Frases de Frida Khalo.

Frases de Frida Khalo.

Frases de Frida Kahlo

“Debo luchar con todas mis fuerzas para que lo poco de positivo que mi salud me deje sea en dirección a ayudar a la revolución. La única razón real para vivir.

“La emoción clara y precisa que yo guardo de la revolución mexicana fue la base para que a los 13 años de edad ingresara en la juventud comunista.”

“Yo penetro el sexo de la tierra entera, me abrasa su calor y en mi cuerpo todo roza la frescura de las hojas tiernas. Su rocío es el sudor de amante siempre nuevo”

“Las nubes solo duran un momento
y el sol toda la vida”.

“Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad”

“Te oprimí contra mi pecho y el prodigio de tu forma penetró en toda mi sangre por la yema de mis dedos.”

«SOLO QUIERO TRES COSAS EN LA VIDA»

1.- “Vivir con Diego”.

2.- “Seguir pintando”.

3.- “Pertenecer al
Partido Comunista”.

Frida Kahlo, 1954

«MERECES UN AMOR»

Mereces un amor que te quiera cuando estés despeinada,
incluso aceptando los motivos que te hacen despertar deprisa,
y con todos aquellos miedos que no te permiten dormir.

Mereces un amor que te haga sentir segura,
Que se coma el mundo sólo cuando toma tu mano,
Que sienta que tus abrazos encajan perfectamente con tu piel.

Mereces un amor que anhele estar a tu lado,
que visite el paraíso con sólo mirar tus ojos,
y que no se aburra jamás de leer tus expresiones.

Mereces un amor que te escuche cantar,
que apoye todas tus locuras,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tus vuelos,
que no le asuste caer.

Mereces un amor que aleje las mentiras,
Que atraiga la ilusión,
el café, la poesía.”

Frida Kahlo

Frida y Diego.

Frida y Diego.

Frida y Diego.

“He sufrido dos accidentes graves en mi vida. Uno en el que un tranvía me atropelló … el otro es Diego”.

Cómo se conocieron, cuál fue realmente el primer contacto entre Diego y Frida, dónde anidó esa primera célula de un amor tan intenso?
Frida le había visto por primera vez cuando Diego Rivera trabajaba en su mural “La creación” en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, donde estudiaba Frida. Seguramente allí se instaló el deseo de la búsqueda del gran artista, que le había impactado con su trabajo. Más adelante lo conoció más de cerca en las fiestas que realizaba la fotógrafa italo-mexicana, Tina Modotti, luego gran amiga de ambos pintores.

Frida quedó impresionada al ver a Diego balancear un tocadiscos en una de esas fiestas, al ver su fuerza, su alegría expansiva. Pero el verdadero punto de partida de la relación se daría poco después, cuando Frida fue a buscarlo a los andamios de la Secretaría de Educación, donde Diego pintaba otra serie de murales, para pedirle una opinión sobre su pintura. Frida Kahlo se lo contó a Ana Cecillia Treviño, conocida como Bambi, en una entrevista para el diario “Excélsior”.

“Le llevé cuatro cuadritos a Diego que estaba en los andamios de la Secretaría de Educación y sin más ni más le dije: “Diego baje” y así, como es tan humilde, tan amable, bajó. “Mire yo no vengo a coquetearle ni nada, aunque sea usted un mujeriego, vengo a enseñarle mi pintura. Si le interesa me lo dice, si no le interesa, también, para ponerme a trabajar en otra cosa para mis padres”. Entonces me dijo: Mire me interesa mucho su pintura, sobre todo este retrato de usted que es el más original. Los otros tres me parecen influenciados de lo que usted ha visto. Vaya a su casa pinte un cuadro y el domingo que entra voy a verla y le diré. Así lo hice y dijo: Usted tiene talento”.

Así fue Diego asistió no sólo ese domingo, sino muchos otros, y de esa manera, Kahlo y Rivera fueron entrelazando sus vidas. Poco después se casaron. Diego no era un hombre guapo, era más bien era feo, gordo y grande con ojos saltones, pero tenía un carisma sensacional que le confería un enorme poder de seducción. Además, era inteligente, idealista, talentoso y Frida quedó prendida de aquella desbordante personalidad.
Frida describiría este amor de una manera rotunda, como algo ya imprescindible en su vida, definitivo.
“He sufrido dos accidentes graves en mi vida. Uno en el que un tranvía me atropelló … el otro es Diego”.

FRIDA DESCRIBE A DIEGO

“Con su cabeza asiática, sobre la que nace un pelo oscuro, tan delgado y fino que parece flotar en el aire, es un niño grandote, inmenso, de cara amable y mirada triste. Sus ojos saltones, oscuros, inteligentísimos y grandes, están difícilmente detenidos. Casi fuera de las órbitas por párpados hinchados y protuberantes como de batracio, sirven para que su mirada abarque un campo visual mucho más amplio, como si estuvieran construidos especialmente para un pintor de espacios y de multitudes y muy pocas veces desaparece de su boca búdica y de labios carnosos una sonrisa irónica y tierna, flor de su imagen.

Viéndolo se piensa inmediatamente en un niño rana, parado sobre las patas de atrás, sus hombros infantiles, angostos y redondos, terminan en unas manos maravillosas, pequeñas y de fino dibujo, sensibles y sutiles como antenas, que comunican con el universo entero. Es asombroso que esas manos hayan servido para pintar tanto y trabajen todavía infatigablemente. Su forma es la de un monstruo entrañable”.

Unica grabación radiofónica de Frida Kahlo. Escanear para escuchar

 

El desierto dolor.

El desierto dolor.

El desierto dolor.

“El aleteo de las hojas, la hierba mecida, la danza de las ramas, el cabeceo de las palmeras en el viento, unas asienten, otras niegan… y te parece que algo falta.”

Y por delante y por detrás, millas y millas de oscuridad, pero de ese día en que todo cambia recuerdas cada detalle.

Recuerdas que era sábado mañana azul y que una nube paseaba sola el cielo. Recuerdas que, aunque has trasnochado, algo, no sabes qué, te ha despertado y temprano para ser sábado ya estás desenredando el cabello mojado trás la ducha y contemplando el paisaje a través de la ventana que da a los huertos tras la casa. El aleteo de las hojas, la hierba mecida, la danza de las ramas, el cabeceo de las palmeras en el viento, unas asienten, otras niegan… y te parece que algo falta.

¿Un presentimiento? Quizá. Pero es que tú eres triste, es tu condición, y rara sí, te lo ha dicho otra “rareza” desde una de sus frases pegada en la pared de una copistería, esa frase que termina diciendo, Bueno, espero que si lees esto sepas que sí, que es verdad, estoy aquí y soy tan extraña como tú.
Este llamamiento tan generoso, sentirse concernida, reconocida, acompañada la tiene conmovida… ¿Quién no querría llegar desde tan lejos, desde otro tiempo, llegar con su voz a otro y estremecerlo así? Ella sí. Y desde entonces solo quiere saber de Frida y volver, otra vez, a la escritura.

Recuerda las gotas de agua que resbalan sobre la espalda camino de su habitación. Despejar la mesa de estudio de “lo serio”, de los apuntes de esa carrera que no termina y sacar y poner sobre la mesa los útiles del gran juego, los libros, las notas, los esbozos de relatos y cuentos, la copia de una lámina de un cuadro de Frida, La columna rota, que le ha distraído a su hermana, que estudia arte. Con esa copia lleva unos días entrenando la mirada y le cuenta a su otra y va anotando lo que se le ocurre, en confianza de raras. E imagina que Frida ríe o le dice algo en mejicano inventado, Pero qué seriosa eres.

Pero hoy, relee las anotaciones, las frases sin hilván que sobre ese cuadro tiene anotadas, La mujer que se adentra en el desierto dolor estoica, comedida, recogiendo elegante la falda como si fuese a un baile… La mujer que se adentra en el desierto sol alto dolor que no declina… La mujer que se adentra toda una vida ya, recompuesto una y otra vez el corsé sobre la columna rota, que ya es de fierro… Estas frases sin hilo de relato nada le dicen, y es que ella está en lo que le parece que le falta al paisaje, no al del cuadro, este desierto conmovido y tan roto como la mujer rota, manando llanto, lo que le falta a su paisaje.

Y vuelve a mirar el cuadro y a Frida a los ojos, buscando la inmensa mirada y es entonces el grito. El grito de su madre en la planta baja de la casa, ese grito que ella ya ha oído de su madre cuando murió su abuela, ese grito que desde entonces sabe que solo provoca la Parca, y que sabe que unos caen, cortados sus hilos, para no levantarse, y otros caen de rodillas y meses o años después, aciertan a levantarse. Y sabe como si ese grito llevase un nombre, que el que ha muerto es su padre, el que daba cuerda a la caja de música de su pequeño mundo, y que era la música ese algo que parecía faltarle a su paisaje.

Y ella está ahora de rodillas y hay un vacío, un fundido en negro en el que le parece haber recorrido el fondo del ojo y por una abertura, un detrás pero dentro de la cabeza, haberse deslizado y caído en la sima del tiempo, sobre huesos todavía calientes, de los tuyos, y que de allí sale el grito que como un hilo sale de una boca y entra en otra y de otra sale y entra en otra, de todos los que seremos y hemos sido.

Y piensa que Frida podría pintar ese cuadro, esa sima del tiempo de calaveritas mejicanas bajo la casa y ese hilo que sale de una calaverita, la más vieja, y después de salir y entrar y de salir y entrar de calaveríta en calaverita, llegar hasta su madre y de su madre a ella y de ella a sus hermanos, que ya han llegado a la casa, encanecidos de golpe los mayores, ángeles viejos los pequeños… Y pintaría conmovido, tan cuarteado y tan roto como nosotros el paisaje de palmeras, que sigue absurdo e indiferente su danza, para que fuese más fácil adentrarse en el desierto dolor tan desierto y tan largo que se nos viene.

Alicia Noland
Escritora

 

La Casa Azul.

La Casa Azul.

La Casa Azul

«Creían que yo era surrealista» decías, «pero no lo era,
nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad»

El día de tu nacimiento el cielo de Coyoacán se brindó limpio, despejado. De seguro así debió ser. Emulaba el azul brillante, intenso, atrevido y descarado de tu hogar, de sus fachadas. Anunciaba el nacimiento de una estrella, el devenir de algo importante. La Casa Azul, sobrevivió al tiempo, a las alegrías, también a las tristezas. Quienes adoraban, Frida, tu trabajo, decidieron que allí debería estar tu sitio, porque sí y para siempre. El museo. Tu inmortalidad.

Dicen que en la enfermedad, en lo físico, fuiste desgraciada. Debió ser cierto, supongo, (lo de desgraciada). También dicen que eras resistente, incombustible, no lo dudo. Era necesario portar una madera especial para, con tu bagaje, llegar como tu llegaste, hasta los cielos de la superación.

No quiero hablar aquí de tus enfermedades, tampoco del maldito accidente de tráfico, ése de las siete de la tarde, ése de la colisión de tu autobús con un tranvía. Todo aquel a quien interesas, lo sabe. Lo sabe y admira tu valor, tu energía. Quiero hablar de lo importante, de tu legado, si acaso, más valorado conociendo lo anterior.
A tus primeros y adolescentes quince años marcabas diferencias. Ingresaste en la prestigiosa Escuela Nacional Preparatoria de México. Dos mil alumnos, de ellos, apenas veinticinco mujeres.
Tú, con los Cachuchas, llamados así por la gorra identificativa que usaban, que usabais. Los Cachuchas, ese grupo estudiantil, reivindicativo e incómodo para las autoridades. Tu gorra, tu voz, tu pasión. Desde jovencita, tus deseos, tus pasiones…

Fiel al espejo, reflejo de tu vestir, en el lienzo cargabas de bello colorido los trazos de tus ropas: atrevidos, elegantes; reivindicativos de la cultura de tu tierra, tanto precolombina como del período colonial. Transgresora si acaso para las convicciones al uso. Hasta en eso, Frida, resultabas brava, indomable.
Pintabas, y pintabas mucho. En tu generosidad, también en la de Diego Rivera, tu marido, por un tiempo en La Casa Azul disteis cobijo a Trotski. Exiliado, desavenencias fatales en su tierra natal. Al tiempo, a manos de Ramón Mercader, asesinado. En primera instancia, a ti y a Diego os acusaron, os detuvieron. Al poco quedasteis en libertad; lo absurdo era insostenible.

Continuaste con tu pasión, tus cuadros, tus retratos, tus colores… «Creían que yo era surrealista» decías, «pero no lo era, nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad» Alguien escribió que era imposible separar tu vida de tu obra… Tus pinturas, tus más de doscientos cuadros son biografía, tanto para la felicidad como para el dolor. Justificabas pintar autorretratos por estar mucho tiempo sola. Aun así, y eran palabras tuyas, admitías que, amurallar el propio sentimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior. También, «me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco» argumentabas con ironía, a veces con desesperación. Motivos no faltaban. Había mucho contra lo que luchar. En las horas bajas, mucho que superar.

Tentada estuviste de caer en la trampa del alcohol. Lo superaste. Llegaste incluso a escribir que deseando ahogar tus penas en licor, las muy condenadas aprendieron a nadar. Humor no te faltaba. En numerosas ocasiones, con tu potente personalidad, con tu diminuto cuerpo gritaste ¡VIVA LA VIDA! Y, en ese grito, con dificultad añadida, deseabas, necesitabas agarrarte a cada instante, a cada soplo de aire. No hay tiempos perdidos, insistías. «Cada tic-tac es un segundo de la vida, y no se repite. Hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir». Nadie podrá decir que en esto no eras consecuente.

Pocos meses faltaban para tu fallecimiento. En una cama del hospital, trasladada por amigos y un enfermero, en medio de una galería, con chistes y cantos, con algún que otro brindis, deleitaste a los presentes, invitados, curiosos, fotógrafos y periodistas. El médico te lo tenía prohibido, tú, aun así, erre que erre, a lo tuyo. Se trataba de una de tus exposiciones en El Centro de arte Contemporáneo de Ciudad de México. Te quedaban pocos, lo sabías, quizás por eso y sólo por eso, deseabas aprovechar hasta el último tic-tac.
Frida, inmortal.

Vladimir Merino
Escritor

La vida de Frida Kahlo.

La vida de Frida Kahlo.

La vida de Frida Kahlo.

“Le gustaba afirmar que habia nacido en 1910, no porque quisiera parecer más joven, sino porque fue el año de la Revolución mexicana y ella era ante todo una revolucionaria.”

Magdalena Carmen Frieda Kahlo y Calderón. Nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, entonces un suburbio de la ciudad de México. Frieda, quien de adulta optó por quitar la “e” de su nombre para que tuviera menos apariencia germana, fue la tercera de las cuatro hijas del fotógrafo de origen alemán Guillermo Kahlo, que había emigrado a México en 1891, y de Matilde Calderón, mestiza de orígenes españoles e indígenas mexicanos, y segunda esposa de Guillermo.

A pesar de la claridad sobre la fecha de su llegada al mundo, que consta en su certificado de nacimiento, a Frida le gustaba decir que había nacido en 1910, porque era la fecha de la revolución mexicana; y ella, desde muy joven, se consideraba sobre todo una revolucionaria.

Después de dar a luz a Frida, su madre Matilde enfermó, y no pudo cuidar de su hija recién nacida, por lo que la puso a cargo de una nodriza indígena mexicana. Frida, de adulta, siempre dijo que el gran amor, visceral, atávico, que sentía por su país, se debía a que había sido amamantada con leche de México desde que nació. Una idea que plasmó gráficamente en su cuadro de 1937, “Mi nana y yo”.
La infancia de Frida transcurrió en el México revolucionario, sumido en una gran agitación política, que, a partir de 1920 se transformó en una guerra civil. La clase media ilustrada buscaba más libertades políticas, y los campesinos peleaban por el reparto de la tierra, para que la revolución arrebatara a los terratenientes y sus capataces, las haciendas, para que les concedieran los derechos básicos. Tierra y libertad, fue el telón de fondo de la revolución mexicana, en el que se orientó la cada vez mayor conciencia política de Frida.

FECHAS SEÑALADAS

1913. A los seis años de edad Frida contrae la polio-mielitis, tras la que le quedará la secuela de la pierna derecha deformada y más corta, y el pie derecho torcido.
Frida asiste al Colegio Alemán, una escuela infantil alemana en la Ciudad de México.

1922. Frida comienza sus estudios en la prestigiosa Escuela Nacional Preparatoria, donde es una de las 25 niñas de un total de 2.000 alumnos. Se orienta hacia la medicina. El gobierno mexicano promueve la pintura de murales en edificios públicos como canal para educar a la población analfabeta, para trasmitirles los valores de la Revolución, naciendo así el frutífero muralismo mexicano. Esto es decisivo en su vida, porque conocerá a Diego Rivera por primera vez cuando éste trabaja en su mural “La creación” en el anfiteatro de su escuela. Frida se une a “Los Cachuchas”, grupo de jóvenes con ideas socialistas y mexicanistas, que debía su nombre al gorro de tela que gustaban llevar, como símbolo de subversión contra el rígido código de vestir de la época. Es en este año cuando Frieda cambia su nombre por Frida.
1924. Frida ayuda a su padre en el estudio de fotografía, y aprende los procesos y las técnicas del oficio.

1925. Frida trabaja en el estudio del impresor Fernando Fernández, quien, viendo sus dotes artísticas, la anima a dibujar.
El 17 de septiembre, Frida resulta gravemente herida en un accidente.

1927. Frida se afilia al Partido Comunista Mexicano. Aunque ella cuenta en sus diarios que ya se había afiliado a la juventud comunista en 1920, es decir, a sus 13 años. Conoce más a fondo a Diego Rivera, que la pinta como una revolucionaria armada dentro de la obra “El arsenal”, del conjunto muralista “Corrido de la revolución proletaria”, que Diego pinta en la Secretaría de Educación Pública. Se enamora de Diego Rivera.

1929. Se casa con Diego el 21 de agosto de 1929, y deja de vivir en la Casa Azul, su casa de la infancia, trasladándose con Diego a Cuernavaca, donde él está pintando un mural.

1930. Frida tiene un aborto como consecuencia de un embarazo inviable. Se traslada con Diego a San Francisco, donde éste ha recibido un encargo de trabajo. La pierna derecha comienza a provocarle cada vez más dolores.

1932. Se trasladan a Detroit, donde Diego ha recibido otro encargo. El segundo embarazo de Frida también se muestra inviable y termina con un aborto espontáneo el 4 de julio.

1933. En marzo van a vivir a Nueva York, donde Diego tiene el contrato para pintar un mural en el Rockefeller Center.
1934. Otro embarazo de Frida, el tercero, termina infelizmente al tercer mes de gestación. Le operan el pie derecho, del que le amputan varios dedos. Vuelve a México.

1935. Se separa de Diego Rivera, al conocer que ésta ha tenido un romance con Cristina Kahlo, la hermana pequeña de Frida.

1936. Vuelve a unirse con Diego Rivera.

1937. El 9 de enero llega a México León Trotski, con su esposa, la revolucionaria Natalia Sedova. Frida los aloja transitoriamente en su Casa Azul, donde ha vuelto a vivir.

1938. Conoce al surrealista André Breton, que la visita en México. Expone por primera vez en solitario en la Julien Levy Gallery de Nueva York, adonde viaja para la exposición. Muestra 25 obras, de las que vende la mitad.

1939. Regresa a México, reinstalándose en la Casa Azul. Su obra se expone en la Colle Gallery de Paris, con gran éxito, y promovida por André Breton. Gracias a él los pintores surrealistas la consideran una como ellos, a pesar de que Frida siempre niegue pertenecer a tal movimiento, considerándose completamente realista, dice que sólo pinta lo que le pasa.

1940. Viaja a San Francisco para tratar sus dolores con el doctor Eloesser, a quien conoció en su viaje de 1930. El 8 de diciembre, en los EE. UU, vuelve a casarse por segunda vez con Diego Rivera.

1941. Muere su padre, a quien estaba muy unida, Guillermo Kahlo, de un infarto de miocardio.

1943. Frida comienza a dar clases en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado. Aunque debido a los problemas de salud, los alumnos deben asistir muchas veces a sus clases en la Casa Azul.

1944. Frida obtiene el segundo premio de la exposición de arte anual, con su cuadro “Moisés”.

1948. Se vuelve a afiliar al Partido Comunista de México, del que se había alejado en 1929.

1950. Frida pasa nueve meses en el hospital, donde la someten a siete operaciones en la columna vertebral.

1951. Queda casi confinada a moverse en silla de ruedas, y a tomar muchos analgésicos, contra sus constantes dolores.

1952. Se implica en el movimiento mundial por la paz. Participa en manifestaciones.

1953. Se inaugura una gran exposición en solitario en la galería Lola Álvarez Bravo, de Ciudad de México. En agosto del amputan la pierna derecha por debajo de la rodilla, debido a que, por problemas de riego, se le había gangrenado.

1954. El 2 de julio participa en una manifestación por la paz y contra la intervención de los EE. UU. en Guatemala. Es su última aparición en público. La madrugada del 13 de julio, tras haber sufrido una fiebre elevada durante varios días, fallece en su cama de la Casa Azul. El parte oficial dictamina una embolia pulmonar.

En 1927. Diego Rivera, pinta a Frida Kahlo como una revolucionaria armada dentro de la obra “El arsenal”, del conjunto muralista “Corrido de la revolución proletaria”