La jarra de leche.

La jarra de leche.

La jarra de leche.

“La puerta de la calle siempre quedaba abierta. Por si
llegaba algún militante en fuga, con sueño y con hambre”.

Soy de los que dan mucha importancia a la trayec-toria, a la coherencia en la vida de una persona. Me importa la fidelidad a los principios. Destaco al que se mueve por lealtad a sus ideas, sacrificándose por ellas sin pedir nada a cambio. Sé que ése no es un camino fácil, que a lo largo de la vida, las dificultades, el cansancio, el trabajo tenaz de los adversarios, los cantos seductores de las sirenas, esos seres mitológicos y siempre falsos, fantásticos, nos incitan pera alejarnos de nuestra elección, para dejar de caminar, para sentarnos, detenernos, abandonar. Por eso me interesa conocer esa intrahistoria de las dificultades, la que forja el carácter, en la que las grandes personas, las grandes de verdad, salen fortalecidas, convirtiéndose en un ejemplo. Y esas pruebas del camino igualan al militante y al líder, a quien es merecedor de tal honor en nuestro movimiento, los someten con el mismo rigor.

Por eso me gusta mirar a Lenin bajo ese prisma, como lo hice con Gramsci, otro superviviente, intacto a pesar de cárceles, exilio, y penalidades, igual que lo podemos hacer con tantos y tantas camaradas que se dejaron la juventud en la lucha, por la República, en nuestra Guerra Civil, en las prisiones, camaradas anónimos que superaron todos los exámenes y las pruebas de lealtad, de coherencia, y que, con toda seguridad, murieron en paz, sin nada, pero con la satisfacción del deber cumplido para aportar su granito de arena en construcción del socialismo, esa sociedad nueva, más libre, más igualitaria. Y aquellos bolcheviques, con Lenin a la cabeza, mostraron un espíritu de sacrificio que probablemente no haya sido igualado por ningún grupo de hombres y mujeres nunca, en ningún lugar. Pasaron calamidades inimaginables, largos destierros en Siberia, exilios durante décadas, cárceles, ejecuciones, y todo eso, lejos de amilanarlos, los forjó. Nunca dejaron de estudiar, de escribir, de organizarse, a pesar de estar separados por miles de kilómetros. Y la consecuencia de la constancia de aquellos revolucionarios rusos, fueron una inteligencia y un valor desconocidos, únicos, de los que todavía tenemos mucho que aprender. Por eso me parece interesante ilustrar alguno de esos pasajes de la vida, de la vida terrenal, difícil, sencilla, la de cada día, de Lenin y de sus camaradas, donde se muestra esa capacidad para superar las adversidades, los riesgos.
Tras la derrotada revolución rusa, en diciembre de 1905, una intensa y cruel represión se cernió sobre todo el imperio zarista. Muchos revolucionarios fueron detenidos, otros desterrados a Siberia, y otra parte huyó al extranjero. Lenin escapó a Finlandia, y se instaló en una vieja casa de campo, llamada Vasa, en Kuokkala, cerca de Petersburgo, propiedad de otros bolcheviques, los Leiteizen. En aquel momento la policía no se entrometía mucho en Finlandia, no quería meter la nariz allí, para no molestar el frágil equilibrio que se tenía con los fineses, porque entonces el Gran Ducado de Finlandia formaba parte del imperio ruso. Esa casa, la Vasa, incómoda, descuidada, servía desde hacía tiempo como refugio para los revolucionarios, aprovechándose de la laxitud de la policía. Lenin fue alojado en un cuarto de la planta baja donde montó de inmediato su oficina política. Allí escribía sus artículos para la prensa, y allí se entrevistaba con otros miembros del Comité Central, y con los diputados bolcheviques en la II Duma, que llegaban para cambiar impresiones, para recibir sus consejos. Porque desde Kuokkala Lenin dirigía la actividad de los bolcheviques, de los que aún operaban en la legalidad, escribiendo en los periódicos permitidos, y de los que lo hacían en la clandestinidad. Con Lenin se instaló su compañera, Nadezhda Krupskaia, y poco después su hermana María Ilichna y la madre de Nadezhda. Más tarde llegaron los Bogdanov, que se acomodaron en el piso superior, e Innokenti.

Cada día llegaba de Petersburgo un compañero que traía a Lenin periódicos, libros, cartas, que éste analizaba con fruición, a veces con alegría porque comprobaba su buen rumbo, otras con exasperación pues veía cómo se perdían en minucias y se alejaban de lo necesario. Lenin daba mucha importancia a este aspecto, el de la prensa, el de ser capaces de llegar a la gente con las ideas, para conquistar su deseo, su corazón, para la causa de la emancipación obrera. Y después de ese rápido examen de lo recibido, Lenin le entregaba a ese compañero su artículo, para que lo llevara a Petersburgo. Para el periódico legal “Dielo”, o para el ilegal “Proletario”, que editaban en el suburbio petersburguense de Viborg, desde donde era distribuido clandestinamente por los barrios obreros. Por la noche regresaba a la Vasa Nadezhda, que se pasaba el día en Piter, como popularmente llamaban a Petersburgo, también en labores militantes. Se reunía con los contactos en el comedor del Instituto Tecnológico, para pasar inadvertidos entre la multitud de comensales. De regreso, por la noche en la Vasa, llevaba a Lenin noticias varias de sus encuentros, además de sus percepciones sobre lo que había visto y oído en la ciudad, y algunos encargos. Muchas noches lo encontraba preocupado por el curso de los acontecimientos, agobiado por estar alejado del foco. Porque Lenin, a pesar del estrecho contacto que tenía con los compañeros en Kuokkala, ardía en deseos de ir a Petersburgo, y con frecuencia caía en un estado de ánimo cercano al abatimiento. En esos momentos necesitaba una distracción. Lo mismo les pasaba a sus compañeros de casa, Bogdanov, Leiteizen, Nadezhda; en esos momentos se ponían a jugar a las cartas con pasión, donde descargaban su impotencia. Cuando en esas ocasiones se presentaba algún compañero de Petersburgo para entregar o recibir algún encargo, se sentía confundido y perplejo al ver allí a destacados miembros del Comité Central, entregados con pasión al juego de los naipes.

En Kuokkala, en la Vasa, llevaban una vida austera, una vida de trabajo, de estudio. La casa, la Vasa, era un verdadero hogar de acogida. Cualquier proscrito, cualquier militante bolchevique que se viera impelido a huir de Piter, de Viborg, de esa zona de la Rusia del norte, perseguido por la policía, escapaba hacia Finlandia, y sabía que allí tenía su casa. Cada día, después de estudiar, de escribir, de cenar, Lenin y Nadhezha ponían sobre la mesa del comedor una jarra de leche, pan, y con unas sábanas preparaban una cama sobre el sofá. Y la puerta de la calle siempre quedaba abierta. Por si llegaba algún militante en fuga, con sueño y con hambre. Muy a menudo, cuando Lenin se levantaba por la mañana se encontraba en el comedor a compañeros que habían llegado por la noche.

Poco a poco, la represión, tras el reflujo revolucionario, fue acentuándose, la policía zarista buscaba incesantemente a Lenin, y Kuokkala, tan cerca de Piter, dejó de ser un lugar seguro. Así que se alejó de allí, marchando primero a la también finlandesa Stirsuden, donde con menos presión política, Lenin y Nadezha disfrutaron durante una temporada de largos paseos por el bosque, junto al mar, incluso de paseos en bicicleta, que gustaban mucho a Lenin. Pero el cerco sobre Lenin se estrechaba, y tampoco Stirsuden era un lugar seguro; así que los compañeros mandaron a Lenin, esta vez en soledad, a la Finlandia más alejada de Rusia, a una aldea llamada Ogliú, cerca de Helsinki, refugiándole en casa de dos hermanas. Buscado por la policía por todos los sitios, pensaron que allí seguía sin estar a salvo y que debía escapar fuera del imperio, a Suecia. Como la vigilancia en su búsqueda era extrema, la salida no podía realizarse por la vía habitual, tomando un barco de vapor hasta el país vecino. Lenin debía ir caminando hasta una isla, ya fuera de Finlandia y del alcance de la policía rusa, donde tomar el vapor a Estocolmo. Hasta la isla había que recorrer más de tres kilómetros a pie por un lago helado, que, aunque era diciembre, no ofrecía plenas garantías para caminar sobre él. Nadie quería acompañar a Lenin. Finalmente dos campesinos fineses, que habían bebido más de la cuenta, se atrevieron y lo acompañaron. La travesía estuvo al borde de acabar en tragedia, con la muerte de Lenin y de sus dos compañeros. Mientras caminaban, el hielo comenzó a resquebrajarse y ceder bajo sus pies. El azar salvó a Lenin ese día, que, viéndose ante la fatalidad exclamó:

“¡Qué modo tan estúpido de morir!”

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Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor
Director de Herri

El Joven Lenin

El Joven Lenin

El Joven Lenin

“En diciembre de 1895 es detenido y pasa algo más de un año en prisión, y es condenado a tres años de destierro en Siberia (1897-1900)”.

Vladimir Ilich Uliánov nació el 22 de abril de 1870 en la ciudad de Simbirsk (actual Uliánovsk), sobre el curso medio del Volga, en el corazón de la gigantesca Rusia. Creció en el seno de una familia de clase media acomodada de la Rusia de la época. Su padre era profesor de física y matemáticas y fue ascendiendo en la administración hasta llegar a ser inspector de escuelas de la provincia, y posteriormente ascendiendo a director de educación. Su madre fue maestra. Ambos fueron personas muy cultas e ilustradas y gracias a ello Lenin, desde muy pequeño, adoptó la costumbre y el gusto por el estudio y la lectura. El encargado de sus estudios en el instituto de Simbirsk fue el padre de Alexander Kerenski, cuyo gobierno derribaron los bolcheviques en 1917.

Su infancia y adolescencia habían transcurrido felizmente, cuando sucedieron dos acontecimientos que le marcarían profundamente. En 1886, cuando tenía 16 años, falleció su padre. Apenas un año después, en mayo de 1887, fue ejecutado su hermano mayor Alexander con sólo 21 años, por haber participado en un complot para asesinar al zar Alejandro III.

Alexander abrazó ideas revolucionarias siendo muy joven y se unió a los Narodniki (la corriente revolucionaria preponderante entre los 60 y los 80 del siglo XIX) quienes defendían las acciones terroristas. Cuando murió su hermano, Lenin afirmó “No, no es así como tenemos que hacer las cosas”. Una característica de su personalidad era sacar conclusiones políticas incluso de sus tragedias personales. La ejecución de su hermano dejó una huella imborrable en aquel joven de 17 años, ya que admiraba y quería profundamente a su hermano mayor. El primer tomo del El Capital, que Lenin leyó a los 18 años, era de su hermano mayor.
En agosto de 1887 ingresó en la Facultad de Derecho de la universidad de Kazán. Sin embargo, cuatro meses después, fue expulsado junto con varios compañeros por participar en unos disturbios estudiantiles. Desde esa expulsión, siempre estuvo bajo la atenta vigilancia de la policía zarista. No se le permitió acceder a ninguna otra universidad, y hasta casi cuatro años después no tuvo la autorización para inscribirse como alumno externo a distancia, en la universidad de San Petersburgo. En 1891 se examinó, obteniendo la máxima calificación en todas las asignaturas y quedando el primero de todo el grupo de alumnos externos. Poco después, el joven Ulianov trabajó un tiempo en el despacho de un abogado liberal, llevando la defensa de campesinos acusados de haber cometido pequeños robos y delitos, originados por la terrible miseria que padecían.
En otoño de 1893 su familia se traslada a Moscú, y él se instala en San Petersburgo, donde conocerá, en la primavera de 1894, a Nadezhda Kruspskaya. Juntos pasarían toda clase de penalidades en la vida revolucionaria que les unió para siempre (la condena y el destierro a Siberia, la amargura del exilio, la continua persecución policial, los intensos combates políticos, las derrotas y las victorias, etc.)
En San Petersburgo, Lenin comenzó a trabajar como abogado, pero la mayor parte del tiempo la dedicaba a la actividad revolucionaria. Se unió a un grupo de intelectuales marxistas quienes establecían contacto con agrupaciones de obreros de fábricas de la ciudad, y escribe. En 1894 publicó de forma clandestina la que se considera como su primera obra de importancia, ¿Quiénes son los “amigos del pueblo”?. En este escrito, Lenin hace una feroz crítica a los Narodniki y plantea la creación de un partido político socialdemócrata ruso. En 1895 escribió el folleto La ley sobre las multas. En este folleto daba un brillante ejemplo de cómo aproximarse a los trabajadores de grado intermedio de la época, y sobre la base de sus necesidades, conducirlos paso a paso a la cuestión de la exigencia de la lucha política.
En el verano de 1895 viaja a Suiza para conocer a varios intelectuales y revolucionarios rusos exiliados, los padres del marxismo ruso, Plejánov y Axelrod. Su idea era que facilitasen literatura marxista para introducirla en Rusia de forma ilegal. A su vuelta a San Petersburgo funda la “Unión de lucha para la emancipación de la clase obrera”, en donde se fusionaron todos los círculos obreros marxistas de la ciudad. Comienza también una intensa actividad propagandística de elaboración y distribución de panfletos y octavillas con textos y proclamas revolucionarias. En palabras de Krupskaya “…fue precisamente durante este período de trabajo en San Petersburgo cuando Vladimir Ilich se fogueó como conductor de las masas trabajadoras”.
En diciembre de 1895 es detenido y pasa algo más de un año en prisión, y es condenado a tres años de destierro en Siberia (1897-1900).
En Siberia, Lenin se dedicó casi por entero al estudio y la escritura. Fue allí donde terminó la ingente obra que había iniciado durante el año que estuvo en la cárcel, El desarrollo del capitalismo en Rusia, que fue publicado en 1899.
En mayo de 1898, Krupskaya también es condenada al destierro en Siberia, al mismo lugar donde se encontraba Lenin. Conviven juntos el resto del destierro, y aprovechan para casarse. Una vez liberado de su destierro, Lenin marcha ilegalmente al exilio, primero a Alemania, y luego a Suiza. Funda el periódico Iskra (La Chispa) cuyo primer número se editó en diciembre de 1900. Un medio para difundir las ideas y teorías revolucionarias del marxismo combativo que ellos defendían, distribuyendo cada número en Rusia de forma clandestina.

Durante su exilio, Lenin combate el auge de los llamados “economistas”, “oportunistas” o “marxismo legal”. Derrotado el populismo del movimiento narodniki, habían surgido en el marxismo corrientes influenciadas por el alemán Bernstein. Estas corrientes defendían propuestas reformistas en las que lo único que se perseguía era luchar por mejoras económicas y salariales, ir mejorando las condiciones de los obreros poco a poco a través de vías parlamentarias de la democracia burguesa, renunciando para ello a la lucha revolucionaria y a la conquista del poder por el proletariado.

En diciembre de 1901, en un artículo de la revista Zaria comenzó a firmar con el seudónimo “Lenin”. Entre finales de 1901 y comienzos de 1902, escribe una de sus obras más importantes, Qué hacer. Entre abril de 1902 y abril de 1903 Krupskaya y Lenin viven en Londres, desplegando una enorme actividad política entre numerosos revolucionarios rusos exiliados. Veían la diferencia entre los barrios del proletariado y las zonas burguesas. Cuenta Krupskaya: “Observando estos estridentes contrastes, entre la riqueza y la pobreza, Ilich solía murmurar con los dientes apretados, y en inglés: “¡Two nations!”.
En abril de 1903 dejaron Londres para asentarse en Ginebra, hasta 1905, desde donde regresaron a San Petersburgo ante la llegada de la revolución de 1905.

Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR)

En marzo de 1898 tiene lugar en Minsk la fundación del Partido Socialdemócrata Ruso (POSDR), celebrándose su I Congreso. Aunque apenas pudieron asistir delegados, porque los jóvenes líderes del marxismo ruso, Lenin, Martov, como muchos de sus camaradas, se encontraban presos en Siberia.
Este I Congreso no logró promulgar unos estatutos ni un programa. La falta de resultados del Congreso condujo a la necesidad de convocar uno nuevo en el que se aprobase un programa y se decidiese la organización del partido.
Cinco años más tarde se convocó el II Congreso del POSDR en julio de 1903 en Londres.
“iCuánto había deseado este congreso Vladimir Ilich! Durante toda su vida asignó un significado excepcionalmente grande a los congresos del partido. Consideraba que el congreso del partido era la autoridad suprema. Ante él todas las personalidades debían ser descartadas; nada debía ser ocultado y todo ser dicho abiertamente. Para los congresos del partido Ilich siempre realizaba una completa preparación y meditaba cuidadosamente sus discursos”. Cuenta Krupskaya.

El objetivo de este II Congreso era unificar el programa de partido, sin embargo ocurrirá casi lo contrario y pasará a la historia porque surgirán las dos facciones del marxismo ruso, y donde emergió Lenin como gran líder político. Los postulados de Lenin obtendrán la mayoría, y las tesis lideradas por Martov fueron minoritarias. En ruso, bolchevique siginifica “miembro de la mayoría” y menchevique, “miembro de la minoría”. Los bolcheviques apostaban por un partido de cuadros formados comprometidos y disciplinados con pocos miembros, pero bien preparados, mientras que la facción liderada por Martov, Axelrod y Plejanov defendía un partido más abierto, de simplemente simpatizantes. La principal cuestión fue la toma de poder y la dictadura del proletariado, los leninistas defendían la dictadura del proletariado. Los mencheviques se oponían, apostando por fórmulas de alianzas con la burguesía y vías parlamentarias dentro de las democracias burguesas, para desde esta vía ir avanzando hacia el socialismo por fórmulas democráticas. Sin embargo, a pesar de esta división, aunque bolcheviques y mencheviques tuvieron sus propios órganos de dirección y sus puntos de programa, el POSDR siguió existiendo como único partido. No fue hasta 1912 cuando se separaron definitivamente en dos organizaciones.

Al finalizar el II Congreso, Lenin cuenta con 33 años, una persona relativamente joven en cuanto a edad, pero sin duda con un amplio e intenso recorrido político y revolucionario y sobre todo una gigantesca experiencia como activista y agitador revolucionario, y ya convertido en líder político de los bolcheviques, el ala izquierda del POSDR en aquel momento.

David Armendáriz Núñez (Graduado en Geografía e Historia y militante del PCE-EPK)

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El derecho a la verdad.

El derecho a la verdad.

El derecho a la verdad.

“La «conspiración» está ya en la organización «visible» como tal, en el sistema capitalista.”

En qué punto estamos entonces hoy, de acuerdo con los criterios de Lenin?

En la era de lo que Habermas designó como “die neue Undurchsichtlichkeit”* [«la nueva opacidad»], nuestra experiencia cotidiana es más mistificadora que nunca: la propia modernización genera nuevos oscurantismos, la reducción de la libertad se nos presenta como la llegada de nuevas libertades.

La percepción de que vivimos en una sociedad de elecciones libres, en la que tenemos que elegir hasta nuestros rasgos más «naturales» (la identidad étnica o sexual), es la forma de aparición de su exacto contrario, de la AUSENCIA de verdaderas opciones**. La última moda de películas de «realidad alterna», que presentan la realidad existente como uno de los múltiples resultados posibles, señala una sociedad en la que las elecciones ya no importan realmente, quedan trivializadas.

En estas circunstancias, habría que poner especial cuidado en no confundir la ideología dominante con la ideología que PARECE imperar. Más que nunca, habría que tener en cuenta la advertencia de Walter Benjamin de que no basta con preguntar cómo una teoría (o arte) determinado declara situarse con respecto a las luchas sociales; habría que preguntar también cómo funciona efectivamente EN estas propias luchas. En el sexo, la actitud de hecho hegemónica no es la represión patriarcal, sino la promiscuidad libre; en el arte, las provocaciones en la línea de las célebres exposiciones «Sensación» SON la norma, el ejemplo de un arte integrado por completo en el establishment. Ayn Rand llevó esta lógica a su consumación, complementándola con una especie de giro hegeliano, es decir, reafirmando la propia ideología oficial como su propia y mayor transgresión, como en el título de uno de sus últimos libros de no ficción, “El capitalismo, ese ideal desconocido”, o en su lema «altos directivos, la última especie estadounidense en peligro de extinción».

A decir verdad, en la medida en que el funcionamiento «normal» del capitalismo supone cierto tipo de abjuración de su principio básico de funcionamiento (el modelo del capitalista actual es alguien que, después de haber generado beneficio de manera despiadada, comparte a continuación una porción de este mismo beneficio con generosidad, haciendo grandes donaciones a iglesias, a víctimas de abusos sexuales o étnicos, etc., y haciéndose pasar así por alguien humanitario), el acto máximo de transgresión consiste en afirmar este principio, privándolo de su baño humanitarista. Uno se ve tentado, por lo tanto, a darle la vuelta a la undécima tesis de Marx: la primera tarea hoy en día consiste precisamente en NO sucumbir a la tentación de actuar, de intervenir de manera directa para cambiar las cosas (que a continuación acaba inevitablemente en un callejón sin salida de imposibilidad debilitante. «¿Qué puede uno hacer contra el capital global?»), y en dedicarse, en cambio, a cuestionar las coordenadas ideológicas hegemónicas. En suma, nuestro momento histórico es todavía el de Adorno:

A la pregunta de «qué habría que hacer?», en la mayoría de los casos no puedo en verdad sino contestar con un «no lo sé». No puedo sino intentar analizar con rigor lo que hay. En esto hay quien me reprocha: cuando ejerces la crítica, estás a tu vez obligado a decir cómo habría que hacerlo mejor. Esto es lo que considero, sin lugar a dudas, un prejuicio burgués. Ha sucedido muchas veces en la historia que las mismas obras que perseguían objetivos puramente teóricos transformaron la conciencia y, por lo tanto, la realidad social.

En la actualidad, si uno sigue una llamada directa a actuar, esta acción no se realizará en un espacio vacío, será una acción INSCRITA en las coordenadas ideológicas hegemónicas: los que «realmente quieren hacer algo para ayudar a la gente» se meten en aventuras (sin duda honorables) como Médicos sin Fronteras, Greenpeace, campañas feministas y antirracistas, que no sólo se toleran sin excepción, sino que incluso reciben el apoyo de los medios de comunicación de masas, aun cuando entren aparentemente en territorio económico (por ejemplo, denunciando y boicoteando empresas que no respetan las condiciones ecológicas o que utilizan mano de obra infantil): se las tolera y apoya siempre que no se acerquen demasiado a determinado límite. Este tipo de actividad proporciona el ejemplo perfecto de interpasividad: de las cosas que se hacen no para conseguir algo, sino para IMPEDIR que suceda realmente algo, que cambie realmente algo. Toda la actividad humanitaria frenética, políticamente correcta, etc., encaja con la fórmula de «¡sigamos cambiando algo todo el tiempo para que, globalmente, las cosas permanezcan igual!». Si los Estudios Culturales predominantes critican el capitalismo, lo hacen de la forma codificada ejemplar de la paranoia liberal de Hollywood: el enemigo es «el sistema», la «organización» oculta, la «conspiración» antidemocrática, NO simplemente el capitalismo y los aparatos estatales.

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El problema de esta postura crítica no sólo estriba en que sustituye el análisis social concreto por la lucha contra fantasías paranoicas abstractas, sino también en que —en un gesto paranoico típico—, redobla innecesariamente la realidad social, como si hubiera una Organización secreta DETRÁS de los órganos capitalistas y estatales «visibles». Lo que habría que aceptar es que no hace falta una «organización (secreta) dentro de la organización»: la «conspiración» está ya en la organización «visible» como tal, en el sistema capitalista, en el modo en que funcionan el espacio político y los aparatos del Estado.

Slavoj Zizej.
Filósofo
Extracto de su libro: “Repetir Lenin”

*Véase Jürgen HABERMAS, Die Neue Unübersichtlichkeit, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1985.
** Me baso aquí en Anna KORNBLUH, «The Family Man», manuscrito inédito, UCLA, marzo de 2001.

La asombrosa vigencia de la teoría  leninista del imperialismo

La asombrosa vigencia de la teoría leninista del imperialismo

La asombrosa vigencia de la teoría
leninista del imperialismo

Los hechos objetivos ratifican la vigencia de las tesis conte-nidas en la obra de Lenin redactada en 1916 “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. Mientras que las categorías “líquidas”, es decir bañadas en ideología burguesa impuesta a la sociedad para definir el mundo en que vivimos, llámense “sistema-mundo moderno”, “mundialización neoliberal”, “comunidad internacional”, “mundo libre”, “imperio, pero no imperialismo” …son incapaces de explicar lo que en verdad pasa en el plano internacional.

¿Cuáles son estos hechos que confirman la vigencia de la teoría leninista del imperialismo?
La misma se fundamenta en 5 puntos que vamos a contrastar con la realidad:

1.- El gran desarrollo del capitalismo conduce al monopolio: Como dice el economista Henri Houben, si en 1916 había muy pocos monopolios, sobre todo en materias primas y petróleo, con las empresas Royal Dutch/Shell, seguida por la Anglo Iranian Oil Company (AIOC), hoy BP, y después por la Standard Oil, hoy convertida en Exxon Mobile y en parte en Chevron Texaco, hoy la situación es a la inversa. No hay sectores que no estén controlados por gigantes mundiales. En tecnología Microsoft es la primera empresa en 2018, según la revista Forbes, por capitalización bursátil con 686.898 millones de euros seguida por otras 4 igualmente norteamericanas: Apple, Amazon, Alphabet y Facebook. La construcción de aviones comerciales está controlada por Airbus y Boeing. Las multinacionales constructoras de automóviles se han concentrado en 10 encabezadas por Volkswagen que en 2018 construyó 10,9 millones de unidades. Las principales petroleras son Exxon, BP y Exxon Mobil seguidas por otras tres que tienen la mitad de su tamaño: Total, Chevron Texaco y Phillips Conoco. Las industrias farmacéuticas antes dispersas según las distintas producciones se han agrupado en 10 principales empezando por la suiza Rocher valorada en 6.914 millones de dólares. La norteamericana Pfizer es la tercera de la lista y la 15 empresa más grande del mundo por su capitalización bursátil de 220.778 millones de euros. El gobierno español le ha comprado las vacunas contra el coronavirus a pesar de ser más dudosa que las vacunas rusa y china. Y podríamos seguir enumerando sectores industriales y empresariales: inversiones, comercio, química, metalurgia, finanzas, agroindustria, textil, …

2.- El nuevo papel de los bancos y la fusión de estos con el capital financiero conduce a la formación del capital financiero y al poder de la oligarquía financiera. Por un lado, el capital financiero se ha expandido como nunca creando una economía parasitaria basada en los fondos especulativos, fondos de pensiones, compañías de seguros y paraísos fiscales. Por el otro, ha creado el inmenso poder de una reducida oligarquía financiera que controla no solamente la economía, las finanzas y las bolsas de valores sino la política, la guerra, las instituciones, el derecho, la cultura y el sistema mediático. Según la ONG Oxfam 2.153 milmillonarios acumulan hoy más riqueza que 4.600 millones de personas, el 60 % de la población mundial. Jamás hubo mayor desigualdad que en la actualidad gracias al sistema imperialista.

3.- La exportación de capitales adquiere una gran importancia con respecto a la exportación de mercancías, característica de la fase precedente. La exportación de capitales ha crecido considerablemente. Si en 1980 las inversiones representaban el 4,4% del PIB mundial, en 2004 son el 23,9%. Un fenómeno nuevo es la deslocalización de la producción industrial a países con mano de obra barata. Si en 1966 las multinacionales de EEUU empleaban a 1.750 obreros industriales en Malasia, en 1987 empleaban a 54.000.

4.- La formación de asociaciones de capitalistas que se reparten el mundo: los imperialistas han construido fuertes asociaciones de influencia mundial como la Unión Europea (UE) y el G-20 respaldados militarmente por la alianza OTAN de 29 países, centros clandestinos de detención, empresas militares privadas, red mundial de bases militares, grupos terroristas “proxys” y la alianza anglo sajona de servicios de espionaje llamada “Five Eyes”, capitaneados por los EEUU que amenazan la paz y seguridad en todo el mundo. Imponen su dominio financiero a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, apoyan asociaciones de países aliados como el Consejo de Cooperación del Golfo, Liga Árabe, Grupo de Lima, Alianza de países del Pacifico, Grupo de Visegrado, coalición militar creada por Arabia Saudí para intervenir en Yemen, red diplomática mercenaria creada por Taiwán, poderosa red de lobbies creada por Israel y otros sin contar con la poderosa industrial cultural que permite al imperialismo norteamericano/occidental imponer su hegemonía ideológica sobre gran parte de la Humanidad.

5.- El reparto del mundo entre las potencias capitalistas más importantes: Los EE.UU. han rehabilitado la “doctrina Monroe” del siglo XIX para reivindicar su derecho a derrocar gobiernos independientes en América Latina y el Caribe, entorpecer el acceso a la región a otros aliados imperialistas como Francia, Holanda, Reino Unido, Alemania o Japón y frenar la influencia de países no imperialistas como Rusia, China e Irán. A través de la OTAN y de su alianza con estados y territorios subalternos, como España, Kosovo, Colombia, Chile, Ucrania, Polonia, Georgia, Israel, Etiopía, Arabia Saudí, India, Filipinas, Taiwán y Corea del Sur, mantiene influencia en diversas partes del Mundo reivindicando su “Destino Manifiesto” de dominar el Mundo. Francia mantiene su control político, militar, económico y cultural sobre sus ex colonias subsaharianas en la asociación llamada “France-Afrique” y otros enclaves coloniales y bases militares distintas partes (Alemania, Sudamérica, Caribe, Estrecho de Ormuz, Mar Rojo, Océano Pacifico). Reino Unido mantiene su influencia neocolonial sobre los países de la llamada “Commonwealth” y bases en Gibraltar, Chipre, Alemania, Malvinas y Caribe en estrecha colaboración militar con los EE.UU. Alemania mantiene su influencia neocolonial a través de la U.E., ONGs. e inversiones en los países del Este europeo que han sufrido la contrarrevolución capitalista: Eslovenia, Croacia, Eslovaquia, Polonia, Chequia, Bulgaria, Rumanía, países bálticos… Turquía intenta crear una red de países dependientes suyos, al igual que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que Israel construye una amplia red de influencia geopolítica en alianza con los EEUU.
España desde los gobiernos de Felipe González ha operado la transformación de su economía en 2 sentidos: privatización acelerada (en 1985 tenía 130 empresas públicas y 800 empresas participadas por el Estado para pasar a tener sólo 16 y 100, respectivamente, en 2019, según Eduardo Garzón) y exportación de capital por sus recién creadas multinacionales. Es decir, a la luz de la teoría leninista, España ha pasado de ser un país subimperialista, industrial y agroexportador a ser un país plenamente imperialista asociado a los EEUU y UE dotado de multinacionales privadas resultado de la privatización de empresas públicas, diferentes fusiones y entrada de capital extranjero activas en la inversión en el Tercer Mundo en energía, medios de transporte, finanzas, hotelería, material militar, seguros y otros sectores, compra de empresas extranjeras, búsqueda de materias primas baratas y con plantas industriales deslocalizadas. Todo ello bajo cobertura política y militar de los EE.UU. y la OTAN. Telefónica pública ha pasado a ser Movistar privada. El banco público Argentaria fusionado por BBV. Gas Natural absorbido por Endesa. Endesa pública comprada por la italiana Enel. Campsa pública convertida en Repsol. Santa Bárbara adquirida por General Dynamics. Expal por el grupo productor de explosivos Maxam Corp, etc.
Orienta su negocio principalmente hacia América Latina. En los 90 los 2 tercios de los flujos de capitales españoles se dirigen hacia esta región donde empiezan a obtener la mayor parte de sus beneficios, según investigación de Ángeles Maestro. El Banco Santander en 2015 obtuvo allí el 54 % de sus beneficios. En 2016 el grupo Inditex, que produce en talleres subcontratados en países del Tercer Mundo acumulando denuncias por abusos laborales, trabajo infantil y semi esclavo, tenía 665 tiendas en América Latina abriendo otras nuevas en Colombia y México y cerrando 2 en Venezuela, después de haber obtenido amplios beneficios por años en este país. El Corte Inglés y Cortefiel también son denunciadas por explotar mano de obra infantil en el Tercer Mundo. El Grupo PRISA no sólo obtiene beneficios de sus negocios en América Latina, sino que apoya todas las agresiones contra la Revolución Bolivariana desde el golpe de Estado de 2002.

También busca otros mercados. En 2015 empresas españolas comerciaron por valor de 30.000 millones de euros con Arabia Saudí de los que 546 millones fueron en venta de equipo militar por un grupo militar industrial cada vez más fuerte. En 2016 y 2017 España ocupó el sexto lugar en venta de armas al régimen saudí, conocido por ser una tiranía violadora de derechos humanos, patrocinadora de un islam agresivo y deformado e implicada en varias guerras.

Este cambio económico ha provocado el nacimiento de una nueva oligarquía financiera que fusiona en su seno políticos nacionalistas burgueses como Josu Jon Imaz, convertido en consejero delegado de Repsol, y antiguos dirigentes políticos del régimen pasados a los consejos de administración de empresas privatizadas como Endesa, Gas Natural y Enagás, con el capital financiero tradicional. También, como preveía Lenin en su texto “El imperialismo y la escisión del socialismo”, las superganancias permiten a la burguesía sobornar a una parte del proletariado.
La política internacional actual no se entiende sin la obra mencionada de Lenin. Pero sería un error limitarse a su lectura. La dinámica capitalista genera incesantemente, como ya previeron Marx y Engels en el “Manifiesto Comunista”, nuevas realidades financieras, económicas y sociales a la búsqueda de superbeneficios que deben ser analizadas en sus hechos concretos. ¿China y Rusia disponen de multinacionales imperialistas? Tema polémico que no es objeto de este artículo.

José Antonio Egido, Sociólogo

 

Berlinguer habla de Lenin.

Berlinguer habla de Lenin.

Berlinguer habla de Lenin.

“Extracto de la entrevista en el diario italiano. “La República”. 2 de agosto de 1978”.

P.—Señor Berlinguer, ¿qué es para vosotros, comunistas italianos, el leninismo?
R.—No es fácil resumirlo en una entrevista. Diría que es la compleja herencia que nos ha dejado un gran revolucionario ruso y europeo a lo largo de treinta años de lucha política e ideológica llevada a cabo por él como intelectual y dirigente de partido, como periodista y pensador marxista, como combatiente y organizador, como hombre de gobierno y líder internacional. No se puede considerar ni fijar por separado los diferentes lados de la personalidad de Lenin ni los diferentes momentos, cada uno de los aspectos y los sucesivos desarrollos de su elaboración teórica y de su (conducta) práctica. El suyo es un patrimonio muy rico y complejo, del que nos sentirnos continuadores, pero también críticos e intérpretes, justamente porque valoramos el período y las circunstancias históricas en que se expresaron y se fueron desarrollando su pensamiento y su acción.

P.–¿Usted es leninista? ¿El PCI es leninista?
R.—Si por el término leninismo (o con la expresión «marxismo-leninismo») se quiere entender una especie de manual de reglas doctrinales concebidas de modo estático, un bloque de tesis petrificadas en fórmulas escolásticas que se tendrían que aplicar acríticamente en cualquier circunstancia de tiempo y de lugar, entonces se cometería la máxima injusticia contra el mismo Lenin (no digamos contra Marx), se deformaría la sustancia de sus enseñanzas políticas, no se lograría comprender ni verificar en nuestro tiempo, por lo que respecta a lo que se puede verificar, la lección que nos ha dado. Nosotros no somos leninistas de esta manera, aunque me doy cuenta que hoy muchos querrían que lo fuésemos o consideran que lo somos justamente de esa manera conformista.
P.—Entonces, ¿de qué manera lo sois?
R.—El Partido Comunista Italiano ha nacido sobre la ola de la revolución proletaria de los soviets y por impulso de Lenin, para reaccionar y para poner fin a una confusión de ideas y un vacío político en que habían acabado, bajo la dirección del partido socialista, la clase obrera y las masas trabajadoras italianas, sobre todo apenas terminada la primera guerra mundial. Un partido que sabe colocarse en las condiciones necesarias para poder medir y verificar paso a paso la validez de sus orientaciones teóricas y prácticas, y, por tanto, poder poner al día continuamente las formulaciones en las que están presentes los principios y los ideales que ha tomado de sus maestros revolucionarios, esos principios e ideales que lo caracterizan como partido comunista. Y un partido que también sabe llevar a la clase obrera a abrirse y a construir para sí un sistema de relaciones y de alianzas políticas y sociales y de confrontaciones de ideas lo más amplio posible. Mantiene, por consiguiente, su propia identidad de partido, pero busca siempre una unidad con fuerzas diferentes por un deber de transformación. También Lenin desarrolló críticamente y renovó cualitativamente a Marx. Así lo hicieron Gramsci y Togliatti con Lenin y así hoy nos esforzamos por seguir haciéndolo nosotros.

P.—Pero, en suma, ¿sois leninistas o no lo sois? No se trata de una curiosidad personal, es un problema con el que tenéis que enfrentaros en la actualidad.
R.—¿Está usted seguro? ¿Está usted realmente seguro que actualmente, en 1978, después de todo lo que ha sucedido y sucede en Italia, en Europa, en el mundo, el problema con el que tenemos que enfrentarnos nosotros, los comunistas, sea justamente el de contestar a la pregunta de si somos leninistas o no? Y no me refiero a usted, sino a todos aquellos que nos hacen esa pregunta. ¿Conocen ellos verdaderamente a Lenin y al leninismo? ¿Saben realmente en qué consiste cuando hablan sobre ello? Me permito ponerlo en duda. De todas formas, a mí me parece completamente viva y válida la lección que nos ha dado Lenin al elaborar una verdadera teoría revolucionaria; es decir, yendo más allá de la «ortodoxia» del evolucionismo reformista, exaltando el momento subjetivo de la iniciativa autónoma del partido, luchando contra el positivismo, el materialismo vulgar, la expectativa mesiánica, vicios propios de la socialdemocracia, dando paso, en cambio, a las fuerzas proletarias de la renovación y de la liberación que luchaban en Rusia y en todo el mundo. Es válida la lección de Lenin, que ha logrado romper el dominio y la unidad mundial del sistema capitalista, imperialista y colonial, del Lenin que luchó en cada rincón de Europa por la paz y contra la guerra, del Lenin que descubrió lo decisivo de la alianza del proletariado industrial con los campesinos pobres y que, aún pocos meses antes del octubre de 1917, «en aquella situación tan enardecida, no excluía la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución socialista y el mantenimiento de una pluralidad de partidos» (son palabras de Togliatti del año 56), del Lenin que concebía el socialismo como la sociedad que debía realizar la democracia en toda su acabada plenitud.

P.—Por consiguiente, usted no reniega de Lenin…
R.—;Por favor!… Nosotros, los comunistas italianos, tenemos unas peculiaridades propias, una elaboración teórica nuestra, una historia propia. Desde que hemos nacido, en nuestra experiencia, en nuestros análisis y búsquedas, en nuestras batallas, Lenin ocupa un lugar muy importante, pero de ningún modo exclusivo ni dogmático. Quien nos pide que emitamos condenas o que abjuremos de la historia y, en concreto, de nuestra historia, nos pide algo que es al mismo tiempo imposible y una tontería. No se reniega de la historia: ni de la propia, ni de la de los demás. Se intenta comprenderla, superarla, crecer, renovarse en la continuidad.
Los pasos hacia adelante en la adecuación y puesta al día de nuestra línea y conducta política los hemos llevado a cabo sin romper con nuestro pasado peculiar, sin separarnos de nuestros orígenes, sin cortar nuestras raíces, sin hacer el vacío a nuestras espaldas; por el contrario, desarrollando nuestro gran e irrenunciable patrimonio teórico e ideológico, acumulado a lo largo de ciento treinta años de luchas de los movimientos revolucionarios nacidos con el Manifiesto Comunista, esforzándose por no despegarnos de la realidad italiana, por comprender y trasmitir el sentido y la dirección de nuestra historia nacional, por expresar, en los nuevos tiempos, lo mejor de nuestras tradiciones culturales y conquistas civiles. Decía Macchiavelli: «Si las repúblicas y las sectas (es decir, los actuales partidos) no se renuevan, no duran. Y la manera de renovarlos es reconducirlos hacia sus principios.»

EL PCI NO NECESITA EXÁMENES

P.—Usted está describiendo una historia de autonomía que, por el contrario, también ha sufrido, largas interrupciones.
R. —Usted tal vez alude a la que va desde la creación del Kominform y desde la condena de Tito, en 1948, hasta nuestro VIII Congreso, en 1956. Efectivamente, en ese período hubo un cierto debilitamiento en la afirmación de nuestra autonomía y originalidad —es decir, en la teorización explícita de la vía italiana al socialismo— en relación al movimiento comunista internacional. Pero no olvidemos que era la época de la guerra fría. Aún así, también durante aquellos años, la conducta política del PCI ha sido siempre coherente con la defensa de los intereses nacionales, de la democracia y de la unidad de las masas populares y de las fuerzas democráticas, y ha llevado a la elaboración de importantes posiciones nuevas, como las formuladas y apoyadas por Togliatti en la defensa de la paz contra la amenaza atómica, por el encuentro entre el movimiento comunista y el mundo católico…

P. —Usted ha dicho hace poco, que la pregunta sobre su leninismo es un pretexto…
R. —Personalmente, considero que es una provocación…
P. —¿Por qué?
R. —La verdad es que se teme que la presencia de este Partido Comunista Italiano modifique los viejos equilibrios de poder de nuestra sociedad y en nuestro Estado, que la entrada de la clase obrera en las instituciones (y hasta los máximos niveles), de las que se la ha mantenido siempre alejada con todo tipo de violencias legales e ilegales, liquide privilegios antiguos y nuevos. Para impedir que se cumpla este proceso, que a pesar de todo está muy avanzado, se recurre al intento de exorcizar al partido comunista. Se le quiere hacer un examen de democracia. De ahí vienen las preguntas sobre el leninismo. En realidad, nuestros examinadores quieren oírnos decir que nuestro partido, en cuanto partido comunista no es legítimo en Italia. En otros países, el partido comunista ha sido puesto fuera de la ley; se desea que aquí sea puesto fuera de la ley por nosotros mismos. Querrían oírnos decir: nos hemos equivocado al nacer; viva la socialdemocracia, única forma de progreso político y social. Entonces nuestros examinadores nos dirían muy satisfechos: “la respuesta es exacta, disolved el partido y volved a casa”. Es un pretexto. Podría añadir que cincuenta años de la historia del PCI, de antifascismo, de lucha democrática, son pruebas de examen superadas con todos los votos a favor, sobre las cuales no se puede discutir.

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