El primer discurso de Pablo Picasso
“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido”.
Sucedió en 1948, unos años después de la II Guerra Mundial, que encontró su principal campo de batalla en Europa entre los años 1939 y 1945, y que en gran medida tuvo a Polonia como una de las tristes protagonistas de esta conflagración. El mundo quedó horrorizado de las barbaridades de Auschwitz, de los campos de exterminio nazis, de los delirios de Hitler y de las consecuencias de la contienda. Por ello, tras su final, fueron varias las iniciativas que se pusieron en marcha para evitar nuevas guerras. Una de ellas tuvo lugar en Wroclaw, donde, en el año 1948, se reunieron intelectuales de todo el mundo para hacer un llamamiento exhortando a la paz y a la toma de medidas para que acontecimientos como la II Guerra Mundial no se repitieran.
Con motivo de esta convocatoria, se persuadió a Picasso para participar. La mala noticia de la orden de captura de su amigo Pablo Neruda, del que se desconocía entonces el paradero, perseguido por la policía en Chile, la intención de llamar la atención sobre su desaparición, motiva a Picasso a realizar algo inédito en él: superar su fobia a los aviones y volar desde Francia a Polonia, en compañía de Paul Eluard. En Polonia, Picasso se desplaza en tren, viendo la desolación, las catástrofes de la guerra, la destrucción de las ciudades, y se posiciona en el debate respecto a la reconstrucción que se lleva a cabo en el país. “Todo esto está bien –decía Picasso-, no hay que olvidar el pasado, pero para ello editen libros con reproducciones de obras auténticas, pero, por favor, no edifiquen, en el siglo XX, iglesias góticas o palacios del Renacimiento. Es ilógico y antinatural. Toda cosa humana es perecedera y ocurre lo mismo con las obras de arte”. En Wroclaw, en el Congreso, Picasso dedica su participación enteramente a Pablo Neruda.
Neruda y Picasso se conocieron en Paris en 1937, cuando el poeta llegó a la capital francesa desde España con Delia del Carril. La solidaridad con la República española, activa y militante para ambos, instala entre los dos pablos una profunda amistad. Poco después Picasso enfrenta su obra magna, el Guernica, y Neruda se ocupa en Paris de la misión de organizar el transporte, barcos, para sacar al máximo número de republicanos hacia Chile. Neruda se había acercado a la política en las filas de la Federación de Estudiantes de la universidad de Chile. Pero es en España, donde el poeta residía y trabajaba como cónsul chileno, en la vida cultural de la República, y en la Guerra Civil, es donde toda su obra y vida se inclina definitivamente a la lucha política abierta, y no solamente al canto social. En 1945, ya de regreso en su país natal, Neruda ingresa en las filas del Partido Comunista de Chile, y ese mismo año es elegido senador de la República. Su trayectoria parlamentaria finaliza el 6 de enero de 1948 con su célebre discurso “Yo acuso”.
“Yo acuso al presidente de la República de falta de fe en su país, lo acuso de solicitar y soñar con empréstitos extranjeros, con la quimera del oro, aún a costa de recibir el país las peores humillaciones, en vez de formular una política grande, digna y amplia, que dé trabajo a los obreros chilenos y empresas a los industriales de nuestro país. Es de la profundidad de la patria de donde se sacan los recursos. Chile no quiere ser un país mendigo”
Poco después, en vísperas del Congreso de Intelectuales por la Paz en Wroclaw, el entonces presidente de la nación, Gabriel González Videla, a pesar de que la formación comunista contribuyó a llevarlo al palacio de la Moneda, promulga la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declarando ilegal al Partido Comunista de Chile, razón por la se emite la orden de captura de Pablo Neruda. El poeta se esconde primero, y se exilia después, viviendo en la clandestinidad hasta 1952, cuando nuevamente le es posible retornar a Chile.
En Wroclaw el 25 de agosto de 1948, solidarizándose con su amigo desaparecido, Picasso leyó, ante los 500 congresistas de 46 naciones, el primer discurso que pronunció en su vida.
“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: es Pablo Neruda.
Pablo Neruda, mi amigo, es no sólo un gran poeta, sino también un hombre que, como todos aquí, se ha dedicado a presentar el bien bajo la forma de lo bello. Ha tomado siempre el partido de los hombres desgraciados, de los que piden justicia y combaten por ella. Mi amigo Neruda está actualmente acorralado como un perro y nadie sabe ni siquiera dónde se encuentra.
Nuestro Congreso, a mi modo de ver, no debe aceptar una injusticia tal, que se vuelva en contra de nosotros todos. Si Pablo Neruda no recobrara su libertad, nuestro Congreso no sería un Congreso de hombres dignos de ser libres. Yo os propongo que se vote la resolución siguiente, a la cual daremos la mayor difusión:
El Congreso Mundial de Intelectuales, reunido en Wroclaw, envía al gran poeta Pablo Neruda la expresión de su apoyo, de su admiración, de su afecto, de su solidaridad. Los 500 miembros del Congreso, que representan a 46 naciones, denuncian a todos los pueblos la abyección de los métodos policiales de los gobiernos fascistas que se atreven a atacar a uno de los más eminentes representantes de la cultura. Exigen imperiosamente para Pablo Neruda el derecho a expresarse libremente y vivir libremente donde le plazca.”
Dos años después, esta vez en Varsovia, en 1950, Neruda, que ha conseguido escapar de Chile y con la ayuda de Picasso, vivir clandestinamente en Francia, ocultándolo en París y en Vallauris, participa en el II Congreso Mundial de Partidarios de la Paz. Picasso no asiste, sus amigos Paul Eluard, Louis Aragón e Ilia Ehrenburg, son incapaces de convencerlo para que vuele de nuevo a Polonia. A pesar de que allí va a recibir, al igual que el poeta, el Premio Internacional de la Paz. Neruda le devuelve las palabras de Wroclaw, y habla por su amigo en el discurso de agradecimiento.
“La paloma de Picasso vuela sobre el mundo, nívea e inmaculada, llevando a las madres una palabra dulce, de esperanza, despertando a los soldados con el roce de sus alas para recordarles que son hombres, hijos del pueblo, que no queremos que vayan a la muerte. Y vuela sobre los monumentos y las ciudades, se queda pegada a todos los muros de todas las ciudades del mundo con el mensaje de la paz que el maestro Picasso envió con ella a todas partes.”
Años después, en sus memorias, Neruda evocará con ternura aquel primer discurso de Picasso en Wroclaw:
“Entonces surgió Picasso, tan grande de genio como de bondad. Estaba feliz como un niño porque había pronunciado el primer discurso de su vida. El discurso había versado sobre mi poesía, sobre mi persecución, sobre mi ausencia.”