«Una pasionaria para Dolores»

«Una pasionaria para Dolores»

«Una pasionaria para Dolores»

de «Rafael Alberti»

¿Quién no la mira? Es de la entraña
del pueblo cántabro y minera.
Tan hermosa como si uniera
tierra y cielo de toda España.

 

¿Quién no la escucha? De los llanos
sube su voz hasta las cumbres,
y son los hombres más hermanos
y más altas las muchedumbres.

 

¿Quién no la sigue? Nunca al viento
dio una bandera más pasión
ni ardió más grande un corazón
al par de un mismo pensamiento.

 

¿Quién no la quiere? No es la hermana,
la novia ni la compañera.
Es algo más: la clase obrera,
madre del sol de la mañana.

 

Alma de nuestra Reconquista
el mar abierto, una ilusión
la más alta revolución.
Es el partido comunista

 

«Rafael Alberti»

 

Dos historias paralelas

Dos historias paralelas

Dos historias paralelas

Vera Kujareva. Editora “Ediciones Irreverentes”. Traductora y Licenciada en Biblioteconomı́a y Documentación en en la Universidad de Minsk. República Belarus.

Algunos nombres históricos siempre estarán envueltos en cierto halo de heroı́smo casi mitológico, algo inalcanzable, incluso incomprensible, para las generaciones de jóvenes, los chicos y chicas de hoy. Dedicar su vida, todas sus fuerzas, a la lucha por la verdad. Incluso sacrificar a su parte más preciada, sus hijos, a la misma causa, porque no puede ser de otro modo.

Y más aún es de extrañar hoy en dı́a que dos paı́ses, la antigua Unión Soviética y España, tan distintos y tan lejanos, se unan en un “episodio” del pasado, una única lucha, contra el fascismo, unos ideales, y un nombre de mujer, Dolores Ibárruri.

Al principio del siglo XX, la mujer, al igual que el hombre, estaba empezando a concienciarse en la lucha por su libertad, por la libertad de sus hijos, de sus familias. A los dos lados de Europa, les ha tocado a las mujeres tomar parte en la lucha sin vacilar, sin menospreciar sus fuerzas, sus capacidades intelectuales y fı́sicas, en la clandestinidad, más tarde en el frente o en la retaguardia; un único propósito movı́a a los que ponı́an las esperanza en la vida libre, en un Estado libre.

Nos fascina la idea de que una mujer, en aquél entonces, desde la España negra y profunda, se interese por el marxismo y conozca los hechos de la Rusia revolucionaria, que estudie, escriba sus propios textos y llame a la lucha a otras mujeres imprescindibles en el desarrollo de España. Hay mucha información por descubrir de las mujeres de mi tierra y su labor en la revolución.

La española Dolores Ibárruri a través del su trabajo en el Partido Comunista, se convierte en el sı́mbolo en la Segunda República y de la lucha antifascista, en la que recibe apoyo del Estado soviético, y une su vida con la URSS en plena Guerra Patria, o como la llaman en otras partes de Europa, en plena Segunda Guerra Mundial. A las mujeres en la guerra y en la lucha les ha tocado la peor parte.

Descubrimos las historias que se entrelazan en este perı́odo tan dramático y nos demuestran su valentı́a, su heroı́smo, su dedicación a la causa. Hay algunos testimonios de lo cerca que estuvieron los dos pueblos en esa batalla por la libertad.

Se llamaba Floric, o Florián en castellano. Fue hijo de una mujer rusa. Su padre, Ramón Casanellas, fue secretario general del Partido Comunista de Cataluña. Cuando en España se levantaron las masas, Floric, que tenı́a 12 años, dijo: “Mi sitio es allí, tengo que seguir el labor empezada por mi padre”.

En este momento su madre comprendió que no va a poder sujetar a su hijo. Se iba de viaje desde Moscú crecido, casi como un hombre maduro. De forma traicionera los fascistas mataron a su padre. Está decidido. El va a ser piloto de avión, aunque sólo tiene 16 años. Los pilotos para la República se forman en la Unión Soviética. De nuevo Moscú. Qué pena que no se encuentre allı́ su madre. Los jóvenes militares preparan en unos meses todo el programa de estudios. Hijo de una mujer rusa, Ramón Florian Casanellas, defendiendo los cielos de Madrid cae heroicamente por España en las tierras españolas. Cuenta con 18 años.

La madre recibió la noticia de su muerte durante uno de los combates junto con las brigadas internacionales. Allı́ la llamaban Marı́a Julia. Poca gente conocı́a el verdadero nombre de la traductora. Era María Aleksándrovna Fort. “No puedo impedir a mi hijo que haga lo mismo que hago yo”, decı́a Marı́a.

Cuando la situación, con el paso de los dı́as, se vuelve más insostenible en España, una de las tareas más importantes es salvar a los niños, el futuro de la República.

La organización de la evacuación de los niños se la encomiendan a la camarada Dolores. En la Unión soviética estarán a salvo. Allı́, a principios del año 35 aparecen Amaya y Rubén, los hijos de Dolores Ibarruri, a salvo de la persecución policial y de la cárcel.

Rubén estudia para ser el piloto de avión. Y sólo pasados los años, su madre supo que siendo casi un niño cruzó las fronteras hasta llegar a España, ocultando su apellido y la edad, se afilió al ejército de Modesto, luchó hasta el último dı́a.

Volvió a la URSS, sabiendo que la lucha no habı́a terminado, con el conocimiento de que, mientras exista el fascismo, su peligro crece con el tiempo. Tenı́a conciencia que hay que perfeccionar los conocimientos militares para luchar con éxito. Rubén destacó en la batalla cerca de Borisov, frenando el ataque de los nazis en el territorio bielorruso.

Del hospital vuelve enseguida al frente, delante les esperaba la batalla de Stalingrado. Murió el 3 de septiembre del 1942, hijo de madre española, de Dolores Ibarruri, cayó en combate por la Unión soviética.

¡No pasarán! Y no pasaron.

“Recuerda siempre ser fiel a nuestros ideales, estés preparado sacrificar tu vida por ellos hasta el final”, escribı́a Dolores a su hijo desde el Madrid asediado. Dos madres, las madres, miles de madres a las que tocó la peor suerte en esta vida, en aquellos años, sacrificar a sus hijos por la lucha por sus ideas. A las que el destino les dejó tumbas y fotos amarillentas.

Marı́a Aleksándrovna Fort era una mujer joven, miembro de la lucha clandestina, y del Partido Comunista desde el 1917, jefa de un destacamento de los guerrilleros, y al final de su carrera, oficial del ejército soviético.

Dolores Ibárruri, hija de un minero de Bizkaia, convertida en una revolucionaria. Miembro del Comité Central, presidente del Partido Comunista de España.

¿Podrían estas mujeres tener hijos distintos?

No es de extrañar que estas mujeres luchadores hayan dado al mundo a tales héroes. No es de extrañar que nuestras historias hayan tenido tanto en común. Que España estaba más cerca que nunca.

 

 

El pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas

El pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas

“El pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas”

Discurso pronunciado por Pasionaria en un gran mitin de solidaridad con el pueblo español, celebrado en París, en el velódromo de Invierno, el 8 de septiembre de 1936

 ¡Trabajadores de Parı́s! ¡Demócratas franceses!

Desde la España que lucha por su libertad y por la libertad de todos los pueblos, frente a la pérfida agresión de la reacción española y del fascismo internacional, venimos aquı́, al Parı́s de la Comuna y de la Gran Revolución, a deciros en qué condiciones luchan nuestros combatientes, lucha y muere nuestro pueblo.

Venimos aquı́ en demanda de solidaridad para con la República Española, seguros de que nos ayudaréis; confiados en que vosotros, que tantas páginas de gloriosas luchas tenéis en vuestra historia, sabréis comprendernos, sabréis ayudarnos.

La sublevación del ejército ha dejado al gobierno republicano sin los más elementales medios de defensa. Pero al levantarnos a cerrar el paso al devastador torrente fascista, que arrasa nuestras villas, que destruye nuestras ciudades, no nos detuvimos a contar cuántos eran nuestros enemigos, ni pensamos tampoco en el desvalimiento en que la sublevación militar dejaba a la República, al privar a ésta de las armas fundamentales necesarias para su defensa.

Pensamos solamente, impulsados por un movimiento nacional, espontáneo, de dignidad, que ceder sin resistencia a la agresión serı́a innoble cobardı́a, que ni el pueblo ni la Historia podrı́an jamás perdonarnos.

Y sin ninguna vacilación, unidos en el mismo sentimiento y con la misma decisión de cerrar el paso al fascismo y defender la República y la democracia, comunistas, socialistas, republicanos, anarcosindicalistas y nacionalistas vascos, nos lanzamos a la lucha dispuestos a toda clase de sacrificios, porque no ignorábamos lo que el fascismo representa y de lo que es capaz la reacción española.

La represión de Asturias es un ejemplo próximo y elocuente. Y no podı́amos, sin abdicar de nuestra dignidad humana y española, ni someternos al degradante yugo fascista, ni poner mansamente la cabeza bajo el hacha del verdugo. Consciente de lo que nuestra lucha significa, el pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas. Al lado de los rebeldes, apoyándolos en su agresión contra la República y contra el pueblo, participan fuerzas fascistas extranjeras, cuyos aviones bombardean las abiertas ciudades españolas.

Y mujeres y niños, vı́ctimas inocentes del odio salvaje de la reacción española, caen para siempre, abatidos por la metralla enemiga, y pagan con su sangre y con su vida el delito de vivir en la España republicana, en la España que no acepta ser convertida en una cárcel fascista, en una base de agresión de la reacción internacional.

Hemos venido a Francia en representación del gobierno republicano y de los combatientes que en todos los frentes proclaman su voluntad de lucha, en defensa de la libertad de España, en defensa de la libertad de todos los pueblos, cuya suerte se decide en nuestra patria. Hemos venido a deciros a vosotros, heroicos descendientes de los combatientes de la Comuna, de los vencedores de la Bastilla, a deciros la profunda inquietud que ha producido en nuestro pueblo, en nuestros combatientes, en nuestro gobierno, la negativa del gobierno francés a vender armas al gobierno español, violando los acuerdos establecidos entre ambos y por los cuales el gobierno francés se comprometı́a a vender al español las armas que necesitaba para su defensa.

Se han cerrado las fronteras con España. Con ello se priva a los combatientes españoles de la posibilidad de resistir. Con ello se coloca al pueblo español ante el terrible dile-ma de entregarse cobardemente a los agresores o de aceptar sin posibilidad de resistencia, el exterminio por las bandas fascistas y reaccionarias de lo más joven, de lo más progresivo, de lo más combativo de nuestro pueblo.

Y nosotros nos negamos a aceptar esta disyuntiva, que entrañarı́a el horror de la victoria del fascismo en España. Que entrañarı́a para el pueblo francés la amenaza de agresión de guerra del otro lado de los Pirineos.

¡Camaradas y amigos franceses! ¡Hombres y mujeres de la Francia de la Gran Revolución, de los Derechos del Hombre y de la Comuna! ¡Ayudadnos! ¡Ayudad a nuestro pueblo a defenderse! Exigid de vuestro gobierno que no nos coloque un dogal al cuello del pueblo español, que lucha por su libertad y por la vuestra.

¡Madres y mujeres de Francia! ¡No os pedimos que sacrifiquéis a vuestros hijos ni a vuestros hombres! Os pedimos solamente que nos ayudéis a hacer cambiar la decisión del gobierno francés que nos ata los pies y las manos frente a la agresión fascista.

Sobra a nuestro pueblo heroı́smo, pero el heroı́smo no basta. A las armas de los rebeldes hay que poder oponer fusiles, aviones, cañones. Defendemos la causa de la libertad y de la paz. Necesitamos aviones y cañones para nuestra lucha, para defender nuestra vida, nuestra libertad, para impedir que los sublevados ataquen nuestras ciudades abiertas, asesinen a nuestras mujeres y a nuestros niños. ¡Necesitamos armas para defender la libertad y la paz!

Y no olvidéis, y que nadie olvide, que si hoy nos toca a nosotros resistir a la agresión fascista, la lucha no termina en España. Hoy somos nosotros; pero si se deja que el pueblo español sea aplastado, seréis vosotros, será toda Europa la que se verá obligada a hacer frente a la agresión y a la guerra.

Ayudadnos a impedir la derrota de la democracia, porque la consecuencia de esta derrota serı́a una nueva guerra mundial, que todos estamos interesados en impedir y cuyos primeros combates se libran ya en nuestro paı́s.

¡Por nuestros hijos y por los vuestros!
¡Por la paz y contra la guerra, exigid que se
abran las fronteras!
¡Exigid que el gobierno francés cumpla sus
compromisos con el gobierno republicano
español!
¡Ayudadnos a tener las armas que necesitamos
para defendernos!
¡El fascismo no pasará, no pasará, no pasará!

Praga 1959 Bilbao 2020

Praga 1959 Bilbao 2020

Praga 1959 Bilbao 2020

«Las mujeres sostienen la mitad del cielo”.

Intervención de Luis Mari Ormazabal, camarada Zabala en la clandestinidad, delegado de Euskadi en el VI Congreso del PCE celebrado en Praga en diciembre de 1959 y enero de 1960.

Camaradas: Yo también quiero informar al Congreso de la actividad de nuestras mujeres, ya que ninguna de ellas se encuentra presente para poder hacerlo. En la campaña por la amnistı́a un grupo de mujeres de presos ha realizado una labor infatigable. Visitaron a los directores de la prensa local, a los cónsules extranjeros, organizaciones católicas, párrocos y al obispo. Es interesante que os exponga brevemente cómo se desarrollaron algunas de estas visitas.

El cónsul americano dijo que estaba dispuesto a ayudarlas pero que le dijeran con franqueza, qué eran ellas.”Comunistas”- respondió una-, aunque en realidad las que la acompañaban no eran del Partido. Sorprendido el cónsul exclamó: “¡Y cómo se atreven Vds. a venir aquı́!”. “¿No es América el paı́s de la libertad?”. “Sı́, pero nosotros no podemos inmiscuirnos en los asuntos de España. Sus maridos han sido condenados de acuerdo con las leyes españolas”.

Cuando llegaron al Consulado inglés, el cónsul ya estaba prevenido por su colega americano. Pero contrariamente a éste, las recibió con amabilidad, tomando nota del relato que le hicieron sobre los castigos impuestos a los presos de Burgos el 18 de junio, y al terminar les dijo: “Esto será dado a conocer por la BBC la próxima semana. Si Vds. la escuchan, podrán comprobarlo”. Efectivamente ası́ fue. Al despedirlas les recomendó: “Siempre que tengan algo de interés que comunicarme encontrarán abiertas las puertas del Consulado. No es preciso que vengan tan numerosas. A mı́ me gusta conocer lo que sucede en España, no sólo por lo que se dice oficialmente, y dirigiéndose a un armario, les mostró “MUNDO OBRERO”, °METAL” de Vizcaya y otros materiales del Partido. (aplausos)

Al Obispado fueron acompañadas de dos sacerdotes. El obispo dijo, que según sus informaciones no habı́a presos políticos en España, pero que se daban cuenta de que esto no era cierto, ya que ellas aseguraban tener sus maridos presos. Que sentı́a no poder autorizar a los sacerdotes como le pedı́an, ya que los sacerdotes no podı́an mezclarse en cuestiones polı́ticas. No obstante si ellas les proporcionaban la relación de los presos polı́ticos de Vizcaya, él escribirı́a al ministro de Justicia Sr. Iturmendi, aunque añadió, que esas cartas irı́an a parar sin duda a cesto de los papeles.

Sin embargo, uno de los sacerdotes que las acompañaban les prometió recoger firmas en su parroquia, cosa que efectivamente hizo. Este mismo sacerdote cuando la madre del camarada José Marı́a Laso se lamentaba de que su hijo, que era un santo, estaba condenado al infierno por ser comunista respondió: “Si como Vd. dice su hijo es un santo y por todo lo que de él me ha contado veo que es un hombre generoso y admirable, Ias puertas del cielo se abrirán para él mejor que para otros que se dicen muy cristianos. Verdaderamente me agradarı́a conocerle aun siendo comunista. Dicho sacerdote les aconsejó la recogida de firmas en un Convento de Franciscanos, donde se encuentran algunos eclesiástı́cos, represaliados desde la toma de Bilbao, con huellas en sus cuerpos a causa de las torturas a que fueren sometidos por los franquistas.

Cuando visitaron al párroco de San Antón, éste les dijo que no podı́a hacer lo que le pedı́an… Una de las mujeres exclamó: “¿Cómo dice Vd. que no pueden hacer nada? ¿No son los curas los que mandan en España?”. “¡Ay hija mı́a, qué equivocada estás! Y bajando la voz añadió: “Pero si esto es una dictadura. Nosotros tenemos que hacer como todo el mundo: oı́r, ver y callar.”

¿Quiénes son estas camaradas? La organizadora del grupo es un mujer que lleva 14 años separada de su marido por las rejas de la cárcel. Para ayudarle ingresó en una fábrica transformándose en una obrera. Cuando hace unos meses se le propuso su ingreso en el Partido, dijo sorprendida: “Pero, ¿es que yo puedo ser comunista? Voy a dar a mi marido la mejor alegrı́a de su vida”. En la primera visita que hizo a la cárcel, se lo comunicó y efectivamente este camarada, aunque tampoco a él se le habı́a ocurrido nunca proponérselo, le dijo: “Te felicito, estudia mucho para que cuando yo salga en libertad, puedas enseñarme, después de tantos años de aislamiento me será muy necesaria tu ayuda”. Esta misma camarada, el 17 de junio, vı́spera de la Huelga Nacional se levantó a las 5 de la mañana y regó de octavillas el camino de la fábrica que se encuentra precisamente en una zona muy industrial. (aplausos)

Cuando llegó la Guardia Civil ya no quedaban octavillas, habı́an sido recogidas por los obreros que pasaban camino del trabajo. Mujeres como éstas son un verdadero tesoro para el Partido. Pero justo es reconocer que aún no damos toda la importancia que merece la labor del Partido entre las mujeres, a la organización y desarrollo de los grupos de mujeres comunistas. Nadie mejor que ellas puede movilizar a las mujeres trabajadoras contra las consecuencias del Plan de Estabilización, por la solidaridad con los presos y por el éxito de la campaña por la amnistı́a. Para todo comunista debe ser un orgullo que su compañera sea también una camarada. (aplausos).

Procedencia: “VI Congreso del PCE. Transcripción de las intervenciones. Archivo Histórico del PCE.

Bilbao 2020

Fui elegido delegado para representar a Euskadi en el VI Congreso del Partido Comunista de España, celebrado en Praga, año de 1959. Llegado el momento de mi intervención, diserté sobre los Sindicatos Verticales, donde estábamos inmersos a raı́z de la consigna recibida del Partido.

Asimismo, también esbocé la necesidad perentoria de incorporar en la lucha, toda la fuerza potencial de las mujeres, pues ellas representan la inmensa mayorı́a. “Las mujeres sostienen la mitad del cielo”. Ellas tienen la facultad de poseer, además de la maternidad; los valores intrı́nsecos e inefables, tales como el amor, la ternura, el afecto, la consideración, la abnegación, el sacrificio, la resiliencia hasta cotas inimaginables. Lo he visto, lo he vivido.

Después de valorar todos estos alicientes supremos, les expuse la solución inexcusable de que sin las mujeres no lograrı́amos conseguir la tan deseada Revolución. No nos engañemos. O hacemos la Revolución junto a las mujeres o no habrá Revolución. “Recapacitad sobre estas palabras en este dı́a tan especial”. Ası́ de claro. Hubo muchos aplausos, incluso en algún momento tuve que parar mi intervención. Pero, no se hizo nada. Pasaron los años…. y el tiempo está de mi parte (triste consuelo) Ahora todos andan corriendo tras la estela que dejan las mujeres en este mar de las posibilidades. Vanguardia permanente a encauzar, en el torbellino que se vislumbra en los prometedores horizontes que acompañan los vientos de una utopı́a inmarcesible.

La guerra: delirio de sangre
las mujeres no se amilanaron
levantaron la moral
de los supervivientes,
con lo mucho que poseı́an,
con lo que no tenı́an:
eran unas valientes.
Surgieron de la tierra
con el alba desnuda,
nos enseñaron
a recordar el futuro,
que en las tinieblas ilumina la soledad ultrajada,
bajo el silencio de la Dictadura
cual vomitivo de amargura;
auspiciaron el porvenir,
de la batalla callada
con los gritos del alma,
surgió de la nada
un dosel de esperanza.
La barbarie fue mucha,
que lo digan los tiempos
que marcaron los tempos,
de las mujeres en lucha.

Luis Mari Ormazabal

Un nombre para la historia: Clara Zetkin

Un nombre para la historia: Clara Zetkin

Un nombre para la historia:
Clara Zetkin

«La mujer proletaria lucha mano a mano con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista».

No me resulta fácil hablar de Clara Zetkin sin rebelarme, por el olvido al que ha sido injustamente condenada. Esta figura histórica, trascendental en los orı́genes del socialismo revolucionario y en la lucha obrera alemana, ha sido abandonada a un rincón de la memoria de unas pocas utópicas. Pero lo que realmente me entristece e indigna es que Clara siga siendo ignorada por parte de la izquierda del siglo XXI y también invisibilizada, por esas mujeres que se arrogan el liderazgo del movimiento feminista actual, que parece tener como objetivo, desvincular definitivamente, la lucha por la liberación de la mujer de la lucha de clases.

Analizando la historia, la evolución de los movimientos feministas y el enfrentamiento ideológico que a menudo se advierte entre los diversos grupos existentes, no es desafortunado hacer en la actualidad los mismos análisis y planteamientos que en su dı́a hizo Clara Zetkin, para encontrar explicación a las diferentes reivindicaciones de unos y otros, e identificar sin dificultad a los integrados por trabajadoras y amas de casa con conciencia de clase, de los integrados por la clase burguesa.

Tampoco es difı́cil descubrir que, parte del peso de la liberación de la mujer burguesa cayó, y sigue en parte recayendo, sobre las espaldas de la mujer proletaria, que es quien libera a la mujer burguesa del yugo de las tareas domésticas -incluido muchas veces el cuidado de los miembros enfermos de la familia- por salarios vergonzosos. Sin ir más lejos, en este mayo confinado venı́a una oferta de trabajo en los siguientes términos: “Se necesita interna, que justifique que, o bien ha pasado el coronavirus o no es portadora del mismo.

El sueldo es de 500 euros mensuales y un dı́a libre semanal. Puede ser extranjera con papeles o sin ellos”. Aunque nos resistamos a admitirlo, a pesar de los cambios de sensibilidad social y legislativa de los últimos años, esta es una realidad de explotación laboral con la que convivimos sin escandalizarnos. Quizás el hecho de que Clara Zetkin considerase al ama de casa como prestadora de servicios a la sociedad, y por lo tanto parte del tejido productivo, es lo que marque la diferencia entre ambos movimientos.

Muchas mujeres que trabajan fuera del hogar, cuyos salarios no son precisamente la media de la mayorı́a, se ven obligadas a recurrir a la contratación de empleadas del hogar, convirtiéndose en patronas. Por lo tanto la valoración de esos servicios corre a cargo de las empleadoras. Esa devaluación del valor del trabajo de la mujer denominada “ama de casa”, cuyo labor consiste en cuidar de los miembros de la familia, mantener la limpieza de la casa, administrar un salario, hacer la comida, lavar, planchar, etc… -por supuesto siempre y cuando esta decisión “laboral” haya sido tomada en libertad y consensuada- no la excluye de formar parte de la clase trabajadora y, como consideraba Clara Zetkin, parte del tejido productivo.

Estoy casi segura que la no desvinculación de Clara de la liberación femenina de la lucha de clases, y el reconocimiento del trabajo de la mujer en el hogar, fue lo que movió a las ONU a prescindir del término Trabajadora, cuando declaró en 1975 el 8 de marzo el “Dı́a Internacional de la Mujer”. 

Para Clara Zetkin el modelo de familia creada por la alta burguesı́a, carece desde su origen de presupuestos morales. Por el contrario para Clara la familia debe estar formada como unidad moral y no económica y la función de madre y educadora, reafirma en la mujer su determinación para la lucha; por eso es imprescindible contar con ella. Afirma que la emancipación de la mujer proletaria debe ser una lucha junto al hombre de su clase; mientras que la burguesa lucha contra el hombre de su clase.

Eso no quiere decir, según Clara, que la proletaria no apoye las reivindicaciones del movimiento femenino burgués, al que reconoce como el instrumento que pueda facilitar el acceso del proletariado al poder polı́tico. Por lo tanto, para Clara, es justo exigir que, en la misma medida, el movimiento femenino burgués apoye las reivindicaciones de las mujeres proletarias. Ya en su dı́a Clara intentó fusionar ambas tendencias, en aras de un movimiento feminista más fuerte, pero dicha fusión resultó inviable.

En la actualidad parece que ambas tendencias se han unificado, teniendo como denominador común la violencia de género, pero esto es un espejismo. A pesar de la creación de juzgados especı́ficos, formados por mujeres, y juicios rápidos, quienes conocemos el funcionamiento de muchos de ellos, hemos podido comprobar en qué condiciones se enfrenta una mujer de escasos recursos o sin ellos, a este proceso, en donde se ve obligada a tener la asistencia de la abogada de turno que le toque a suerte en dicho juzgado, sin poder contratar una abogada especialista en este tipo de procesos.

Ası́ pone no sólo su vida sino su futuro, en manos de una letrada que a veces se persona sin haber leı́do ni un renglón de la denuncia de su representada, y mucho menos conocer sus antecedentes de violencia en el hogar, ni como pudo salvar la vida en el caso que se juzga. Ante la indefensión se dictan sentencias que a cualquier persona le sobrecogen; unos pocos metros de alejamiento, ningún seguimiento del caso, condenas mı́nimas, negativas a dar la orden de que se mantenga informada a la vı́ctima, etc…

Esto nunca sucederı́a en el caso de que esa misma vı́ctima formase parte de “otra clase social”, ya que tendrı́a una defensa justa y razonable. Todo esto puede sonar polı́ticamente incorrecto, pero no estoy reflejando más que la verdad y evitando generalizar, cosa que siempre resulta injusta. Lo que me reafirma en la teorı́a de que no se puede desligar la defensa de los derechos de la mujer de la lucha de clases, porque habrá una gran mayorı́a de mujeres que se verán privadas de los derechos que otras gozan. Si recurrimos a las estadı́sticas, podremos comprobar a que “extracto social” pertenecen la mayorı́a de las vı́ctimas.

La obra “La mujer y el socialismo” de August Bebel, causó en Clara una enorme influencia, refiriéndose a la obra con la exclamación de: “¡ha sido un evento, un acontecimiento!”. Dicha influencia se evidenció en el discurso que pronunció el 16 de octubre de 1896, en donde por primera vez ponı́a en claro las relaciones vinculantes de la que ella denominaba “cuestión femenina”, con el desarrollo histórico y se afirmaba en que: “solamente podemos conquistar el futuro si las mujeres combaten al lado de los hombres”. Como trabajadora y madre de familia, siempre tuvo presente la “cuestión femenina” en todos sus discursos, y luchó para salvaguardar la dignidad de la mujer en el trabajo y en el hogar.

Su iniciación en el marxismo se produjo durante su exilio en Parı́s. Fue allı́ donde en carne propia sufrió las penurias que hasta entonces le habı́an sido ajenas. Fueron unos años durı́simos para Clara y su familia; su compañero Osip Zetkin – del que Clara adoptó su apellido-, y los dos hijos de ambos. Pero lejos de sucumbir ante la precaria situación, se iba reafirmando en sus convicciones marxistas; convicciones que defendió hasta el final de sus dı́as, como queda reflejado en su último discurso de apertura ante el Parlamento Alemán (Reichstag) el 30 de agosto de 1932, donde incitaba con voz desgarrada a las masas internacionales de proletarios a luchar contra el fascismo. Poco después tuvo que exiliarse a Rusia, patria de su compañero Osip, muriendo cerca de Moscú el 20 de junio de 1933.

Clara fundó en 1891 el primer periódico feminista que se publicaba en Europa, el DIE GLEICHHTI –cuya traducción al castellano es IGUALDAD- donde ella era redactora y todo el personal laboral mujeres. Desde sus páginas, no se limitó a defender el derecho al voto femenino universal, sino que exhortó a las mujeres a posicionarse contra la guerra.

En 1915 organizó en Berna (Suiza) una Conferencia de Mujeres Socialistas contra la guerra, encabezando ası́ la oposición frente a la lı́nea oficial de su partido. Entendiendo que la formación a la que pertenecı́an estaba alejándose de los principios marxistas, que eran su seña de identidad. Ese mismo año inicia, junto Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, la reagrupación de la izquierda de la socialdemocracia, que culminó en la formación de una corriente interna que se denominó “Movimiento Espartaquista”.

En ese momento firmaron su sentencia de muerte, ya que muchos fueron asesinados vilmente, como sucedió con Karl Liebknecht y su gran amiga Rosa Luxemburgo. No obstante quince dı́as antes, el 30 de diciembre de 1918, los tres compañeros habı́an fundado en Berlı́n el Partido Comunista de Alemania, en donde Clara militó hasta el final de su vida. En 1920 es elegida Presidenta del Movimiento Internacional de las Mujeres Socialistas y participa en el II Congreso de la Internacional Comunista. En 1921 entra a formar parte del Comité Ejecutivo y del Presidium de la III Internacional. En 1924 asume la presidencia del Socorro Rojo Internacional y en 1931 participa en Berlı́n en el Congreso Internacional del Socorro Obrero, del que formaba parte su hijo mayor, que acudió como médico, al frente republicano de nuestra guerra civil. Esto sólo son pinceladas de su intensa vida polı́tica y que demuestra que su actividad y compromiso con el movimiento obrero sólo culminó con su muerte.

Su legado intelectual es amplı́simo, en donde plasma y analiza escrupulosamente sus convicciones marxistas, con claridad y sin concesiones. Sus discursos e intervenciones, ası́ como sus escritos, son de un gran valor literario; estructurados magistralmente y en un cuidado lenguaje, entendible para hombres y mujeres de cualquier condición. Siempre alejada del discurso hueco y altisonante que predomina en nuestros dı́as, donde se mercadea sin ningún pudor, donde se navega entre ambigüedades y deslealtad para con la verdad. Clara en cambio siempre fue transparente en su prosa, sensible al sufrimiento ajeno, consecuente con la moral marxista, pacifista, valiente y rotunda a la hora de denunciar las injusticias. Reitero que, el destacado papel de Clara en el movimiento obrero alemán, fue determinante.

La intensa actividad que desarrolló durante los años 20, a pesar de su frágil salud, demuestra que en ella la edad intervenı́a en su mente de forma positiva y que, hasta el fin de sus dı́as mantuvo una lucidez intelectual absoluta. Eso quedó demostrado con creces en una de sus últimas intervenciones públicas, el dı́a 30 de agosto de 1932, cuando por ser la diputada de mayor edad, tuvo que pronunciar el discurso de apertura del Reicchstag – Parlamento Alemán-.

Su intervención fue desgarradora, incitando a las masas internacionales a luchar contra el fascismo, mientras comprobaba como los votos de miles de proletarios a los que dedicó su vida defendiendo sus derechos, habı́an hecho posible el triunfo del Partido Nazi. Su reclamación resultó estéril y poco después tuvo que exiliarse a Rusia (patria de su primer compañero del que ella habı́a adoptado su apellido), donde falleció meses después, el 20 de junio de 1933, a la edad de 76 años. La dimensión intelectual y polı́tica de Clara, supuso que se tomase su cerebro y se trasladase al Instituto Cerebral de la Academia de Ciencias de la URSS, a fin de llevar a cabo un estudio del mismo.

Este Instituto, fundado por un cientı́fico refugiado alemán, estaba dedicado al estudio de las masas cerebrales de personajes que destacaron en los diversos campos en los que el ser humano desarrolla todo su potencial intelectual, polı́tico, cultural y cientı́fico. Cabe destacar que fue el primer cerebro de mujer analizado. Dos dı́as después de su fallecimiento, numerosos delegados del movimiento obrero internacional y cientos de miles de moscovitas, acompañaron a Clara en su último viaje hasta la muralla del Kremlin, lugar en el que sus restos mortales fueron depositados.

Remontándonos al 27 de agosto de 1910, con motivo de la celebración de la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que se celebró en Copenhague (Dinamarca) y al que acudieron más de cien delegadas de diecisiete paı́ses; representantes de partidos polı́ticos, sindicatos y organizaciones de mujeres, a instancias de las delegadas estadounidenses, Clara Zetkin propuso declarar el dı́a 8 de marzo como “Dı́a Internacional de la Mujer Trabajadora”; dicha propuesta fue aprobada por unanimidad.

Se habı́a elegido esa fecha, porque el 8 de marzo de 1857 en Nueva York se organizó una marcha con de cientos de trabajadoras del textil, reclamando salarios dignos y mejores condiciones de trabajo. Esta jornada reivindicativa se saldó con la muerte de dos centenares de trabajadoras, como consecuencia de la sangrienta y brutal represión policial.

Un año después de la declaración del 8 de marzo como “Dı́a Internacional de la Mujer Trabajadora”, fue también Nueva York el escenario sangriento de la lucha de las mujeres, donde murieron calcinadas ciento veintitrés obreras y veintitrés obreros del textil -este último dato siempre se omite– La mayorı́a de las vı́ctimas, mujeres y hombres, eran adolescentes y jóvenes inmigrantes, cuyas edades oscilaban entre los 14 y 21 años, que protestaban no sólo por los bajos salarios, sino por las condiciones de insalubridad en las que trabajaban. Estos hechos sucedieron un 25 de marzo.

Quienes, de una forma u otra, militan activamente en opciones polı́ticas, sindicales o sociales, deben tratar de recuperar figuras como la de Clara Zetkin que, por su trayectoria polı́tica, intelectual y humana, pueden servir de referente y señalar el camino a seguir, mediante el testimonio de su propia experiencia y el legado valiosı́simo de su pensamiento al que, la diversidad temática de sus artı́culos lo enriquece y universaliza. Clara huye de la contemporización que evita el compromiso vinculante y, su lenguaje fluido, forma parte de la propia lucha de clases; las acerca hasta la identificación.

Esperemos que algún dı́a se le haga justicia y que el 8 de marzo luzcamos, orgullosas y orgullosos, su retrato en nuestro pecho, en señal de agradecimiento por una vida entregada a la defensa de los derechos humanos más elementales.

 Alicia Martı́nez del Burgo Vigo,

 Primavera confinada del 2020