«Una pasionaria para Dolores»

«Una pasionaria para Dolores»

«Una pasionaria para Dolores»

de «Rafael Alberti»

¿Quién no la mira? Es de la entraña
del pueblo cántabro y minera.
Tan hermosa como si uniera
tierra y cielo de toda España.

 

¿Quién no la escucha? De los llanos
sube su voz hasta las cumbres,
y son los hombres más hermanos
y más altas las muchedumbres.

 

¿Quién no la sigue? Nunca al viento
dio una bandera más pasión
ni ardió más grande un corazón
al par de un mismo pensamiento.

 

¿Quién no la quiere? No es la hermana,
la novia ni la compañera.
Es algo más: la clase obrera,
madre del sol de la mañana.

 

Alma de nuestra Reconquista
el mar abierto, una ilusión
la más alta revolución.
Es el partido comunista

 

«Rafael Alberti»

 

La Casa Azul.

La Casa Azul.

La Casa Azul

«Creían que yo era surrealista» decías, «pero no lo era,
nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad»

El día de tu nacimiento el cielo de Coyoacán se brindó limpio, despejado. De seguro así debió ser. Emulaba el azul brillante, intenso, atrevido y descarado de tu hogar, de sus fachadas. Anunciaba el nacimiento de una estrella, el devenir de algo importante. La Casa Azul, sobrevivió al tiempo, a las alegrías, también a las tristezas. Quienes adoraban, Frida, tu trabajo, decidieron que allí debería estar tu sitio, porque sí y para siempre. El museo. Tu inmortalidad.

Dicen que en la enfermedad, en lo físico, fuiste desgraciada. Debió ser cierto, supongo, (lo de desgraciada). También dicen que eras resistente, incombustible, no lo dudo. Era necesario portar una madera especial para, con tu bagaje, llegar como tu llegaste, hasta los cielos de la superación.

No quiero hablar aquí de tus enfermedades, tampoco del maldito accidente de tráfico, ése de las siete de la tarde, ése de la colisión de tu autobús con un tranvía. Todo aquel a quien interesas, lo sabe. Lo sabe y admira tu valor, tu energía. Quiero hablar de lo importante, de tu legado, si acaso, más valorado conociendo lo anterior.
A tus primeros y adolescentes quince años marcabas diferencias. Ingresaste en la prestigiosa Escuela Nacional Preparatoria de México. Dos mil alumnos, de ellos, apenas veinticinco mujeres.
Tú, con los Cachuchas, llamados así por la gorra identificativa que usaban, que usabais. Los Cachuchas, ese grupo estudiantil, reivindicativo e incómodo para las autoridades. Tu gorra, tu voz, tu pasión. Desde jovencita, tus deseos, tus pasiones…

Fiel al espejo, reflejo de tu vestir, en el lienzo cargabas de bello colorido los trazos de tus ropas: atrevidos, elegantes; reivindicativos de la cultura de tu tierra, tanto precolombina como del período colonial. Transgresora si acaso para las convicciones al uso. Hasta en eso, Frida, resultabas brava, indomable.
Pintabas, y pintabas mucho. En tu generosidad, también en la de Diego Rivera, tu marido, por un tiempo en La Casa Azul disteis cobijo a Trotski. Exiliado, desavenencias fatales en su tierra natal. Al tiempo, a manos de Ramón Mercader, asesinado. En primera instancia, a ti y a Diego os acusaron, os detuvieron. Al poco quedasteis en libertad; lo absurdo era insostenible.

Continuaste con tu pasión, tus cuadros, tus retratos, tus colores… «Creían que yo era surrealista» decías, «pero no lo era, nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad» Alguien escribió que era imposible separar tu vida de tu obra… Tus pinturas, tus más de doscientos cuadros son biografía, tanto para la felicidad como para el dolor. Justificabas pintar autorretratos por estar mucho tiempo sola. Aun así, y eran palabras tuyas, admitías que, amurallar el propio sentimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior. También, «me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco» argumentabas con ironía, a veces con desesperación. Motivos no faltaban. Había mucho contra lo que luchar. En las horas bajas, mucho que superar.

Tentada estuviste de caer en la trampa del alcohol. Lo superaste. Llegaste incluso a escribir que deseando ahogar tus penas en licor, las muy condenadas aprendieron a nadar. Humor no te faltaba. En numerosas ocasiones, con tu potente personalidad, con tu diminuto cuerpo gritaste ¡VIVA LA VIDA! Y, en ese grito, con dificultad añadida, deseabas, necesitabas agarrarte a cada instante, a cada soplo de aire. No hay tiempos perdidos, insistías. «Cada tic-tac es un segundo de la vida, y no se repite. Hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir». Nadie podrá decir que en esto no eras consecuente.

Pocos meses faltaban para tu fallecimiento. En una cama del hospital, trasladada por amigos y un enfermero, en medio de una galería, con chistes y cantos, con algún que otro brindis, deleitaste a los presentes, invitados, curiosos, fotógrafos y periodistas. El médico te lo tenía prohibido, tú, aun así, erre que erre, a lo tuyo. Se trataba de una de tus exposiciones en El Centro de arte Contemporáneo de Ciudad de México. Te quedaban pocos, lo sabías, quizás por eso y sólo por eso, deseabas aprovechar hasta el último tic-tac.
Frida, inmortal.

Vladimir Merino
Escritor

El monumento a la 3ª Internacional de Vladimir Tatlin

El monumento a la 3ª Internacional de Vladimir Tatlin

El monumento a la 3ª Internacional de Vladimir Tatlin

La arquitectura ha estado vinculada irremediable-mente a lo largo de la historia a la imagen del poder. Son mayoría los edificios del estado que hasta bien entrado el siglo XX ofrecen una imagen contundente a través de lenguajes clasicistas de columnas y frontones, referentes heredados de la cultura grecoromana. Las interpretaciones y justificaciones de esta iconografía son variadas: la democracia griega, la autoridad romana, la aristocracia como heredera de estos, etc.., pero lo que no cabe duda, es que su justificación, va más allá del gusto por lo clásico, y responde a una actitud ideológica: la necesidad de presencia del poder en la ciudad ante los ojos de todos.

Desde la llegada al poder de los bolcheviques, el movimiento revolucionario apuesta por la vanguar-dia artística como arte de Estado. El propio Lenin lo señalaba en un discurso: “nosotros los socialistas desenmascaramos la falsa libertad del arte burgués, no para alcanzar una literatura y un arte sin clases, sino para contraponer, al arte permanentemente libre, ligado en realidad a la burguesía , un arte abiertamente libre ligado al proletariado”. Muchos artistas plásticos entendieron que los nuevos tiempos debían ser también el origen de un arte nuevo, “Camaradas dadnos un arte nuevo capaz de sacar la republica del fango” decía Maiakovski en 1918. La revolución era el acontecimiento que les permitía establecer contacto con el pueblo y convertir el arte en uno de los motores de la nueva marcha. Además de la poesía, en otras disciplinas se comparte el mismo compromiso, personajes como Malevich, Kandisky , Rodchenko, Tatlín, etc,… a partir de los primeros meses de 1918 difunden el nuevo arte desde el IZO Narkompros (Comisariado del Pueblo para la educación). Un nuevo arte que toma la calle, como señala Maiakovski “las calles son nuestros pinceles, las plazas nuestras paletas” y que literalmente impregna edificios y muros. Esta nueva perspectiva es institucionalizada también a nivel académico de manera planificada, como la creación en 1920, de los «Talleres de Enseñanza Superior del Arte y de la Técnica», institución conocida como VJutemas, o la “Bauhaus roja”. Una nueva escuela que tiene como idea origen, la unificación del arte y la producción industrial, para derribar el muro existente entre el arte puro y el aplicado. Este nuevo sistema educacional se presentaba en contraste con las escuelas academicistas y clasistas en las que estaba basada la enseñanza cultural hasta entonces. Con un curso común se enseñaba arquitectura, fotografía, escultura, a todos los alumnos para luego especializarse en diferentes disciplinas, lo que le dotaba de una base filosófica práctica común.

La Vjutemas no sólo fue un centro cultural educativo, sino un laboratorio ilimitado de experimentos artísticos desde su creación hasta su cierre en 1930. Uno de sus profesores desde su inicio fue Vladimir Tatlin; pintor, escultor, escenógrafo, diseñador y autor de proyectos arquitectónicos, aunque no era arquitecto. Hay constancia de su personalidad carismática que impresionaba a sus alumnos y compañeros “por su arte, su ideología y sus valores humanos”. Intelectualmente posicionado en una corriente artística que posteriormente se denominó ”constructivismo”, que plantea un vínculo entre los valores políticos, las técnicas industriales y las posibilidades específicas de los materiales: “Tektónika, Konstruksiia y faktura”.

El Narkompros, dentro de una investigación gubernamental buscando una nueva imagen para la propaganda política, comprueba que las propuestas habían sido enfocadas a monumentos conmemorativos de revolucionarios y otras personalidades, pero a pequeña escala. Así propone a Tatlin el desarrollo de una propuesta de un edificio de propaganda “monumental”. Este proyecta un monumento-edificio sin una ubicación particular definida, pero con unas características que le hace capaz de modificar el paisaje de las ciudades antiguas, lo plantea como homenaje a la Revolución de octubre y que bautizó como “monumento a la Tercera Internacional”. Se trataba del primer planteamiento de rascacielos europeo, con 400 m de altura, y que sería la sede de las principales instituciones políticas, Con un planteamiento de formas nuevas, y construido en materiales de vidrio y acero, todo girando en torno a un eje paralelo al de la tierra, sobre el que apoyan tres enormes recintos de cristal, cuya descripción la hace el propio escultor:
“Estos recintos están colocados verticalmente, uno encima de otro, y rodeados de varias armaduras que armonizan entre si. Gracias a un mecanismo espacial se mantienen siempre en movimiento, pero cada uno de ellos a distinta velocidad.
El más bajo tiene la forma de un cubo y realiza al año un giro completo sobre sí mismo; servirá para las funciones legislativas y en él tendrán lugar las conferencias de la Internacional, las sesiones del congreso y las asambleas.
El recinto intermedio tiene forma piramidal y gira sobre sí mismo en un mes; en él se reunirán los órganos administrativos y ejecutivos.
El recinto superior, cilíndrico, gira sobre sí mismo una vez al día; está destinado a la información y propaganda, a centro de noticias, a los periódicos, a la difusión de los manifiestos; en él se instalarán el telégrafo, la radio y un aparato para proyecciones cinematográficos…”

El interés del movimiento es que el edificio ofreciera siempre una imagen cambiante como contraposición a la construcción existente hasta ese momento. Hay un paralelismo de oposición de la Torre Tatlin con la Torre de Babel, mientras que una es móvil, la otra es inerte y pesada, pero sobre todo la de Babel se malogró con los pueblos de la humanidad luchando entre sí, mientras que la nueva Torre representa la unión de los pueblos bajo la Internacional.
Lamentablemente el proyecto no se llevó a cabo, pero su maqueta expuesta en Petrogrado en el VIII Congreso de los soviets en diciembre de 1920, impresionó enormemente a sus contemporáneos, y aun ahora lo sigue haciendo al resto. Como hemos señalado Tatlin no era arquitecto ni ingeniero, y entendía la proyectación como una colaboración entre artistas y técnicos. El proyecto de la Torre es asombroso por su osadía, su apuesta por los nuevos materiales, pero principalmente por la exquisita y novedosa poética de las decisiones estéticas, con una materialización formal sorprendente, una nueva imagen para un nuevo tiempo que ha quedado intemporal.

Lorenzo Goikoetxea
Arquitecto

POEMA DE GABRIEL CELAYA

POEMA DE GABRIEL CELAYA

POEMA DE GABRIEL CELAYA

Miguel ven

VEN, MIGUEL

Han llamado a la puerta, y no, no era Miguel

tampoco esta vez. ¿Por qué no viene, por qué

es imposible que venga? Le estoy esperando siempre

para hablar como tan sólo podría hablar con él.

¡Le necesito tanto! Porque él resolvería

con un solo zarpazo lo que no logro entender.

Han cambiado los tiempos, ¡vaya si lo sé!,

y ahora está tan de moda jugar al ajedrez

que añoro aquella furia solar y aquel tajante

distinguir al ibero toro del manso buey.

Barajo y más barajo sus versos abrasados

mas su verdad radiante despierta aún más mi sed

de tenerle aquí al lado, para luchar, y ser.

Gabriel Celaya.
1974

 

«SONETO» BLAS DE OTERO A MIGUEL HERNÁNDEZ

«SONETO» BLAS DE OTERO A MIGUEL HERNÁNDEZ

«SONETO» BLAS DE OTERO A MIGUEL HERNÁNDEZ

«¿Por qué no lleváis dispuesta contra toda villanía una hoz de rebeldía y un martillo de protesta?»

De: El labrador de más aire – 1937
Miguel Hernández

Hay una muerte lenta que atraviesa
la vida lentamente, lentamente.
No es la traidora muerte de repente
que deja el ansia, aunque caída, ilesa.

¿La súbita del rayo? No, no es ésa,
es la que llega despaciosamente,
como claror confusa del oriente:
trágica luz del rayo que no cesa.

Así, noche tras noche, sucumbiste
en medio de una España negra y triste,
como el toro en la plaza, como el toro.

La juventud de hoy, la de mañana,
forja otro cielo rojo, audaz, sonoro,
con un rayo de sol en la ventana.

(Euzkadi, 1962)
Blas de Otero

Poema de Gabriel Celaya

Poema de Gabriel Celaya

Poema de Gabriel Celaya

Con, de, en, tras Pablo, Pablo Picasso

Cuando la vida embiste o rompe dentro
a toda luz, con todo sarcasmo,
Pablo Picasso-

Donde el mundo descompone su sistema
y en un clavo que da cuelga el harapo,
Pablo Picasso-

Tras las visibles mentiras del mundo
siempre en blanco,
lo invisible y al rojo de tus cuadros,
Pablo Picasso-

En este cielo-infierno de los medios,
bajo un sol de justicia, toreando,
Pablo Picasso-

Con la estructura del ojo ferozmente
mineral, y sin engaños declarando,
Pablo Picasso-

Tras nuestro mundo aparente,
con la evidencia del rayo,
en la estructura mordiente,
donde se erizan los actos,
cuando, con, en, tras, yo digo
Pablo
Pablo Picasso-

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Pablo Neruda, Llegada a puerto Picasso

Pablo Neruda, Llegada a puerto Picasso

Pablo Neruda, Llegada a puerto Picasso

Poema de Pablo Neruda a Pablo Picasso

DESEMBARQUÉ en Picasso a las seis de los días de
otoño, recién
el cielo anunciaba su desarrollo rosa, miré alrededor,
Picasso
se extendía y encendía como el fuego del amanecer.
Lejos atrás
quedaban las cordilleras azules y entre ellas
levantándose en el valle el Arlequín de ceniza.
He aquí: yo venía de Antofagasta y de Maracaibo,
yo venía de Tucumán
y de la tercera Patagonia, aquella de dientes helados
roídos por el trueno, aquella de bandera
sumergida en la nieve perpetua.

Y yo entonces desembarqué, y vi grandes mujeres
de color de manzana
en las orillas de Picasso, ojos desmedidos, brazos
que reconocí:
tal vez la Amazonia, tal vez era la Forma.

Y al oeste eran titiriteros desvalidos rodando hacia
el amarillo,
y músicos con todos los cuadros de la música, y aún
más, allá la geografía
se pobló de una desgarradora emigración de mujeres,
de aristas,
de pétalos y llamas,
y en medio de Picasso entre las dos llanuras y el
árbol de vidrio,
vi una Guernica en que permaneció la sangre como
un gran río, cuya corriente
se convirtió en la copa del caballo y la lámpara:

ardiente sangre sube a los hocicos,
húmeda luz que acusa para siempre.

Así, pues, en las tierras de Picasso de Sur a Oeste,
toda la vida y las vidas hacían de morada
y el mar y el mundo allí fueron acumulando
su cereal y su salpicadura.

Encontré allí el arañado fragmento
de la tiza, la cáscara del cobre,
y la herradura muerta que desde sus heridas
hacia la eternidad de los metales crece,
y vi la tierra entrar como el pan en los hornos
y la vi aparecer con un hijo sagrado.

También el gallo negro de encefálica espuma
encontré, con un ramo de alambre y arrabales,
el gato azul con su abanico de uñas,
el tigre adelantado sobre los esqueletos.

Yo fui reconociendo las marcas que temblaron
en la desembocadura del agua en que nací.
Primero fue esta piedra con espinas, en donde
sobresalió, ilusoria, la rama desgarrada,
y la madera en cuya rota genealogía
nacen las bruscas aves de mi fuego natal.

Pero el toro asomó desde los corredores
en el centro terrestre, yo vi su voz, llegaba
escarbando las tierras de Picasso, se cubría
la efigie con los mantos de la tinta violeta,
y vi venir el cuello de su oscura catástrofe
y todos los bordados de su baba invencible.

Picasso de Altamira, Toro del Orinoco,
torre de aguas por el amor endurecidas,
tierra de minerales manos que convirtieron
como el arado, en parto la inocencia del musgo.

Aquí está el toro de cuya cola arrastra
la sal y la aspereza, y en su ruedo
tiembla el collar de España con un sonido seco,
como un saco de huesos que la luna derrama.

Oh circo en que la seda sigue ardiendo
como un olvido de amapolas en la arena
y ya no hay sino día, tiempo, tierra, destino
para enfrentarse, toro del aire desbocado.
Esta corrida tiene todo el morado luto,
la bandera del vino que rompió las vasijas:
y aún más: es la planta de polvo del arriero
y las acumuladas vestiduras que guardan
el distante silencio de la carnicería.
Sube España por estas escaleras, arrugas
de oro y de hambre, y el rostro cerrado de la
cólera
y aún más, examinad su abanico: no hay
párpados.
Hay una negra luz que nos mira sin ojos.

Padre de la Paloma, que con ella
desplegada en la luz llegaste al día,
recién fundada en su papel de rosa,
recién limpia de sangre y de rocío,
a la clara reunión de las banderas.

Paz o paloma, apostura radiante!

Círculo, reunión de lo terrestre!

Espiga pura entre las flechas rojas!
Súbita dirección de la esperanza!
Contigo estamos en el fondo revuelto
de la arcilla, y hoy en el duradero
metal de la esperanza.
“Es Picasso”,
dice la pescadora, atando plata,
y el nuevo otoño araña
el estandarte
del pastor: el cordero que recibe una hoja
del cielo en Vallauris,
y oye pasar los gremios a su colmena, cerca
del mar y su corona de cedro simultáneo.

Fuerte es nuestra medida cuando
arrojamos -amando al simple hombre-
tu brasa en la balanza, en la bandera.
No estaba en los designios del escorpión tu
rostro.
Quiso morder a veces y encontró tu cristal
desmedido,
tu lámpara bajo la tierra
y entonces?
Entonces por la orilla de la tierra crecemos,
hacia la otra orilla de la tierra crecernos.

Quien no escuche estos pasos oye tus pasos. Oye
desde la infinidad del tiempo este camino.
Ancha es la tierra. No está tu mano sola.
Ancha es la luz. Enciéndela sobre nosotros.

Gaudí y Rosa Luxemburgo

Gaudí y Rosa Luxemburgo

Gaudí y Rosa Luxemburgo

¿Quién es Rosa Luxemburgo? —Tú, ahora debes saber quién era Gaudí.

La casa era una esplendorosa villa del selecto barrio de Tres Torres, en la zona alta, muy cerca del prestigioso paseo de la Bonanova. Rodeando la casa permanecía un jardín que, ése sí, evidenciaba los malos tiempos, y malvivía de sus recuerdos.

El edificio era una construcción de dos pisos, más un tercero que se dibujaba dentro de las pendientes de la cubierta y, en él, entre las cosas que más nos habían llamado la atención, estaba el pequeño ascensor interior, un verdadero lujo, algo que para mí era cosmopolita. Sí, esa era la palabra que había elegido para describir al ascensor, me parecía como de otro lugar, de la urbe más moderna, como del futuro.

La casa estaba dividida en dos partes y nosotros, bueno, mi familia, compartía su parte con otra familia, una familia conocida y amiga ya desde nuestro pueblo de origen. Porque nosotros, mejor dicho, los míos, habían llegado allí escapando de Franco. Cruzaron el Bidasoa en el último momento, y desde Hendaya, por Francia, viajaron hasta Barcelona, que era una zona leal a la República, porque los míos no querían abandonar a su país.

Así que llegaron como tantos vascos, y eran, por tanto, unos refugiados. Pero fueron de los primeros y tuvieron más suerte que otros; tanta, que ahora vivían, vivíamos, en esta casa de la calle Vergós, que antes fue el hogar de una familia acaudalada que se había pasado a la zona nacional, tras la revolución, huyendo de la revolución, justo al revés que nosotros.

Otros vascos, otros refugiados, no tuvieron tanta suerte, y su alojamiento en Barcelona fue el estadio Olímpico de Montjuich. El flamante estadio en el que tuvieron que haber acontecido las Olimpiadas populares, las Olimpiadas alternativas a las de Hitler y que, prestas a inaugurarse el diecinueve de julio, se suspendieron al producirse la sublevación franquista. Ese estadio, el espacio comprendido entre la pared exterior, la fachada, y las gradas, ese interior, estaba dividido, tabicado en multitud de celdas y pasillos donde se hacinaban los refugiados.

Mi familia, los que vivían, los que viven de prestado en la villa de Vergós, son: mi hermana, mi hermano el pequeño, y mis padres. El otro hermano, el que me seguía a mí, no pudo llegar hasta Barcelona, y fue uno de los primeros caídos en la defensa de Irún. Así que el ambiente en mi casa es bastante triste. Pese a ello, pese al dolor personal, están muy fundidos con la causa que se está librando, y ese impulso colectivo levanta ciertamente el ánimo.

Mi padre, por ejemplo, ferroviario de oficio, mecánico, trabaja en los talleres del metro de Barcelona, y yo, siempre que los visito, hablo con él de este asunto tan importante.
—Pero, ¿cómo trabajáis con tan pocos alicientes, cómo puede trabajar la gente sin rendirse? —le pregunto, indagando sobre la vida en la retaguardia, sobre la moral en la escasez, con tan poca retribución.

—Trabajamos todos a fondo porque todo es nuestro, porque todo es para nosotros —es siempre su escueta y precisa respuesta.

Mi hermana Rosa, a punto de los dieciocho, trabaja en el Ministerio de la Guerra, en labores administrativas, y como mi padre, no descansa en su entrega. Sobre mi madre descansa toda la estructura cotidiana, la invención de la vida cotidiana. El comer, el orden, la limpieza, una retaguardia de la más dura. Y preparar el tabaco de mi padre. Éste, fumador impenitente, no tiene suficiente con la ración posible, y hace que mi madre recoja los restos de colillas en los andenes y pasillos del metro, ella, porque a él le da vergüenza. Luego en casa las mezcla, las hierve en agua, y así mi padre dispone de más tabaco.

Para el pequeño, de diez años, Barcelona es distinta, ve a los milicianos como algo exótico, aprende sus himnos, juega con la guerra, aunque lloró como ninguno la pérdida de su hermano, y no hubo forma de convencerlo de que iba a volver, de que solamente se había marchado por un tiempo.

Y yo, que a veces estoy en Barcelona y puedo ver a mi familia, estar con ellos, conocer esto que cuento. Pronto me marcharé a otra zona, a otra geografía, a otro lugar de combate. Ahora estoy con mi batería de cañones antiaéreos en el parque Güell, dentro mismo del parque modernista, en medio de su arquitectura, que nosotros utilizamos para el camuflaje: en los porches de la plaza principal, entre las columnas inclinadas y pintorescas de Gaudí, tenemos instalados los cañones, asomando sus tubos hacia el cielo.

—Vamos a mi batería, vamos a ver los cañones al parque Güell —le invito al pequeño, porque sé que le gusta acompañarme.

—¿Quién es Rosa Luxemburgo? —me pregunta de sopetón mi hermanito, que es un chaval despierto, que no se pierde un detalle de las tertulias familiares, que vive la ebullición de la calle en guerra, que escucha nombres nuevos.

—Tú, ahora debes saber quién era Gaudí. ¿Sabes quién era Gaudi? —le pregunto, y lo arrastro de la mano.

—Era el arquitecto del parque donde tenemos los cañones, donde has estado conmigo, donde vamos ahora, un gran arquitecto —le cuento al pequeño ante su silencio.

Gaudí, la casa de la calle Vergós, el estadio Olímpico, así era la arquitectura de Barcelona, cambiada, invadida, como la propia vida.

Relato revisado y corregido, del contenido en el libro de cuentos: “Marcelo, el hombre imposible”, Ediciones Irreverentes, con el título “La vivienda de la calle Vergós”

Miguel Usabiaga

Arquitecto – Escritor, Director de Herri

Canción ¡A LA LUCHA! ¡A LA LUCHA!

Canción ¡A LA LUCHA! ¡A LA LUCHA!

Canción ¡A LA LUCHA! ¡A LA LUCHA!

Cantante: Hannes Wader, letra y música: Popular.

 

¡A la lucha, a la lucha!
Para la lucha hemos nacido.
¡A la lucha, a la lucha!
Para la lucha estamos preparados.
¡A Karl Liebknecht le hemos prometido
a Rosa Luxemburgo tender nuestra mano!
¡A Karl Liebknecht le hemos prometido
a Rosa Luxemburgo tender nuestra mano!

Hay un hombre, un hombre,
tan firme como un roble
Ha vivido, sí,
ha vivido para ver muchas tormentas
¡Quizás mañana
sea un cadáver
como tantos otros
luchadores por la libertad!
¡Quizás mañana
sea un cadáver
como tantos otros
luchadores por la libertad!

¡No tememos, no,
los disparos de los cañones!
¡No tememos, no,
a la policía de verde!
A Karl Liebknecht hemos perdido
Rosa Luxemburgo cayó por mano asesina
A Karl Liebknecht hemos perdido
Rosa Luxemburgo cayó por mano asesina

¡A la lucha, a la lucha!
Para la lucha hemos nacido.
¡A la lucha, a la lucha!
Para la lucha estamos preparados!.
¡A Karl Liebknecht le hemos prometido
a Rosa Luxemburgo tender nuestra mano
¡A Karl Liebknecht le hemos prometido
a Rosa Luxemburgo tender nuestra mano!!

Auf, auf zum Kampf zum Kampf
Zum Kampf sind wir geboren
Auf, auf zum Kampf zum Kampf
Zum Kampf sind wir bereit
Dem Karl Liebknecht dem haben wirs geschworen
Der Rosa Luxemburg reichen wir die Hand
Dem Karl Liebknecht dem haben wirs geschworen
Der Rosa Luxemburg reichen wir die Hand

Es steht ein Mann ein Mann
So fest wie eine Eiche
Er hat gewiss, gewiss
Schon manchen Sturm erlebt
Vielleicht ist er
Schon morgen eine Reiche
Wie es so vielen
Freiheitskämpfern geht
Vielleicht ist er
Schon morgen eine Reiche
Wie es so vielen
Freiheitskämpfern geht

Wir fürchten nicht, ja nicht
Den Donner der Parolen
Wir fürchten nicht, ja nicht
Die grüne Polizei
Den Karl Liebknecht den haben wir verloren
Die Rosa Luxemburg fiel durch Mörder Hand
Den Karl Liebknecht den haben wir verloren
Die Rosa Luxemburg fiel durch Mörder Hand

Auf, auf zum Kampf zum Kampf
Zum Kampf sind wir geboren
Auf, auf zum Kampf zum Kampf
Zum Kampf sind wir bereit
Dem Karl Liebknecht dem haben wirs geschworen
Der Rosa Luxemburg reichen wir die Hand
Dem Karl Liebknecht dem haben wirs geschworen
Der Rosa Luxemburg reichen wir die Hand

Poemas a Rosa Luxemburgo «Bertold Brecht»

Poemas a Rosa Luxemburgo «Bertold Brecht»

Poemas a Rosa Luxemburgo

 

«Bertold Brecht»

 

día siguiente todo Berlín sabía que la mujer que en los últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había cautivado a los asistentes de innumerables asambleas, estaba muerta. Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía:

“ La Rosa roja ahora también ha desaparecido.
Dónde se encuentra es desconocido.
Porque ella a los pobres la verdad ha dicho.
Los ricos del mundo la han extinguido.”

Pocos meses después, el 31 de mayo, se encontró el cuerpo de una mujer junto a una esclusa del canal. Se podían reconocer los guantes de Rosa Luxemburgo, parte de su vestido, un pendiente de oro. Pero la cara era irreconocible, ya que el cuerpo hacía tiempo que estaba podrido. Fue identificada y se le enterró el 13 de junio. Bertold Brecht escribió su epitafio en su tumba:

Aquí yace enterrada
Rosa Luxemburgo,
una judía de Polonia,
luchadora de vanguardia de los obreros alemanes, asesinada por encargo
de los opresores alemanes.
¡Oprimidos, enterrad vuestra discordia!