Cómo atravesar los muros: de la “dark place” a una reunión en la cuarta dimensión.
Informe de la audiencia de extradición de Julian Assange, 21 de octubre. 2019
uando en mayo de 2019 comencé a interesar-me en el “affaire Assange”, tenía la intención de desmantelar la intriga enmarañada de las acusaciones suecas montadas contra él. Mi objetivo era sobre todo limpiar “mi” medio feminista que, en mi opinión, se dejaba manipular por organizaciones dudosas, tan mediáticas como ilegales, y se perdía en la caza del hombre. Luego vino un largo verano durante el cual el hombre Julian Assange despareció tanto de la circulación que uno se preguntaba si no era una quimera, un fantasma o… un invento.
Sin embargo, al unirme al comité de Wikijustice viniendo del movimiento de los chalecos amarillos, pude exponer a los camaradas del comité las dudas que me acompañaban desde el principio, debido a la incoherencia del dossier. La inverosimilitud del relato de la misión diplomática ecuatoriana, mis dudas sobre la estrategia de los abogados, y mi propia experiencia de represión, me inclinaba a un análisis crítico. Cuando profundizamos en los “aspectos humanos” de la personalidad de Julian Assange, su historia, su familia, sus relaciones … apareció ante nuestros ojos una situación cada vez más difícil, una terrible soledad, un aislamiento humano que nos hizo temer lo peor. Que el “affaire Assange” no sea uno de los mayores escándalos de Europa occidental hoy en día, significa una “extraordinaria capitulación” organizada cuidadosamente durante 10 años, para aislar, difamar, y luego capturar y encerrar a un ser humano en un cautiverio tan opresivo como ilegal, para destruirlo física y psíquicamente, retenido en una “dark place”, un “agujero negro” (no importa cómo se llame Belmarsh o … -aquí usted puede poner el nombre de una de las muchas bases secretas y no secretas de EE. UU en Europa-). Al final, los restos del hombre serán juzgados en su ausencia, defendidos en silencio por personas apenas convencidas de su inocencia, luego extraditado a Guantánamo (“porque no podemos hacer nada, ¿no es así?”, es la vieja antífona, la música con la que el sistema nos aprieta en todo y todo el tiempo) para allí convertirse, como lo anunció cínicamente un vicepresidente de Stratfor en “una excelente esposa de prisión”, es decir, un cuerpo violado utilizado como esclava sexual.
Con el fin de desenmascarar este brutal atropello a los derechos humanos me fui a Londres, para asistir a las cuatro audiencias de extradición en la Corte de Magistrados de Westminster, del 20 de septiembre al 21 de octubre. De paso, aprendí mucho sobre los compañeros de infortunio y circunstancias de Julian Assange: extraditados polacos y de países de Europa del Este, juzgados en su ausencia, sin abogados y sin intérpretes, a menudo sin comprender lo que sucede, bajo la mirada resignada de sus familiares, mudos entre el público. La vida del proletariado de Europa del Este emigrante en Gran Bretaña pasaba ante mis ojos mientras esperaba que la administración británica llamara al prisionero Julian Assange. A fuerza de protestar contra las numerosas violaciones de sus derechos, las cartas que nunca llegan, los paquetes no entregados, las protestas frente a la administración de la prisión sin respuesta, finalmente obtuvimos lo inesperado: la “justicia” británica fue obligada a presentar al hombre Assange físicamente. Para demostrar que aún no ha sido asesinado por la tortura. Porque la administración británica tiene la responsabilidad penal, ya que él está privado de libertad y encerrado en sus cárceles. La tortura es un crimen, y las ejecuciones extrajudiciales también. Uno puede escapar de las suaves protestas de un comité de la ONU, pero a la larga, la ira de la gente puede ser terrible. Los chalecos amarillos que asaltan la camioneta de la policía que transporta a Julian Assange les dan a las élites inglesas un anticipo de lo que puede ser la Revolución.
Así, el 21 de octubre de 2019, temprano por la mañana, me encuentro frente al Tribunal de Magistrados de Westminster con la esperanza de que tal vez los abogados de Julian Assange soliciten su liberación y que quizá, tan inocente como es, salga esta tarde libre … Con mi colega de Wikijustice habíamos preparado pequeños carteles con mensajes para llevar sobre las camisetas. Queríamos mostrarlos frente a la camioneta de la empresa privada que debía llevarlo a los tribunales por una puerta situada en una calle lateral. Pero había muchos policías, y pensamos que quizá eso se podría interpretar como un intento de ayudarlo a escapar y afectar a nuestras posibilidades de ingresar en la audiencia ante el tribunal.
A las 8:30 estamos en un agradable café cerca del palacio de justicia, que es un refugio de los abogados, cuando tenemos la sorpresa de encontrarnos con el abogado de Julian Assange, Gareth Peirce y con su abogado barrister Mark Summers. El café es pequeño, así que no podemos evitar escuchar sus comentarios sobre los argumentos que iban a desarrollar para defender a Julian en menos de una hora. En este lugar público accesible para todos, puedo ver el documento A4 de 5 a 10 páginas con portada amarilla. No puedo evitar pensar en el pobre Julian Assange aterrorizado ante la perspectiva de ser seguido por el servicio secreto de los EE. UU. Incapaz de confiar en personas desconocidas hasta el punto de confiar siempre en el mismo círculo desde hace 10 años, incluso si el círculo en cuestión es perjudicial. No uso una cámara oculta, actúo abiertamente como activista, pero un lugar como éste está abierto a todos los oídos que merodean por allí.
Cuando llegamos a la corte, unas 50 personas ya están haciendo cola para ingresar. Otros preparan paneles, pancartas y letreros con la imagen de Julian Assange. Una mujer camina frente a la cola susurrando que muy pocas personas podrán asistir, porque la sala número 3 es muy pequeña, y sólo hay 13 lugares para el público. Es verdad, lo sé, pero persevero. Pasamos las puertas de seguridad junto con las familias de los otros acusados polacos y rumanos del día. La audiencia es modificada y tendrá lugar en la sala 1, más grande. Ciertamente hay más espacio, pero 40 personas ya están esperando. Los guardias de seguridad exigen calma y comienzan a dejar pasar al público con cuentagotas. Entro y consigo sentarme en el medio de la segunda fila, de donde no me pienso mover, cueste lo que me cueste.
Hace calor, estamos apretados e inmóviles, tenemos sed porque no se nos permite tener una botella de agua. Veo a Gareth Peirce y Mark Summers llegar después de su sesión de café, detrás de su asistente y otro hombre que resulta ser Alistar Lyon, el socio de Peirce. También distingo a Clair Dobbin, el abogado barrister de los estadounidenses y a otro de sus colaboradores. El secretario se coloca en su escritorio debajo de la plataforma del juez. Permanecerá notablemente discreto, dejando a la jueza Vanessa Baraitser liderar el barco. Los guardias de seguridad y luego la propia Vanessa Baraitser nos advierten: al más mínimo movimiento de interrupción seremos despedidos y la sesión suspendida. La audiencia comienza. Julian Assange llega al sitio del acusado detrás del cristal, perpendicular a nuestro espacio. Está de pie cuando nos levantamos al aparecer el juez. La emoción se apodera de todos. Está aquí … Levanta su puño izquierdo apretado y se vuelve hacia nosotros. Respondemos a su saludo revolucionario y levantamos el puño. Eso es todo lo que tenemos derecho a hacer. El oficial de seguridad que nos vigila constantemente nos indica con un gesto que se acabó. El espectáculo comienza.
Julian Assange es alto y encorvado, pero no parece tan delgado visto desde lejos: está a 30 metros, detrás de 2 cristales y solo lo vemos hasta la cintura porque el fondo de la caja es opaco. Sólo cuando se pone en pie y se estira la chaqueta, comprobamos que está demacrado. Lleva un nuevo suéter azul cielo, una camisa blanca con el cuello metido en el suéter, una chaqueta azul marino y pantalones grises. Está afeitado y vemos su cara. Lleva el cabello blanco cortado con el estilo que le gustaba cuando era más joven en 2007-2009, sin flequillo y peinado hacia atrás. Durante los 45 minutos de la audiencia, mira al frente: al juez, a los abogados y la fiscalía, como yo estoy en línea con el juez, tengo una excelente vista en su perfil del lado derecho. Se le ve muy triste, abatido. El mismo hombre pero como si tuviera 60 años y no 48. Ha perdido su mirada inocente de los años de libertad, su sonrisa y su humor. Ya fue así durante su cautiverio entre los ecuatorianos, pero el deterioro ahora es más fuerte. Ni una sola sonrisa en 45 minutos, ni siquiera esbozada.
Puedo ver bien su cara. Tiene la barbilla redondeada, doblada hacia atrás, como si estuviera apretando los dientes todo el tiempo. Lo que resalta su nariz recta, como en las fotos de 2010-11. Tiene los ojos gris azulado y una mirada penetrante. Debo decir que, a pesar de su desánimo, tiene una presencia física impresionante, un lado fuerte a pesar de todo, que hace frente. Cuando se levanta, se acerca al cristal para pedir hablar con los abogados, mantiene los gestos graciosos que tiene naturalmente. Hay un lado suave y fuerte en él. Tiene una carpeta de papeles en la mano pero no los consulta. En un momento, saca las gafas del bolsillo de su chaqueta y las vuelve a poner en su bolsillo. Durante la primera parte del juicio, mantendrá la misma actitud de retirada que en el video del 11 de octubre: se balancea suavemente hacia adelante y hacia atrás, parece ausente, coloca las manos debajo de las axilas debajo de los costados de la chaqueta y la pierna izquierda reposada sobre la rodilla derecha. Pero más tarde cambiará su actitud y veré sus manos, que son largas y delgadas como en las fotos antes del cautiverio en 2011.
La audiencia comienza. Les contaré lo que entendí, pero no es fácil comprender la totalidad de lo que se dice, porque el juez, la acusación y los abogados se responden entre sí en una justicia hecha en nombre del Rey y no del pueblo, y donde el pueblo sólo es tolerado. Vanessa Baraister le pide a Julian Assange que se presente. Se levanta pero tiene problemas para decir su propio nombre … Se tropieza con las palabras, termina diciendo “Julian Assange” pero tiene que intentarlo varias veces antes de pronunciar su fecha de nacimiento. Lo escuchamos muy mal, pero es su voz, su forma de hablar muy particular, lo que me hace comprender, aunque no soy de habla inglesa, la totalidad de sus conferencias y entrevistas realizadas en 2010 y accesibles en internet.
Vanessa Baraister habla sobre la progresión del “caso”, el procedimiento y el cronograma establecido a fines de julio. A menudo cita una audiencia el 31 de julio, una audiencia que el público y nosotros no conocíamos, mientras que en el corazón del verano los abogados y “cercanos” de Julian Assange se habían ido y estábamos muy preocupados por ausencia de noticias. Finalmente, la juez declara que “una petición de los Estados Unidos condujo a la formulación de una solicitud de extradición al gobierno británico”.
Tan pronto como se menciona el canal diplomático, parece que finalmente el procedimiento utilizado es la convención bilateral de extradición. Ciertamente es un procedimiento que se aplicará, Brexit o no Brexit, pero las “pruebas” tendrán que ser examinadas. Concretamente, en estos procedimientos bilaterales, los jueces deben examinar las pruebas y no es automático tener que obedecer la solicitud del estado extranjero, ya que a diferencia de la Orden de Detención Europea, el estado receptor mantiene su soberanía. Vanessa Baraister cede la palabra al fiscal británico Lewis, quien, en general, mantendrá la palabra las tres cuartas partes del tiempo. El resto intervendrá Summers. El fiscal está sentado frente al juez entre Summers, Peirce y Clair Dobbin. Presenta la petición de los Estados Unidos que conduce a la solicitud de extradición a Gran Bretaña. Según él, el “pueblo de los Estados Unidos” se habría ofendido por el hecho de que Julian Assange publicara telegramas diplomáticos secretos de Estados Unidos. 19.000, 400.000; Las cifras de las publicaciones de Wikileaks en 2010 desfilan. El delito estaría constituido porque las publicaciones revelaran deliberadamente los nombres de personas que habrían sido torturadas y ejecutadas.
Es el mismo argumento que en 2010 y se sabe que es falso. El gobierno de los Estados Unidos de esa época, lo admitió.
¿Pero qué más pueden inventar? Nada. Deben justificar “el delito cometido contra el pueblo estadounidense” a pesar de que su petición viola sus propias leyes. Sigue un diálogo entre el fiscal y el juez sobre el calendario. Se enumeran las fechas: arresto del 2 de mayo, 14 de junio – “direcciones de extradición”, luego el 31 de julio “audiencia de gestión”,, luego la investigación de la queja y una fecha importante para el Defensa – 18 de octubre. Sí, el 18 de octubre, ocurrió algo importante entre los abogados y el juez, pero estuve presente en la sala número 3 en las audiencias de extradición, y sólo vi a los extraditados de Europa del Este, Julian Assange no apareció.
Es posible que éste fuera el plazo para la presentación de pruebas de defensa, y esto se resolvió entre abogados y jueces mediante la presentación de documentos en el dossier. Entiendo que la fiscalía quiere que las pruebas de ambas partes se presenten en un mes, la defensa quiere tener tres meses.
La juez cede la palabra a Mark Summers, que comienza a suplicar primero con una voz fuerte, luego desafortunada-mente baja el tono y el final de su discurso ya no es audible para el público. Explica que este juicio tiene una gran importancia política y sus consecuencias afectarán a todos los denunciantes y periodistas de investigación.
Él habla sobre la libertad de expresión de una manera hermosa, pero no sé si su elocuencia trae algo nuevo. Se refiere a los “contratistas españoles”, la compañía de seguridad privada que espió a Julian Assange en las oficinas de la embajada de Ecuador y el juicio que está en curso para obtener estos registros, con el fin de solicitar tiempo adicional para las pruebas. (Siempre me irrita cuando los abogados están indignados de que su relación con Julian Assange podría haber sido espiada, pero nunca dicen que su vida privada ha sido violada, que su intimidad ha sido expuesta … hay ¿una demanda contra eso?) Habla sobre Chelsea Manning y los contactos necesarios con abogados estadounidenses. Quiere 3 o 4 meses más, pero cita solo una fecha, 18 de diciembre, ninguna en febrero, marzo o abril … Entonces, si el juez le da solo dos meses para presentar las pruebas de la defensa, el resto del tiempo irá según lo planeado por la fiscalía y la “audiencia de extradición completa” tendrá lugar en febrero de 2020.
La juez reformula en voz alta: “solicitud de más tiempo para las pruebas”. Julian Assange atiende con la mirada vacía. Parece incómodo, ausente. Luego cobra vida cuando la juez ofrece un descanso para poder hablar con su defensa. Mark Summers mencionó la dificultad de contactar a Julian Assange en prisión. Pero a pesar de todo, no pide la liberación, o un cambio de prisión para Wandsworth (como ahora sé por mis abogados polacos que es posible y deseable hacerlo) o un cambio de régimen penitenciario.
Entendemos rápidamente que en este teatro, un abogado prominente hace carrera, no se arriesgará a pedir cosas que serán rechazadas. Entonces él no pregunta nada. Aquí es donde nos damos cuenta de que Julian Assange podría haber sido mejor defendido por abogados menos conocidos que no tienen que perder una reputación o una carrera.
Monika Karbowska
Militante del KPP (Partido Comunista Polaco)
Feminista y miembro de Wikijustice