El ‘Guernica’ de Picasso,  el Picasso de todos los bombardeos

El ‘Guernica’ de Picasso, el Picasso de todos los bombardeos

El ‘Guernica’ de Picasso,
el Picasso de todos los bombardeos

Otros Gernikas continúan a día de hoy sin un cuadro-rosa de los vientos que los sitúe en el planeta azul.

Leer con el alma su firma conduce a pensar que primero fue Arte y, después, hombre preocupado por sus semejantes. Picasso rubricó el cuadro ‘Guernica’. Su impronta como el bombardeo aliado internacional, del estado nazi alemán y el estado fascista italiano junto a los militares golpistas, contra la villa foral vasca de igual nombre fue instantánea en todo el mundo en el sangriento 1937.

Otros Gernikas continúan a día de hoy sin un cuadro-rosa de los vientos que los sitúe en el planeta azul. Por cercanía personal, por ser el episodio histórico que más he labrado en décadas de periodismo, citaré como ejemplo Durango, raid ocurrido 26 días antes en nuestra histórica. No tuvo cuadro que le catapultara. Pero no tropezaré en el error de emitir preguntas innecesarias, de podios vanos.

Ninguna acción de bombardeo está por encima de ninguna otra. Como tampoco está justificada por el empirismo, es decir: Derechos Humanos y, por consiguiente, libertades. Todos los ataques bélicos contra civiles son picassianos, cubistas irrazonables, a pesar de no tener quien los bocete en más de 42 ocasiones como hiciera Pablo el andaluz, quien los pinte.
El autor malagueño es asilo de todos y cada uno de esos municipios huérfanos -pictóricamente hablando- bombardeados. De los miles de ataques aéreos y, también, de los de artillería. Y de los de aún por exhumar con siempre básicas nuevas investigaciones. La aportación de Picasso a la memoria y a los refugiados de la época tiene una importancia paralela a la de otros insignes así como anónimos comunistas (o presuntos). Expondré algunos casos que me vienen a la mente.

Así, gracias al marchante de Arte, Paul Rosenberg, el Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles de Londres consiguió recaudar fondos exponiendo el Guernica de Picasso -que a día de hoy en Madrid es intocable, inamovible, por lo tanto insolidario- por toda Inglaterra entre 1938 y 1939. Aquella labor continúa plausible.

Para entonces llevaba años fusilado Federico García Lorca, otro -posible- comunista. Su acervo rima por sí solo. Y la a la postre premio nobel chilena, la poetisa Gabriela Mistral, donó en 1938 los derechos de su famoso libro Tala en beneficio de niños vascos durante la Guerra Civil. Ella, la autodenominada India vasca, por su férrea defensa de todo lo indígena en América y por su ancestral segundo apellido Alcayaga, notorio de Euskadi. Posible comunista, ella también.

La misma ideología abrazó el también nobel y chileno, Pablo Neruda. El 4 de agosto se cumplen 80 calendarios de que el barco francés Winnipeg levara anclas con más de dos millares de personas refugiadas en campos de concentración. Eran españoles. Había también vascos. El poeta fue quien viajó de un país a otro recabando posibles para conducir el navío a Chile. Lo logró.

El objetivo llegó, no sin dificultades, a buen puerto fluvial un mes después. El origen dicen que partió de una misiva que el gaditano Rafael Alberti -comunista- remitió a su colega transatlántico. Neruda se entrevistó, entre otros, con los delegados del lehendakari José Antonio Aguirre -nacionalista vasco- en su país. Y con un joven socialista entonces llamado Salvador Allende, acudió el poeta a recibir en Valparaíso -jornadas antes arribaron a Arica- a los protagonistas de su poema Misión de amor. “De Francia tambaleante / por mi boca llamados / acudieron, Saavedra, dije, y vino el albañil, / Zúñiga, dije, y allí estaba, / Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa, / grité, ¡Alberti! y con manos de cuarzo acudió la poesía”.

Su solidaridad, como el cuadro de Picasso se hizo huella benéfica. Y en el Guernica caben aún más bombardeos, entregas y firmas históricas: una de las dos eses del apellido de Pablo, puede ser la de Antoine Saint-Exupéry, piloto galo que acudió a la España en guerra y acabaría firmando El Principito. Un ejemplo paralelo fue el de George Orwell. “Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo”, enfatizó para el futuro el británico.
Todos y cada uno de ellos, de ellas, pusieron su grano de comino para combatir el odio, lo irracional de una guerra. Lo que algunos italianos fraguaron como fascismo. No en vano, sin Gernikas, sin Durangos ni Hiroshimas o Sirias -con cuadro o no- Picasso hubiera seguido siendo el pacifista comunista que dijo ser.

Iban Gorriti Periodista

 

El primer discurso de Picasso

El primer discurso de Picasso

El primer discurso de Pablo Picasso

“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido”.

Sucedió en 1948, unos años después de la II Guerra Mundial, que encontró su principal campo de batalla en Europa entre los años 1939 y 1945, y que en gran medida tuvo a Polonia como una de las tristes protagonistas de esta conflagración. El mundo quedó horrorizado de las barbaridades de Auschwitz, de los campos de exterminio nazis, de los delirios de Hitler y de las consecuencias de la contienda. Por ello, tras su final, fueron varias las iniciativas que se pusieron en marcha para evitar nuevas guerras. Una de ellas tuvo lugar en Wroclaw, donde, en el año 1948, se reunieron intelectuales de todo el mundo para hacer un llamamiento exhortando a la paz y a la toma de medidas para que acontecimientos como la II Guerra Mundial no se repitieran.

Con motivo de esta convocatoria, se persuadió a Picasso para participar. La mala noticia de la orden de captura de su amigo Pablo Neruda, del que se desconocía entonces el paradero, perseguido por la policía en Chile, la intención de llamar la atención sobre su desaparición, motiva a Picasso a realizar algo inédito en él: superar su fobia a los aviones y volar desde Francia a Polonia, en compañía de Paul Eluard. En Polonia, Picasso se desplaza en tren, viendo la desolación, las catástrofes de la guerra, la destrucción de las ciudades, y se posiciona en el debate respecto a la reconstrucción que se lleva a cabo en el país. “Todo esto está bien –decía Picasso-, no hay que olvidar el pasado, pero para ello editen libros con reproducciones de obras auténticas, pero, por favor, no edifiquen, en el siglo XX, iglesias góticas o palacios del Renacimiento. Es ilógico y antinatural. Toda cosa humana es perecedera y ocurre lo mismo con las obras de arte”. En Wroclaw, en el Congreso, Picasso dedica su participación enteramente a Pablo Neruda.

Neruda y Picasso se conocieron en Paris en 1937, cuando el poeta llegó a la capital francesa desde España con Delia del Carril. La solidaridad con la República española, activa y militante para ambos, instala entre los dos pablos una profunda amistad. Poco después Picasso enfrenta su obra magna, el Guernica, y Neruda se ocupa en Paris de la misión de organizar el transporte, barcos, para sacar al máximo número de republicanos hacia Chile. Neruda se había acercado a la política en las filas de la Federación de Estudiantes de la universidad de Chile. Pero es en España, donde el poeta residía y trabajaba como cónsul chileno, en la vida cultural de la República, y en la Guerra Civil, es donde toda su obra y vida se inclina definitivamente a la lucha política abierta, y no solamente al canto social. En 1945, ya de regreso en su país natal, Neruda ingresa en las filas del Partido Comunista de Chile, y ese mismo año es elegido senador de la República. Su trayectoria parlamentaria finaliza el 6 de enero de 1948 con su célebre discurso “Yo acuso”.

“Yo acuso al presidente de la República de falta de fe en su país, lo acuso de solicitar y soñar con empréstitos extranjeros, con la quimera del oro, aún a costa de recibir el país las peores humillaciones, en vez de formular una política grande, digna y amplia, que dé trabajo a los obreros chilenos y empresas a los industriales de nuestro país. Es de la profundidad de la patria de donde se sacan los recursos. Chile no quiere ser un país mendigo”

Poco después, en vísperas del Congreso de Intelectuales por la Paz en Wroclaw, el entonces presidente de la nación, Gabriel González Videla, a pesar de que la formación comunista contribuyó a llevarlo al palacio de la Moneda, promulga la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declarando ilegal al Partido Comunista de Chile, razón por la se emite la orden de captura de Pablo Neruda. El poeta se esconde primero, y se exilia después, viviendo en la clandestinidad hasta 1952, cuando nuevamente le es posible retornar a Chile.
En Wroclaw el 25 de agosto de 1948, solidarizándose con su amigo desaparecido, Picasso leyó, ante los 500 congresistas de 46 naciones, el primer discurso que pronunció en su vida.

“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: es Pablo Neruda.

Pablo Neruda, mi amigo, es no sólo un gran poeta, sino también un hombre que, como todos aquí, se ha dedicado a presentar el bien bajo la forma de lo bello. Ha tomado siempre el partido de los hombres desgraciados, de los que piden justicia y combaten por ella. Mi amigo Neruda está actualmente acorralado como un perro y nadie sabe ni siquiera dónde se encuentra.

Nuestro Congreso, a mi modo de ver, no debe aceptar una injusticia tal, que se vuelva en contra de nosotros todos. Si Pablo Neruda no recobrara su libertad, nuestro Congreso no sería un Congreso de hombres dignos de ser libres. Yo os propongo que se vote la resolución siguiente, a la cual daremos la mayor difusión:
El Congreso Mundial de Intelectuales, reunido en Wroclaw, envía al gran poeta Pablo Neruda la expresión de su apoyo, de su admiración, de su afecto, de su solidaridad. Los 500 miembros del Congreso, que representan a 46 naciones, denuncian a todos los pueblos la abyección de los métodos policiales de los gobiernos fascistas que se atreven a atacar a uno de los más eminentes representantes de la cultura. Exigen imperiosamente para Pablo Neruda el derecho a expresarse libremente y vivir libremente donde le plazca.”

Dos años después, esta vez en Varsovia, en 1950, Neruda, que ha conseguido escapar de Chile y con la ayuda de Picasso, vivir clandestinamente en Francia, ocultándolo en París y en Vallauris, participa en el II Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. Picasso no asiste, sus amigos Paul Eluard, Louis Aragón e Ilia Ehrenburg, son incapaces de convencerlo para que vuele de nuevo a Polonia. A pesar de que allí va a recibir, al igual que el poeta, el Premio Internacional de la Paz. Neruda le devuelve las palabras de Wroclaw, y habla por su amigo en el discurso de agradecimiento.

“La paloma de Picasso vuela sobre el mundo, nívea e inmaculada, llevando a las madres una palabra dulce, de esperanza, despertando a los soldados con el roce de sus alas para recordarles que son hombres, hijos del pueblo, que no queremos que vayan a la muerte. Y vuela sobre los monumentos y las ciudades, se queda pegada a todos los muros de todas las ciudades del mundo con el mensaje de la paz que el maestro Picasso envió con ella a todas partes.”

Años después, en sus memorias, Neruda evocará con ternura aquel primer discurso de Picasso en Wroclaw:
“Entonces surgió Picasso, tan grande de genio como de bondad. Estaba feliz como un niño porque había pronunciado el primer discurso de su vida. El discurso había versado sobre mi poesía, sobre mi persecución, sobre mi ausencia.”

 

“Por qué me he adherido al Partido Comunista”. Pablo Picasso.

“Por qué me he adherido al Partido Comunista”. Pablo Picasso.

“Por qué me he adherido al Partido Comunista”. Pablo Picasso.

Pablo Picasso entrevistado por Paul Galliard, para la revista americana «New Masses». Reproducida en “L’Humanitè”, Órgano Central del Partido Comunista Francés, no 64, París, 29-30 de octubre de 1944.

Hace diez días, “L’Humanité” recibía de Nueva York el siguiente cablegrama: «PETICIÓN ENTREVISTAR PARA NOSOTROS PICASSO SOBRE ADHESIÓN AL PARTIDO COMUNISTA. EXPEDIR POR CABLE NEW MASSES».
De este modo, uno de los grandes semanarios de Estados Unidos no duda en preguntarnos, por cable, acerca de los motivos de la adhesión de Picasso a nuestro partido, seguro del interés que suscitarán estas declaraciones entre todos los artistas y los hombres de progreso americanos. ¿Se atreverá alguien a afirmar después de esto que la exposición Picasso en el Salón de Otoño daña el prestigio de Francia?
Fuimos pues al encuentro de nuestro gran camarada en su taller y he aquí la declaración que nos hizo para “New Masses”. Nosotros podemos publicarla hoy, toda América la conoce ya:
«Yo preferiría responderles con un cuadro», nos dice él: «no soy escritor, pero puesto que no es fácil enviar mis colores por cable, trataré de explicárselo…
Mi adhesión al Partido Comunista es la consecuencia lógica de toda mi vida, de toda mi obra. Y es que nunca, y estoy orgulloso de decirlo, he considerado la pintura como un arte de simple satisfacción, de distracción: he querido, a través del dibujo y del color, porque ésas eran mis armas, penetrar siempre más allá en el conocimiento del mundo y de los hombres, a fin de que este conocimiento nos libere a todos cada día más; he intentado decir, a mi manera, lo que yo consideraba más cierto, más justo, lo mejor, y esto era siempre, naturalmente, lo más bello, los más grandes artistas lo saben bien.
Sí, tengo conciencia de haber luchado siempre a través de mi pintura, como un verdadero revolucionario. Pero ahora he comprendido que esto no basta; estos años de represión terrible me han demostrado que debo combatir no solamente con mi arte, sino con todo mi ser…

Y así, me he acercado al Partido Comunista sin dudar un instante, pues, en el fondo, he estado con él desde siempre. Aragon, Éluard, Cassou, Fougeron, todos mis amigos lo saben bien; si no me he adherido oficialmente antes ha sido por algo parecido al “candor”, porque yo creía que mi obra, mi adhesión de corazón eran suficientes, pero ya entonces era mi partido. ¿No es este el que más trabaja a favor de conocer y construir el mundo, de hacer a los hombres de hoy y de mañana más lúcidos, más libres, más felices? ¿No son los comunistas quienes han mostrado mayor coraje tanto en Francia como en la URSS, o en mi España? ¿Cómo habría podido dudar? ¿Miedo a comprometerme? ¡Si, al contrario, nunca me he sentido más libre, más completo! Y además, tenía tanta urgencia por reencontrar una patria: siempre he sido un exiliado, ya no lo soy más: a la espera de que España pueda por fin acogerme, el Partido Comunista Francés me ha abierto los brazos, y allí he encontrado a cuantos más estimo, los más grandes sabios, los más grandes poetas, y todos esos rostros de insurgentes parisinos, tan bellos, que vi durante las jornadas de agosto, ¡estoy de nuevo entre mis hermanos!».

Será fácil percibir, bajo sus bellas palabras, la simplicidad y la emoción con las que Picasso nos habló.
Ciertamente, como comunistas no pretendemos tomar partido por una u otra escuela de poetas o pintores; la admiración que muchos entre nosotros experimentan ante los lienzos de Picasso, donde tras el asombro inicial descubren tantas bellezas nuevas, no compromete más que a su gusto. Pero estamos muy orgullosos de contar entre nuestras filas, al lado de Langevin y Joliot-Curie, de Aragon y Éluard, con un hombre cuyo genio reconocen los más grandes pin- tores del mundo: al servicio del prestigio intelectual y artístico de Francia, como en cualquier otro terreno, los comunistas son los primeros.

“Guernica, Gernikara?”

“Guernica, Gernikara?”

«Guernica, Gernikara?»

La voluntad de Picasso era clara: El “Guernica” debería ir a Madrid con la República. Y así lo dejó expresado también su mujer por escrito ante diferentes requerimientos.

Abordar el debate sobre la ubicación oportuna para exponer el “Guernica” de Picasso requiere de una reflexión y un análisis que tienen que ver más con el “cómo” que con el “dónde” por la trascendencia significativa que tiene esta obra universal y que intentaré abordar en este artículo.

El “Guernica” es mucho más que la denuncia universal de la guerra y la violación de los derechos humanos y es mucho más que la representación del terrible bombardeo sobre la localidad de Bizkaia. No se trata ni de la denuncia de la guerra en abstracto, ni simplemente de la denuncia del bombardeo de nuestra querida Gernika en concreto.

Ambas interpretaciones son utilizadas hoy en día por algunos actores políticos para defender sin rigor la preferencia de ubicación del cuadro, reduciendo el debate a una cuestión casi chovinista: el Guernica en España, el Guernica en Euskadi. Seguramente quienes se quedan en la superficie para defender cualquiera de estas dos posiciones sin más análisis, lo hacen para ganar adeptos a su causa convirtiendo una obra de profundo significado en una simple bandera nacional –de uno u otro signo-, vacía de contenido.

Si el Guernica no puede ser entendido sin la población que le dio nombre, lo cual es cierto, menos aún puede ser entendido sin el contexto histórico en el que es creado, puesto que la propia obra es producto directo de ese contexto.

El “Guernica” fue un encargo que realizó en enero de 1937 el gobierno de la República a iniciativa del artista Josep Renau, militante del PCE y director de Bellas Artes de aquel Gobierno legítimo asediado por un golpe militar, que se apoyaba en dos importantes potencias bélicas del momento, como eran la Alemania Nazi y la Italia fascista. 

La iniciativa, anterior al bombardeo de Gernika, tenía como objetivo que la obra que Picasso realizase se expusiera en representación de España en la Exposición Internacional de 1937 en Paris como denuncia de los horrores que estaban cometiendo contra la población civil quienes con la ayuda de potencias extranjeras habían comenzado una agresión al gobierno democrático y contra la población española en todo el Estado.

Pablo Picasso, también militante comunista, se identificaba en el gobierno republicano del Frente Popular y realizó con esta obra esa gran aportación a aquel gobierno asediado. 

La obra fue expuesta en aquella excepcional Exposición Internacional de Paris de 1937 como denuncia de la barbaridad que se estaba cometiendo contra la democracia y la paz en España. En tiempos de propaganda, el cometido de la obra como el de todo el pabellón de la República Española era informar y dar a conocer al mundo lo que pasaba en nuestro país, dar a conocer como la democracia republicana estaba siendo violentada por las armas pasando por encima de los DDHH de la población.

El bombardeo de Gernika que da lugar al nombre de la obra, fue una acción terrible que los fascistas lanzaron contra la población civil para doblegar a la República y a las fuerzas democráticas. Bombardeos que se realizaron en diferentes ciudades en Euskadi y en España y que en el caso de Gernika y de otros lugares, tuvieron resultados especialmente devastadores.

El malagueño Pablo Picasso, inmerso en el encargo del Gobierno Republicano, plasmó en ese momento toda la barbarie de la guerra y toda la atrocidad desplegada en Gernika, en una obra que colocaba el bombardeo de Gernika como símbolo de la denuncia de lo que estaba sucediendo en España. La obra fue, por lo tanto, concebida como una denuncia de aquella agresión bélica que estaba sufriendo el pueblo en aquella guerra.

El “Guernica” es propiedad de la población del conjunto de todos los pueblos de España agredidos por aquel levantamiento fascista y golpista, y no puede ser entendida sólo como una recreación del terrible bombardeo sobre nuestra Gernika. Es eso, pero es mucho más que eso, y de ahí su valor universal.

Debemos entender el valor simbólico que tiene el “Guernica” de Picasso para todas las ciudadanas vascas, en especial para las de Gernika, de la misma manera que debemos entender su valor universal como denuncia de las atrocidades de las guerras y las vulneraciones de los derechos humanos. Pero sobretodo, debemos entender que el “Guernica” es una creación artística surgida de la necesidad política de denunciar y dar a conocer al mundo lo que pasaba en aquella guerra, lo cual sigue siendo necesario hoy en día en un Estado donde las victimas de aquel levantamiento siguen enterradas en cunetas y fosas comunes, y los responsables yacen en lugares de culto público.

El “Guernica” debe seguir cumpliendo en 2019 aquella función que tenía en 1937: Denunciar la bárbara e ilegítima agresión fascista que se emprendió contra los pueblos para derribar un gobierno democrático y popular, violando los DDHH más elementales como en el caso del bombardeo de Gernika.

Por tanto, la obra podría estar perfectamente expuesta en Gernika, desde luego que si, como lo puede estar en Madrid, pero lo importante no es tanto “el dónde” sino el “cómo”, puesto que lo fundamental es que la obra y su historia sean conocidas y entendidas. De lo contrario estaremos vaciando de contenido una obra fundamentalmente política creada con una finalidad política clara.

Desde un punto de vista historiográfico, la obra es inseparable del pabellón de España de la Expo de 1937 en París, es difícilmente discutible que el pabellón es el máximo referente espacial en esa materia. Lo más importante del “dónde” debe estar el “Guernica” es precisamente el “cómo” debe ser expuesto el cuadro, contextualizado con un pabellón que era un grito al mundo sobre la agresión fascista a los pueblos de España y contra el legítimo y democrático gobierno de la II República.

Una segunda consideración que debemos valorar está relacionada con la voluntad del autor de la obra. Que si bien no es el argumento más importante, puesto que la obra nos pertenece a todas y todos, si es una cuestión a tener en cuenta cuando hablamos de una obra producida por alguien que se comprometió políticamente en la defensa de su pueblo y de la democracia, pagándolo con el exilio como tantos otros.

Es habitual encontrarse con la versión “oficial” de este asunto basada en que la voluntad de Pablo Picasso era que la obra volviese a España cuando llegasen la democracia y las libertades. Esto es cierto pero sólo parcialmente, puesto que la intención del autor era que el lienzo formara parte de la memoria visual y artística de la guerra civil y que no lo quería en cualquier España.

Volvemos por lo tanto de nuevo al “cómo” a la hora de abordar el “dónde” también cuando ponemos el foco en la voluntad del autor.

Picasso se opuso a las intenciones de Carrero Blanco de llevarlo a Madrid en 1968 haciéndose públicas unas célebres declaraciones del autor: «El Guernica solamente volverá a España con la República». La voluntad de Picasso era clara: El “Guernica” debería ir a Madrid con la República. Y así lo dejó expresado también su mujer por escrito ante diferentes requerimientos.

Es cierto que existe cierto debate en torno a una vieja reivindicación resumida en una consigna bastante popular en Euskadi: “Guernica Gernikara”. Una propuesta en torno al lugar donde se debería exponer el cuadro que surgió de las propias filas del PCE-EPK en el año 1980 en un contexto muy diferente al actual, cuando lo verdaderamente importante era que el cuadro tornase a España.

La primera propuesta aprobada por el Parlamento Vasco solicitando el traslado del cuadro a Gernika la realizó el entonces parlamentario y Secretario General del PCE-EPK Roberto Lertxundi en 1980, cuando la obra todavía estaba en el museo MOMA de Nueva York, y ante la evidencia de que una vez finalizada la dictadura todo indicaba el ansiado retorno de la obra después de décadas de exilio.

La obra de Picasso finalmente regreso a España aunque desgraciadamente y contra la voluntad de Picasso, no lo hizo ni a la República ni al museo del Prado como a él le hubiera gustado. Pero lo fundamental debe ser el “cómo” se ubica el cuadro para que siga siendo la denuncia del terrible y sanguinario golpe fascista de 1936, tal y como nació la obra. Sin ese entorno, dará igual que el cuadro esté en Madrid, en Gernika o en Málaga –por poner tres lugares que han sido reivindicados por diferentes actores como lugares oportunos para su exposición-, porque la obra vaciada de contenido no tiene lugar adecuado, su lugar es precisamente su contenido.

El Guernica debería estar expuesto por lo tanto en la III República en un entorno didáctico basado en el pabellón de España en la Exposición Universal de 1937 en Paris, para la comprensión de qué sucedió con el alzamiento militar de 1936 contra el gobierno del Frente Popular, la democracia de la II República y contra las mujeres y hombres de los pueblos de España, víctimas de la barbarie fascista.

Ésta y no otra, es la respuesta a la pregunta ¿Dónde debería estar el “Guernica”? Mientras tanto, la excelente Pinacoteca en la que se encuentra actualmente el “Guernica” en vez de llevar el nombre de una Señora Griega que no ha hecho nada por la cultura, podría llevar perfectamente el nombre de “Museo Público de Arte Contemporáneo Josep Renau”.

Jon Hérnandez

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi
Parlamentario de Elkarrekin Podemos
en el Parlamento Vasco

 

 

Restauración

Restauración

Restauración

Es duro, pero hay que elegir entre ser bisagra
o ser proyecto de poder popular.

Ahora, con independencia de los ciclos electorales, pero sin olvidar el sesgo que marcan, sería el momento de caracterizar la coyuntura que se abre. Coyuntura en sentido marxista, no como sinónimo de actualidad y, mucho menos, de rabiosa actualidad. ¿Cuáles serán sus líneas de fuerza fundamentales? ¿Cuál sería el papel de la izquierda?

La crisis de régimen no está suturada todavía. Es decir, se siguen dando los factores que hablaban de la tensión crítica entre restauración y ruptura, si bien, y eso lo demuestran también las elecciones, están ganando la hegemonía las fuerzas que representan una versión moderada de la restauración, frente a las fuerzas rupturistas y frente a las que representan una restauración abrupta. Y en el centro de esa capacidad política se ha situado el PSOE, mientras Unidos Podemos ha perdido gran parte de su fuerza determinante.

El sistema, para mantener en sus términos esenciales la Constitución del 78 y su forma de Estado, regida por una monarquía parlamentaria, necesita restaurar el fin de ciclo del bipartidismo y, en el mismo sentido, necesita normalizar las condiciones sociales y económicas que han surgido tras la larga crisis, iniciada en 2008. La “restauración amable”, a la que va a proceder el PSOE, eso sí, retocaría en algunos casos, quizás sin demasiada profundidad, los efectos de normas tan brutales como las dos reformas laborales o la ley mordaza, sin derogarlas, según parece. Y lo haría, con la ayuda de las estrategias de blanqueamiento al uso, en las que también estamos cayendo nosotros, en nombre de la izquierda y del progresismo, no en nombre del neoliberalismo de rostro humano. Lo haría en nombre de lo sensatamente posible teniendo en cuenta la pulsión inevitable de los mercados financieros y la Europa del euro.

¿Cuál sería en este contexto el papel de la llamada izquierda transformadora? Quizás, lo mismo que antes empezó a perder el marbete de “revolucionaria”, ahora empezaría a perder el de “transformadora” si no se sitúa adecuadamente. Se trata, por tanto, de elegir entre ser una parte (eso sí, crítica), del bloque restaurador, o, de contrario, no aceptar los términos de la segunda transición, que nos va a dar a elegir entre ultraderecha y capitalismo sensato; oferta que se nos va a hacer desde el republicanismo monárquico del PSOE y desde la sensatez del capitatalismo amable y moderno, con las instituciones
convertidas en puertas giratorias de los que no se presentan a las elecciones.

Es duro, pero hay que elegir entre ser bisagra o ser proyecto de poder popular.

Felipe Alcaraz Masats, Escritor

Exdiputado en el Parlamento Andaluz
y en el Congreso de los diputados por Izquierda Unida
Exsecretario general del Partido Comunista Andaluz