Andrés Martín

Secretario general de la F.C.D.O, Federación Cultural Deportiva Obrera de España, y Secretario técnico de las Olimpiadas Populares de Barcelona.

No somos justos

a F.C.DO fue un organismo creado por la Inter-nacional Deportiva Roja (IDR) en 1931, como una de las organizaciones paralelas auspiciadas por la Internacional Comunista; y se convirtió en el verdadero motor del deporte obrero y popular en España. Fue también el embrión del Comité Catalán por el Deporte Popular (CCDP), el impulsor principal de las Olimpiadas Populares.
Así describe Andrés Martín, su trabajo al frente de la F.C.D.O:
“Corresponde a la FCDO unir las fuerzas de los deportistas y crear una gran organización deportiva y cultural del Frente Popular, con la contribución de todos los elementos progresistas, explotando las grandes posibilidades que ofrece el hecho de tener en España un gobierno de izquierda”.
Lamentablemente se produjo el golpe militar que abortó las Olimpiadas y cortó la labor de las FCDO, obligando a todos sus activistas a convertirse en milicianos. La guerra contra la que habían organizado las Olimpiadas Populares, que sentían amenazante y tan cerca, se presentó de sopetón para refrendar su dramático pronóstico. Andrés murió fusilado en Cáceres el 20 de septiembre de 1936.

Necrológica de Andrés Martín en la prensa republicana

¡HONOR A NUESTROS HÉROES!
El comandante André Martín, dirigente nacional de juventudes y Secretario de la F.C.D.O
Ha caído Andrés Martín, uno de los miembros más destacados de la actual dirección de la Federación de Juventudes Socialistas Unificadas, miembro desde hace años del Buró del Comité Central de la U.J.C. y actualmente secretario general de la F.C.D.O.
Ha caído como caen los valientes, sin retroceder un solo paso, al frente de sus dos compañías del batallón “Pasionaria”. Herido de gravedad, continuó firme hasta que cayó prisionero y fue fusilado inmediatamente por los regulares de Yagüe.
Con él pierde la juventud uno de sus mejores dirigentes, pero su esfuerzo no ha sido estéril. La dura resistencia que opuso a la columna de Yagüe facilitó extraordinariamente la acción de nuestras Milicias. Su obra de los últimos días, la organización del batallón “Pasionaria”, se mantiene más potente que nunca, y vengará a su comandante.

Paulina Abramson, fue la compañera y esposa de Andrés Martín. Nacida en 1915 en Argentina, hija de Benjamín Abramson, un emigrado político que en 1910 huyó de la Rusia zarista por una condena a muerte. Tras la Revolución de octubre, la familia partió de Buenos Aires, en 1932, para volver a la URSS e incorporarse a la construcción del socialismo. La vida de los Abramson, entusiastas revolucionarios, no fue sin embargo un camino fácil en la Unión Soviética, sino que estuvo plagado de fatalidades. Paulina, sin apenas conocer el idioma ruso, comenzó a frecuentar en Moscú el club para emigrados políticos para italianos, húngaros, polacos, alemanes, latinoamericanos, españoles. Allí conoció a Andrés Martín, que usaba el nombre ficticio de Enrique Pérez en la clandestinidad moscovita, y era representante de Unión de Juventudes Comunistas de España en la Internacional Juvenil Comunista. Se enamoraron, y se casaron cuando Paulina contaba con sólo 21 años. Ambos fueron a España a defender la República, Andrés falleció en el combate, y Paulina fue intérprete del célebre periodista de Pravda Mijail Koltsov, del gran cineasta Roman Karmen, en sus estancias por España. Así describe Paulina el ambiente en el que conocieron y a su primer amor.

“Mi primer amor fue Enrique, su verdadero nombre Andrés Martín, durante la guerra mandó el batalló Pasionaria. Fue hecho prisionero y fusilado. Sus amigos eran también los míos y cuando nos reuníamos se entablaban interminables y apasionantes charlas políticas sobre la realidad del mundo circundante que se encontraba muy distante del mundo ideado por estos jóvenes modestos, que jamás se jactaban de sus hazañas, estudiaban y trabajaban mucho. Para mí era un modelo y un ejemplo a seguir. Yo aceptaba todo lo que oía, nunca refuté, porque quería tener los conocimientos, el valor y la osadía de los que me rodeaban. Quería transformar el mundo, al igual que ellos, dispuesta a sacrificar mi vida, y, como ellos, también me preparaba para las cárceles. Lo que me daba inmenso desasosiego era pensar en las futuras torturas. Conocía por boca de estos jóvenes todos los azares del mundo de las futuras revoluciones. En la sección de la Juventud Comunista de la Unión Soviética se encontraban los ideólogos con quienes los representantes de otras secciones consultaban y no daban un paso sin el visto bueno de aquéllos. Sentían adoración por los dirigentes juveniles soviéticos. A veces me parecía que los consideraban semidioses”

Paulina Abramson
Mosaico roto.
Ediciones “Compañía literaria”