Viadímir Ilich apagó la luz, se acostó en el lecho y se quedó dormido.

Por la mañana, a la hora de levantarse, advertí a todos los de la casa que no hiciesen ruido, porque Vladimir Ilich había estado trabajando toda la noche y sin duda estaría sumamente cansado. De pronto, cuando nadie lo esperaba, salió de la habitación completamente vestido, enérgico, lozano, animoso, alegre y bromista.
—¡Les saludo en el primer día de la Revolución Socialista!
—dijo a todos, y su rostro no denotaba el menor cansancio, como si hubiera dormido magníficamente, pero en realidad, sólo había disfrutado de dos o tres horas de sueño, todo lo más, después de una jornada de veinte horas de espantoso trabajo. Cuando todos se reunieron para tomar el té y salió del cuarto Nadiezhda Konstantínovna -que también había pasado la noche con nosotros-, Vladimir Ilich sacó del bolsillo unas hojas de papel, escritas ya en limpio, y nos leyó su famoso “Decreto sobre la tierra”.
—¡Ahora, sólo hace falta promulgarlo, darlo a conocer y difundirlo ampliamente! ¡Y que prueben entonces a volverlo atrás! Se quedarán con las ganas, no habrá Poder alguno capaz de quitar este decreto a los campesinos y de devolver la tierra a los terratenientes. Ésta es una importantísima conquista de nuestra Revolución de Octubre. La revolución agraria será llevada a cabo y consolidada hoy mismo.
Cuando alguien le dijo que aún habría en los distintos lugares toda clase de desórdenes y luchas en torno a la tierra, respondió al instante que todo eso eran ya menudencias que se arreglarían, siempre que se comprendiese el verdadero fondo de la disposición y se penetrase en él. Y empezó a explicar con detalle que aquel decreto sería especialmente aceptable para los campesinos por haberlo basado en las peticiones contenidas en todos los mandatos de los campesinos a sus diputados y que habían sido recogidas en las recomendaciones generales al Congreso de los Soviets.
—Pero todos ésos eran socialrevolucionarios. Y por consiguiente, dirán que les hemos copiado —hizo notar uno de los presentes.
Viadímir Ilich se sonrió:
—Que lo digan. Los campesinos verán claro que nosotros apoyaremos siempre todas sus justas reivindicaciones. Debemos acercarnos por completo a los campesinos, a su vida y afanes. Y si se ríen algunos mentecatos, que se rían. Nunca hemos pensado entregar a los socialrevolucionarios el monopolio sobre los campesinos. Somos el principal partido del gobierno, y, después de la dictadura del proletariado, la cuestión campesina es la más importante.

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Aquel mismo día, por la tarde, había que promulgar en el Congreso el “Decreto sobre la tierra”. Se decidió pasarlo inmediatamente a máquina y entregarlo a la imprenta, para que apareciese al día siguiente en los periódicos. En el mismo momento se le ocurrió a Viadimir Ilich la idea de hacer público el Decreto y de que fueran insertados en todos los periódicos con carácter obligatorio, todos los comunicados del gobierno.
Se acordó imprimir inmediatamente el “Decreto sobre la tierra” en librito aparte, con una tirada de no menos de cincuenta mil ejemplares, y distribuirlo en primer término entre los soldados que volvían a las aldeas, pues por conducto de ellos el Decreto llegaría con la mayor rapidez a lo más profundo de las masas. El acuerdo fue magníficamente cumplido en los días siguientes.
Poco después nos dirigimos a pie hacía el Smolny; luego, tomamos el tranvía. Vladimir Ilich, al ver el orden ejemplar que reinaba en las calles, estaba resplandeciente de alegría. Con impaciencia, esperó la llegada de la tarde. Después de la aprobación por el Segundo Congreso de los Soviets de Rusia del “Decreto sobre la paz”, Vladimir Ilich dio lectura con singular claridad al “Decreto sobre la tierra”, que fue aceptado con entusiasmo y por unanimidad.
En cuanto lo aprobaron, lo envié con unos mensajeros a todas las redacciones de Petrogrado, y a otras ciudades lo mandé sin demora, por correo y telégrafo. Nuestros periódicos lo habían compuesto previamente, y por la mañana temprano lo leyeron ya centenares de miles, millones de personas. Toda la población trabajadora lo acogió con júbilo. La burguesía lo recibió con silbidos de serpiente y ladridos de rabia en todos sus diarios. ¿Pero quién hacía caso de ellos entonces?
Vladímir Ilich estaba gozoso.
—Solamente esto —decía—, dejará ya huella en nuestra historia para muchos, muchísimos años. La época de fecunda labor creadora revolucionaria se iniciaba con gran éxito. Durante largo tiempo, Vladimir Ilich siguió mostrando su interés por el “Decreto sobre la tierra”; deseaba saber de continuo cuántos ejemplares del mismo, aparte de los periódicos, se habían repartido entre los soldados y los campesinos. El librito con el Decreto era reeditado muchas veces y distribuido gratuitamente en multitud de ejemplares no sólo en las capitales de provincia y cabezas de distrito, sino en todos los subdistritos municipales de Rusia.
El “Decreto sobre la tierra” llegó a ser, verdaderamente, conocido por todos. Quizá ninguna ley haya tenido en nuestro país tan amplia difusión como la alcanzada por este Decreto, que constituye una de las leyes fundamentales de nuestra nueva legislación, socialista, a la que Vladimir Ilich dedicó tantas fuerzas y energías y a la que concedía tan enorme importancia.

Vladimir Bonch-Bruévich
Colaborador de Lenin
Jefe de la Secretaría del Consejo de
de Comisarios del Pueblo

La llegada de Lenin a Petersburgo.

La llegada de Lenin a Petersburgo.

La llegada de Lenin a Petersburgo.

“Entre los compañeros se hablaba de la llegada de un marxista procedente
de la región del Volga, dotado de grandes conocimientos”.

Vladimir Ilich llegó a Petersburgo en el otoño de 1893, pero no trabé relación con él inmediatamente. Entre los compañeros se hablaba de la llegada de un marxista procedente de la región del Volga, dotado de grandes conocimientos; más tarde me trajeron un cuaderno dedicado a la cuestión de los “mercados” que, por el estado en que se hallaba. se veía que había pasado por muchas manos. En el cuaderno se exponían, de una parte, las concepciones de un marxista de Petersburgo, el tecnólogo Herman Krassin, de otra, las del compañero recién llegado del Volga. El cuaderno estaba doblado por la mitad: en un lado exponía sus puntos de vista H. Krassin con una caligrafía desaliñada, con borrones e intercalaciones; en el otro lado, cuidadosamente, sin ningún borrón, exponía sus observaciones y objeciones el compañero del Volga.

La cuestión de los mercados interesaba mucho en aquel entonces a todos nosotros, jóvenes marxistas.

En los círculos marxistas petersburgueses de la época había empezado a cristalizar una tendencia particular, que sustancialmente consistía en comprender los procesos de la evolución social como algo mecánico, esquemático. Según esta concepción de la evolución social, las masas, el proletariado, no desempeñaban papel alguno. Se arrojaba por la borda la dialéctica revolucionaria del marxismo, no quedaban más que el esquema muerto de las “fases de la evolución”. Naturalmente, en la actualidad no le costaría nada a un marxista cualquiera refutar esa concepción “mecánica”, pero en aquel tiempo la cuestión afectaba mucho a nuestros círculos marxistas petersburgueses. Estábamos todavía muy mal formados; los partidarios de la interpretación “mecánica” enfocaban habitualmente la cuestión de un modo muy abstracto.
Desde entonces han transcurrido más de treinta años. EI cuaderno aludido, por desgracia, no se ha conservado. De lo único que puedo hablar es de la impresión que nos produjo a todos nosotros.

El marxista recién llegado planteaba la cuestión de los mercados de un modo muy concreto, establecía una relación directa entre dicha cuestión y los intereses de las masas, y por la forma en que el problema era enfocado, se tenía la clara impresión de hallarse ante un marxismo vivo que analizaba los fenómenos en su situación concreta y en su desarrollo.

Todo ello incitaba a conocer más de cerca al recién llegado, a conocer más en detalle sus puntos de vista.
Vi solamente a Vladimir Ilich a fines de la cuaresma. Se decidió organizar una reunión de algunos marxistas petersburgueses, junto con el compañero del Volga, en el Ojta, en casa del ingeniero Klasson, uno de los marxistas preeminentes de Petersburgo y con quien dos años antes formaba yo parte de un círculo marxista. Por motivos de clandestinidad, se escogió como pretexto de la reunión la celebración de una pequeña fiesta íntima a base de blini . A la reunión mencionada acudieron, además de Viadímir Ilich, Klasson, Y. P. Korobko, Serebrovski, S. I. Radchenko y otros; también se esperaba a Potresov y Struve, pero si la memoria no me engaña, no acudieron. Recuerdo uno de los momentos de la discusión. Se hablaba de la orientación que era preciso seguir. No había modo de hallar un lenguaje común. Uno de los reunidos —Schevliaguin, creo recordar—, dijo que era muy importante la labor en el comité para la lucha contra el analfabetismo. Viadimir llich se rió con una risa seca y maliciosa, una risa que después no le oí más.

“¿Qué puedo decir? Si hay alguien que quiere salvar a la patria en el comité para la lucha contra el analfabetismo, es libre de hacerlo. No le opondremos ningún obstáculo”…

La observación maliciosa de Vladímir Ilich era compren-sible. Había venido con el fin de ponerse de acuerdo sobre la manera de ir conjuntamente a la lucha y como respuesta oía un llamamiento a la difusión de los folletos del comité para la lucha contra el analfabetismo.

Más tarde, cuando tuvimos una amistad más íntima, Vladimir Ilich me contó en cierta ocasión cuál había sido la actitud de la “opinión” (de los liberales) con respecto a la detención de su hermano mayor. Todos los conocidos se apartaron de la familia de los Ulianov. Dejó incluso de frecuentar la casa un viejo profesor que antes iba todas las noches a jugar al ajedrez. Por aquel entonces no existía aún la línea férrea hasta Simbirsk. La madre de Vladimir Ilich tenía que trasladarse en carruaje hasta Sizrani para ir a Petersburgo, donde su hijo se hallaba preso. Mandaron a Vladimir Ilich a buscar a un acompañante; nadie quiso efectuar el viaje con la madre del detenido. Vladimir Ilich decía que esta cobardía general le produjo entonces una impresión muy fuerte.

Estos acontecimientos vividos durante su juventud indudablemente ejercieron influencia en la actitud de Vladímir Ilich con respecto a la “opinión”, a los liberales. Las circunstancias le habían dado la ocasión de conocer muy pronto el verdadero valor del charlatanismo liberal.
Es conocido el punto de vista de Vladímir Ilich sobre los liberales, su desconfianza hacia ellos, su afán constante por desenmascarados… He citado sólo algunos extractos que se refieren al mismo año en que tuvo lugar la reunión en casa de Klasson.

Naturalmente, en la “fiesta familiar” no se llegó a ningún acuerdo. Vladímir Ilich habló poco; más que nada, observaba a los reunidos. Gentes que se consideraban marxistas acabaron por sentirse incómodos bajo la mirada penetrante de Ilich.

Al regresar a casa desde el barrio de Ojta, por la orilla del Neva, me hablaron por primera vez del hermano de Vladímir Ilich, a quien éste amaba mucho. Ambos tenían muchas preferencias y hábitos comunes; tanto el uno como el otro sentían la necesidad de quedarse solos con el fin de tener la posibilidad de concentrarse. Habitualmente vivían juntos, y cuando les visitaba alguno de los numerosos primos o parientes, la frase preferida de los muchachos era la siguiente: “Hacednos el favor de librarnos de vuestra presencia”. Los dos hermanos sabían trabajar tenazmente, los dos tenían un espíritu revolucionario. Pero, probablemente, se manifestaba en ellos la diferencia de edad. Alejandro Ilich no le contaba todo a Vladímir Ilich.
El hermano era naturalista. El último verano que pasó en casa se consagraba a la preparación de una disertación sobre los anélidos y trabajaba constantemente con el microscopio. Para aprovechar el máximo de luz se levantaba al apuntar el alba e, inmediatamente, se entregaba al trabajo. “No, mi hermano no será un revolucionario, pensaba yo en aquel entonces —contaba Vladímir Ilich—, un revolucionario no puede consagrar tanto tiempo al estudio de los anélidos”. No tardó en convencerse de su error.

El destino del hermano ejerció indudablemente una profunda influencia sobre Vladímir Ilich. En ello desempeñó, sin embargo, un gran papel el hecho de que en aquella época Vladímir Ilich había ya reflexionado mucho por su propia cuenta y había decidido por sí mismo la cuestión de la necesidad de la lucha revolucionaria.

Si no hubiera sido así, el destino del hermano le habría causado únicamente un profundo dolor o, en el mejor de los casos, le hubiera estimulado a seguir la senda que su hermano había escogido. En las condiciones en que se hallaba, el destino del hermano estimuló la actividad de su pensamiento, contribuyó a forjar en él una serenidad extraordinaria, el acierto de contemplar la verdad cara a cara, de no dejarse llevar ni un momento por la frase, por la ilusión, en una palabra, forjó en él una rectitud extraordinaria en el modo de enfocar todas las cuestiones.

Nadezhda Krupskaia