Mensaje de despedida a los voluntarios de las Brigadas Internacionales

Mensaje de despedida a los voluntarios de las Brigadas Internacionales

Mensaje de despedida a los voluntarios de las Brigadas Internacionales

Es muy difı́cil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan. Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas… Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranı́a de todos los pueblos…

Dolor por los que se quedan aquı́ para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.

De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los dı́as más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroı́smo y espı́ritu de sacrificio.

Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.

Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un paı́s amenazado, de nuestra España.

Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideologı́a diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.

Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos… Y nada nos pedı́an. Es decir, sı́: querı́an un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros. ¡Banderas de España!… ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!…

¡Madres!… ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los dı́as dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales. Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquı́ estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».

Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.

¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones polı́ticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin lı́mites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espı́ritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.

No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!…

Volved a nuestro lado, que aquı́ encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo:

¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!

 Dolores Ibárruri. 1-XI-1938

El único camino

El único camino

El único camino

“No es la hermana, la novia ni la compañera. Es algo más, la clase obrera”.

Generaciones de militantes revolucionarios, antifascistas, demócratas, comunistas, se acercaron a la lucha arrastrados por la fuerza del ejemplo de esa mujer, Dolores Ibárruri, Pasionaria, admirados por su vida dedicada a una causa, la de la liberación humana. Tal fue mi caso. Después del mito, de su impacto, venı́a la labor de acercarse a su obra, de conocer su vida real, que lejos de difuminarlo, lo agrandaba aún más. Ese camino empezaba con la lectura de su obra autobiográfica, “El único camino”.

Recuerdo su infancia en Gallarta, marcada por la vida de los mineros, sus terribles condiciones de existencia, sus luchas para mejorarlas, las huelgas en las que arrojaban dinamita a la policı́a. Sin renunciar a la dinamita, quizá Dolores supo que en esa lucha hacı́a falta también el verbo, convencer con la palabra, y comenzó a asistir a las charlas del Centro Obrero de Gallarta. Allı́ escuchaba, bebı́a materialmente todo lo que decı́an los oradores, y luego, a veces, intervenı́a, pero lo hacı́a como un entrenamiento, para foguearse en episodios futuros.

El clima de esa aldea de Bizkaia era revolucionario, socialista, pero también muy católico; una fe que en los años mozos pareció influirla mucho, pero que en realidad, cuando Dolores se hizo con un criterio propio sobre la vida, apenas le dejó huella. Dolores abandonó la escuela a los quince años, y, a pesar de sus anhelos por ser maestra y de ser una brillante estudiante, tuvo que aprender el oficio de costurera y trabajar durante tres años como muchacha de servicio. No tardó en casarse, el único fin predestinado para la mujer entonces, la continuación de la vida gris, triste, penosa y esclava de sus madres.

Lo hizo con un minero, como no podı́a ser de otra forma, un buen hombre, también revolucionario y con varias detenciones a su espalda, pero sin el nervio de insumisión ante la injusticia que ya atesoraba Dolores, y que hizo que se quedara atrás cuando su militancia se hizo más intensa, prevaleciendo en ella la lucha sobre la estrecha vida matrimonial. Entre tanto tuvieron hijos, y era tal la pobreza en la que vivı́an, que cuando murió su pequeña Amagoia tuvieron que enterrarla en una caja de sardinas porque no tenı́an dinero para un féretro, a pesar de que entonces, 1923, ya se hablaba del dinero que los comunistas recibı́an de Moscú.

De los seis hijos que tuvo, con enfermedades y sin dinero para medicinas, con hambre y miseria, pronto sólo le quedaron vivos dos, Rubén y Amaia. Su palabra, aprehendida en el Centro Obrero de Gallarta, en la biblioteca de la Casa del Pueblo de Somorrostro, en los muchos mı́tines y reuniones que se producı́an en una época de intensa lucha minera, crecı́a, se hacı́a más popular, hasta que fue reclamada para escribir un artı́culo en el periódico “El minero vizcaı́no”. Corre la Semana Santa, en esa época unas fechas de gran recogimiento, y Dolores, madre de 23 años que ha conocido la pérdida, el desgarro, el dolor en sı́ y por doquier; firma el artı́culo, para evitar su verdadero nombre en un ambiente de persecuciones y violencia, con el apodo de Pasionaria.

Lo mismo hará en sus colaboraciones posteriores para “La lucha de clases”, y ya, a partir de 1920 en el periódico comunista de Bilbao “La bandera roja”, cuando Dolores ingresa en el partido comunista. Tı́mida, o quizá muy exigente con la palabra, siempre se muestra nerviosa ante un discurso, y muchas veces prefiere que hable un compañero, aunque su palabra no tiene igual. Su voz metálica, profunda, precisa, parece reproducir el eco del mineral de sus montes, los sonidos del trabajo, sus lamentos, sus quejas y anhelos; suena a verdad y entusiasma a las masas, a los obreros, que la identifican como suya.

Elegida diputada por el Frente Popular en la minera Asturias, su primera acción será sacar de la cárcel de Oviedo a los centenares de presos detenidos desde la huelga de octubre de 1934. Los saca literalmente, ante las dudas de las autoridades y tras un tenso tira y afloja, recorre los pasillos y galerı́as agitando el manojo de llaves que le entrega —bajo su única responsabilidad como le advierte—, el administrador de la prisión. ¡Camaradas, todos a la calle, todos a la calle! —grita Pasionaria—, que de tanta emoción no conseguı́a acertar con las llaves en la cerradura y tenı́a que ser ayudada por los propios presos desde el otro lado de las rejas.

El valor de su palabra para el pueblo quedó sellado con sangre en la guerra. Su célebre “NO PASARÁN”, constituyó uno de los estı́mulos principales para la defensa de la República, y se extendió por todo el mundo como un emblema de las nuevas libertades conquistadas, para las mujeres, para los obreros; un estandarte para todos los oprimidos del mundo que miraban a España, a su lucha, como una lucha que les era propia.

Por primera vez en el mundo, todos los oprimidos de la tierra se unieron frente al enemigo, para salvar la libertad, y por eso vinieron miles de brigadistas internacionales para defender la causa de la República española, que era su causa. Las palabras de Dolores en su despedida permanecen en el corazón de todo internacionalista: “No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, volved a nuestro lado, que aquı́ encontraréis patria los que no tenéis patria; amigos los que tenéis que vivir privados de amistad; y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!”

En el frente con el general Walter y Francisco Antón 

Del exilio en Moscú algún camarada traı́a alguna vez algún recuerdo. Era una mujer muy sencilla —contaban—, una etxekoandre de la que era difı́cil escapar sin comer un par de huevos fritos con patatas en su casa moscovita. La añoranza de su Euskadi era enorme, y sólo las convicciones firmes de la lucha, del deber, la calmaban. El 22 de mayo de 1977 intervino en su primer mitin tras el regreso a España; fue en Bilbao, y con la libertad apenas acariciada, más su enorme nostalgia, explotó en sus lágrimas toda esa emoción contenida.

¿Qué poeta no la ha cantado?
Nicolás Guillen, Miguel Hernández, Ana Belén, Joan Baez,
Gabriel Celaya, Rafael Alberti, cualquier soñador, cualquier
revolucionario, cualquiera de nosotros,
¿Quién no le ha entregado un poema secreto, una
canción?
Frente a ella todos somos iguales, como le cantara Alberti
el dı́a de su muerte:
¿Quién no la quiere?
No es la hermana, la novia ni la compañera. Es algo más, la
clase obrera”. Todo eso era Pasionaria

Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor Director de Herri

COVID desde dentro

COVID desde dentro

COVID desde dentro

Pandemia, qué pandemia?, ¿cómo, qué está pasando?, ¿que nos tenemos que quedar en casa, todos?, ¿pero por qué, y cuánto tiempo?

Me pilló desprevenida, estaba distraı́da con otras cosas, estaba viviendo, estaba además, en un momento importante de mi vida, aunque supongo que todos lo son de alguna manera, a mı́ me pilló, como a la mayorı́a de la gente, desprevenida. Aprovecho la oportunidad que me han dado, para aportar una visión desde dentro, desde mi vivencia y desde el sentimiento.

No soy ninguna entendida en el tema, no soy epidemióloga, ni doctora en nada, soy una enfermera que trabaja en el servicio de Urgencias de un hospital de Osakidetza.

Me encanta mi trabajo, siempre he tenido claro que me gustaba. De pequeña, solı́a ver series de médicos, bueno y ahora también, jugaba a operar y a curar, y sin darme cuenta, estaba en un hospital, correteando por los pasillos buscando las habitaciones.

De los servicios en donde he trabajado, el que más me gusta, es el de Urgencias porque la monotonı́a no existe, porque me gusta sentirme útil y porque en estos servicios el resultado es rápido y gratificante. No hay nada más recompensante que salvar la vida, quitar el dolor a quien lo padece o poder aliviarle en un momento de ansiedad o miedo.

Cuando empezó todo esto y nos tocó ir a trabajar, reinó la incertidumbre, ¡todo eran dudas, no sabı́amos nada! Cada dı́a, al comienzo del turno, nos reunı́an y nos explicaban la situación. Hay que protegerse con mascarillas, batas, gafas… intentar averiguar si ese paciente podrı́a ser un caso de alta o baja sospecha, era nuestra misión. Hablábamos de pacientes que provenı́an de China, Irán, después Italia…etc. Se elaboraban protocolos para el dı́a, esto es para hoy, nos decı́an, mañana será otro.

Mientras tanto, el confinamiento, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Cada cual a la suya, cada uno con los suyos, y comienza el miedo, miedo a contagiar a tu familia, ¡qué responsabilidad! Los sanitarios no lo verbalizamos, no decimos tenemos miedo, pero lo tenemos. En una ocasión, comentando con los compañeros de turno, ninguno podı́amos dormir y, te vas alejando, tomando conciencia del alcance de la situación. Sólo necesitaba un abrazo.

Hicimos coreografı́as de baile, muchas, nunca he bailado tanto, me he reı́do tanto y nunca me he sentido tan perteneciente a un colectivo, ¿qué pasa? Ahora nos aplauden en los balcones, ensalzan nuestra dedicación, nos admiran, ¡somos héroes! Confieso que me he emocionado muchas veces cuando iba a trabajar, imagino que los soldados cuando desfilaban entre vı́tores al ir a la guerra, sentirı́an lo mismo, una sensación agridulce.

Es mi deber, no tengo dudas, estoy contenta de ser lo que soy porque ahora es mi turno de poder sentirme orgullosa de serlo. No soy diferente a mis compañeros, estamos todos unidos y por una causa común.¡ A por ellos!!

Tengo compañeras que se han contagiado, les he leı́do el miedo en los ojos y he llorado, llorado de amor y reconocimiento a todos ellos, he llorado en mi soledad del peso de la responsabilidad, de comprensión hacia los pacientes en su soledad y sufrimiento, pero también he llorado al escuchar los aplausos, al recibir los mensajes de mis amigos y os aseguro, que el reconocimiento es el mejor premio que se pueda dar a nadie. 

Gracias

Olatz Uriarte
Enfermera en el servicio hospitalario
de Urgencias de Osakidetza

Feminismo de clase para una Pandemia.

Feminismo de clase para una Pandemia.

Feminismo de clase para una Pandemia.

¿Quién no la quiere? No es la hermana,
la novia ni la compañera.
Es algo más: la clase obrera,

Rafael Alberti

Con estos preciosos versos describı́a a Alberti a Dolores Ibárruri que, desde muy joven, fue consciente de la doble explotación que sufrı́an las mujeres y tomó conciencia de género y de clase al mismo tiempo. En sus memorias lo explica de manera muy sencilla, pero a la vez cları́sima: “hay una cosa peor que ser minero; es ser mujer de minero. A la explotación del trabajo, la mujer añadirá la explotación familiar, la de servir al hombre y a la prole, haciendo que su jornada laboral no termine ni siquiera para reponerse”.

Probablemente no sea Dolores especialmente conocida por su lucha feminista, a pesar de haber sido presidenta de la organización feminista más importante de la época, la Organización de Mujeres Antifascistas, organización donde se aglutinaron mujeres de distinta ideologı́a en lucha por la democracia y contra el fascismo y que desarrolló una labor notable en contextos muy duros como en la cuenca minera de Asturias en 1934 en plena represión de la revolución.

A pesar, también, de haber contribuido a la reivindicación del papel como luchadora en los conflicto, y no simple espectadora o madre abnegada (que también lo representó, no puede negarse, ¡y de qué manera!).

Por mujeres como Dolores, Lina Odena o Caridad Mercader, el hispanista chileno Francisco Aguilera escribió un emotivo poema, “Tome nota la Academia”, que fue publicado en Repertorio Americano de Costa Rica (una de las revistas hispanoamericanas más importantes de la época) donde pedı́a a la Academia de la Lengua que tomase nota de un nuevo vocablo, “milicianas”, ası́ en femenino plural, para el diccionario que habrı́a de surgir después de la guerra de España:

“desde que las hijas de Eva
hicieron justicia con sus propias manos
para arreglar cuentas con los Caínes de España;
desde entonces no es posible
referirse a los defensores y los mártires
de la libertad ibérica,
sin usar, junto al nombre masculino,
la voz,
blanca como un seno maternal
y enérgica como un toque de diana al romper el día,
la voz de un diccionario nuevo:
¡milicianas!”

Pero aún siendo esto cierto, Dolores representó un feminismo inseparable de su lucha de clases. No entendı́a uno sin el otro, aunque esto hiciera que hubiera luchas netamente feministas que no estuvieran entre sus prioridades, o que no hubiera una ruptura total con el modelo cultural heteropatriarcal.

Sin embargo conviene recordar esta necesidad de no perder nunca la perspectiva de clase en la lucha feminista para no errar en las batallas que hemos de enfrentar. Durante estas semanas de confinamiento y debate más o menos público sobre las implicaciones sanitarias del coronavirus hemos podido leer numerosos artı́culos sobre su impacto: parecen coincidir la mayorı́a de análisis, ya sean académicos o institucionales, en la necesidad de atender preferentemente a mujeres y las capas más vulnerables de la sociedad.

Por otra parte, este enfoque no es exclusivo de la crisis sanitaria provocada por el Coronavirus: es algo que se viene demandado como lı́nea estratégica de actuación ante cualquier pandemia y crisis en general ya que, independientemente de que las mujeres sufran la enfermedad de manera más virulenta (y nada apunta a que la enfermedad, en términos estrictamente fisiológicos, sea más grave en las mujeres), sı́ parece un hecho constatado que el impacto en ellas es mayor.

Ası́ mismo ocurre en el caso de las personas más vulnerables económicamente. Y no solo eso, sino que además incrementan las desigualdades sociales de partida. Si tenemos en cuenta los datos oficiales, hay tres veces más posibilidades de estar infectado por el coronavirus en municipios o barrios de nivel socioeconómico bajo que en barrios/municipios de nivel socioeconómico alto. Las diferencias pueden llegar a ser de 4 o 5 veces.

Si atendemos a los datos del Informe sobre la situación de COVID-19 en España observaremos que las mujeres superan a los hombres en número de casos diagnosticados y son mayorı́a en el grupo entre 45 y 65 años. Aunque también presentan diferencias significativas en sintomatologı́a, factores de riesgo, tasa de hospitalización, admisión en UCIs y letalidad que podrı́an explicarse por distintos motivos, hay uno que parece evidente: la mayor exposición al contagio.

Y es que las mujeres absorben la mayor parte de los trabajos de cuidados: por poner un ejemplo, en nuestro paı́s las mujeres cuidadoras representas más del 75% del colectivo de ayuda a domicilio.

Pero estas cifras son engañosas dado que sólo recogen la parte “oficial” de los trabajos de cuidados. Es decir, aquellas mujeres que realizan un trabajo remunerado de cuidados.

Sin embargo, sigue invisible la mayor parte de los cuidados, también realizado muy mayoritariamente por mujeres, y que corresponden al ámbito privado, familiar o doméstico. Una cantidad que, según autores, puede suponer el 80% de los trabajos de cuidados que se realizan.

Mujeres que quedan atrapadas en los cuidados de dos generaciones: sus hijos e hijas y sus mayores. Pero también de las personasdependientes  si las hubiera. Y que durante el estado de confinamiento han asumido casi en su totalidad estos cuidados: centros educativos, centros de dı́a, residencias, etc cerrados y la suspensión de la ayuda a domicilio por miedo al contagio (en muchos casos) ha supuesto para la mayorı́a de mujeres un incremento brutal del trabajo de cuidado habitual, que implica, además, una alta carga de exposición al contagio debido a sus caracterı́sticas propias: aseo personal, limpieza, alimentación en muchas ocasiones en propia boca, etc.

Sirva esta radiografı́a para señalar el por qué los porcentajes de contagio en mujeres son más elevados. Tanto por la feminización de los trabajos sanitarios y sociosanitarios, como por el mayor porcentaje de cuidados en el entorno más o menos inmediato, el nivel de exposición en mujeres ha sido y es notablemente superior al de los hombres.

Pero, es clave señalarlo, no podemos obviar el sesgo de clase: ¿El impacto de, por ejemplo, una pandemia o cualquier otra situación lı́mite es igual en Ana Patricia Botı́n que en una mujer que tiene un trabajo por horas de cuidadora? Evidentemente no. Ni sus condiciones sociales ni su exposición al contagio son las mismas. Los virus no entienden de clases sociales, pero su impacto es muy diferente en unas y otras.

¿Y qué vamos a encontrarnos en el siguiente escenario que, muy probablemente, será de una terrible crisis económica a nivel general? Si veı́amos cómo las mujeres en general y las más precarias en particular (servicio de ayuda a domicilio, limpiadoras, empleadas de hogar, etc) estaban más expuestas al contagio, en el escenario de crisis económica son estos empleos más precarios, temporales, peor remunerados, los que van a quedar en una situación de más vulnerabilidad si cabe. Y, en el caso probable de recortes en los sistemas sanitarios y sociosanitarios, con un extra de carga de trabajo en el ámbito familiar y/o privado.

Cabe señalar, en este sentido, que el rostro de la vulnerabilidad extrema en nuestro paı́s es una mujer migrante, que trabaja en la economı́a precarizada (sea formal o informal) y responsable en solitario de cargas familiares.

La mirada del feminismo de clase, el feminismo de Dolores denunciando que las condiciones de las mujeres de quienes tenı́an los peores empleos eran incluso más terribles que las de sus compañeros, que las mujeres eran quienes sufrı́an la cara más amarga del capitalismo, sigue siendo tan vigente hoy como entonces.

Encontramos en las polı́ticas públicas, en general, una falta notable de perspectiva de clase: se diseñan los mensajes y las acciones para una ideal clase media inexistente. Y se echan a faltar medidas que reconozcan y visibilicen a las mujeres de la clase trabajadora. A las precarias, a las más vulnerables.

“Más perspectiva de género, más perspectiva de clase para una política mucho más humana”.

Salir de esta crisis será posible. El reto es si seremos capaces de hacerlo construyendo una sociedad más igualitaria en la que las mujeres, especialmente las mujeres de la clase obrera,no sigamos soportando la carga de cuidados casi en exclusiva, sean o no remunerados, si tendremos la red de servicios públicos y recursos de apoyo necesaria para poder conciliar nuestras vidas en todos sus ámbitos .

El reto es saber si, de esta crisis, salimos ganando las que siempre perdemos.

Eva García Sempere

Exparlamentaria en el Congreso de los Diputados
por Unidas Podemos.
Coordinadora federal del área de Medio Ambiente y
Ecología de Izquierda Unida.

«Compañera Ibárruri»

«Compañera Ibárruri»

«Compañera Ibárruri»

“Descansa, presidenta. Sueña dulcemente, madre Dolores”.

Dicen, Dolores, que has muerto. ¡Qué tontería! Pervives en cada uno de los que te quieren y, ¡son tantos! En cada imagen de la humana nobleza, en cada gesto de llaneza austera, en cada palabra de afirmación en la justicia, en cada voz de rotundidad sonora.

Tu imagen, tus gestos, tu palabra, tu voz (…). Tú has hecho desde tu partido algo extraordinario: trascenderlo, superarlo. Tú, comunista ejemplar, eres de todos: de los que han levantado el puño y de los que se han santiguado. Acabas de explicarnos una lección política: se es más comunista en la medida en que se es más para el pueblo.

El partido no se organiza para él, sino para los demás. Y éste, tu partido, está sobrecogido y alborozado. Sobrecogido por la grandeza de tu lección que nos remueve hasta el fondo. Alborozado porque se siente confirmado en su apuesta (…)

 

Ante ti, presidenta, recogemos tu último discurso. Con la pasión del corazón que tú, Pasionaria, pusiste en la causa de la emancipación humana. Con la serenidad ordenada del pensamiento y la reflexión.

El PCE, tu PCE, se ratifica y apuesta por todo lo que ha dado sentido a tu vida de luchadora. Seremos la fuerza política comunista que estos momentos están demandando. Mujer, cuánto has hecho por tus compañeras. Mujer, qué ejemplo para mujeres y hombres. Mujer, qué roca llena de ternura. Mujer, qué fragancia de firmeza. Dolores, ha sido muy largo y muy duro tu combate. Entorna los ojos y sueña en tu pueblo. Duerme, compañera Ibárruri. Reposa, camarada Pasionaria.

JULIO ANGUITA