La sorpresa Belga

Nos encontramos en el año 2017, casi 10 años desde el comienzo de la crisis. Toda Europa está ocupada por partidos del establishment y de extrema derecha… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles belgas resiste todavía al invasor…
Más allá del paralelismo con Astérix y Obélix, el fenómeno del PTB -Partido del Trabajo de Bélgica-, está sorprendiendo a políticos y politólogos tanto por su emergencia como por su naturaleza. Nos explicamos: con las elecciones federales de 2019 aproximándose, nadie apostaba por que un partido de origen maoísta llegase al asombroso primer puesto en la región francófona de Valonia y al tercero en la región mixta de Bruselas –en la región flamenca tiene más dificultades-.

Desde luego tampoco se esperaba la velocidad con la que ha ido creciendo este último año, donde ha pasado de unos discretos 8%, 5% y 3% en Valonia, Bruselas y Flandes respectivamente en enero de 2016, a colocarse actualmente en el 24%, 14%, y 7%, en las mismas regiones. Podemos proporcionar tres explicaciones interconectadas de este acelerado éxito: sus representantes y liderazgos, su comunicación política y discurso, y su organización e implantación.

La génesis de este partido liderado por el sociólogo Peter Mertens no se emplaza en el marco del resto de partidos de extrema izquierda “old-school”, esto es, nacidos a principios de siglo XX con las movilizaciones obreras, sino que se trata de un partido surgido de las movilizaciones estudiantiles de los 60 en Bélgica. Agrupados en torno al comunista Ludo Martens, los estudiantes maoístas crearon en 1979 el núcleo del PTB, en clara oposición a la izquierda de entonces.

Una de las claves de la aceptación de este partido por parte del electorado está en los candidatos y el trabajo de comunicación política que hay detrás. Por un lado, estos representantes poseen rasgos similares a los de la población que quieren representar. No en vano el líder intelectual Peter Mertens, aparte de escribir varios libros que servirán de base teórica del partido, pasó su juventud fregando escaleras como “técnico de limpieza”.

Entre sus representantes encontramos sobre todo jóvenes, mujeres, inmigrantes y simples trabajadores, que son “entrenados” en liderazgo y análisis político en su potente centro de investigación, el Instituto de Estudios Marxistas.
Otro ejemplo es el perfil público del actual portavoz nacional, Raoul Hedebouw, que ha crecido de manera exponencial debido a sus contundentes intervenciones y las campañas que encabeza. Sus intervenciones emplean un lenguaje directo y polémico, similar al de los primeros años de Podemos, pero con menos ambigüedad y siguiendo una marcada estrategia política donde la imagen, la “marca” del partido, es esencial para comprender el porqué de su éxito.

Si bien la forma es importante, el contenido es determinante: un discurso anti-establishment, contra la “lobbycracia” europea y pro-industria, a la vez que ecologista, son sus insignias. Lo simbólico también ocupa un espacio importante ya que sus representantes se bajan el sueldo a 1.600 €, la media nacional, y se trata del único partido financiado mayoritariamente por sus afiliados.Dicho éxito también se debe a un hecho insólito en la política belga: no sólo las ponencias y discursos de los representantes del PTB son mitad en francés y mitad en flamenco, sino que la totalidad del partido está organizado en torno a este eje integrador de las dos culturas. Es el único partido nacional, es decir, que tiene presencia en todas las zonas, que interviene en todas las lenguas y que intenta representar todos los intereses lingüisticos y culturales.

Esto se combina con una efectiva implantación en los trabajadores belgas. Entre los trabajadores sindicados, insiders, pero también entre los outsiders, teniendo muy en cuenta la realidad social belga. Peter Mertens es conocido por su ensayo “La clase obrera en la era de las multinacionales”, donde hace un análisis exhaustivo del trabajo y los trabajadores en el siglo XXI y propone nuevas y no tan nuevas herramientas para los nuevos desafíos.

El documento del PTB “Un Partido Flexible” utiliza los conceptos tradicionales de táctica y estrategia, pero establece también una orientación sindicalista muy acentuada y actualizada, comprendiendo y analizando las nuevas condiciones toyotistas, deslocalizadas y precarizadas de la nueva industria y la terciarización.

Otro fuerte está en la relación entre la comunicación política y su organización. Concretamente, en la manera en la que combinan la sala de estar (la comunicación política directa y simple de cara al electorado trabajador), con la cocina (organización interna leninista-jacobina de firmes principios y flexible en la práctica). De esta manera, pese a que nominalmente –de cara al público-, no son un partido comunista, organizativamente son un partido clásico de vanguardia. Unos principios y estructura tan rígidos conllevarían el riesgo de una esclerotización y burocratización, pero éste parece ser uno de los puntos más trabajados en lo interno del PTB.

Todos estos elementos vienen a completar el puzzle del éxito del PTB, que se adelanta en Valonia al tradicional Partido Socialista, que como en Francia, alcanza su mínimo histórico. A pesar de su falta de experiencia parlamentaria y de su política de no alianzas, el PTB se yergue como una alternativa firme en la izquierda belga, en un momento en que la gente se siente enfadada y desilusionada con los partidos políticos tradicionales y gravita hacia la derecha.

Fidel Oliván Navarro
Politólogo y Sociólogo
Blog Polikracia