Manifiesto

Manifiesto

Manifiesto

Texto del manifiesto oficial de la Olimpiada Popular de Barcelona.

En los últimos decenios, especialmente
después de la guerra mundial, el deporte se ha desarrollado como uno de los más importantes factores sociales y culturales en la vida de las naciones. La industrialización que en la mayoría de los países del mundo se producía con una rapidez vertiginosa y después, la completa mecanización de los procesos del trabajo que todavía no ha llegado a su fin; conjuntamente con el conocido bajo nivel de vida de las masas trabajadoras en la mayor parte de los países; han ejercido una influencia nefasta sobre la vida cotidiana de los pueblos laboriosos.

Las masas laboriosas intentan contrarrestar el efecto nocivo del duro trabajo profesional con la actividad deportiva, y por eso, con excepción de algunos países, se reconoce alrededor del mundo la importancia decisiva del deporte para la higiene y la cultura populares.

Por desgracia hay en la sociedad actual sectores que abusan del deporte explotándolo para sus fines militaristas y guerreros! Aprovechándose del afán y del entusiasmo hacia el deporte, conducen a la juventud al camino de la guerra! Bajo el pretexto de reforzar su cuerpo y de contribuir a la alegría de su vida, someten a los jóvenes sistemáticamente a una rigurosa disciplina militar y a una minuciosa preparación técnica y espiritual para las futuras guerras

.
Es especialmente en países fascistas como Alemania, Italia y otros, y también por las tendencias fascistas existentes en diferentes países, que se abusa del deporte para finalidades militaristas. Casi públicamente se instruyen los reclutas para los cuadros fascistas y para los ejércitos fascistizantes. El fascismo cambia el sentido y el contenido del deporte: de un movimiento progresivo por la paz y la fraternidad de los pueblos hace un instrumento de la maquinaria de guerra!
La Olimpiada instaurada hace millares de años y renacida en nuestra época, que siempre había mantenido su carácter de símbolo de la Fraternidad de los Hombres y de las razas, ahora pierde cada vez más este carácter.

Los Juegos Olímpicos que se preparan en Berlín son simplemente una falsificación vergonzosa, una burla del pensamiento olímpico. En un país donde millones de deportistas están privados de continuar su actividad social, donde millares de los mejores deportistas sufren en presidios y campos de concentración, donde la mayoría del pueblo laborioso es perseguida por sus convicciones o por su religión, donde se declara fuera de la ley a toda una raza, este país no es el sitio para acoger a loas verdaderos Juegos Olímpicos.

La OLIMPIADA POPUALR DE BARCELONA recoge la idea original y el espíritu olímpico y realizará esta magna iniciativa bajo el signo de la Fraternidad de los hombres y de los pueblos. La OLIMPIADA POPULAR reunirá en competiciones fraternales no solamente a las primeras figuras del deporte amateur de España, Cataluña y Euzkadi con los de otros países, sino que para lograr un provecho positivo para el desarrollo general de la actividad deportiva popular, dará también ocasión a los deportistas populares de más modestas categorías a medir sus fuerzas con los de otras regiones o países.

La OLIMPIADA POPULAR DE BARCELONA debe demostrar a las masas que aman el deporte, que no es el deporte chovinista y mercantilizado con su actividad basada en producciones sensacionales de “Vedettes”, sino que es el Movimiento Democrático Popular que surge con
su actividad de las amplias masas laboriosas, el que impulsa al progreso y al fomento de la Cultura

Cataluña y su Capital Barcelona deben ser el país y la ciudad escogidos para la celebración de esta grandiosa manifestación. El pueblo laborioso de Cataluña ha luchado heroicamente durante siglos contra la opresión social y nacional. Este pueblo que ha sabido y sabe luchar por su libertad, acogerá fraternalmente a los representantes de las masas laboriosas de otros países y se unirá con ellos en el solemne juramento de mantener para siempre el verdadero espíritu olímpico, luchando por la Fraternidad del los Hombres y de los Pueblos, por el Progreso, la Libertad, y la Paz.
DEPORTISTAS DE TODAS LA FEDERACIONES, CLUBS Y PEÑAS, ORGANIZADOS E INORGANIZADOS!

La preparación y la realización de la OLIMPIADA POPULAR son tareas vuestras! Participad con energía y entusiasmo!

PARTIDOS POLÍTICOS DEL FRENTE POPULAR!
ORGANIZACIONES SINDICALES, CULTURALES Y OTRAS!
PERIÓDICOS Y PERIODISTAS!

Vosotros que sois la expresión de la vida pública de las masas laboriosas y vosotros que formáis la opinión pública: Apoyad activamente la realización de esta grandiosa tarea que impulsa al Progreso y a la Cultura!

PUEBLO LABORIOSO!

La juventud entera, tus hijos y las futuras generaciones esperan tu apoyo! Apoya al DEPORTE POPULAR y a la preparación de la OLIMPIADA POPULAR! Participa en masa en los actos y festivales que se preparan!

¡VIVA EL AMPLIO MOVIMIENTO INTERNACIONAL DEL DEPORTE POPULAR!

¡VIVA EL VERDADERA PENSAMIENTO OLÍMPICO QUE AUNA A LOS PUEBLOS
Y A LAS RAZAS!

¡VIVA LA PAZ Y EL PROGRESO CULTURAL DE LA HUMANIDAD!

Entrevista a Pablo Picasso

Entrevista a Pablo Picasso

Entrevista a Pablo Picasso

Entrevista a Pablo Picasso, por Jerome Seckler
publicada en el «New Masses» el 13 de Marzo de 1945

Pablo Picasso, el pintor español inició a los catorce años en Barcelona, sus estudios de pintura, que más tarde continuaría en Madrid. En 1901 se trasladó a París, donde instaló su estudio en Montmartre. Allí se vería influenciado por pintores como Tolouse-Lautrec y Degas. Desarrolló su propio estilo a través de las numerosas transformaciones experimentadas a lo largo de su increíblemente productiva carrera. Sólo en la primera década del siglo atravesó los periodos azul, rosa y precubista antes de embarcarse en el cubismo, movimiento que fundó junto con el pintor francés George Braque y que rechazaba las formas tradicionales de representación basadas en la perspectiva. Sin embargo, Picasso y Braque terminarían rompiendo en 1914.

Durante los años veinte, mientras seguía pintando al estilo cubista, Picasso diseñó vestuario para los Ballets russes de Diaghilev. Uno de sus cuadros más famosos, el Guernica (1937), expresaba su horror ante un bombardeo de la ciudad vasca del mismo nombre en la guerra civil española. Fue nombrado director del Museo de Prado durante la etapa de la República, desde 1936 hasta 1939, aunque estuvo ausente de Madrid esos años. Pasó la mayor parte de la II Guerra Mundial en París y se unió al partido comunista tras la liberación de la ciudad. Esta toma de posición fue la que motivó el interés de New Masses. La última etapa de su carrera la pasó experimentando con diferentes técnicas, como la litografía, la escultura y la cerámica, además de crear numerosos tapices.

A lo largo de los últimos diez años había discutido, analizado y debatido sobre Picasso con mis amigos hasta la exasperación. La única conclusión a la que lográbamos llegar era que Picasso, en sus llamados «periodos», reflejaba muy acertadamente las contradicciones de aquellos tiempos turbulentos, pero se limitaba a eso, no a pintar nada capaz de realzar nuestra comprensión de la época. Diversos artistas y críticos que se ganan la vida poniendo etiquetas a la gente le identificaron con una amplia variedad de escuelas -surrealismo, clasicismo, abstracción, exhibicionismo, e incluso contorsionismo-. Pero detrás de este montón de cultas estupideces, esa gente nunca explicó a Picasso. Nunca ha dejado de ser un enigma.

De repente se produjo el bombazo. En las últimas horas de la España leal a la República, Picasso pintó su Guernica, y con esta obra mural se erigió como un poderoso y penetrante pintor de la protesta social. Pero fue la única muestra. Con el tiempo, Francia entró en guerra, pero en los cuadros de Picasso no hubo ni atisbo de la furiosa respuesta en el Guernica. Entonces se produjo el desastre militar francés y la humillante ocupación alemana. Circularon historias desagradables acerca de Picasso. Que vivía bien en París con los alemanes; que colaboraba con la Gestapo, y que ésta, a cambio, le permitía seguir pintando sin molestarle; que vendía falsificaciones a los nazis, obras que firmaba él pero que realizaban sus discípulos, incluso corrió la voz de que había muerto. Desde la liberación de París, Picasso continuó siendo una figura completamente rodeada de misterio y oscuridad. En octubre, inmediatamente después de la liberación, se hizo pública una nota impactante: Picasso se había hecho miembro del Partido Comunista. Ese mismo mes se organizó en el París liberado una impresionante exposición de arte contemporáneo francés. Una de las salas-compuesta por setenta y cuatro cuadros y cinco esculturas, realizados en su mayor parte durante la ocupación-fue especialmente dedicada a Picasso. La exposición me sorprendió. Allí estaba el Picasso del Guernica, poderoso, bellísimo, un pintor de la vida y de la esperanza. Me emocionó tanto su trabajo que decidí ir a verle. Conseguí la dirección a través de un joven artista francés que le conocía. Cuando llegué a su estudio me informaron, tras un intercambio de murmullos en otra habitación, que Picasso «no estaba en casa». Su secretario me dio explicaciones: «Con tantos acontecimientos, Picasso lleva dos meses sin pintar. Ahora desea tranquilidad para ponerse a trabajar». Finalmente mi amigo me consiguió la entrevista a Pablo Picasso. a las 11.30, una mañana de sábado, me presenté en el estudio. Me hicieron pasar y me indicaron que esperara para hacer la Entrevista a Pablo Picasso. Picasso ocupa los dos últimos pisos de un edificio de cuatro plantas carente de pretensiones y cercano al Sena. Hay que atravesar uno de los agujeros del muro que hacen las veces de puertas, y subir tres pisos por una estrecha y sinuosa escalera de paredes desnudas y escalones de madera desgatados. El lugar ha sido su hogar y su estudio durante los últimos ocho años. Se accede directamente a uno de los estudios, una habitación en la que se agrupan desordenadamente varios caballetes, lienzos y libros. Mientras esperaba reparé en una de sus pinturas recientes, situada en un caballete: la representación de una jarra de metal sobre una mesa. Sujeto con una chincheta en la parte superior había un pequeño esbozo a lápiz de la composición, que la pintura reproducida hasta la última línea y detalle. Aunque no se trataba más que de un boceto rápido, se había atenido a él tan estrictamente que las líneas que en el apunte sobresalían en una esquina de la mesa lo hacían también en el cuadro. Pregunté a su secretario si Picasso había tenido problemas con los alemanes. Me contestó: «Como todo el mundo, lo hemos pasado mal». A Picasso no le habían permitido exponer. En una ocasión, la Gestapo le había acusado de ser en realidad un hombre llamado Leipzig. Picasso se limitó a insistir en su respuesta: «No, yo soy Picasso, nada más». Los alemanes dejaron de molestarle, pero en ningún momento dejaron de vigilarle. Aun así, Picasso mantuvo un estrecho contacto con el movimiento clandestino de resistencia. Transcurridos unos diez minutos, Picasso bajó del estudio de la planta superior y vino directo hacia mí. Me echó una mirada rápida y luego clavó sus ojos en los míos. Llevaba un traje de color gris claro, una camisa de algodón azul con corbata y un pañuelo amarillo en el bolsillo del pecho. Tenía las manos pequeñas, pero fuertes. Me presenté, y al momento me tendió la mano. Su sonrisa era cálida, sincera y hablaba sin pelos en la lengua, lo que me hizo sentir cómodo de inmediato. Comenté que su trabajo siempre me había interesado y, al mismo tiempo, confundido. Le expliqué cómo había comprendido de repente, en su reciente exposición, lo que quería contar. Mi deseo era conocerle personalmente y preguntarle si mi análisis de su obra le parecía correcto y, caso de ser así, escribir sobre ella para contribuir a su divulgación en Estados Unidos. Seguidamente le expliqué mi interpretación de «EL MARINO», que había tenido ocasión de admirar en el Salón Liberación. Le dije que creía que se trataba de un autorretrato -el traje, la red, la mariposa roja, mostraban a Picasso como una persona en busca de una solución para su época, intentando hallar un mundo mejor- y que el uniforme de marinero indicaba su participación activa en el esfuerzo. Me escuchó con atención y finalmente respondió:

-Sí, soy yo, pero no pretendía darle ningún significado político.

Le pregunté por qué se había retratado vestido de marinero.

-Porque siempre llevo una camiseta de marinero. ¿Lo ve? -fue su respuesta.

Se desabrochó la camisa y tiró de su ropa interior. ¡Era blanca con rayas azules!.

-¿Y la mariposa roja? -insistí- . ¿El color no tiene una intención deliberadamente política?

-No en especial -replicó-. ¡Si es así, será cosa de mi subconsciente!

-Pero tiene que tener un significado concreto -porfié-, lo admita o no. Lo que hay en su subconsciente es resultado de su pensamiento consciente. No es posible escapar de la realidad.

Me observó un instante antes de responder:

-Sí, es posible y normal.

Picasso quiso saber entonces si yo era escritor. Le dije la verdad: no lo era, nunca antes había escrito. Trabajaba la madera por vocación, y también era pintor, pero únicamente como distracción, porque de algo tenía que vivir. Picasso se echó a reír.

-Ya, lo comprendo.

Le pregunté si tenía su consentimiento para escribir un artículo sobre él.

-Sí -contestó-. ¿Para qué publicación?

Le expliqué que la Entrevista a Pablo Picasso era para New Masses. Sonrió y dijo: -Lo conozco. Lanzó una mirada hacia la puerta abierta. Había varias personas esperándole -subamos un momento al estudio- dijo.

Ascendimos por una escalera hasta el estudio principal, donde en realidad desarrollaba su trabajo. La habitación estaba limpia y ordenada. No tenía la apariencia polvorienta y caótica del cuarto de abajo.

Comenté a Picasso que mucha gente mantenía que ahora, debido a su nueva militancia, se había convertido en un líder cultural y político para el pueblo, y que su influencia a favor del progreso podía ser tremenda. Se puso serio y asintió.

-Sí, soy consciente de ello.

Le comenté que en Nueva York habíamos discutido su obra con frecuencia, especialmente el Guernica (cedido en préstamo al Museo de Arte Moderno de Nueva York). Le hablé de lo que representaban el toro, el caballo, las manos con las antorchas, etcétera, así como el origen de los símbolos en la mitología española. Mientras yo me explayaba, él asentía con la cabeza.

-Sí, el toro ahí representa la brutalidad; el caballo, al pueblo -confirmó-. En esos casos he recurrido al simbolismo, pero no en los otros.

También le expliqué mi interpretación de dos de los cuadros de la última exposición. En uno de ellos había un toro, una luz, una paleta y un libro. El toro, opinaba yo, no podía ser otra cosa que la imagen del fascismo; la luz, con su resplandor, la paleta y el libro eran reflejo de las cosas por las que luchábamos, la cultura y la libertad. La obra mostraba el feroz enfrentamiento que tenía lugar entre ambos.

-No -respondió Picasso-. El toro no es el fascismo, aunque sí la brutalidad y la oscuridad.

Apunté que su trabajo parecía avanzar hacia un simbolismo transformado, quizá más simple, de más clara comprensión, en su lenguaje propio y personal.

-Mi trabajo no es simbólico -me respondió-. Sólo el Guernica lo es, pero en ese caso se trata de una alegoría. Por eso recurrí al caballo, al toro y demás. Esa obra busca la expresión y la solución de un problema, y ése es el motivo de que emplease el simbolismo. Algunos definen como «surrealista» mi pintura de un determinado periodo -continuó-. Yo no soy surrealista. Nunca he estado fuera de la realidad. Siempre he vivido en su esencia (literalmente, en lo «real de la realidad»). Si alguien desease expresar la guerra tal vez lo más elegante y literario fuera dibujar un arco y una flecha, porque es una imagen estéticamente atractiva. ¡Yo, en cambio, si quisiera representar la guerra emplearía una ametralladora! Ahora es el momento, en este periodo de cambios y revolución, de pintar de manera revolucionaria y no como antes.

Entonces me miró directamente a los ojos y me preguntó:

– Vous me croirez? (¿Me creerá usted?).

Le dije que comprendía muchas de las obras de la exposición, pero que había unas pocas que no entendía en absoluto. Me volví hacia un cuadro con un desnudo y un músico que había estado colgado en el Salón de Octubre. Se encontraba a mi izquierda, apoyado contra la pared. Era un lienzo grande y torcido, de alrededor de 1,5 por 2 metros.

– Ése, por ejemplo -apunté-. No sé qué quiere decir en absoluto.

– No es más que un desnudo y un músico -replicó-. Lo pinté para mí. Cuando uno contempla un desnudo hecho por otra persona, observa que reproduce las formas de un modo tradicional, y para la gente eso representa un desnudo. Pero yo lo expreso de manera revolucionaria. En ese cuadro no hay ningún significado abstracto. Es simplemente un desnudo con un músico.

– ¿Por qué pinta de un modo tan difícil de comprender para la gente? -le pregunté.

-Pinto así -me respondió- porque mi pintura es fruto de mi pensamiento. He trabajado durante años para obtener este resultado y si diese un paso atrás (mientras hablaba, retrocedió un paso) sería una ofensa al pueblo (la palabra francesa fue «offense»), porque lo que hago es coherente con mi pensamiento. No puedo emplear recursos convencionales sólo para darme la satisfacción de ser comprendido. No quiero descender a un nivel inferior. Usted es pintor. Comprende que es prácticamente imposible explicar por qué hace uno esto o lo otro. Yo me expreso a través de la pintura, y no soy capaz de hacerlo mediante palabras. No puedo dar una explicación del porqué he hecho algo de una determinada manera. En mi caso, si realizo un boceto de una mesa pequeña (al instante agarró una para ilustrar sus palabras) percibo cada detalle. Observo su tamaño, su grosor, y lo traduzco a mi modo.

Indicó con una mano el otro extremo de la habitación, donde había un gran lienzo que representaba una silla (también había estado expuesto en el Salón Liberación), y continuó.

Ya ve como lo hago. Resulta divertido, porque la gente descubre en la pintura cosas que uno no pone en ella. Hace auténtico encaje de bolillos. Pero no importa, porque es estimulante que las perciban y la esencia de lo que puedan haber visto está, de hecho, en el cuadro.

Quise saber cuándo podría verle de nuevo, y me contestó que estaría encantado de recibirme en cualquier momento que desease. Nos estrechamos las manos y me marché.

 

El primer discurso de Picasso

El primer discurso de Picasso

El primer discurso de Pablo Picasso

“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido”.

Sucedió en 1948, unos años después de la II Guerra Mundial, que encontró su principal campo de batalla en Europa entre los años 1939 y 1945, y que en gran medida tuvo a Polonia como una de las tristes protagonistas de esta conflagración. El mundo quedó horrorizado de las barbaridades de Auschwitz, de los campos de exterminio nazis, de los delirios de Hitler y de las consecuencias de la contienda. Por ello, tras su final, fueron varias las iniciativas que se pusieron en marcha para evitar nuevas guerras. Una de ellas tuvo lugar en Wroclaw, donde, en el año 1948, se reunieron intelectuales de todo el mundo para hacer un llamamiento exhortando a la paz y a la toma de medidas para que acontecimientos como la II Guerra Mundial no se repitieran.

Con motivo de esta convocatoria, se persuadió a Picasso para participar. La mala noticia de la orden de captura de su amigo Pablo Neruda, del que se desconocía entonces el paradero, perseguido por la policía en Chile, la intención de llamar la atención sobre su desaparición, motiva a Picasso a realizar algo inédito en él: superar su fobia a los aviones y volar desde Francia a Polonia, en compañía de Paul Eluard. En Polonia, Picasso se desplaza en tren, viendo la desolación, las catástrofes de la guerra, la destrucción de las ciudades, y se posiciona en el debate respecto a la reconstrucción que se lleva a cabo en el país. “Todo esto está bien –decía Picasso-, no hay que olvidar el pasado, pero para ello editen libros con reproducciones de obras auténticas, pero, por favor, no edifiquen, en el siglo XX, iglesias góticas o palacios del Renacimiento. Es ilógico y antinatural. Toda cosa humana es perecedera y ocurre lo mismo con las obras de arte”. En Wroclaw, en el Congreso, Picasso dedica su participación enteramente a Pablo Neruda.

Neruda y Picasso se conocieron en Paris en 1937, cuando el poeta llegó a la capital francesa desde España con Delia del Carril. La solidaridad con la República española, activa y militante para ambos, instala entre los dos pablos una profunda amistad. Poco después Picasso enfrenta su obra magna, el Guernica, y Neruda se ocupa en Paris de la misión de organizar el transporte, barcos, para sacar al máximo número de republicanos hacia Chile. Neruda se había acercado a la política en las filas de la Federación de Estudiantes de la universidad de Chile. Pero es en España, donde el poeta residía y trabajaba como cónsul chileno, en la vida cultural de la República, y en la Guerra Civil, es donde toda su obra y vida se inclina definitivamente a la lucha política abierta, y no solamente al canto social. En 1945, ya de regreso en su país natal, Neruda ingresa en las filas del Partido Comunista de Chile, y ese mismo año es elegido senador de la República. Su trayectoria parlamentaria finaliza el 6 de enero de 1948 con su célebre discurso “Yo acuso”.

“Yo acuso al presidente de la República de falta de fe en su país, lo acuso de solicitar y soñar con empréstitos extranjeros, con la quimera del oro, aún a costa de recibir el país las peores humillaciones, en vez de formular una política grande, digna y amplia, que dé trabajo a los obreros chilenos y empresas a los industriales de nuestro país. Es de la profundidad de la patria de donde se sacan los recursos. Chile no quiere ser un país mendigo”

Poco después, en vísperas del Congreso de Intelectuales por la Paz en Wroclaw, el entonces presidente de la nación, Gabriel González Videla, a pesar de que la formación comunista contribuyó a llevarlo al palacio de la Moneda, promulga la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declarando ilegal al Partido Comunista de Chile, razón por la se emite la orden de captura de Pablo Neruda. El poeta se esconde primero, y se exilia después, viviendo en la clandestinidad hasta 1952, cuando nuevamente le es posible retornar a Chile.
En Wroclaw el 25 de agosto de 1948, solidarizándose con su amigo desaparecido, Picasso leyó, ante los 500 congresistas de 46 naciones, el primer discurso que pronunció en su vida.

“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: es Pablo Neruda.

Pablo Neruda, mi amigo, es no sólo un gran poeta, sino también un hombre que, como todos aquí, se ha dedicado a presentar el bien bajo la forma de lo bello. Ha tomado siempre el partido de los hombres desgraciados, de los que piden justicia y combaten por ella. Mi amigo Neruda está actualmente acorralado como un perro y nadie sabe ni siquiera dónde se encuentra.

Nuestro Congreso, a mi modo de ver, no debe aceptar una injusticia tal, que se vuelva en contra de nosotros todos. Si Pablo Neruda no recobrara su libertad, nuestro Congreso no sería un Congreso de hombres dignos de ser libres. Yo os propongo que se vote la resolución siguiente, a la cual daremos la mayor difusión:
El Congreso Mundial de Intelectuales, reunido en Wroclaw, envía al gran poeta Pablo Neruda la expresión de su apoyo, de su admiración, de su afecto, de su solidaridad. Los 500 miembros del Congreso, que representan a 46 naciones, denuncian a todos los pueblos la abyección de los métodos policiales de los gobiernos fascistas que se atreven a atacar a uno de los más eminentes representantes de la cultura. Exigen imperiosamente para Pablo Neruda el derecho a expresarse libremente y vivir libremente donde le plazca.”

Dos años después, esta vez en Varsovia, en 1950, Neruda, que ha conseguido escapar de Chile y con la ayuda de Picasso, vivir clandestinamente en Francia, ocultándolo en París y en Vallauris, participa en el II Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. Picasso no asiste, sus amigos Paul Eluard, Louis Aragón e Ilia Ehrenburg, son incapaces de convencerlo para que vuele de nuevo a Polonia. A pesar de que allí va a recibir, al igual que el poeta, el Premio Internacional de la Paz. Neruda le devuelve las palabras de Wroclaw, y habla por su amigo en el discurso de agradecimiento.

“La paloma de Picasso vuela sobre el mundo, nívea e inmaculada, llevando a las madres una palabra dulce, de esperanza, despertando a los soldados con el roce de sus alas para recordarles que son hombres, hijos del pueblo, que no queremos que vayan a la muerte. Y vuela sobre los monumentos y las ciudades, se queda pegada a todos los muros de todas las ciudades del mundo con el mensaje de la paz que el maestro Picasso envió con ella a todas partes.”

Años después, en sus memorias, Neruda evocará con ternura aquel primer discurso de Picasso en Wroclaw:
“Entonces surgió Picasso, tan grande de genio como de bondad. Estaba feliz como un niño porque había pronunciado el primer discurso de su vida. El discurso había versado sobre mi poesía, sobre mi persecución, sobre mi ausencia.”

 

“Por qué me he adherido al Partido Comunista”. Pablo Picasso.

“Por qué me he adherido al Partido Comunista”. Pablo Picasso.

“Por qué me he adherido al Partido Comunista”. Pablo Picasso.

Pablo Picasso entrevistado por Paul Galliard, para la revista americana «New Masses». Reproducida en “L’Humanitè”, Órgano Central del Partido Comunista Francés, no 64, París, 29-30 de octubre de 1944.

Hace diez días, “L’Humanité” recibía de Nueva York el siguiente cablegrama: «PETICIÓN ENTREVISTAR PARA NOSOTROS PICASSO SOBRE ADHESIÓN AL PARTIDO COMUNISTA. EXPEDIR POR CABLE NEW MASSES».
De este modo, uno de los grandes semanarios de Estados Unidos no duda en preguntarnos, por cable, acerca de los motivos de la adhesión de Picasso a nuestro partido, seguro del interés que suscitarán estas declaraciones entre todos los artistas y los hombres de progreso americanos. ¿Se atreverá alguien a afirmar después de esto que la exposición Picasso en el Salón de Otoño daña el prestigio de Francia?
Fuimos pues al encuentro de nuestro gran camarada en su taller y he aquí la declaración que nos hizo para “New Masses”. Nosotros podemos publicarla hoy, toda América la conoce ya:
«Yo preferiría responderles con un cuadro», nos dice él: «no soy escritor, pero puesto que no es fácil enviar mis colores por cable, trataré de explicárselo…
Mi adhesión al Partido Comunista es la consecuencia lógica de toda mi vida, de toda mi obra. Y es que nunca, y estoy orgulloso de decirlo, he considerado la pintura como un arte de simple satisfacción, de distracción: he querido, a través del dibujo y del color, porque ésas eran mis armas, penetrar siempre más allá en el conocimiento del mundo y de los hombres, a fin de que este conocimiento nos libere a todos cada día más; he intentado decir, a mi manera, lo que yo consideraba más cierto, más justo, lo mejor, y esto era siempre, naturalmente, lo más bello, los más grandes artistas lo saben bien.
Sí, tengo conciencia de haber luchado siempre a través de mi pintura, como un verdadero revolucionario. Pero ahora he comprendido que esto no basta; estos años de represión terrible me han demostrado que debo combatir no solamente con mi arte, sino con todo mi ser…

Y así, me he acercado al Partido Comunista sin dudar un instante, pues, en el fondo, he estado con él desde siempre. Aragon, Éluard, Cassou, Fougeron, todos mis amigos lo saben bien; si no me he adherido oficialmente antes ha sido por algo parecido al “candor”, porque yo creía que mi obra, mi adhesión de corazón eran suficientes, pero ya entonces era mi partido. ¿No es este el que más trabaja a favor de conocer y construir el mundo, de hacer a los hombres de hoy y de mañana más lúcidos, más libres, más felices? ¿No son los comunistas quienes han mostrado mayor coraje tanto en Francia como en la URSS, o en mi España? ¿Cómo habría podido dudar? ¿Miedo a comprometerme? ¡Si, al contrario, nunca me he sentido más libre, más completo! Y además, tenía tanta urgencia por reencontrar una patria: siempre he sido un exiliado, ya no lo soy más: a la espera de que España pueda por fin acogerme, el Partido Comunista Francés me ha abierto los brazos, y allí he encontrado a cuantos más estimo, los más grandes sabios, los más grandes poetas, y todos esos rostros de insurgentes parisinos, tan bellos, que vi durante las jornadas de agosto, ¡estoy de nuevo entre mis hermanos!».

Será fácil percibir, bajo sus bellas palabras, la simplicidad y la emoción con las que Picasso nos habló.
Ciertamente, como comunistas no pretendemos tomar partido por una u otra escuela de poetas o pintores; la admiración que muchos entre nosotros experimentan ante los lienzos de Picasso, donde tras el asombro inicial descubren tantas bellezas nuevas, no compromete más que a su gusto. Pero estamos muy orgullosos de contar entre nuestras filas, al lado de Langevin y Joliot-Curie, de Aragon y Éluard, con un hombre cuyo genio reconocen los más grandes pin- tores del mundo: al servicio del prestigio intelectual y artístico de Francia, como en cualquier otro terreno, los comunistas son los primeros.

¡”El orden reina en Berlín”!

¡”El orden reina en Berlín”!

¡”El orden reina en Berlín”!

 

Escrito por Rosa Luxemburgo el 14 de enero de 1919, la víspera de ser asesinada por los soldados de la Caballería de la Guardia del Gobierno del SPD. Publicado en Die Rote Fanhe (La Bandera Roja) el 15 de enero de 1919.

 

El orden reina en Varsovia”, anunció el ministro Sebastiani a la Cámara de París en 1831 cuando, después de haber lanzado su terrible asalto sobre el barrio de Praga, la soldadesca de Paskievitch había entrado en la capital polaca para dar comienzo a su trabajo de verdugos contra los insurgentes.

“¡El orden reina en Berlín!”, proclama triunfante la prensa burguesa, proclaman Ebert y Noske, proclaman los oficiales de las “tropas victoriosas” a las que la chusma pequeño-burguesa de Berlín acoge en las calles agitando sus pañuelos y lanzando sus ¡Hurras! La gloria y el honor de las armas alemanas se han salvado ante la historia mundial. Los lamentables vencidos de Flandes y de las Ardenas han restablecido su renombre con una brillante victoria sobre… los 300 “espartaquistas” del Vorwärts. Las gestas del primer y glorioso avance de las tropas alemanas sobre Bélgica, las gestas del general von Emmich, el vencedor de Lieja, palidecen ante las hazañas de Reinhardt y compañía en las calles de Berlín. Parlamentarios que habían acudido a negociar la rendición del Vorwärts, asesinados, destrozados a golpes de culata por la soldadesca gubernamental hasta el punto de que sus cadáveres eran completamente irreconocibles, prisioneros colgados de la pared y asesinados de tal forma que tenían el cráneo roto y la masa cerebral esparcida: ¿Quién piensa ya a la vista de estas gloriosas hazañas en las vergonzosas derrotas ante franceses, ingleses y americanos? “Espartaco” se llama el enemigo y Berlín el lugar donde nuestros oficiales entienden que han de vencer. Noske, el “obrero”, se llama el general que sabe organizar “victorias” allí donde Ludendorff ha fracasado.

¿Cómo no pensar aquí en la borrachera de victoria de la jauría que impuso el “orden” en París, en la bacanal de la burguesía sobre los cadáveres de los luchadores de la Comuna? ¡Esa misma burguesía que acababa de capitular vergonzosamente ante los prusianos y de abandonar la capital del país al enemigo exterior para poner pies en polvorosa como el último de los cobardes! Pero frente a los proletarios de París, hambrientos y mal armados, contra sus mujeres e hijos indefensos, ¡cómo volvía a florecer el coraje viril de los hijitos de la burguesía, de la “juventud dorada”, de los oficiales! ¡Cómo se desató la bravura de esos hijos de Marte, humillados poco antes ante el enemigo exterior, ahora que se trataba de ser bestialmente crueles con indefensos, con prisioneros, con caídos!

“¡El orden reina en Varsovia!”, “¡El orden reina en París!”, “¡El orden reina en Berlín!”, esto es lo que proclaman los guardianes del “orden” cada medio siglo de un centro a otro de la lucha histórico-mundial. Y esos eufóricos “vencedores” no se percatan de que un “orden” que periódicamente ha de ser mantenido con esas carnicerías sangrientas marcha ineluctablemente hacia su fin. ¿Qué ha sido esta última “Semana de Espartaco” en Berlín, qué ha traído consigo, qué enseñanzas nos aporta? Aún en medio de la lucha, en medio del clamor de victoria de la contrarrevolución, han de realizar los proletarios revolucionarios el balance de lo acontecido, han de medir los acontecimientos y sus resultados según la gran medida de la Historia. La revolución no tiene tiempo que perder, la revolución sigue avanzando hacia sus grandes metas aún por encima de las tumbas abiertas, por encima de las “victorias” y de las “derrotas”. La primera tarea de los combatientes por el socialismo internacional es seguir con lucidez sus líneas de fuerza, sus caminos.

¿Podía esperarse una victoria definitiva del proletariado revolucionario en el presente enfrentamiento, podía esperarse la caída de los Ebert-Scheidemann y la instauración de la dictadura socialista? Desde luego que no, si se toman en consideración la totalidad de los elementos que deciden sobre la cuestión. La herida abierta de la causa revolucionaria en el momento actual, la inmadurez política de la masa de los soldados, que todavía se dejan manipular por sus oficiales con fines antipopulares y contrarrevolucionarios, es ya una prueba de que en el presente choque no era posible esperar una victoria duradera de la revolución. Por otra parte, esta inmadurez del elemento militar no es sino un síntoma de la inmadurez general de la revolución alemana.

El campo, que es de donde procede un gran porcentaje de la masa de soldados, sigue sin estar apenas tocado por la revolución. Berlín sigue estando hasta ahora prácticamente aislado del resto del país. Es cierto que en provincias los centros revolucionarios -Renania, la costa norte, Braunschweig, Sajonia, Württemberg-, están con cuerpo y alma al lado de los proletarios de Berlín. Pero lo que sobre todo falta es coordinación en la marcha hacia adelante, la acción común directa que le daría una eficacia incomparablemente superior a la ofensiva y a la rapidez de movilización de la clase obrera berlinesa. Por otra parte, las luchas económicas, la verdadera fuerza volcánica que impulsa hacia adelante la lucha de clases revolucionaria, están todavía -lo que no deja de tener profundas relaciones con las insuficiencias políticas de la revolución apuntadas-, en su estadio inicial.

De todo esto se desprende que en este momento era imposible pensar en una victoria duradera y definitiva. ¿Ha sido por ello un “error” la lucha de la última semana? Sí, si se hubiera tratado meramente de una “ofensiva “ intencionada, de lo que se llama un “putsch”. Sin embargo, ¿cuál fue el punto de partida de la última semana de lucha? Al igual que en todos los casos anteriores, al igual que el 6 de diciembre y el 24 de diciembre: ¡Fue una brutal provocación del gobierno! Igual que el baño de sangre al que fueron sometidos los manifestantes indefensos de la Chausseestrasse e igual que la carnicería de los marineros, en esta ocasión el asalto a la jefatura de policía de Berlín* fue la causa de todos los acontecimientos posteriores. La revolución no opera como le viene en gana, no marcha en campo abierto, según un plan inteligentemente concebido por los “estrategas”. Sus enemigos también tienen iniciativa, sí, y la emplean por regla general más que la misma revolución.

Ante el hecho de la descarada provocación por parte de los Ebert-Scheidemann, la clase obrera revolucionaria se vio obligada a recurrir a las armas. Para la revolución era una “cuestión de honor” dar inmediatamente la más enérgica respuesta al ataque, so pena de que la contrarrevolución se creciese con su nuevo paso adelante y de que las filas revolucionarias del proletariado y el crédito moral de la revolución alemana en la Internacional sufriesen grandes pérdidas.
Por lo demás, la inmediata resistencia que opusieron las masas berlinesas fue tan espontánea y llena de una energía tan evidente que la victoria moral estuvo desde el primer momento de parte de la “calle”.

Pero hay una ley vital interna de la revolución que dice que nunca hay que pararse, sumirse en la inacción, en la pasividad después de haber dado un primer paso adelante. La mejor defensa es el ataque. Esta regla elemental de toda lucha rige sobre todos los pasos de la revolución. Era evidente -y haberlo comprendido así testimonia el sano instinto, la fuerza interior siempre dispuesta del proletariado berlinés-, que no podía darse por satisfecho con reponer a Eichhorn en su puesto. Espontáneamente se lanzó a la ocupación de otros centros de poder de la contrarrevolución: la prensa burguesa, las agencias oficiosas de prensa, el Vorwärts. Todas estas medidas surgieron entre las masas a partir del convencimiento de que la contrarrevolución, por su parte, no se iba a conformar con la derrota sufrida, sino que iba a buscar una prueba de fuerza general.

Aquí también nos encontramos ante una de las grandes leyes históricas de la revolución frente a la que se estrellan todas las habilidades y sabidurías de los pequeños “revolucionarios” al estilo de los del USP, que en cada lucha sólo se afanan en buscar una cosa, pretextos para la retirada. Una vez que el problema fundamental de una revolución ha sido planteado con total claridad -y ese problema es en esta revolución el derrocamiento del gobierno Ebert-Scheidemann, en tanto que primer obstáculo para la victoria del socialismo-, entonces ese problema no deja de aparecer una y otra vez en toda su actualidad y con la fatalidad de una ley natural; todo episodio aislado de la lucha hace aparecer el problema con todas sus dimensiones por poco preparada que esté la revolución para darle solución, por poco madura que sea todavía la situación. “¡Abajo Ebert-Scheidemann!”, es la consigna que aparece inevitablemente a cada crisis revolucionaria en tanto que única fórmula que agota todos los conflictos parciales y que, por su lógica interna, se quiera o no, empuja todo episodio de lucha a sus más extremas consecuencias.

De esta contradicción entre el carácter extremo de las tareas a realizar y la inmadurez de las condiciones previas para su solución en la fase inicial del desarrollo revolucionario resulta que cada lucha se salda formalmente con una derrota. ¡Pero la revolución es la única forma de “guerra” -también es ésta una ley muy peculiar de ella-, en la que la victoria final sólo puede ser preparada a través de una serie de “derrotas”!

¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? La primera llamarada de la lucha de clases en Europa, el levantamiento de los tejedores de seda de Lyon en 1831, acabó con una severa derrota. El movimiento cartista en Inglaterra también acabó con una derrota. La insurrección del proletariado de París, en los días de junio de 1848, finalizó con una derrota asoladora. La Comuna de París se cerró con una terrible derrota. Todo el camino que conduce al socialismo -si se consideran las luchas revolucionarias-, está sembrado de grandes derrotas.

Y, sin embargo, ¡ese mismo camino conduce, paso a paso, ineluctablemente, a la victoria final! ¡Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas “derrotas”, de las que hemos sacado conocimiento, fuerza, idealismo! Hoy, que hemos llegado extraordinariamente cerca de la batalla final de la lucha de clases del proletariado, nos apoyamos directamente en esas derrotas y no podemos renunciar ni a una sola de ellas, todas forman parte de nuestra fuerza y nuestra claridad en cuanto a las metas a alcanzar.

Las luchas revolucionarias son justo lo opuesto a las luchas parlamentarias. En Alemania hemos tenido, a lo largo de cuatro decenios, sonoras “victorias” parlamentarias, íbamos precisamente de victoria en victoria. Y el resultado de todo ello fue, cuando llegó el día de la gran prueba histórica, cuando llegó el 4 de agosto de 1914, una aniquiladora derrota política y moral, un naufragio inaudito, una bancarrota sin precedentes. Las revoluciones, por el contrario, no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro.

¡Pero con una condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en cada caso las derrotas. La derrota, ¿ha sobrevenido porque la energía combativa de las masas se ha estrellado contra las barreras de unas condiciones históricas inmaduras o se ha debido a la tibieza, a la indecisión, a la debilidad interna que ha acabado paralizando la acción revolucionaria?

Ejemplos clásicos de ambas posibilidades son, respectivamente, la revolución de febrero en Francia y la revolución de marzo alemana. La heroica acción del proletariado de París en 1848 ha sido fuente viva de energía de clase para todo el proletariado internacional. por el contrario las miserias de la revolución de marzo en Alemania han entorpecido la marcha de todo el moderno desarrollo alemán igual que una bola de hierro atada a los pies. Han ejercido su influencia a lo largo de toda la particular historia de la Socialdemocracia oficial alemana llegando incluso a repercutir en los más recientes acontecimientos de la revolución alemana, incluso en la dramática crisis que acabamos de vivir.

¿Qué podemos decir de la derrota sufrida en esta llamada Semana de Espartaco, a la luz de las cuestiones históricas aludidas más arriba? ¿Ha sido una derrota causada por el ímpetu de la energía revolucionaria chocando contra la inmadurez de la situación o se ha debido a las debilidades e indecisiones de nuestra acción?

¡Las dos cosas a la vez! El carácter doble de esta crisis, la contradicción entre la intervención ofensiva, llena de fuerza, decidida, de las masas berlinesas y la indecisión, las vacilaciones, la timidez de la dirección ha sido uno de los datos peculiares del más reciente episodio.

La dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta “derrota” una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta “derrota” florecerá la victoria futura.

“¡El orden reina en Berlín!”, ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya “se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto” y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas:
¡Fui, soy y seré!

*La destitución el 4 de enero del izquierdista, miembro del USPD Emil Eichhorn del cargo de presidente de la policía por parte del gobierno, porque se había opuesto a actuar contra obreros manifestantes durante la Crisis de Navidad.

El voto contra los créditos de guerra

El voto contra los créditos de guerra

El voto contra los créditos de guerra

En la segunda Sesión de guerra del Reichstag, del 2 de diciembre de 1914, Karl Liebknecht fue el único diputado que votó contra el Presupuesto de Guerra

En la segunda Sesión de guerra del Reichstag, del 2 de diciembre de 1914, Karl Liebknecht votó contra el Presupuesto de Guerra, siendo el único que lo hizo en el Reichstag; y además elevó un documento con la explicación de su voto, que el Presidente del Reichstag se negó a autorizar que se leyera en el Parlamento, y que tampoco fue impreso en el informe de sesiones del Reichstag. El presidente lo prohibió con el pre-texto de que provocaría un escándalo.

El documento fue posteriormente enviado por Liebknecht a la prensa alemana, pero ningún periódico lo publicó.  Finalmente, el texto completo de la protesta se publicó vía Suiza, en el Berner Tagewacht.

“Mi voto contra el proyecto de Ley de Créditos de Guerra del día de hoy se basa en las siguientes consideraciones: Esta guerra, deseada por ninguno de los pueblos involucrados, no ha estallado para favorecer el bienestar del pueblo alemán ni de ningún otro. Es una guerra imperialista, una guerra por el reparto de importantes territorios de explotación para capitalistas y financieros.

Desde el punto de vista de la rivalidad armamentística, es una guerra provocada conjuntamente por los partidos alemanes y austriacos partidarios de la guerra, en la oscuridad del semifeudalismo y de la diplomacia secreta, para obtener ventajas sobre sus oponentes. Al mismo tiempo la guerra es un esfuerzo bonapartista por desorganizar y escindir el creciente movimiento de la clase trabajadora.

El grito alemán: “¡Contra el zarismo!”, fue inven-tado para la ocasión -de la misma forma que fueron inventadas las actuales consignas inglesas y francesas-, para explotar las más nobles inclinaciones y las tradiciones e ideales revolucionarios del pueblo en beneficio de agitar el odio hacia otros pueblos.

Alemania, la cómplice del zarismo, el modelo de la reacción hasta este mismo día, no tiene ninguna autoridad para erguirse en liberadora de los pueblos.
La liberación tanto del pueblo ruso como alemán debe ser obra de sus propias manos. La guerra no es tampoco una guerra en defensa de Alemania.

Sus bases históricas y su curso desde el comienzo hacen inaceptables las pretensiones del gobierno capitalista de que el propósito por el cual demanda créditos es la defensa de la Patria.

Una pronta paz, una paz sin anexiones, esto es lo que debemos exigir. Todo esfuerzo en esta dirección debe ser apoyado. Sólo fortaleciendo en forma conjunta y continua las corrientes de todos los países beligerantes que tienen tal paz como su objetivo, puede esta sangrienta carnicería ser llevada a su fin.

Sólo una paz basada sobre la solidaridad interna-cional de la clase obrera y sobre la libertad de todos los pueblos puede ser una paz duradera.

Por lo tanto, es el deber de los proletariados de todos los países llevar adelante durante la guerra una labor socialista común a favor de la paz.

Yo apoyo los créditos de ayuda a las víctimas con las siguientes reservas: voto gustosamente por todo lo que pueda llevar un alivio a nuestros hermanos en el campo de batalla así como a los heridos y enfermos, por los cuales siento la más profunda compasión.

Pero como protesta contra la guerra, contra aquéllos que son responsables por ella y que la han causado, contra aquéllos que la dirigen, contra los propósitos capitalistas para los cuales está siendo usada, contra los planes de anexión, contra el abandono y el olvido total de los deberes sociales y políticos por los cuales el gobierno y las clases son todavía culpables, voto contra la guerra y los créditos de guerra solicitados.

Berlín, 2 de diciembre de1914.

Proclamación de Karl Liebknecht, el 10 de noviembre de 1918,
en el Zoológico de Berlín, de la República Socialista Libre Alemana

(Freie Sozialistische Republik Deutschland), jurada nuevamente a las 4 de la tarde ante una multitud reunida frente al Palacio Municipal de Berlín (Berliner Stadtschloss):

Los miembros del partido* proclamamos la República Socialista Libre de Alemania; en la que no habrá más esclavos y en la que cada trabajador honrado recibirá la recompensa justa por su honesto trabajo. Las reglas del Capitalismo, que han convertido a Europa en un caos, han muerto.

Karl Liebknecht
*Liga Espartaquista

Carta de Jesús a su esposa Carmen

Carta de Jesús a su esposa Carmen

Carta de Jesús a su esposa Carmen

El mismo día de su fusilamiento.

Querida Carmen:

Te escribo momentos antes de perder mi vida ante el piquete de fusilamiento.
No sé cuando podrás regresar a España y leer mis últimas impresiones. Quiero decirte algunas cosas de interés. Siempre nos quisimos bien y colaboramos juntos.
El hecho de que la muerte nos separe, no borra para ti, no prescribe el cumplimiento de deberes que nos eran comunes y que con gran dolor por mi parte, tendrás que cumplir ahora tú sola. Me refiero a nuestros hijos (1).

Quiéreles como madre y atiéndeles solícita, y cariñosa; pero sobre todo, háblales de mí, de mi vida, de mi lucha, de mis ideales, de mi muerte. Ellos comprenderán y conservando vivo mi recuerdo, te querrán más como hijos y cumplirán mejor sus deberes como hombres. En estos menesteres encontrarás ayudas valiosas de aquellos que como amigos y camaradas a quienes tanto debo yo.
Es mi última voluntad la de que mis hijos mejoren con su esfuerzo y trabajo, el de su padre, es mi deseo el de que luchen por un mundo mejor, por una España llena de felicidad, de bienestar y de progreso.
Di a Miren, que tiene ya 15 años, a Eustaquio, que tiene 14, y a Rosita, que cumplirá pronto los 8, que les quiero mucho y muero acordándome de ellos.
Querida Carmen; hasta siempre. Besos y abrazos de tu esposo que te quiere.

Jesús Larrañaga
Madrid, madrugada del 21-1-1942.”

(1) Al hablar de hijos, incluye a su hija Rosa y a sus sobrinos Miren y Eustaquio (Tatín), a quienes quiere como hijos propios.

Carta a su hija Rosa.

“Querida hijita:
Aitatxo va a morir dentro de breves momentos. Mis amigos y tus hermanitos Miren y Tatín te dirán quién fue tu padre y por qué lo mataron. Sé buena, como lo fue aitatxo y mejora su trabajo para el bienestar, el progreso y la felicidad de todos. Agur Rosita, nere alaba maitia. Te abraza y te besa fuertemente.
Tu aitatxo. Jesús.”
Segunda carta a Rosita.

“Querida hijita:
Eras muy chiquita y tú no puedes acordarte. Esta foto te la hicimos en Bilbao amatxo y yo. Eras linda como una flor y traviesa como lo son todos los niños. Cuando yo volvía de los frentes tú eras en casa mi mayor alegría y me decías con lengua de trapo que no querías que me mataran las balas y los aviones. Rosita hija mía; aitatxo va a morir y se acuerda mucho de ti. Te quiere mucho y te abraza.

Tu aitatxo. Jesús.

Carta a su hermana y amiga María Josefa.

“Querida hermana María Josefa:
Voy a morir dentro de unas horas y lo haré tranquilo y sereno como me corresponde. Debes estar orgullosa de mí. Muero como he vivido, con dignidad y con la satisfacción que da el cumplimiento del deber. Cuida bien a los chavales, quiérelos mucho; pero sobre todo, edúcales en la misma línea que la de tu hermano. Y tú que eres inteligente, entusiasta y buena, mejora tu trabajo, estudia y contribuye con tu esfuerzo a la causa que nos es común. Lucha, María Josefa, por nuestros ideales, por una Euzkadi feliz, por una España digna del pueblo español.
Fuertes abrazos de tu hermano que te besa.

Jesús Larrañaga
Madrid, madrugada del 21-1-42.”

 

 

 

Discurso de Jesús Larrañaga ante el Comité Central del PCE

Discurso de Jesús Larrañaga ante el Comité Central del PCE

Discurso de Jesús Larrañaga ante el Comité Central del PCE

Discurso pronunciado en el mitin de clausura del Pleno ampliado del CC del Partido Comunista de España,
“Celebrado en el cine Tyris, de Valencia, el 7 de marzo de 1937.”

Camaradas: Es la primera vez que los comunistas vascos tenemos una ocasión magnifica, de establecer contacto con el pueblo de Valencia, aprovechando la circunstancia de venir, representando a nuestro Partido de Euzkadi, a la reunión del Comité Central del glorioso Partido Comunista de España.

Mis primeras palabras, pues, van a ser, no de pura formula de cortesía, ni pronunciadas por mero formulismo convencional, sino la expresión más sincera, más profunda y más llena de coraje para trasmitiros un saludo en nombre del Partido Comunista de Euzkadi, del pueblo vasco y de sus soldados, que combaten en los frentes, en los parapetos, contra el fascismo invasor.

UNIÓN DE TODOS LOS PUEBLOS DE ESPAÑA CONTRA EL FASCISMO

Nuestra presencia en esta tribuna tiene, sin embargo, una significación mucho más interesante. Los comunistas vascos asistimos a la reunión del Comité Central del Partido Comunista de España y hemos escuchado, llenos de entusiasmo, llenos de aliento para hoy y para mañana, las condiciones que el Secretario General del Partido Comunista de España, camarada José Díaz, trazaba para marchar rápidamente por la ruta de la victoria. Pero entre estas condiciones quiero poner de relieve, con el mismo relieve, si me fuera posible, como lo hacia nuestro camarada Díaz, una de ellas sin la cual no podemos conseguir la victoria, y es aquella que hoy, en este salón, vemos escrita ahí enfrente y que dice: “Unión de todos los pueblos de España contra el fascismo”.

Y yo, a fuer de comunista, a fuer de hijo de la Internacio-nal Comunista, tengo que declarar que nosotros, los comunistas de Euzkadi, hemos propugnado siempre, y hoy lo hacemos con más ímpetu y con más ardor, la unión de los pueblos peninsulares como condición indispensable sin la cual no podemos aplastar al fascismo nacional y al fascismo internacional.

¡VIVA EUZKADI LIBRE! IGUAL A ¡VIVA ESPAÑA LIBRE!

Nosotros los vascos, propugnamos la autodeterminación de nuestra patria pero no somos nacionalistas, somos internacionalistas; nosotros los vascos, hemos luchado mucho, y, cuando, con grandes clamores lanzábamos nuestro grito de Gora Euzkadi Azkatuta!, ¡Viva Euzkadi libre!, a la faz de las castas militares y de los pretendientes españoles, lo hacíamos en son de guerra, en son de pelea, con la pretensión de arrancar a nuestro pueblo de la opresión imperialista del Estado español.

Pero hoy, camaradas, las cosas han cambiado. Hoy tenemos un Gobierno del Frente Popular que, haciendo honor a sus postulados propagados en múltiples campañas, nos ha concedido ya el Estatuto, que es la expresión inmediata de nuestras necesidades mas urgentes. Y llegamos a esta conclusión: que el Gora Euzka-di Azkatuta!, el ¡Viva nuestra patria libre!, tiene la misma significación, entraña los mismos anhelos y los mismos deseos que vosotros, camaradas de Valencia y de España, abrigáis con el grito de ¡Viva España libre!, de tal suerte que el Gora Euzkadi Azkatuta! y el ¡Viva España libre! son una y la misma cosa. Con ellos expresamos nuestro deseo implacable de aplastar al enemigo de España, al enemigo de nuestra patria, al enemigo de Cataluña, al enemigo de todos los pueblos ibéricos.

NO HAY MAS PAZ QUE LA DE APLASTAR AL FASCISMO

Ahora quiero decir unas palabras recogiendo una mani-festación salida, indudablemente, del campo faccioso, en la que se nos atribuye a los vascos, a nuestro Gobierno provisional, el propósito traidor de hacer una paz separada. Yo digo que no hay ni habrá jamás tal paz separada. Todos sabemos, y con nosotros lo sabe el Frente Popular de Euzkadi, con nosotros lo saben los nacionalistas de izquierda y de derecha, que la única forma de hacer una paz que dé la libertad a nuestro pueblo, que dé la libertad a España, es la de aplastar implacable, inflexiblemente, al fascismo nacional e internacional. Sin esa condición, ni España será libre, ni lo será Euzkadi, ni Cataluña tampoco lo será.

LAS BRAVAS MILICIAS VASCAS

Pero hay más, camaradas. Nosotros, y con nosotros el Gobierno vasco, sabemos hacer honor a estas palabras. Tengo que declarar aquí, con orgullo de comunista, con orgullo de miliciano, con orgullo de comisario, que las milicias vascas, nuestros bravos gudaris, como decía Pasionaria, supieron acudir a los campos de Asturias, a las montañas de Asturias, y batirse con ardor y coraje, sabiendo que en aquellos campos defendían la libertad de nuestra Patria. Hoy mismo puedo decir que ocho batallones vascos de nuestras mejores tropas se baten en las breñas de Asturias, estrechando con el acero de sus pechos el cerco que asfixia al traidor Aranda. Yo digo desde aquí, que en la capital del antifascismo, en el glorioso Madrid, tenemos al teniente coronel Ortega, que con su batallón sabe defender la bandera de la Republica española, y tenemos a una milicia de Euzkadi peleando en los parapetos de la Ciudad Universitaria, del Parque del Oeste y del Puente de los Franceses, defendiendo también allí la libertad de Euzkadi y los derechos de nuestro pueblo que son también los mismos del pueblo español.

LA UNIÓN DE EUZKADI CON ESPAÑA HOY MÁS FIRME QUE NUNCA.

¡Perder cuidado camaradas! La unión de Euzkadi con España es hoy más firme que nunca; no hagáis caso de las falacias y las mentiras que se propalen. Yo quiero referir, haciéndolas mías, del Partido Comunista de Euzkadi, las palabras que el camarada Díaz pronunciaba ayer en el Pleno del Comité Central: “¡Ay de aquel que intente romper la unidad del pueblo antifascista!”. Nosotros comunistas de Euzkadi, hemos de ser los primeros, lo somos ya, en defender esta unidad, y yo os aseguro que no se romperá.

LA UNIDAD DEL PUEBLO VASCO

El pueblo vasco, camaradas, está unido. Los católicos vascos -a quienes yo quiero rendir aquí un homenaje por su lealtad en la lucha antifascista-, los católicos vascos, que representan en nuestra tierra un gran sector de opinión, luchan con nosotros, estrechamente unidos a nosotros. Tal vez a vosotros os parezca esto un milagro. Pero no hay tal milagro, camaradas, es que las masas católicas vascas han sabido comprender que la defensa de sus sentimientos religiosos han de encontrarla únicamente en el pueblo honrado, en el pueblo trabajador, del que nosotros somos, en Euzkadi, la expresión mas fuerte y mas enérgica.

Y quiero terminar, camaradas, gritando lo que todos los delegados del campo de Andalucía, de los frentes de combate y del frente de la producción gritaban en el pleno del Comité Central, siguiendo las huellas del camarada Díaz: ¡Adelante por la ruta de la victoria!

Y cuando volvamos a Euzkadi, yo les diré a los hijos de Euzkadi, a sus bravos gudaris, a sus bravos guerrilleros, traduciendo ese grito de la lengua de mi tierra: “AURRERA EUZKOTARRAK; IL ARTE, AURRERA GURE ETSAIAK ZAPALDU ARTE” (‘’Adelante vascos; hasta la muerte, adelante hasta aplastar a nuestros enemigos’’).

(*) Al redactar estas líneas aún no conocemos los resultados de las elecciones del 26 de Mayo

Crónica en Euskadi Roja del 7 de Diciembre de 1935.

Crónica en Euskadi Roja del 7 de Diciembre de 1935.

CRÓNICA EN EUSKADI ROJA DEL 7 DE DICIEMBRE
DE 1935.

LA INTERVENCIÓN DE LARRAÑAGA EN EL GRAN MITIN CELEBRADO EN EL FRONTÓN URUMEA.

El Partido Comunista de Euskadi congrega a millares de antifascistas en el Frontón Urumea
Entusiasmo, fe en el porvenir, voluntad inquebrantable de unidad de acción para aplastar las tentativas de implantación del fascismo

El P. C. de Euskadi por los derechos de la nacionalidad vasca y contra el imperialismo

Con el Frontón rebosante de público, tan rebosante que son pocos los actos celebrados en el mismo local que han conseguido reunir a tanto auditorio, compuesto en su mayor parte de auténticos trabajadores y de mujeres proletarias, tuvo lugar el pasado domingo, y sin ningún incidente, el mitin, el primer mitin organizado en San Sebastián, por el joven Partido Comunista de Euskadi.

La expectación que había despertado este comicio en San Sebastián y pueblos de Guipúzcoa, era grande entre la clase trabajadora y las capas populares del país.

Se ve que el ambiente antifascista y antiimperialista, está tomando en el pueblo un arraigo formidable, arrollador. Prueba de ello, la masa imponente que asistió a nuestro mitin y las ovaciones ensordecedoras que escuchamos, para alentar e interpretar  fielmente el deseo de unificación antifascista y antiguerrera de los trabajadores de todas las tendencias así como de las capas populares y pequeñoburguesas del país.

El Partido Comunista de Euskadi se felicita del éxito y hace de él partícipes a todas las organizaciones obreras y a todos los partidos políticos de izquierda que con su cooperación, su presencia y su entusiasmo coadyuvaron al triunfo.

Y ahora, camaradas, compañeros, ciudadanos, a no dormirnos sobre los laureles. A organizar sin demora y con plena fe, las Alianzas obreras, la Unidad Sindical y el BLOQUE POPULAR ANTIFASCISTA Y ANTIIMPERIALISTA, base necesaria para que el triunfo corone todos nuestros esfuerzos.

En la tribuna, juntamente con los oradores, militantes del Partido y Juventud Socialista de Vizcaya y del Partido Comunista de la propia región, compañeros Somonte, Iván Zárate y Leandro Carro.

En los palcos, y expresamente invitados al acto, estaban las representaciones de todos los partidos de izquierda y organizaciones obreras de la localidad.

Presidía el mitin el camarada Ricardo Urondo, y antes de comenzar se tocó de modo majestuoso la Internacional sirviendo al efecto los amplificadores de la instalación radiofónica; Internacional que se escuchó poniéndose todos en pie y con los puños en alto.

A la hora anunciada dio comienzo el mitin. Presidía el acto un amplio retrato del camarada Lenin.

Bajo él se leía una inscripción que decía: “Amnistía”. Rodeando la tribuna de los oradores, un gran cartel con el lema: “Proletarios de todos los países del mundo, uníos”. En los palcos del Frontón Urumea amplitud de cartelones cuyos textos decían: “Las juventudes socialistas por la fusión de las organizaciones marxistas”. “El Comité de Ayuda, saluda al Partido Comunista y a todas las víctimas de Octubre”. “El fascio no pasará”. “Las M. A. O. C. de Amara saludan al Partido Comunista y exigen la libertad de Thaelmann y de todos los antifascistas”. “¡Viva el bloque popular antifascista y antiimperialista”. “Erri Guzietako Languilleak, Alkartu!”, “S. R. I.” “Por el traslado de los presos de San Cristóbal”. “¡Trabajadores: Contra la guerra imperialista!”. “Defendamos la U. R. S. S. ¡Viva la Unión Soviética!” “Los comunistas navarros invitan a los hermanos vascos a luchar por la liberación nacional y social”. “¡Gora Euskadi Azkatuta y abajo el fascismo criminal y centralista!” “Partido Comunista de Euskadi, radio Pasajes, saluda a todos los antifascistas”. “Osasuna Eta Gizarte Matxinada”. (“Salud y Revolución Social” “La U. G. T. y el Partido Socialista de San Sebastián, saludan al frente proletario”. “Mujer obrera: piensa en la miseria que atraviesas por culpa del régimen capitalista. Rebélate de una vez y lucha al lado de las que pueden derrocarlo”  “Trabajadores por la realización de un Octubre victorioso”. “Irakurri Euskadi Roja”. “Fuera las manos sobre Abisinia”, “Las juventudes socialistas por la fusión marxista”, “El Partido Comunista de Euskadi, radio de Rentería, saluda a todos los antifascistas”, “El Partido Comunista de Euskadi, radio de Hernani, invita a la clase productora a que se manifieste por la amnistía”. Y  otras inscripciones de carácter proletario y antibélico.

Y haciendo guardia a los oradores las milicias de la M. A. O. C. (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) con su camisa azul y corbata roja.
Después de una breve presentación de los oradores a cargo de Urondo, ocupa la tribuna Jesús Larrañaga (Ovación)

EL CAMARADA LARRAÑAGA

Empieza diciendo que a pesar del silencio al que han estado condenados durante catorce meses, ahora pueden hablar, aunque con restricciones, debido a las últimas disposiciones del Gobierno central de Madrid. Dice que para ello hablará con sordina para no dar el gusto a quienes quisieran que este gran comicio se suspendiera; el hecho físico de llevarle a él a la cárcel no tendría importancia, pero sí el que el acto tuviera que dejar de celebrarse en su totalidad. Mas la sordina no será tanta como para dejar de llamar al pan pan y al vino vino.

Recuerda cómo por esta tribuna han desfilado represen-tantes de otras organizaciones políticas. Trata de recoger, principalmente las manifestaciones de dos representantes destacados de la política españolista, de Calvo Sotelo, representante de las fuerzas más negras de la reacción, y del jefe de la CEDA, a quien no se puede nombrar sin riesgo. Señala que un día la clase trabajadora arrojó a Sotelo a puntapiés de este mismo lugar y que llegará la fecha en que eso mismo se pueda repetir.

LA ESPAÑA ROJA, SERÁ LA ESPAÑA IMPERIALISTA  ROTA

Alude a lo manifestado recientemente en San Sebastián, y en el propio frontón Urumea, por el viudo de la dictadura señor Sotelo, quien, mintiendo a sabiendas, sostuvo que prefería una España roja a una España rota.

Esa preferencia es falsa, dijo: “Calvo Sotelo sabe, que una España Roja sería precisamente eso que él detesta: una España rota; es decir, una Federación, una Unión Ibérica de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ni más ni menos que la Rusia roja, la Rusia Soviética, que hoy es la Unión de Repúblicas Socialistas, la U. R. S. S., en lugar de la “tradicional” Rusia Unitaria del zar. La España trabajadora victoriosa, roja, es precisamente la España imperialista rota. Y Euskadi, libre; y Cataluña, libre; y Galicia, libre . . . Si llega la España Roja entregaríamos a Calvo Sotelo y los suyos al pelotón de los fusileros obreros”.

EN EL PARLAMENTO DE EUSKADI NO HABRÁ NI ATORRANTES NI “STRAPERLOS”

El señor Gil Robles, que decía que era entusiasta de las libertades del País Vasco, sostuvo a continuación y se chanceó del Parlamento enteco y ridículo que supondría el Parlamento de Euskadi. A esto he de decirle —continúa Larrañaga—, que, por lo menos, en ese Parlamento que él calificó de enteco y ridículo, no habría atorrantes ni estraperlos.

Habla de la política gilrroblista, de la amalgama cedista-radical y, dando por liquidadas estas pequeñas cuentas locales, pasa a ocuparse del glorioso movimiento de octubre y tiene un recuerdo para los  que cayeron víctimas de la metralla y para los que en el exilio y en las cárceles esperan nuestra solidaridad más activa por la libertad. Dice que la amnistía se conquistará pese a quien pese. Les manda un saludo con la seguridad de que en la Historia se registrará la gran victoria proletaria y de que serán vengados implacablemente.
Pasa a ocuparse del problema del fascismo, explicando qué debemos entender por fascismo, cómo es posible evitar su asalto al poder, y, al fin, vencerlo.

EL CARÁCTER DE CLASE DEL FASCISMO

Hay quienes quieren hacernos creer —continúa diciendo—, que el fascismo es un sistema de Gobierno que se levanta sobre las clases para conciliar los intereses antagónicos de la burguesía y el proletariado. Hay otros que pretenden presentar al fascismo como el Poder del Estado en manos de la pequeña burguesía revolucionaria. Pero esto no es cierto.

El verdadero carácter de clase del fascismo se manifiesta por la dictadura terrorista de las capas más reaccionarias, de las capas más patrioteras e imperialistas del capital financiero y monopolista.

Manifiesta que el fascismo no supone otra cosa que un Gobierno de bandidaje, una forma sangrienta de liquidar cuentas con la clase trabajadora, una opresión contra los intelectuales y los pequeños comerciantes y pequeña burguesía, una regresión a los tiempos medievales; en suma: hambre, persecución y guerra. (En este momento le lanzan estentóreos gritos de “¡Abajo el fascismo! ¡Fuera la guerra!”)

Señala también que el fascismo, para mejor engañar a los trabajadores, se titula falazmente socialista. ¿Con qué derecho, pregunta, se titula socialista el fascismo alemán? ¿Qué pueden tener de común el fascismo y el socialismo, siendo como son absolutamente antagónicos? Farsa, no; engañar a los trabajadores, no. (Aplausos)

EL FASCISMO DISFRAZA SUS INTENCIONES

El fascismo —aclara Larrañaga—, para mejor engañar a las masas adopta las caretas que le son más convenientes. El fascismo español de la CEDA nos habla de justicia social, de derechos obreros y de que es preciso dar a éstos lo que en derecho les pertenece, lanza alaridos proclamando que el dinero hay que sacarlo de donde lo hay para que los obreros coman. Pero, ¿qué da en realidad el fascismo español a las masas explotadas y hambrientas?

EL FASCISMO ESPAÑOL ES VATICANISTA

Manifiesta que el fascismo es vaticanista. ¿Qué ha hecho el gilroblanismo? ¿Qué nos ha aportado durante los dos años que llevan gobernando en el estado español? La legislación social tímida conseguida durante los dos años de la República, ¿de que sirvió? Los despidos se multiplican, …., los derechos de huelga y de manifestación están duramente restringidos, y para colm o, nos amenazan con la pena de muerte. Eso nos ha resultado en la práctica  el fascismo vaticanista español.

LOS ENEMIGOS DEL FRENTE ÚNICO

Aclara Larrañaga, que hay quienes se manifiestan contra el Frente Único alegando que los comunistas maniobran. Pues bien. Los que tal dicen tienen la ocasión magnífica de desenmascarar a los comunistas denunciando sus maniobras ante las masas; pero desde dentro del Frente Único, que es donde mejor pueden ser desbaratadas. Oiremos, pues, esta ocasión magnífica para que nos desenmascaren, a los que niegan el Frente Único, basándose: Primero en que atacamos; segundo, en que tenemos un programa distinto a los demás; tercero, en que la alianza con los partidos democrático-burgueses es mejor que con los comunistas; cuarto, en que la burguesía, los artesanos, y los intelectuales se asustarán del “peligro rojo” para entregarse en manos del fascismo; quinto, en que nosotros proclamamos la dictadura del proletariado; y sexto, en que no aceptamos los comunistas los principios de la democracia burguesa.

A esto —responde Larrañaga—, el Partido Comunista de Euskadi, dice lo siguiente: Nosotros renunciamos a todo ataque a las personas y a las organizaciones que acepten el Frente Único; renunciamos a todo lo que signifique diatribas o adjetivos insultantes; pero, a lo que el Partido Comunista de Euskadi no está dispuesto ni estáis dispuestos tampoco vosotros, y a lo que nosotros os invitamos, es a la renuncia del ataque contra las personas y las organizaciones que combaten el Frente Único. (Ovación)

Efectivamente —continúa Larrañaga—, nosotros tenemos un programa distinto al de los demás partidos. Pero ¿acaso no dicen tenerlo también distinto el de los partidos burgueses, los que después de haber colaborado con éstos sostienen aún hoy la colaboración con la burguesía en vez de alianza con los comunistas? ¿Qué lógica es ésta, camaradas?

¿Que la alianza con nosotros no es tan convincente como con los partidos democrático-burgueses? ¿Acaso en Alemania no existió tal alianza y no vemos sus resultados catastróficos? ¿Y qué ocurrió en Austria? ¿Y qué ha ocurrido en España?

El Frente Único —prosigue Larrañaga—, no va contra la pequeña burguesía. No va contra los artesanos ni contra los intelectuales honrados. El Partido Comunista quiere el Frente Único contra el fascismo, contra el capital financiero, contra la gran burguesía que es la que, precisamente, maltrata los intereses de estas capas de la sociedad. He aquí el Frente Único que los comunistas proponemos para la defensa de los intereses de la pequeña burguesía.

Efectivamente —continúa—, es un principio al que no renunciamos el de la dictadura del proletariado. Pero, ¿acaso proponemos nosotros la implantación de esta dictadura cuando vamos al Frente Único? No. Nosotros proponemos la lucha inmediata de las reivindicaciones comunes a todas las capas populares de la población.

¡Qué duda cabe! Nosotros los comunistas —sigue diciendo Larrañaga—, queremos y defendemos la democracia soviética, que es la auténtica expresión del poder del pueblo por el pueblo, la representación de los más y los mejores, sobre los menos y los peores. Pero nosotros declaramos que estamos por la defensa y la reconquista de todas las libertades democrático-burguesas, hoy perdidas y antes logradas a través de décadas y de décadas de luchas sangrientas.

LOS AVANCES DEL FRENTE ÚNICO

Hay en esos palcos —dice el orador—, unos letreros que en nombre de la U. G. T., del Partido y de la Juventud Socialista saludan al frente proletario y abogan por la unificación  de las fuerzas marxistas. Buen síntoma. Satisfactoria promesa para llegar al Frente Único tan deseado por todos los trabajadores y presagio de que tal vez en breve las organizaciones juveniles marxistas se fundan en una única organización. El Partido Comunista de Euskadi recoge alborozado estos saludos y promete que por su parte no ha de haber obstáculos para una realización inmediata.

En el trabajo de unidad sindical —continúa—, hay que destacar el hecho histórico  de que la  U. G. T. y la C. G. T. U. han llegado a un acuerdo para la fusión orgánica dentro de la U. G. T. Y en este instante es necesario recordar que al pie de las condiciones del acuerdo figura la firma del camarada Largo Caballero, que además ha sido arrancado a los Tribunales de la burguesía por la voluntad y la acción de todas las masas. (En este momento el orador da un estentóreo ¡Viva Largo Caballero!, que es contestado por el púbico con indescriptible entusiasmo y con una gran ovación).

La unidad sindical ha hecho progresos formidables en Vizcaya, de donde yo vengo —dice el orador—. Han sido especialmente las Alianzas Obreras las que han procurado, con todo entusiasmo, este trabajo. Y es justo destacar y hacer honor a la voluntad magnífica puesta en este cometido por los camaradas Justo Somonte, de la Agrupación Socialista de Bilbao, e Iván Zárate, de las Juventudes Socialistas de Vizcaya, adalides entusiastas juntamente con los comunistas, de esta tarea de unificación, que ha dado por resultado que hoy en Vizcaya no haya más que una sola organización sindical de lucha de clases dentro de la U. G. T. (En este momento en medio de una ovación formidable y del entusiasmo de la concurrencia los camaradas Somonte e Iván Zárate y el orador del Partido Comunista de Euskadi, se abrazan fraternalmente, siendo muchos los obreros que no pueden contener su emoción y sus lágrimas.

Pero hay más —continúa diciendo Larrañaga—. En Irún se ha realizado la unión sindical, también en Rentería, y, en breve, será un hecho también en San Sebastián, en Pasajes y en toda Guipúzcoa.

Vamos los comunistas a la U. G. T., y lo decimos sin jactancia, con el propósito de defenderla y de engrandecerla, como verdaderos brigadieres de choque; queremos que desaparezcan todos los viejos resquemores, recelos y desconfianzas; con la vista puesta en los más altos intereses de la clase obrera; sin más ambiciones que las de merecer la confianza de todas las masas; con el propósito de que, a través del más fiel cumplimiento de la democracia sindical encauce la masa obrera, todas sus actividades en la práctica de la lucha de clases que nos lleve a la conquista revolucionaria de todas las reivindicaciones que nos corresponden.

LA AYUDA A LOS PARADOS

Mi iniciación —prosigue diciendo el orador—, en la vida política y sindical, fue la organización de los parados para la conquista de sus reivindicaciones. Hay cientos de miles que sufren y padecen por la crisis del régimen de producción capitalista. El fascismo intenta conquistar estas masas con su demagogia desenfrenada. El problema es grave y hay que atenderlo. Los que trabajan deben sentir  preocupación por los que no trabajan. Las organizaciones sindicales tienen la obligación de recoger en su seno a estas masas de parados y de organizarlas para la conquista de sus derechos. No hay tiempo que perder. Aún por egoísmo hay que impedir que los parados sean una reserva de esquirolaje y de maniobra para el fascismo. Hermanos nuestros son, y como hermanos hay que tratarlos. Los que trabajan deben de ayudar a los parados planteando sus reivindicaciones para que éstos sientan nuestro aliento y nuestra ayuda. Hay que arrancar al Estado, a las Diputaciones y a los Municipios, la apertura de obras públicas que mitiguen el paro; y los que a pesar de esto, no puedan trabajar, deber recibir un subsidio decoroso que les permita vivir dignamente.

Si creamos las condiciones para el Frente Único, si impedimos que los parados sean conquistados por el fascismo y si se organiza con base firme el Bloque Popular Antifascista y Antiimperialista, podremos decir desde hoy EL FASCISMO NO PASARÁ. (Las últimas palabras del orador son acogidas con estruendosos aplausos y distintos vivas que desbordan el entusiasmo de la gran concurrencia).