Discurso del Che.
Pronunciado en la clausura del encuentro internacional
de profesores y estudiantes de arquitectura.
La Habana | 29 de septiembre de 1963
Compañeros estudiantes y profesores de arquitectura del mundo entero: Me toca hacer el resumen -como se llama en Cuba-, o cerrar con unas palabras este Encuentro Internacional de Estudiantes.
Tengo que hacer una conclusión muy penosa para mi, como primera medida: confesar una ignorancia atroz sobre estos problemas, ignorancia que llega al extremo de no saber que el Encuentro Internacional de Estudiantes que se celebró era apolítico. Yo creía que era un encuentro de estudiantes, y no sabia que era un organismo dependiente de la Unión Internacional de Arquitectos.
Por lo tanto, como político -es decir, como estudiantes que participan en la vida activa del país y además después de leer las conclusiones, se demuestra que la ignorancia era colectiva porque las conclusiones son muy políticas también. Bueno, pues yo pensaba decir, en primer lugar, que estaba de acuerdo con las conclusiones, que me parecen conclusiones lógicas. No solo revolucionarias. Si no científicas. Científicas y revolucionarias al mismo tiempo. Y hacer un pequeño discurso, si ustedes quieren, un poco político. Pero realmente yo no sé si es el momento para hablar de cosas políticas. En todo caso, son ustedes los que deben decidir porque yo de técnica no sé mucho.
…Yo me asombré un poco de esas conclusiones -lo digo sinceramente-, porque el conglomerado de gente que nos visita pertenece a todos los países del mundo. Los países donde el socialismo se ha construido son pocos numéricamente hablando, aunque en número de habitantes son fuertes.
Los países que están en lucha por su liberación, bajo diversos regímenes y en diversos momentos del desarrollo de su lucha, son muchos. pero tienen gobiernos diferentes también, y sobre todo sus capas profesionales no siempre responden a los mismos intereses. Los países capitalistas, naturalmente. tienen su propia ideología. Por todo ello nos sorprendió el tono de esas discusiones.
Pensaba, un poco mecánicamente quizás, que en general el estudiantado de una gran cantidad de países capitalistas, coloniales y semicoloniales pertenece a aquellas capas de la población que por sus recursos no es el proletariado. Y que por lo tanto su ideología se aleja mucho de la ideología revolucionaria que nosotros sostenemos y mantenemos en Cuba.
Sin embargo, no olvidé en mi mecanicismo que también en Cuba existía una capa de estudiantes que por su extracción social no pertenecía al proletariado en su gran mayoría. Y, no obstante, esa capa de estudiantes participó en todas las acciones revolucionarias de los últimos tiempos en Cuba. Ha dado a la causa de la liberación algunos de los mártires más queridos por nuestro pueblo.
Había olvidado yo que hay algo más importante que la clase social a que pertenezca el individuo: la juventud, la frescura de ideales, la cultura puesta en el momento en que se sale de la adolescencia al servicio de los ideales más puros.
Después. los mecanismos sociales en los diversos regímenes de opresión en que se vive pueden ir cambiando esta estructura mental. Pero el estudiantado es revolucionario en su gran mayoría. Tendrá más o menos conciencia de `una revolución científica, sabrá de mejor o peor manera qué es lo que quiere y como lo quiere para su pueblo o para el mundo, pero el estudiantado es, naturalmente, revolucionario, porque pertenece a la capa de los jóvenes que se abren a la vida y que están adquiriendo conocimientos nuevos todos los días.
En nuestro país ha sido así. Y a pesar de que se han ido evidentemente profesionales y estudiantes, hemos visto con mucha satisfacción, y a veces también con sorpresa. que una gran mayoría de estudiantes y profesionales permaneció en Cuba, a pesar de todas las facilidades que tenían para irse y a pesar de todas las tentaciones que el imperialismo lanzaba sobre ellos.
En nuestro país, a los profesionales y a los estudiantes se les ha dado la oportunidad que realmente un profesional debe aspirar a tener: la oportunidad de contar con todos los implementos de su trabajo para poder realizar su obra.
Por primera vez en Cuba los profesionales se han sentido constructores reales de la sociedad, partícipes de esta sociedad, responsables de la sociedad. Dejaron de ser asalariados, más o menos escondidos tras las diversas formas de explotación, pero en su inmensa mayoría asalariados al fin para la construcción de obras para otros, con interpretar los deseos y criterios de otros, para estar siempre creando la riqueza de otros mediante su propio trabajo.
Claro que al principio las limitaciones han sido grandes. Nuestros científicos no pueden realizar las investigaciones que quieren. A veces faltan colorantes, materias técnicas de cualquier tipo para realizar las investigaciones. Nuestros arquitectos no pueden designar con todo el gusto y toda la belleza con que ellos saben hacerlo. Faltan materiales. Es necesario distribuir al máximo lo que hay para que aproveche más a los que no tienen nada. Es necesario en esta etapa redistribuir la riqueza para que todo el mundo tenga un poco.
Pero allí concretamente, en el ejercicio de la profesión que ustedes representan, se pone a prueba el espíritu creador del hombre.
Está planteado el problema por los materiales que hay, por el servicio que deben prestar, pero el arma de solución a la que nuestros profesionales deben dar.
Y allí deben batirse como si se batieran contra la naturaleza, contra medios externos a la voluntad del hombre, para poder realizar de la mejor manera posible el anhelo de dar más a nuestro pueblo, y la satisfacción personal de construir con sus propias manos, con su talento, con sus conocimientos, la nueva sociedad.
Nuestra Revolución se ha caracterizado por ser muy amplia. Los grandes problemas que otros países en construcción del socialismo han tenido con los profesionales y sus divergencias sobre el arte, nosotros no los hemos tenido. Hemos sido muy amplios.
No estamos de acuerdo con todo lo que mantienen nuestros profesionales o nuestros artistas. Muchas veces tenemos que discutir a brazo partido con ellos, pero hemos logrado que aun la gente que no es socialista, que no siente el socialismo, y más aún, que siente rencor contra el socialismo y añoranza por los viejos tiempos, se quede en Cuba, luche, discuta, trabaje y construya. Y de hecho es prácticamente socialista, que es lo que nos interesa a nosotros.
No hemos rehuido nunca la confrontación ni la discusión. Siempre hemos estado abiertos a discutir todas las ideas, y lo único que no hemos permitido es el chantaje de las ideas, o el sabotaje de la Revolución. En esto si hemos si o absolutamente inflexibles, tan inflexibles como el que más.
En cuestiones de principio en nuestro país existe lo que científicamente se llama la dictadura del proletariado. Y en esa parte estatal de la dictadura del proletariado nosotros no permitimos que se toque ni se atente contra ella.
Dentro de la dictadura del proletariado existe un marco inmenso de discusión y de expresión de las ideas. Lo único que exigimos es que se respeten los lineamientos generales del Estado en esta etapa de construcción del socialismo.
Ha habido profesionales que han ido a la cárcel por tareas directamente contra-revolucionarias, por sabotaje. Y aun esos profesionales desde la cárcel comenzaron a rehabilitarse y trabajaron primero allí, y después, al salir, se han incorporado al trabajo en nuestras industrias, y están trabajando. Les depositamos toda la confianza que se le puede depositar a cualquier técnico nuestro, y se incorporan a pesar de haber conocido lo más duro y tenebroso de la Revolución, como es la represión, obligada en una revolución que triunfa. Porque al triunfar la Revolución no se agota por ello la lucha de clases, en nuestro caso, después de triunfar la Revolución se exacerbó al máximo esa lucha de clases.
Pero a esa parte de la sociedad que toma las armas contra nosotros, ya sean las armas directas de destrucción o armas ideológicas para destruir la sociedad, La atacamos y somos inmisericordes. A los demás, los disconformes, los descontentos honestos, los que plantean que no son ni serán nunca socialistas, les decimos simplemente: Bueno, a usted nadie le preguntó antes si era o no era capitalista ; usted tenía un contrato y lo cumplía ; cumpla ahora su contrato, trabaje, y tenga las ideas que le dé la gana ; no nos metemos con sus ideas.
…Pretenderé definir con mis escasos recursos qué entiendo yo por un arquitecto.
Creo que un arquitecto -como prácticamente todo profesional-. es un hombre en quien se conjugan la cultura general de la Humanidad alcanzada hasta ese
momento, y la técnica general de la Humanidad o la especial de cada pueblo.
El arquitecto, como todo profesional, es un hombre y está dentro de la sociedad. Puede reunirse en organismos internacionales apolíticos – y es correcto que así sea, para mantener la convivencia y la coexistencia pacífica. pero decir como hombre que se es apolítico es cosa que yo no entiendo.
Ser apolítico es estar de espaldas a todos los movimientos del mundo, es estar de espaldas a quien va a ser presidente o mandatario de la nación de que se trate, es estar de espaldas a la construcción de la sociedad o a la lucha porque la sociedad nueva que apunta no surja, y en cualquiera de los dos casos se es político. Un hombre en la sociedad moderna es político por naturaleza.
Ahora, el arquitecto hombre político – conjunción de cultura de toda la Humanidad y de la técnica que ha podido adquirir, hasta ese momento -, está frente a la realidad.
La cultura es algo que pertenece al mundo, es quizás como el lenguaje, algo que pertenece a la especie humana. Pero la técnica es un arma y debe ser usada como un arma, y cada uno la usa como un arma.
La técnica se puede usar para domesticar a los pueblos. y se puede poner al servicio de los pueblos, para liberarlos. Esa es la conclusión que se desprende del documento que ustedes han aprobado.
Para poner el arma de la técnica al servicio de la sociedad hay que tener la sociedad en la mano. Y para tener la sociedad en la mano hay que destruir los factores de opresión, hay que cambiar las condiciones sociales vigentes en algunos países y entregar a los técnicos de todo tipo, al pueblo, el arma de la técnica. Esa función es de todos los que creemos en las necesidades de cambios en algunas regiones de la Tierra. No puede haber técnicos que piensen como revolucionarios y no actúen como revolucionarios. Hacer la Revolución es una necesidad imperiosa de la mayoría de nuestros continentes, de casi toda la América, de toda África y de todo Asia, donde la explotación ha alcanzado grados inconcebibles.
Quien pretenda decir que un técnico, un arquitecto, un médico, un ingeniero, un científico de cualquier clase está para trabajar con sus instrumentos, solamente en su rama específica, mientras su pueblo muere de hambre, o se mata en la lucha, de hecho ha tomado partido por el otro bando. No es apolítico, es político pero contrario a los movimientos de liberación.
Naturalmente que yo respeto las opiniones de todos los que están aquí presentes. Evidentemente que aquí habrá, incluso, compañeros jóvenes y muchos profesionales que piensan que el régimen socialista – lo que se conoce de él hasta ahora, es un régimen de opresión, de miseria, de mediocridad, como se dice vulgarmente y divulga la propaganda, y que el hombre solamente alcanza su plena realización cuando existe la “libre empresa”, la “libertad de pensamiento” y todas las opiniones que el imperialismo nos lanza. Muchas de estas personas piensan honestamente, y no es mi intención polemizar. No se puede polemizar sobre estos problemas. Han sido trabajados mucho tiempo, durante generaciones, por la educación colectiva que ha hecho el capitalismo para formar sus cuadros, y si no hubiera formado cuadros fieles a sus principios, ya hubiera fracasado.
El principio de su fracaso de hoy es que el mundo despierta, y que todas las viejas afirmaciones no son ahora aceptadas por el solo hecho de haber sido escritas desde hace tiempo, sino que se exige la ratificación práctica de lo que se afirma, la investigación de lo que se afirma y el análisis científico de lo que se afirma. De esa inquietud van naciendo las ideas revolucionarias y extendiéndose por el mundo cada vez más, apoyadas en los ejemplos de lo que puede hacer la técnica cuando se pone al servicio del hombre, como ha sucedido en los países socialistas. Eso es lo que yo podía decirles.
Quisiera agregar algo para mis compañeros estudiantes de Cuba…
La tarea de ustedes. compañeros estudiantes, es cumplir al máximo las indicaciones de Lenin : “Cada revolucionario debe ser en su lugar de trabajo, de lucha, el mejor.” Y a ustedes les corresponde el lugar de lucha de la Universidad, del estudio, la reparación urgente de nuestros profesionales para suplir las faltas que teníamos, las lagunas que nos dejó el imperialismo al llevarse nuestros cuadros, el atraso general del país, y construir aceleradamente la sociedad.
Es una tarea dura, es una tarea que pone en tensión la fuerza de nuestro estudiantado. Ésta es una generación de sacrificio. Esta generación, nuestra generación, no tendrá ni remotamente los bienes que tendrán las generaciones que sigan. Y tenemos que estar claros, conscientes de eso, conscientes de nuestro papel, porque hemos tenido la inmensa gloria de ser la vanguardia de la revolución en América, y tenemos hoy la gloria de ser el país más odiado por el imperialismo. En todo momento estamos a la vanguardia de la lucha. No hemos renunciado ni uno solo de nuestros principios, no hemos sacrificado ni uno solo de nuestros ideales, y nunca hemos dejado de cumplir ni uno solo de nuestros deberes. Por eso estamos a la cabeza, por eso tenemos esa gloria que siente cada cubano en cada lugar del mundo que visita. Pero también eso exige esfuerzo.
Esta generación, que ha hecho posible el aparente milagro del surgimiento de la Revolución Socialista a unos pasos del imperialismo norteamericano, tiene que pagar la gloria con sacrificio. Tiene que sacrificarse día a día para construir el mañana con su esfuerzo. Ese mañana que ustedes quieren, se que ustedes sueñan, en que todos los materiales, todos los medios, toda la técnica van a estar a disposición de ustedes para que los transformen, les den el soplo vital -si me permiten esa frase un poco idealista, y los pongan al servicio del pueblo.
Para eso tenemos que construir los bienes materiales, rechazar el ataque del imperialismo y luchar contra todas las dificultades. Por eso nuestra generación tendrá un lugar en la historia de Cuba, y un lugar en la historia de América. Nunca debemos fallarle a la esperanza que todos los compañeros revolucionarios, que todos los pueblos oprimidos de América y quizás del mundo, tienen puesta en la Revolución Cubana.
Además, nunca debemos olvidar que la Revolución Cubana, por la fuerza de su ejemplo, no actúa sólo aquí, internamente, y que sus deberes están más allá de las fronteras de Cuba: el deber de expandir la llama ideológica de la Revolución por todos los rincones de América, por todos los rincones del mundo donde se nos escuche ; el deber de ser sensibles ante todas las miserias del mundo, ante todas las explotaciones y las injusticias; el deber que sintetiza Marti en una frase que muchas veces hemos dicho, y que siempre debemos tener en la cabecera de nuestra cama, en el lugar más visible, y es aquello de que “todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre”.
Ésa debe ser la síntesis de las ideas de la Revolución hacia todos los pueblos del mundo. Y así debe estar siempre nuestra juventud: libre, discutiendo, intercambiando ideas, preocupada por lo que pasa en el mundo entero, abierta a la técnica de todo el mundo, recibiendo de todo el mundo lo que nos puedan dar, y siempre sensible a las luchas. a las desgracias, a las esperanzas de los pueblos oprimidos.
De esa forma iremos construyendo nuestro futuro.
Hoy ya tienen ustedes, – para llegar a un hoy practico y actual del día de hoy – una tarea larga. Empezarán los Congresos donde primará la técnica, y ya la política desaparecerá de las relaciones y de los intercambios de experiencias de los hombres. Pero ustedes, estudiantes del mundo, no olviden nunca que detrás de cada técnica hay alguien que la empuña, y que ese alguien es una sociedad, y que con esa sociedad se está, o se está contra ella. Y que en el mundo hay los que piensan que la explotación es buena, y los que piensan que la explotación es mala y que hay que acabar con ella. Y que, aun cuando no se hable de política en ningún lado, el hombre político no puede renunciar a esa situación inmanente a su condición de ser humano. Y que la técnica es un arma, y que quien sienta que el mundo no es perfecto ni como debiera ser, tiene, debe luchar porque el arma de la técnica sea puesta al servicio de la sociedad, y por eso rescatar antes a la sociedad para que toda la técnica sirva a la mayor cantidad posible de seres humanos, y para que podamos construir la sociedad del futuro, désele el nombre que se quiera. Esa sociedad con la que nosotros soñamos, y a la que nosotros llamamos, como le ha llamado el fundador del Socialismo Científico, “el comunismo”.