Mujeres Comunistas en el nacimiento de la Internacional

Mujeres Comunistas en el nacimiento de la Internacional

Mujeres Comunistas en el nacimiento
de la Internacional

n octubre de 1917, la toma del poder situó a los bolcheviques ante un gigantesco nudo de problemas: el hundimiento de la producción industrial, el sabotaje de decenas de miles de empleados públicos, la creciente dislocación del ejército, las negociaciones de paz con Alemania y Austria, los levantamientos organizados por sus adversarios, la insurrección de los antiguos prisioneros de guerra checoslovacos y la guerra civil apoyada por los imperialistas extranjeros. Pese al dramatismo de la situación, los bolcheviques adoptaron sin demora una serie de medidas emancipatorias para la mujer: derecho al divorcio, derecho al aborto, Código Matrimonial igualitario, mismo derecho al sufragio para hombres y mujeres.

Los bolcheviques, considerando desde el principio su acción política como parte indisoluble de una lucha internacional, se preocuparon por fundar la Internacional Comunista lo antes posible. Y ésta se proclamó en Moscú durante un congreso constitutivo celebrado en marzo de 1919 por una quincena de partidos, entre los cuales el Partido Bolchevique es, en ese momento, el único partido de masas.
Ese año 1919 es el del apogeo del “comunismo de guerra”; un sistema de estricta supervivencia, rigurosamente centralizado y asentado en la requisa de la producción agrícola, en el que la economía está íntegramente subordinada a las necesidades de la guerra civil.

El primer congreso de la Internacional comunista, que nace en ese contexto, aprueba un Manifiesto dirigido a establecer la necesidad objetiva de la revolución proletaria: “la incapacidad del capitalismo para continuar desarrollando las fuerzas productivas ha llevado a los Estados a levantarse los unos contra los otros por el nuevo reparto de un mercado mundial que se ha vuelto demasiado estrecho. Así, se ha engendrado la guerra que ha arrastrado a la revolución al más débil de los estados beligerantes. La conquista del poder es, por tanto, inminente en los demás países”. Este objetivo pone en el centro la emancipación de los pueblos colonizados, a los que el Manifiesto asigna un lugar importante y cuyos amos han sido sacudidos por la guerra: la lucha de estos pueblos aparece, efectivamente, como el medio de la revolución, mientras que la emancipación de las mujeres se concibe más bien como su resultado.

La carta de Inessa Armand
Unos meses después de la fundación de la Internacional comunista, Lenin confía a Inessa Armand, colaboradora de la sección de mujeres trabajadoras del Comité Central del Partido Bolchevique, la tarea de impulsar la actividad revolucionaria entre las mujeres. El 2 de enero de 1920, Inessa Armand envía una carta a todos los partidos de la Internacional. La carta comienza describiendo la situación jurídica de la mujer en Rusia y afirma la posibilidad real de cambiar las condiciones de existencia de las mujeres:
“En la Rusia soviética, la obrera y la campesina disfrutan absolutamente de los mismos derechos que el obrero y el campesino. Son electoras y elegibles en todos los soviets y para todos los puestos, incluido el de comisarios del pueblo. También poseen derechos igualitarios con respecto a su estado civil y en el seno del matrimonio. La Constitución soviética y los decretos sobre el matrimonio han aniquilado cualquier forma de poder marital.
Por otra parte, la dictadura proletaria nos coloca ante la posibilidad de instaurar, desde este mismo momento, unas nuevas formas de vida social y privada encaminadas a la liberación social de la mujer en el sentido de liberación de la familia y de las preocupaciones relativas a la educación de los niños; nos encontramos, por consiguiente, ante la posibilidad de romper las últimas cadenas que todavía atan a la mujer”.

Inessa Armand subraya que esta actividad específica debe conducir a las mujeres a la lucha general contra el Capital:
“Desde hace un año estamos realizando un trabajo pro-pagandístico bastante importante entre las mujeres obreras. Naturalmente, la finalidad de esta propaganda no es de ninguna manera feminista [subrayado por Inessa Armand]. Nuestro único objetivo es atraer a la masa de las obreras a la lucha del proletariado contra el imperialismo”.

Su posterior y extensa descripción del trabajo de agitación y organización del Partido Bolchevique entre las obreras y las campesinas tiene el objetivo de estimular, gracias a la fuerza comunicativa del ejemplo, a los partidos comunistas que aún no realizan ninguna actividad en este sentido:
“Cada comité del Partido Comunista tiene una sección de propaganda entre las mujeres (obreras y campesinas principalmente), que organiza conferencias trimestrales de delegadas de fábricas y factorías. Además, cada semana se celebran asambleas de delegadas de obreras que reúnen a las representantes de todas las fábricas y factorías del lugar.”

Estas medidas enumeradas por Inessa Armand se enfrentan con un doble obstáculo: por un lado, con el pasado de la Rusia zarista donde la mujer se consideraba un ser inferior y con el conjunto de prejuicios heredados de ese pasado; y por otro, con la espantosa destrucción de las fuerzas productivas generada por las guerras mundial y civil, que siembra ruina, frío, hambre, tifus y cólera, todas ellas condiciones materiales poco propicias para una emancipación real de las obreras y las campesinas. Esto es lo que subrayan Bujarin y Preobrajensky en su “ABC del comunismo”, publicado en 1920, donde, al mismo tiempo que relatan las medidas adoptadas por el poder soviético para instaurar la igualdad entre hombres y mujeres en el seno del matrimonio, las relaciones familiares y los derechos políticos, también insisten en el carácter en parte formal de esta igualdad:

“La tarea de nuestro partido consiste ahora en llevar esta igualdad a la práctica. Se trata, sobre todo, de hacer comprender a la amplia masa de trabajadores que la esclavitud de la mujer también les perjudica a ellos. En la actualidad, los obreros siguen considerando a las mujeres como seres inferiores y, en los pueblos, la gente continúa riéndose de las mujeres que quieren participar en los asuntos públicos […]. En este país, las mujeres obreras están mucho más atrasadas que los hombres. De hecho, se las mira desde muy por encima del hombro. Se impone, por lo tanto, un trabajo enérgico destinado, en primer lugar, a que los hombres aprendan a considerar a las mujeres obreras como iguales a los trabajadores hombres y, después, a iluminar a las mujeres e incitarlas a usar los derechos que se les otorgan sin vergüenza ni temor […]. Lo principal no es otorgar derechos sobre papel sino dar la posibilidad de ejercerlos. ¿Cuál es la posibilidad real de que la obrera ejerza sus derechos si tiene que ocuparse del trabajo doméstico? Es preciso que la república de los soviets alivie el destino de la mujer trabajadora y la libere de obligaciones domésticas que se remontan a los tiempos de Matusalén”

Los autores enumeran las instituciones que sería preciso crear para pasar de la igualdad formal a la igualdad real:
“Casas comunitarias (…) con lavanderías colectivas, restaurantes populares, guarderías, jardines de infancia, colonias infantiles de verano, cantinas escolares, etc. Todo ello con el objetivo de descargar a la mujer y de darle la oportunidad de ocuparse de todas las cosas que interesan a los hombres. Pero es difícil crear estas instituciones en este período de miseria y hambre”.

Difícil es un eufemismo. Al igual que para los demás dirigentes del Partido Bolchevique, para Bujarin y Preobrajensky la solución está en la próxima revolución mundial que aportará a la arruinada Rusia la ayuda de los países ricos y permitirá, de esta forma, dar un contenido real a los derechos formales.
“Toda Europa pasará, inevitablemente, al régimen de la dictadura del proletariado y después al comunismo. Por consiguiente, Rusia no podrá permanecer en el capitalismo cuando Alemania, Francia e Inglaterra hayan pasado a la dictadura del proletariado. Es evidente que Rusia será fatalmente arrastrada al socialismo. Su falta de cultura, la insuficiencia de su desarrollo industrial, etc., todo esto carecerá de importancia cuando Rusia se asocie a los países más cultivados en una república mundial o, al menos, europea, de los soviets.”

Este fragmento, extraído de un manual popular que sentaba cátedra, ilumina el pensamiento y los objetivos de los dirigentes soviéticos en 1920: Rusia es un país capitalista arruinado, dirigido por el partido de la clase obrera, que sólo podrá encaminarse al socialismo en el marco de una revolución europea victoriosa. De ahí la importancia atribuida a la Internacional Comunista y a su actividad en aquel momento. A la espera de la revolución victoriosa, es necesario resistir. La mencionada carta de Inessa Armand termina con una simple demanda y una sugerencia:
“Sería fundamental poder llegar a un acuerdo internacional sobre la acción que se debería llevar a cabo. Una conferencia internacional de mujeres comunistas nos parece, por lo tanto, de capital importancia”.

A fin de prepararla, una comisión dirigida por la comunista alemana Clara Zetkin propone la creación de una Secretaría Internacional Femenina con un estatus de sección particular subordinada al Comité Ejecutivo de la Internacional. Éste último autoriza su creación. Durante los primeros años de su existencia, la Secretaría Femenina dispone en la Internacional de mucha mayor autonomía que las demás secciones, probablemente por el carácter electivo de sus miembros, así como por el prestigio de sus dirigentes.

La falta de respuesta extranjera suficiente, provocan que Inessa Armand y sus colaboradoras se tengan que limitar a la organización, el 16 de julio de 1920, en Leningrado, de una primera “reunión privada de delegados y delegadas” de nueve países (Francia, Inglaterra, Italia, Rusia, Suecia, Georgia, India, México y Bulgaria) en vísperas de la apertura del Segundo Congreso de la Internacional Comunista. Esta reunión insiste en la necesidad de “convocar la Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, aunque el número de delegadas no sea tan considerable como se hubiera deseado antes de finalizar el congreso”. La conferencia, que reúne a delegadas de 19 países, se celebra en Moscú, donde se celebra el Segundo Congreso de la Internacional, del 30 de julio al 6 de agosto. Este congreso adopta los estatutos de los que la Internacional carecía hasta ese momento. El artículo 16 de estos estatutos (que incluyen 17 artículos) proclama: “El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista sanciona el nombramiento de una secretaría del movimiento femenino internacional y organiza una sección de Mujeres Comunistas de la Internacional”. Pero el congreso, que adopta resoluciones sobre el movimiento sindical y los comités de fábrica, sobre la cuestión nacional y la colonial, la cuestión agraria y el parlamentarismo; no aprueba ningún texto acerca de las mujeres. ¿Por qué? La respuesta se encuentra en las primeras líneas de la “Resolución sobre el papel del Partido Comunista en la revolución proletaria”, que afirman:
“El proletariado mundial se halla en vísperas de una lucha decisiva, esto es, de la conquista del poder”. Por lo tanto, el congreso sólo examina aquellos problemas que, a su juicio, están directamente ligados a esta lucha decisiva. Y ésta es la razón por la que adoptan las famosas 21 condiciones de admisión de los partidos en la Internacional Comunista, que apuntan a evitar “la invasión [de la Internacional] por parte de grupos indecisos y titubeantes, incapaces de preparar la toma del poder en razón de su estrecha vinculación con la democracia burguesa y sus instituciones parlamentarias”. Desde el punto de vista de la Internacional, la cuestión femenina no participa de esta perspectiva inmediata. La Secretaría Femenina del Comité Ejecutivo de la Internacional, que el congreso mandó, tarda varios meses en ponerse en acción. El Comité Central de cada Partido Comunista tiene que crear una sección de mujeres, como la del Comité Central del Partido Bolchevique, apoyada, en su caso, en toda una red de comisiones de mujeres repartidas por los diversos escalones del partido: la Secretaría Femenina ha de coordinar la red internacional proclamada pero aún embrionaria.
La organizadora de la primera Conferencia de Mujeres Comunistas, Inessa Armand, está agotada por ese trabajo, así como como por las privaciones y la tensión del momento, y se marcha a descansar al Cáucaso, donde enferma, contagiada por la epidemia de cólera que asola la región, y muere el 24 de septiembre de 1920. Su muerte coincide con la recuperación de Alexandra Kollontay, quien había estado inmovilizada durante largos meses a causa del tifus. Es inmediatamente destinada a la dirección de la sección femenina del Comité Central del Partido Bolchevique, “sucediendo”, por tanto, a Inessa Armand. Sus diferentes escritos acerca de los problemas de la mujer y la familia habían causado un gran revuelo debido a sus argumentos en defensa del “amor libre”, conjugados con su apología de la maternidad como deber social.

La Secretaría Internacional Femenina
En un principio se piensa que la Secretaría Internacional Femenina esté constituida de tres a seis miembros, pero finalmente ésta se compone de ocho mujeres, de las cuales seis son rusas: Nadejda Krupskaia, Alexandra Kollontay, Lilina Zlata, Konkordia Samoilova, Liudmila Stal, Similova, la holandesa Henriette Roland Holst y la suiza Rosa Bloch, a las que se suma la secretaria general, Clara Zetkin. La Secretaría Internacional Femenina se reúne por primera vez el 20 de noviembre de 1920. Del 9 al 15 de junio de 1921 bajo la presidencia de Clara Zetkin, se reúne la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas en vísperas del Tercer Congreso de la Internacional, donde el “trabajo femenino” tendrá un gran protagonismo. Dos meses antes había salido, en Stuttgart, el primer número de la revista “La Internacional Comunista de las mujeres”, dirigida por Clara Zetkin. En el informe que presenta Kollontay a dicha conferencia, comienza señalando los objetivos generales de la Secretaría Internacional Femenina:
“Desarrollar la influencia de la Internacional en las más amplias masas de las trabajadoras proletarias o semiproletarias, y contribuir al fortalecimiento de los lazos entre las secciones femeninas de los partidos comunistas de los países occidentales y orientales”.
Tras seis meses de existencia, el balance del trabajo es desalentador:
“No hay secciones femeninas en todos los partidos comunistas y, sobre todo, no hemos recibido informes políticos de ninguna organización, y sólo siete organizaciones se han tomado la molestia de aportar documentos a la conferencia: Suecia, Inglaterra, Estados Unidos, Francia, Suiza, Bulgaria y Alemania -el único país con el que la Secretaría mantiene alguna relación regular” -precisa Kollontay.
Kollontay propone tres líneas de intervención: el día internacional de la mujer del 8 de marzo, la lucha contra la prostitución y la batalla por la despenalización del aborto, legalizado en la Rusia Soviética desde 1918. En un gran discurso programático, Clara Zetkin afirma que el peso de todas las medidas adoptadas por el régimen capitalista para asegurar su supervivencia recae con una fuerza particular sobre las mujeres:
“A las mujeres les afectan de una forma más intensa las necesidades vitales derivadas del régimen capitalista y agudizadas en este período de declive. Ésta es la razón por la que la mujer debe intervenir como pionera de la revolución, pero no sola, por supuesto, ni aislada de las amplias masas del proletariado, sino como destacamento de vanguardia de la revolución”.

El largo debate de esta conferencia está atravesado por una cuestión subyacente, la de las perspectivas de la revolución. ¿Inminente o más lejana? Desde el punto de vista de Kollontay, la revolución es inminente. Así, pues, Kollontay deja de lado el combate por las reivindicaciones sociales reduciéndolo a elementos de propaganda para la revolución y afirma:
“no hay que dirigirse a las criadas y a las empleadas domésticas pidiendo para ellas la jornada de ocho horas y el derecho a una habitación propia, sino que es preciso decirles: sin la revolución, sin la dictadura del proletariado, sin el poder soviético, no lograréis estas dos reivindicaciones”.

Como no se trata de organizar a estas mujeres para ayudarlas a arrancar dichas reivindicaciones, sino de intentar convencerlas de que la revolución es la condición previa, necesaria, para obtener su satisfacción, el “trabajo femenino” debe consistir, esencialmente, en una actividad de propaganda. Y Kollontay expresa su esperanza de que la reunión prevista para el año siguiente sea una conferencia de las mujeres de los países soviéticos. Se produce un intenso debate. Clara Zetkin reprocha a Kollontay su desinterés por trabajar con las mujeres de la intelligentsia, mientras que otras dos delegadas, una coreana y una armenia, la acusan de ignorar totalmente la situación de las mujeres orientales -a quienes la guerra acababa de sacar de sus harenes-, que no cabe abordar como si se tratara de mujeres europeas. La Secretaría queda reestructurada como una auténtica Secretaría Internacional compuesta por seis mujeres: Clara Zetkin, Hertha Sturm, Lucie Colliard, Alexandra Kollontay, Lilina Zlata y Varvara Kasparova. Ésta última, de origen tártaro, que codirige junto a Alexandra Kollontay la sección de mujeres del Comité Central del Partido Bolchevique, encabeza la sección de Oriente de la Secretaría y es la responsable de la oficina de organización establecida. La conferencia desemboca en unas decisiones que serán confirmadas algunas semanas después en el Tercer Congreso de la Internacional.

El Tercer Congreso de la Internacional comunista, celebrado desde el 22 de junio al 12 de julio de 1921, adopta al menos tres resoluciones sobre las mujeres: “Tesis para la propaganda entre las mujeres”, “Resolución sobre las relaciones internacionales de las mujeres comunistas con la Secretaría Femenina de la Internacional Comunista” y “Resolución sobre las formas y métodos del trabajo comunista entre las mujeres”. Esta vez la cuestión femenina figura, por lo tanto, entre las grandes cuestiones del congreso, que afirma:
“Es absolutamente irrefutable que la lucha revolucionaria del proletariado por el poder manifiesta en la actualidad un cierto debilitamiento, una cierta ralentización a escala mundial. De ahí la necesidad conjunta de luchar por el Frente Único (de comunistas y socialdemócratas) y de extender el trabajo de agitación, propaganda y organización en torno de las reivindicaciones de las masas más amplias”.
Las tesis definen, al mismo tiempo, los principios generales que deben guiar una actividad comunista con las mujeres y las modalidades detalladas de esa actividad. La parte fundamental de las tesis es, sin duda, su sexto punto.
“La lucha de la mujer contra su doble opresión, el capitalismo y la dependencia familiar y doméstica, debe adoptar en la próxima fase de su desarrollo un carácter internacional, transformándose en lucha del proletariado de ambos sexos por la dictadura y el régimen soviético”.
Partiendo de la consideración de que “las mujeres nunca deben olvidar que todas las raíces de su esclavitud arraigan en el régimen burgués”, las tesis precisan que no hay cuestiones específicamente femeninas “y que el comunismo sólo se alcanzará gracias a la unión en la lucha de todos los explotados y no mediante la unión de las fuerzas femeninas de dos clases antagonistas”. El texto insiste, asimismo, en la necesidad de “combatir los prejuicios relativos a las mujeres en las masas del proletariado masculino, de luchar de forma sistemática contra la influencia de la tradición, las costumbres burguesas y la religión”.
En lo que atañe a las mujeres, el congreso distingue el trabajo que se debe realizar en tres sectores diferentes: en los países de régimen soviético, en los países capitalistas y en los países de economías económicamente atrasadas (Oriente). En relación con esta última región, se insiste en “la necesidad de luchar contra la influencia del nacionalismo y la religión en las mentalidades, y de trabajar, sobre todo, con la masa de obreras que trabajan a domicilio (pequeña industria) y con las trabajadoras de las plantaciones de arroz, algodón y otras, y se prevé una instrucción especial en los métodos de trabajo con las mujeres de Oriente”.

A fin de organizar este trabajo, la Secretaría Femenina intenta constituir una red de “corresponsales” internacionales, que se reúnen por primera vez en Berlín los días 25 y 26 de enero de 1922. La segunda conferencia de las corresponsales internacionales, que vuelve a reunirse en Berlín durante los días 24 y 25 de octubre de 1922, precisa la orientación de esta actividad. Uno de los diez puntos de la orden del día aborda las “Principales cuestiones de la agitación y de la acción entre las mujeres proletarias”. Este punto hace hincapié en los problemas sociales, cuyo peso recae especialmente en las mujeres: “la carestía de la vida, el paro y el empobrecimiento creciente están en el centro de cualquier agitación femenina”, y añade la reivindicación de un “seguro para las futuras madres.”

El Cuarto Congreso de la Internacional comunista, que se reúne del 3 de noviembre al 5 de diciembre de 1922, sólo dedica una breve resolución a “la acción femenina”, que subraya tanto el acierto de la orientación decidida en el congreso precedente como las extremas reticencias de los dirigentes de muchos de los partidos comunistas a ponerla en práctica:

“Algunas secciones no han cumplido, o sólo lo han hecho de forma superficial, con su deber de sostener de forma sistemática el trabajo comunista entre las mujeres. Aún no han aplicado las reglas de organización de las mujeres comunistas en el Partido, ni creado los órganos del Partido indispensables de cara al trabajo entre mujeres y al establecimiento de lazos con estas últimas. El Cuarto Congreso exige a estas secciones que emprendan lo más rápidamente posible el trabajo descuidado (…). El frente único proletario sólo puede llevarse a cabo si las mujeres forman parte de él (…). Una sólida vinculación entre los partidos comunistas y las mujeres permitirá a estas últimas, en determinadas circunstancias, abrir el camino al frente único proletario en los movimientos de masas revolucionarios.”

Este congreso marcará un antes y un después, es el último congreso en el que Lenin tomará la palabra. Un cambio aún invisible para los delegados y delegadas, pero que será decisivo en el futuro.

Cómo atravesar los muros: de la “dark place” a una reunión en la cuarta dimensión.

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Informe de la audiencia de extradición de Julian Assange, 21 de octubre. 2019

uando en mayo de 2019 comencé a interesar-me en el “affaire Assange”, tenía la intención de desmantelar la intriga enmarañada de las acusaciones suecas montadas contra él. Mi objetivo era sobre todo limpiar “mi” medio feminista que, en mi opinión, se dejaba manipular por organizaciones dudosas, tan mediáticas como ilegales, y se perdía en la caza del hombre. Luego vino un largo verano durante el cual el hombre Julian Assange despareció tanto de la circulación que uno se preguntaba si no era una quimera, un fantasma o… un invento.
Sin embargo, al unirme al comité de Wikijustice viniendo del movimiento de los chalecos amarillos, pude exponer a los camaradas del comité las dudas que me acompañaban desde el principio, debido a la incoherencia del dossier. La inverosimilitud del relato de la misión diplomática ecuatoriana, mis dudas sobre la estrategia de los abogados, y mi propia experiencia de represión, me inclinaba a un análisis crítico. Cuando profundizamos en los “aspectos humanos” de la personalidad de Julian Assange, su historia, su familia, sus relaciones … apareció ante nuestros ojos una situación cada vez más difícil, una terrible soledad, un aislamiento humano que nos hizo temer lo peor. Que el “affaire Assange” no sea uno de los mayores escándalos de Europa occidental hoy en día, significa una “extraordinaria capitulación” organizada cuidadosamente durante 10 años, para aislar, difamar, y luego capturar y encerrar a un ser humano en un cautiverio tan opresivo como ilegal, para destruirlo física y psíquicamente, retenido en una “dark place”, un “agujero negro” (no importa cómo se llame Belmarsh o … -aquí usted puede poner el nombre de una de las muchas bases secretas y no secretas de EE. UU en Europa-). Al final, los restos del hombre serán juzgados en su ausencia, defendidos en silencio por personas apenas convencidas de su inocencia, luego extraditado a Guantánamo (“porque no podemos hacer nada, ¿no es así?”, es la vieja antífona, la música con la que el sistema nos aprieta en todo y todo el tiempo) para allí convertirse, como lo anunció cínicamente un vicepresidente de Stratfor en “una excelente esposa de prisión”, es decir, un cuerpo violado utilizado como esclava sexual.

Con el fin de desenmascarar este brutal atropello a los derechos humanos me fui a Londres, para asistir a las cuatro audiencias de extradición en la Corte de Magistrados de Westminster, del 20 de septiembre al 21 de octubre. De paso, aprendí mucho sobre los compañeros de infortunio y circunstancias de Julian Assange: extraditados polacos y de países de Europa del Este, juzgados en su ausencia, sin abogados y sin intérpretes, a menudo sin comprender lo que sucede, bajo la mirada resignada de sus familiares, mudos entre el público. La vida del proletariado de Europa del Este emigrante en Gran Bretaña pasaba ante mis ojos mientras esperaba que la administración británica llamara al prisionero Julian Assange. A fuerza de protestar contra las numerosas violaciones de sus derechos, las cartas que nunca llegan, los paquetes no entregados, las protestas frente a la administración de la prisión sin respuesta, finalmente obtuvimos lo inesperado: la “justicia” británica fue obligada a presentar al hombre Assange físicamente. Para demostrar que aún no ha sido asesinado por la tortura. Porque la administración británica tiene la responsabilidad penal, ya que él está privado de libertad y encerrado en sus cárceles. La tortura es un crimen, y las ejecuciones extrajudiciales también. Uno puede escapar de las suaves protestas de un comité de la ONU, pero a la larga, la ira de la gente puede ser terrible. Los chalecos amarillos que asaltan la camioneta de la policía que transporta a Julian Assange les dan a las élites inglesas un anticipo de lo que puede ser la Revolución.
Así, el 21 de octubre de 2019, temprano por la mañana, me encuentro frente al Tribunal de Magistrados de Westminster con la esperanza de que tal vez los abogados de Julian Assange soliciten su liberación y que quizá, tan inocente como es, salga esta tarde libre … Con mi colega de Wikijustice habíamos preparado pequeños carteles con mensajes para llevar sobre las camisetas. Queríamos mostrarlos frente a la camioneta de la empresa privada que debía llevarlo a los tribunales por una puerta situada en una calle lateral. Pero había muchos policías, y pensamos que quizá eso se podría interpretar como un intento de ayudarlo a escapar y afectar a nuestras posibilidades de ingresar en la audiencia ante el tribunal.
A las 8:30 estamos en un agradable café cerca del palacio de justicia, que es un refugio de los abogados, cuando tenemos la sorpresa de encontrarnos con el abogado de Julian Assange, Gareth Peirce y con su abogado barrister Mark Summers. El café es pequeño, así que no podemos evitar escuchar sus comentarios sobre los argumentos que iban a desarrollar para defender a Julian en menos de una hora. En este lugar público accesible para todos, puedo ver el documento A4 de 5 a 10 páginas con portada amarilla. No puedo evitar pensar en el pobre Julian Assange aterrorizado ante la perspectiva de ser seguido por el servicio secreto de los EE. UU. Incapaz de confiar en personas desconocidas hasta el punto de confiar siempre en el mismo círculo desde hace 10 años, incluso si el círculo en cuestión es perjudicial. No uso una cámara oculta, actúo abiertamente como activista, pero un lugar como éste está abierto a todos los oídos que merodean por allí.

Cuando llegamos a la corte, unas 50 personas ya están haciendo cola para ingresar. Otros preparan paneles, pancartas y letreros con la imagen de Julian Assange. Una mujer camina frente a la cola susurrando que muy pocas personas podrán asistir, porque la sala número 3 es muy pequeña, y sólo hay 13 lugares para el público. Es verdad, lo sé, pero persevero. Pasamos las puertas de seguridad junto con las familias de los otros acusados ​​polacos y rumanos del día. La audiencia es modificada y tendrá lugar en la sala 1, más grande. Ciertamente hay más espacio, pero 40 personas ya están esperando. Los guardias de seguridad exigen calma y comienzan a dejar pasar al público con cuentagotas. Entro y consigo sentarme en el medio de la segunda fila, de donde no me pienso mover, cueste lo que me cueste.

Hace calor, estamos apretados e inmóviles, tenemos sed porque no se nos permite tener una botella de agua. Veo a Gareth Peirce y Mark Summers llegar después de su sesión de café, detrás de su asistente y otro hombre que resulta ser Alistar Lyon, el socio de Peirce. También distingo a Clair Dobbin, el abogado barrister de los estadounidenses y a otro de sus colaboradores. El secretario se coloca en su escritorio debajo de la plataforma del juez. Permanecerá notablemente discreto, dejando a la jueza Vanessa Baraitser liderar el barco. Los guardias de seguridad y luego la propia Vanessa Baraitser nos advierten: al más mínimo movimiento de interrupción seremos despedidos y la sesión suspendida. La audiencia comienza. Julian Assange llega al sitio del acusado detrás del cristal, perpendicular a nuestro espacio. Está de pie cuando nos levantamos al aparecer el juez. La emoción se apodera de todos. Está aquí … Levanta su puño izquierdo apretado y se vuelve hacia nosotros. Respondemos a su saludo revolucionario y levantamos el puño. Eso es todo lo que tenemos derecho a hacer. El oficial de seguridad que nos vigila constantemente nos indica con un gesto que se acabó. El espectáculo comienza.

Julian Assange es alto y encorvado, pero no parece tan delgado visto desde lejos: está a 30 metros, detrás de 2 cristales y solo lo vemos hasta la cintura porque el fondo de la caja es opaco. Sólo cuando se pone en pie y se estira la chaqueta, comprobamos que está demacrado. Lleva un nuevo suéter azul cielo, una camisa blanca con el cuello metido en el suéter, una chaqueta azul marino y pantalones grises. Está afeitado y vemos su cara. Lleva el cabello blanco cortado con el estilo que le gustaba cuando era más joven en 2007-2009, sin flequillo y peinado hacia atrás. Durante los 45 minutos de la audiencia, mira al frente: al juez, a los abogados y la fiscalía, como yo estoy en línea con el juez, tengo una excelente vista en su perfil del lado derecho. Se le ve muy triste, abatido. El mismo hombre pero como si tuviera 60 años y no 48. Ha perdido su mirada inocente de los años de libertad, su sonrisa y su humor. Ya fue así durante su cautiverio entre los ecuatorianos, pero el deterioro ahora es más fuerte. Ni una sola sonrisa en 45 minutos, ni siquiera esbozada.

Puedo ver bien su cara. Tiene la barbilla redondeada, doblada hacia atrás, como si estuviera apretando los dientes todo el tiempo. Lo que resalta su nariz recta, como en las fotos de 2010-11. Tiene los ojos gris azulado y una mirada penetrante. Debo decir que, a pesar de su desánimo, tiene una presencia física impresionante, un lado fuerte a pesar de todo, que hace frente. Cuando se levanta, se acerca al cristal para pedir hablar con los abogados, mantiene los gestos graciosos que tiene naturalmente. Hay un lado suave y fuerte en él. Tiene una carpeta de papeles en la mano pero no los consulta. En un momento, saca las gafas del bolsillo de su chaqueta y las vuelve a poner en su bolsillo. Durante la primera parte del juicio, mantendrá la misma actitud de retirada que en el video del 11 de octubre: se balancea suavemente hacia adelante y hacia atrás, parece ausente, coloca las manos debajo de las axilas debajo de los costados de la chaqueta y la pierna izquierda reposada sobre la rodilla derecha. Pero más tarde cambiará su actitud y veré sus manos, que son largas y delgadas como en las fotos antes del cautiverio en 2011.

La audiencia comienza. Les contaré lo que entendí, pero no es fácil comprender la totalidad de lo que se dice, porque el juez, la acusación y los abogados se responden entre sí en una justicia hecha en nombre del Rey y no del pueblo, y donde el pueblo sólo es tolerado. Vanessa Baraister le pide a Julian Assange que se presente. Se levanta pero tiene problemas para decir su propio nombre … Se tropieza con las palabras, termina diciendo “Julian Assange” pero tiene que intentarlo varias veces antes de pronunciar su fecha de nacimiento. Lo escuchamos muy mal, pero es su voz, su forma de hablar muy particular, lo que me hace comprender, aunque no soy de habla inglesa, la totalidad de sus conferencias y entrevistas realizadas en 2010 y accesibles en internet.

Vanessa Baraister habla sobre la progresión del “caso”, el procedimiento y el cronograma establecido a fines de julio. A menudo cita una audiencia el 31 de julio, una audiencia que el público y nosotros no conocíamos, mientras que en el corazón del verano los abogados y “cercanos” de Julian Assange se habían ido y estábamos muy preocupados por ausencia de noticias. Finalmente, la juez declara que “una petición de los Estados Unidos condujo a la formulación de una solicitud de extradición al gobierno británico”.

Tan pronto como se menciona el canal diplomático, parece que finalmente el procedimiento utilizado es la convención bilateral de extradición. Ciertamente es un procedimiento que se aplicará, Brexit o no Brexit, pero las “pruebas” tendrán que ser examinadas. Concretamente, en estos procedimientos bilaterales, los jueces deben examinar las pruebas y no es automático tener que obedecer la solicitud del estado extranjero, ya que a diferencia de la Orden de Detención Europea, el estado receptor mantiene su soberanía. Vanessa Baraister cede la palabra al fiscal británico Lewis, quien, en general, mantendrá la palabra las tres cuartas partes del tiempo. El resto intervendrá Summers. El fiscal está sentado frente al juez entre Summers, Peirce y Clair Dobbin. Presenta la petición de los Estados Unidos que conduce a la solicitud de extradición a Gran Bretaña. Según él, el “pueblo de los Estados Unidos” se habría ofendido por el hecho de que Julian Assange publicara telegramas diplomáticos secretos de Estados Unidos. 19.000, 400.000; Las cifras de las publicaciones de Wikileaks en 2010 desfilan. El delito estaría constituido porque las publicaciones revelaran deliberadamente los nombres de personas que habrían sido torturadas y ejecutadas.

Es el mismo argumento que en 2010 y se sabe que es falso. El gobierno de los Estados Unidos de esa época, lo admitió.

¿Pero qué más pueden inventar? Nada. Deben justificar “el delito cometido contra el pueblo estadounidense” a pesar de que su petición viola sus propias leyes. Sigue un diálogo entre el fiscal y el juez sobre el calendario. Se enumeran las fechas: arresto del 2 de mayo, 14 de junio – “direcciones de extradición”, luego el 31 de julio “audiencia de gestión”,, luego la investigación de la queja y una fecha importante para el Defensa – 18 de octubre. Sí, el 18 de octubre, ocurrió algo importante entre los abogados y el juez, pero estuve presente en la sala número 3 en las audiencias de extradición, y sólo vi a los extraditados de Europa del Este, Julian Assange no apareció.
Es posible que éste fuera el plazo para la presentación de pruebas de defensa, y esto se resolvió entre abogados y jueces mediante la presentación de documentos en el dossier. Entiendo que la fiscalía quiere que las pruebas de ambas partes se presenten en un mes, la defensa quiere tener tres meses.
La juez cede la palabra a Mark Summers, que comienza a suplicar primero con una voz fuerte, luego desafortunada-mente baja el tono y el final de su discurso ya no es audible para el público. Explica que este juicio tiene una gran importancia política y sus consecuencias afectarán a todos los denunciantes y periodistas de investigación.
Él habla sobre la libertad de expresión de una manera hermosa, pero no sé si su elocuencia trae algo nuevo. Se refiere a los “contratistas españoles”, la compañía de seguridad privada que espió a Julian Assange en las oficinas de la embajada de Ecuador y el juicio que está en curso para obtener estos registros, con el fin de solicitar tiempo adicional para las pruebas. (Siempre me irrita cuando los abogados están indignados de que su relación con Julian Assange podría haber sido espiada, pero nunca dicen que su vida privada ha sido violada, que su intimidad ha sido expuesta … hay ¿una demanda contra eso?) Habla sobre Chelsea Manning y los contactos necesarios con abogados estadounidenses. Quiere 3 o 4 meses más, pero cita solo una fecha, 18 de diciembre, ninguna en febrero, marzo o abril … Entonces, si el juez le da solo dos meses para presentar las pruebas de la defensa, el resto del tiempo irá según lo planeado por la fiscalía y la “audiencia de extradición completa” tendrá lugar en febrero de 2020.

La juez reformula en voz alta: “solicitud de más tiempo para las pruebas”. Julian Assange atiende con la mirada vacía. Parece incómodo, ausente. Luego cobra vida cuando la juez ofrece un descanso para poder hablar con su defensa. Mark Summers mencionó la dificultad de contactar a Julian Assange en prisión. Pero a pesar de todo, no pide la liberación, o un cambio de prisión para Wandsworth (como ahora sé por mis abogados polacos que es posible y deseable hacerlo) o un cambio de régimen penitenciario.

Entendemos rápidamente que en este teatro, un abogado prominente hace carrera, no se arriesgará a pedir cosas que serán rechazadas. Entonces él no pregunta nada. Aquí es donde nos damos cuenta de que Julian Assange podría haber sido mejor defendido por abogados menos conocidos que no tienen que perder una reputación o una carrera.

Monika Karbowska

Militante del KPP (Partido Comunista Polaco)
Feminista y miembro de Wikijustice

Proletarios de todos los países unios

Proletarios de todos los países unios

Proletarios de todos los países unios

“ Así nacía nuestro Partido, el PCE. Se trataba del nacimiento en nuestro país del Partido Comunista como Sección Española de la Internacional Comunista.”

Si hacemos un recorrido histórico de calado, podemos concluir que la Tercera Internacional o Internacional Comunista es la responsable original de que hoy usted esté leyendo esta publicación. No nos referimos a que el eje central de este número de la revista ERI sea precisamente tratar la cuestión de la tercera internacional desde distintos prismas. ¿A qué nos referimos entonces?.

Hace cien años que nació la Tercera Internacional como alianza de los partidos proletarios y re-volucionarios del mundo con la idea de acabar con el yugo capitalista, continuando así con la premisa de aquella popular consigna “proletarios de todos los países, unios”.
La adhesión de los partidos a la Tercera Internacional también conocida como Internacional Comunista, dependía de la aceptación de los conocidos –o no tan conocidos hoy en día-, 21 requisitos elaborados por Lenin para tal adhesión. En el caso de España, el principal partido obrero existente, el PSOE encargó a dos dirigentes la tarea de viajar a la naciente Unión Soviética para informar sobre la Internacional como paso previo a tomar la decisión de adhesión o no a la misma en un congreso extraordinario celebrado en 1919.

La no adhesión, como decisión final del Partido Socialista no estuvo exenta de una potente convulsión entre partidarios de sumarse a la III internacional y quienes no lo eran. Así nacían dos nuevos partidos obreros como escisión de los Socialistas Españoles, de entre quienes eran partidarios de la adhesión a la Komintern (Tercera Interncional). El Partido Comunista Obrero Español formado por militantes y dirigentes provenientes de las agrupaciones del Partido Socialista, y el Partido Comunista Español fundado por militantes de las Juventudes Socialistas.
Ambas organizaciones tuvieron que fusionarse por requerimiento precisamente de la propia Internacional Comunista, puesto que la Internacional se concebía como un autentico centro operativo de la revolución y sólo cabía tener una organización en cada país. Más aún, como es sabido, los partidos adherentes eran entendidos como “secciones nacionales” de la Tercera Internacional. Así nacía nuestro Partido, el PCE. Se trataba del nacimiento en nuestro país del Partido Comunista como Sección Española de la Internacional Comunista.

Como deciamos, podemos concluir por lo tanto desde el consejo de redacción de ERI, que la Tercera Internacional o Internacional Comunista es la responsable original de que hoy este usted leyendo esta publicación. Nos referimos a que esta revista se elabora y publica por parte de una organización política que nació del seno de aquel cónclave internacionalista que tanta relevancia tomaría en el curso de la historia universal y de la historia de la clase trabajadora.

ERI no esconde ni puede esconder lo que es, una publicación del Partido Comunista. Es algo que exhibimos con humildad pero con orgullo y sobre todo con premeditada intencionalidad, puesto que nuestra razón de ser es la difusión de nuestras ideas emancipadoras tal y como venimos diciendo desde el primer número. Algo que en nuestra opinión no debe confundirse con elaborar una publicación de consumo interno solo apta para convencidos militantes del Partido, todo lo contrario. El objetivo de ERI siempre fue ser una revista atractiva para el gran público sin esconder su condición de publicación comunista.

Jon Hernández

Secretario General
del Partido Comunista de Euskadi