Testamento Poético

Testamento Poético

Testamento Poético

Dedicatoria de “Vientos del pueblo” por Miguel Hernández.

Vicente: A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres.

Nosotros venimos brotando del manantial de las guitarrras acogidas por el pueblo, y cada poeta que muere, deja en manos de otro, como una herencia, un instrumento que viene rodando desde la eternidad de la nada a nuestro corazón esparcido. Ante la sombra de dos poetas, nos levantamos otros dos, y ante la nuestra se levantarán otros dos de mañana. Nuestro cimiento será siempre el mismo: la tierra. Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Sólo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. Aquel que se atreve a manchar esas manos, aquellos que se atreven a deshonrar esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía y nadie los lavará: en su misma suciedad quedarán cegados.

Tu voz y la mía irrumpen del mismo venero. Lo que echo de menos a mi guitarra, lo hallo en la tuya.
Pablo Neruda y tú me habéis dado imborrables pruebas de poesía, y el pueblo hacia el que tiendo todas mis raices, alimenta y ensancha mis ansias y mis cuerdas con el soplo cálido de sus movimientos nobles.

Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja de imponente modo a ti, a mí, a varios, hacia el pueblo. El pueblo espera a los poetas con las orejas y el alma tendidas al pie de cada siglo.

Dedico este libro a Vicente Aleixandre

Cuando el destino de un hombre se juega a los dados

Cuando el destino de un hombre se juega a los dados

Cuando el destino de un hombre
se juega a los dados

Julian Assange juzgado el 11 de octubre de 2019.

Al igual que el 20 de septiembre de 2019, su nombre figuraba en primer lugar para ser juzgado por extradición, pero eso se debía a que su apellido comienza por la letra A. Estaba en una lista alfabética de 21 nombres, en su mayoría varones polacos y rumanos, junto una mujer azerbaiyana. En la Corte de Magistrados de Westminster, el 11 de octubre de 2019, el secretario del tribunal, y su ayudante, prepararon la sesión en la pequeña sala número 3, mientras que el público rápidamente llenó las diez sillas reservadas detrás del cristal. Julian Assange figuraba, como hemos dicho, en la sesión entre los inmigrantes de Europa del Este que vivían en Gran Bretaña y eran reclamados por la justicia de su país, con el apoyo de las Órdenes de Detención Europeas. En la lista del 20 de septiembre, algunos de los proletarios acusados ​​de robo, estafas u otros líos y delitos de los pobres, también estaban amenazados con ser entregados a los Estados Unidos. Y Julian Assange está en la misma lista. Una extraña sensación de saberlo en compañía de los más vulnerables, de los menos conscientes de sus derechos, el proletariado europeo menos politizado. Y ese día, después de todos los insultos de esta justicia expeditiva donde los hombres son juzgados en su ausencia, los activistas de la Asociación Wikijustice tampoco esperaban verlo comparecer.

Nuestra preocupación era saber si un mínimo de defensa estaría presente para él, al contrario que el 20 de septiembre pasado. Los diez sitios para el público fueron ocupados rápidamente por Wikijustice y los miembros del comité de apoyo británico. Andrej Hunko, diputado de Die Linke, también estaba presente en el público, él un luchador por la justicia en Europa durante mucho tiempo, destacándose por su demanda para una investigación internacional independiente sobre el asesinato de 100 personas quemadas vivas en la Casa de los Sindicatos en Odessa, el 2 de mayo de 2014 durante el Maidan ucraniano. Lamentablemente, las familias de los otros acusados ​​debían contentarse con estar de pie. Desgraciadamente, para sus allegados, como para Julian Assange, la justicia británica fue rápida, seca y carente del menor análisis.

La señora Emma Arbuthnot, jueza y presidenta de la corte, tomó su puesto en el estrado y todos nos levantamos. El secretario le presentó el plan de trabajo. Julian Assange aparecía en una nueva lista del plan del día como el número 11, pero finalmente los encausados fueron presentados en un orden distinto ante el juez. El secretario del tribunal comenzó con el caso número 16, y, después de pronunciar su nombre en voz alta, llamó al acusado polaco de la prisión de Belmarsh tras haber activado el video. En la pantalla aparece un guardia que afirma que el Sr. K. está demasiado enfermo para comparecer ese día. Y eso es todo. La terrible justicia desmaterializada o la extraña apariencia del video nos devuelve a una forma de Antiguo Régimen, donde el prisionero se ha vuelto inmaterial, oculto, inaccesible. En efecto, el acusado nunca más vuelve a salir. Él no ve a su familia ni a los que le apoyan, porque la cámara no le muestra el fondo de la sala. No siente el espíritu del momento. No siente nada de la comedia humana en la que se juega su destino. Ya no es ciudadano, sino un objeto encerrado y arrastrado de abogado a juez y de juez a guardian. El Sr. K. ni siquiera sabía lo que se dijo de él en la audiencia. Él no está allí. Su familia debe creer al guardian su palabra de que está “demasiado enfermo” y es entregada a una profunda preocupación llena de interrogantes.
En tal sistema, donde el ciudadano ha desaparecido en favor del objeto encerrado, el abogado se convierte en el único garante de la humanidad del ser humano físicamente desaparecido de la vista de otros humanos. Algunos abogados luchan como leones por su cliente. El próximo acusado, también polaco, rechaza la solicitud de extradición y solicita una extensión de la libertad bajo fianza. En 5 minutos pintó la imagen de un hombre que se lamentaba de sus acciones, que ha cumplido la mitad de su condena, que trabaja, que es dueño de un pequeño negocio, y eso ha detenido a la Señora jueza, que ha encontrado la evidencia de que su negocio existe, que tiene una dirección y clientes … El joven abogado no renuncia a la pieza, no asiste impotente al proceso, pelea. Un segundo de respiro. La Señora jueza, tan severa, esboza una sonrisa. No, es rechazada su petición, los delitos de los que es culpable, las estafas y los robos, son demasiado graves para ella. Atentan contra la moral de la sociedad. Pasamos a la siguiente. Se trata de un rumano, que no está, no se sabe por qué. Luego, el dúo juez-secretario evoca el caso de H, la mujer azerbaiyana. Ella tampoco está allí y no tiene abogado. Sin embargo, se entiende que está en prisión acusada de cosas graves. Su caso se pospone, pero ¿qué será de ella si nadie cerca de ella se preocupa por ella en las profundidades de su prisión? Pienso en ella, aunque he venido por Julian Assange.

El siguiente prisionero, otro polaco, comparece en un video desde Belmarsh, la prisión. Su abogado tiene 2 minutos para explicar que “no pudo ponerse en contacto con su cliente debido a las condiciones de visita en la prisión”. Algo que no sorprende ni indigna a nadie. La juez establece la audiencia para principios de noviembre. Después llega el caso de otra mujer, J., que también es “sierva prisionera”, como lo fue Julian Assange -prisionero al servicio del sistema-, esperando que el sistema decida sobre él. Luego vino otro polaco, el número 22, cuyo nombre no está en la lista. Al igual que los demás, se aferra a esta desagradecida Inglaterra, rechaza la extradición a Polonia y solicita una libertad bajo fianza. Siempre por boca de su abogado, porque como los otros, está ausente.

Entonces la juez se levanta y nosotros también nos levantamos al ver que sale de la habitación. Creemos que es un descanso y estamos a punto de comenzar a discutir lo que hemos visto. Pero el secretario anuncia que se va a tratar el caso de Julian Assange y tomamos asiento. Nos volvemos a levantar porque llega otro juez, un hombre de unos 45 años. Y ya puede comenzar la siniestra broma política. Se enciende el video y Julian Assange aparece ante nuestros ojos. Está sentado en una silla sobre una especie de caja, en una habitación pequeña con unos cuadros detrás de él que parecen espejos. La escena podría estar sucediendo en cualquier lugar ya que el secretario del registro ni siquiera comenta en voz alta “prisión de Belmarsh” cuando establece la conexión mientras que sí lo ha hecho en el caso de los otros reclusos.

Julian Assange parece demacrado, tenso, crispado, sobre la silla, con una pierna descansando sobre la otra, con los brazos cruzados, y las manos ocultas, dobladas. Lleva una larga barba y el cabello largo gris y blanco, la misma sudadera azul desteñida y los mismos pantalones grises que llevaba en el video de April Wandsworth y que se filtró en mayo. Hace frío en esta mañana húmeda de otoño en Londres. No puedo evitar preguntarme si alguien le ha proporcionado ropa o dinero para comprar en el interior de la prisión los productos de primera necesidad a los que tiene derecho todo ser humano, incluso encerrado. Me acuerdo de mi viaje de ayer a la prisión de Belmarsh, donde los guardianes del “centro de visitantes” se negaron a certificar que había recibido nuestros paquetes con calcetines de abrigo. Es impactante verlo de esa manera y creo que nuestros calcetines enviados no son superfluos.

Julian Assange dice solo una frase, “Paul Julian Assange” y su fecha de nacimiento. Luego mantiene un aire ausente hasta el final. Se inclina ligeramente hacia adelante, mirando al suelo, como si se negara a participar en esta mascarada. No sabemos exactamente qué puede ver de la sala, probablemente sólo a su abogado, el cargo de su acusación que está en el primer plano, al secretario y al juez. No lo vemos por completo, la cámara lo corta por la cintura. Su abogado, Gareth Peirce, está aquí, llegó a las 10 de la mañana pero estuvo ausente de la sala durante la presentación de los otros casos. Habla con el juez, dura unos minutos. Me parece que no mira a Julian Assange. No gira la cabeza ni una sola vez al video y no hay entre ellos ninguna mirada o signo de connivencia. Uno tiene la impresión de asistir a una obra de teatro en la que todos los actores conocen el juego, las reglas del juego y, naturalmente, el resultado de la trama. Normal, todos se conocen porque juegan en la misma compañía del sistema judicial, mientras que nosotros asistimos a la comedia humana como espectadores indefensos. Pero éste es un hombre cuyo destino se juega a cara o cruz …

Comprendemos que Gareth Peirce está pidiendo la comparecencia física de Julian Assange en el tribunal la próxima semana, el 21 de octubre. No es una mala idea, pero pensaba que, después de nuestras consultas legales con los abogados de extradición, en esta audiencia del 11 de octubre se presentarían los argumentos de la defensa y que la audiencia de la semana posterior serviría para confrontar los argumentos de ambas partes, defensa y acusación. Después, el juez tiene 3 semanas para decidir.

La acusación está muy presente en la audiencia en la persona de una elegante mujer que habla en último lugar, sentada justo al lado de Gareth Peirce. Después de la audiencia, me explica que ella es la “abogada de la solicitud”, el abogado de la “parte opuesta”, es decir, me dice que defiende los intereses estadounidenses. Amablemente me da su nombre, Clair Dobbin. Su CV está disponible en Internet, y allí observo que su bufete está ubicado en el mismo edificio que el de Matrix Chambers, la firma de abogados (1) uno de los cuales, Mark Summers, había leído la famosa carta de las disculpas y excusas de Julian Assange en la audiencia del 2 de mayo.

El juez termina preguntándole a Gareth Peirce en voz alta: ¿No hay solicitud de libertad bajo fianza hoy? No. Gareth Peirce, el abogado de Julian Assange no pregunta nada. Quiere que todo se juegue el 21 de octubre. Su cliente fija la vista al suelo de la prisión, y no se sabe si escucha y entiende, o si está de acuerdo. Se acabó. El juez se va, nos levantamos y salimos al pasillo donde se desarrolla el resto de la comedia humana y política.

El 21 de octubre o el 18 de octubre han sido evocados en la audiencia. Debemos precipitarnos sobre la secretaría del tribunal para solicitar la confirmación de las fechas. Vuelvan mañana –nos dicen-, todavía no los tenemos en el ordenador. Gareth Peirce se queda un momento en el pasillo, a disposición de los comités de apoyo y de los periodistas ingleses. Me presento y le pregunto si puedo pedirle explicaciones. Comienza a hablarme, pero enseguida debe irse por el requerimiento del secretario del tribunal. Me ofrece hablar con su asistente.
El 21 de octubre se lanzarán los dados. ¿Qué se puede hacer para fortalecer la defensa de Julian Assange antes de que sea demasiado tarde?

Crónica de Monika Karbowska.

1. En el sistema inglés existe una jerarquía entre los abogados: los “sollicitor” son los abogados en contacto con los clientes que pueden presentar una demanda ante los tribunales de primera instancia, los “Magistrate court”. Pero para acudir al tribunal de segunda instancia, “Crown court” debe contratar los servicios de abogados más especializados, los “barrister”y debe contar con ellos. Jennifer Robinson y Mark Summers fueron los “barristers” de Julian Assange, mientras que Gareth Peirce es su abogado “sollicitor”.

Monika Karbowska

Militante del KPP (Partido Comunista Polaco)
Feminista y miembro de Wikijustice

La crisis del Metal

La crisis del Metal

La crisis del Metal

“Los intereses de clase están confrontando de manera nítida y tienden a agudizarse.”

Cerca del 80% del sector del metal bizkaitarra paró y alrededor de 15.000 personas se manifestaron en las calles de la capital de Bizkaia en cada una de las manifestaciones convocadas.
La clase trabajadora bizkaitarra y sus sindicatos de clase, vuelven a estar inmersas en un duro proceso de movilización y negociación que les conduzca a la conquista del ya ansiado, tras años de inactividad, convenio sectorial del metal, decaído desde 2003 el de eficacia general, y desde 2011 de eficacia limitada.

El día 10 de mayo, las 4 grandes organizaciones sindicales vascas (CCOO-LAB-ELA-UGT) convocaron varios días de huelga para los meses de mayo y junio, con la finalidad de presionar a la patronal FVEM ante su falta de responsabilidad en el proceso de negociación del convenio metal de Bizkaia, convirtiéndose el día 23 de mayo, la primera de las jornadas de huelga, en un claro triunfo para las trabajadoras del sector.

En esta línea, cabe destacar que tanto el seguimiento como la intensidad de las jornadas de huelga han ido “in crescendo” en las convocatorias del 6, 7 y 20 de junio, llegando a culminar el día 21 de dicho mes, en una jornada altamente reprimida por las fuerzas del orden. Tanto los piquetes informativos como la gran manifestación que dio lugar en el centro de Bilbao, fueron testigos de una acción desmedida por parte de la Ertzaintza, defendiendo los intereses de la patronal bajo órdenes del Gobierno Vasco.

Las cifras hablaron por sí solas. Cerca del 80 % del sector del metal bizkaitarra paró, y, según el propio ayuntamiento de Bilbao, alrededor de 15.000 personas se manifestaron en las calles de la capital en cada una de las manifestaciones convocadas.

La clara y contundente respuesta de las trabajadoras del sector, atiende a una profunda necesidad de actualización de derechos para toda la parte afectada. Las tablas salariales, planes de igualdad, la recuperación del poder adquisitivo perdido durante años, el freno a la desfasada flexibilidad en diferentes puestos… son objetivos que todos los sindicatos han recogido en la plataforma conjunta, debiendo ser esta necesariamente asumible por la parte patronal para dignificar las condiciones de trabajo en un sector que tanta plusvalía ofrece, sobre todo, a las grandes empresas y multinacionales.

Ante la compleja situación emanada del inmovilismo de la patronal, ante la que los intereses de clase están confrontando de manera nítida y tienden a agudizarse, es de profunda necesidad salvaguardar la unidad de acción sindical para seguir trabajando por un futuro que afecta a miles de familias, así como a centenares de localidades y comarcas enteras.

Es imprescindible que la clase trabajadora en general y la bizkaitarra en particular, haga uso de esa gran e histórica arma que es la solidaridad de clase, para que hombro con hombro, las conquistas sociales y laborales se materialicen y hagan revertir las desmesuradas riquezas de unos pocos como única opción para poder blindar los derechos de la gran mayoría.

De esta manera, presionar a las patronales para las renovaciones y actualizaciones de convenios sectoriales paralizados o caducos es de primordial necesidad, buscando como en el caso del metal de Bizkaia, una clara unidad de acción confluyente con sindicatos mayoritarios pero también minoritarios, así como con movimientos sociales y ciudadanía en general, clara bandera que tanto históricamente como en la actualidad el PCE y CCOO han empuñado con responsabilidad.

Iker Cabrera Jareño. Responsable de Movimiento Obrero del PCE – EPK

Unai Orbegozo Uribesalgo: Federación de Industria de CCOO de Euskadi

 

El poeta que pagó por tomar partido

El poeta que pagó por tomar partido

El poeta que pagó por tomar partido

 “Condenado a muerte primero y finalmente recluido con una condena de treinta años, pagó un alto precio por su compromiso republicano y su militancia en el Partido Comunista.”

Miguel Hernández, poeta del pueblo y exponente destacado de la generación del 27, representa una parte de la cultura popular muy particular por diferentes razones. Evidentemente por la calidad y el reconocimiento universal de su obra, y también por el compromiso social indiscutible en sus poemas.

El autor oriolano representa como pocos -tal vez no tan pocos-, lo contrario a aquello que denunciaban los versos de nuestro Gabriel Celaya cuando afirmaban el contundente y certero “maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, maldigo la poesía de quien no toma partido, partido hasta mancharse”. No es casual el compromiso del poeta de Hernani con la figura y obra de Miguel Hernández, ni se basa sólo en la amistad entre ambos y con otros autores, sino que se erige sobre esa concepción compartida de la cultura como una herramienta de lucha social para los de abajo, como un arma en la lucha de clases.

Es claro, que siendo uno de los referentes culturales indiscutibles en la España del siglo XX, la figura del alicantino ha sufrido, como tantos otros autores y artistas de profundo compromiso social y político, un vaciado ideológico interesado por quienes impulsan la cultura dominante, la cultura oficial.

Es cierto que en menor medida que otros pro-tagonistas a los que estamos prestando atención desde nuestra revista, por la dificultad que tiene vaciar de contenido una obra tan abiertamente comprometida y política como la de este poeta cuya vida fue coherente con su obra hasta las últimas consecuencias.
El trágico final del pastor de cabras que alcanzó sus sueños convirtiéndose en un poeta de excep-cional valor literario, fue la consecuencia de su compromiso social y político con la causa de los más desfavorecidos, de los más humildes, de los suyos en definitiva. Condenado a muerte primero y finalmente recluido con una condena de treinta años, pagó un alto precio por su compromiso republicano y su militancia en el Partido Comunista.

Pagó con su temprana muerte en el encierro a los apenas treinta y un años de edad. Pagó por no concebir su obra como un lujo cultural con los neutrales, pagó por tomar partido hasta mancharse, por tomar Partido. Pagó por su militancia y compromiso en el Partido Comunista.

Pero existe un tercer elemento junto a la calidad literaria y el compromiso social en la figura de Miguel Hernández que quisiéramos destacar desde ERI. Su origen humilde, en el seno de una familia dedicada al pastoreo le impidió lograr algo a lo que aspiraba y que deseaba aquél joven Hernández con todas sus fuerzas: continuar con los estudios, los cuales tuvo que abandonar con quince años para dedicarse a las labores de pastoreo de las que vivía su familia.

Miguel Hernández pertenece por lo tanto a una parte de la cultura popular caracterizada por autores de extracción humilde, autodidactas por necesidad, por razón de su origen de clase, y por lo tanto autores cuyo proceso de aprendizaje y su proceso creador no pueden separarse de dicha condición. El poeta aprendió de la lectura mientras cuidaba el rebaño y el literato que llevaba dentro aquel pastor que no podía acceder a los estudios reglados, acabó saliendo como producto de su propia realidad. Miguel pudo ser en el futuro “poeta del pueblo”, porque era pueblo.

Esperamos desde la redacción de ERI, que nuestro número y el resto de números de nuestra publicación sirvan también a nuestras lectoras y lectores en la parte autodidacta que todo proceso de aprendizaje tiene. Esperamos por lo tanto que este nuevo número pueda ser útil a nuestra gente, a la gente trabajadora que, como Miguel Hernández, comprende la importancia de la cultura como herramienta de transformación social.

Jon Hernández

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi

Parlamentario de Elkarrekin Podemos
en el Parlamento Vasco