Feminismo de clase para una Pandemia.

Feminismo de clase para una Pandemia.

Feminismo de clase para una Pandemia.

¿Quién no la quiere? No es la hermana,
la novia ni la compañera.
Es algo más: la clase obrera,

Rafael Alberti

Con estos preciosos versos describı́a a Alberti a Dolores Ibárruri que, desde muy joven, fue consciente de la doble explotación que sufrı́an las mujeres y tomó conciencia de género y de clase al mismo tiempo. En sus memorias lo explica de manera muy sencilla, pero a la vez cları́sima: “hay una cosa peor que ser minero; es ser mujer de minero. A la explotación del trabajo, la mujer añadirá la explotación familiar, la de servir al hombre y a la prole, haciendo que su jornada laboral no termine ni siquiera para reponerse”.

Probablemente no sea Dolores especialmente conocida por su lucha feminista, a pesar de haber sido presidenta de la organización feminista más importante de la época, la Organización de Mujeres Antifascistas, organización donde se aglutinaron mujeres de distinta ideologı́a en lucha por la democracia y contra el fascismo y que desarrolló una labor notable en contextos muy duros como en la cuenca minera de Asturias en 1934 en plena represión de la revolución.

A pesar, también, de haber contribuido a la reivindicación del papel como luchadora en los conflicto, y no simple espectadora o madre abnegada (que también lo representó, no puede negarse, ¡y de qué manera!).

Por mujeres como Dolores, Lina Odena o Caridad Mercader, el hispanista chileno Francisco Aguilera escribió un emotivo poema, “Tome nota la Academia”, que fue publicado en Repertorio Americano de Costa Rica (una de las revistas hispanoamericanas más importantes de la época) donde pedı́a a la Academia de la Lengua que tomase nota de un nuevo vocablo, “milicianas”, ası́ en femenino plural, para el diccionario que habrı́a de surgir después de la guerra de España:

“desde que las hijas de Eva
hicieron justicia con sus propias manos
para arreglar cuentas con los Caínes de España;
desde entonces no es posible
referirse a los defensores y los mártires
de la libertad ibérica,
sin usar, junto al nombre masculino,
la voz,
blanca como un seno maternal
y enérgica como un toque de diana al romper el día,
la voz de un diccionario nuevo:
¡milicianas!”

Pero aún siendo esto cierto, Dolores representó un feminismo inseparable de su lucha de clases. No entendı́a uno sin el otro, aunque esto hiciera que hubiera luchas netamente feministas que no estuvieran entre sus prioridades, o que no hubiera una ruptura total con el modelo cultural heteropatriarcal.

Sin embargo conviene recordar esta necesidad de no perder nunca la perspectiva de clase en la lucha feminista para no errar en las batallas que hemos de enfrentar. Durante estas semanas de confinamiento y debate más o menos público sobre las implicaciones sanitarias del coronavirus hemos podido leer numerosos artı́culos sobre su impacto: parecen coincidir la mayorı́a de análisis, ya sean académicos o institucionales, en la necesidad de atender preferentemente a mujeres y las capas más vulnerables de la sociedad.

Por otra parte, este enfoque no es exclusivo de la crisis sanitaria provocada por el Coronavirus: es algo que se viene demandado como lı́nea estratégica de actuación ante cualquier pandemia y crisis en general ya que, independientemente de que las mujeres sufran la enfermedad de manera más virulenta (y nada apunta a que la enfermedad, en términos estrictamente fisiológicos, sea más grave en las mujeres), sı́ parece un hecho constatado que el impacto en ellas es mayor.

Ası́ mismo ocurre en el caso de las personas más vulnerables económicamente. Y no solo eso, sino que además incrementan las desigualdades sociales de partida. Si tenemos en cuenta los datos oficiales, hay tres veces más posibilidades de estar infectado por el coronavirus en municipios o barrios de nivel socioeconómico bajo que en barrios/municipios de nivel socioeconómico alto. Las diferencias pueden llegar a ser de 4 o 5 veces.

Si atendemos a los datos del Informe sobre la situación de COVID-19 en España observaremos que las mujeres superan a los hombres en número de casos diagnosticados y son mayorı́a en el grupo entre 45 y 65 años. Aunque también presentan diferencias significativas en sintomatologı́a, factores de riesgo, tasa de hospitalización, admisión en UCIs y letalidad que podrı́an explicarse por distintos motivos, hay uno que parece evidente: la mayor exposición al contagio.

Y es que las mujeres absorben la mayor parte de los trabajos de cuidados: por poner un ejemplo, en nuestro paı́s las mujeres cuidadoras representas más del 75% del colectivo de ayuda a domicilio.

Pero estas cifras son engañosas dado que sólo recogen la parte “oficial” de los trabajos de cuidados. Es decir, aquellas mujeres que realizan un trabajo remunerado de cuidados.

Sin embargo, sigue invisible la mayor parte de los cuidados, también realizado muy mayoritariamente por mujeres, y que corresponden al ámbito privado, familiar o doméstico. Una cantidad que, según autores, puede suponer el 80% de los trabajos de cuidados que se realizan.

Mujeres que quedan atrapadas en los cuidados de dos generaciones: sus hijos e hijas y sus mayores. Pero también de las personasdependientes  si las hubiera. Y que durante el estado de confinamiento han asumido casi en su totalidad estos cuidados: centros educativos, centros de dı́a, residencias, etc cerrados y la suspensión de la ayuda a domicilio por miedo al contagio (en muchos casos) ha supuesto para la mayorı́a de mujeres un incremento brutal del trabajo de cuidado habitual, que implica, además, una alta carga de exposición al contagio debido a sus caracterı́sticas propias: aseo personal, limpieza, alimentación en muchas ocasiones en propia boca, etc.

Sirva esta radiografı́a para señalar el por qué los porcentajes de contagio en mujeres son más elevados. Tanto por la feminización de los trabajos sanitarios y sociosanitarios, como por el mayor porcentaje de cuidados en el entorno más o menos inmediato, el nivel de exposición en mujeres ha sido y es notablemente superior al de los hombres.

Pero, es clave señalarlo, no podemos obviar el sesgo de clase: ¿El impacto de, por ejemplo, una pandemia o cualquier otra situación lı́mite es igual en Ana Patricia Botı́n que en una mujer que tiene un trabajo por horas de cuidadora? Evidentemente no. Ni sus condiciones sociales ni su exposición al contagio son las mismas. Los virus no entienden de clases sociales, pero su impacto es muy diferente en unas y otras.

¿Y qué vamos a encontrarnos en el siguiente escenario que, muy probablemente, será de una terrible crisis económica a nivel general? Si veı́amos cómo las mujeres en general y las más precarias en particular (servicio de ayuda a domicilio, limpiadoras, empleadas de hogar, etc) estaban más expuestas al contagio, en el escenario de crisis económica son estos empleos más precarios, temporales, peor remunerados, los que van a quedar en una situación de más vulnerabilidad si cabe. Y, en el caso probable de recortes en los sistemas sanitarios y sociosanitarios, con un extra de carga de trabajo en el ámbito familiar y/o privado.

Cabe señalar, en este sentido, que el rostro de la vulnerabilidad extrema en nuestro paı́s es una mujer migrante, que trabaja en la economı́a precarizada (sea formal o informal) y responsable en solitario de cargas familiares.

La mirada del feminismo de clase, el feminismo de Dolores denunciando que las condiciones de las mujeres de quienes tenı́an los peores empleos eran incluso más terribles que las de sus compañeros, que las mujeres eran quienes sufrı́an la cara más amarga del capitalismo, sigue siendo tan vigente hoy como entonces.

Encontramos en las polı́ticas públicas, en general, una falta notable de perspectiva de clase: se diseñan los mensajes y las acciones para una ideal clase media inexistente. Y se echan a faltar medidas que reconozcan y visibilicen a las mujeres de la clase trabajadora. A las precarias, a las más vulnerables.

“Más perspectiva de género, más perspectiva de clase para una política mucho más humana”.

Salir de esta crisis será posible. El reto es si seremos capaces de hacerlo construyendo una sociedad más igualitaria en la que las mujeres, especialmente las mujeres de la clase obrera,no sigamos soportando la carga de cuidados casi en exclusiva, sean o no remunerados, si tendremos la red de servicios públicos y recursos de apoyo necesaria para poder conciliar nuestras vidas en todos sus ámbitos .

El reto es saber si, de esta crisis, salimos ganando las que siempre perdemos.

Eva García Sempere

Exparlamentaria en el Congreso de los Diputados
por Unidas Podemos.
Coordinadora federal del área de Medio Ambiente y
Ecología de Izquierda Unida.

«Compañera Ibárruri»

«Compañera Ibárruri»

«Compañera Ibárruri»

“Descansa, presidenta. Sueña dulcemente, madre Dolores”.

Dicen, Dolores, que has muerto. ¡Qué tontería! Pervives en cada uno de los que te quieren y, ¡son tantos! En cada imagen de la humana nobleza, en cada gesto de llaneza austera, en cada palabra de afirmación en la justicia, en cada voz de rotundidad sonora.

Tu imagen, tus gestos, tu palabra, tu voz (…). Tú has hecho desde tu partido algo extraordinario: trascenderlo, superarlo. Tú, comunista ejemplar, eres de todos: de los que han levantado el puño y de los que se han santiguado. Acabas de explicarnos una lección política: se es más comunista en la medida en que se es más para el pueblo.

El partido no se organiza para él, sino para los demás. Y éste, tu partido, está sobrecogido y alborozado. Sobrecogido por la grandeza de tu lección que nos remueve hasta el fondo. Alborozado porque se siente confirmado en su apuesta (…)

 

Ante ti, presidenta, recogemos tu último discurso. Con la pasión del corazón que tú, Pasionaria, pusiste en la causa de la emancipación humana. Con la serenidad ordenada del pensamiento y la reflexión.

El PCE, tu PCE, se ratifica y apuesta por todo lo que ha dado sentido a tu vida de luchadora. Seremos la fuerza política comunista que estos momentos están demandando. Mujer, cuánto has hecho por tus compañeras. Mujer, qué ejemplo para mujeres y hombres. Mujer, qué roca llena de ternura. Mujer, qué fragancia de firmeza. Dolores, ha sido muy largo y muy duro tu combate. Entorna los ojos y sueña en tu pueblo. Duerme, compañera Ibárruri. Reposa, camarada Pasionaria.

JULIO ANGUITA

Herri sigue con paciencia Revolucionaria.

Herri sigue con paciencia Revolucionaria.

Herri sigue con paciencia Revolucionaria.

El número de ERI dedicado a Pasionaria era uno de los más esperados por la redacción de nuestra publicación.

Programado con la idea de salir a la calle cuando ya la revista se hubiera asentado y tuviera un poso, una vida propia. Creemos que así es y aquí está este número dedicado a la figura más destacada del comunismo vasco en toda nuestra prolija historia. Sin embargo, nadie imaginaba la situación excepcional, y por momentos kafkiana, en la que este número finalmente ha visto la luz y a la que no puede ser indiferente nuestra editorial de este mes.

La pandemia que sufrimos ha impactado en la vida de la gente y nos ha llevado a asumir con naturalidad expresiones como “nueva normalidad” en un entorno donde las mascarillas, que antes solo veíamos en hospitales y en la visita al dentista, han pasado a ser parte del paisaje cotidiano. O donde apelamos a la distancia física entre las personas como medida preventiva ante el contagio de un virus de fácil propagación que se ha convertido en protagonista absoluto de la actualidad, incluso política.

Desde la óptica de ERI cobra particular relevancia el impacto de la pandemia en el mundo de la cultura y en concreto de las publicaciones escritas, que sin duda están sufriendo un duro golpe por más que pueda parecer una cuestión secundaria si tenemos en cuenta el impacto en la salud pública, el empleo o la carestía de la vida. Sin embargo no podemos evitar poner el foco en este editorial precisamente en el ámbito al que pertenece esta publicación y recordar la situación límite que vive el mundo de la cultura en estos momentos. En el ámbito económico es uno de los sectores más afectados y en cambio ha sido uno de los sectores menos atendidos por las medidas excepcionales adoptadas, especialmente por un Gobierno Vasco que básicamente ha utilizado los recursos que ya estaban contemplados en los presupuestos para ayudar al sector cultural a través de una partida por cierto introducida en los mismos por la coalición Elkarrekin Podemos. A partir de ahí poco más.

ERI es una publicación por el momento modesta que no está tan sujeta a la dependencia del mercado como otras publicaciones, puesto que son las y los militantes del Partido Comunista y nuestros suscriptores los que sostienen la base económica que nos permite editar nuestros números, siendo nuestra presencia en quioscos y librerías más una necesidad ideológica que económica, como ya hemos explicado en alguna ocasión. Queremos que ERI se venda en todos los quioscos y librerías de Navarra y la CAV para que esté al alcance de todo el mundo, para que nuestros contenidos sean conocidos y leídos. Nuestras ventas no influyen en una cuenta de resultados sino en la capacidad que tengamos de cumplir nuestro objetivo de convertir a ERI en una publicación relevante y esperada cada mes en los quioscos.

La redacción y las plumas colaboradoras de nuestra revista no dependen tampoco de las ventas de ERI puesto que nadie cobra de estas tareas, somos todas y todos voluntarios. Pero son muchas las personas cuyos salarios e ingresos están en juego en el mundo de la cultura en estos momentos y a ERI le preocupa sobremanera esta cuestión y con ellas y ellos queremos solidarizarnos en esta ocasión. Nuestra tarea será seguir escribiendo, seguir publicando y seguir aportando desde ERI a la vida de la cultura y el pensamiento en nuestro país.

Seguiremos en los quioscos y esperaremos con paciencia revolucionaria el día que no sea necesaria la precaución de no pasarse ERI de mano en mano por riesgo al contagio. Es una característica fundamental de publicaciones como la nuestra, que adquiridas por un comprador o un suscriptor pasan de mano en mano entre las amistades, en lugares de trabajo, en la universidad, en un colectivo social o entre familiares. Porque ERI también quiere pasar de mano en mano, no se conforma con estar en los escaparates de los quioscos sino que quiere ser una revista viva, compartida, colectiva frente a lo individual.

Capearemos las contradicciones de un tiempo en el que los comunistas también pedimos y fomentamos la distancia física entre las personas como medida de salud pública mientras seguimos diciendo “agrupémonos todos en la lucha final” o apelamos al “uníos hermanos proletarios”. Porque también ahí ha impactado esta pandemia, algo que no puede pasar desapercibido para quienes defendemos lo común, lo colectivo frente a lo individual.

Así lo hemos visto en la reciente campaña electoral, donde si algo ha sido diferente para las y los comunistas ha sido la falta del contacto directo con la gente, el ausente reparto de propaganda en mano en los barrios, fabricas y pueblos, en la escasez y tamaño de los mítines donde se encuentran los militantes más activos y los simpatizantes más esporádicos y en la falta del boca a boca con mascarilla por medio. No habrá sido determinante para el mal resultado electoral que ha cosechado Elkarrekin Podemos-IU, pero ha sido desde luego la principal diferencia para las y los comunistas. Y de la misma manera ERI, como la ideología de las y los comunistas, necesita de lo común, del contacto directo entre las personas y de lo colectivo.

Mientras tanto, os dejamos con el número dedicado a nuestra querida Dolores. La más querida por la militancia comunista. La mujer cuya voz sigue poniendo los pelos de punta si escuchamos la grabación de sus intervenciones en público. La que levantaba masas cada vez que se dirigía a ellas. La flor del siglo XX.

JON HERNÁNDEZ

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi