Sabina de la Cruz,
mujer de ciencia y conciencia.

La edición crítica de la obra de Blas de Otero resume su tarea intelectual
El ayuntamiento de Sestao pone su nombre a la Biblioteca Municipal y le nombra hija predilecta

La obra intelectual y humana de Sabina de la Cruz (1929–2020) se explica y reconoce en su camino vital junto con el poeta Blas de Otero (1916–1979). Haber dedicado la mayor parte de esa labor intelectual e histórica a promover, estudiar, custodiar y publicar la poesía completa del poeta vasco va mucho más allá de una tarea intelectual: es un acto de amor. Pero a esos méritos hay que añadir el tiempo y el fervor dedicado a la Universidad –como profesora en la Universidad Complutense de Madrid– y a esa otra labor cívica y política, militante y digna, que ejerció en el Partido Comunista en el tiempo de la clandestinidad, cuando oponerse al régimen de Franco era jugarse la libertad y en ocasiones la vida.

Pero para conseguir la libertad, gentes como Sabina de la Cruz pusieron al servicio de su tiempo lo mejor de su vida, resumido en el compromiso histórico.
Tras tres décadas de profesión en la Universidad Complutense, Sabina de la Cruz, que descuidó conscien-temente su poesía para dedicarse a la de Blas de Otero, y tras varios libros sobre la obra del hombre que amó, su doctorado, conferencias y estudios, volvió a Bilbao y a las Encartaciones, para inspirar, crear y presidir la Fundación Blas de Otero, institución que nace en 1999, con la tutela del Ayuntamiento de la Villa. Aunque el gran mérito de esta mujer está en haber rematado el estudio y fijación de textos de la Obra completa (1935–1977) de Blas en 2013. Dicha Fundación convoca anualmente un premio de poesía que lleva el nombre del poeta bilbaíno, con lo que proyecta el objetivo de situar en el tiempo la memoria del poeta vasco.

Hombro con hombro

Sabina de la Cruz nace en Sestao en el seno de una familia de comerciantes instalados en dicha villa a finales del siglo XIX. Desde niña siente especial inclinación por la lectura y por las artes plásticas. Desde muy joven participó en diversas asociaciones culturales de Bilbao, como la Asociación Artística Vizcaína, relacionándose, hombro con hombro, con poetas y artistas del momento, como Agustín Ibarrola, Vidal de Nicolás, Alfonso Irigoien, Dionisio Blanco, Javier de Bengoechea, Ángela Figuera Aymerich, Ángel María Ortiz Alfau, Federico Krutwig, (quien introdujo a Otero en el conocimiento de la filosofía oriental), Rafael Morales, Gabriel Aresti, y el propio Blas de Otero, de quien sería su compañera en el trecho más importante de su vida, desde finales de 1961 hasta la muerte de éste, que tuvo lugar en el verano de 1979. Pero ya en la década de 1950 participó en las actividades de la Asociación Artística, dando recitales de poesía y contribuyendo a las actividades musicales y teatrales que promovía esta institución cultural.
Para reconocer su dedicación y amor por los libros, el Ayuntamiento de Sestao decidió en 2020 poner el nombre de Sabina de la Cruz a la Biblioteca Municipal. El ayuntamiento nombró a su vez a Sabina como hija predilecta, en un acuerdo tomado por unanimidad de toda la corporación.
En la Universidad Complutense fue profesora de Literatura, pero tuvo un papel fundamental en la incorporación del euskera a dicha Universidad.

Lo cuenta en unas declaraciones de 2002: “Si hay lengua vasca en la Universidad Complutense de Madrid es porque yo acepté encargarme de ella. Yo había hecho mi tesina sobre la relación del euskera y el castellano, trabajando con Mitxelena.

Sin embargo no sabía hablarlo, así que cuando me ofrecieron la plaza al principio me pareció una locura. Para entonces había bastantes alumnos apuntados a las clases por lo que accedí a darlas con la condición que en cuanto hubiera una persona que dominara la lengua, yo dejaba el puesto. Y así fue.

Durante aquel período hice muchos amigos; conocí gente con la que sigo manteniendo una gran amistad. En cuanto pude solté la asignatura a una de las alumnas, a Pilar Muñoa de San Sebastián, que después fue durante muchos años profesora de lengua vasca. Así mismo he tenido alumnos que después han sido importantes investigadores en lingüística vasca como Maite Etxenike”.

Doctora en Filología Románica, en la referida Universidad Complutense de Madrid impartió clases de Filología Románica, Dialectología Italiana, Lingüística Vasca y Literatura Española Contemporánea.

Colaboró como investigadora en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia de la Lengua Española. Especialista en la obra literaria y en la biografía de Blas de Otero, sobre el que ha escrito numerosos trabajos y ofrecido conferencias en España y en el extranjero.
Su obra poética, a la que ha dedicado poca atención, se ha publicado en diversos periódicos y revistas: Papageno, Orejudín, de Zaragoza (dirigida por los hermanos Miguel y José Antonio Labordeta), Norte-Sur, Txistulari, en el periódico Hierro, de Bilbao. Su etapa poética abarca de 1950 a mediados de 1960. A partir de 1970 se dedica a la investigación literaria, publicando desde entonces numerosos trabajos sobre poesía contemporánea.

Al estudio de la obra Otero ha dedicado la mayor parte de su actividad como crítica literaria, haciendo la edición, introducción y fijación de textos de prácticamente todos los libros de Otero. En 1983 finalizó una tesis doctoral sobre dicho poeta que mereció el “Premio Extraordinario 1983”.

Ha sido la principal promotora de la Fundación que lleva el nombre del poeta bilbaíno, auspiciada por el Ayuntamiento de la Villa, y de la que Sabina fue primera presidenta. Ha participado en diversos cursos, conferencias y jornadas sobre Blas de Otero, publicando trabajos de análisis de su obra en libros colectivos.

La edición de las obras completas de Otero, empeñada en la fijación rigurosa de textos, le llevó varios años de trabajo. Entre otros estudios, centrados en la obra de Otero, cabe destacar: “Contribución a una edición crítica de la obra literaria de Blas de Otero” (Universidad Complutense, Madrid, 1983) y “La erotización del espacio en los poemas de amor de Blas de Otero” (Eros literario, Universidad Complutense, 1989), entre otros.

Ha realizado la edición de los siguientes libros de Blas de Otero: “Historias fingidas y verdaderas” (Alianza, Madrid, 1980), “Blas de Otero, mediobiografía” (Turner) [En colaboración con Mario Hernández] y “Poesía escogida de Blas de Otero”, (Vicens Vives, Barcelona, 1995) [En colaboración con Lucía Montejo] y “Los poemas vascos de Blas de Otero” (Ayuntamiento de Bilbao, 2002). Y, como hemos señalado, la edición, tras tres décadas de profesión en la Universidad Complutense, Sabina de la Cruz, que descuidó conscientemente su poesía para dedicarse a la de Blas de Otero, y a esos libros sobre la obra del hombre que amó, su doctorado, conferencias y estudios, volvió a Bilbao y a las Encartaciones, para inspirar, crear y presidir la Fundación Blas de Otero, institución que cuidará por su trascendencia.

Aunque el gran mérito de esta mujer está en haber rematado el estudio y fijación de textos de la Obra completa (1935–1977) de Blas en 2013, una edición que dirige de la Cruz con la colaboración de Mario Hernández, quien es coautor con Sabina de la Introducción a tan completa edición.

Sabina conocía de memoria la obra de Blas de Otero antes de que en 1961 lo conociera en persona. En una entrevista para Euskonews & Media, realizada por Estibalitz Ezkerra en 2002, la profesora reconoce aquel instante en que se lo presentaron: “En septiembre de 1961 (fue en 1961, hay un error en la entrevista, que pone 1971) en mi casa. Lo trajo Agustín Ibarrola y otros amigos pintores que como Blas llegaban de París. Aparece en uno de sus poemas: En septiembre del 61 salí del oui y entré en el bai de mi país. Por aquel entonces yo me sabía la obra de Blas de memoria.

Acababa de publicar “En castellano”, y lo habíamos traído escondido de Francia para pasar la frontera. Cuando me dijo que era Blas de Otero me quedé impresionada. Era un hombre con mucho atractivo. Ha sido una relación realmente de amor. Juntos hemos pasado muchas cosas, las enfermedades –Blas tenía bastante mala salud–, pero todo ha sido llevado con alegría y mucho amor. Murió muy joven, 63 años no es una edad para morir, pero me consuelo pensando que sucedió de repente, sin tiempo para sentir nada”.

La palabra y la paz

Pero nadie como ella ha señalado, por haber sido testigo y cómplice, los momentos y significados de la obra de Otero. En la referida entrevista en Euskonews & Media ofrece este testimonio, sobre cuanto significa en la obra de Blas de Otero tanto la palabra en sí como la palabra Paz: “En todos sus poemas –afirma Sabina– está la dimensión completa del ser humano: la dimensión del ser social, y la dimensión íntima y existencial de quien tiene su propio sufrimiento.

En aquel momento en España hay una situación histórica terrible: la posguerra. Una guerra civil es terrible, porque es una guerra entre hermanos y tras ella hay que seguir conviviendo en la misma casa. Los odios, las cárceles, las muertes… Murieron muchos más después de la guerra que durante ella. Un joven como Blas, que empieza a salir a la vida y se encuentra con una situación en la cual no hay libertad, sino una dictadura donde se prohíbe todo, en primer lugar los libros. Esa situación le lleva a conseguir que salga la palabra que sirva para luchar por la dignidad y la libertad de la gente, de la inmensa mayoría. Esa inmensa mayoría que no lee poesía –eso Blas lo sabía muy bien–, pero que la leerá cuando cambie la situación histórica y social. También hace protagonista del poema a la inmensa mayoría, habla en nombre de todos, en busca de la dignidad y la libertad.

Muchas veces me han preguntado el porqué de la obsesión por la paz en los poemas de Blas, pero era un hombre de guerras: nació en 1916 a los dos años de empezar la Primera Guerra Mundial. A sus diecinueve años estalla la guerra civil, termina ésta e inmediatamente comienza la Segunda Guerra Mundial, después la posguerra española, tan terrible. Yo fui una niña de la posguerra y lo sé muy bien. Una persona que ha vivido siempre en esas situaciones, inevitablemente tiene que desear la paz para todos”.

Y remata Sabina de la Cruz: “Cuando se habla de la paz, no solamente se habla de una paz sin guerra, hay más clases de paz: tener libertad dentro de la propia casa para ser quien realmente eres, para poder expresarte como eres, esa paz también la ansiaba Blas. Todavía hay otro tipo de paz, la de sentirse satisfecho de si mismo. Esa paz íntima también Blas la buscó por algún tiempo. Cuando él dice “yo doy todos mis versos por un hombre en paz”, está hablando de todas estas formas de paz”.

La poesía, en la cocina

Sabina de la Cruz, además de profesora, promotora de cultura, editora de la obra de uno de los más grandes poetas del siglo XX, era mujer. Y era mujer consciente y lo dijo en muchas ocasiones, porque también tenía que ocuparse de la administración y tareas de la casa en la que vivía con el poeta.

En la citada entrevista nos da un testimonio de cómo dejó de escribir poesía porque su tarea y su compromiso como persona e intelectual estaba en cantar la poesía de los demás, aunque su dedicación especial fuera el estudio y difusión de la poesía de Blas de Otero: “Cuando era joven –afirma Sabina de la Cruz– escribía poesía, y ahí sí que influyó en mí el haber conocido a Blas. Conociendo a un poeta tan bueno, ¿quién se atreve a escribir poemas? Sin embargo sí que tenemos una serie de poemitas que aún están sin publicar –porque forman parte de mi intimidad– que nos dejábamos en la cocina entre los apuntes de lo que había que comprar. Yo escribía algún que otro pequeño poema, y al día siguiente me encontraba otro que me había dejado Blas. Después me dediqué siempre a trabajar sobre crítica, comentarios de texto. Mis clases me llevaban mucho tiempo.

Aparte, como toda mujer, tenía que encargarme de la casa. Por otra parte, en mi tesis doctoral pude hacer una edición crítica de su obra porque he hablado tanto con Blas sobre sus textos, sobre las variantes que tienen.

Todo eso es muy importante a la hora de hacer la edición crítica. Saber cómo trabaja un creador, sobre todo un poeta. Un poeta es un creador muy especial, no trabaja como los novelistas día a día; el poeta trabaja como envuelto en una especie de ola rítmica que llega casi sin darse cuenta y lo tiene durante unos días completamente enajenado, y todo lo demás prácticamente no existe. En el caso de Blas es muy curioso porque en estos periodos estaba muy tranquilo. Era como si viviera en paz. Escribía por la noche, dormía unas horas durante el día, oía mucha música. Era silencioso, feliz.

Cuando pasaba ese periodo se dedicaba a pasar a máquina los poemas. Jamás he leído un poema de Blas hasta que me decía “siéntate” y me los leía. Una no se atreve a entrar en lo más íntimo de la otra persona precisamente porque la quieres tanto que no quieres romper su intimidad. Una vez leídos los comentábamos. He aprendido muchísimo de Blas”.

Nada como este testimonio puede resumir el trayecto intelectual de Sabina de la Cruz, como mujer, poeta, profesora, crítica y promotora en el tiempo de la obra de Blas de Otero. Una mujer que se realizó al lado, hombro con hombro, de un hombre “fieramente humano”.

¿Qué mayor vivencia poética puede haber?

El 5 de mayo de 1976, Blas de Otero escribió este poemita de amor correspondido, entre tantos otros que dedicó a Sabina de la Cruz

Sabin, el día es nuestro,
las noches, un poco cuadriculadas,
son tuyas y mías, de los dos.
Porque tú las ganaste hasta tenderse
sobre este niño cuaderno de Orihuela,
como este amor que merecimos
por amor
Solo por amor.

UN POEMA DE SABINA DE LA CRUZ

CAMPESINOS

A bandadas,
a ramos de ardida primavera,
llegan los campesinos
con manos de raíces.
Hombros para la mina,
piel de tierra
para el suavísimo aliento de los ácidos.
Mulas de hierro les quema los ijares,
y a las noches se aduermen
en cielos sin estrellas.
Miradlos.
Robles con pelliza,
se les pierden los ojos
en la luz de neón de las ciudades.
Caminan como en sueños.
Huelen a estiércol,
a balido
y a perfume caliente de las eras.
Sueñan con mares de espigas,
con ganados, y hablan
de la tierra que han perdido
como de una querida arrebatada.

Bilbao, 1962

SABINA DE LA CRUZ

Por Félix Maraña