Las cenizas de Gramsci
Pier Paolo Pasolini
Pier Paolo Pasolini rinde con este poemario, escrito entre 1951 y 1956, un homenaje a su hermano Guido, que tomó las armas contra el fascismo y que, en 1945, murió como partisano en combate. Guido, adelantado a su hermano en los aspectos sociales, fue quien acercó a Pier Paolo a las inquietudes políticas, a la toma de conciencia, cuando ambos eran aún adolescentes.
Pier Paolo se sitúa frente a la tumba de Antonio Gramsci y a la de su hermano, para dialogar con ellos, con la historia de Italia, con sus luchas, sus luces, su memoria, su herencia, y dedicarles sus conmovedores poemas.
Volver ahora a visitar a Gramsci con la voz de Pasolini significa vivificar la memoria de ambos, de todos los luchadores, de aquellos hombres con luz en los tiempos sombríos, y que abrieron caminos; personas como Antonio Gramsci, que se sobrepusieron a todas las dificultades personales para perseguir y llevar adelante sus ideales, como lo apunta Pasolini en las estrofas del primer poema:
“Tú joven, en aquel mayo en que el error
significaba aún la vida, en aquel mayo italiano
que a la vida agregaba al menos ardor,
…. humilde hermano- con tu flaca mano
dibujabas el ideal que ilumina
…. este silencio”
Canto 1
No es de mayo este impuro aire
que el oscuro cementerio extranjero
hace aún más oscuro, o lo ilumina
con ciegas claridades…este cielo
de babas sobre techos amarillentos
que en semicírculos inmensos velan
las curvas del Tíber, los turquesas
montes del Lacio…Expande una mortal
paz, desamorada como nuestros destinos
entre las viejas murallas el otoñal
mayo. En él está el gris del mundo
el fin del decenio en el que nos aparece
entre las inmundicias concluido el profundo
e ingenuo esfuerzo de rehacer la vida,
el silencio, putrefacto e infecundo…
Tú joven, en aquel mayo en que el error
significaba aún la vida, en aquel mayo italiano
que a la vida agregaba al menos ardor,
por lo menos despreocupado e impuramente sano de nuestros padres-no padre, pero
humilde hermano- con tu flaca mano
dibujabas el ideal que ilumina
(pero no para nosotros: tú muerto, y nosotros
muertos igualmente, contigo, en el húmedo
jardín) este silencio. No puedes,
lo ves? que descansar en este lugar
extraño, aún confinado. Tedio
patricio te rodea. Y desteñido
sólo te llega algún golpe de martillo
de los talleres del Testaccio aquietado
en el atardecer entre miserables techos, desnudos
montones de lata, hierros viejos, donde
canta inútilmente un muchachón que concluye
su jornada, mientras alrededor la lluvia cesa.
Canto 3
Un trapo rojo como aquel
enroscado en el cuello de los partisanos
y cerca de la tumba, sobre el terreno calcinado
diferentemente rojos, dos geranios.
Allí yaces, señalado con adusta elegancia
no católica, en el elenco de los extraños
muertos: Las cenizas de Gramsci…A la esperanza y a la vieja desconfianza te acerco,
caminante sin rumbo en esta flaca tierra, frente
a tu tumba, a tu espíritu apresado
acá entre estos liberados(O existe algo
diferente, quizás de mayor éxtasis
y también de mayor humildad, ebria simbiosis
adolescente de sexo y muerte…)
y desde este país en el que no tuvo descanso
tu alerta, percibo qué error
aquí en la quietud de las tumbas- junto
a qué razón -en el inquieto destino
nuestro- tuviste escribiendo las supremas
páginas en los días de tu asesinato.
Aquí para testimoniar el semen
aún no esparcido del antiguo dominio,
estos muertos aferrados a una posesión
que ahonda en los siglos su abominación
y su grandeza: y al mismo tiempo obsesión
esa vibración de yunques, sordamente
sofocada y profunda -del humillado
barrio- para verificar el fin.
Y heme aquí…pobre, vestido
con ropas que los pobres espían en las vidirieras
de chillón fulgor, y que han perdido
la suciedad de perdidas calles
de los bancos de tranvías que vuelven
confuso mi día: mientras siempre más raras
son estas vacaciones, en el tormento
de mantenerme vivo; y si me ocurre
de amar el mundo no es más que por un violento
e ingenuo amor sensual
así como, confundido adolescente, en una época
lo odié, si me hería el mal
burgués a mi burgués: y ahora, dividido
-contigo- objeto parece
de rencor y sí casi de místico
desprecio, la parte que tiene el poder?
sin embargo sin tu rigor, subsisto
porque no elijo. Vivo en la apatía
de la eclipsada postguerra: amando el mundo que odio- su miseria
despreciable y perdida- por un oscuro escándalo
de la conciencia…
Pasolini declama
“Las cenizas de Gramsci”