Anguita sigue vivo

Anguita sigue vivo

«Anguita sigue vivo»

En nuestra lucha colectiva, en nuestra lucha organizada. También por lo tanto en su partido, el Partido Comunista.

Corría el año mil novecientos noventa y siete cuando en la Facultad de Historia un grupo de estudiantes nos apiñabamos en una mesa en la cafetería durante largas horas de palabras, debates, conversaciones casi siempre en torno a la política, la historia, la filosofía y también los más banales temas cotidianos. Diversidad ideológica dentro de un amplio espectro progresista, y uno, el que escribe, afiliado a una organización política llamada PCE, o mejor dicho a sus juventudes y a una cosa llamada Izquierda Unida.

Una de esas conversaciones tornó cierto día sobre una figura conocida popularmente como “el califa rojo”, ex alcalde de Córdoba y máximo responsable de las dos organizaciones donde yo militaba. Había bastante unanimidad en las valoraciones de esta persona y un compañero contaba la anécdota sobre la opinión que Anguita suscitaba en su abuelo, hombre de costumbres y tradiciones arraigadas en nuestra tierra, católico practicante y votante más que probable del PNV. “Qué bien habla este hombre, cómo me gusta todo lo que dice este hombre, cuánta razón tiene este señor. Qué pena que sea comunista, sino, le votaría”.

La anécdota refleja muy bien aquello que el propio Julio Anguita expresaba con aquello de “quererme menos y votarme más” que a buen seguro ha vuelto a rondar en la cabeza de muchas y muchos simpatizantes y militantes del PCE y de IU durante los dolorosos días posteriores al fallecimiento del Califa Rojo el pasado 16 de Mayo, ante la abrumadora oleada de reconocimiento a su figura expresada desde los más diversos rincones y latitudes ideológicas.

Hay quienes deducen que la mejor manera de convencer al abuelo de mi amigo para que vote las ideas y el programa político de Anguita, es decir, las ideas y el programa del Partido Comunista, es esconder precisamente la palabra Comunista y al Partido Comunista. “¡Como si mi abuelo fuera tonto!” respondería mi amigo.

Julio Anguita se nos ha ido suscitando mucho recono-cimiento y simpatía por su trayectoria política y personal sin esconder su condición, sus ideas o su filiación política. De hecho es su filiación y su militancia en un partido, el Comunista, y en su proyecto de convergencia creado allá por 1986 bajo el nombre de Izquierda Unida, lo que ha posibilitado que tras su pérdida física todo el mundo en este país supiera quién era Julio Anguita.


Han sido millones las muestras de duelo y reconocimiento a nuestro ex Secretario General y Ex Coordinador Federal en IU. Han sido muchas y muchos los mensajes también poniendo en valor las políticas y posicionamientos de Julio durante su etapa como Secretario del Partido y como Coordinador de IU y portavoz en el Congreso de los Diputados. El cariño mostrado estos días desde tantos lares tiene mucho que ver con su forma de hacer política, radical en el contenido pero sin estridencias ni circo romano. Un estilo que se ganó el respeto de propios y extraños.

Muchos de los mensajes que se podían leer tanto en los medios de comunicación como en las tan presentes hoy en día redes sociales, nos muestran la enorme huella que deja Julio en la clase trabajadora de nuestro país. Pero también nos advierten de la importancia de cuidar la idea de lo colectivo y de la transmisión de los valores colectivos en nuestra sociedad. Ha sido muy habitual estos días leer cosas como “el único político que valía la pena”, “el único político que dijo las cosas claras”, “Anguita fue el único que se opuso a Maastricht” o alabanzas como “muere el último político de los de antes, de los de verdad” y cosas por el estilo.

Por eso nos parece importante recordar desde Herri que Julio Anguita era la voz de un sujeto colectivo, de un Partido, de una organización y de mucha gente, con carné partidario o no, que compartía esas ideas y esos posicionamientos. Si lo fiamos todo a las figuras personales, por únicas y excepcionales que sean como en el caso de nuestro querido Julio Anguita, sin tener en cuenta que son parte de algo colectivo, no sabremos continuar su camino y nos encontraremos huérfanos políticamente tras la desaparición física.

La tradición comunista nos enseña que el mejor homenaje es continuar la lucha, porque ésta nunca es individual y nos corresponde a todas y todos aportar nuestra parte, nuestro granito de rebeldía para conseguir ese sueño por el que luchó Julio y por el que aseguró que merecía la pena hasta morir.

Anguita sigue vivo en nuestra lucha colectiva, y, porque no decirlo, en nuestra lucha organizada. También por lo tanto en su Partido, el Partido Comunista.

JON HERNÁNDEZ

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi

La salida de la crisis

La salida de la crisis

«La salida de la crisis»

Se trata de que esta vez no la paguen los de siempre.

Ante esta crisis que estamos viviendo, la sociedad precisa dos tipos de respuestas políticas. Respuestas en el ámbito sanitario, para controlar la pandemia y salvar el máximo de vidas posibles en el corto plazo, pero también para estar realmente preparados para la protección de las personas en el medio plazo. Y respuestas de ámbito económico y social para frenar el impacto de la crisis en la economía, pero sobre todo para evitar que el impacto recaiga como siempre sobre las capas más vulnerables de la sociedad y sobre el conjunto de la clase trabajadora.

En el ámbito sanitario, si algo nos ha dejado claro esta crisis, es la importancia de tener sistemas de salud públicos potentes y autosuficientes capaces de dar respuesta a las necesidades sanitarias de una sociedad que tiene que recurrir al ámbito privado en no pocas ocasiones para la atención de cuestiones que podría atender un modelo público diseñado sin miedo a dejar sin clientes a las empresas particulares del ámbito sanitario y auxiliares del mismo.

Y eso pasa por una sanidad donde no se extenalicen servicios, ni sanitarios, ni auxiliares, como pasa actualmente en Euskadi. Y pasa por una plantilla que no tenga que soportar una inaceptable tasa de temporalidad superior al 30%, y también pasa por unas buenas condiciones laborales, incluidas las salariales. Y decimos esto último porque parece que algunos ya empiezan a deslizar el mantra con el que nos bombardearon en el inicio de la anterior crisis sobre los supuestos privilegios de los funcionarios para justificar luego recortes, extenalizaciones y privatizaciones.

Durante esta crisis ha existido el riesgo real de un colapso en el sistema sanitario, riesgo mayor donde mayores recortes y privatizaciones ha sufrido la sanidad pública. Y eso debería mostrarnos el camino a seguir cuando la sanidad privada representa ya el 30% del gasto total sanitario tanto en el País Vasco como en Navarra. Y también debería suponer un cambio en el modelo de residencias con el que contamos, que ha demostrado ser uno de los puntos débiles del modelo socio sanitario en ambas comunidades, estando precisamente caracterizado por su alta privatización y sobre la base de la precariedad laboral.

En el ámbito económico la crisis nos está mostrando que es posible adoptar medidas para evitar que los efectos negativos de una crisis recaigan básicamente sobre la espalda de los y las trabajadoras. Medidas de choque aprobadas bajo el paraguas del Estado de alarma del gobierno de coalición existente en Madrid, que aunque insuficientes caminan en la buena dirección, y sobre todo en la dirección contraria a las medidas tomadas en la anterior crisis, las cuales aunque ya nos hayamos olvidado, se nos presentaron como las únicas posibles.

Medidas que aunque podamos y debamos señalar como insuficientes ante lo que tenemos por delante, están siendo muy potentes y acertadas. Están evitando despidos masivos, están garantizando prestaciones a quienes no las tenían y cobertura económica pública a millones de personas que lo necesitan. Y sobre todo están suponiendo una ruptura con el dogma de salida de la anterior crisis, el famoso dogma neoliberal. Y eso debe suponer un cambio de rumbo en las políticas que venimos padeciendo durante años que ha de mantenerse y acentuarse tras finalizar el Estado de alarma.

En Euskadi de momento no parece calar ese cambio de rumbo. El Gobierno Vasco se ha mantenido a rebufo en las medidas de protección económica y social, limitándose a hacer básicamente lo de siempre y poner algo de dinero para no quedar en evidencia ante la oleada de medidas aprobadas en Madrid y de las que se está beneficiando mucha gente que lo necesita en Euskadi. Por no hablar de algunas chapuzas como los juegos del hambre practicados con las ayudas a los autónomos por parte del ejecutivo Urkullu.

El lehendakari habla de tres años para recuperar tasas de empleo mientras dice que la creación del mismo es la mejor política social, pero la gente no va a disponer de ese tiempo. Esta vez no va ser suficiente con planes de empleo porque esta vez no vale con superar la crisis con el esfuerzo de la clase trabajadora. Si la respuesta del Gobierno Vasco va a ser esa, lo más probable es que signifique que la crisis la vuelvan a pagar los de siempre.

Esta vez se trata de que la crisis no la paguen los de siempre y eso pasa porque la paguen otros. Para lo cual tenemos algunas competencias nada desdeñables tanto en el País Vasco como en la Comunidad Navarra. Se llama fiscalidad. Esta vez hay que responder a la crisis repartiendo los recursos utilizando una herramienta valiosa como es la fiscalidad. Un fiscalidad que para empezar no permita que se aporte menos por la obtención de beneficios empresariales que por la obtención de salarios.

Las medidas urgentes que viene aprobando el Gobierno de España bajo el Estado de alarma para detener el impacto de la crisis en la clase trabajadora y en la mayoría social, están suponiendo un enorme esfuerzo del Estado para con los de abajo y no como habitualmente para con la banca y el capital. Superada la pandemia, el objetivo debe ser que ese esfuerzo lo pague quién puede y debe, precisamente banca y capital.

 

Las cenizas de Gramsci

Las cenizas de Gramsci

Las cenizas de Gramsci

Pier Paolo Pasolini

Pier Paolo Pasolini rinde con este poemario, escrito entre 1951 y 1956, un homenaje a su hermano Guido, que tomó las armas contra el fascismo y que, en 1945, murió como partisano en combate. Guido, adelantado a su hermano en los aspectos sociales, fue quien acercó a Pier Paolo a las inquietudes políticas, a la toma de conciencia, cuando ambos eran aún adolescentes.

Pier Paolo se sitúa frente a la tumba de Antonio Gramsci y a la de su hermano, para dialogar con ellos, con la historia de Italia, con sus luchas, sus luces, su memoria, su herencia, y dedicarles sus conmovedores poemas.
Volver ahora a visitar a Gramsci con la voz de Pasolini significa vivificar la memoria de ambos, de todos los luchadores, de aquellos hombres con luz en los tiempos sombríos, y que abrieron caminos; personas como Antonio Gramsci, que se sobrepusieron a todas las dificultades personales para perseguir y llevar adelante sus ideales, como lo apunta Pasolini en las estrofas del primer poema:

“Tú joven, en aquel mayo en que el error
significaba aún la vida, en aquel mayo italiano
que a la vida agregaba al menos ardor,
…. humilde hermano- con tu flaca mano
dibujabas el ideal que ilumina
…. este silencio”

Canto 1

No es de mayo este impuro aire
que el oscuro cementerio extranjero
hace aún más oscuro, o lo ilumina

con ciegas claridades…este cielo
de babas sobre techos amarillentos
que en semicírculos inmensos velan

las curvas del Tíber, los turquesas
montes del Lacio…Expande una mortal
paz, desamorada como nuestros destinos

entre las viejas murallas el otoñal
mayo. En él está el gris del mundo
el fin del decenio en el que nos aparece

entre las inmundicias concluido el profundo
e ingenuo esfuerzo de rehacer la vida,
el silencio, putrefacto e infecundo…

Tú joven, en aquel mayo en que el error
significaba aún la vida, en aquel mayo italiano
que a la vida agregaba al menos ardor,

por lo menos despreocupado e impuramente sano de nuestros padres-no padre, pero
humilde hermano- con tu flaca mano
dibujabas el ideal que ilumina

(pero no para nosotros: tú muerto, y nosotros
muertos igualmente, contigo, en el húmedo
jardín) este silencio. No puedes,

lo ves? que descansar en este lugar
extraño, aún confinado. Tedio
patricio te rodea. Y desteñido

sólo te llega algún golpe de martillo
de los talleres del Testaccio aquietado
en el atardecer entre miserables techos, desnudos

montones de lata, hierros viejos, donde
canta inútilmente un muchachón que concluye
su jornada, mientras alrededor la lluvia cesa.

Canto 3

Un trapo rojo como aquel
enroscado en el cuello de los partisanos
y cerca de la tumba, sobre el terreno calcinado

diferentemente rojos, dos geranios.
Allí yaces, señalado con adusta elegancia
no católica, en el elenco de los extraños

muertos: Las cenizas de Gramsci…A la esperanza y a la vieja desconfianza te acerco,
caminante sin rumbo en esta flaca tierra, frente

a tu tumba, a tu espíritu apresado
acá entre estos liberados(O existe algo
diferente, quizás de mayor éxtasis

y también de mayor humildad, ebria simbiosis
adolescente de sexo y muerte…)
y desde este país en el que no tuvo descanso

tu alerta, percibo qué error
aquí en la quietud de las tumbas- junto
a qué razón -en el inquieto destino

nuestro- tuviste escribiendo las supremas
páginas en los días de tu asesinato.
Aquí para testimoniar el semen

aún no esparcido del antiguo dominio,
estos muertos aferrados a una posesión
que ahonda en los siglos su abominación
y su grandeza: y al mismo tiempo obsesión
esa vibración de yunques, sordamente
sofocada y profunda -del humillado

barrio- para verificar el fin.
Y heme aquí…pobre, vestido
con ropas que los pobres espían en las vidirieras

de chillón fulgor, y que han perdido
la suciedad de perdidas calles
de los bancos de tranvías que vuelven

confuso mi día: mientras siempre más raras
son estas vacaciones, en el tormento
de mantenerme vivo; y si me ocurre

de amar el mundo no es más que por un violento
e ingenuo amor sensual
así como, confundido adolescente, en una época

lo odié, si me hería el mal
burgués a mi burgués: y ahora, dividido
-contigo- objeto parece

de rencor y sí casi de místico
desprecio, la parte que tiene el poder?
sin embargo sin tu rigor, subsisto

porque no elijo. Vivo en la apatía
de la eclipsada postguerra: amando el mundo que odio- su miseria

despreciable y perdida- por un oscuro escándalo
de la conciencia…

Pasolini declama
“Las cenizas de Gramsci”

 

La Filosofía de la Praxis

La Filosofía de la Praxis

La Filosofía de la Praxis

“El comienzo de la elaboración crítica es la conciencia de lo que se es realmente, es decir, un «conócete a ti mismo»”.

Hay que destruir el prejuicio muy difundido, de que la filosofía es algo muy difícil por el hecho de ser la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos especialistas o de filósofos profesionales y sistemáticos.
Por consiguiente, hay que empezar demostrando que todos los hombres son “filósofos” definiendo los límites y las características de esta «filosofía espontánea», propia de «todo el mundo», es decir, de la filosofía contenida:
a) en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y de conceptos determinados no sólo de palabras automáticamente vacías de contenido.
b) en el sentido común y en el buen sentido.
c) en la religión popular y, por consiguiente, en todo el sistema de creencias, de supersticiones, de opiniones, de modos de ver y de actuar que se incluyen en lo que se llama en general «folklore».

Después de haber demostrado que todos son filósofos, aunque sea a su manera, inconscientemente, porque en la más mínima manifestación de una actividad intelectual cualquiera, el «lenguaje», se contiene ya una determinada concepción del mundo, se pasa al segundo momento, al momento de la crítica v de la conciencia, es decir, a la cuestión de si es preferible «pensar» sin tener conciencia crítica de ello, de modo disgregado y ocasional. esto es, «participar» en una concepción del mundo «impuesta» mecánicamente por el ambiente exterior y, por tanto, por uno de los grupos sociales en que todos nos vemos automáticamente inmersos desde nuestra entrada en el mundo consciente (que puede ser el pueblo donde vivimos o la provincia, que puede tener origen en la parroquia y en la «actividad intelectual» del cura o del viejo patriarca que dicta leyes con su «sabiduría», en la mujer que ha heredado la sapiencia de las brujas o en el pequeño intelectual agriado por su propia estupidez y por su impotencia en la acción), o es preferible elaborar la propia concepción del mundo consciente y críticamente y, en conexión con esta labor del propio cerebro, elegir la propia esfera de actividad, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guía de uno mismo y no aceptar pasiva y supinamente que nuestra personalidad sea formada desde fuera.

Nota I.
Por la propia concepción del mundo se pertenece siempre a una determinada agrupación y, concretamente, a la de todos los elementos sociales que comparten un mismo modo de pensar y de operar.
Siempre se es conformista de algún tipo de conformismo, siempre se es hombre masa u hombre-colectivo. La cuestión es ésta:

¿De qué tipo histórico es el conformismo, el hombre-masa al que se pertenece?

Cuando la concepción del mundo no es crítica y coherente sino ocasional y disgregada, se pertenece simultáneamente a una multiplicidad de hombres-masa; la propia personalidad se compone de elementos extraños y hetero-géneos: se encuentran en ella elementos del hombre de las cavernas y principios de la ciencia más moderna y avanzada, prejuicios de todas las fases históricas anteriores mezquinamente localistas e intuiciones de una filosofía futura, como la que tendrá el género humano unificado mundialmente.
Criticar la propia concepción del mundo significa, por consiguiente, hacerla unitaria y coherente, elevarla hasta el punto a que ha llegado el pensamiento mundial más avanzado. Significa también criticar toda la filosofía que ha existido hasta ahora, en la medida en que ha dejado estratificaciones consolidadas en la filosofía popular.
El comienzo de la elaboración crítica es la conciencia de lo que se es realmente, es decir, un «conócete a ti mismo» como producto del proceso histórico desarrollado anteriormente y que ha dejado en ti una infinidad de huellas acogidas sin beneficio de inventario. Debemos empezar por hacer este inventario.

Berlinguer habla sobre
Gramsci.

 

Las compañeras de Antonio Gramsci

Las compañeras de Antonio Gramsci

Las compañeras de Antonio Gramsci

“En Samara se conocen la familia Schucht y Lenin, que vive allí y frecuenta el mismo círculo marxista. Se hacen grandes amigos. Lenin lleva a la familia a San Petersburgo”.

Al realizar un recorrido por la vida de Antonio, del hombre ya formado que se incorpora a la lucha política en la ciudad de Turín; al seguirle por las calamidades y desgarros que esa toma de conciencia va a acarrear en su vida personal, alejamiento de Italia, cárcel, enfermedades; tomamos conciencia de un hombre frágil, quizá por el accidente infantil en su Cerdeña natal cuando tras caerse de un árbol quedó con la espalda afectada de por vida, lo que ocasionó su pequeña estatura; o por los periodos de hambre que sufrió cuando fue a estudiar a Turín, sin recursos económicos, cuando sólo podía comer algo, muy poca cosa, una vez al día, mientras pasaba un frío terrible que le hacía dormir con el abrigo puesto, en su cuartucho de mala muerte, evitando hablar con nadie porque le temblaba la voz a causa de la debilidad; quizá todo eso fue lo que lo convirtió en un hombre vulnerable, una vulnerabilidad que, cuando sus convicciones y coherencia comunistas lo llevaron a la cárcel, permitió que se quebrantara su salud. Y al hacer ese viaje por el periplo de Antonio en los momentos más duros, sabiendo todo lo anterior, no podemos ver en él sino un superviviente, alguien que luchaba cada día por no caer, por seguir adelante; y en ese arduo trabajo de sobrevivir en un cárcel fascista, nos aparecen junto a él dos mujeres, a veces incluso las confundimos, dos hermanas que estuvieron siempre a su lado, son las muchachas soviéticas Julia Schucht, su esposa, y Tatiana Schucht, su cuñada.

Muchas veces la vida del héroe eclipsa a las personas que lo hacen posible, en general sus compañeras, y creo que ése es el caso de Gramsci, en el que la personalidad del filósofo, del dirigente comunista, del pensador, oculta todo su entorno. Pero si Antonio no hubiera contado con la ayuda de Tatiana, por ejemplo, sus “Cuadernos de la cárcel” probablemente se habrían perdido, pues fue ella quien los sacó de la prisión clandestinamente. ¿Y quiénes eran esas hermanas Schucht?

A pesar del equívoco provocado por el apellido de apariencia alemana, eran dos ciudadanas soviéticas. Tatiana y Julia, junto con Nadine, Eugenia, Asya, y Vittorio, eran la prole de Apollon Schucht y de Yulia Ghirschfeld. La familia Schucht era descendiente de Johann Schucht, un médico alemán que había emigrado a Rusia desde Sajonia, en el siglo XVII. El padre de Apollon fue oficial de caballería en el ejército del zar, muriendo en una batalla de los rusos contra Turquía, en Bulgaria. Apollon comenzó a seguir los pasos de su padre e ingresó en la escuela de caballería Nicolaiev, del ejército, recibiendo a la vez una sólida formación musical, que le permitió convertirse en un excelente pianista.

En la escuela militar tomó contacto con organizaciones socialistas, que tenían como estrategia crear círculos revolucionarios en las academias militares, para formar cuadros dispuestos a servir a la Revolución y no a reprimirla. Apollon se suma a esa labor proselitista entre los cadetes de su brigada de artillería, hasta que, al ser descubiertas sus actividades por la policía, es expulsado del instituto armado. Frecuenta los cirulos revolucionarios obreros de San Petersburgo donde conoce a Yulia, que también es una ferviente revolucionaria, hija de un conocido abogado judío de San Petersburgo. Yulia ha terminado los estudios en el instituto Mariiski, y asiste a los cursos universitarios para mujeres. El carácter combativo y rebelde de Yulia queda reflejado con la muerte del zar Alejandro II; estando en clase se comunica la noticia a los alumnos, Yulia es la única que no se arrodilla a rezar. Apollon y Yulia, tras casarse, demasiado fichados por la policía, deciden salir de San Petersburgo. Pasan un tiempo en Moscú, y después en la ciudad siberiana de Samara, donde Apollon se emplea en el banco estatal. En Samara se conocen la familia Schucht y Lenin, que vive allí y frecuenta el mismo círculo marxista. Se hacen grandes amigos.

Lenin lleva a la familia a San Petersburgo, entonces formada por las tres hijas mayores, Nadine, Tatiana y Eugenia, ya que Apollon no puede ir porque pesa sobre él en ese momento la condena de destierro en Siberia. Cuando éste castigo finaliza, Apollon va San Petersburgo, donde nace pronto una nueva hija del matrimonio, Asya, de la que Lenin es el padrino. Poco después la familia emigra a Suiza. Al exilio, donde había una efervescencia de marxistas rusos, donde estaba Plejanov, y pronto llegaría Lenin.

Eugenia, hermana de Tatiana y Julia Schucht, nos da en sus memorias una imagen imborrable de Lenin en Ginebra, en el clima de esos años, que vale la pena retener:
“Recuerdo la fiesta nacional en Ginebra, cuando en las calles habían organizado un desfile de máscaras. Resonaban cantos y risas, la gente tiraba confeti y juguetes con forma de verduras. Era diciembre de 1905 y de repente en la calle vimos venir hacia nosotros a Ilich (Vladimir Ilich Ulianov, Lenin), también él enmascarado, con una cazadora forrada de piel. Sus manos estaban llenas de pequeños confetis de papel redondos como guisantes, corría cubriendo de confeti a las personas que estaban a su alrededor y reía a carcajadas. Al pasar, rápidamente, cerca de mí, me lanzó una lluvia de aquellos alegres circulitos. Había mucha alegría, pero lo que se me quedó grabado en el alma fue su risa contagiosa. Me parece volver a oír ahora esa risa alegre, dulce, pura, de Ilich”.

Esa impresión de la risa tan seductora de Lenin, la menciona también Lunatcharski en su libro “Así era Lenin”, y Nadja Krupskaia en sus memorias. La familia Schucht permanece un tiempo en Suiza, luego emigra a Francia y posteriormente a Roma. Apollon y Yulia se reparten las áreas educativas de los hijos, Apollon cultiva en ellos el amor hacia la música y la literatura, y Yulia el interés por la ciencia, por la naturaleza. Y tienen su recompensa, Tatiana, que toca el violonchelillo, se matricula en la facultad de ciencias naturales de Roma, y Julia estudia violín en el prestigioso Liceo Musical Santa Cecilia de Roma, formación que termina con éxito. En 1916 toda la familia regresa a Rusia, excepto Tatiana, que se queda en Roma porque compagina sus estudios en la facultad con el trabajo en un instituto. Apollon se incorpora al trabajo en el partido bolchevique, y es el contable del partido en Moscú. Tras la Revolución se ocupa en la nacionalización de los bancos, y es nombrado director del Tesoro del nuevo Banco Nacional de la República Soviética. Yulia, su esposa, trabaja en un nuevo periódico “Bednotá” (Pobreza). A finales de 1919, Apollon, Yulia, y su hija Julia, marchan a vivir a Ivanovo, un gran polo industrial. Gracias a eso se van a conocer Antonio Gramsci y Julia Schucht en octubre de 1922. Antonio asiste al IV Congreso de la Internacional Comunista, en Moscú. Y como es tradición, llevan a los delegados extranjeros a visitar los grandes centros industriales del país. Y es así como Antonio visita Ivanovo.

Julia se había afiliado al partido bolchevique en septiembre de 1917, un mes antes de la Revolución.

Trabaja como profesora de violín en Moscú y da conciertos con gran éxito. Tras el traslado a Ivanovo, continúa dando clases de violín en el instituto musical, toca en la orquesta de la ciudad, sigue con su militancia en el Partido Comunista, y es diputada en el Consejo de la ciudad. En septiembre de 1922, Julia conoce a Antonio en el sanatorio de Serebriany Bor, cercano a Ivanovo. Antonio se encuentra ingresado por un colapso nervioso. Su organismo no ha aguantando los esfuerzos del viaje desde Italia, y las tensiones vividas por los enfrentamientos en el Congreso de la Internacional. En Serebriany Bor los enfermos están instalados en cabañas de madera, Gramsci comparte la suya con Clara Zetkin, también recuperándose de de la fatiga. En la cabaña de al lado está Eugenia Schucht, hermana de Julia, gravemente enferma. Eugenia le contaba de esta manera, a una amiga, en presencia de Julia, el primer encuentro de Julia con Antonio:

“…algunos días más tarde llegó Julia y se encontraron.
-Aquí está, Antonio, ésta es mi hermana Julia. Y éste es el compañero Antonio Gramsci.
-¿Su hermana habla italiano?
-Pregúnteselo usted mismo, no se preocupe, ella le entenderá. Julia ha estudiado en el Liceo Musical de Roma –dije.
Pero Julia tenía prisa aquel día y nos dejó al rato.
-¡Qué rostro magnífico tiene su hermana! –dijo Antonio al quedarnos solos-, tiene algo de bizantino, ¿verdad?
En ese momento Julia interrumpió la narración de Eugenia, y sonriendo añadió:
-Tenía prisa porque debía coger el tren para Ivanovo-Voznesiensk, donde vivía entonces. Pero en la siguiente visita le llevé a Antonio un libro, un cuento de De Amicis, traducido por la hermana de Lenin, Anna Ulianova”.

En octubre de 1922, en una de las primeras cartas después de conocerse, Julia le escribe:

“Profesor: hoy he “encontrado el sol”. Desde que regresé a Ivanovo, encontré un tiempo feo, gris… Hoy también me he empapado por completo, de los pies a la cabeza…. Y, sin embargo, estoy segura de haber visto el sol. He ido también a la conferencia de la juventud comunista (¡los jóvenes, en Ivanovo!) Me he comprado un par de zapatos y los estoy mirando… ¡Tengo miedo de que al ponérmelos no sepa ni cómo mover los pies! ¿Qué más he hecho hoy? Nada. Usted habrá trabajado. En el Komintern, sobre un artículo… ¿Quizá en Serebriany Bor habrá estado haciendo una rueda (una miniatura de carro sardo que hacía Gramsci a navaja)? Me gustaría ver cómo el heroísmo y el cuchillo del compañero Gramsci crea unas ruedas únicas en el mundo, que serán capaces de hacer crujir los estados burgueses”. Antonio y Julia se enamoraron. Julia recordaba así sus primeros encuentros:

“Él me contó entonces muchos episodios de su vida y de la lucha de los obreros y campesinos italianos y… me enseñó cómo juegan los niños en Cerdeña… era muy bueno haciendo rebotar piedras en el agua del rio de Moscú”.

Antonio y Julia se casan el 23 de septiembre de 1923. El 10 de agosto nace Delio, su primer hijo. La pareja está lejos, Antonio en Viena, por indicaciones del Komintern y Julia en Moscú. En 1925 la familia de Antonio, Julia y Delio se reúne, primero en Moscú, y luego, a partir de octubre, en Roma, adonde va a vivir Julia, encontrando trabajo en la embajada soviética. En junio de 1926 Julia regresa a Moscú, embarazada, donde dará a luz, el 31 de agosto, a su hijo Giuliano, que nunca verá a su padre; pues Antonio es detenido por la policía fascista el 8 de noviembre de ese año, 1926. A partir de ese momento, la relación de Julia con Antonio encarcelado, es una relación epistolar, con momentos de mayor intercambio y periodos más silenciosos.

Tatiana, que había seguido todo el tiempo en Roma, cursando la carrera de ciencias naturales y enseñando ciencias naturales, matemáticas, francés y ruso en el Instituto Crandon, se convertirá en el ángel de la guarda de Antonio, tras su detención. Su gran capacidad intelectual le permite mantener una relación muy fluida con el dirigente comunista, en numerosas cartas y en las visitas en la cárcel. Antonio conoce a Tatiana a principios de febrero de 1926, y desde el primer encuentro le causa una gran impresión, tejiéndose entre ellos una profunda amistad. Tatiana comienza a trabajar poco después en la embajada soviética de Roma. Colabora con Antonio, aún libre, en la traducción de algunos ensayos y artículos. Tras ser detenido, mientras espera sentencia, Antonio pena en la cárcel de San Vitore, en Milán; y Tatiana es nombrada representante del comercio soviético en Milán, por lo que se traslada a vivir allí, de manera que está cerca de Antonio y puede asegurar que no le falten alimentos ni medicinas.

Tras la sentencia de veinte años de condena, el 19 de julio de 1928, Antonio es trasladado a la cárcel de Turi. Al final del año 1929 Tatiana se traslada a Turi, donde vivirá seis meses, para seguir cerca de Antonio, a quien le permiten visitar en siete ocasiones durante ese periodo, en visitas de media hora de duración, de pie, en un cobertizo del patio de la cárcel y en presencia de un guardia. En julio de 1930 Tatiana vuelve a Roma, y a su trabajo en la embajada soviética. Viaja varias veces a Turi para visitar a Antonio. En diciembre de 1933 trasladan a Gramsci a la enfermería de la prisión de Civitavecchia primero, y luego a la clínica del doctor Cusumano en Formia. Allí le vista Tatiana cada semana. En agosto de 1935 ingresan a Gramsci en la clínica Quisisana de Roma. Durante este periodo Tatiana se dedica por entero a cuidar de Antonio. El 25 de abril de 1937 llega la orden de libertad condicional para Antonio, le llega en unas condiciones de suma gravedad. Esa misma noche, la primera noche que debía ser libre, sufre una hemorragia cerebral. Muere dos días después, la mañana del 27 de abril. Tatiana le acompaña permanentemente. Gracias a ella tenemos numerosas cartas de Antonio que suponen una enorme riqueza cultural; y sus 32 “Cuadernos de la cárcel”, la vastísima obra intelectual de 2.848 páginas, existen porque Tatiana, ayudada por Piero Sraffa, pudieron sustraerlos de la clínica a pesar de las prohibiciones e inspecciones policiales. Los cuadernos fueron llevados Moscú y allí confiados a Palmiro Togliatti.

Julia Schucht con sus hijos Delio y Giuliano

Rueda Sarda

Calle en la que vivió la familia Schucht en Ginebra

 

Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor
Director de Herri